Macho alfa elemental (5/?): bolas de acero - Las Bolas de Pablo

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31 jul 2018

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Macho alfa elemental (5/?): bolas de acero


CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   En la ocasión anterior hubo un triple empate entre los elementos Tierra, Trueno y Madera siendo los equipos en acumular menos puntaje. Hoy se ejecutarĆ­a el desempate entre ellos por lo que iba a aplicarse un enfrentamiento. Tras el sorteo Carlos y DarĆ­o iban a enfrentarse entre ellos (trueno y tierra respectivamente). Shane que representaba al elemento Madera iba a pelear con un invitado especial por lo que muchos pensaron que tenĆ­a altas posibilidades de ganar.


   Centraremos la historia en la pelea de Carlos y DarĆ­o, la regla general era que el primero de los tres representantes de los elementos en rendirse iba a ser el eliminado.

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   Carlos sonrió. El musculoso rubio estaba sin camisa y descalzo, vestido solo con un par de calzoncillos. Se pasó la mano por el cabello y guiñó se lamió los labios.



   DarĆ­o con su rostro atractivo lucĆ­a una sonrisa irresistible que ocultaba su estado nervioso. Mostraba que sus mĆŗsculos estaban en todos los lugares correctos ademĆ”s del bulto considerable en su pantalón.

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   Los dos hombres estaban agarrados de las manos en una prueba de fuerza. Ambos gruƱian de esfuerzo, tratando de poner al otro de rodillas.



   DarĆ­o echó su pie hacia adelante, haciendo que Carlos gritara y moviera su cadera, tratando de llevar sus preciosos genitales a un lugar seguro.



   DarĆ­o se rió.



   Carlos soltó un gruƱido.



   DarĆ­o fingió lanzar otra patada en la ingle de Carlos. Carlos hizo una mueca de nuevo y levantó su rodilla protectoramente, lo que provocó que DarĆ­o se echara a reĆ­r.



   ā€”ĀæPor quĆ© estĆ”s tan nervioso? —DarĆ­o se rió entre dientes—. ĀæPreocupado por tus bolas?



   Otro intento de patada provocó una reacción similar de Carlos, y DarĆ­o se rió:



   ā€”PensĆ© que tus bolas eran de acero…



   De repente, Carlos soltó un gruƱido sorprendiendo a DarĆ­o. Eso era justo lo que necesitaba Carlos para dominar a su joven oponente y derribarlo de rodillas.



   DarĆ­o aterrizó de espaldas, con Carlos estrellĆ”ndose contra Ć©l, golpeando con su rodilla la ingle.



   DarĆ­o dejó escapar un gemido angustiado mientras sus joyas se convertĆ­an en polvo.



   Carlos inmovilizó los brazos de DarĆ­o en el suelo y levantó su rodilla entre los muslos de su enemigo, aplastando sus gordas gónadas en su cuerpo. Carlos siguió con otro rodillazo a los huevos que hizo que gritar a DarĆ­o en agonĆ­a.



   Carlos repitió la hazaƱa aplastando las huevas de DarĆ­o una vez mĆ”s con un devastador golpe de rodilla.



   Carlos se levantó y se puso las manos en la cadera, sonriendo a DarĆ­o quien se acurrucó gimiendo de dolor. Llevó su mano detrĆ”s de la cabeza y comenzó a empujar su cadera de un lado a otro.



   Asi el puƱo de DarĆ­o se disparó entre las piernas abiertas de Carlos, golpeando sus pobres testĆ­culos en su cuerpo.



   ā€”Ā”Ooom! —Carlos chilló antes de caer de rodillas.



   DarĆ­o lo miró con el rostro contorsionado de dolor.



   Ambos estaban de rodillas, agarrando sus hombrĆ­as adoloridas.



   Carlos gemĆ­a de dolor.



   DarĆ­o se arrastró y se estiró entre los muslos de Carlos, separando sus manos y cerrando sus dedos alrededor de las pelotas del miembro trueno.



   Carlos gritó cuando DarĆ­o comenzó a apretar. Sus ojos se agrandaron grotescamente y jadeó, sus cojones eran aplastados con el agarre de DarĆ­o.



   Con sus manos alrededor de los huevos de Carlos, DarĆ­o dejó su entrepierna sin protección, y Carlos aprovechó la oportunidad, agarrando un buen puƱado de los genitales de DarĆ­o y apretó con fuerza.



   Ambos gruƱeron y gimieron gritando mientras intentaban aplastar la virilidad del otro, maltratando los delicados testĆ­culos con sus propias manos.



   Los cuerpos de los dos hombres brillaban de sudor mientras aplastaban sus testĆ­culos.



   Finalmente, Carlos logró soltarse de DarĆ­o y soltó las bolas de su oponente.



   Sus rostros se contorsionaron de dolor mientras agarraban sus cojones, mirando sospechosamente a su rival.



   DarĆ­o se levantó, gimiendo y frotĆ”ndose la entrepierna. Sonrió dĆ©bilmente.



   ā€”ĀæQuieres rendirte antes de convertir tus testes en jalea de huevos?



   Carlos se burló, aquello significarĆ­a ser eliminado.



   ā€”Ā”Nunca romperĆ”s estas bolas de acero! —gruñó, tocando ligeramente el gran paquete en sus calzoncillos. Aparentemente, eso fue mĆ”s doloroso de lo que habĆ­a imaginado, su rostro se puso pĆ”lido. ParecĆ­a que iba a vomitar en cualquier momento.



   DarĆ­o se echó a reĆ­r.



   ā€””¿Bolas de acero?! Bolas de cristal es mĆ”s probable —se rió antes de lanzar una patada bien dirigida contra la entrepierna de Carlos. El pie descalzo de DarĆ­o conectó con las nueces hinchadas de Carlos clavĆ”ndolas en su cuerpo.



   Los ojos de Carlos parecĆ­an salirse de su cabeza. Miró hacia abajo a su entrepierna, una mirada de incredulidad conmocionaba su rostro.



   ā€”Oh, Āælos he destrozado? —dijo DarĆ­o inocentemente, levantando las cejas y tapĆ”ndose la boca con las manos—. Ups. Ā”Lo siento!



   Carlos soltó un gruƱido enojado y se lanzó sobre DarĆ­o, pero DarĆ­o se apartó de un salto, haciendo que Carlos chocara contra la pared. DarĆ­o aprovechó y pateó las bolas de Carlos desde atrĆ”s.



   Carlos soltó un gemido angustiado cuando sus cojones sonaron con el impacto. Se giró y su rostro estaba contorsionado de dolor, sus manos agarraban sus bolas maltratadas.



   Como un gigante buscando defensa, Carlos se adelantó y atacó, tratando de darle un puƱetazo a DarĆ­o en la cara.



   DarĆ­o se agachó y golpeó las bolas de Carlos, haciĆ©ndolo chillar.



   Carlos se dobló y se tambaleó hacia adelante, gimiendo de dolor.



   DarĆ­o se rió.



   Continuó luchando con Carlos, evadiendo sus golpes y patadas, y aterrizando varios puƱos duros contra las bolas de Carlos.



   Cada golpe debilitó a Carlos y facilitó que DarĆ­o lo lastimara.



   Golpe tras doloroso golpe se estrellaba contra las pobres bolas de Carlos. Ɖl gemĆ­a de dolor.



   DarĆ­o se burlaba de sus muecas y gruƱidos.



   ā€”ĀæLlamas a estas bolas de acero? —se reĆ­a DarĆ­o, aterrizando otro puƱetazo que hizo que Carlos gritara de dolor—. Vamos, bebĆ©, Āæeso es todo lo que tienes?



   Carlos soltó un gruƱido y se lanzó sobre DarĆ­o otra vez.



   Repitiendo su truco anterior, DarĆ­o cayó de rodillas y lanzó un duro e implacable gancho contra las bolas de Carlos.



   Carlos abrió la boca y dejó escapar un gemido sibilante.



   DarĆ­o se rió y se levantó, retrocediendo para admirar el resultado de su ataque.



   Carlos se quedó sin aliento, con los ojos llorosos y el cuerpo temblando.



   ā€”Ay, mis malditas bolas —gemĆ­a roncamente antes de caer de rodillas, tosiendo.



   DarĆ­o lo miró, riendo.



   Haciendo una mueca de dolor, Carlos se bajó el pantalon y examinó su hombrĆ­a. Sus testĆ­culos estaban severamente hinchados y rojos. Tentativamente los levantó, dejĆ”ndolos descansar en su palma. Y gimió.

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   ā€”Ā”Vamos, aĆŗn no hemos terminado! —DarĆ­o sonrió—. No querĆ­a ser yo el que te eliminara.



   Carlos lo miró, su cara tenĆ­a un mĆ”scara de dolor.



   ā€”LevĆ”ntate —ordenó DarĆ­o con una sonrisa, revolviendo el cabello de Carlos, tirando de Ć©l dolorosamente.



   Carlos gritó. Sus manos subieron hasta su cabeza, cerrĆ”ndose alrededor de la muƱeca de DarĆ­o. Su boxer cayó hasta los tobillos, dejando su impresionante hombrĆ­a completamente desprotegida y vulnerable.



   DarĆ­o se rió y golpeó las bolas desnudas de Carlos con el dorso de la mano, haciendo que los cocos grandes y carnosos danzaran por los golpes. Soltó el cabello de Carlos y dio un paso atrĆ”s, permitiendo que el semental se doblara, agarrĆ”ndose la entrepierna.



   ā€”ĀæCómo se sienten esas grandes bolas tuyas? —rió DarĆ­o.



   Carlos no respondió.



   ā€”ĀæQuieres ver las pelotas de un hombre de verdad? —DarĆ­o se quitó el pantalón y sonrió, flexionando sus mĆŗsculos en seƱal de victoria. Sus pelotas parecĆ­an ligeramente maltratadas, pero ni por asomo tan lastimadas como los magullados órganos de Carlos—. Ā”Vamos, mĆ­ralos!



   Carlos mantuvo la cabeza baja, doblado en agonĆ­a.



   ā€”Ā”Dije que los mires! —DarĆ­o repitió con una gran sonrisa en los labios. Cuando Carlos no reaccionó, dio un paso adelante y lo agarró de la cabeza con ambas manos y lo obligó a mirar hacia arriba.



   Los ojos de Carlos estaban llenos de dolor y humillación.

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   DarĆ­o se rió. Juguetonamente golpeó su paquete contra la cara de Carlos.



   Este apretó los dientes.



   DarĆ­o se rió y repitió el movimiento, golpeando su polla semi dura en la cara de Carlos varias veces.



   Carlos soltó gruƱidos frustrados y enojados, pero no fue capaz de defenderse de las travesuras humillantes de DarĆ­o.



   ā€”EstĆ” bien —dijo finalmente DarĆ­o, riendo mientras soltaba la cara de Carlos. —. Llevemos esto a su fin, hoy te elimino —puso sus manos en las caderas y separó las piernas del rubio oponente—. Veamos quĆ© tienen esas bolas de acero…



   Carlos apretó los dientes. Sus ojos estaban fijos en la entrepierna de DarĆ­o como un toro moribundo mirando el trapo rojo en las manos del torero.



   De pronto un fuerte puntapie sonó las dos bolas de DarĆ­o contra su pelvis.



   DarĆ­o dejó escapar un gruƱido de sorpresa y una enorme sonrisa apareció en la cara de Carlos.



   ā€”Mis huevos —susurró DarĆ­o sin aliento. Luego dejó escapar un grito espeluznante y se dejó caer al suelo.



   Carlos se aclaró la garganta. Fue cojeando hacia DarĆ­o y lo miró. Con una sonrisa engreĆ­da, dejó caer su rodilla entre los muslos de DarĆ­o, aterrizando en las gónadas.



   La voz de DarĆ­o se quebró y apareció un chillido de niƱa cuando sus huevos quedaron aplastados entre la rodilla y el piso frĆ­o y duro.



   Carlos se levantó y miró a DarĆ­o. 

   ā€”ĀæRenuncias? —murmuró, acariciando sus propias bolas doloridas.



   DarĆ­o negó con la cabeza, gimiendo de dolor.



   Cuando DarĆ­o se preparaba para atacar sonó un timbre.



   Carlos y Ć©l se miraron a los ojos era la seƱal de que el otro contrincante se habĆ­a rendido y era Shane quien se rendĆ­a en el otro encuentro entonces DarĆ­o y Carlos se mantenĆ­an en competencia y sus elementos recibĆ­an dos puntos en el conteo.

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