-SEXO HETEROSEXUAL
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
La convivencia entre Helga y Javier facilitó mucho las cosas para un primer encuentro sexual entre ellos. Javier la empezó a cortejar y ella cedió, aquella noche ambos estaban encerrados en la habitación de ella. Lo miró a los ojos durante un par de segundos antes de besarlo con fuerza y subirse sobre Ć©l, colocando una pierna a cada lado de su cadera. Los brazos de Javier la rodearon y la pegaron a Ć©l, su respiración se aceleró sobre los labios de Helga, cuyo corazón empezó a latir a mayor velocidad. Javier se incorporó, quedando Helga sentada sobre sus piernas, y enterró los dedos en el cabello del macho, luego le acarició la amplia y fornida espalda con la mano que tenĆa libre. Javier subió por su cuello y la besó de nuevo.
IntentarĆan hacer su encuentro lo mĆ”s silencioso posible puesto que uno de los hijos de Javier tuvo una discusión con su hermano y dormĆa en la sala.
Helga llenó una copa de vino y dejó la botella en el suelo mirando a Javier.
āĀæBrindamos? āĆ©l esbozó una sonrisa divertida.
āĀæPor quĆ©, exactamente?
āPor un nuevo dĆa ārespondió. Se mordió el labio, juguetonamenteā. Porque el peligro de la aventura nos ha acercado.
āPor el peligro de la aventura āsonrió Helga. Ambas copas chocaron suavemente para ser vaciadas de un solo trago.
Helga dejó su copa sobre la mesita de noche y se inclinó de nuevo sobre Javier. Atrapó sus labios en un beso feroz, furioso, al que el hombre respondió de la misma forma. La rodeó con sus fuertes brazos y la estrechó contra sĆ, por lo que Helga pudo sentir la calidez de su piel incluso a travĆ©s de la camiseta. Gimió entre sus labios cuando las manos de Javier se aventuraron por su cuerpo y la liberaron de la camiseta. Helga mordió el labio inferior de Javier, arrancĆ”ndole un gruƱido, y se dejó llevar por Ć©l. De un solo movimiento, el hombre se dio la vuelta y la tumbó en la cama, colocĆ”ndose de inmediato entre sus piernas. Helga le rodeó la cadera y lo atrajo hacia sĆ; sus manos viajaron hasta su pelo.
Los dedos de Javier, impacientes, bajaron por su cuerpo hasta llegar a su entrepierna. Tantearon la piel de su pubis, de sus caderas y de sus muslos, provocando escalofrĆos y gemidos ahogados; Helga llevó sus labios al oĆdo de Javier, gimiendo con fuerza para que el hombre se diese prisa. Finalmente los dedos de Javier alcanzaron lo que estaban buscando: acariciaron los pliegues que describĆa su carne hĆŗmeda y ardiente, las uƱas araƱaron con suavidad la entrada a su interior⦠Helga alzó las caderas y gimió casi desesperada. Finalmente, el dedo Ćndice y el corazón de Javier la penetraron con fuerza hasta que el resto de la mano chocó contra ella. Con Helga aferrada a Ć©l como si le fuese la vida en ello, Javier comenzó una lenta tortura. Los gemidos escapaban por los labios entreabiertos de Helga como la lluvia en plena tormenta, y Javier no tardó en aumentar la velocidad con que sus dedos entraban y salĆan de la cientĆfica.
āMĆ”s ājadeó ella entre gemidos.
āĀæCómo se piden las cosas? ārió Javier con su voz grave y profunda.
āPor favorā¦
āAsĆ me gusta.
En un abrir y cerrar de ojos, Javier la llevó al lĆmite. Helga se estremecĆa de placer, gimiendo con toda la fuerza de sus pulmones, mientras Javier seguĆa introduciendo dedos en su interior. Le faltaba solo el meƱique cuando decidió que no querĆa contenerse mĆ”s.
Sacó sus dedos empapados del interior de Helga y dejó que la mano de la chica buscase su miembro, duro y palpitante. Helga lo acarició con suavidad pero con firmeza, sonriendo al sentir que el hombre se estremecĆa en su mano. Uno de sus dedos se aventuró por la rugosa piel de sus testĆculos y Javier gimió suavemente. Lo guió hacia su entrada y la penetró con fuerza.
Javier dio comienzo a sus furiosas embestidas. Aumentaba la fuerza y la velocidad con cada una, arrancando gemidos a Helga y crujidos a las patas de la cama. Helga se aferró a él, clavÔndole las uñas en la espalda, y deseando que aquel momento no acabase nunca. Javier bajó la cabeza buscando sus labios y los capturó en un beso ardiente y apasionado.
Una de las manos de Javier se aferró al cabecero de la cama para aumentar asĆ la fuerza con que sus caderas golpeaban las de Helga y la otra se agarró a la estrecha cintura de la mujer, que se estremecĆa de placer bajo su cuerpo. Ambos empezaron a sudar, pero ninguno de los dos disminuyó la fuerza con que sacudĆan sus caderas. Javier se hundĆa en ella y emergĆa de las profundidades de su cuerpo como un animal desbocado, y cada embestida la acercaba un poco mĆ”s al paraĆso. Helga sintió que el primer orgasmo comenzaba a formarse en sus entraƱas, por lo que soltó su mano derecha de entre los cabellos de Javier y la bajó por todo su cuerpo, deteniĆ©ndose solo cuando sus dedos encontraron su clĆtoris. Comenzó a frotar la pequeƱa protuberancia, sin importarle que sus nudillos chocasen con el cuerpo de Javier. El orgasmo crecĆa a medida que Helga masajeaba aquel pequeƱo punto, cada vez mĆ”s fuerte y cada vez mĆ”s rĆ”pido. Un devastador orgasmo la arrolló, dejĆ”ndola sin respiración. Su gemido se cortó en su pecho y tuvo que cerrar los ojos y aferrarse a Javier para no desvanecerse. Sus fluidos comenzaron a manar, empapĆ”ndolos a ambos.
Se recuperó medio segundo despuĆ©s. Obligó a Javier a darse la vuelta y descendió por su pecho, por su vientre y por sus caderas. Su miembro estaba hĆŗmedo y todavĆa sabĆa a ella cuando comenzó a jugar con Ć©l. Primero besó la punta, mojĆ”ndolo con la saliva que escapaba por sus labios carnosos. Su mano izquierda lo sujetó por la base y comenzó a subir y bajar, despacio, mientras la otra viajaba con exasperante lentitud entre sus testĆculos y su ano. Javier se estremeció de placer y la agarró por el pelo, por lo que Helga supo que debĆa darse prisa.
Abrió la boca y dejó que su lengua dibujase un hĆŗmedo sendero por todo el pene, dando vueltas a la punta y jugando con la rugosa piel que unĆa el prepucio al glande. Fue entonces cuando lo engulló entero. Su boca apenas alcanzaba la mitad, por lo que su mano aumentó de velocidad. Combinaba su boca con sus hĆ”biles dedos, que danzaban por toda la zona arrancando gemidos y estremecimientos al hombre. Sin dejar en ningĆŗn momento de subir y bajar por su pene, la lengua de Helga acarició la piel suave y surcada de venas. No tardó demasiado en notar que el miembro de Javier temblaba en su boca, por lo que se preparó para lo que se avecinaba. Javier se corrió con un fuerte gruƱido y su semen inundó la boca de Helga, que abrió la garganta y trató de tragarse aquel lĆquido espeso. Un poco escapó por la comisura de sus labios, pero no se lo limpió. Finalmente aquel semen la protegerĆa del letal virus que infectaba al mundo.
Javier la atrajo hacia sà cuando al fin hubo acabado; ambos sudaban y respiraban agitadamente. El hombre le limpió la barbilla con la lengua y la besó larga y profundamente.
Asà se aseguraron de pasar una buena noche. Javier comenzaba a caer en un letargo de sueño cuando Helga le dijo algo que no entendió.
āĀæHmmm? āpreguntó Ć©l sin abrir los ojosā. ĀæQuĆ©?
āDeberĆamos de irnos maƱana ārepitió Helga.
āĀæPor quĆ©? Dijiste que aquĆ estariamos bien.
āNo sĆ©, no tengo buena espina.
āEstĆ”s loquita, dijiste que esta isla era la mĆ”s segura del mundo.
āNo sĆ©.
āSilencio, bebĆ©, vamos a dormir. Tengo sueƱo.
Y la abrazó con ternura sin importarle que su pene siguiera baboso de su sagrado pene. Helga sin embargo no pudo conciliar el sueƱo bien, algo le preocupaba. Miró el rostro de Javier y este lucĆa angelical, era un hermoso macho y buen padre, no merecĆa sufrir en ningĆŗn momento. No lo podĆa ocultar despuĆ©s de ese grato sexo y de sentir una bella atracción por ese hombre tenĆa la necesidad de protegerlo. Su sueƱo la embargó entrada la madrugada y fue ahĆ cuando entró a un sueƱo profundo.
Fue tan pesado su descanso que no se dio cuenta cuando a la mañana siguiente Javier se despertó y salió en silencio de la habitación.
Pasó por un lado de Hiram que dormĆa envuelto en las cobijas de la colchoneta en medio de la sala. TambiĆ©n sin darse cuenta que pasaba a su lado. AsĆ Javier ingresó al baƱo y salió despuĆ©s de acicalarse. Estaba repotenciado y salió de la cabaƱa para ejercitarse, de todos los ahĆ presentes sólo su hijo Marlon se percató de su salida aunque no le dio importancia.
Javier fue a trotar como todas las maƱanas con el moreno torso desnudo al aire que mostraba un apetitoso bronceado oscuro. Sus musculosas piernas se flexionaban a medida que se ejercitaba y su grueso pene subĆa y bajaba como divirtiendose de formar un agrandado bulto. Corrió y corrió ejercitando el cuerpo.
Sus pulmones respiraban aire puro cada vez que transitaba por la isla, su cuerpo siempre agradecĆa que fuera un hombre deportista y asĆ su cuerpo lo mostraba con sus mĆŗsculos de fibra.
Y aunque pasó corriendo por unos matorrales que daban una vista a la orilla de la playa no se percató de las pequeñas embarcaciones que ahà estaban hasta que fue muy tarde.
De repente algo se interpuso en su camino y el apuesto Javier recibió un puntapie entre los muslos. El sonido del empeine chocando con su ingle resonó a través de los Ôrboles, seguido por un gemido agudo y un golpe sordo cuando colapsó en la tierra.
Mientras estaba adolorido de las bolas en el piso Javier recibió de otro hombre una patada en las costillas, gritó maniÔticamente, y luego recibió una patada en la entrepierna de nuevo.
Los gemidos del hombre se convirtieron en lastimosos gemidos mientras se acurrucaba en un posición fetal. Sobre él no estaba un hombre sino tres corpulentos especimenes masculinos.
āAquĆ tenemos al caporal mayor ādijo uno de ellos. Seguido Javier oyó algo que le heló la sangreā. Desde este momento eres propiedad del Villareal Labs, tĆŗ y tus hijos ya no tienen donde esconderse.
Javier inhaló profundamente y luego gritó con toda la fuerza de sus pulmones.
āĀ”MARLON, HIRAM, CORRAN!
Recibió un pisotón en el abdomen.
ā¦
āĀ”HUYAN, HUYAN! āgritó Helga cuando cinco hombres ingresaron violentamente a la cabaƱa.
Marlon que estaba sentado en un mueble se paró de golpe asustado y como reacción de defensa efectiva tuvo fue lanzar una taza de vidrio cargada de café caliente al primer hombre que se acercaba a él. Pudo salir corriendo únicamente en jeans hacia la cocina de la casa.
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Hiram |
āĀ”Corre, imbĆ©cil, corre! āgritó a Hiram que se quedaba petrificado preparando su desayuno.
Marlon abrió la puerta trasera de la cabaña y lo primero que recibió fue una calzada bota entre los muslos.
El pie conectó con las dos pelotas que los pantalones le sujetaban con fuerza.
Marlon soltó un gruƱido sorprendido que se convirtió en un gemido miserable mientras se doblaba envuelto en agonĆa.
Hiram en la cocina estaba sorprendentemente calmado. Ver a Marlon sufriendo le proporcionó un efecto placentero. Ā”Al fin sufrĆa el desgraciado! Pensaba mientras todo a su alrededor se sacudĆa.
āĀ”Maldito bastardo! āsiseó Marlon, agarrĆ”ndose la entrepierna, su rostro se retorcĆa de dolor y furiaā. ĀæQuiĆ©n diablos eres tĆŗ?
Un hombre le mostró su mejor sonrisa mordaz.
āEn este momento perteneces al Villareal Labs.
Marlon lo miró, haciendo una mueca.
Fue asĆ como se percató que todos los asaltantes tenĆan un uniforme de color azul oscuro.
āĀæY tĆŗ cuando diablos pensabas entregarnoslos? āreclamaba un hombre a Helga apretandola duro de los brazosā. ĀæCreĆas que no ibamos a dar contigo?
āĀ”Sueltenme! āimploraba Helga.
āPerra traidora, ĀæquĆ© eres amante del caporal y te lo querĆas quedar? Ā”TenĆamos un trato!
āĀæQuĆ© diablos āescupió Marlon frotĆ”ndose los doloridos testĆculos.
āSĆ, esta perra desde un principio jugaba para los dos bandos. Y vino a esconderse con ustedes, seguro era la puta de los tres.
La silenciosa confesión se vio sesgada cuando en la cocina se armó una nueva pelea. Hiram estaba haciendo uso de coraje cuando peleaba contra tres hombres, lamentablemente uno logró dominarlo mientras otro calzaba la rodilla entre las piernas de Hiram, introduciendo sus preciosas bolas en su cuerpo.
El muchacho soltó un chillido estrangulado.
Marlon a un pie del patio intentó correr hacia el bosque pero alguien logró agarrar su pierna, causando que cayera de bruces al suelo.
Ćl gimió de dolor mientras intentaba escabullirse, pero lo agarraron de ambas piernas y las levantaron, llevando a Marlos a una posición de carretilla. Quien lo sostenĆa llevó su pierna hacia atrĆ”s y aplastó las huevas con una patada estruendosa y bien colocada que aplanó los testĆculos carnosos de Marlon como papillas.
Los ojos del muchacho se cruzaron y carraspeó de dolor.
āUstedes ya nos pertenecenā¦
ā¦
Javier fue conducido hasta un barco, allĆ lo sentaron en un taburete y esposaron sus brazos en unos tubos encima de su cabeza, no hubo mucho que pudiera hacer para su defensa.
Un hombre vestido con un porte negro se le quedó mirando fijamente. Y Javier tambiĆ©n respondĆa a una mirada retadora aunque por la mente del hombre calvo se formaban muchas ideas.
āAsĆ que aquĆ tenemos al salvador de la humanidad ādijo por fin con voz grave.
Javier dejó escapar un grito ahogado cuando el hombre apretó sus gónadas con toda la fuerza que pudo reunir.
Las yemas de los dedos se clavaron profundamente en la carne suave de los testĆculos de Javier, aplastando y aplastando la salvación de la humanidad.
Con sonrisa feliz en su rostro, el hombre llamado Ćngel aplastó las pelotas de Javier como si estuviera tratando de convertirlas en jalea. Los testĆculos quedaron planos entre sus dedos.
Ćngel miró la erección de Javier entre su pantalón y sonrió.
La polla de Javier temblaba violentamente. Cada apretón provocó una contracción y una pequeƱa gota de lĆquido preseminal se formó sobre su ropa interior.
Entrelazando sus dedos, Ćngel atrapó ambos testĆculos de Javier entre sus palmas antes de cerrar la brecha y presionar sus palmas una contra la otra.
Los gritos de Javier aumentaron en tono y volumen a medida que sus posesiones mĆ”s valiosas eran aplastadas ferozmente por Ćngel que resultarĆa en realidad un diablo.
DespuĆ©s de unos sólidos tres minutos para que la hombrĆa quedara aplastada entre las palmas de Ćngel, toda la fuerza habĆa abandonado el cuerpo de Javier y ya no le daba mucha resistencia. Sus gritos se convirtieron en gemidos.
Ćngel soltó las bolas de Javier y lo admiró con la vista.
Las huevas de Javier quedarĆan considerablemente hinchadas.
Ćngel sonrió.
Javier estaba respirando pesadamente. Su cara sudorosa y bella estaba envuelta en una mƔscara de dolor, sus ojos se mostraban llenos de lƔgrimas.
Ćngel se arrodilló al lado de Javier y sonrió.
Agarró la cremallera de su pantalón abriĆ©ndola y sacando su dura y morena polla con el dedo pulgar e Ćndice.
āEl salvador del mundo ādijo Ćngel, con una expresión que no se sabĆa si era burla o admiración.
Javier intentó protestar, pero Ćngel agarró sus gónadas, una en cada mano, y cerró los puƱos.
Javier abrió los ojos.
Ćngel lo miró profundamente a los ojos y comenzó a rechinar sus preciosos e hinchados cojones con toda la fuerza que pudo reunir.
Un sonido ronco y de arcadas escapó de los labios de Javier.
Los ojos de Ćngel vagaron hacia la erecta polla.
āNo āsusurró Javier sin alientoā. Ā”Oh, Dios, no!
De repente, un gran chorro de esperma salió disparado de la polla de Javier, volando en el aire antes de aterrizar sobre el rostro sudoroso del donante.
El cuerpo de Javier se tensó cuando un segundo, tercer y cuarto chorro salpicó su cara, su cuerpo y el suelo.
La cara de Javier parecĆa un gĆ©iser, resbalando lo que parecĆan galones de sustancia pegajosa, sagrada y cremosa que aterrizaba en todas partes, cubriendo su rostro y su musculoso cuerpo.
Ćngel continuó apretando sus testĆculos, asegurĆ”ndose de eliminar hasta el Ćŗltimo trozo de leche de sus bolas.
Finalmente, Javier estaba agotado.
Ćngel se inclinó hacia Ć©l y le susurró algo al oĆdo.
āEsto es solo el principio, al llegar al Villareal Labs te los extirparemos. Nadie va a daƱar nuestros planes.
Javier comenzó a sollozar suavemente.
Ćngel le dio a Javier un Ćŗltimo puƱetazo a las hinchadas bolas que hicieron que gritara de dolor.
Ćngel sonrió mirando a Javier, en realidad aquel salvador era mĆ”s de lo que habĆa visto. Guardó la polla del hombre en el pantalón y se limpió los dedos en el rostro del abogado, Ćngel estaba erecto. Un ruido en el pasillo anunciaba que varias personas ingresaban al camarote.
Unos hombres traĆan bajo la fuerza a dos altos y vigorosos jóvenes que se asustaron de ver a su padre humillado, doblado y con el cuerpo lleno de una sustancia viscosa.
Ellos reclamaron pero Javier no quiso hablar, fueron esposados a una silla.
Ćngel se quedó mirandolos, no habĆa duda, heredaron el fĆsico de su padre. Con una voz amenazante dijo:
āĀ”Ya tendrĆ© tiempo para encargarme de ustedes!
Dio media vuelta y salió del camarote mientras los dos jóvenes se quedaron interrogando a su padre:
āPapĆ”, habla, ĀæquĆ© te pasó?
āĀæQuĆ© te han hecho?
Finalmente Javier levantó la mirada, sus ojos rebelaban tristeza.
āMuchachos, espero que me perdonen, no los querĆa empujar a esto. Perdón, hoy les he fallado.
āĀ”No! āprotestó Marlonā. TĆŗ no nos fallaste, la traidora aquĆ es Helga.
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