-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
Eleazar era un apuesto hombre que trabajaba como capataz en la finca de la pampa desde muy temprano habĆa comenzado una extraƱa y enfermiza relaciĆ³n con su jefe. En un principio parecĆa un juego pero finalmente se dejĆ³ llevar al ser el perro sumiso de su denominado amo.
Eleazar dejĆ³ escapar un profundo suspiro. Iba a ser una noche difĆcil. El semental de treinta y tantos aƱos de cabello corto y rubio estaba dudando en asistir al reconocido y oculto granero ya que la adorada relaciĆ³n sexual con su jefe se habĆa esfumado desde la apariciĆ³n en la pampa de Samuel, creyĆ³ que simplemente iba a ser una humillaciĆ³n de un rato y que Ć©l iba a ser el macho alfa sobre Samuel pero todo estaba apuntando a que Samuel era el favorito del jefe y que Ć©l iba a ser sumiso bajo Samuel aunque siempre el jefe les daba el mismo trato Samuel se habĆa convertido en su favorito.
MirĆ³ su entrepierna donde su polla estaba presionando contra el jeans. HabĆa recibido la orden de asistir al granero esa noche y Samuel tambiĆ©n. Desde la pelea que tuvo con Ć©l en el pueblo se habĆan hecho enemigo y la peor parte fue el castigo que recibiĆ³ del jefe cuando lo obligĆ³ a hacerle sexo oral a Samuel y dejarse penetrar por Ć©l, sin contar aquella lluvia dorada que tuvo que aguantar.
Humillado, completamente humillado.
Dispuesto a enfrentarse a lo que pudiera acontecer, saliĆ³ de su domicilio dispuesto como capataz, montĆ³ a caballo y se dirigiĆ³ a galope veloz al granero donde siempre se veĆa con Eloy por las noches casi entrada la madrugada.
AhĆ estaba Samuel, llevaba puesto un par de bĆ³xers rojos que contrastaban con su piel. La cabeza gorda de su pene grande y flĆ”ccido se asomĆ³ por una de las aberturas de las piernas.
—Ah, ya llegĆ³ —murmurĆ³ por lo bajo.
Eleazar lo mirĆ³ malhumorado. DesviĆ³ la mirada y descubriĆ³ a Eloy que con mirada cĆnica portaba una erecciĆ³n.
—¿Por quĆ© demonios llegas tarde? ¿Pensabas ya no venir?
—Disculpe, seƱor…
—Entra y cerra la puerta.
Eleazar obedeciĆ³ y Eloy caminĆ³ hacia Ć©l con una ropa interior que luchaba por mantener su polla tranquila
El puƱo de Eloy se estrellĆ³ contra las pelotas de Eleazar, golpeando sus bolas contra su cuerpo.
Eleazar gritĆ³.
Una y otra vez, Eloy golpeo las bolas de Eleazar con su puƱo desnudo, aplastando sus testĆculos con toda la fuerza que podĆa reunir.
AsĆ la polla rĆgida de Eleazar estallĆ³ con un espeso chorro de semen que empapĆ³ su pantalĆ³n. El capataz tenĆa el bello envuelto en una mĆ”scara de completo dolor.
Eloy agarrĆ³ las pelotas de Eleazar con ambas manos y apretĆ³ con fuerza.
—Esto es para que aprendas a llegar al tiempo, perro —gruƱeron los labios de Eloy—. No voy a tolerar un instante tus desplantes.
Un chillido gorgoteante escapĆ³ de los labios de Eleazar.
—Vos —seƱalĆ³ Eloy a Samuel—, enseƱale a este repelotudo quien manda aquĆ.
—Pero —protestĆ³ Eleazar pero fue silenciado de una bofetada.
—¿Acaso te pedĆ que hablaras?
—No, seƱor.
Eloy se hizo a un lado permitiendo el paso a Samuel que se arrodillĆ³ y agarrĆ³ las bolas magulladas de Eleazar y aplastĆ³ con sus fuertes dedos.
Al ver cĆ³mo la cara de Eleazar se retorcĆa de dolor, Samuel apretĆ³ tan fuerte como pudo.
AmasĆ³ y retorciĆ³ las bolas como si estuviera exprimiendo un limĆ³n.
Eleazar dejĆ³ escapar un chillido ensordecedor. Sus ojos comenzaron a agitarse mientras su polla estallaba como un volcĆ”n. Su esperma cremoso volvĆĆ³ a hacer una mancha mĆ”s grande en su pantalĆ³n.
Samuel apretĆ³ mĆ”s fuerte, con una sonrisa en el rostro, asegurĆ”ndose de exprimir hasta la Ćŗltima gota de leche.
Finalmente, Samuel se levantĆ³ y se limpiĆ³ las manos en la cara de Eleazar, untĆ”ndole las mejillas con semen.
—Ahora, penetralo —dijo la voz frĆa de Eloy.
—Pero, seƱor —protestĆ³ Eleazar.
—CĆ”llate, no te he pedido que saques un sonido de tu sucia boca.
Eleazar volviĆ³ a clavar la vista al suelo. HumillĆ”ndose una vez mĆ”s se colocĆ³ a cuatro patas mientras Samuel se abrĆa el pantalĆ³n para penetrarlo.
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