Perros de hacienda (6/8): sumiso - Las Bolas de Pablo

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17 ago 2018

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Perros de hacienda (6/8): sumiso

CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   Eleazar era un apuesto hombre que trabajaba como capataz en la finca de la pampa desde muy temprano habĆ­a comenzado una extraƱa y enfermiza relación con su jefe. En un principio parecĆ­a un juego pero finalmente se dejó llevar al ser el perro sumiso de su denominado amo.
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   Eleazar dejó escapar un profundo suspiro. Iba a ser una noche difĆ­cil. El semental de treinta y tantos aƱos de cabello corto y rubio estaba dudando en asistir al reconocido y oculto granero ya que la adorada relación sexual con su jefe se habĆ­a esfumado desde la aparición en la pampa de Samuel, creyó que simplemente iba a ser una humillación de un rato y que Ć©l iba a ser el macho alfa sobre Samuel pero todo estaba apuntando a que Samuel era el favorito del jefe y que Ć©l iba a ser sumiso bajo Samuel aunque siempre el jefe les daba el mismo trato Samuel se habĆ­a convertido en su favorito.


   Miró su entrepierna donde su polla estaba presionando contra el jeans. HabĆ­a recibido la orden de asistir al granero esa noche y Samuel tambiĆ©n. Desde la pelea que tuvo con Ć©l en el pueblo se habĆ­an hecho enemigo y la peor parte fue el castigo que recibió del jefe cuando lo obligó a hacerle sexo oral a Samuel y dejarse penetrar por Ć©l, sin contar aquella lluvia dorada que tuvo que aguantar.


   Humillado, completamente humillado.


   Dispuesto a enfrentarse a lo que pudiera acontecer, salió de su domicilio dispuesto como capataz, montó a caballo y se dirigió a galope veloz al granero donde siempre se veĆ­a con Eloy por las noches casi entrada la madrugada.

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   AhĆ­ estaba Samuel, llevaba puesto un par de bóxers rojos que contrastaban con su piel. La cabeza gorda de su pene grande y flĆ”ccido se asomó por una de las aberturas de las piernas.


   ā€”Ah, ya llegó —murmuró por lo bajo.


   Eleazar lo miró malhumorado. Desvió la mirada y descubrió a Eloy que con mirada cĆ­nica portaba una erección.


   ā€”ĀæPor quĆ© demonios llegas tarde? ĀæPensabas ya no venir?


   ā€”Disculpe, seƱor…


   ā€”Entra y cerra la puerta.

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   Eleazar obedeció y Eloy caminó hacia Ć©l con una ropa interior que luchaba  por mantener su polla tranquila


   El puƱo de Eloy se estrelló contra las pelotas de Eleazar, golpeando sus bolas contra su cuerpo.


   Eleazar gritó.


   Una y otra vez, Eloy golpeo las bolas de Eleazar con su puƱo desnudo, aplastando sus testĆ­culos con toda la fuerza que podĆ­a reunir.


Así la polla rígida de Eleazar estalló con un espeso chorro de semen que empapó su pantalón. El capataz tenía el bello envuelto en una mÔscara de completo dolor.


Eloy agarró las pelotas de Eleazar con ambas manos y apretó con fuerza.

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—Esto es para que aprendas a llegar al tiempo, perro —gruƱeron los labios de Eloy—. No voy a tolerar un instante tus desplantes.


Un chillido gorgoteante escapó de los labios de Eleazar.
—Vos —seƱaló Eloy a Samuel—, enseƱale a este repelotudo quien manda aquĆ­.



—Pero —protestó Eleazar pero fue silenciado de una bofetada.


—¿Acaso te pedĆ­ que hablaras?


—No, seƱor.


Eloy se hizo a un lado permitiendo el paso a Samuel que se arrodilló y agarró las bolas magulladas de Eleazar y aplastó con sus fuertes dedos.


Al ver cómo la cara de Eleazar se retorcía de dolor, Samuel apretó tan fuerte como pudo.


Amasó y retorció las bolas como si estuviera exprimiendo un limón.


Eleazar dejó escapar un chillido ensordecedor. Sus ojos comenzaron a agitarse mientras su polla estallaba como un volcÔn. Su esperma cremoso volvíó a hacer una mancha mÔs grande en su pantalón.


Samuel apretó mÔs fuerte, con una sonrisa en el rostro, asegurÔndose de exprimir hasta la última gota de leche.


Finalmente, Samuel se levantó y se limpió las manos en la cara de Eleazar, untÔndole las mejillas con semen.


—Ahora, penetralo —dijo la voz frĆ­a de Eloy.


—Pero, seƱor —protestó Eleazar.


—CĆ”llate, no te he pedido que saques un sonido de tu sucia boca.


Eleazar volvió a clavar la vista al suelo. HumillÔndose una vez mÔs se colocó a cuatro patas mientras Samuel se abría el pantalón para penetrarlo.

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