CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
Pablo respiró profundo echó un último vistazo al mensaje en su celular y salió del automóvil. Lo estaban esperando en una mesa del café en el centro comercial.
El rubio vestía una apretada camiseta blanca que hacía muy poco por ocultar su cuerpo musculoso. Los distintos bultos de dos huevos gordos y un tubo de carne grueso y largo se harían visibles cuando se sentase con su jeans.
Pablo tenía dos semanas separado de David y era porque así lo habían decidido. Pues iba a ser provisional y la razón era que David tenía en su departamento a su pequeño hijo el cual vivía en otro país y tenía mucho tiempo sin verlo entonces Pablo decidió dejar que ambos compartieran su tiempo juntos y se fue a vivir a casa de sus padres. Pero la estadía en su hogar lo aburrió: cero sexo, nada de ballbusting, reducida diversión. Fue así como un amigo le sugirió que abriera una cuenta en Grindr e intentara armar una cita con alguien.
—Al final estás casado y esa cita sólo será para entretenerte —le dijo su amigo—, para que bajes la calentura mientras David sale de su compromiso.
Y ahí estaba Pablo, caminando por el centro comercial para reunirse con el tipo del perfil al que no lr había visto el rostro. Sólo sabía que lo esperaba en aquel café dónde no habían mesas sino sillones y muebles cercanos.
—¿Halcón24? —preguntó Pablo al acercarse al sujeto de espaldas.
—Ho, hola —lo saludó con voz profunda—, West.
Pablo sonrió dándole un estrechón de mano y ocupando un asiento. ¿Por qué demonios la calentura le ganó y tuvo que recurrir a una patética cita con un extraño en Grindr? El sujeto le pareció un hombre apuesto de cara prolija, su cuerpo era fuerte y estaba vestido con una camiseta ajustada y jeans.
Pablo inhaló profundamente, asimilando el aroma del cacao en el local. Tendría una cita de ballbusting con ese carajo y después se iría a casa sin relatar nada a nadie.
—Y ya que nos conocimos soy Eddy, ya no me digas halcón24 ni nada por el estilo.
Pablo afirmó con la cabeza y también se presentó con su nombre. Si tuviera que clasificar a Eddy diría que lucía como un semental masculino que inspiraba éxito, testosterona y…
—¿Qué tienes en mente, Pablo? —lo interrumpió Eddy con su profunda voz. Parecia tener la capacidad mágica de hacer que a Pablo no se le bajara la puta erección. Su rostro ovalado emitió una sonrisa de complicidad.
Pablo murmuró algo ininteligible. Se sentía tonto, ¿serían los nervios? ¿POR QUÉ?
—Habla, Pablo —dijo Eddy recibiendo los cafes que habían pedido.
Pablo se sonrojó y sin un poco de tacto dijo:
—Quiero la sesión de ballbusting y ya.
—Ah, la sesión e irse cada quien por su camino —dijo Eddy, echándose hacia atrás en la silla, colocando sus manos detrás de la cabeza, y separando sus piernas, permitiendo a Pablo una buena vista de su propia entrepierna.
Pablo tragó saliva.
—Obviamente no será aquí —aseguró.
Pablo asintió.
Eddy se acomodó en el asiento ofreciendo un nuevo ángulo de su enorme bulto logrando se viera más tentador.
Pablo tragó café, no podía ser que deseara a aquel desconocido, se suponía que iba a ser una sesión patea bolas y ya, ahí quedaba.
Eddy fingió no darse cuenta de las no reservadas miradas de Pablo, después de todo no era un tipo feo.
—Acá en el centro comercial hay un hotel. Podríamos pagar una pieza.
Pablo tragó saliva y afirmó con la cabeza.
Eddy dejó escapar una risa profunda y baja. Había mirado a Pablo. Observó su cuerpo.
Se había sentido atraído por Pablo.
—Vamos —indicó Eddy.
No tardaron demasiado en terminar el café llegar al hotel y encerrarse en una cómoda habitación que resultaba costosa para el poco tiempo que iban a durar.
—¿Por dónde comenzamos? —preguntó Pablo.
Sin previo aviso, Eddy levantó una patada entre los muslos de Pablo. Que se estrelló con fuerza contra las gorditas y jugosas gónadas del rubio haciendo un ruido sordo.
Pablo dejó escapar un gruñido profundo y gutural mientras el dolor explotaba en sus cocos. Emitió una tos seca.
Eddy se agachó cerca de Pablo, sus manos subieron por los muslos hasta que encontraron lo que buscaban: las enormes y gordas bolas de Pablo.
Pablo se mordió el labio inferior y asintió rápidamente apretando los dientes.
Las manos de Eddy se cerraron alrededor de las huevas jugosas.
Pablo enarcó las cejas y dejó escapar un profundo gemido cuando Eddy comenzó a exprimir sus bolas. Los dedos de Eddy se clavaron en la carne tierna de las posesiones más preciadas de Pablo, presionando profundamente en el delicado tejido.
La polla gorda y carnosa de Eddy comenzó a engrosarse, cubriendo el apretado pantalon, amenazando con atravesar la tela mientras manipulaba la jugosa virilidad de Pablo, presionando brutalmente los dos enormes cojones con sus propias manos.
Pablo dejó escapar un grito ahogado. Eddy torció sus bolas con brutalidad, estirando hacia arriba y apretándolas al mismo tiempo.
Pablo soltó un rugido gutural de agonía, que resonó en las paredes.
Eddy soltó las gordas bolas de Pablo, lo agarró por los hombros y lo hizo levantarse para después depositarlo en un mueble y dio un paso atrás.
Pablo jadeaba pesadamente, sentado en el borde del sillón, con las piernas abiertas. Estaba en un universo de dolor desmesurado, y se agarró al borde del reposa brazos para prepararse a lo que continuaba.
Con una sonrisa burlona y un gruñido feroz, Eddy afincó la planta del pie sobre la entrepierna de Pablo con todas sus fuerzas.
¡CRACK!
Los hermosos ojos azules de Pablo se cruzaron dilatándose. Su mandíbula se abrió.
Por un momento, Eddy vio a Pablo completamente inmóvil, tenso y paralizado, y se preguntó si la diversión había terminado y los dos frágiles testículos se habían roto...
Una gota de sudor corría por la frente de Pablo.
—Uhhhhh —fue todo lo que el rubio semental pudo expresar lastimosamente.
Eddy detalló como las venas se marcaron en cuello y frente del muchacho. Se inclinó hacia adelante y agarró el cinturón de Pablo, lo abrió e hizo bajar después el pantalón, le agarró las grandes pelotas, y vaya que eran grandes, se sorprendió. Las examinó... si que eran enormes, aún firmes las dos.
Pablo estaba mirando hacia abajo, su cara reflejaba el dolor impotente. Estaba jadeando pesadamente, gimiendo, sudando.
Eddy lo agarró de la cabeza y lo empujó hacia abajo, haciéndolo caer de rodillas. La cabeza de Pablo estaba al nivel de la entrepierna de Eddy. El pene grande, gordo y carnoso de Eddy se dibujaba erecto en el jeans.
—No te la voy a chupar —negó Pablo y plantó el puño contra las gónadas de Eddy con toda la fuerza que pudo reunir. Las venas comenzaron a aparecer por todo su antebrazo de pura fuerza y no supo en ese momento si fueron sus nudillos o las pelotas de Eddy las que escuchó crujir.
La voz de Eddy se quebró y dejó escapar un grito angustioso y penetrante.
Pablo se incorporó aunque doblado por su dolor de testículos.
Eddy cojeó en dirección a Pablo y envolvió su mano en la entrepierna del rubio mirándolo a la cara.
Pablo lo miró, suplicante, desesperadamente, con los ojos llenándose de lágrimas. Su cara se arrugó, sus cejas se juntaron y sus ojos se cruzaron de nuevo, se mordió el labio inferior mientras sentía la presión sobre sus huevos.
Eddy sonrió a pesar que sus propias bolas palpitaban adoloridas.
El pene de Pablo se endureció hacia arriba como un mástil. Eddy lo miró y supo que era grueso y grande, le dieron ganas de llevar aquel pedazo de anaconda carnosa a su boca.
Pablo colocó sus dedos sobre la mano de Eddy, sus nudillos se volvieron blancos sin poder retirar la presión del usuario de Grindr.
Eddy mantenía el puño cerrado alrededor de las bolas de Pablo, las sintió palpitar, latir y aún así, apretó. Pablo respiraba con dificultad y rápidamente, gruñendo como un animal mientras sus ojos azules se desenfocaban.
Finalmente, Eddy lo soltó. Estaba sonriendo con satisfacción sombría cuando Pablo agarró sus bolas destruidas, su cara estaba roja y sudorosa dejaba resbalar lágrimas. El joven semental dejó escapar un gruñido grave, gutural y ronco y comenzó a hundirse en el suelo.
Con una sonrisa de satisfacción en su rostro, Eddy caminó alrededor de Pablo.
—Bueno —murmuró—, ¿está decidido que no tendremos sexo?
—Auuuuuccchhh —era todo lo que Pablo podía decir aunque negaba con la cabeza con los ojos cerrados.
Eddy se rió.
Pablo lo miró como un cachorro, con la cara húmeda de sudor y lágrimas.
—Está bien, Pablo, tú ganas. Me iré a encerrar en el baño para masturbarme. No pretenderás que lo haga frente a ti —se rió—, es mi intimidad. Y no pretendo compartirte mis bombas de semen.
Pablo dejó escapar un ronco gemido mientras se sobaba las pelotas.
Eddy sonrió y tomó camino al baño. En verdad le hubiera gustado tener sexo con ese guapo rubio, quizás lo tendría a futuro ya que planeaba seguir escribiéndole. Por ahora tenía una erección con su polla, un músculo carnoso largo y grueso que estaba haciendo contacto con su muslo.
Abrió la puerta y le echó seguro.
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