Los huevos del porno (1/4): La tradicion - Las Bolas de Pablo

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26 ene 2019

Los huevos del porno (1/4): La tradicion


CONTIENE:
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   Un puƱetazo impactĆ³ contra el gran bulto en el pantalĆ³n de Douglas.


   El hombre soltĆ³ un grito angustiado mientras el dolor se expandĆ­a a todo su cuerpo.



   —Lo lograste, huevĆ³n —se riĆ³ su amigo CĆ©sar, actor porno como Ć©l—. Lograste la grabaciĆ³n de una pelĆ­cula con Julia River, la porno actriz del momento.



   —Caray, ¡que no me des golpes asĆ­ ni en broma! —se quejĆ³ Douglas doblado y sosteniendo su entrepierna—. Acaso no te has dado cuenta que mis testĆ­culos son muy grandes y frĆ”giles como el vidrio. El mĆ”s mĆ­nimo golpe y quedo como tonto en el piso.



   Arrugando el rostro Douglas se enderezĆ³ por lo que CĆ©sar le dio una dura patada a las gĆ³nadas, causando que rugiera en agonĆ­a.



   Douglas se desplomĆ³ en el suelo.



   —Tus bolas son tan dĆ©biles como tus mĆŗsculos, amigo —dijo CĆ©sar con una sonrisa maliciosa.



   Douglas le lanzĆ³ un insulto mientras se agarraba fuertemente los genitales.



   TomĆ³ un poco de tiempo para que se pudiera recuperar. Cuando lo hizo ambos se dirigieron a la cafeterĆ­a de la porno empresa. Era un sitio pequeƱo y paupĆ©rrimo.



   —Diego, adivina quĆ©.



   Cesar se dirigĆ­a a un muchacho alto y desgarbado que cumplĆ­a los requisitos de cierto grupo fetichista de sexo entre gordas y flacos.



   —Nuestro amigo, Douglas consiguiĆ³ un papel con Julia River.



   Diego abriĆ³ los ojos sorprendido.



   —¡Oooof! —gruĆ±Ć³ Douglas cuando un puƱetazo certero de Diego impactĆ³ con sus pelotas.



   —Lo siento, Douglas —se riĆ³ Diego—. Es lo que acostumbramos cuando alguien firma con una estrella del porno tan importante.



   Los ojos de Douglas estaban abiertos de par en par y hubo un breve momento de silencio. Luego su voz se quebrĆ³ cuando sus ojos se llenaron de lĆ”grimas.



   Complacidos por la reacciĆ³n, CĆ©sar y Diego se rieron.



   —Ustedes son unos hijos de puta —dijo Douglas encorvado buscĆ³ una silla y se sentĆ³ agarrando sus huevas. DespuĆ©s se echĆ³ a reĆ­r.



   —No te molestes, Doug —se riĆ³ Diego ocupando una silla de la mesa—. Es una tradiciĆ³n que tenemos aquĆ­. No lo habĆ­amos hecho antes contigo porque no habĆ­a confianza.



   —Pues su confianza da asco —alegĆ³ Douglas acariciando sus cojones.



   Pasaron un rato tranquilo donde regalaron una bebida a Douglas para eliminar asperezas. Cuando terminaron su compartir se dirigieron al Ć”rea del estacionamiento donde CĆ©sar decidiĆ³ continuar con la broma:



   AgarrĆ³ las bolas de Douglas con ambas manos. Sus dedos se envolvieron alrededor de cada bola y comenzĆ³ a apretar fuerte.



   Douglas reaccionĆ³ con una tos seca.



   Diego se echĆ³ a reĆ­r. Luego se mordiĆ³ el labio inferior, concentrĆ”ndose en la tarea en cuestiĆ³n, hundiendo sus pulgares profundamente en los gĆ¼maros cargados del amigo.



   Douglas jadeĆ³ por aire.



   Diego torciĆ³ sus pulgares.



   La cara de Douglas estaba llena de dolor. Sus gritos agudos se convirtieron en gruƱidos roncos y sus ojos estaban llenos de lĆ”grimas.



   Diego volviĆ³ a torcer sus pulgares, aplastando las bolas entre sus dedos.



   De repente, con un suave gemido los rasgos faciales salvajes de Douglas se relajaron y sus pupilas se cerraron. Iba a caer desmayado al piso cuando Diego lo sujetĆ³ de ambos brazos.



   Hubo un breve momento de silencio hasta que ambos estallaran en carcajadas.



   Entre los dos depositaron al guapo semental en el suelo.



   —Pobre tipo. Sus cojones son su mayor debilidad.



   —¿Has visto lo grandes que son? Creo que nadie en la empresa los tiene asĆ­.



   Diego se inclinĆ³ y abofeteĆ³ a Douglas en la cara.



   —¡Douglas! —dijo—. ¡Hey!



   —EstĆ” fuera de combate —dijo CĆ©sar, levantando su brazo por la muƱeca para dejarlo caer.



   CĆ©sar suspirĆ³ y levantĆ³ la rodilla antes de estrellarla contra las bolas del actor porno, aplastĆ”ndolas contra su pelvis.



   Los ojos de Douglas se abrieron de par en par e inhalaron bruscamente soltando un gemido largo y sibilante.



   —¡Mis huevos!



   Diego y CĆ©sar se rieron.

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