CONTIENE:
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
—¡BastiĆ”n, que buena sorpresa! —exclamĆ³ Marcos ChacĆ³n a travĆ©s del telĆ©fono cuando recibiĆ³ la llamada de su hermano menor—. ¿Hombre, cuĆ”nto tiempo? —el seƱor semental de 58 aƱos caminaba con una grata sonrisa por el pasillo de su casa, vestĆa una franela azul y un saco oscuro, llevaba jeans que marcaban lo que todavĆa era un virtuoso paquete. Se pasĆ³ la mano por el cabello castaƱo y estirĆ³ las extremidades—. SĆ, me emociona mucho recibir tu llamada, que bueno que hayas vuelto al paĆs.
—Por supuesto que sĆ, hermano —decĆa la voz del otro miembro de la familia ChacĆ³n por la linea—. ¿CĆ³mo estĆ” la vida, Marcos, me han dicho que te jubilaste?
—Oh, sĆ. DejĆ© la constructora con tantos aƱos de servicio. A veces la extraƱo, por el momento me dediquĆ© a abrir un local de artĆculos deportivos y ha resultado un Ć©xito.
—Todo un empresario, ¿eh? —se riĆ³ su hermano—. Pero ya antes habĆas montado otra tienda, ¿de ropa, no?
—SĆ. Pero esa es de Yenny, Ć©ste lo administro yo —aclarĆ³ Marcos sentĆ”ndose en el sofĆ” dejando que sus bolas caĆdas se marcarĆ”n en el pantalĆ³n.
—Te felicito hermano, todo un emprendedor, y de hecho por algo parecido te estaba llamando. Tengo en mente un sĆŗper proyecto y quien mĆ”s que tĆŗ para ayudarme. Lo quiero hablar contigo.
—¿Y quĆ© serĆ”?
—No, Marcos, tĆŗ y yo debemos sentarnos y discutirlo. Estoy ejecutando un encuentro familiar: hermanos, sobrinos, quiero tenerlos a todos aquĆ en la granja de la familia.
Marcos se rascĆ³ la cabeza.
—Y en ese encuentro nos reunimos y hablamos.
—EstĆ” bien, hermano —aceptĆ³ Marcos.
—Y conozco a ese otro hijo que tenĆas por fuera, ¡sinvergĆ¼enza!
—Oh —Marcos se riĆ³—, Israel.
En ese momento ingresaba al salĆ³n SimĆ³n que llegaba fuera de casa. Usaba lentes y una camiseta oscura, el pantalĆ³n marrĆ³n indicaba como siempre un agrandado relieve en el Ć”rea genital.
Marcos ChacĆ³n le tendiĆ³ el celular para que saludara al tĆo Bastian mientras saliĆ³ de la sala dejando solo a su hijo.
Cuando SimĆ³n culminĆ³ la llamada telefĆ³nica y su padre supo que no hubo mĆ”s conexiĆ³n hablĆ³ desde su habitaciĆ³n.
—Ya pensaba que no ibas a venir, hijo.
Y recibiĆ³ a SimĆ³n vistiendo Ćŗnicamente un ajustado calzoncillo azul. Para estar al borde de los 60 aƱos el seƱor ChacĆ³n lucĆa un cuerpo perfecto dedicado al deporte por las maƱanas.
—Estoy preparado para demostrarte que el Protex3000 funciona.
—¿EstĆ”s seguro, padre? —preguntĆ³ SimĆ³n lleno de duda.
—SĆ —aclarĆ³ su padre ajustando la taza testicular en su entrepierna—. Estoy a punto.
—EstĆ” bien.
LevantĆ³ la pierna hacia atrĆ”s y lanzĆ³ una dura y muy certera patada a las bolas colgantes de su padre, metiendo sus testĆculos en su cuerpo y aplastando la desgraciada taza.
Un chillido cĆ³mico escapĆ³ de la boca de Marcos.
—¿QuĆ© ocurre, papĆ”, te doliĆ³?
—Creo que el Protex no estaba bien colocado.
SimĆ³n se echĆ³ a reĆr.
—¿De verĆ”s? Me parece que esa respuesta yo la dije antes.
SimĆ³n dibujĆ³ una sonrisa triunfante.
—¡Que no! Deja que la acomode —Macos reajustĆ³ el protector en sus bolas.
La siguiente patada de SimĆ³n dio justo en el blanco. Su zapato chocĆ³ con fuerza contra los balones de su padre. Por lo que Marcos dio un grito agudo. Doblando su guapo rostro por el dolor, sus ojos se cerraron y su boca se abriĆ³ de par en par.
Se desplomĆ³ en el suelo, retorciĆ©ndose y gimiendo de dolor.
—¿Ya te das cuenta de la estafa que te hicieron con ese inĆŗtil protector?
Marcos se balanceaba de un lado a otro, apretando sus jodidas huevas por debajo de la concha, dejando escapar pequeƱos gemidos.
—Eso duele, puta madre.
SimĆ³n se riĆ³ y ayudĆ³ a levantar a su padre que enseguida se quitĆ³ la ropa interior y con ella la taza protectora que arrojĆ³ lleno de furia al suelo, de esa manera podĆa acariciar de mejor forma sus dos grandes toronjas.
Estaban rojas y ligeramente hinchadas, colgando vulnerables entre sus muslos, su polla estaba a media asta.
—Siempre seremos dĆ©biles para los golpes en los huevos, padre.
Con la sonrisa de su padre SimĆ³n nunca se esperĆ³ el puƱetazo que Ć©ste estrellĆ³ contra su ingle, aplastando sus jugosas pelotas en su pelvis.
Los ojos de SimĆ³n se abrieron llenos de lĆ”grimas.
—¿Por quĆ©? —susurrĆ³.
Marcos riĆ³ todavĆa sujetando sus bolas.
—Un pequeƱo regalo de tu progenitor. Para que no vuelvas a decir que somos dĆ©biles de las pelotas.
SimĆ³n echĆ³ un gemido sibilante, doblĆ”ndose, con las cejas levantadas y su boca formando una pequeƱa y linda O.
Hubo un momento de completo silencio padre e hijo se acariciaban sus gĆ¼maros fauleados que empezaban a hincharse.
—¿Te invitĆ³ BastiĆ”n al encuentro familiar que quiere organizar? Tiene un proyecto en mente con la familia.
SimĆ³n afirmĆ³ con la cabeza todavĆa formando una expresiĆ³n dolorosa dn su rostro.
—Pero no puedo ir. Tengo compromisos en el canal esta temporada.
—Que mal —dijo Marcos—. TendrĆ© que preguntar a Israel, Jenny y Pablo para saber cĆ³mo estarĆ”n.
—Pablo estarĆ” de vacaciones en poco tiempo.
Mientras SimĆ³n se recuperaba Marcos se colocĆ³ un calzoncillo sujetĆ³ el Protex3000 en sus manos y determinĆ³ que el dispositivo era una estafa y que no rendĆa en su propĆ³sito.
—Entonces rechazarĆ© el pedido —dijo Marcos ChacĆ³n mientras SimĆ³n se levantaba y se acercaba a Ć©l con la vista fija en el protector.
—¿Ahora si lo vas a desperdiciar, padre? DespuĆ©s que decĆas que yo era un bolas dĆ©biles.
SimĆ³n agarrĆ³ las bolas de Marcos y rodĆ³ sus testĆculos entre sus dedos, palpando sus Ć³rganos.
Un chillido agudo de Marcos indicĆ³ cuĆ”nto le dolĆa.
—Pero al final me alegra que te dieras cuenta de la mala calidad del protector y de las huevas que nos has heredado —dijo SimĆ³n alegremente apretando las delicadas cuerdas espermĆ”ticas con sus fuertes dedos mientras su padre gritaba de dolor.
TorciĆ³ las huevas con toda la fuerza que pudo reunir, logrando un giro de 180 grados que hizo que la voz de su Marcos se quebrara como nunca antes.
SimĆ³n lo soltĆ³ y se echĆ³ a reĆr y Marcos buscĆ³ un sillĆ³n para sentarse y pasar su malestar. Le dolĆan todas las fibras de su cuerpo, sus entraƱas, sus bolas, su polla que se ponĆa dura como roca.
—¿Quieres agua, papĆ”?
Ante una respuesta afirmativa SimĆ³n saliĆ³ de la sala.
Marcos se acurrucĆ³ agarrando sus gĆ³nadas, sĆ que le dolĆan. Su hijo no tardĆ³ en llegar con un vaso de agua que bebiĆ³ temblĆ”ndole la mano.
DespuĆ©s de un instante ambos se echaron a reĆr.
—¡Joder, eso fue divertido! —SimĆ³n se riĆ³ mientras le daba un abrazo a su padre.
Marcos dejĆ³ escapar un lamentable gemido.
—A pesar de los golpes y maltratos estoy feliz de mis cojones, papĆ”, no sabes las millones de veces que me han hecho disfrutar.
Ambos se rieron con absoluta gracia dƔndose un fuerte abrazo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario