Las presas del cazador (2/7): Jairo despierta - Las Bolas de Pablo

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8 abr 2022

Las presas del cazador (2/7): Jairo despierta

Los sonidos distantes se volvieron cada vez mĆ”s audibles. Pero era como si se escucharan bajo el agua. ¿SeguĆ­a nadando en la laguna? Pero todo estaba oscuro. ¿Por quĆ© iba a estar nadando de noche cuando no podĆ­a ver? OyĆ³ lo que creĆ­a que eran olas y pudo sentir su cuerpo luchar contra algo. SĆ­, estaba luchando, pero ¿quĆ© era?

 

Chemo vio que el cuerpo de Jairo se movĆ­a ligeramente, como un hombre retorciĆ©ndose en sueƱos. SabĆ­a que el efecto del tranquilizante estaba desapareciendo y que pronto Jairo estarĆ­a despierto. Chemo sonriĆ³ con anticipaciĆ³n. HabĆ­an pasado casi tres horas desde que capturĆ³ a Jairo junto a las aguas de la laguna. MirĆ³ a Eduardo, atado desnudo junto a otro Ć”rbol. No mostraba signos de recuperaciĆ³n. 

 

«No me sorprende» pensĆ³ Chemo. Se necesitaron dos dardos para sedar al mĆ”s poderoso. EstarĆ­a inconsciente por un largo tiempo.

 

Jairo se estaba volviendo lentamente mĆ”s consciente a medida que la droga se eliminaba de su cuerpo. Pudo sentir vagamente algo Ć”spero contra sus muƱecas y tobillos. PercibiĆ³ un dolor sordo en todo su cuerpo. «¿Por quĆ© me siento de esta manera?». Nadar en la laguna relajaba su cuerpo. A medida que pasaba mĆ”s tiempo, al hombre semiconsciente se le presentaban sensaciones adicionales, cada una menos placentera que la anterior. Lo que comenzĆ³ como un dolor sordo se volviĆ³ mĆ”s intensamente doloroso. A medida que aumentaba el dolor, el ascenso de Jairo a la conciencia se hizo mĆ”s rĆ”pido.

 

Chemo vio que los ojos de Jairo se movĆ­an rĆ”pidamente en sus pĆ”rpados todavĆ­a cerrados. Pronto estarĆ­a despierto. QuerĆ­a ser lo primero que viera el semental cuando abriera los ojos. CaminĆ³ hacia el joven atado y una vez mĆ”s se maravillĆ³ con su cuerpo desnudo. DisfrutarĆ­a su tiempo con este joven. Lo disfrutarĆ­a mĆ”s, sabiendo que Eduardo iba a observarlo.

 

DespuĆ©s de lo que a Jairo le pareciĆ³ una eternidad, sus ojos finalmente se abrieron. Su visiĆ³n era borrosa y estaba totalmente desorientado. Su primer pensamiento fue frotarse los ojos, pero cuando tratĆ³ de hacerlo, sus brazos no se movĆ­an, del mismo modo, sus piernas. Cuando su visiĆ³n se aclarĆ³, la forma de su captor apareciĆ³ a la vista. En un instante, los eventos de mĆ”s temprano en el dĆ­a regresaron al joven.

 

—¡Chemo! —escupiĆ³ Jairo. Sus mĆŗsculos se flexionaron contra sus ataduras. RĆ”pidamente se dio cuenta de que estaba fuertemente atado y no iba a ninguna parte. AĆŗn sintiendo los efectos de la droga, se relajĆ³ exhausto contra el tronco del Ć”rbol. Todo su cuerpo brillaba con el sudor del esfuerzo.

 

—Espero que hayas disfrutado tu siesta, Jairo. PensĆ© que te veĆ­as cansado por haber nadado temprano en la maƱana —se burlĆ³ Chemo—. Ahora que estĆ”s despierto, pensĆ© que nos divertirĆ­amos juntos —se acercĆ³ al joven y le acariciĆ³ la mejilla.

 

—No me toques, bastardo. ¡Eduardo te matarĆ” por esto!

 

—No lo creo. Eduardo estĆ” un poco fuera de escena —respondiĆ³ Chemo alegremente. Se apartĆ³ del camino, revelando al compaƱero inconsciente de Jairo.

 

—¿QuĆ© le pasa a Eduardo? ¿QuĆ© le has hecho? —exclamĆ³ Jairo con miedo en su voz.

 

—Lo mismo que te hice a ti. Eduardo simplemente estĆ” durmiendo los efectos de un dardo tranquilizante. Dos, de hecho. Pero deberĆ­a despertarse pronto. Entonces comenzaremos la fiesta en serio. Sin embargo, tambiĆ©n podrĆ­amos poner las cosas en marcha mientras esperamos.

 

Con eso, Chemo comenzĆ³ a acariciar a Jairo con mĆ”s seriedad. SabĆ­a que no querĆ­a que Jairo se corriera hasta que Eduardo estuviera despierto, pero no habĆ­a ninguna razĆ³n para no llevarlo al lĆ­mite del placer. Chemo tomĆ³ el pene flĆ”cido de Jairo con su mano derecha y comenzĆ³ a acariciarlo; primero lentamente y luego un poco mĆ”s rĆ”pido. SimultĆ”neamente, su brazo izquierdo trazĆ³ cĆ­rculos alrededor de los pezones del jĆ³ven. En poco tiempo, a pesar de los argumentos de Jairo para soltarlo, su pene y pezones estaban erguidos.

 

Jairo hizo todo lo posible por resistirse, pero su cuerpo no pudo evitar responder a las manipulaciones expertas de Chemo. TensĆ³ su cuerpo, flexionando su hermosa musculatura, pero eso solo hizo excitar a Chemo. El lĆ­quido preseminal se acumulaba en la polla rĆ­gida de Jairo y servĆ­a para lubricar el proceso de las caricias del cazador. Jairo se estremeciĆ³ ante las sensaciones que emanaban de su ingle y pecho. PodĆ­a sentir el orgasmo creciendo. Estaba al borde de eyacular.

 

Chemo estallĆ³ en carcajadas y golpeĆ³ con su palma la entrepierna de Jairo, haciendo crujir sus testĆ­culos y provocando un gemido largo y agudo.

 

Chemo le sonriĆ³ y se echĆ³ hacia atrĆ”s, estrellĆ³ una patada en las bolas de Jairo una vez mĆ”s.


 
Jairo aullĆ³ de dolor, su cuerpo convulsionĆ³.

 

Sin dejar de reĆ­r, Chemo pateĆ³ las bolas de Jairo con fuerza, aplastando sus testĆ­culos y provocando un gemido de angustia en el guapo semental de piel morena.

 

Jairo sollozaba y gemĆ­a, gruƱƭa de dolor mientras Chemo pateaba sus testĆ­culos una y otra y otra vez. GritĆ³ y le rogĆ³ que se detuviera, abandonando su personalidad valiente para sentirse patĆ©tico y humillado.

 

Chemo se arrodillĆ³ y golpeĆ³ a puƱos los huevos con todas sus fuerzas una nueva vez.


 Jairo aullĆ³ de dolor.

 

De repente, Chemo se distrajo con los gemidos de Eduardo. Se apartĆ³ del pobre Jairo desplomado contra el Ć”rbol.

 

Chemo se acercĆ³ al otro hombre atado. Una sonrisa cruzĆ³ el rostro del captor. Ni siquiera podĆ­a procesar la forma de planes que tenĆ­a guardados para esos dos hombres viriles. Ambos pronto descubrirĆ­an, la profunda depravaciĆ³n de Chemo.

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