Entrenando al tonto (extra) - Las Bolas de Pablo

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3 abr 2022

Entrenando al tonto (extra)

NOTA: redactĆ© este capitulo, tras una larga charla con FerchoMX, Ć©l es tambiĆ©n redactor del blog y muchas veces me aconseja en las historias. Sin embargo he decidido titular esta publicaciĆ³n como extra y dejar a consideraciĆ³n del lector si este es el autĆ©ntico final. Puedes leerlo y dejar tu comentario al respecto al final del relato.


Alexis Pereira anunciĆ³ a su madre que irĆ­a al departamento de uno de sus compaƱeros de estudios para conocer las actividades de clases anunciadas por los profesores. DespuĆ©s de una pelea escolar el muchacho fue suspendido de las clases hasta que terminara el ciclo de estudios. Que para su suerte era el Ćŗltimo aƱo del bachillerato. El joven rubio se anunciĆ³ en el departamento de su compaƱero de clases pues el vigilante lo dejĆ³ ingresar a la edificaciĆ³n.

 

Desde adentro le respondieron que le abrirĆ­an la puerta, oyĆ³ los pasos que se aproximaban y la llave de la cerradura.

 

Ante Ć©l apareciĆ³ Lisandro. El que popularmente era su abusador en la escuela.

 

Sin embargo un hecho sorprendente ocurriĆ³.

 

El saludo que Lisandro recibiĆ³ fue un fuerte agarrĆ³n en su entrepierna de parte de Alexis. Sus dedos se aferraron al bulto del joven, directamente en sus dos joyas colgantes guardadas en el pantalĆ³n corto que, a primer momento de ver a Alexis se empezĆ³ a inflar.

 

Alexis no tuvo que adivinar por mucho tiempo la posiciĆ³n de las bolas, gracias a la larga vara de erecciĆ³n se perfilaba hacia la derecha superior.

 

Las mejillas de Lisandro se hincharon y dejĆ³ escapar un gemido jadeante, congelĆ”ndose de dolor.

 

—LleguĆ© y para no irme en mucho tiempo —saludĆ³ Alexis. Con eso hizo entrar a Lisandro haciĆ©ndolo retroceder sobre sus pasos.

 

TodavĆ­a sosteniĆ©ndolo sobre sus bolas Alexis penetrĆ³ al departamento y cerrĆ³ la puerta con el talĆ³n del pie.

 

En sus dos meses de suspensiĆ³n estudiantil (compartida con Lisandro), esta era la tercera vez que visitaba su departamento.

 

¿QuĆ© pudo ocurrir entre dos enemigos que se odiaban? ¿Entre un gato que azotaba al ratĆ³n?

 

Ciertamente despuĆ©s de la suspensiĆ³n de ambos la popularidad de Alexis se incrementĆ³ en grado sumo. En la red circulĆ³ su video dando una paliza a Lisandro. Todos comentaban sobre Ć©l. El cascanueces.

 

Cierta tarde recibiĆ³ un mensaje privado de Alexis por Facebook, lo estaba citando en su departamento.

 

«¿Me quieres golpear?» escribiĆ³ Alexis «Porque si es asĆ­ estoy preparado para volverte a partir la madre».

 

«Nada de eso, quiero ofrecerte una disculpa».

 

«Pudrete».

 

«Ven, por favor, quiero que hablemos».

 

«Te voy a reventar toda tu madre si quieres una paliza».

 

Alexis no fue tonto, informĆ³ a un amigo a dĆ³nde irĆ­a (en caso de que le ocurriera algo), y se dirigiĆ³ al departamento de Lisandro.

 

Aquella vez todo fue verdadero. El abusador le pidiĆ³ disculpas por su conducta hostil siempre con Ć©l y le tendiĆ³ la mano.

 

—DespuĆ©s de todo lo que pasĆ³ quiero que seamos amigos. Disculpa si alguna vez te hice sentir mal.

 

—PĆŗdrete —respondiĆ³ Alexis dando una palmada al revĆ©s a la mano de Lisandro.

 

—AdemĆ”s, todo esto lo hacĆ­a para estar mĆ”s cerca de ti.

 

—¿QuĆ© dices? —Alexis doblĆ³ el ceƱo.

 

—QuerĆ­a estar cerca de ti y poder tocarte.

 

—No me jodas, mariquito —Alexis se acomodĆ³ en el sofa.

 

—Aguarda —quiso detenerlo Lisandro—. Cuando te fastidiaba en el colegio, solo era una excusa para estar cerca de ti. Para tocarte y sentirte. Lo he pensado mucho con este encierro. Mis padres siempre estĆ”n trabajando y yo me quedo aquĆ­ meditando.

 

—No me jodas, Lisandro. ¿Me estĆ”s grabando?

 

—No, acĆ” estĆ” mi celular libre —respondiĆ³ Lisandro cogiĆ©ndolo de la mesa y mostrando su pantalla libre—. ¿Has visto los videos de nuestra pelea? —buscĆ³ uno y comenzĆ³ a reproducirlo—. ¿Viste esta forma en la que me aprietas las bolas cuando te ahorco?

 

—SĆ­ —Alexis sintiĆ³ que de verlo y recordarlo la polla se le crispaba, y asĆ­ era, en menos de lo que pensĆ³ tenĆ­a una erecciĆ³n en el mueble de Lisandro.

 

—A mĆ­ me gustĆ³ —confesĆ³ su ahora nuevo amigo—. Me gustĆ³ que me dominaras. Es como tĆŗ tan debilucho consiguieras vencerme, siendo yo mĆ”s fuerte que tĆŗ. ¿Quieres que lo intentemos en mi departamento? —separĆ³ sus piernas dejando a merced su gran bulto—. ¿Me apretarĆ­as las bolas? Me excita la idea de que otro hombre me domine, especialmente alguien como tĆŗ.

 

Desde entonces ambos se reĆŗnen. Alexis agarra las huevas del pobre Lisandro, tal y como sucedĆ­a esa tarde.

 

En la Ćŗltima ocasiĆ³n se masturbaron juntos despuĆ©s de una excitante sesiĆ³n ballbusting, el pecho de Lisandro quedĆ³ todo empegostado de su semen, mientras que el de Alexis consiguiĆ³ volar por los aires y llegĆ³ al suelo.

 

En la actualidad, apretado de las bolas, Lisandro estaba sin aliento. Alexis lo soltĆ³ de los testĆ­culos, permitiĆ©ndole doblarse y agarrarse la entrepierna, gimiendo de dolor.

 

—Aparta las manos de tus pequeƱas bolas —ordenĆ³ Alexis con una mueca burlona en el rostro.

 

Lisandro lo mirĆ³ y obedeciĆ³. Claramente tenĆ­a un erecciĆ³n por la calidad tan abultada en su pantalĆ³n corto. Alexis levantĆ³ la rodilla y apuntĆ³ la planta del pie contra la hombrĆ­a de Lisandro. Sus ojos se abrieron y al instante se cruzaron cuando el dolor se extendiĆ³ por su cuerpo.

 

Cuando Alexis apartĆ³ la pierna, Lisandro se hizo un ovillo, gimiendo de dolor agarrĆ”ndose los huevos revueltos.

 

Alexis se inclinĆ³ sobre Ć©l poniendo una mano sobre el pecho de Lisandro y empujĆ”ndolo contra el respaldo del sofĆ”.

 

—¿TenĆ­as mucho tiempo esperĆ”ndome?

 

—S… sĆ­.

 

—¿SĆ­? ¿Quiere decir que esperas una disculpa de mi parte?

 

Lisandro lo mirĆ³ sin saber que decir. Dentro de su calzoncillo su polla se baƱaba en presemen. Le gustaba tanto que un chico con cara de idiota como Alexis lo dominara. TodavĆ­a no sabĆ­a si era gay, estuvo con muchas y buenas chicas con las que disfrutĆ³, pero era un placer enfermo que alguien como Alexis le dominara por su hombrĆ­a.

 

—¿Quieres que me disculpe por mi retraso?

 

MirƔndolo a los ojos, Alexis fue apuntando su rodilla a la bolsa de huevos de Lisandro, dejando caer sobre ellos todo el peso de su cuerpo.

 

Lisandro aullĆ³ de dolor, intentando apartar, con desespero, el muslo sobre sus joyas viriles.

 

Sin dejar de reĆ­r, Alexis apartĆ³ su rĆ³tula, viendo como Lisandro con la respiraciĆ³n agitada se acostaba de lleno en el sofa cubriendo con sus manos sus debilitadas pelotas.

 

El dolor de sus testĆ­culos lo estaba matando. GemĆ­a lleno de dolor.

 

Alexis se llevĆ³ la mano a su entrepierna. TambiĆ©n tenĆ­a el pene glorioso en una erecciĆ³n. Se sentĆ­a feliz de dominar a su bravucĆ³n de la escuela. Era un alivio para Ć©l quĆ© despuĆ©s de tantos malos ratos que le hizo pasar, ahora Ć©l tenĆ­a el control, y mĆ”s allĆ” de los lĆ­mites. Alexis dejĆ³ caer su pantalĆ³n sobre sus tobillos. Su polla estaba erecta, no era de gran tamaƱo, pero tenĆ­a los centĆ­metros suficientes para complacer cualquier orificio.

 

Alexis comenzĆ³ a jadear al masturbarse sobre Lisandro.

 

El ex bravucĆ³n lo mirĆ³ y cerrĆ³ los ojos esperando que la lluvia blanca y caliente cayera sobre Ć©l, no le importaba. Era el resultado de la dominancia del mĆ”s tonto sobre el fuerte.

 

Alexis sonriĆ³ al sentir un clĆ”sico cosquilleo en la punta de su pene.

 

En cuestiĆ³n de segundos, la polla palpitante de Alexis estaba llena de venas. Y parecĆ­a que al mĆ”s mĆ­nimo contacto iba a explotar en fugas de lava blanca.

 

Sintiendo el climax, Alexis manipulĆ³ su polla rĆ”pidamente.

 

Fue asĆ­ como un generoso lote de semen fue a parar contra el cabello, rostro y ropa de Lisandro. Su pasta masculina era completamente sĆ³lida y blanca, ademĆ”s de caliente. Fueron como siete escupitajos de leche que cayeron sobre el acongojado Lisandro que los recibiĆ³ en su cuerpo sin hacer nada, solo cubrĆ­a con sus manos las nueces entre sus piernas.

 

Alexis exhausto se dejĆ³ caer de rodillas ante el sofĆ”, respiraba agitadamente y sonreĆ­a. ObservĆ³ a Lisandro que estaba con cara de dolor amansando sus testĆ­culos y se riĆ³ de observar como un charco de su leche reposaba sobre su mejilla.

 

—¿EstĆ”s bien? —preguntĆ³.

 

—SĆ­ —respondiĆ³ Lisandro—, pero… me duelen las bolas.

 

A Alexis le brillaron los ojos y automĆ”ticamente se echĆ³ a reĆ­r.

3 comentarios:

  1. Otra temporadaaaa

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    1. Muchas gracias, no lo tenĆ­a contemplado.Pero gracias a ti, puede suceder en el futuro

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  2. Gracias, serƭa buena historia ��

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