Emilio Acero (4/4): Conociendo a un hombre valiente - Las Bolas de Pablo

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28 nov 2022

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Emilio Acero (4/4): Conociendo a un hombre valiente

CAUHV


Transcurrió una semana desde el Ćŗltimo encuentro entre Emilio y Daniel, finalmente el director de marketing sentĆ­a mucha tranquilidad. Le dolĆ­a en el alma no poder compartir su vida junto a Emilio, pero sabĆ­a que era lo mejor. Sin embargo, las Ćŗltimas palabras de Emilio antes de despedirse aquel dĆ­a siempre se repetĆ­an en su mente. Luchar junto a Ć©l. Quiso comunicarse con Acero y aceptar, pero no, Ć©l no era un hombre malo o un asesino.

 

Sin embargo a pocas horas de emprender un viaje que planificó hacia la playa, alguien tocó a la puerta de Daniel, cuando acudió a abrir se encontró con dos individuos bien vestidos, presentĆ”ndose como policĆ­as.

 

A los oficiales Orellana y Hamilton se les habĆ­a asignado investigar el asesinato de dos de sus compaƱeros de la mano de Emilio Acero y con la orden de conseguirlo vivo o muerto. Hamilton y Orellana hacĆ­an un buen equipo. Hamilton era hĆ”bil para interpretar todas las seƱales sutiles de un hombre que mentĆ­a, y se centraba en leer al sospechoso mientras Orellana ocupaba el centro de una entrevista con su tamaƱo intimidatorio y sus maneras rudas. Les habĆ­a llevado mĆ”s de un mes de intensa investigación, pero finalmente habĆ­an conseguido rastrear la ubicación de Emilio la noche anterior a la muerte de los dos policĆ­as en un pequeƱo bar de mala muerte, justo al lado de la habitación de aquel hotel. Cuando habĆ­an entrevistado al camarero, Ć©ste habĆ­a dicho que un hombre, Daniel Romero, habĆ­a salido del bar con alguien que coincidĆ­a con la descripción de Emilio Acero.

 

—SeƱor Romero, le vieron salir del bar Belum hace cinco semanas en compaƱƭa de este hombre. ĀæPuede decirme quiĆ©n es y cómo encontrarlo? —el oficial Orellana le mostró una foto de Emilio Acero.

 

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Desde el acontecimiento del hotel, Daniel se preparó para ese dĆ­a, una posible entrevista policial y ya que estaba en ella no sabĆ­a si su preparación tendrĆ­a efecto. Puso cara de desconcierto. Todo un experto en marketing debe saber como manipular a la gente.

 

Se rĆ­o con incredulidad. 

 

—Maldita sea. SabĆ­a que liarse con hombres al azar en un bar de mierda no es una gran idea, pero creo que es la primera vez que acabo con la intervención de la policĆ­a ā€”se hizo el avergonzado y sonrió tĆ­midamente a los oficiales—. SĆ© que el tipo se llama Emilio. Le gustó mucho oĆ­rme decir su nombre… Mierda. Me gustarĆ­a poder ayudarles, caballeros, pero despuĆ©s de nuestra… escapada, volvĆ­ a casa.

 

El agente Orellana miró a Hamilton. Su colega levantó la mano y se rascó la nariz. No recibĆ­a esa seƱal muy a menudo. Significaba que Hamilton no estaba seguro de si Romero estaba siendo sincero con ellos o no. Por lo tanto era el momento de sacar la artillerĆ­a pesada. Los altos cargos querĆ­an a Emilio, y se esperaba que Ć©l y Hamilton produjeran resultados.

 

Orellana continuó: 

 

—SeƱor Romero, las inclinaciones de Emilio son bien conocidas por nosotros —le miró con una ligera expresión de disgusto—. Para ser sincero, cualquier pequeƱo juego enfermizo que te guste jugar con criminales para excitarte no es asunto mĆ­o. Atrapar a Emilio sĆ­ es asunto mĆ­o. Vayamos al grano. Encontramos dos policĆ­as muertos en su habitación de hotel al dĆ­a siguiente de que te vieran salir del bar con Ć©l. Si nos ayudas a atrapar al bastardo, olvidaremos ese interesante detalle, el de que te fuiste del bar con Ć©l. Si no nos ayudas a atrapar al cabrón, te encontrarĆ”s entre rejas en la cĆ”rcel como cómplice de asesinato, y no hablo del tipo de cĆ”rcel para cuello blanco, sino de una donde los tipos como tĆŗ acaban con el culo abierto. ĀæPor quĆ© no te tomas un tiempo para considerar tus opciones? Estaremos en contacto. Buen dĆ­a, seƱor Romero —Orellana se dio la vuelta para irse seguido por Hamilton. MĆ”s tarde obtendrĆ­a la evaluación de Hamilton sobre Romero. Era una posibilidad remota, podĆ­a ser que Daniel no tuviera ninguna forma de ayudarles a atrapar a Emilio. Por supuesto, si todo salĆ­a mal y Daniel realmente no tenĆ­a forma de contactar con Emilio, todo ese asunto podrĆ­a costarles a Ć©l y a Hamilton sus carreras.

 

—Es hora de hacer sudar a Daniel —comentó Orellana, le importaba una mierda si Daniel era inocente o no, o si podĆ­a ayudarles. El maldito habĆ­a tenido algĆŗn contacto enfermizo con Emilio, y eso era suficiente para ponerlo en la lista negra.

 

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En el interior de su residencia y preocupado por la situación, Daniel buscó el telĆ©fono desechable que habĆ­a comprado con dinero en efectivo y que activó en un lugar a una hora de distancia de su estado. Era un dispositivo sin conexión hacia Ć©l, nunca lo habĆ­a encendido. El telĆ©fono y la baterĆ­a se mantenĆ­an separados, pensaba que era paranoia, pero le estaba funcionando. Lo guardó en su equipaje y salió de casa en su automóvil.

 

Condujo a una casa que habĆ­a alquilado en la playa. Instalado en la cómoda instancia de descanso, utilizó el celular para marcar al Ćŗnico contacto almacenado, simplemente anotado como "E". Una voz conocida le respondió y Ć©l saludó luego de sonreĆ­r.

 

—Hola, Emilio Acero.

 

—Daniel, Āæcómo estĆ”s, hombre?

 

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—Estoy bien. Solo paso un fin de semana fuera de casa para despejar mi cabeza. Voy a tomar un buen baƱo en el mar en un rato —informó esperando que su interlocutor lo imaginase semidesnudo dentro del agua—, pero te he llamado porque tengo un problema. A casa fueron un par de trajeados preguntando por lo que ha pasado. Les dije que habĆ­amos follado y luego me fui. Creo que sus nombres eran Orellana y Hamilton… Un par de imbĆ©ciles con demasiada testosterona. ĀæQuĆ© debo hacer? Apenas estoy empezando a sentirme de nuevo yo mismo, gracias a ti, y ahora esto —dio un suspiro.

 

—EstĆ”n tratando de asustarte, Daniel. Son muy buenos adivinadores, pero no tienen nada concreto sobre ti. Pero —tambiĆ©n emitió un suspiro—... Daniel, estos tipos son de la Agencia Central de Inteligencia, ya he tenido encontronazos con ellos. La Agencia Central de Inteligencia no sigue el libro de reglas, y no les importa el debido proceso. Y, bueno, Orellana y yo tenemos un poco de pasado. Resulta que tiene opiniones extremas sobre los hombres que disfrutan de la compaƱƭa de otros hombres. Es una de las razones por las que me odia, y apuesto a que sus sentimientos te incluyen a ti tambiĆ©n. Eso significa que estĆ”s en serio peligro. Si no les dices lo que quieren oĆ­r, te harĆ”n desaparecer. Entonces intentarĆ”n…… persuadirte para que les ayudes. Sus mĆ©todos de persuasión no son agradables……… Daniel, ya te dije una vez lo valiente y cabrón que eres, y me lo acabas de volver a demostrar. Muy bien, ahora, vamos a discutir las opciones. Pero antes, quiero darte un momento para que asimiles lo que te he dicho. Estos hombres son peligrosos, te la tienen jurada y son capaces de hacerte desaparecer del radar, donde no hay abogados, dinero o amigos que puedan ayudarte. Pero te juro, Daniel, que no voy a dejar que esos hijos de puta te toquen un pelo.

 

—Eso es lo que me gusta oĆ­r, grandullón —respondió Daniel sintiendo como su guapo villano querĆ­a defenderlo, deseaba poder sacarlo del telĆ©fono y besarlo—. Entonces, ĀæquĆ© puedo hacer? ĀæQuĆ© podemos hacer? Sólo quiero que esta mierda se acabe. ĀæDeberĆ­a huir? ĀæDesaparecer en algĆŗn lugar con nueva identidad? Suena novelesco, ja, ja, ja.

 

—Daniel… —Emilio adoptó un tono serio—. Para ser sincero, esa es la mejor manera de mantenerte a salvo. Tengo el dinero para que esa opción sea una posibilidad. Hay otras manera que podrĆ­amos considerar, pero va a ser extremadamente difĆ­cil que la ACI te quite los ojos de encima a largo plazo. Decidas lo que decidas finalmente, te ayudaré……… Daniel, hay una forma segura de acabar con todo esto, una forma de asegurarnos de que esos cabrones de la ACI no te vuelvan a joder nunca mĆ”s —respiró profundamente—. PodrĆ­a entregarme. Lo harĆ­a, por ti. PodrĆ­a darle a la ACI lo que estĆ” buscando. Di la palabra, y estĆ” hecho —¿por quĆ© lo dijo? Pensó, ĀæPor quĆ© le importaba tanto Daniel? ĀæPor quĆ© estaba dispuesto a recibir una bala en el crĆ”neo por Ć©l?

 

—Absolutamente no. Ni siquiera considerarĆ© la idea de que te entregues…… Emilio, Āæpor quĆ© estĆ”s dispuesto a sacrificarte por mĆ­? No nos conocemos desde hace unas semanas y apenas nos tratamos. No voy a negar que siento algo por ti. Algo nos pasó aquella noche que nos conocimos. Pero, ĀæestĆ”s realmente seguro de que merece la pena renunciar a tu vida por mĆ­?

 

—Daniel, soy un luchador, un guerrero. Es lo que soy. ĀæPero quĆ© es un luchador sin algo por lo que luchar? Al principio, como mercenario, luchĆ© por el desafĆ­o, luchĆ© para mejorar, para esforzarme mĆ”s. LuchĆ© contra los mejores, las fuerzas especiales, la ACI, las fuerzas del orden. Pero… en los Ćŗltimos aƱos, el entusiasmo, el desafĆ­o se desvaneció. Ya no era suficiente. Entonces te conocí……… Daniel, me mostraste algo que nunca habĆ­a experimentado antes. Estar contigo me abrió los ojos a una forma totalmente nueva de ver el mundo. Lo que compartimos……… por lo que vale la pena luchar, incluso morir. Lo sĆ©, en lo mĆ”s profundo de mis entraƱas. No tengo miedo a la muerte, en cada misión que emprendo acepto que puede ser la Ćŗltima…………. No importa si estamos juntos, o separados. Con saber que estĆ”s a salvo es suficiente —de pronto se echó a reĆ­r—. Ā”Carajo! Eso probablemente suene a locura, Daniel. Pero es cierto. Estoy en un negocio peligroso, Daniel, soy un hombre peligroso que se arriesga a morir a diario. ĀæPor quĆ© no arriesgarse por algo que valga la pena? ĀæPor quĆ© no arriesgarme por alguien que cambió mi forma de ver el mundo? Y no estĆ” de mĆ”s que tengas un culo delicioso y lo haga por ti.

 

—Ja, ja, ja. Tu culo tambiĆ©n estĆ” muy bien……… Emilio… No quiero huir. No quiero dejar atrĆ”s toda mi vida. Pero no voy a dejar que te entregues. ParecerĆ­a muy sospechoso que los dos murieran despuĆ©s de hablar conmigo. ĀæAlguno de ellos tiene hijos que puedas secuestrar? ĀæNegociar su liberación a cambio de que me dejen en paz y te dejen escapar? Ā”No! No hagas eso. Estaba bromeando… Emilio, eres el malvado villano de una oscura organización. ĀæSe te ocurre algo Ćŗtil?

 

—Hmmmmmm……… No estĆ”s pidiendo mucho, Āæverdad? Ja, ja, ja. Supongo que los ejecutivos de alto nivel como tĆŗ estĆ”n acostumbrados a conseguir lo que quieren. ĀæQuiĆ©n soy yo para decir que no? Te tienen el ojo puesto y no te dejarĆ”n en paz… al menos que mueras… y yo… te mataré… El plan consiste en que tĆŗ fueras con los agentes de la ACI a un lugar donde te citarĆ©. Yo prepararĆ­a el sitio de encuentro con mucha antelación, ingresarĆ”s al lugar y te esconderĆ”s en un sitio estratĆ©gico. Ya luego harĆ© estallar el lugar con explosivos previamente colocados. Ya sĆ© que edificio puede ser, hay una conveniente escotilla de escape que te permitirĆ” escapar del edificio sin ser detectado, y me asegurarĆ© de plantar un cuerpo del tamaƱo y la forma adecuados para que sea como tĆŗ. Si funciona, te creerĆ”n muerto y serĆ”s libre.

 

—Emilio… Esa idea es absurda.

 

—El plan tiene unas vacilaciones que necesito mejorar. Sólo unos dĆ­as. ĀæPuedes esperar un tiempo?

 

—EstĆ” bien. Puedo esperar unos dĆ­as. Estoy lejos de casa. Me estoy regalando un fin de semana. Decidido a relajarme un poco a pesar de esa mierda. Eso ya nos da un par de dĆ­as. Si llaman, les dirĆ© que no sĆ© mucho, pero que quiero ayudarles y que puedo quedar con ellos el martes por la maƱana. Llego a la reunión, claramente conmocionado. Les digo que anoche se pusieron en contacto conmigo a Ćŗltima hora. El pervertido enfermo quiere reunirse conmigo para volver a hacer de las suyas. Esas palabras deberĆ­an gustarles. Les explico que accedĆ­ a la reunión para que puedan seguirte y detenerte. Sólo tengo que saber quĆ© dĆ­a debe ser.

 

—”Excelente Daniel, eres demasiado bueno en esto! TendrĆ© todos los detalles listos para el martes por la maƱana, no temas.

 

—Gracias, Emilio. Por todo. 

 

Al finalizar la llamada Daniel se sintió ansioso. Hacerse pasar por muerto, esconderse en un edificio que iba a estallar.

 

Los siguientes días Emilio los pasó ocupado. La perspectiva de libertad para Daniel lo inspiraron a nuevas alturas de creatividad. Se reunió con algunos socios para conseguir un conjunto de explosivos para colocarlos en el edificio donde supuestamente iba a reunirse con él.

 

Estuvo cuidadosamente la maƱana del lunes cableando el edificio con los C4, tomando precauciones adicionales para asegurarse de que no serĆ­a detectado por los oficiales de la ACI cuando barriesen el lugar. Seguramente lo harĆ­an despuĆ©s de enterarse de que el sitio iba a ser el punto de reunión. DĆ­as previos se las ingenió para asaltar la morgue y encontrar el cuerpo de un hombre lo suficientemente parecido a Daniel.

 

Guardó el cuerpo en el edificio, ocultĆ”ndolo con cuidado. La clave de todo era moverse rĆ”pido, no dar tiempo a la ACI a revisar el edificio, no darles tiempo a cablear el edificio con equipos de vigilancia. Lo mejor era que Daniel informase por la maƱana a las autoridades que se iba a reunir con Ć©l a pocas horas de la tarde para que asĆ­ realizaran unas inspección artificial de la edificación.

 

Todo estaba en su sitio. Marcó al número privado de Daniel esperando que contestase su llamada.

 

—Hola, guapo —fue la respuesta que recibió del jóven—. Espero que las cosas hayan ido bien por tu parte porque por la mĆ­a van bastante excelente. Los policĆ­as me llamaron como era de esperar. ParecĆ­an enfadados porque no estaba en casa, pero se alegraron cuando les contestĆ© el telĆ©fono. AcordĆ© reunirme con ellos el martes por la maƱana. AsĆ­ que, si todo va bien por tu parte, mi plan es ir maƱana por la maƱana, decirles que me has llamado para que me reĆŗna contigo de nuevo. 

 

—Todo estĆ” listo y dispuesto, he preparado el edificio. Fijemos la reunión para maƱana a las dos de la tarde, asĆ­ no tendrĆ”n tiempo de explorar el edificio. No es que vayan a encontrar mis pequeƱas sorpresas si lo intentan, pero mĆ”s vale prevenir que lamentar……… Una vez dije que eras un bastardo valiente y de grandes proporciones. Definitivamente no has hecho nada que me haga pensar que mi valoración inicial era errónea. De acuerdo, este deberĆ­a ser nuestro Ćŗltimo contacto, a no ser que algo se tuerza, nos veremos en el otro lado……… Daniel… ten cuidado. Estos bastardos son peligrosos. Yo… te… sabes lo mucho que significas para mĆ­.

 

—Pase lo que pase… estoy contigo.

 

Emilio tragó saliva, luego le dio la dirección del edificio que habĆ­a preparado para el gran fuga, y despuĆ©s colgó. Al mirar su mano, la habitual calma y frĆ­a objetividad que lo caracterizaba tambaleó un poco. Estaba nervioso.

 

Al dĆ­a siguiente por la maƱana los oficiales Orellana y Hamilton esperaban a Daniel en el lugar de encuentro. Los dos estaban hablando, cuando Orellana dijo con desprecio:

 

—SabĆ­a que ese pedazo de mierda, que habla con suavidad, se derrumbarĆ­a una vez que le apretĆ”ramos las bolas. Los pervertidos como Ć©l son todos iguales, se hacen los duros y hablan con valentĆ­a, pero cuando los rodeas no pueden soportar la rudeza. Nos llevarĆ” directo a Acero y finalmente tendremos a ese bastardo. Tal vez podamos organizar un pequeƱo accidente cuando lo arrestemos… los de arriba estarĆ”n igual de contentos con un cadĆ”ver. 

 

Hamilton afirmó, con los ojos entrecerrados, el silencioso y taciturno agente tenĆ­a tantas ganas de meter a ese pedazo de mierda de Acero tras las rejas o a un fĆ©retro. Ninguno de los dos agentes se dieron cuenta que tras la puerta Daniel los habĆ­a escuchado.

 

GuardĆ”ndose la ira que sintió, el joven tocó, entró y tomó asiento. Evitó el contacto visual, tratando de sentirse pequeƱo y avergonzado. 

 

—Me ha llamado —dijo despuĆ©s de aclararse la garganta—. Quiere que me reĆŗna con Ć©l. Adoptó un tono amenazador cuando le dije que la policĆ­a me estaba investigando.

 

—SeƱor Romero, ha hecho lo correcto. Es un criminal peligroso, retorcido, enfermo y una amenaza para todo hombre, mujer y niƱo con el que entra en contacto. Pero no tiene nada de quĆ© preocuparse, Hamilton y yo nos aseguraremos de que no pueda amenazarle mĆ”s. Todo lo que tiene que hacer es decirnos dónde y cuĆ”ndo quiere reunirse contigo. TĆŗ vas a tu reunión como estĆ” previsto, te aseguras de que no sospeche nada, y Hamilton y yo nos encargaremos de que no vuelva a molestar a… nadie. ĀæPuedes hacer eso por nosotros?

 

Daniel afirmó con la cabeza. Con la voz temblorosa habló sobre el lugar y la hora donde se iba a reunir con Emilio Acero, haciendo énfasis en que si no se presentaba le iba a ir muy mal.

 

—Fue una amenaza —dijo al concluir.

 

Orellana miro a Hamilton, este frunció el ceƱo y se rascó la cara. Era su seƱal de que parecĆ­a decir la verdad. 

 

—¿Esta tarde? —preguntó Orellana nervioso—. ĀæEstĆ” seguros? ĀæPor quĆ© no nos lo has dicho antes? —dio un golpe en la mesa, como muestra de enfado—. ”””Mierda!!! Eso no nos da tiempo a barrer el edificio. ĀæPor quĆ© demonios quiere reunirse en ese viejo almacĆ©n? No me lo digas. Probablemente piensa que es… excelente… o algĆŗn tipo de mierda retorcida como esa para golpearte y follarte en un almacĆ©n abandonado. Eso encaja en su modus operandi —miro a Hamilton y afirmó—. Si vamos, tendremos unas horas para prepararlo todo para la captura, te vamos a indicar lo que tienes que hacer exactamente. ĀæEstĆ”s seguro de que ha dicho que estarĆ” allĆ­ cuando llegues? Eso significa que va a llegar temprano. CARAJO. ĀæQuĆ© tan temprano? Vamos, Daniel, no tenemos tiempo que perder. Vas a venir con nosotros, ahora.

 

—SĆ­, seƱor —afirmó Daniel saliendo con los oficiales. Que el plan se viniera abajo le estaba provocando autĆ©ntico miedo. 

 

Cuando llegaron al edificio obedeció a todas las indicaciones dichas por los policías.


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En horas de la tarde
Orellana y Hamilton llegaron puntuales al lugar, un almacĆ©n abandonado en las afueras de la ciudad. Emilio los observo desde la distancia, oculto con unos prismĆ”ticos, a 800 metros. Usaba su habitual ropa negra.

 

Ā«Bien hecho, DanielĀ» pensó, sonriendo. Ā«Es hora de atacar, antes de que tengan tiempo de prepararseĀ» guardó los prismĆ”ticos y se subió a una moto poniĆ©ndola en marcha. Ā«Es hora del espectĆ”culoĀ». 

 

Daniel abrió la puerta del almacén, sintiendo que sus nervios se agudizaban para el gran espectÔculo. Bajó rÔpidamente hasta una trampilla en el suelo, y la abrió de un tirón, descendió las escaleras hasta el pasillo subterrÔneo que conducía a un almacén contiguo.

 

En otro lado de la ciudad Emilio Acero hacĆ­a el conteo a cero.

 

5… 4… 3… 2… 1…

 

KABOOOOOOOMMMMMMMMMMM

 

El C4 estalló en respuesta al detonador manipulado por Emilio. Todo el edificio se derrumbó en forma de gotas de hormigón, lĆ”minas de metal, madera y llamas. Orellana y Hamilton quedaron aturdidos. La onda expansiva se extendió por toda la zona ensordeciendo a todo el mundo, rompiendo ventanas a cientos de metros en todas las direcciones, la fuerza hizo que todos cayeran de espaldas.

 

Cuando toda la confusión y el shock pasó Orellana utilizó el telĆ©fono, para hablar con su superior. 

 

—SĆ­, seƱor… no, seƱor…… SĆ­, necesito un equipo forense aquĆ­ lo antes posible… ĀæMaƱana?… Bueno, si usted lo dice, seƱor… ĀæEstĆ” muerto? SĆ­, es imposible que haya alguien vivo ahĆ­ dentro. No hubo tiempo para que Daniel saliera del edificio antes de la detonación… SĆ­, mantendrĆ© alejados a la policĆ­a y a los bomberos hasta que llegue el equipo forense, si pudiera llamar al jefe de policĆ­a y ponerlo en marcha... SĆ­, gracias, seƱor… ĀæQuĆ© es lo que pienso? Creo que Emilio Acero prefirió matar a Daniel antes de que abriera la boca ā€”colgó. A los pocos minutos subió a su vehĆ­culo y se marchó con su colega.

 

Luego de varios minutos Daniel despertó. Habían trozos de pavimento y hormigón a su alrededor. El viejo túnel no pudo soportar el impacto del C4 al explotar. La luz del día estaba por encima de su cabeza, con un agujero en el pavimento, otros trozos de asfalto y tierra lo estaban medio enterrando. Hizo un esfuerzo, intentando mover la viga de madera, pero casi se desmayaba de dolor. Miró hacia abajo y se dio cuenta de que tenía el brazo roto. Al menos, su brazo izquierdo estaba bien, pero no podía mover la viga con una sola mano. Respiró profundamente y comprobó que su cuerpo estaba bien. La suerte no lo había abandonado del todo. No tenía nada mÔs roto, sólo un fuerte golpe. ¿Qué iba a hacer? En cualquier momento el lugar se iba a llenar de policías, camiones de bomberos y de la ACI. Entre los escombros revisó su bolsillo, extrayendo su teléfono con número desconocido.

 

—Emilio… No creo que tengamos mucho tiempo. Si las autoridades me encuentran aquí… El tĆŗnel que estaba usando para escapar se derrumbó, y estoy atrapado. Necesito tu ayuda.

 

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—Estoy en camino. Eso sĆ­, no te mueras…

 

Emilio salió de su escondite intentando desesperadamente no ser visto. Tomó el camino mÔs largo y llegó a los restos diezmados del almacén en el lado opuesto. A través de los restos, puedo ver a los agentes de la ACI hablando con un policía. Al parecer, su jefe no fue lo suficientemente rÔpido para evitar que las autoridades interfirieran.

 

Se mantuvo agachado para que no lo vieran y escudriñó el pavimento circundante. Agujeros… agujeros… tenĆ­a que encontrar un agujero. Sin perder de vista a los agentes y a la policĆ­a, exploró la zona en busca del agujero en el pavimento. Lo encontró cuando casi caĆ­a por Ć©l.

 

—¿Daniel?

 

—Emilio… Ā”Mierda! Nunca me habĆ­a alegrado tanto de ver tu fea cara.

 

Lo encontró medio enterrado entre los escombros, golpeado, raspado y sangrando, su brazo derecho estaba roto.

 

—Tenemos que salir de aquĆ­. JurarĆ­a que he oĆ­do voces hace un rato. ĀæCrees que puedes hacerlo? AyudarĆ­a... pero... Mi situación actual no me deja.

 

—DĆ©jamelo a mĆ­, idiota ā€”dijo Emilio con una sonrisa. Con su fuerza apartó la viga sobre Daniel. Una vez libre, lo cogió del brazo bueno y lo ayudó a salir del agujero. Caminaron unos cuantos pasos hasta conducirse a un edificio abandonado.

 

—TendrĆ”s que esperarme aquĆ­ mientras busco mi moto ā€”dijo Emilio—. Te llevarĆ© con un mĆ©dico de confianza. Recuerda que no puedes ir al hospital porque estĆ”s muerto —sonrió—. Ya me he encargado de que te fabriquen una identidad falsa. Deja que las cosas se calmen, que la ACI complete su investigación. QuizĆ”s vuelvas a casa en un tiempo.

 

Daniel afirmó tenĆ­a suficiente dinero guardado. Emilio lo abrazó con suficiente cuidado de no maltratar su brazo roto. 

 

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—PasarĆ”s unas cómodas vacaciones en un gĆ©lido paĆ­s de Europa ā€”indicó Emilio—. No te muevas de aquĆ­ mientras busco la moto... o... mejor asalto un coche, no puedes ir asĆ­ en moto. VolverĆ© en media hora como mĆ”ximo.

 

No fue mucho el tiempo que Daniel esperó. Un automóvil se estacionó frente a la edificación y Daniel caminó allĆ­ a paso rĆ”pido. Iba a tener una nueva vida, pero bajo la protección de Emilio Acero.

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