Guerreros (2/5): El inicio de Miguel Salcedo

Fernando

—Estoy a tus órdenes, esperando por ti —me dijo Fernando, el luchador que escogí para que se enfrente a Miguel Salcedo. Lo encontré entrenando en el cuadrilátero y quise que midiera su fuerza con el novato.

 

—Desde ya —le respondo.

 

—Ese muchacho se ve engreído, está en forma, pero se ve que no sabe nada de pelea —comenta Fernando.

 

—Menos charla y más acción.

 

—Está bien, patrón.

 

Fernando afirma con la cabeza y sube al cuadrilátero, allí está Miguel Salcedo, saltando sobre sus pies, tratando de parecer intimidante y lanzando golpes al aire, pese a todo su actitud es descuidada. Me gusta su conducta hasta ahora, veamos qué pasa cuando sienta dolor de verdad. Cuando los dos sementales están frente a frente, grito:

 

—¡Quiero ver una pelea justa, muchachos!

 

Fernando afirma con la cabeza y Miguel responde con un fuerte.

 

—¡Así será, patrón!

 

Sin embargo en realidad lo que me gustaría presenciar es una pelea sucia. De solo imaginarlo hace que me pase la lengua por los labios.

 

El combate inicia con Miguel acercándose a Fernando con una ráfaga de rápidos golpes que fueron fáciles de bloquear. El muchacho sonríe creyendo que está a la ofensiva.

 

Fernando esquiva un torpe puñetazo y le da un golpe en la boca.

 

—Auch —susurro de solo verlo. Eso debió desbaratar sus sentidos, pero no, mi nuevo chico sigue en pie.

 

Miguel Salcedo está tan sorprendido que no ve venir un gancho a la mandíbula. Luego de eso su reacción es lenta. Quiero acción, deseo ver como responde a eso, pero se queda atontado, ¡que mal! Miguel simplemente es una cara bonita, nada más.

 

Responde cubriéndose bloqueando los ataques de Fernando, quien es el que controla la situación en el cuadrilátero.

 

Grito:

 

—¡Vamos, chico! ¡Debes ser mejor que eso si quieres ganar dinero!

 

Fernando ataca con un golpe de derecha que apenas Miguel esquiva. Es decepcionante, la mayoría de los novatos se ponen a la defensiva luego de los primeros golpes. Fernando se enfada al ver que su puñetazo ha fallado y sigue con unos cuantos golpes salvajes que lo dejarían muy bien parado en una pelea callejera. Entre ellos le acesta un uppercut al estómago que lo deja sin aliento.

 

—Te doy 50 dólares si puedes mantenerte firme durante los próximos 15 minutos —intervengo.

 

Fernando me mira molesto, seguramente es por ofrecer dinero al novato.

 

Miguel se prepara con actitud renovada. Necesita mucho esos 50 dólares, al igual que su hermano hace cualquier cosa por dinero. Eso me provoca una sonrisa.

 

Le hago una señal a Fernando para que no baje la guardia.

 

Miguel Salcedo comienza a mover los brazos, intentando asestar unos cuantos golpes. Observo más de cerca. Fernando los bloquea todos y luego aterriza un puñetazo con la izquierda y otro con la derecha a sus costillas, además de un gancho a la mandíbula, no con toda la fuerza, pero sí lo suficiente para que le duela.

 

—Oh —susurro. Veo que aún se mantiene en pie—. ¡Bien hecho Fernando! Tu trabajo es excelente.

 

Fernando afirma con la cabeza, con una pizca de fastidio.

 

Miguel se enfada y aprovecha el momentáneo de despiste de su rival para darle un puñetazo en la mandíbula

 

—¡Sí, sigue así, chico! —grito.

 

Fernando en represalia le da un uppercout a la mandíbula que le hace mover la cabeza con fuerza y lo hace retroceder. Luego continuó con una lluvia de puñetazos a sus abdominales, costillas, cara, hasta que su espalda está contra las cuerdas.

 

La verdad es que quiero que gane Miguel, odio a Fernando. Pero sé que es un novato y de la categoría torpe, no tiene mucha acción, no quiero dejarlo ir, lo quiero aquí en mis filas, me será util para otros eventos. Lo observo, está sangrando, dolorido y mareado.

 

Fernando se separa de Miguel para dejarlo respirar.

 

—¿Cuánto desea esos 50 dólares? —pregunto—. En tu vida nunca los conseguirás tan fácil.

 

Miguel Salcedo afirma con la cabeza, respira profundamente y va hacia Fernando. Sé que me quiere impresionar, más que brindarme un espectáculo de circo.

 

Ante el ataque Fernando se agachó y le da bajo un fuerte golpe en el estómago. Miguel se dobla y cae de rodillas, me recuerda a su hermano. Ambos son testarudos.

 

—¿Te rindes, muchacho? —pregunto.

 

Fernando se aleja

 

Miguel nada responde, sigue de rodillas respirando con fuerza

 

Como reacción hago un conteo:

 

—Uno, dos, tres…

 

Fernando lo está contemplando.

 

Todavía siento decepción, Miguel no se va a levantar después de ese golpe, es una lastima tiene buen cuerpo, y es guapo.

 

—Cuatro, cinco, seis…

 

Con el cuerpo temblando Miguel se endereza.

 

—¿Estás seguro, chico? —se me ocurre preguntale. Le muestro tres dedos—. ¿Cuántos ves?

 

—Tres —gruñe Miguel.

 

—¡Que la lucha siga! —digo emocionado. Me siento tranquilo.

 

La lucha retorna con Miguel queriendo dar sus mejores golpes, mismo que son bloqueados por Fernando quien contrataca con un uppercut en la mandíbula.

 

La cabeza de Miguel Salcedo retrocede con fuerza, salpicando sudor y dignidad. Se tambalea, y Fernando no se detiene, lo golpea una y otra vez, la cara y el pecho, hasta que está en la esquina del cuadrilátero.

 

Fernando aterriza una serie de golpes a su abdomen, Miguel intenta defenderse, pero no tiene oportunidad

 

—¡Ríndete, chico! —exclamo.

 

¡Las rodillas le tiemblan y sigue sin rendirse!

 

Le miro a la cara.

 

Y Fernando aterriza otro brutal uppercut a su mandíbula.

 

El salón se impregna de silencio y expectativas.

 

Miguel me mira, con los ojos desenfocados, y luego cae boca abajo.

 

Fernando se aleja de él.

 

Esto se ha acabado.

 

Le pregunto al ganador.

 

—¿No ha sido eso un poco brutal para nuestro nuevo miembro?

 

Fernando se encoge de hombros.

 

—Él eligió estar en un lugar de combates —me responde.

 

Finalmente asiento con la cabeza, tiene razón.

 

—Es un tipo bastante terco. Y tú has ganado, como era de esperar.

 

Observo que Miguel intenta levantarse. Ingreso al ring y me agacho colocando una de mis rodillas en la lona. Le digo:

 

—Ahora deberías darte una ducha e irte a casa —Miguel no me responde nada. Continúa atontado. Fernando se acerca diciendo algo que no entiendo. Lo miro a los ojos y le digo—. Vete ya, has hecho bastante daño.

 

Fernando suspira. Su mirada se dirige a Salcedo y antes de abandonar el cuadrilátero comenta—. Cuídate, Miguel.

 

Espero que Fernando se vaya y me quedo mirando a Miguel Salcedo, no se ve muy bien, tiene moretones por todos lados.

¿Quieres en el futuro nuevas peleas del luchador Fernando?

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