āHola, Marcos Chacón āsaludó Caua al abrir la puerta del despacho en la casa del hombre arquitecto.
Marcos Chacón saltó en su asiento, no esperaba la visita del alocado brasilero. Estaba sentado en un taburete sin camisa y con un pequeƱo short de color rojo que dibujaba el contorno de sus grandes bolas llenas de semen, se encontraba pensando en los preparativos para la reunión del dĆa de reyes con su familia. Un gorrito de navidad lo hacĆa ver tierno y divertido.
āĀæQuĆ© haces aquĆ? āpreguntó Marcosā. ĀæA caso en Brasil no tocan a la puerta? PodĆa estar haciendo cualquier cosa privada.
Caua sonrió, ingresó al despacho. VestĆa un pantalón de chĆ”ndal negro y camiseta. SostenĆa una bolsa de regalo en una mano.
āA tu edad no creo que se te pare la verga, antigo āse echó a reĆrā. Tu esposa me abrió la puerta y dijo que estabas aquĆ. He venido a traerte um presente.
āĀæUn regalo? āMarcos lo dudó doblando la cejaā. Yo no soy el cumpleaƱero, Pablo es quiĆ©n estĆ” cumpliendo aƱos hoy.
āLo sĆ©. Es un regalo de amistad para el nuevo aƱo que comienza.
āĀæAmistad? ĀæTe has oĆdo? Yo no soy tu amigo.
āJa, ja, ja. Es tuyo, velho tolo.
Caua extendió la mano hacia el seƱor y Marcos cogió la bolsa de manera dudosa. La abrió arrojando el envoltorio al suelo y sosteniendo entre sus manos una tablilla que tenĆa escrito a tiza en perfecto espaƱol la siguiente inscripción.
«Viejo huevón»
Marcos Chacón subió una mirada rencorosa hacia Caua que se reĆa entre dientes, el muchacho levantó la pierna hacia atrĆ”s y no le dio tiempo a Marcos de reaccionar ante una fuerte patada en su entrepierna. El zapato de Caua hizo crujir los grandes pomelos del seƱor Chacón.
Marcos lo miró fijamente durante unos segundos antes de que sus rasgos faciales se contorsionaran en una mueca de puro dolor. Se dobló sobre sà mismo y emitió un leve sonido que apenas su garganta dejó escapar, con las dos manos se agarró las bolas y cayó directo al suelo, soportando las ganas de llorar.
Caua sonrió con orgullo.
āMe debĆas esto desde aquella vez con seus filhos.
Marcos gimió.
āEs mi regalo de aƱo nuevo, tambiĆ©n lo querĆa hacer āafirmó Caua, se puso delante de Marcos, agarró sus manos apartĆ”ndolas de su ingle y clavó el pie en la entrepierna del seƱor, presionando sus grandes gónadas contra la pelvis.
Marcos gimió y forcejeó con Caua para liberar sus manos.
Caua se rió entre dientes y dirigió otra patada devastadora a los huevos de Marcos, su empeine conectó perfectamente con las vulnerables gónadas y las hizo crujir con fuerza.
Los ojos de Marcos se desorbitaron y abrió la boca para dejar escapar un gemido largo y doloroso.
Caua sonrió y se encogió de hombros. Soltó las manos de Marcos, permitiendo que el apuesto viejo se agarrara los huevos y se encogiera en el suelo.
Caua agarró la tablilla y la colocó sobre una mesa al lado de varias fotografĆas familiares. Se acercó a Marcos y se arrodilló junto a Ć©l, le agarró el pantaloncillo. āĀæLa quieres pasar bien? āsonrió y bajó los pantalones hasta los tobillos, dejando la hermosa hombrĆa del padre de Pablo dibujada en su ropa interior.
Marcos continuaba fuera de combate, agarrƔndose las pelotas y gimiendo de dolor.
Caua se levantó y le dio una patada en el culo.
Marcos se estremeció y rodó hacia el otro lado.
Caua lo rodeó y volvió a patearle el culo.
āHijo de puta! āgritó Marcosā. Ā”Para!
Caua se rió. Luego propinó otra patada al musculoso culo de Marcos.
āĀ”Basta!
Caua sonrió y dio un paso atrĆ”s. āClaro, viejo huevón.
Marcos se volvió y miró a Caua a los ojos. Murmuró algo ininteligible y lo pateó en la espinilla, cogiendo por sorpresa al joven y haciéndole perder el equilibrio para caer al suelo.
Haciendo una mueca de dolor, Marcos se abalanzó sobre Caua y le dio un puƱo en la entrepierna. La endeble tela del pantalón de Caua no protegió sus testĆculos, y el brasileƱo gritó de dolor cuando el fuerte puƱo le hizo crujir los huevos.
Moviéndose rÔpidamente, Marcos tiró de la camiseta de Caua hacia arriba, dejando al descubierto sus abdominales y su terso pecho, le retorció los pezones.
Caua chilló.
Marcos golpeó con la rodilla la entrepierna de Caua, haciéndolo gemir de dolor. Tiró de los pantalones del muchacho, haciendo que se quedara en calzoncillos, le golpeó las gordas pelotas con la palma de la mano, haciendo que chillara de dolor y se agarrara los cojones.
āĀæQuien manda ahora, idiota? āmurmuró Marcos apoderĆ”ndose de los testĆculos de Caua, aplastando los dos carnosos órganos entre sus dedos.
Caua gritó.
Marcos apretó los dientes y el puño mÔs fuerte, amasando los huevos de Caua con la mano, logrando que éste se retorciera y forcejeara.
Se sentó erguido y metió la mano en la entrepierna de Marcos, agarrando las gónadas del señor y apretando el puño en torno a ellas.
Durante los minutos siguientes, el despacho se llenó de gruƱidos de rabia y gritos de dolor, de los dos hombres aplastĆ”ndose los testĆculos sin piedad.
Ambos sudaban copiosamente, sus rostros se volvieron enrojecidos por el dolor y la rabia, sus manos rodeaban los testĆculos del oponentes. Se miraban a los ojos en una extraƱa lucha de poder.
Marcos y Caua jadeaban, apretando con fuerza las pelotas del otro, incapaces de apartar sus propios genitales fuera de la zona de peligro.
Marcos puso el pie en el pecho de Caua y empujó, pero Caua no lo soltó, entonces gritó de dolor mientras Caua tiraba de sus pobres pelotas.
āĀ”AAAAAY! āgritó Marcos.
Caua trató de agarrar mejor las pelotas de Marcos, pero cuando lo soltó por un breve momento, Marcos aprovechó la oportunidad y se apartó lejos de Ć©l, sus manos ya protegĆan sus propias pelotas.
Caua gimió de dolor y rodó a un lado.
Los dos hombres yacĆan uno junto al otro, retorciĆ©ndose en el suelo, con los culos sobresaliendo mientras trataban de aliviar sus doloridos testĆculos.
Se miraban con desconfianza, intentando estar preparados por si el otro hacĆa un movimiento.
Pasaron cuatro minutos mientras ninguno de los dos lanzaba un ataque, continuaban agarrƔndose los huevos y gimiendo de dolor.
Por fin, Caua vio la oportunidad de ir a por todas. Marcos se dio la vuelta, y cuando quedó de espaldas a Caua, éste vio por el rabillo del ojo que una de las bolas de Marcos estaba encajada entre sus piernas, dibujÔndose por debajo de las nalgas. Con un rÔpido movimiento, se levantó y pateó por detrÔs la pobre gónada atrapada de Marcos. El zapato aplastó la inmensa ciruela con toda potencia y Marcos gritó con todas sus fuerzas.
Caua hizo una mueca, sujetÔndose las bolas con las manos. Volvió a patear la gónada de Marcos. Agarró los tobillos del señor y le separó las piernas. Colocó su zapato sobre la entrepierna del señor y desplazó su peso.
āSe acabó el juego, viejo ādijo en voz baja y aplastó los huevos de Marcos contra el duro suelo.
āĀ”NOOOOO, AAAAAAAAAH! āgritó Marcos.
Caua sonrió y giró el pie, haciendo que Marcos gritara con todas sus fuerzas.
āĀ”AAAAAAAAAAAAAAAAY!
Caua lo soltó y Marcos se hizo un ovillo.
Caua sonrió.
āĀ”BrasileƱo hijo de puta!
āĀæEstĆ”s enfadado conmigo?
āĀ”Vete a la mierda! ārespondió Marcos, sollozando.
āBueno, te compensarĆ© el mal trato. Debo asegurarme de que tu aparato reproductor siga aĆŗn funcionando.
Caua sonrió y coló la mano entre las nalgas de Marcos, agarrÔndole los huevos por detrÔs y apretando con fuerza.
āĀ”No!
Caua bajó el calzoncillo de Marcos por la parte de atrÔs y tiró de sus pelotas entre sus muslos.
āSon bastante grandes estas bolas āobservó Caua, estirando al mĆ”ximo las pelotas de Marcos y atrapando los dos carnosos orbes con la mano izquierda. Cerró el puƱo derecho y asestó un potente puƱetazo a las dos gónadas.
Marcos gritó.
āTe voy a sacar la leche āanunció Caua alegremente y asestó otro puƱetazo a las indefensas pelotas de Marcosā. No me digas que vaciaste tus tanques hoje con tu mujer.
Bajó la parte delantera y miró la polla flÔcida de Marcos. Volvió a golpear los huevos con el puño.
Marcos gritó y su polla se crispó.
Caua sonrió y dirigió una serie de puƱetazos a los ablandados testĆculos del seƱor. El arquitecto luchó y se retorció, sudando profusamente y gritando de dolor.
āSĆ āasintió Caua golpeando los nudillos en los huevos de Marcos Chacón.
Marcos jadeaba con fuerza, con el cuerpo acalambrado y los mĆŗsculos brillantes de sudor. Su polla estaba dura como una roca y goteaba lĆquido preseminal.
Caua sonrió. Se colocó entre las piernas de Marcos y las separó para tener acceso directo a sus gónadas. El brasileño se agarró sus propios genitales y se sacudió la polla que empezaba a ponerse dura también. Sonrió y envió una potente patada a las vulnerables y desnudas pelotas de Marcos.
Marcos gritó con todas sus fuerzas. Intentó protegerse las bolas, pero Caua fue demasiado rĆ”pido para Ć©l, pateando sus preciosos huevos una y otra vez, mientras sacudĆa su propia polla carnosa.
Ambos eyacularon simultƔneamente.
El zapato de Caua chocó con los huevos de Marcos con un golpe salvaje, los ojos de Chacón se abrieron de par en par. Su polla se crispó violentamente. Caua volvió a patearle los huevos. La boca de Marcos se abrió en un resonador grito. La tercera patada fue demasiado para él. Sus ojos se pusieron en blanco mientras una gran cantidad de semen salió a chorros de la punta de su polla.
Al mismo tiempo, Caua echó la cabeza hacia atrÔs y se sacudió el pene, respirando con dificultad. Su polla empezó a soltar chorros de semen que cayeron sobre el cuerpo de Marcos, mezclÔndose con su leche masculina y cubriendo su cuerpo sudoroso de jugo blanco, caliente y pegajoso.
Los dos gemĆan, pero por motivos diferentes...
El cuerpo de Marcos estaba empapado de crema espesa, con Caua de pie entre sus muslos.
Cuando sus pollas dejaron de chorrear, Caua miró a Marcos, agotado y sonriente, con la cara roja y el pelo mojado de sudor.
āVaya āsusurróā. Eso ha estado caliente.
Marcos lo ignoró y gimió de dolor.
Caua echó la pierna hacia atrĆ”s y descargó una Ćŗltima patada en los testĆculos de Marcos, haciendo que el pobre seƱor gritara con todas sus fuerzas.
Marcos rodó hacia un lado y se agarró los lastimados genitales.
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Caua sacudiƩndose el pene |
Caua se sacudió la polla un par de veces. āCreo que estamos a mano.
Marcos gimió.
Caua se quedó mirando la laguna de semen sobre el pecho de Marcos y se echó a reĆr. Se colocó el calzoncillo y sentĆ”ndose en una silla utilizó su celular y le tomó una foto.
āA Pablo le encantarĆ”. Ja, ja, ja.
āImbĆ©cil ārespondió Marcos con voz suave, todavĆa sobĆ”ndose los huevos.
Esta historia de la tabla fue genial me encanta cuando revientan los huevos de un hombre mayor ..
ResponderBorrarHay muchas historias de maduros siendo reventados, en especial Marcos Chacón o buscando como Ballbusting entre maduros
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