La tablilla de regalo - Las Bolas de Pablo

Lo mƔs nuevo

4 ene 2023

demo-image

La tablilla de regalo

11


—Hola, Marcos Chacón —saludó Caua al abrir la puerta del despacho en la casa del hombre arquitecto.

 

1640955454662
Marcos Chacón saltó en su asiento, no esperaba la visita del alocado brasilero. Estaba sentado en un taburete sin camisa y con un pequeño short de color rojo que dibujaba el contorno de sus grandes bolas llenas de semen, se encontraba pensando en los preparativos para la reunión del día de reyes con su familia. Un gorrito de navidad lo hacía ver tierno y divertido.

 

—¿QuĆ© haces aquĆ­? —preguntó Marcos—. ĀæA caso en Brasil no tocan a la puerta? PodĆ­a estar haciendo cualquier cosa privada.

 

male.mate-22122022-0001~2
Caua sonrió, ingresó al despacho. VestĆ­a un pantalón de chĆ”ndal negro y camiseta. SostenĆ­a una bolsa de regalo en una mano.

 

—A tu edad no creo que se te pare la verga, antigo —se echó a reĆ­r—. Tu esposa me abrió la puerta y dijo que estabas aquĆ­. He venido a traerte um presente.

 

—¿Un regalo? —Marcos lo dudó doblando la ceja—. Yo no soy el cumpleaƱero, Pablo es quiĆ©n estĆ” cumpliendo aƱos hoy.

 

—Lo sĆ©. Es un regalo de amistad para el nuevo aƱo que comienza.

 

—¿Amistad? ĀæTe has oĆ­do? Yo no soy tu amigo.

 

—Ja, ja, ja. Es tuyo, velho tolo.

 

Caua extendió la mano hacia el seƱor y Marcos cogió la bolsa de manera dudosa. La abrió arrojando el envoltorio al suelo y sosteniendo entre sus manos una tablilla que tenĆ­a escrito a tiza en perfecto espaƱol la siguiente inscripción.

 

«Viejo huevón»

 

Marcos Chacón subió una mirada rencorosa hacia Caua que se reĆ­a entre dientes, el muchacho levantó la pierna hacia atrĆ”s y no le dio tiempo a Marcos de reaccionar ante una fuerte patada en su entrepierna. El zapato de Caua hizo crujir los grandes pomelos del seƱor Chacón.

 

Marcos lo miró fijamente durante unos segundos antes de que sus rasgos faciales se contorsionaran en una mueca de puro dolor. Se dobló sobre sĆ­ mismo y emitió un leve sonido que apenas su garganta dejó escapar, con las dos manos se agarró las bolas y cayó directo al suelo, soportando las ganas de llorar.

 

Caua sonrió con orgullo.

 

—Me debĆ­as esto desde aquella vez con seus filhos.

 

Marcos gimió.

 

—Es mi regalo de aƱo nuevo, tambiĆ©n lo querĆ­a hacer —afirmó Caua, se puso delante de Marcos, agarró sus manos apartĆ”ndolas de su ingle y clavó el pie en la entrepierna del seƱor, presionando sus grandes gónadas contra la pelvis.

 

Marcos gimió y forcejeó con Caua para liberar sus manos.

 

Caua se rió entre dientes y dirigió otra patada devastadora a los huevos de Marcos, su empeine conectó perfectamente con las vulnerables gónadas y las hizo crujir con fuerza.

 

Los ojos de Marcos se desorbitaron y abrió la boca para dejar escapar un gemido largo y doloroso.

 

Caua sonrió y se encogió de hombros. Soltó las manos de Marcos, permitiendo que el apuesto viejo se agarrara los huevos y se encogiera en el suelo.

 

Caua agarró la tablilla y la colocó sobre una mesa al lado de varias fotografĆ­as familiares. Se acercó a Marcos y se arrodilló junto a Ć©l, le agarró el pantaloncillo. —¿La quieres pasar bien?  ā€”sonrió y bajó los pantalones hasta los tobillos, dejando la hermosa hombrĆ­a del padre de Pablo dibujada en su ropa interior.

 

Screenshot_20220908-101937
Marcos continuaba fuera de combate, agarrĆ”ndose las pelotas y gimiendo de dolor.

 

Caua se levantó y le dio una patada en el culo.

 

Marcos se estremeció y rodó hacia el otro lado.

 

Caua lo rodeó y volvió a patearle el culo.

 

—Hijo de puta! —gritó Marcos—. Ā”Para!

 

Caua se rió. Luego propinó otra patada al musculoso culo de Marcos.

 

—”Basta!

 

Caua sonrió y dio un paso atrĆ”s. —Claro, viejo huevón.

 

Marcos se volvió y miró a Caua a los ojos. Murmuró algo ininteligible y lo pateó en la espinilla, cogiendo por sorpresa al joven y haciĆ©ndole perder el equilibrio para caer al suelo.

 

LFYD09~2

Haciendo una mueca de dolor, Marcos se abalanzó sobre Caua y le dio un puƱo en la entrepierna. La endeble tela del pantalón de Caua no protegió sus testĆ­culos, y el brasileƱo gritó de dolor cuando el fuerte puƱo le hizo crujir los huevos.

MTDM06~2

MoviĆ©ndose rĆ”pidamente, Marcos tiró de la camiseta de Caua hacia arriba, dejando al descubierto sus abdominales y su terso pecho, le retorció los pezones.

 

Caua chilló.

 

Marcos golpeó con la rodilla la entrepierna de Caua, haciĆ©ndolo gemir de dolor. Tiró de los pantalones del muchacho, haciendo que se quedara en calzoncillos, le golpeó las gordas pelotas con la palma de la mano, haciendo que chillara de dolor y se agarrara los cojones.

 

—¿Quien manda ahora, idiota? —murmuró Marcos apoderĆ”ndose de los testĆ­culos de Caua, aplastando los dos carnosos órganos entre sus dedos.

 

Caua gritó.

 

Marcos apretó los dientes y el puƱo mĆ”s fuerte, amasando los huevos de Caua con la mano, logrando que Ć©ste se retorciera y forcejeara.

 

Se sentó erguido y metió la mano en la entrepierna de Marcos, agarrando las gónadas del seƱor y apretando el puƱo en torno a ellas.

 

Durante los minutos siguientes, el despacho se llenó de gruƱidos de rabia y gritos de dolor, de los dos hombres aplastĆ”ndose los testĆ­culos sin piedad.

 

Ambos sudaban copiosamente, sus rostros se volvieron enrojecidos por el dolor y la rabia, sus manos rodeaban los testĆ­culos del oponentes. Se miraban a los ojos en una extraƱa lucha de poder.

 

Marcos y Caua jadeaban, apretando con fuerza las pelotas del otro, incapaces de apartar sus propios genitales fuera de la zona de peligro.

 

Marcos puso el pie en el pecho de Caua y empujó, pero Caua no lo soltó, entonces gritó de dolor mientras Caua tiraba de sus pobres pelotas.

 

—”AAAAAY! —gritó Marcos.

 

Caua trató de agarrar mejor las pelotas de Marcos, pero cuando lo soltó por un breve momento, Marcos aprovechó la oportunidad y se apartó lejos de Ć©l, sus manos ya protegĆ­an sus propias pelotas.

 

Caua gimió de dolor y rodó a un lado.

 

Los dos hombres yacƭan uno junto al otro, retorciƩndose en el suelo, con los culos sobresaliendo mientras trataban de aliviar sus doloridos testƭculos.

 

Se miraban con desconfianza, intentando estar preparados por si el otro hacĆ­a un movimiento.

 

Pasaron cuatro minutos mientras ninguno de los dos lanzaba un ataque, continuaban agarrĆ”ndose los huevos y gimiendo de dolor.

 

dilffilth-14082022-0001

Por fin, Caua vio la oportunidad de ir a por todas. Marcos se dio la vuelta, y cuando quedó de espaldas a Caua, Ć©ste vio por el rabillo del ojo que una de las bolas de Marcos estaba encajada entre sus piernas, dibujĆ”ndose por debajo de las nalgas. Con un rĆ”pido movimiento, se levantó y pateó por detrĆ”s la pobre gónada atrapada de Marcos. El zapato aplastó la inmensa ciruela con toda potencia y Marcos gritó con todas sus fuerzas.

 

Caua hizo una mueca, sujetĆ”ndose las bolas con las manos. Volvió a patear la gónada de Marcos. Agarró los tobillos del seƱor y le separó las piernas. Colocó su zapato sobre la entrepierna del seƱor y desplazó su peso.

 

—Se acabó el juego, viejo —dijo en voz baja y aplastó los huevos de Marcos contra el duro suelo.

 

—”NOOOOO, AAAAAAAAAH! —gritó Marcos.

 

Caua sonrió y giró el pie, haciendo que Marcos gritara con todas sus fuerzas.

 

marcos
—”AAAAAAAAAAAAAAAAY!

 

Caua lo soltó y Marcos se hizo un ovillo.

 

Caua sonrió.

 

—”BrasileƱo hijo de puta!

 

—¿EstĆ”s enfadado conmigo?

 

—”Vete a la mierda! —respondió Marcos, sollozando.

 

—Bueno, te compensarĆ© el mal trato. Debo asegurarme de que tu aparato reproductor siga aĆŗn funcionando.

 

Caua sonrió y coló la mano entre las nalgas de Marcos, agarrĆ”ndole los huevos por detrĆ”s y apretando con fuerza.

 

—”No!

 

Caua bajó el calzoncillo de Marcos por la parte de atrĆ”s y tiró de sus pelotas entre sus muslos.

 

—Son bastante grandes estas bolas —observó Caua, estirando al mĆ”ximo las pelotas de Marcos y atrapando los dos carnosos orbes con la mano izquierda. Cerró el puƱo derecho y asestó un potente puƱetazo a las dos gónadas.

 

Marcos gritó.

 

—Te voy a sacar la leche ā€”anunció Caua alegremente y asestó otro puƱetazo a las indefensas pelotas de Marcos—. No me digas que vaciaste tus tanques hoje con tu mujer.

 

Bajó la parte delantera y miró la polla flĆ”cida de Marcos. Volvió a golpear los huevos con el puƱo.

 

Marcos gritó y su polla se crispó.

 

Caua sonrió y dirigió una serie de puƱetazos a los ablandados testĆ­culos del seƱor. El arquitecto luchó y se retorció, sudando profusamente y gritando de dolor.

 

—SĆ­ —asintió Caua golpeando los nudillos en los huevos de Marcos Chacón.

 

Marcos jadeaba con fuerza, con el cuerpo acalambrado y los mĆŗsculos brillantes de sudor. Su polla estaba dura como una roca y goteaba lĆ­quido preseminal.

 

Caua sonrió. Se colocó entre las piernas de Marcos y las separó para tener acceso directo a sus gónadas. El brasileƱo se agarró sus propios genitales y se sacudió la polla que empezaba a ponerse dura tambiĆ©n. Sonrió y envió una potente patada a las vulnerables y desnudas pelotas de Marcos.

 

Marcos gritó con todas sus fuerzas. Intentó protegerse las bolas, pero Caua fue demasiado rĆ”pido para Ć©l, pateando sus preciosos huevos una y otra vez, mientras sacudĆ­a su propia polla carnosa.

 

Ambos eyacularon simultĆ”neamente.

 

El zapato de Caua chocó con los huevos de Marcos con un golpe salvaje, los ojos de Chacón se abrieron de par en par. Su polla se crispó violentamente. Caua volvió a patearle los huevos. La boca de Marcos se abrió en un resonador grito. La tercera patada fue demasiado para Ć©l. Sus ojos se pusieron en blanco mientras una gran cantidad de semen salió a chorros de la punta de su polla.

 

Al mismo tiempo, Caua echó la cabeza hacia atrĆ”s y se sacudió el pene, respirando con dificultad. Su polla empezó a soltar chorros de semen que cayeron sobre el cuerpo de Marcos, mezclĆ”ndose con su leche masculina y cubriendo su cuerpo sudoroso de jugo blanco, caliente y pegajoso.

 

Los dos gemĆ­an, pero por motivos diferentes...

 

El cuerpo de Marcos estaba empapado de crema espesa, con Caua de pie entre sus muslos.

 

Cuando sus pollas dejaron de chorrear, Caua miró a Marcos, agotado y sonriente, con la cara roja y el pelo mojado de sudor.

 

—Vaya ā€”susurró—. Eso ha estado caliente.

 

Marcos lo ignoró y gimió de dolor.

 

Caua echó la pierna hacia atrĆ”s y descargó una Ćŗltima patada en los testĆ­culos de Marcos, haciendo que el pobre seƱor gritara con todas sus fuerzas.

 

Marcos rodó hacia un lado y se agarró los lastimados genitales.

 

batuhantomarzax-22122022-0001~2
Caua sacudiƩndose
 el pene

Caua se sacudió la polla un par de veces. —Creo que estamos a mano.

 

Marcos gimió.

 

charco
Caua se quedó mirando la laguna de semen sobre el pecho de Marcos y se echó a reír. Se colocó el calzoncillo y sentÔndose en una silla utilizó su celular y le tomó una foto.

 

chicoshotve-22122022-0001~2

—A Pablo le encantarĆ”. Ja, ja, ja.

 

—ImbĆ©cil —respondió Marcos con voz suave, todavĆ­a sobĆ”ndose los huevos.

2 comentarios:

  1. blogger_logo_round_35

    Esta historia de la tabla fue genial me encanta cuando revientan los huevos de un hombre mayor ..

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. NINTCHDBPICT000450768183

      Hay muchas historias de maduros siendo reventados, en especial Marcos Chacón o buscando como Ballbusting entre maduros

      Borrar

Pages

undefined