Competencia Ballbusting Salvaje (7/11); El rompe bolas - Las Bolas de Pablo

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10 oct 2019

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Competencia Ballbusting Salvaje (7/11); El rompe bolas

   El tercer dĆ­a de competencia en la Competencia Ballbusting Salvaje tuvo un buen comienzo: los bancos estaban llenos de gente que la estaban pasando bien. A falta de dos minutos para el comienzo del espectĆ”culo, Pablo, Farid y Bastian estaban mirando al pĆŗblico.

   ā€”Parece que algunos testĆ­culos ya han comenzado a romperse —comentó Pablo, sacudiendo la cabeza.

   ā€”Y el espectĆ”culo aĆŗn no ha comenzado.

   Una docena de jóvenes se doblaban de dolor agarrando sus entrepiernas, despuĆ©s de haber sido brutalmente golpeados por unos fanĆ”ticos enloquecidos. Los cinco jóvenes atractivos, que estaban causando estragos en las pelotas de los miembros de la audiencia, estaban corriendo de lado a lado golpeando sin cesĆ”r.

   Cada golpe era acompaƱado de vĆ­tores y aplausos por parte de aquellos muchachos cuyas bolas aĆŗn estaban intactas. Los que tuvieron menos suerte estaban gimiendo suavemente y agarrando su virilidad herida.

   Farid miró a los cinco tipos e hizo una mueca. —No sĆ©. Supongo que debo decirles que se calmen, porque el espectĆ”culo estĆ” por comenzar o sino lo suspendemos.

   Bastian afirmó con la cabeza.

   Farid gruñó. Y salió de la sala de control.

   Pablo se quedó mirando las pantallas de las cĆ”mara de seguridad.

   Farid ya estaba hablando con los muchachos.

   De repente, uno de ellos agarró al hombre por detrĆ”s y el resto de sus compaƱeros se le acercaron, sonriendo y golpeando con fuerza su bulto, uno tras otro.

   Finalmente Farid se derrumbó en el suelo.

   El pĆŗblico aplaudió y los cinco sĆ”dicos hicieron una reverencia y se sentaron.

   Farid parecĆ­a mareado cuando se levantó. Se agarró la entrepierna y lentamente se dirigió a la sala de control, cojeando y con el rostro arrugado del dolor.
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   Abrió la puerta y se sentó junto a Bastian lanzando un fuerte gemido.

   Bastian Chacón se rió y asĆ­ se daba inicio a la competencia.


   En medio de aplausos el Ć”rbitro y los competidores hicieron su entrada.

   ā€”Bienvenido al tercer dĆ­a de la CBS —dijo Simón al micrófono—. Hoy veremos la competencia en un juego llamado El rompe bolas. En este momento, demos la bienvenida al Ć”rbitro. Como en los juegos de la semana pasada, el Ć”rbitro es el futbolista aclamado: Eladio. Quien se asegurarĆ” de que todo vaya de acuerdo con las reglas de El Rompe Bolas.
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   Eladio, vestĆ­a uniforme de Ć”rbitro, una camiseta azul y diminuto short que mostraba sus musculosas piernas de jugador de fĆŗtbol. Saludó a la audiencia y sonrió.

   ā€”Ahora veamos a los contendientes que competirĆ”n por el oro —dijo Simón—. Uno es MoisĆ©s.

   El musculoso moreno se quitó los pantalones y mostró al pĆŗblico sus genitales, una polla gruesa y flĆ”cida con dos bolas carnosas.

   El pĆŗblico aplaudió. Algunos muchachos silbaron apreciativamente y MoisĆ©s sonrió con orgullo.

   ā€”Horacio, Ignacio y Camilo son los creadores de la Competencia Ballbusting Salvaje. Horacio recibió una medalla de oro en Nutball, la semana pasada Ignacio consiguió plata en Roshambo. Y hoy... sĆ­, hoy recibiremos a Camilo el mĆ”s joven de todos los huevones de la competencia, huevones en el mejor sentido de la palabra.

   El muchacho semental le guiñó un ojo a la audiencia, buscó dentro de sus pantalones y exhibió su polla y bolas.

   El pĆŗblico volvió a enloquecer, y Camilo sonrió y se quitó el pantalón.

   ā€”En esta ocasión vamos a ver una repetición, en la primera oportunidad David se hizo con la medalla de plata y hoy, Ć©l quiere probar suerte y resistencia para adueƱarse del colgante de oro.

   David se quitó el short, su afeitado escroto saludó a los demĆ”s, encima estaba su morena polla medio dura. David sonrió tĆ­midamente y se sonrojó.

   ā€”Y por Ćŗltimo, pero no menos importante, Ari a quien veremos entrar en acción.

   Ari, un guapo semental, musculoso, con el pelo negro muy corto, dio un paso adelante y se quitó la ropa. Su larga y delgada verga y dos jugosas bolas aparecieron al aire libre, sonrió cuando el pĆŗblico expresó su aprobación.
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   ā€”Ari —dijo Simón—. Ahora que tenemos nuestros cuatro competidores, les contarĆ© sobre el juego de hoy. Es como el salto de altura, con la notable diferencia de que saltas sobre el travesaƱo con las piernas abiertas. El objetivo es romper la barra de madera. Comenzaremos con una barra transversal de 30 centĆ­metros de diĆ”metro y aumentaremos en cada ronda sumando una nueva tabla de 30 centĆ­metros.

   Al centro del escenario estaban dos bastidores que sostenĆ­an la primera barra de madera. La barra era alatgada y de 2 metros de largo. A un lado del marco, tres escaleras conducĆ­an a una plataforma donde los hombres iban a pararse y saltar con las piernas abiertas sobre el travesaƱo.

   ā€”Ahora, antes de comenzar, los competidores van a ponerse un uniforme especial. Esta serĆ” la Ćŗnica competencia en la CBS que no se juegarĆ” desnudo —explicó Simón, mientras que Eladio entregaba a los cuatro muchachos unos calzoncillos blancos. Cada pieza tenĆ­a una posición estratĆ©gica en el perineo, donde se atravesaban las bolas. Sus pollas quedaban apuntando hacia arriba, y sus huevos colgaban justo entre sus piernas—. De esta manera nos aseguraremos de que no tengan astillas en sus preciosas pollas, y que sus bolas sean las mĆ”s afectadas por el impacto.

   Los cuatro competidores se habĆ­an puesto los calzoncillos. Estaban parados en fila, con los huevos colgando entre sus piernas como ciruelas. Se veĆ­an cómicos, con las piernas ligeramente arqueadas para no aplastar sus testĆ­culos con los muslos.
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   MoisĆ©s fue el primero en subir a la plataforma. Su pene era demasiado largo para los cortos calzoncillos, por lo que la punta se mostraba por encima de la cintura. Sus jugosas y gordas bolas colgaban entre sus piernas, parecĆ­an decididamente vulnerables, dos joyas esperando ser aplastadas.

   Aparentemente, MoisĆ©s se sentĆ­a un poco incómodo, y la audiencia se deleitó al verlo mirar el travesaƱo con expresión escĆ©ptica en su rostro.

   Eladio, el Ć”rbitro, hizo sonar el silbato y MoisĆ©s tragó saliva. AsĆ­ que saltó. Sus huevos aterrizaron en la barra de madera. Fueron visiblemente aplastados, pero luego la madera cedió y el travesaƱo se rompió bajo su peso corporal. MoisĆ©s gritó y aterrizó con los pies en el suelo. Agarró sus bolas e hizo una mueca. Luego sonrió, seƱalando que el dolor no era tan fuerte.

   ā€”Fue fĆ”cil —dijo Simón.

   Eladio puso un nuevo travesaƱo de 30 centĆ­metros para el próximo concursante, Ari.

   Aquel guapo caballero tenĆ­a mucha confianza cuando caminó hacia la plataforma. Dio un salto y la barra se rompió con un sonido muy fuerte. Ari gimió roncamente cuando sus pelotas hicieron contacto con la barra de madera, y cuando aterrizó en el suelo, tuvo problemas para mantenerse de pie.

   ā€”Ooooh —comentó Simón—. Ā”Parece que nuestro galĆ”n tuvo un muy mal comienzo!

   Ari se dobló y se agarró la ingle, consoló sus bolas con la mano derecha e hizo una mueca de dolor.

   El siguiente fue David.

   ā€”Esto deberĆ­a ser fĆ”cil para Ć©l. Quiero decir, ya sabemos la experiencia de Ć©l aquĆ­ en el ballbusting, no la califiquemos como vergonzosa por aquel torneo.

   David saltó y el travesaƱo se rompió.

   El lindo moreno se dobló y apretó su ingle con su mano derecha, mostrando un signo de victoria al pĆŗblico con su izquierda.

   La multitud gritó y aplaudió.

   ā€”Ahora sigue Camilo —dijo Simón.

   Camilo se paró en la plataforma. Miró a la audiencia y sonrió. Luego saltó sobre la barra, rompiĆ©ndola fĆ”cilmente. Sus huevos hicieron perfecto contacto con la barra de madera, y quedaron aplastados entre su cuerpo y la dura plataforma.

   ā€”SĆ­, tarea cumplida —dijo Simón—. Nadie tuvo dificultades hasta ahora.

   Camilo agarró sus testĆ­culos y los palmeó con la otra mano. Sonrió a la audiencia, pero luego su expresión facial cambió e hizo una mueca de dolor.

   ā€”Oh —Simón se rió entre dientes—. Reacción retrasada.

   La multitud vitoreó cuando Camilo se arrodilló, sobó sus bolas y respiró hondo.

   El resto de los concursantes sonrieron, mientras que Camilo hizo todo lo posible para levantarse. Su cara estaba roja llena de dolor y vergüenza, caminó con las piernas arqueadas hacia los otros muchachos.

   Eladio subió la apuesta y puso una barra transversal de 60 centĆ­metros de alto.

   MoisĆ©s saltó sobre ella y la barra se rompió, pero la expresión en su cara demostró que estaba sintiendo dolor.
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   Ari siguió despuĆ©s. El sonido de la barra rompiĆ©ndose fue ahogada por su doloroso grito en lo que sus bolas fueron aplastadas contra la madera dura.

   ā€”Ooooh, eso sonó mal —dijo Simón alegremente.

   Ari gruñó de dolor y se unió al resto de los chicos que esperaban su turno.

   ā€”El siguiente es David.

   David subió corriendo los tres escalones y saltó al aire, aterrizando sobre sus bolas y sobre la barra, que se rompió fĆ”cilmente. El moreno hizo una mueca de dolor cuando cayó de pie, e instantĆ”neamente se dobló y agarró sus preciosos testĆ­culos.

   Camilo fue el Ćŗltimo en completar la segunda ronda, y no tuvo problemas en romper el listón sin que sus cocos crujieran.

   AsĆ­ iniciaba la tercera ronda.

   Eladio caminó hacia el marco y colocó una gruesa barra transversal de madera con 90 centĆ­metros de alto.

   ā€”Ahora se pone interesante —Simón se rió entre dientes.

   MoisĆ©s se paró en la plataforma y miró la barra. Tragó saliva y saltó al aire, aterrizando sobre sus testĆ­culos y la barra de madera. Al principio, parecĆ­a que la barra no se romperĆ­a, pero una fracción de segundo despuĆ©s lo hizo, y MoisĆ©s aterrizó en el suelo. Gritó y cayó a un lado, agarrĆ”ndose los testĆ­culos, rodando de un lado a otro.

   Ari, David y Camilo lo miraron con preocupación.

   En el turno de Ari. Miró al techo, lanzando una oración. Luego saltó al travesaƱo con las bolas primero y gritó cuando fueron aplastadas entre su cuerpo y la barra. Finalmente Ć©sta cedió, y Ari se derrumbó junto a MoisĆ©s.

   Ambos estaban rodando, consolando sus delicadas gónadas, David parecĆ­a incómodo cuando se acercó al plato.

   ā€”Crucemos los dedos por David —dijo Simón.
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   David tragó saliva. Cerró los ojos y sin abrirlos saltó al aire, acumulando impulso, y aterrizando con los huevos en la barra. Gimió cuando sus bolas hicieron contacto. Pero tuvo suerte, y el travesaƱo se rompió, enviĆ”ndolo al suelo para unirse a MoisĆ©s y Ari en sus gemidos.

   La audiencia lo vitoreó y Simón dijo:

   ā€”Guau. Estoy impresionado... Ahora veamos cómo le va a Camilo.

   Camilo sonrió con inquietud y acarició sus bolas. Las dos huevas llenas de semen colgaban muy bajas. Saltó a la barra, pero Ć©sta no se rompió. Sus bolas quedaron crujiendo entre su cuerpo y la plataforma de madera, Simón hizo una mueca cuando Camilo quedó suspendido en el aire, su peso corporal descansó Ćŗnicamente en sus pobres y dĆ©biles testĆ­culos.

   Los ojos de Camilo se abrieron y su boca formó una O. Lentamente, muy lentamente, sus cejas se alzaron y su rostro adquirió expresión de incredulidad y dolorosa comprensión. Un largo y miserable silbido escapó de sus labios, y trató de levantarse con la ayuda de sus manos.

   DespuĆ©s de lo que pareció una eternidad, Camilo se deslizó hacia un lado y cayó al suelo.

   Los otros competidores habĆ­an dejado de gemir para mirar a su rival.

   La audiencia quedó en silencio.

   Cuando el cuerpo de Camilo cayó al suelo, todos a vitorearon y aplaudieron.

   MoisĆ©s, Ari y Camilo sonrieron.
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   ā€”Camilo estĆ” fuera de la competencia —gritó Simón—. Mientras recibe ayuda tĆ©cnica pasemos al siguiente nivel.

   Eladio puso la barra transversal de 120 centĆ­metros, y los participantes se llenaron de dudas. La barra de madera parecĆ­a bastante sólida, Eladio sonrió a los tres muchachos cuando hizo sonar el silbato.

   MoisĆ©s acarició sus bolas y sacudió la cabeza cuando subió a la plataforma. Respiró y contuvo el aliento en lo que saltó. Su cuerpo quedó suspendido en el aire por el sólido travesaƱo de madera. Sus pobres testĆ­culos negros quedaron aplastados, dejó escapar un grito espeluznante.

   ā€”Ouch —dijo Simón—. AhĆ­ va el siguiente.

   MoisĆ©s seguĆ­a a horcajadas sobre la barra de madera, sus pies a centĆ­metros del suelo, y su cuerpo descansando sobre sus delicados globos. ParecĆ­a que no podĆ­a moverse. Estaba gritando hasta que Eladio tuvo piedad, y con un ligero empujón lo apartó del travesaƱo.

   El guapo moreno dejó de gritar y comenzó a gemir. Sus manos encontraron sus testĆ­culos doloridos y se acurrucó en el suelo.

   ā€”Esto es feo —dijo Simón—Pero, MoisĆ©s ha ganado la medalla de bronce.

   El urólogo Mateo se acercó al chico herido y le palpó las gónadas.

   ā€”Se siente normal —determinó—. EstĆ” hinchado pero no hay ningĆŗn daƱo que lamentar, todavĆ­a puedes aspirar a la paternidad. Je, je.

   Palmeó las pobres bolas de MoisĆ©s

   Ari tragó saliva y subió a la plataforma.

   Como habĆ­a bajado en la Ćŗltima ronda, miró al techo y movió los labios.

   ā€”Realmente me gustarĆ­a saber por quĆ© estĆ” orando —comentó Simón.

   Cuando Ari terminó de orar, asintió lentamente y saltó sobre el sólido travesaƱo de madera. Hubo un fuerte crujido cuando aterrizó sobre Ć©l, sus bolas se clavaron entre la madera y su cuerpo, y gritó desde lo mĆ”s alto de sus pulmones.

   ā€”Oh Dios —Simón se rió—. ĀæQuĆ© sonó? ĀæSus huevos o la barra? Ā”JA, JA, JA!

   Fue la barra, afortunadamente, y Ari se acurrucó en ovillo cuando aterrizó al suelo, gimiendo suavemente y amasando sus doloridas gónadas.
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   El pĆŗblico aplaudió y David se preparó para su turno.

   Cuando Eladio reemplazó el travesaƱo roto por uno nuevo, David respiró lentamente. Estaba de pie en el suelo delante de los escalones. Luego corrió escaleras arriba, saltó, voló y aterrizó de lleno con sus testĆ­culos. Sus ojos se abrieron y cruzaron ligeramente, pero tuvo suerte: la barra se rompió.

   Aterrizó al lado de Ari, ambos gemĆ­an y gruƱƭan en el suelo.

   ā€”Felicidades —dijo Simón—. Ā”Esa tĆ©cnica de salto alto de David estĆ” funcionando! Damos inicio a la cuarta ronda. Con una barra transversal de 160 centĆ­metros de alto. Vaya, eso va a ser doloroso...

   David y Ari seguĆ­an rodando de un lado a otro en el suelo, sus manos consolaban sus bolas.

   Eladio colocó la barra en el marco con la ayuda del hijo de Bastian. La barra de madera era bastante pesada.

   Ari gimió y lentamente se puso de pie. Sonrió dĆ©bilmente con la cara contorsionada por el dolor, caminó con las piernas arqueadas hacia la plataforma.

   El rostro de David estaba rojo y sudoroso. Se arrastró detrĆ”s de Ari.

   El sonido del silbato de Eladio terminó el descanso, y Ari parecĆ­a dudoso ante la perspectiva de romper sus gónadas en el sólido travesaƱo de 160 centĆ­metros.

   La audiencia lo instó a subir, entonces cruzó las escaleras.

   Suspiró y agarró tentativamente su escroto. Luego dio el salto y aterrizó en la barra. No hubo sonido en absoluto, excepto por un gemido bajo y sin aliento que salió de su boca cuando su cerebro procesó los datos que provenĆ­an de los dos desafortunados testĆ­culos encajados entre su cuerpo y la madera. El gemido se hizo cada vez mĆ”s fuerte a medida que tambiĆ©n crecĆ­a el dolor. En cuestión de segundos el competidor se llenó de gritos estridentes.

   La boca de Ari quedó completamente abierta y su rostro se volvió pĆ”lido. Sus ojos tambiĆ©n estaban abiertos.

   Entonces, de repente, se quedó callado. Sus gritos cesaron y su rostro cambió de expresión horrorizada a una de luto silencioso. Sus labios temblaron y sus cejas se alzaron, luego se cayó de la barra al suelo.

   El pĆŗblico miró con fascinación silenciosa. Con eso estalló en vĆ­tores y aplausos.

   ā€”Ā”Ari es merecedor de la medalla de plata! —gritó Simón—. Ā”Plata para Ari!

   Mateo se acercó al joven, que estaba acurrucado en posición fetal, sobando sus pobres y deformes bolas, sollozando suavemente.

   Lo levantó ayudĆ”ndolo a salir del escenario.

   La atención se centró en David.

   ā€”Nuestro amigo tiene que romper el listón ahora. Solo ganarĆ” oro si logra ganar esta ronda —dijo Simón con entusiasmo en la voz.

   David tragó saliva y se paró frente a los escalones.

   Con un fuerte grito, corrió escaleras arriba, saltó y aterrizó como loco en el travesaƱo.

   La audiencia hizo variadas expresiones cuando las bolas del moreno quedaron aplastadas en la barra.

   Un gemido largo, bajo y gutural salió de los labios de David.

   Pero la barra se rompió.

   Los ojos de David se cruzaron y aterrizó en el suelo, agarrando sus gónadas y gimiendo de dolor.

   El pĆŗblico se volvió loco de la algarabĆ­a
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   ā€”Ā”Oro para David! —gritó Simón—. Su primera medalla de oro. Ā”Felicidades! Tiene las bolas ganadoras, pero planas como pizza.
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   Pablo se acercó a David muy emocionado, pero Ć©ste yacĆ­a en el suelo dolorido, incapaz de moverse y reconocerlo. Solo agarraba sus huevas lastimadas.

   El pĆŗblico tambiĆ©n aplaudĆ­a y vitoreaba.

   Los muchachos que antes del evento estaban causando estragos volvieron a su ciclo de faulear.  Tres jóvenes miembros del pĆŗblico ya estaban tumbados en el suelo, y el nĆŗmero aumentó en segundos.

   Bastian miró a Farid y sonrió —¿SerĆ­as tan amable y les dirĆ­as que se detengan?

   Farid lo miró con la cara en blanco. —Vete a la cresta —luego seƱaló a los saboteadores—. Mira, creo que alguien se adelantó.

   Eladio, rĆ”pidamente se dirigĆ­a hacia los cinco bromistas.

   Justo cuando uno de ellos estaba a punto de golpear a otro desprevenido miembro de la audiencia en las bolas, Eladio pateó sus testĆ­culos desde atrĆ”s. Su taco de fĆŗtbol impactó con el desventurado bulto del idiota, y el tipo tosió y gimió. Se agarró la entrepierna y se desplomó en el suelo.

   Eladio, siendo un jugador de fĆŗtbol experto, no perdió tiempo y fue tras los cuatro restantes. Su pie aplastó todas y cada una de las bolas, y en un par de segundos los cinco bromistas yacĆ­an en el suelo, gimiendo y agarrando sus pobres y destrozadas gónadas, mientras la gente se burlaba de ellos.

   Con los cinco chicos rodando por el suelo, Eladio sonrió y se frotó las manos. Algunas personas le pidieron autógrafos y fotografĆ­as, y Ć©l felizmente concedió todo.

   Bastian sonrió a Farid.

   ā€”Parece que Eladio disfruta de esto —le dijo.

   Farid se encogió de hombros. —QuizĆ”s deberĆ­amos pedirle que estĆ© en el proyecto.

   ā€”QuizĆ”s sĆ­.

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