Competencia Ballbusting Salvaje (8/11): El exprimidor - Las Bolas de Pablo

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19 oct 2019

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Competencia Ballbusting Salvaje (8/11): El exprimidor

CONTIENE:
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   El gimnasio estaba lleno con mĆ”s de 130 espectadores. Baatian miraba a la multitud acompaƱado de Simón.

   ā€”Bueno, casi todos los espectadores son hombres —decĆ­a Simón—. ĀæPor quĆ©?
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   ā€”Supongo que es porque tienen huevas y saben lo que eso significa y, los hombres son el objetivo demogrĆ”fico de las competencias.

   Simón se encogió de hombros. —Probablemente.

   Miraron la primera fila.

   Simón se volvió hacia su tĆ­o. —¿Crees que a todos les gusta el ballbusting?

   Estaba de espaldas a la audiencia y uno de los jóvenes detrĆ”s de Ć©l lo miraba con sonrisa traviesa. El muchacho sonrió a sus amigos y seƱaló a Simón que estaba con las piernas ligeramente separadas. Bastian reconoció el objetivo.

   El joven se escabulló detrĆ”s de Simón, sonrió y lanzó una poderosa patada a las huevas gigantes del periodista y animador. Bastian se rió cuando Simón gritó de sorpresa y dolor en lo que sus Ʊemas fueron golpeadas con fuerza por el empeine del chico que se echó a reĆ­r y caminó hacia sus amigos que vitorearon y rugieron de risa ante la agonĆ­a de Simón.

   El animador de radio y tv se dejó caer al suelo, agarró sus bolas y gimió suavemente.

   ā€”ĀæCreo que les gusta el ballbusting? —Bastian se encogió de hombros e intentó no reĆ­rse—. Probablemente sĆ­.

   Los muchachos detrĆ”s de Simón chocaban las palmas con su guapo amigo, mientras Simón tosĆ­a y se acurrucaba.

   ā€”Ya entiendo —susurró Simón.

   ā€”Bueno —dijo Bastian y caminó hacia la sala de control donde Farid lo estaba esperando.

   Unos minutos mĆ”s tarde, Simón se unió al equipo sonriendo dĆ©bilmente.
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   ā€”ĀæTodo bien? —Farid se rió. Estaba con el rostro afeitado de esa fea y poblada barba.

   Simón asintió dĆ©bilmente. —Por supuesto.

   ā€”El espectĆ”culo estĆ” por comenzar.

   Simón asintió nuevamente y cojeó hasta un lado del escenario donde hacĆ­a la labor de comentarista.

   ā€”Bienvenido al cuarto dĆ­a de Competencia Ballbusting Salvaje —comenzó—. Hoy veremos 4 desafiantes competir en El exprimirdor. Una competencia de apretones. BĆ”sicamente, aprietas los testĆ­culos de tu oponente. El que resista mĆ”s tiempo gana. AsĆ­ de simple.

   Los competidores estaban desnudos, excepto por los cortos calzoncillos que muy poco ocultaban sus abultados genitales.

   ā€”Ā”Y aquĆ­ estĆ” nuestro Ć”rbitro!
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   Eladio entró al escenario, vistiendo un nuevo uniforme, boxers blancos ajustados y su pecho delgado pero musculoso.

   El pĆŗblico rugió con aprobación cuando Eladio sonrió y se inclinó.

   ā€”Conozcamos a nuestros competidores. Walter es uno de ellos. Ɖl ya recibió una medalla de plata en Nutball, y seguramente pelearĆ” por la de oro en El exprimirdor.

   El semental moreno dio un paso adelante. Le guiñó un ojo a la audiencia y se quitó los calzoncillos, dejando que su enorme polla y el juego de bolas perfectamente redondas colgaran a la intemperie. Su pene estaba medio duro asĆ­ que sonrió cuando el pĆŗblico lo vitoreó y silbó.

   ā€”Mateo estĆ” listo para El exprimirdor. Es urólogo y hoy quiere mostrarnos las pelotas.

   El hermoso hombre sonrió con timidez y se quitó los calzoncillos, revelando con orgullo sus genitales. Su polla y sus bolas no eran tan grandes como las de Walter, pero se veĆ­an bastante bonitas.

   ā€”Ahora —dijo Simón—, Ā”Ignacio, damas y caballeros!
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   Ignacio agarró su entrepierna, masajeando el contenido de sus calzoncillos para luego desnudarse lentamente, revelando su vello pĆŗbico, y despuĆ©s, con sonrisa pĆ­cara, dejar que su polla dura y gruesa se contrajera contra su vientre. Su escroto colgaba bajo la dura polla. La multitud lo aplaudió.

   ā€”Evan ha tenido un nuevo impulso y viene a participar otra vez.

   La multitud vitoreó y silbó, cuando Evan, con nueva confianza, dio un paso adelante y dejó caer sus calzoncillos sin ceremonias, revelando su asombrosa vara y los dos testĆ­culos enormes y regordetes que colgaban en su escroto afeitado.

   La multitud se volvió loca y Evan sonrió. Su polla comenzó a endurecerse, trayendo mĆ”s vĆ­tores de la audiencia.

   ā€”Bueno —Simón se rió—. Creo que estĆ” a punto de donar leche para todos. Cuanto mĆ”s grandes son las bolas, mĆ”s se aprietan, eso lo sĆ© por experiencia propia. Ja, ja, ja.

   Mateo e Ignacio eran los primeros y se pararon uno frente al otro.


   La sala quedó en silencio y Mateo e Ignacio se miraron a los ojos.

   ā€”Las reglas son bastante simples —explicó Simón—. De acuerdo con las reglas de El exprimirdor, los concursantes se ponen la mano izquierda en la espalda. La mano derecha agarra los testĆ­culos del oponente. Los zurdos lo hacen al revĆ©s. Luego, los concursantes se aprietan simultĆ”neamente hasta que uno de ellos se rinda o caiga al suelo. Usar la mano equivocada o usar ambas manos no estĆ” permitido y serĆ” castigado.

   Con menos de 60 centĆ­metros entre Mateo y Ignacio, sus pollas casi se tocaban. El rubio y el urólogo se concentraron. La polla de Mateo se movió ligeramente poniĆ©ndose mĆ”s dura.

   El Ć”rbitro miró el cronómetro y sonó el silbato.
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   Mateo e Ignacio simultĆ”neamente colocaron sus manos debajo del escroto del oponente.

   Eladio volvió a sonar el silbato.

   Los concursantes agarraron las bolas de su oponente.

   Al tercer silbato, Mateo e Ignacio comenzaron a apretar.

   La mano musculosa de Ignacio estaba envuelta alrededor de las preciosas ciruelas de Mateo apretando las dos bolas carnosas con todas sus fuerzas.

   Al mismo tiempo, Mateo estaba aplastando los testĆ­culos de Ignacio con sus gruesos dedos. Las puntas se clavaron en la carne de Ignacio.

   ā€”Mateo demuestra un buen comienzo —comentó Simón—. Detallen esos dedos largos. Ā”Nunca quisiera hacerme un examen de próstata con Mateo, miren esos dedos, ja, ja, ja.

   Ignacio comenzó a sudar. Estaba apretando los dientes y su cara estaba roja mientras destrozaba las huevas de Mateo.

   Mateo tampoco parecĆ­a que lo estuviera disfrutando.

   ā€”Oh, mira eso —dijo Simón—. Ahora Ignacio estĆ” torciendo a Mateo... Oh, eso se ve doloroso...

   Mateo gritó de dolor y momentĆ”neamente aflojó su control sobre las pelotas de Ignacio. El atónito sonrió y retorció las bolas del urólogo un poco mĆ”s.

   Mateo gritó otra vez.

   ā€”Estamos cerca del primer minuto —dijo Simón—. Y parece que Ignacio estĆ”... Ā”Oh, no! Ahora Mateo ha encontrado una oportunidad de remontar.

   Los ojos de Ignacio se cruzaron ligeramente cuando Mateo clavó las uƱas en sus voluminosas bolas.

   Tomando venganza, giró las bolas de Ignacio, haciendo que los desventurados ojos del rubio se cruzaran aĆŗn mĆ”s. Queriendo recuperarse, Ignacio trató de apretar las bolas de Mateo, pero no parecĆ­a tener fuerza. Gritó de dolor y gimió miserablemente.

   ā€”Uh... oh —se rió Simón—. Las cosas no se ven bien para Ignacio...

   Con un cruel apretón final, y un giro despiadado, Mateo ganó el combate.

   Ignacio gritó como una chica y agarró el brazo de Mateo con su mano izquierda.

   Eladio hizo sonar el silbato.

   ā€”Eso es una amonestación para Ignacio —comentó Simón.

   ā€”Ā”Me rindo, me rindo!

   Eladio hizo sonar el silbato dos veces y el partido terminó.

   Mateo se dobló y agarró sus bolas palpitantes, mientras que Ignacio se desplomó en el suelo, sosteniendo su virilidad y sollozando sin control.

   El pĆŗblico aplaudió.

   ā€”Ā”Guau! Ā”Mateo llegó a la siguiente ronda! Eso fue rĆ”pido. Por otro lado, en algunos cĆ­rculos, Mateo es conocido como el mĆ©dico quiebra pelotas.

   Ignacio rodaba por el suelo mientras Mateo recuperaba el aliento con las manos sobre las rodillas. Saludó a la audiencia, su rostro estaba contorsionado por el dolor, pero sonreĆ­a con orgullo al mismo tiempo.

   Horacio y Camilo ayudaron a su amigo a levantarse y lo llevaron a los vestuarios, mientras que Mateo los siguió, cojeando y agarrando sus doloridas gónadas tambiĆ©n.

   ā€”Ahora es la batalla de los grandes —bromeó Simón cuando Walter y Evan, ambos extraordinariamente bien dotados, subieron al escenario—. Miren esos guevos... Si tuviera que hacer una predicción, dirĆ­a que Walter tiene muy buenas posibilidades de aplastar los huevos de Evan. Esos gümaros no tienen ninguna resistencia. Y se sabe que Walter puede soportar mucho dolor.

   Los dos concursantes se enfrentaron.
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   Walter sonrió con confianza, mientras que Evan parecĆ­a estar un poco intimidado por el guapo moreno.

   La multitud cantaba el nombre de Evan, que lo hizo relajar un poco y saludar a los espectadores.

   Con una pizca de orgullo, acarició su largo y grueso pene completamente duro apuntando al techo.

   Primer silbato. Los concursantes colocaron sus brazos izquierdos detrĆ”s de sus espaldas y sus manos derechas debajo del abultado escroto de su oponente.

   Segundo silbato. Walter y Evan agarraron los cojones del otro.

   Tercer silbato.

   ā€”El juego estĆ” en marcha —anunció Simón.
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   Walter no perdió la sonrisa de confianza cuando cerró la mano, atrapando los fuertes huevos de Evan dentro de su palma apretando los dos grandes orbes con fuerza.

   Evan hizo una mueca y su rostro se puso pĆ”lido. Los mĆŗsculos de sus brazos se contrajeron cuando apretó las grandes bolas de Walter.

   Pero Walter estaba a la cabeza de esta pelea.

   ā€”Ā”Walter estĆ” decidido a ganar, seƱores!

   La cara de Walter era una mĆ”scara de voluntad con tenacidad de hierro. No dejó ver que sus testĆ­culos estaban presionando un poco, mientras aplastaba los delicados globos del pobre Evan en un fĆ©rreo agarre. Los amasó en la palma de su mano y una leve sonrisa cruzó su rostro cuando vio a Evan jadeando y gimiendo, a centĆ­metros de su propio rostro.

   Las bolas de Evan quedaron atrapadas en la mano de Walter sin ningĆŗn lugar a donde ir. Las dos Ʊemas suaves y carnosas fueron aplastadas y amasadas dentro de la mano de Walter, y el pobre concursante gimió ruidosamente.

   Su inmenso pene duro como roca comenzó a derramar presemen que cayó sobre el brazo de Walter.

   Evan estaba tratando de aplicar presión a la entrepierna de Walter, pero Walter parecĆ­a inmune.

   ā€”Vaya, esto es tan humillante —comentó Simón—. Y creo que... Oh, sĆ© a dónde va esto...

   Walter apretó los dientes y aplicó mĆ”s presión a los sensibles huevos de Evan.

   La polla de Evan se retorció y mĆ”s presemen salió de su punta.

   Evan gimió y se retorció.

   El pĆŗblico gritó su nombre, lo vitoreó y aplaudió.

   ā€”ĀæPor quĆ© no se rinde? Nos preguntamos todos...

   Luego, de repente, acompaƱado por un fuerte gemido y un ligero cruce de ojos, Evan perdió.

   Su polla se sacudió violentamente y un potente chorro de esperma caliente y cremosa brotó de su miembro, cubriendo el brazo de Walter y sus abdominales, ademĆ”s del propio brazo de Evan.

   Evan chilló de dolor y soltó las bolas de Walter.

   Su polla continuó disparando leche, creando una capa blanca y pegajosa sobre el cuerpo de Walter.

   ā€”Me rindo —gruñó y Eladio hizo sonar el silbato.

   Walter sonrió y apretó con fuerza una Ćŗltima vez. Luego soltó las bolas de Evan.
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   Evan tosió y se agarró la entrepierna, se puso de rodillas y cayó de costado.

   Su polla aĆŗn no habĆ­a terminado, y el pĆŗblico observó con fascinación cómo su miembro tembloroso disparaba unos cuantos chorros mĆ”s de lefa mientras consolaba sus bolas con la mano izquierda y se cubrĆ­a la cara con la mano derecha cubierta de salsa blanca.

   Walter levantó los brazos en pose de ganador y el pĆŗblico estalló en vĆ­tores y aplausos.

   ā€”Esa fue una victoria gloriosa para Walter —dijo Simón—. Pero puede ser penalizado despuĆ©s de ese Ćŗltimo apretón despuĆ©s del pitido. No importa, aparentemente no se preocupa por eso. Veamos a Evan... Es otra derrota aplastante para Ć©l, y se enfrentarĆ” a Ignacio en unos momentos para la batalla por el tercer lugar... Wow. Esto debe ser difĆ­cil para Ć©l.

   Walter se agachó y Evan hizo una mueca en anticipación de otro ataque en sus bolas. Pero Walter solo agarró la mano derecha cubierta de esperma de Evan y la sacudió. Le sonrió y salió del escenario.

   ā€”Guau. Walter ni siquiera tiene dolor. Dios. Y miren a Evan —Simón se reĆ­a.

   Evan se cubrió la cara otra vez, gimiendo y acariciando sus bolas con la mano izquierda.

   Ignacio salió de los vestuarios e hizo una mueca. Se estaba frotando las bolas, pero sonrió cuando vio a Evan acostado en un charco de su propio semen.

  —El espectĆ”culo debe continuar —anunció Simón—. Aparentemente, Ignacio no se ha recuperado contra Mateo. Pero ahora se enfrentarĆ” a Evan. Esto va a ser rĆ”pido...

   El Ć”rbitro agarró a Evan y lo ayudó a ponerse de pie. ParecĆ­a mareado e instantĆ”neamente se dobló, sobando sus albóndigas, miraba a Ignacio con miedo en los ojos.

   Eladio hizo sonar el silbato, y Evan gimió y se paró frente a Ignacio, quien inmediatamente colocó su mano izquierda detrĆ”s de su espalda y su mano derecha debajo del saco de Evan.

   Evan gimió y buscó entre los muslos de Ignacio.

   ā€”Hombre, pobre Evan —comentó Simón.

   En el segundo golpe del silbato, ambos agarraron las bolas de sus oponentes.

   Evan hizo una mueca.

   Ignacio sonrió.

   Cuando Eladio hizo sonar el silbato por tercera vez, Ignacio inmediatamente cerró la mano alrededor de los gümaros cubiertos de lefa de Evan, tratando de agarrar bien las bolas vacĆ­as.

   Evan hizo lo mismo, pero no parecĆ­a confiado. Apretó con fuerza e ​​Ignacio hizo una mueca de dolor.

   Sin embargo, esto no fue nada en comparación con el rostro de Evan. El pobre levantó las cejas y tuvo arcadas.

   Ignacio amasó las bolas en su mano, apretando los delicados orbes y girĆ”ndolos al mismo tiempo.

   ā€”Oh Dios. Observen la polla de Evan estĆ” subiendo como un militar raso ja, ja, ja. O quizĆ”s Ignacio va a obtener otra muestra de leche... Apuesto a que serĆ” menos rica en contenido...

   La cara de Evan se puso roja. No querĆ­a darse por vencido y aumentó la presión sobre las yemas de Ignacio.

   Pero Ignacio estaba decidido. Gritó de dolor y retorció y aplastó los testĆ­culos de Evan con renovado frenesĆ­.

   La polla de Evan estaba completamente dura, y no le tomó mĆ”s de unos minutos para disparar una nueva lluvia de semen.

   El pĆŗblico gritó y vitoreó, pero  no a Evan sino a Ignacio...

   ā€”Quieren ver a Evan correrse de nuevo —Simón se rió.
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   Con un grito espeluznante, Evan cerró los ojos.

   ā€”Uno, dos, tres —Simón contó los fajos que salieron volando del miembro de Evan—. Wow, es impresionante.

   La audiencia se volvió loca y Evan gimió: —Me rindo.

   Ignacio sonrió y ambos concursantes se soltaron al mismo tiempo.

   ā€”Ā”Bronce para Ignacio! —exclamó Simón.

   Evan estaba parado doblado, sus manos descansaban sobre sus rodillas, su polla rezumaba semen que goteaba al piso. Estaba mirando la piscina, su charco de leche y gimió ruidosamente.

   Ignacio tambiĆ©n se dobló, sosteniendo sus doloridas bolas. DespuĆ©s se enderezó, se encogió de hombros, sonrió al pĆŗblico y, con una patada, estrelló su pie descalzo contra las grandes papas de Evan. El sonido sordo de su empeine chocando con las bolas vacĆ­as de Evan resonó en el gimnasio, y la audiencia se quedó en silencio.

   Evan gritó de dolor y se desplomó en el suelo.

   Ignacio se encogió de hombros inocentemente y salió del escenario.

   ā€”Oh, hombre... ĀæPor quĆ© hizo eso? RecibirĆ” una penalización. Ā”Eso fue completamente innecesario! Es el ganador, y es desleal.

   El Ć”rbitro Eladio siguió a Ignacio a los vestuarios, mientras Evan gemĆ­a y llorraba en el escenario.

   Eladio regresó con mirada de enojo.

   ā€”Espero que Eladio le haya dicho lo que le espera en la ceremonia de premiación cuando se repartan las sanciones —dijo Simón—. No puedo creerlo... De todos modos, sigamos adelante. Ahora es la Ćŗltima pelea de hoy. Walter y Mateo compiten por la medalla de oro. Ā”Y aquĆ­ estĆ”n!

   Ambos subieron al escenario y se dieron la mano. ParecĆ­an hambrientos por la medalla de oro y ansiosos de poner las manos en los cojones de su oponente.

   DespuĆ©s que Eladio sonara el silbato tres veces se pusieron en sus posiciones y comenzó el partido.

   Walter apretó los dientes y sonrió con ostentación, obviamente tratando de intimidar a Mateo con su actitud, mientras Mateo sostenĆ­a sus testĆ­culos en su mano, amasando sin piedad las dos bolas entre sus dedos y su palma.

   A Mateo no le importaban los intentos de Walter de pelear psicológicamente. Fue la lucha fĆ­sica lo que lo atrapó. La mano de Walter se envolvió alrededor de sus cocos, exprimiĆ©ndoles los espermatozoides y haciendo que Mateo gimiera y gritara de dolor.

   ā€”Oh, esta es una pelea difĆ­cil —comentó Simón—. Ā”Ambos son buenos! Miren la cara de Walter. EstĆ” tratando de no mostrar cuĆ”nto lo estĆ”n lastimando. Pero estĆ” sudando y... Bueno, creo que Mateo no estĆ” lejos de la agonĆ­a.

   El pĆŗblico aplaudió, algunos gritaron el nombre de Walter, algunos el de Mateo.

   ā€”Ā”Estamos a dos minutos! —alegó Simón—. Ā”Y no hay final a la vista!

   Los dos concursantes continuaron exprimiĆ©ndose las bolas.

   Mateo estaba gritando y gimiendo de dolor, su lindo rostro se veĆ­a mojado de sudor, sus ojos estaban bien abiertos y vidriosos.

   La cara de Walter estaba roja. Sudaba profusamente, pero trató de mantener una sonrisa intimidante. Eso hizo que su rostro pareciera una mĆ”scara extraƱa, porque sus ojos estaban llenos de lĆ”grimas, su nariz temblaba, gotas de sudor corrĆ­an por sus mejillas, sus dientes estaban apretados y sus labios estaban curvados hacia arriba con una sonrisa tensa.

   ā€”Ā”Tres minutos! —gritó Simón.

   Mateo gritó quebrando su voz, Walter tomó la delantera y retorció sus huevos con fuerza.

   Luego, lentamente, la sonrisa desapareció de la cara de Walter. La expresión en sus ojos cambió de determinación feroz a pĆ”nico.

   Mateo habĆ­a cambiado de tĆ”ctica: ahora sus uƱas estaban cavando los testĆ­culos de Walter.

   ā€”Las uƱas —decĆ­a Simón—. Ā”Esa tĆ”ctica ha funcionado con Ignacio, y creo que tambiĆ©n estĆ” funcionando con Walter!

   La cara de Walter parecĆ­a que sus huevos estaban atrapados en una picadora de carne. Sus ojos se agrandaron y sus mejillas se inflaron cuando los dedos de Mateo aplastaron sus pobres bolas.

   ā€”Ā”Mateo lo tiene! —gritó Simón—. Ā”Lo tiene!
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   Los ojos de Walter se crisparon y su boca se abrió en un grito silencioso. Su mano que sostenĆ­a las huevas de Mateo se aflojó y sus labios temblaron.

   Mateo sonrió cruelmente y continuó aplicando presión a las pobres y carnosas bolas de Walter.

   De repente Walter jadeó y abrió la boca. Tosió y gritó con voz ronca: —Me rin...

   Los ojos de Mateo se iluminaron y retorció las gónadas de Walter con fuerza.

   Los ojos de Walter giraron en su cabeza y se desplomó en el suelo.

   ā€”Ā”Oro para Mateo, seƱores!

   La audiencia se volvió loca, aplaudiendo y animando a Mateo.

   Walter yacĆ­a en el suelo, gimiendo suavemente, demasiado exhausto para agarrar su agonizante virilidad. Mateo retomando su profesionalismo inspeccionó las huevas de su oponente y despuĆ©s empezó a abofetear su rostro para devolverlo a la vida.

   Un grito ronco escapó de la boca de Walter y se acurrucó en forma fetal. Su hermano se acercó con expresión comprensiva en su rostro.
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   Mateo se quedó parado pero doblado, sus manos agarraban sus doloridos testĆ­culos. Estaba dividido entre el dolor de sus huevos y la alegrĆ­a de la victoria.

   ā€”Ā”Felicitaciones! —era la voz de Simón.

   En el escenario, Walter se levantó lentamente. El pĆŗblico aplaudió cuando cojeó hacia Mateo, le estrechó la mano y lo felicitó por su victoria.
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   ā€”Eso es todo por hoy —anunció Simón—. Sintonicen la próxima semana para ver nuestro Ćŗltimo dĆ­a de competencia aquĆ­ en la CBS. Es PuƱo en la ingle la próxima semana. Ā”Adiós!

   Apagó el micrófono. Salió de su espacio y se unió a Farid y Bastian en la sala de control.

   ā€”Buen trabajo, Simón —felicitó Bastian sentado en una silla.

   Farid asintió con la cabeza.

   ā€”Gracias —sonrió Simón—. Ā”Fue una buena noche! Ā”Grandes peleas!

   ā€”Absolutamente —afirmó Bastian.

   ā€”Sabes, estaba pensando hoy mĆ”s temprano —dijo Simón.

   ā€”ĀæSĆ­?

   ā€”Lo que dijiste.

   Bastian lo miró fijamente.

   ā€”Sabes, Āædisfrutan los jóvenes el ballbusting? —comentó Simón.

   Bastian alzó las cejas.
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   De repente, Simón se abalanzó sobre Ć©l, que estaba sentado con las piernas abiertas dejĆ”ndole acceso perfecto a sus dos delicadas gónadas.

   El puƱo de Simón chocó contra la entrepierna y aplastando el bulto.

   Bastian tosió y se dobló. Una sensación de nĆ”useas se deslizó dentro de Ć©l. Gimió y miró a Simón que se reĆ­a a carcajadas.

   Trató de poner cara seria, pero falló. Se rió y se encogió de hombros.

   Farid tambiĆ©n se burló.

   Bastian gruñó.

   ā€”Es gracioso —sonrió Simón.

   Bastian gruñó. Agarró sus fauleadas bolas y las frotó.

   Farid y Simón se rieron. Se chocaron las manos y salieron de la sala de control.

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