Conduciendo un taxi de noche - Las Bolas de Pablo

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30 oct 2019

Conduciendo un taxi de noche

ESCRITO POR: ZATN
CONTIENE BALLBUSTING F/M.
Es continuaciĆ³n del relato: CONDUCIENDO UN TAXI DE DƍA.

   En el relato anterior, Lorena MartĆ­nez de 20 aƱos, sale a conducir el taxi de su abuelo MartĆ­n, quien por enfermedad no puede laborar el dĆ­a de hoy, en su recorrido enfrenta mĆ”s de una aventura y pleito con diferentes personas, saliendo airosa de las situaciones con golpes bajos…
…Pero los lĆ­os le causan pocas ganancias en su jornada de trabajo, por lo que la joven decide continuar la jornadas hasta la noche… a continuaciĆ³n se narrarĆ” sus aventuras nocturnas.

   Lorena conducĆ­a con prisa, debĆ­a tener mĆ”s ganancias, eran las 9 Pm, y un cliente parĆ³ el taxi, el hombre se subiĆ³ en el asiento de adelante, estaba claramente alcoholizado, su destino estaba lejos asĆ­ que debiĆ³ soportar el aliento alcohĆ³lico y la verborrea del sujeto.

   “Una mujer taxista, hip, es la primera vez que me lleva una mamacita como tĆŗ, hip, hip”.

   Lorena evitaba al mĆ”ximo conversar con Ć©l. Le parecĆ­a repulsivo, su aspecto, su volumen abdominal, y el cĆ³mo derramaba el whisky de marca, tratando de servirlo en un pequeƱo vaso.

   “Un trago, querida, hip…”.

   “No muchas gracias”.

   ”Solo uno, por las mujeres que conducen…hip… hip”.

   “Por eso mismo, estoy conduciendo, no puedo”.

   “Vamos… tĆ³mate solo uno, hip”. El molesto sujeto le acercĆ³ un vasito de whisky, Lorena lo tratĆ³ de rechazar, pero al conducir le era difĆ­cil alejar la mirada del camino.

   “No moleste, que no quiero”. Por fin logrĆ³ alejarle el trago… pero el sujeto estaba muy lejos de calmarse.

   “Y si me das un besito?, hip…”. Sin conocer la vergĆ¼enza, el alcoholizado la tratĆ³ de besar… Lorena comenzĆ³ a forcejear con una mano, mientras con la otra controlaba el auto.

   “Pero que hace?, borracho inmundo, alĆ©jese!”. El sujeto no hacĆ­a caso y pegaba su mejilla al rostro de la chica, buscando llegar a sus labios…
…Lorena se hartĆ³, detuvo un momento el auto y pudo usar ambos brazos…
…Con la mano derecha, mĆ”s fuerte, mantuvo a distancia la cara el borracho, mientras la izquierda se dirigĆ­a por debajo a la entrepierna del degenerado…palpando, la mujer hallĆ³ el pene semi erecto… y fue por las gĆ³nadas.  Sus dedos hallaron el blanco y estrujaron con fuerza.

   “AAAAAAHHHHHHHHHHHHHH!!!!!”. 
Fue el alarido del borracho, que casi se ahoga con su saliva.

   “Fuera de mi taxi, ebrio maldito!”. Lorena mantenĆ­a el agarre y le empujaba hacĆ­a la puerta, querĆ­a que se saliera… el tipo suplicĆ³.

   “Ayyy, suelta!, suelta!”.

   “Que te largues!, ah pero eso sĆ­, me pagas primero la carrera!”.

   La mujer comenzĆ³ a revisarle el bolsillo de la camisa, el hombre tenĆ­a allĆ­ unos billetes, Lorena los tomĆ³, el alcoholizado desesperado, abriĆ³ la puerta y por fin liberaron sus gĆ³nadas.  Las manos del ebrio reemplazaron a las de Lorena al tocar su entrepierna.

   Un leve empujĆ³n al borracho, y cayĆ³ sobre el andĆ©n.

   “Ves a besar a la puta que te pariĆ³!!”.

   Antes de cerrar la puerta, la enojada chica le arrojĆ³ la botella de whisky que se rompiĆ³ contra el cemento; Y al final, tambiĆ©n arrojaba, pero eso si en su cara, algunos billetes de mas, ella no era una ladrona, y solo se quedaba con lo que merecĆ­a de pago por llevar al borracho.

   El ebrio pasĆ³ casi una hora en el andĆ©n, dormitĆ”ndose y sobĆ”ndose las pelotas, por el trago en su cerebro al dĆ­a siguiente poco fue lo que recordĆ³… eso sĆ­, al orinar le molestaban los cojones, Lorena le apretujĆ³ todo el paquete, bolas, conductos urinarios y hasta un poco de su falo.


   Casi a las 11 pm, y luego de hacer unas 2 carreras, Lorena recogiĆ³ a una pareja, ambos de unos 40 aƱos, el varĆ³n venĆ­a algo tomado, y su esposa se mostraba iracunda, al parecer la mujer le sacĆ³ de la fiesta en la que tomaba, para llevarlo a casa.

   “Cretino maldito!, ebrio miserable, hasta cuando vas a seguir con estas escapadas con tus malditos amigos!”.

   “Hip!... No te enojes mi vida… hip!”.

   De pronto el alcoholizado se comenzĆ³ a fijar en la taxista… no se habĆ­a percatado que era una mujer, el hombre se acercĆ³ a su nuca y comenzĆ³ olerla.

   “Pero que hace?”. ReclamĆ³ Lorena, quien nuevamente tenĆ­a problemas con ebrios; su queja llamĆ³ la atenciĆ³n de la esposa que asĆ­ notĆ³ que hacĆ­a su esposo.

   “No te molestes, Hip, sĆ³lo te olĆ­a el pelo”.

   “Degenerado, no aprendes verdad!”. La esposa estallĆ³ en rabia, comenzando a palmotear al tipo por todos lados… mĆ”s de un manotazo le dio en la cabeza a Lorena, la parte posterior del taxi era ahora un campo de batalla.

   “Ya dejen eso…”. La conductora detuvo el taxi para evitar un accidente, de inmediato el borracho saliĆ³ por una puerta, siendo perseguido por la esposa que no paraba de golpearle.

   Lorena estaba harta de estos retrasos, y ahora dudaba que le pagaran.

   “Ya mi vida, dĆ©jame en paz, hip…”. El ebrio logrĆ³ alejarse unos pasos de la mujer, que estaba roja del enfado.
   “Ya me tienes cansada, ebrio!”. La esposa apuntĆ³ a la entrepierna del marido y le propinĆ³ un contundente puntapiĆ©, el empeine golpeĆ³ el saco escrotal, aplastando todo lo que contenĆ­an los calzoncillos orinados del ebrio.

   “OOOUUGGGHHHH!!!”. ExpresĆ³ el marido, que se derrumbĆ³ como un castillo de naipes, el dolor le hizo apretar los dientes con todas sus fuerzas, al tiempo que se pinzaba la lengua…
…Acurrucado en el pavimento, el ebrio eructaba y tosĆ­a sin cesar, las manos palpaban sin parar sus pequeƱos testĆ­culos y su pene que lucĆ­a escurrido.

   Ante el golpe bajo, Lorena desviĆ³ la mirada, ya habĆ­a presenciado suficientes golpe a las pelotas de los machos por un dĆ­a... Siendo ella la que mayormente habĆ­a dado los golpes. DecidiĆ³ marcharse, que esos dos se arreglaran como pudieran, de seguro cada quien se irĆ­a a casa en su propio taxi.

   Al dirigirse al auto, fue sorprendida por una mano en su hombro que la obligaba a dar vuelta. Enseguida una bofetada  le atinaba.

   “Y tĆŗ a dĆ³nde vas, quita maridos!”. La esposa tambiĆ©n desquitaba su enojo con la conductora.

   “Vieja loca, a mĆ­ no me meta en sus lĆ­os!”. Le gritĆ³ Lorena al tiempo que la prendĆ­a del cabello…
…EmpezĆ³ un duelo de cabelleras, llegando a arrancarse pelos de la raĆ­z.

   Una patada de la esposa al tobillo de Lorena la sacĆ³ de quicio y dio todo de sĆ­; La taxista liberĆ³ su mano derecha para descargar con furia una tremenda y todopoderosa cachetada que le dio la victoria…
El impacto arrojĆ³ a la esposa al suelo, y con media cara hirviĆ©ndole, no dio para levantarse, en parte por temor a la fuerza de aquella taxista.

   “…Y no me vuelva a poner la mano encima o le irĆ” peor!”.

   La taxista subiĆ³ a su vehĆ­culo y enojada acelerĆ³… el lĆ­o la habĆ­a dejado enfadada y sin pago por el servicio prestado.

   La madrugada llegĆ³ y algunos clientes engrosaron la billetera de Lorena, aun asĆ­, era poco para sus expectativas iniciales, pero no tenĆ­a de otra que continuar hasta el amanecer.

   Eran las 2 am, cuando parĆ³ el taxi un cliente, el hombre iba bien vestido y no parecĆ­a alcoholizado, se subiĆ³ a la parte trasera y tras dar la direcciĆ³n a ir, se mantuvo en silencio…
Pasado algunos minutos, Lorena sintiĆ³ algo afilado y frĆ­o en el cuello, era un cuchillo con el cual el pasajero la pretendĆ­a asaltar.

   “No puede ser mi suerte…”.

   “Mala suerte mi amor, una mujer taxista no es comĆŗn de encontrar, y menos a estas horas de la madrugada… creo que no debiste salir tan tarde cariƱo”.

   Al recalcar el cuchillo en su cuello, la mujer obedece las Ć³rdenes, primero orilla el taxi y lo detiene.

   “Dame el dinero y me bajo”.

   “No me haga esto, mire que me ha ido muy mal en el dĆ­a, por favor”. MĆ”s preocupada por su dinero que por su bienestar, Lorena suplicaba que no la asaltase.

   “Tranquila cariƱo, tranquila, colabora y te iras sin rasguƱos… estamos Ok?”.

   Resignada, Lorena sacĆ³ el dinero que llevaba y se lo entregĆ³ al delincuente.

   “TambiĆ©n el telĆ©fono, mi vida”.

   Ya con todo el botĆ­n, el canalla retirĆ³ el peligro de aquel lindo cuello y saliĆ³ a toda prisa del taxi.

   Lorena dio dos cabezazos sobre el volante, maldecĆ­a su mala suerte, en ella todo era ira, y no analizaba que tuvo un cuchillo a punto de degollarla. Fue entonces que vino a su mente una imprudente idea, debajo del asiento estaba una vieja llave de tuercas que su abuelo usaba en caso de problemas con otros taxistas, el viejo era hĆ”bil en el uso de la herramienta como objeto contundente…

   Lorena la tomĆ³ y saliĆ³ del vehĆ­culo tras el pillo.

   Lo vio a distancia y con la llave en mano le iba a golpear por detrĆ”s, pero el delincuente siempre prevenido volteĆ³ y la esperĆ³, sacĆ³ el cuchillo, ante lo cual, la taxista se detuvo a unos  5 pasos.

   “Me la vas a pagar maldito ratero!”. Lorena como con el conductor del Uber, se mostraba imprudente, no medĆ­a las consecuencias.

   “Quieres que te puye?, pues a la dama lo que pida… vente!”.
   Y asĆ­ quedaron los contrincante, una con una llave y otro con un cuchillo.
      
   Pero Lorena no estaba tan fuera de sĆ­, sabĆ­a que estaba en desventaja pero tenĆ­a un plan; Se abalanzĆ³ contra el sujeto, y antes de chocar, arrojĆ³ la llave de tuercas… con precisiĆ³n el objeto golpeĆ³ la muƱeca del delincuente haciĆ©ndole soltar el cuchillo, el varĆ³n de inmediato se distrajo e intentĆ³ inclinarse para tomar el arma, pero era lo que Lorena querĆ­a…
…Sin darle oportunidad la taxista lanzĆ³ una patada con fuerza a sus genitales, el pie dio de lleno en los testĆ­culos del ladrĆ³n, elevĆ”ndolo un par de centĆ­metros.

   “AAAAAUUUUUUUUU!!!!!!!!!”. Se quejĆ³ el sujeto y de inmediato se agarrĆ³ la entrepierna.

   Lorena le dio un puƱo en la cara, acompaƱado de un empujĆ³n y el ladrĆ³n estaba en el suelo. La taxista comenzĆ³ a darle de puntapiĆ©s en la espalda… una patada le hizo daƱo en la cara y el sujeto quedĆ³ atontado.

   “Me las pagarĆ”s todas!”.

   Una nueva patada al rostro y un escupitajo de sangre dio un brinco, seguido Ć©l criminal perdiĆ³ el sentido…
…Lorena comenzĆ³ a esculcarle, en el bolsillo del pantalĆ³n notĆ³ un bulto, sacĆ³ su dinero y telĆ©fono; De reojo mirĆ³ el otro bulto… Aquel en su entrepierna, una sonrisa  apareciĆ³ en sus labios y con la mano derecha le retorciĆ³ las pelotas.

   “Vaya, eres huevĆ³n…”.

   Inconsciente no se podĆ­a quejar, pero las apretĆ³ unos segundos mĆ”s, luego se hartĆ³ y marchĆ³ en direcciĆ³n a su vehĆ­culo.

   “Y mĆ”s te vale no volver a toparte conmigo, Rata!”.

   Eran las 6 am, cuando el taxi llegaba a casa de sus abuelos, el viejo MartĆ­n, que siempre se levantaba temprano se aprestĆ³ a recibirla. Lorena traĆ­a profundas ojeras y el cabello desarreglado, se veĆ­a realmente mal.

   “Pero que te pasĆ³ hija mĆ­a?”.

   “Ay abuelo MartĆ­n, no sĆ© cĆ³mo haces para salir dĆ­a y noche en el taxi y regresar a salvo… es demasiado complicado manejar un taxi en esta ciudad”.

   “NiƱa, con los aƱos uno se acostumbra… imagino por esa cara, que te fue mal con las ganancias, pero no importa agradezco me hayas ayudado”.

   “Te equivocas abuelo, si tuve ganancias”.

   Lorena saco un fajo de billetes, con una cantidad similar a las ganancias de su abuelo un buen dĆ­a de trabajo.

   “Muchacha!, pero que sorpresa, cĆ³mo le hiciste?”.

   “Secretos del oficio, abuelito”.

   Lo que no confesĆ³ Lorena, fue que tras noquear al asaltante, sintiĆ³ la curiosidad de registrarle a profundidad… y en su camisa consiguiĆ³ el dinero que el tipo habĆ­a hurtado en robos previos. Lorena no lo dudĆ³ dos veces y se quedĆ³ con el efectivo, no fue lo mismo que con el primer borracho y su dinero… este era un ratero y como dice el refrĆ”n: LadrĆ³n que roba a ladrĆ³n, tiene cien aƱos de perdĆ³n.

   Ante la peticiĆ³n de su abuelo de volver a salir con el taxi, Lorena le dio un NO rotundo.

   Apenas entrĆ³ a su cuarto se desvaneciĆ³ en la cama… no volverĆ­a  a conducir el taxi de su abuelo, la profesiĆ³n de taxista era demasiado complicada para ella.

FIN.
Gracias.

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