BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
Fabio siempre veĆa el fascinante cuerpo de su hermamastro Camilo, era alto, fuerte, dotado de muchos mĆŗsculos. Fabio siempre se preguntaba cĆ³mo serĆa golpear en los testĆculos a un tipo tan grande y a veces arrogante como Camilo.
Fabio tambiĆ©n era reconocido entre su grupo de amigos como el rompebolas ya que siempre le gustaba golpear a sus compaƱeros en las partes mĆ”s dĆ©biles. Su duda existencial se debatĆa en: ¿CaerĆa Camilo al suelo y llorarĆa, o su voz chirriarĆa como nena con el insoportable dolor de bolas?
Un dĆa, Camilo estaba de pie en la cocina, inclinado ante la caja de verduras buscando algo para preparar el almuerzo.
Finalmente vencido por la urgencia de golpear a su hermanastro, Fabio se le acercĆ³ y golpeĆ³ su pie contra el bulto de Camilo. Aplanando sus bolas y dejĆ”ndolo sin aliento.
Camilo jadeĆ³ de dolor cuando sus preciosas joyas fueron aplastadas reaccionando cayĆ©ndose al suelo.
Fabio rugiĆ³ de risa cuando su hermanastro se doblĆ³ y agarrĆ³ sus huevos, haciendo muecas de dolor.
—Me duele —chillĆ³ Camilo.
Fabio se riĆ³ mĆ”s fuerte.
Camilo quedĆ³ postrado en el suelo durante varios minutos hasta que logrĆ³ ponerse de pie.
—No hagas eso mĆ”s, ¿de acuerdo? —gimiĆ³, doblado por el dolor entre las piernas.
Fabio se disculpĆ³ y le prometiĆ³ que no volverĆa a hacerlo, pero esa promesa se rompiĆ³ varios dĆas despuĆ©s mientras estaban entrenando.
La madre de Camilo estaba de viaje con su novio mientras los dos jĆ³venes se quedaban compartiendo la casa.
—¡Vamos, vamos dale duro! —Camilo alentaba a su hermanastro. A pesar de todo, la relaciĆ³n era amena.
—No puedo —Fabio se quejĆ³. —Lo he intentado, pero no puedo.
—Es fĆ”cil, te lo mostrarĆ© —Camilo sonriĆ³.
AbandonĆ³ el suelo donde estaba entrenando con flĆ©xiones. Su hermoso cuerpo musculoso brillaba con sudor. Su short se aferraba a su paquete, resaltando cada curva.
Fabio quedĆ³ hipnotizado por la forma en que el bulto de su hermanastro se movĆa entre sus piernas mientras caminaba hacia Ć©l. A pesar de su promesa anterior, el impulso repentino de reventar sus cojones se volviĆ³ irresistible.
Cuando Camilo se acercĆ³, la pierna de Fabio se balanceĆ³ entre sus muslos clavando el paquete contra su pelvis con un rotundo golpe. Su pie desnudo se estrellĆ³ contra la ingle de Camilo, crujiendo sus grandes huevos con un sonido perturbador.
Camilo dejĆ³ escapar un gemido miserable. ExhalĆ³ y parpadeĆ³.
—Mierda, mis bolas —gimiĆ³, inclinĆ”ndose cuando el dolor explotĆ³. Sus manos se movieron a su paquete.
La sonrisa en el rostro de Fabio se ensanchĆ³ de ver la angustia en el rostro de su hermanastro.
—Lo siento, Camilo.
Los ojos del fuerte muchacho se cerraron sintiendo arcadas cuando el sabor de la bilis llenĆ³ su boca.
Fabio ayudĆ³ a su hermanastro a cojear hasta unos bancos en el verde patio de bonito cĆ©sped.
Camilo permaneciĆ³ en silencio durante mucho tiempo, frotando lentamente sus doloridos huevos. Luego, despuĆ©s de una larga pausa, preguntĆ³: —¿Por quĆ© sigues golpeĆ”ndome en los bajos? ¿EstĆ”s enojado conmigo o algo asĆ?
—No —Fabio se sacudiĆ³, ¿cĆ³mo explicarle que le excitaba verlo sufrir por un golpe en sus bolas.
—Entonces, ¿quĆ© pasa? Es la segunda vez que me pegas.
—Es un juego entre amigos, ya sabes.
Camilo asintiĆ³ con la cabeza.
—Es solo por diversion —aclarĆ³ Fabio agregĆ³ rĆ”pidamente—, no quise lastimarte.
Camilo se sentĆ³ en silencio.
—EstĆ” bien —dijo Camilo finalmente.
—¿No estĆ”s enojado?
—No —respondiĆ³ Camilo—. Pero tienes que detenerte. No puedes pasar la vida acercĆ”ndote y golpearme en los huevos.
—Lo sĆ©.
—Si sigues asĆ me vas a dejar sin dĆa del padre.
Fabio se riĆ³ con fuerza.
Minutos despuĆ©s regresaron a los ejercicios aunque Camilo se veĆa lento agarrando aĆŗn sus testĆculos pudo continuar su cometido. Una hora despuĆ©s tuvo que orinar y entrĆ³ a la casa. Fabio se quedĆ³ en el patio.
PracticĆ³ ejercicios para fortalecer el pecho, ejercitando sus mĆŗsculos con fuerza. DespuĆ©s de un rato, se dio la vuelta sobre su espalda mientras veĆa pasar las nubes sobre Ć©l.
Fue entonces cuando notĆ³ que Camilo no habĆa regresado.
SaliĆ³ del Ć”rea del patio atravesando la puerta de la cocina.
—¿Camilo? —lo llamĆ³, pero no hubo respuesta.
DespuĆ©s de buscar en la planta baja, se dirigiĆ³ al segundo piso.
Todo estaba en silencio y la puerta de la habitaciĆ³n de Camilo estaba cerrada. Fabio se arrastrĆ³ hasta la puerta de su hermanastro y apretĆ³ la oreja contra la madera. La habitaciĆ³n estaba en silencio, aparte de un leve susurro. Fabio lentamente alcanzĆ³ el pomo de la puerta y silenciosamente girĆ³ la manija. AbriĆ³ y mirĆ³ dentro.
Los ojos de Fabio se abrieron al ver a su hermanastro desnudo, tendido en su cama. Contuvo el aliento, tratando desesperadamente de no hacer ningĆŗn ruido mientras observaba a Camilo sostener su celular viendo un video de hombres gritando por alguna razĆ³n mientras agarraba con fuerza su pene con la mano.
Fabio abriĆ³ la puerta otro centĆmetro.
La polla de Camilo era mĆ”s larga y gruesa de lo que Fabio pensaba, apuntando directamente al techo. El pene parecĆa brillante, lĆquido claro goteaba de la punta mientras pasaba la mano hacia arriba y abajo por su tronco. Debajo, dos testĆculos regordetes colgaban pesadamente.
Una oleada de adrenalina atravesĆ³ el torrente sanguĆneo de Fabio mientras observaba las fuertes gĆ³nadas de Camilo rebotar entre sus piernas. Eran tan grandes y Fabio deseĆ³ reventarlas a golpes. Se impresionĆ³ mĆ”s al escuchar el diĆ”logo que observaba Camilo era de un hombre burlĆ”ndose de otro al golpearlo en su virilidad.
Fabio se deslizĆ³ por la puerta hacia la habitaciĆ³n de su hermanastro mientras Camilo bombeaba su polla a un ritmo lento y constante. Cubierto de sudor, los mĆŗsculos de su pecho se extendieron y contrajeron. Camilo gimiĆ³ suavemente, agarrĆ³ su pene con fuerza y echĆ³ la cabeza hacia atrĆ”s. Dejando caer el celular, se agarrĆ³ los testĆculos, masajeĆ”ndolos entre sus dedos.
Fabio se acercĆ³, pisando la ropa interior sudada en el suelo y se parĆ³ a los pies de la cama de Camilo. La voz de la razĆ³n en su cabeza le dijo que saliera, pero la necesidad de reventar las grandes y carnosas bolas de su hermanastro era demasiado para resistir.
De repente, su mano saliĆ³ disparada, y se apoderĆ³ de los cojones de Camilo y tirĆ³ con fuerza lo mĆ”s que pudo.
—¡AAAAAHHHHH! —Camilo gritĆ³ de sorpresa. El fuerte tirĆ³n en sus huevos lo sacĆ³ de su felicidad pre-orgĆ”smica. —¿QuĆ© demonios estĆ”s haciendo, Fabio? ¡Vete al infierno!
Asustado por el grito de Camilo, Fabio entrĆ³ en pĆ”nico y cerrĆ³ los dedos alrededor del saco de huevos apretando sus carnosas bolas.
Camilo dejĆ³ escapar un gruƱido y su polla comenzĆ³ a temblar.
—Suelta mis huevos —Camilo suplicĆ³ con voz torturada—. Por favor, Fabio.
Fabio intentĆ³ abrir el puƱo, pero los mĆŗsculos de sus dedos se negaron a doblarse. En ese momento, recibiĆ³ el calor que emanaban los preciosos testĆculos de Camilo. Su escroto casi se sentĆa resbaladizo en sus manos.
—Mierda —gimiĆ³ Camilo cuando su hermanastro apretĆ³ sus frĆ”giles testĆculos. Su polla, dura como roca, comenzĆ³ a temblar fuertemente.
Fabio continuĆ³ aplastando el contenido del escroto de Camilo, amasando las jugosas ciruelas entre sus dedos.
—Oh, mierda —jadeĆ³ Camilo. Su respiraciĆ³n alcanzĆ³ un ritmo rĆ”pido y su polla estaba espasmĆ”ndose sin control.
Su cuerpo se sacudiĆ³ cuando el orgasmo comenzĆ³ a desarrollarse. Fabio sintiĆ³ que las bolas de su hermanastro se apretaban en su saco y levantĆ³ la vista justo a tiempo para ver el primer chorro de semen dispararse en el aire.
Camilo gimiĆ³ cuando su polla escupiĆ³ chorro tras chorro de esperma caliente y pegajoso como fuente, salpicando su pecho y estĆ³mago. Su polla seguĆa pulsando, en erupciĆ³n con nuevas olas de espesa y blanca leche.
Fabio mirĆ³ maravillado el gĆ©iser de esperma que saliĆ³ de su hermanastro. Cuando terminĆ³, la tensiĆ³n en el rostro de Camilo habĆa desaparecido y ahora parecĆa relajado.
Camilo exhalĆ³ cuando las Ćŗltimas gotas de esperma salieron de su polla.
Fabio le dio un apretĆ³n final a los huevos vacĆos de su hermanastro antes de liberarlos.
Camilo gimiĆ³ y se doblĆ³ para masajear sus joyas exprimidas.
—Lo siento —murmurĆ³ Fabio—. Por favor, no se lo digas a nadie.
Camilo cerrĆ³ los ojos y sostuvo sus doloridas gĆ³nadas. Fabio esperĆ³ y mirĆ³ fijamente.
Camilo parpadeĆ³ varias veces.
—EstĆ” bien, no lo dirĆ© —susurrĆ³ finalmente—, solo dĆ©jame en paz por un rato.
Fabio se mordiĆ³ el labio. —Realmente lo siento, Camilo.
—Lo sĆ©, solo quiero estar solo —gimiĆ³ Camilo.
—Bueno.
Camilo observĆ³ a Fabio sonreĆr y cerrar la puerta detrĆ”s de Ć©l. Se dio la vuelta y acariciĆ³ sus bolas. Sus huevos estaban doloridos e hinchados. DespuĆ©s de un rato cesaron los latidos. TomĆ³ una camiseta sucia del piso y se limpiĆ³ el estĆ³mago y pecho.
TragĆ³ saliva al considerar guardar aquel secreto entre Ć©l y Fabio. SerĆa vergonzoso contarle a su madre que lo pillĆ³ masturbĆ”ndose en su cuarto y que encima lo agarrĆ³ de las bolas.
Al salir de la cama, se puso la ropa interior y un short y saliĆ³ al patio a entrenar donde Fabio lo estaba esperando.
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