Hermanastros (1/3): El impulso de Fabio - Las Bolas de Pablo

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9 oct 2019

Hermanastros (1/3): El impulso de Fabio


CONTIENE
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   Fabio siempre veĆ­a el fascinante cuerpo de su hermamastro Camilo, era alto, fuerte, dotado de muchos mĆŗsculos. Fabio siempre se preguntaba cĆ³mo serĆ­a golpear en los testĆ­culos a un tipo tan grande y a veces arrogante como Camilo.

   Fabio tambiĆ©n era reconocido entre su grupo de amigos como el rompebolas ya que siempre le gustaba golpear a sus compaƱeros en las partes mĆ”s dĆ©biles. Su duda existencial se debatĆ­a en: ¿CaerĆ­a Camilo al suelo y llorarĆ­a, o su voz chirriarĆ­a como nena con el insoportable dolor de bolas?

   Un dĆ­a, Camilo estaba de pie en la cocina, inclinado ante la caja de verduras buscando algo para preparar el almuerzo.

   Finalmente vencido por la urgencia de golpear a su hermanastro, Fabio se le acercĆ³ y golpeĆ³ su pie contra el bulto de Camilo. Aplanando sus bolas y dejĆ”ndolo sin aliento.

   Camilo jadeĆ³ de dolor cuando sus preciosas joyas fueron aplastadas reaccionando cayĆ©ndose al suelo.

   Fabio rugiĆ³ de risa cuando su hermanastro se doblĆ³ y agarrĆ³ sus huevos, haciendo muecas de dolor.

   —Me duele —chillĆ³ Camilo.

   Fabio se riĆ³ mĆ”s fuerte.

   Camilo quedĆ³ postrado en el suelo durante varios minutos hasta que logrĆ³ ponerse de pie.

   —No hagas eso mĆ”s, ¿de acuerdo? —gimiĆ³, doblado por el dolor entre las piernas.

   Fabio se disculpĆ³ y le prometiĆ³ que no volverĆ­a a hacerlo, pero esa promesa se rompiĆ³ varios dĆ­as despuĆ©s mientras estaban entrenando.

   La madre de Camilo estaba de viaje con su novio mientras los dos jĆ³venes se quedaban compartiendo la casa.

   —¡Vamos, vamos dale duro! —Camilo alentaba a su hermanastro. A pesar de todo, la relaciĆ³n era amena.

   —No puedo —Fabio se quejĆ³. —Lo he intentado, pero no puedo.

   —Es fĆ”cil, te lo mostrarĆ© —Camilo sonriĆ³.

   AbandonĆ³ el suelo donde estaba entrenando con flĆ©xiones. Su hermoso cuerpo musculoso brillaba con sudor. Su short se aferraba a su paquete, resaltando cada curva.

   Fabio quedĆ³ hipnotizado por la forma en que el bulto de su hermanastro se movĆ­a entre sus piernas mientras caminaba hacia Ć©l. A pesar de su promesa anterior, el impulso repentino de reventar sus cojones se volviĆ³ irresistible.

   Cuando Camilo se acercĆ³, la pierna de Fabio se balanceĆ³ entre sus muslos clavando el paquete contra su pelvis con un rotundo golpe. Su pie desnudo se estrellĆ³ contra la ingle de Camilo, crujiendo sus grandes huevos con un sonido perturbador.

   Camilo dejĆ³ escapar un gemido miserable. ExhalĆ³ y parpadeĆ³.

   —Mierda, mis bolas —gimiĆ³, inclinĆ”ndose cuando el dolor explotĆ³. Sus manos se movieron a su paquete.

   La sonrisa en el rostro de Fabio se ensanchĆ³ de ver la angustia en el rostro de su hermanastro.

   —Lo siento, Camilo.

   Los ojos del fuerte muchacho se cerraron sintiendo arcadas cuando el sabor de la bilis llenĆ³ su boca.

   Fabio ayudĆ³ a su hermanastro a cojear hasta unos bancos en el verde patio de bonito cĆ©sped.

   Camilo permaneciĆ³ en silencio durante mucho tiempo, frotando lentamente sus doloridos huevos. Luego, despuĆ©s de una larga pausa, preguntĆ³: —¿Por quĆ© sigues golpeĆ”ndome en los bajos? ¿EstĆ”s enojado conmigo o algo asĆ­?

   —No —Fabio se sacudiĆ³, ¿cĆ³mo explicarle que le excitaba verlo sufrir por un golpe en sus bolas.

   —Entonces, ¿quĆ© pasa? Es la segunda vez que me pegas.

   —Es un juego entre amigos, ya sabes.

   Camilo asintiĆ³ con la cabeza.

   —Es solo por diversion —aclarĆ³ Fabio agregĆ³ rĆ”pidamente—, no quise lastimarte.

   Camilo se sentĆ³ en silencio.

   —EstĆ” bien —dijo Camilo finalmente.

   —¿No estĆ”s enojado?

   —No —respondiĆ³ Camilo—. Pero tienes que detenerte. No puedes pasar la vida acercĆ”ndote y golpearme en los huevos.

   —Lo sĆ©.

   —Si sigues asĆ­ me vas a dejar sin dĆ­a del padre.

   Fabio se riĆ³ con fuerza.

   Minutos despuĆ©s regresaron a los ejercicios aunque Camilo se veĆ­a lento agarrando aĆŗn sus testĆ­culos pudo continuar su cometido. Una hora despuĆ©s tuvo que orinar y entrĆ³ a la casa. Fabio se quedĆ³ en el patio.

   PracticĆ³ ejercicios para fortalecer el pecho, ejercitando sus mĆŗsculos con fuerza. DespuĆ©s de un rato, se dio la vuelta sobre su espalda mientras veĆ­a pasar las nubes sobre Ć©l.

   Fue entonces cuando notĆ³ que Camilo no habĆ­a regresado.

   SaliĆ³ del Ć”rea del patio atravesando la puerta de la cocina.

   —¿Camilo? —lo llamĆ³, pero no hubo respuesta.

   DespuĆ©s de buscar en la planta baja, se dirigiĆ³ al segundo piso.

   Todo estaba en silencio y la puerta de la habitaciĆ³n de Camilo estaba cerrada. Fabio se arrastrĆ³ hasta la puerta de su hermanastro y apretĆ³ la oreja contra la madera. La habitaciĆ³n estaba en silencio, aparte de un leve susurro. Fabio lentamente alcanzĆ³ el pomo de la puerta y silenciosamente girĆ³ la manija. AbriĆ³ y mirĆ³ dentro.


   Los ojos de Fabio se abrieron al ver a su hermanastro desnudo, tendido en su cama. Contuvo el aliento, tratando desesperadamente de no hacer ningĆŗn ruido mientras observaba a Camilo sostener su celular viendo un video de hombres gritando por alguna razĆ³n mientras agarraba con fuerza su pene con la mano.

   Fabio abriĆ³ la puerta otro centĆ­metro.

   La polla de Camilo era mĆ”s larga y gruesa de lo que Fabio pensaba, apuntando directamente al techo. El pene parecĆ­a brillante, lĆ­quido claro goteaba de la punta mientras pasaba la mano hacia arriba y abajo por su tronco. Debajo, dos testĆ­culos regordetes colgaban pesadamente.

   Una oleada de adrenalina atravesĆ³ el torrente sanguĆ­neo de Fabio mientras observaba las fuertes gĆ³nadas de Camilo rebotar entre sus piernas. Eran tan grandes y Fabio deseĆ³ reventarlas a golpes. Se impresionĆ³ mĆ”s al escuchar el diĆ”logo que observaba Camilo era de un hombre burlĆ”ndose de otro al golpearlo en su virilidad.

   Fabio se deslizĆ³ por la puerta hacia la habitaciĆ³n de su hermanastro mientras Camilo bombeaba su polla a un ritmo lento y constante. Cubierto de sudor, los mĆŗsculos de su pecho se extendieron y contrajeron. Camilo gimiĆ³ suavemente, agarrĆ³ su pene con fuerza y ​​echĆ³ la cabeza hacia atrĆ”s. Dejando caer el celular, se agarrĆ³ los testĆ­culos, masajeĆ”ndolos entre sus dedos.

   Fabio se acercĆ³, pisando la ropa interior sudada en el suelo y se parĆ³ a los pies de la cama de Camilo. La voz de la razĆ³n en su cabeza le dijo que saliera, pero la necesidad de reventar las grandes y carnosas bolas de su hermanastro era demasiado para resistir.

   De repente, su mano saliĆ³ disparada, y se apoderĆ³ de los cojones de Camilo y tirĆ³ con fuerza lo mĆ”s que pudo.

   —¡AAAAAHHHHH! —Camilo gritĆ³ de sorpresa. El fuerte tirĆ³n en sus huevos lo sacĆ³ de su felicidad pre-orgĆ”smica. —¿QuĆ© demonios estĆ”s haciendo, Fabio? ¡Vete al infierno!

   Asustado por el grito de Camilo, Fabio entrĆ³ en pĆ”nico y cerrĆ³ los dedos alrededor del saco de huevos apretando sus carnosas bolas.

   Camilo dejĆ³ escapar un gruƱido y su polla comenzĆ³ a temblar.

   —Suelta mis huevos —Camilo suplicĆ³ con voz torturada—. Por favor, Fabio.

   Fabio intentĆ³ abrir el puƱo, pero los mĆŗsculos de sus dedos se negaron a doblarse. En ese momento, recibiĆ³ el calor que emanaban los preciosos testĆ­culos de Camilo. Su escroto casi se sentĆ­a resbaladizo en sus manos.

   —Mierda —gimiĆ³ Camilo cuando su hermanastro apretĆ³ sus frĆ”giles testĆ­culos. Su polla, dura como roca, comenzĆ³ a temblar fuertemente.

   Fabio continuĆ³ aplastando el contenido del escroto de Camilo, amasando las jugosas ciruelas entre sus dedos.

   —Oh, mierda —jadeĆ³ Camilo. Su respiraciĆ³n alcanzĆ³ un ritmo rĆ”pido y su polla estaba espasmĆ”ndose sin control.

   Su cuerpo se sacudiĆ³ cuando el orgasmo comenzĆ³ a desarrollarse. Fabio sintiĆ³ que las bolas de su hermanastro se apretaban en su saco y levantĆ³ la vista justo a tiempo para ver el primer chorro de semen dispararse en el aire.

   Camilo gimiĆ³ cuando su polla escupiĆ³ chorro tras chorro de esperma caliente y pegajoso como fuente, salpicando su pecho y estĆ³mago. Su polla seguĆ­a pulsando, en erupciĆ³n con nuevas olas de espesa y blanca leche.

   Fabio mirĆ³ maravillado el gĆ©iser de esperma que saliĆ³ de su hermanastro. Cuando terminĆ³, la tensiĆ³n en el rostro de Camilo habĆ­a desaparecido y ahora parecĆ­a relajado.

   Camilo exhalĆ³ cuando las Ćŗltimas gotas de esperma salieron de su polla.

   Fabio le dio un apretĆ³n final a los huevos vacĆ­os de su hermanastro antes de liberarlos.

   Camilo gimiĆ³ y se doblĆ³ para masajear sus joyas exprimidas.

   —Lo siento —murmurĆ³ Fabio—. Por favor, no se lo digas a nadie.

   Camilo cerrĆ³ los ojos y sostuvo sus doloridas gĆ³nadas. Fabio esperĆ³ y mirĆ³ fijamente.

   Camilo parpadeĆ³ varias veces.

   —EstĆ” bien, no lo dirĆ© —susurrĆ³ finalmente—, solo dĆ©jame en paz por un rato.

   Fabio se mordiĆ³ el labio. —Realmente lo siento, Camilo.

   —Lo sĆ©, solo quiero estar solo —gimiĆ³ Camilo.

   —Bueno.

   Camilo observĆ³ a Fabio sonreĆ­r y cerrar la puerta detrĆ”s de Ć©l. Se dio la vuelta y acariciĆ³ sus bolas. Sus huevos estaban doloridos e hinchados. DespuĆ©s de un rato cesaron los latidos. TomĆ³ una camiseta sucia del piso y se limpiĆ³ el estĆ³mago y pecho.

   TragĆ³ saliva al considerar guardar aquel secreto entre Ć©l y Fabio. SerĆ­a vergonzoso contarle a su madre que lo pillĆ³ masturbĆ”ndose en su cuarto y que encima lo agarrĆ³ de las bolas.

   Al salir de la cama, se puso la ropa interior y un short y saliĆ³ al patio a entrenar donde Fabio lo estaba esperando. 

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