Competencia Ballbusting Salvaje (4/11): Nutball - Las Bolas de Pablo

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1 oct 2019

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Competencia Ballbusting Salvaje (4/11): Nutball

CONTIENE:
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
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   —El primer juego es Nutball —explicaba Simón Chacón a las personas que seguĆ­an la competencia en vivo por instagram—. Los concursantes deben contar con la mejor precisión de lanzamiento. Resistencia al dolor debe ser otra de las caracterĆ­sticas, en nuestro primer dĆ­a de compencia contamos con un total de 120 espectadores en el gimnasio lo que promete que el encuentro serĆ” brutal. AquĆ­ cerca tenemos a David. Nunca ha competido en un campeonato de Nutball. Ahora estĆ” preparado para dar lo mejor de sĆ­.

   El hombre moreno esposo de Pablo se quitó el boxers, revelando un par de testĆ­culos de buen tamaƱo y una polla mediana un poco dura. Su vello pĆŗbico estaba recortado mientras que sus bolas estaban bien afeitadas.

   ā€”David tiene todo lo que se necesita para un buen juego de Nutball —comentó Simón Chacón—. Su otro competidor es Walter, veamos quĆ© nos tiene que mostrar.
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   Walter le dio la espalda y se quitó los calzoncillos, revelando sus nalgas bronceadas. Se dio la vuelta y le guiñó un ojo a los espectadores. Sus grandes huevos colgaban bajo su impresionante pene.

   ā€”ĀæQuizĆ”s tenemos uno de los primeros favoritos aquĆ­? —continuó Simón—. Ahora nos encontramos con ElĆ­as, en su hoja de vida resalta sus aƱos de entrenamiento en bĆ©isbol.

   El semental de pelo con algunas canas sonrió y se bajó los calzoncillos. Su polla dura saltó y algunos espectadores jadearon de admiración. Era una cosa hermosa, y rivalizaba con el miembro orgulloso de Walter en longitud y circunferencia.
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   ā€”Wow —Simón se rió entre dientes—. Esto es una sorpresa. ElĆ­as es un gran contendiente. Y mira esas manzanas enormes. Guau.

   El pĆŗblico aplaudió la revelación de ElĆ­as.

   ā€”Y, por Ćŗltimo, pero no menos importante, tenemos a Horacio. A su vez tambiĆ©n es el presidente de la CBS y fundador de esta jornada.

   Horacio arrojó sus calzoncillos boxer a la multitud haciendo que se volviera loca de emoción.

   ā€”Vamos a ver cuatro buenos competidores hoy —explicó Simón—. David se enfrentarĆ” a Horacio, y ElĆ­an rivalizarĆ” con Walter los ganadores de cada encuentro jugarĆ”n por la medalla de oro y los perdedores juegan por bronce.

   Los cuatro contrincantes se posicionaron desnudos sobre el escenario, mostrĆ”ndose orgullosos de sus cuerpos.

   ā€”Ahora viene el Ć”rbitro de las competencias y es... Alguien muy adorado y seguido por todos, con un fuerte aplauso recibamos a Eladio.
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   La multitud vitoreó salvajemente cuando reconocieron a Eladio. El experto futbolista de la selección nacional responsable de los goles en el Mundial Rusia 2018. Amigo tambiĆ©n de Lucas Chacón.

   Eladio sonrió y disfrutó las ovaciones.

   Luego habló con los competidores. HabĆ­a marcas en el suelo para que los jugadores se sentaran. David se colocó a un lado, Horacio se sentó frente a Ć©l, ambos con las piernas bien separadas. Estaban sentados con 20 centĆ­metros de espacio entre ellos.

   Ambos sacudieron sus pollas durante un par de segundos para que se levantaran y no obstruyeran el acceso a sus huevos que descansaban en el piso entre sus muslos.

   ā€”De acuerdo con las reglas de Nutball, se gana por nocaut o por puntos ganados despuĆ©s de cinco minutos —explicó Simón—. Ahora los oponentes pueden elegir sus armas.

   Al lado de los jugadores habĆ­a una variedad de objetos, algunas pelotas de bĆ©isbol, pelotas de tenis, de billar, pero tambiĆ©n zapatos, cubos de Rubik y latas de refresco. Las latas de refresco habĆ­an sido aƱadidas despuĆ©s del contundente golpe de Horacio el dĆ­a de la inauguración. David las seleccionó.
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   Horacio se volvió mĆ”s tradicional y eligió las pelotas de bĆ©isbol.

   Entonces Eladio, el Ć”rbitro, hizo sonar su silbato.

   El primer juego comenzó.


   David arrojó la lata llena de refresco pero falló por poco.

   ā€”Eso fue un tiro de seƱorita —comentó Simón—. Tienes que hacerlo mejor que eso, porque...

   Horacio sonrió y arrojó la pelota de bĆ©isbol a las joyas colgantes de David. Aterrizó perfectamente y estrelló sus pelotas contra el suelo duro. Sus dos testĆ­culos fueron golpeados y David gritó de dolor. La multitud vitoreó.
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   David hizo una mueca y se masajeó las huevas. Agarró otra lata de refresco y la pesó en su mano. Apuntó y arrojó la lata a las bolas de Horacio, fallando nuevamente.

   ā€”Esto no va bien para David —dijo Simón—. Tiene que asestar un golpe o serĆ” fulminado pronto.

   Horacio sonrió y agarró una pelota de bĆ©isbol. Con un rĆ”pido y poderoso movimiento, lanzó la pelota a la entrepierna de David, anotando otro golpe directo y provocando una ronda de aplausos de la audiencia. David tosió y acarició sus testĆ­culos.

   ā€”Esto es feo —comentó Simón. —. David no tiene ninguna posibilidad...

   La cara de David estaba pĆ”lida cuando tomó otra lata de refresco. Tragó saliva y miró al techo.

   Horacio sonrió, sabiendo que las habilidades de lanzamiento de David estaban mucho mĆ”s allĆ” de las suyas.

   David arrojó la lata de refresco, que aterrizó en la rodilla de Horacio, muy lejos del objetivo.

   ā€”Wow, esto es feo —Simón se rió entre dientes—. QuizĆ”s las latas no eran la mejor opción en armas para empezar...

   Horacio sonrió y conectó su tercer golpe consecutivo, la pelota de bĆ©isbol se hundió en los testĆ­culos de David. Su polla dura se crispó y gritó de dolor. Algunos muchachos del pĆŗblico se encogieron y Horacio sonrió con orgullo.

   ā€”Ay, ay, ay —Simón hizo una mueca—. QuizĆ”s deberĆ­a rendirse.

   Pero David intentó ignorar el dolor en sus pobres bolas y agarró otra lata de refresco. Jadeó pesadamente y miró la lata, rezando en silencio para que esta golpeara el hermoso saco de huevos de su rival. Se enderezó y se concentró en el objetivo, las pesadas y jugosas bolas de Horacio debajo de su polla dura.

   Horacio sonrió.

   Pero esta vez David anotó un golpe. El metal duro se hundió en las delicadas gónadas de Horacio, aplastando los orbes en el suelo. Horacio gimió.

   ā€”Ā”SĆ­! —gritó Simón, y el pĆŗblico vitoreó—. QuizĆ”s esta sea la oportunidad de David. Quedan dos minutos.

   Horacio trató de recuperarse. Gimió de nuevo y se masajeó los huevos con los dedos.

   ā€”Parece que Horacio estĆ” en problemas, Āæse va a rendir?

   Horacio agarró una pelota de bĆ©isbol y la arrojó a la entrepierna de David. Sin embargo, su punterĆ­a falló, y David sonrió mientras buscaba otra lata de refresco.

   Horacio parecĆ­a mortificado.
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   David apuntó y lanzó la lata con tanta fuerza como pudo. La lata se estrelló contra el escroto de Horacio, haciendo que aullara de dolor y rodara en el suelo.

   ā€”Parece que la suerte ha cambiado —comentó Simón—. Horacio aĆŗn lidera, pero por un pequeƱo margen. Vamos en el minuto 3:04. Horacio se estĆ” tomando todo el tiempo posible para recuperarse.

   Horacio rodaba por el suelo envuelto en agonĆ­a, agarrando sus doloridas bolas y gimiendo miserablemente, mientras el pĆŗblico animaba a David.

   ā€”Horacio tiene que lanzar dentro de los próximos 5 segundos o David obtiene un punto por penalización —, dijo Simón—. 3, 2, 1.

   Eladio hizo sonar el silbato.

   ā€”Eso es. Son 3 puntos cada uno ahora —comentó Simón—. Guau. ĀæPodrĆ” Horacio salir de su miseria? El tiempo se acaba y tiene que conseguir un golpe sólido...

   Horacio hizo una mueca de dolor, agarrando sus doloridas gónadas. Miró a su oponente con expresión siniestra, y agarró una pelota de bĆ©isbol con la mano derecha, mientras confortaba sus bolas palpitantes con la izquierda.

   David sonrió nerviosamente.

   ā€”El tiempo se acaba —repitió Simón.

   Horacio hizo una mueca de nuevo. Con toda la fuerza que le quedaba, lanzó la pelota de bĆ©isbol a las bolas de David. La pelota se hundió en las joyas con un ruidoso golpe, trayendo un fuerte —Ooooo— de la multitud y un ronco —Ooooo— de los labios de David. Los ojos del esposo de Pablo se cruzaron ligeramente y sus dedos encontraron su escroto.

   ā€”Ā”SĆ­! —gritó Simón—. Eso podrĆ­a ser la victoria para Horacio.

   David comenzó a toser.

   Eladio, el Ć”rbitro, miró su reloj. Se puso el silbato en la boca y lo sopló dos veces, terminando el juego.

   David se movió en el suelo serpenteando como culebra desesperada.

   Horacio se levantó y se acarició la verga varias veces con la mano derecha mientras formaba el signo de la victoria con la izquierda.

   El pĆŗblico aplaudió.

   ā€”Ā”Es una victoria para Horacio! —gritó Simón—. IncreĆ­ble. Ā”Ese fue el final digno de campeones!

   David estaba acurrucado en el suelo, rodando de lado a lado y gimiendo de dolor.

   ā€”Los siguientes son Walter y ElĆ­as. Horacio lucharĆ” contra el ganador de esa ronda por la medalla de oro, mientras que David tendrĆ” que luchar contra el perdedor para obtener una medalla... Ahora el Ć”rbitro estĆ” despejando el campo.

   Eladio ayudó al pobre David a levantarse y lo llevó a la puerta de los vestuarios donde Pablo lo esperaba con una bolsa de hielo.

   Horacio caminó hacia allĆ­ tambiĆ©n. Ignacio y Camilo sonreĆ­an y palmearon con enerĆ­a su espalda felicitĆ”ndolo. Horacio sonrió dĆ©bilmente y agarró sus bolas que tambiĆ©n habĆ­an recibido una paliza.

   Ahora Walter y ElĆ­as subieron al escenario. Sus cuerpos desnudos brillaban a la luz del gimnasio.

   Walter se paró frente al pĆŗblico y saltó arriba y abajo, con las manos sobre la cabeza, haciendo que el pĆŗblico aplaudiera de ver sus genitales rebotar con Ć­mpetu.

   ā€”Walter cuenta con la audiencia como apoyo —comentó Simón—. Probablemente sabe que serĆ” difĆ­cil vencer a la estrella de bĆ©isbol ElĆ­as en el próximo partido.
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   ElĆ­as no parecĆ­a impresionado. Se acarició el miembro y se sentó en la marca.

   ā€”ElĆ­as parece ansioso por comenzar. Ahora el Ć”rbitro pide que Walter se siente tambiĆ©n —dijo Simón.

   Walter se sentó frente a ElĆ­as, mientras la multitud lo vitoreaba.

   ElĆ­as sonrió gentilmente.

   ā€”ĀæCuĆ”les serĆ”n las armas de elección de los concursantes? —preguntó Simón—. ElĆ­as va por las pelotas de bĆ©isbol. Bueno, eso no es sorpresa. ĀæPero quĆ© va a hacer Walter? Ɖl, oh, se arriesga y elige las bolas de billar. Esas cosas pesadas son difĆ­ciles de arrojar. Pero cuando dan en el blanco, realmente dan en el blanco... Ahora el Ć”rbitro comienza el juego. ElĆ­as va a comenzar.

   Los dos jugadores estaban sentados uno frente al otro, sus piernas abiertas, sus pollas duras apuntaba al techo, sus enormes ciruelas descansaban pacĆ­ficamente entre sus muslos musculosos.

   ElĆ­as pesó la pelota de bĆ©isbol en su mano y miró la enorme huevera de Walter.

   Walter le sonrió.

   ElĆ­as lo ignoró y arrojó la pelota de bĆ©isbol a la entrepierna de Walter.

   Aterrizó en sus huevos, aunque un poco fuera del objetivo.

   ā€”Esto es interesante —dijo Simón—. ĀæEl Ć”rbitro lo contarĆ” como un punto? Walter no parece tener ningĆŗn dolor.

   Eladio dio un paso hacia los concursantes y miró la entrepierna de Walter como si esperara encontrar una marca del impacto. Luego asintió. El golpe fue contado.

   ā€”Esa es una ventaja para ElĆ­as —comentó Simón.

   Walter se encogió de hombros y apuntó con la pelota de billar.

   ā€”Esto va a doler —predijo Simón.

   Y lo hizo. La bola de billar voló en un arco perfecto y se incrustó en los vulnerables orbes de ElĆ­as, atrayendo un jadeo colectivo de la audiencia y un grito de dolor del concursante. El pobre hombre agarró sus huevos y se dobló.

   ā€”Ay. Es un empate —dijo Simón.

   ElĆ­as respiraba con dificultad intentando lidiar con el dolor.

   El pĆŗblico estalló en vĆ­tores y aplausos para Walter.

   El atractivo moreno sonrió y asintió a la multitud.

   ElĆ­as logró recuperar el aliento a tiempo y agarró una pelota de bĆ©isbol.

   La lanzó con la mĆ”xima fuerza y ​​logró golpear las bolas de Walter. Quien jadeó cuando la pelota golpeó sus órganos reproductivos, sus bolas fueron afectadas por el impacto, mientras su polla tambiĆ©n se retorcĆ­a.

   Gimió y se agarró la ingle.

   ElĆ­as todavĆ­a estaba dolorido por el golpe anterior de Walter, pero logró formar una sonrisa victoriosa, mientras que Walter se dobló y tosió.

   ā€”Walter se estĆ” tomando su tiempo para hacer frente al golpe. Pero tiene que tener cuidado. Agarra otra pelota de billar y apunta a la virilidad de ElĆ­as.

   Walter se concentró. Sus ojos se entrecerraron mientras se enfocaba en el Ć”rea objetivo.

   ElĆ­as parecĆ­a asustado. Sus bolas ligeramente enrojecidas estaban completamente desprotegidas ya que su polla dura y gruesa estaba de pie. QuizĆ”s sabĆ­a que era el final.

   Walter exhaló lentamente, luego disparó la pelota de billar a la entrepierna de ElĆ­as. Aterrizó perfectamente, justo en la gónada izquierda.

   ā€”Ooooh —Simón hizo una mueca—. Ooooh, eso mató a los hijos de ElĆ­as.

   Los ojos del atleta se cruzaron, su boca formó una O y sus cejas se alzaron. Luego sus ojos giraron hacia atrĆ”s y se desmayó.

   El Ć”rbitro se apresuró y echó un vistazo, luego declaró que el partido habĆ­a terminado.

   La audiencia rugió con aprobación y aplaudió a Walter, quien sonrió y se inclinó.

   ā€”Se acabó. Ā”Wow! —gritó Simón—. Ā”Wow! ElĆ­as se desmayó. Es una victoria por nocaut para Walter. Eso significa que lucharĆ” contra Horacio por la medalla de oro. Guau.

   Los compaƱeros de ElĆ­as: Ari y Evan, se apresuraron hacia su amigo y, con la ayuda de un poco de sal de olor, lo trajeron a la conciencia y al dolor de pelotas. ElĆ­as aulló y agarró sus pobres bolas. Ari retiró los dedos de su ingle e inspeccionó su hueva izquierda, temiendo algĆŗn daƱo permanente.

   Asintió aliviado.

   ā€”Bueno. Todo parece estar bien —comentó Simón—. Ahora sigue el enfrentamiento de los perdedores por la medalla de bronce, lo que significa, desafortunadamente, que ElĆ­as tendrĆ” que volver al ring para luchar contra David. Esta deberĆ­a ser una victoria fĆ”cil para el primero. No hay duda de eso…

   ElĆ­as protestó cuando el Ć”rbitro le dijo que tendrĆ­a que quedarse para el próximo partido, pero fue en vano. Estaba rodando por el suelo, tratando de sobrellevar el dolor que irradiaba de sus delicadas esferas dentro de su escroto.

   David subió al escenario y se sentó frente a ElĆ­as, que todavĆ­a se retorcĆ­a en agonĆ­a.

   ā€”Por otro lado, David no ha tenido el rĆ©cord perfecto con Horacio. QuizĆ”s, ElĆ­as tenga oportunidad de ganar el bronce despuĆ©s de todo... Ahora, ĀæquĆ© tipo de instrumento va a elegir David? Parece pensar en eso. Oh, ha tomado una decisión. Y va por... oooh, el cubo de Rubik. Eso es... No sĆ©... Si consigue uno o dos buenos golpes con los bordes puntiagudos, podrĆ­a acabar con ElĆ­as para siempre...

   ElĆ­as todavĆ­a era incapaz de continuar, pero el Ć”rbitro se impacientó. Habló con Ć©l y lo convenció para que se sentara en su marca.

   Los dos oponentes estaban uno frente al otro. David sonreĆ­a acariciando su pene para que volviera a estar completamente duro. ElĆ­as no tenĆ­a que hacer nada, porque su polla estaba orgullosa. Sin embargo, su rostro contaba otra historia. Apretó los dientes para ignorar el dolor. Cuando vio a David con el cubo en la mano, palideció.

   David sonrió.

   ElĆ­as resolvió quedarse con las pelotas de bĆ©isbol.

   ā€”No sĆ© si es una buena idea. No le hizo mucho bien en su primer turno. Pero veamos —dijo Simón.

   ElĆ­as volvió a hacer una mueca de dolor y arrojó la pelota de bĆ©isbol. Que no aterrizó cerca de los huevos de David

   David sonrió alegremente.

   ā€”Guau. Ā”Eso estuvo muy lejos del objetivo! —comentó Simón.

   ElĆ­as gimió cuando vio a David torcer el cubo.

   David le guiñó un ojo y lo arrojó a las bolas carnosas de ElĆ­as. Las golpeó muy bien, pero no muy duro. Sin embargo, el impacto de los bordes duros pareció renovar el dolor en los huevos de ElĆ­as y gritó de dolor agarrando sus testĆ­culos

   ā€”Ouch —dijo Simón—. No creo que esto dure mucho...

   David sonrió y la audiencia vitoreó.
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   El pobre ElĆ­as intentó una vez mĆ”s lograr un buen golpe pero, nuevamente, no golpeó los huevos de David. La pelota de bĆ©isbol golpeó su muslo y David se echó a reĆ­r.

   La mirada en el rostro de David cambió a determinación feroz.

   ā€”Al parecer, David va a matar a los hijos de ElĆ­as —observó Simón.

   ElĆ­as gimió. Su cuerpo tembló, haciendo que su polla dura se contrajera y las bolas dentro de su saco vibraran.

   Luego, con el lanzamiento de un jugador de bĆ©isbol, David arrojó el cubo de Rubik al pobre escroto de ElĆ­as. Dando en el blanco.

   El grito de angustia de ElĆ­as se ahogó entre los aplausos y vĆ­tores de la multitud.

   El borde duro y puntiagudo del cubo habĆ­a golpeado a las dos bolas de ElĆ­as.

   ā€”Ā”ME RINDO! —gritó y cayó a un lado. Sollozó incontrolablemente y sobó sus pobres y destrozadas bolas con las manos.

   ā€”Ā”Eso es medalla de bronce para David! —Simón gritó emocionado.

   David saltó arriba y abajo, sus genitales rebotaban alegremente entre sus piernas. Su esposo corrió al escenario y lo abrazó.

   El pĆŗblico se volvió loco en algarabĆ­a.

   ElĆ­as yacĆ­a en el suelo, reducido a un lloroso desastre. Estaba acariciando sus huevos con las manos, tratando de aliviar el dolor.

   ā€”Ahora es el momento de la final —dijo Simón—. Horacio y Walter. Ambos han recibido golpes, pero Horacio definitivamente tuvo mĆ”s dificultades para ganar contra David. AsĆ­ que serĆ” un reto de suspenso... Los dos finalistas estĆ”n sentados en el suelo, con las piernas abiertas, la polla apuntando hacia arriba, todo estĆ” bien de acuerdo con las reglas establecidas. Ahora el Ć”rbitro les pregunta quĆ© instrumentos eligen y... Ambos van por las bolas de billar. Ay. SerĆ” una batalla acalorada...

   Eladio hizo sonar el silbato y comenzó el partido.

   ā€”Dentro de cinco minutos tendremos nuestro primer medallista de oro —dijo Simón con entusiasmo.

   Horacio tomó la primera bola de billar y miró a su oponente.

   Walter sonrió con confianza. Agarró sus bolas y las pesó en su mano.

   Horacio sonrió. Luego apuntó y lanzó la pelota de billar.

   Los ojos de Walter se abrieron de terror cuando la bola voló por el aire hacia Ć©l.

   Momentos antes del impacto, cerró los ojos con resignación.

   Fue un golpe perfecto. La pesada bola se estrelló contra sus preciosas pelotas y las aplastó con precisión.

   Soltó un grito de dolor.

   Horacio sonrió y apretó el puƱo en pose de victoria.

   Walter gimió cuando la pelota rodó lejos de sus muslos. Agarró sus bolas debajo de su polla. La expresión de su rostro decĆ­a mucho.

   ā€”Bien hecho —dijo Simón con admiración.

   Walter trató de sacudirse el dolor y agarró una bola de billar para lanzar su contraataque.

   Horacio sonrió con confianza. La sonrisa se convirtió en una extraƱa expresión de dolor cuando la bola de billar se estrelló contra su ingle.

   El sonido del impacto se escuchó en todo el gimnasio, y el pĆŗblico rugió con aprobación y vĆ­tores.

   Horacio se tomó su tiempo y acarició sus bolas con ambas manos, hasta que el Ć”rbitro miró su reloj.

   Para no darle un punto de penalización a Walter, Horacio agarró otra bola de billar.

   Con un fuerte gemido, envió la pelota a la indefensa entrepierna de Walter.

   La pelota aterrizó con un fuerte golpe en los objetos de Walter que gimió y cayó hacia un lado.

   Horacio dejó escapar un fuerte —”SĆ­! —y el pĆŗblico aplaudió.

   ā€”Walter parece estar en problemas ... — observó Simón.

   Y asĆ­ era. Su rostro estaba pĆ”lido y sus ojos se humedecieron.

   ā€”Tiene que tener cuidado con el tiempo... —dijo Simón mientras se retorcĆ­a en el suelo, protegiendo su entrepierna.

   Horacio parecĆ­a bastante satisfecho y continuó frotando sus bolas.

   Walter estaba haciendo lo mismo. Gimiendo en voz alta, y la audiencia comenzó a gritar —”Walter, Walter, Walter! —para que volviera a la acción.

   Walter gimió y se enderezó, abriendo las piernas y agarrando la siguiente bola de billar, justo cuando Eladio, el Ć”rbitro, se estaba poniendo el silbato en la boca para otorgarle a Horacio el punto de penalti.

   Walter lanzó la pelota a la entrepierna de Horacio con una fuerza sorprendente y gritó cuando golpeó en el objetivo. Le apretó la entrepierna y gimió de dolor.

   ā€”Ambos concursantes estĆ”n teniendo una pelea infernal —dijo Simón.

   La audiencia se volvió loca, gritando los nombres de los finalistas y animĆ”ndolos, mientras Horacio yacĆ­a en el suelo, gimiendo y quejĆ”ndose.
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   Walter no parecĆ­a que se sintiera mucho mejor, su rostro habĆ­a perdido todo color y parecĆ­a que estuviera fuera de combate en cualquier momento.

   Horacio volvió a su posición, con la cara roja como un tomate y la mano consolando sus pobres pelotas.

   Agarró una bola de billar y la arrojó a la ingle de su oponente con toda la fuerza que pudo reunir.

   Eso fue suficiente.

   Walter gritó y se derrumbó, rodando hacia un lado con sus manos agarrando sus doloridas bolas. Se acostó sobre su vientre moviĆ©ndose hacia arriba y hacia abajo mientras trataba de deshacerse del dolor en sus pobres testĆ­culos.

   Horacio sonrió dĆ©bilmente.

   ā€”ĀæPodrĆ­a ser este el final? —preguntó Simón—. Estamos en el minuto 3:17. Si Walter no se levanta pronto, Horacio serĆ” el ganador.

   Walter estaba gimiendo, retorciĆ©ndose en el suelo, agarrando sus palpitantes albóndigas.

   Su hermano MoisĆ©s y su amigo Milton le gritaban para que no se rindiera.

   El Ć”rbitro hizo sonar el silbato.

   ā€”Ese es un punto de penalización. Horacio lidera 4 - 2. No creo que Walter vuelva a levantarse —explicó Simón.

   Estaba en lo correcto. Medio minuto despuĆ©s, Eladio sonó el silbato dos veces, terminando la pelea.

   ā€”Ā”Tenemos un ganador! Ā”Nuestro primer medallista de oro! —gritó Simón.

   Walter sollozó.

   Horacio se levantó y sonrió dĆ©bilmente. Sacudió su polla varias veces, deteniĆ©ndose despuĆ©s de hacer una mueca por el dolor en sus bolas.

   El pĆŗblico aplaudió, y Horacio levantó las manos en seƱal de victoria.

   Sus compaƱeros subieron al escenario y lo abrazaron.

   ā€”Ā”Oro! Ā”Oro para Horacio! —gritó Simón
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   La algarabĆ­a reinó en todo el gimnadio con aquella competencia restaban 4.

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