Competencia Ballbusting Salvaje (11/11): El cierre - Las Bolas de Pablo

Lo mƔs nuevo

1 nov 2019

Competencia Ballbusting Salvaje (11/11): El cierre

   No habĆ­a tanta gente en el gimnasio como en los dĆ­as de competencia. El espectĆ”culo de clausura dio inicio y el pĆŗblico aplaudiĆ³ entusiasta.

   SimĆ³n subiĆ³ al escenario vestido con un esmoquin ajustado. GuiĆ±Ć³ un ojo y se dirigiĆ³ a la audiencia.

   —¡Hola! ¡Esta es la ceremonia de entrega de la Competencia Ballbusting Salvaje. Les daremos a los participantes sus medallas. ¡Y luego pasaremos a cobrar las penalizaciones!

   La gente del pĆŗblico aplaudiĆ³. La mayorĆ­a de ellos eran hombres jĆ³venes. TambiĆ©n habĆ­a algunas chicas, probablemente novias que acompaƱaban a sus amados.

   Todos los participantes subieron al escenario. Walter, MoisĆ©s, Milton, Lenin, David, Mateo, Ari, ElĆ­as, Evan, Horacio, Ignacio y Camilo.

   Los doce estaban desnudos. Todos tenĆ­an genitales de tamaƱo superior al promedio. Las manos de Evan sostenĆ­an sus enormes bolas como si temiera que alguien las lastimara. El resto eran menos recatados, movĆ­an las entrepiernas y sonreĆ­an orgullosamente mientras el pĆŗblico silbaba y vitoreaba.

   —Y aquĆ­ estĆ” nuestro Ć”rbitro, ¡la sensaciĆ³n del fĆŗtbol Eladio!

   Eladio entrĆ³ al gimnasio y los aplausos se volvieron ensordecedores.

   SonriĆ³ y saludĆ³ a la multitud.

   Luego se entregaron las medallas.

   Milton ganĆ³ oro por Roshambo y bronce por PuƱo en la ingle, Walter recibiĆ³ dos medallas de plata por Nutball y El exprimidor, y su hermano MoisĆ©s obtuvo bronce por El rompe bolas.

   Oro (El rompe bolas) y Bronce (Nutball) para David, mĆ”s una medalla de oro (El exprimidor) para Mateo y una de bronce (Roshambo) para Lenin.

   Oro (Nutball) y plata (PuƱo en la ingle) para Horacio, una medalla de plata (Roshambo) y bronce (El exprimidor) para Ignacio. Solo Camilo se fue a su casa con las manos vacĆ­as, despuĆ©s de haber perdido su juego de El rompe bolas. No parecĆ­a cĆ³modo entre sus compaƱeros, cuando posaron para una fotografĆ­a, pero logrĆ³ hacer una sonrisa poco convincente.

   Ari habĆ­a ganado dos medallas: oro en PuƱo en la ingle y plata en el Rompe bolas. ElĆ­as y Evan, tampoco obtuvieron premios.

   DespuĆ©s que todos recibieron sus medallas, SimĆ³n anunciĆ³ que era comenzaban las sanciones.

   El pĆŗblico aplaudiĆ³ mientras los muchachos se conmocionaban. Se habĆ­an olvidado de la parte divertida de la ceremonia.

   SimĆ³n leyĆ³ la lista de penaltis:

   —Nutball: Horacio por un tiempo extra en el reto contra David.

   Horacio hizo una mueca.

   SimĆ³n continuĆ³:

   —Nutball: Walter por un tiempo extra en el partido contra Horacio.

   Walter protestĆ³:

   —¡Eso no es cierto! TirĆ© la pelota antes...

   —SĆ­ —Eladio lo interrumpiĆ³—. Pero luego vi la transmisiĆ³n y me equivoquĆ©. ¡Estabas dos segundos por encima del lĆ­mite!

   —Pero...

   —Soy el Ć”rbitro —le recordĆ³ Eladio.

   Walter se encogiĆ³ de hombros y puso mala cara.

   SimĆ³n sonriĆ³ y continuĆ³ leyendo:

   —Roshambo: Milton por el uso de su talĆ³n en el encuentro contra Lenin.

   —Espera un momento —dijo Milton—. Dijiste que no estaba en contra de las reglas.

   SimĆ³n se encogiĆ³ de hombros.

   —Aparentemente me equivoquĆ©.

   Milton levantĆ³ las cejas.

   —Roshambo: Evan por tratar de renunciar al turno de su oponente en el partido contra Lenin.

   Evan gimiĆ³ pero ni siquiera intentĆ³ protestar.

   —Roshambo: Ignacio por eyacular en el juego contra Milton.

   La boca de Ignacio se abriĆ³.

   —¿Por eyacular?

   Eladio se encogiĆ³ de hombros.

—EstĆ” en contra de las reglas y es antiestĆ©tico.

   Ignacio sacudiĆ³ la cabeza.

   —¿Crees que quise perder contra Milton y eyacular?

   Eladio se encogiĆ³ de hombros.
  
   —El rompe bolas: sin penalizaciones.

   Todos suspiraron aliviados.

   —El exprimidor: Ignacio por agarrar el brazo del oponente en el partido contra Mateo. Evan por correrse en el partido contra Walter. Evan una vez mĆ”s por correrse en el juego contra Ignacio. E Ignacio una vez mĆ”s por usar cruelmente su pie en el juego contra Evan.

   Ignacio y Evan se miraron con exasperaciĆ³n.

   —PuƱo en la ingle: Lenin por tiempo extra en el partido contra Milton.

   Lenin hizo una mueca.

   —Y finalmente —sonriĆ³ SimĆ³n—. Dos para Ari en el juego contra Horacio. Uno por golpear las bolas del oponente despuĆ©s de que Ć©l se rindiera y otro, este me gusta mĆ”s: Ari por irte cojeando.

   El pĆŗblico aplaudiĆ³ mientras Ari no se veĆ­a muy alegre ...

   Eladio calzaba zapatos de fĆŗtbol.

   —Ari —invitĆ³ SimĆ³n—. TĆŗ primero. Abre las piernas, amigo.


   Ari mirĆ³ a SimĆ³n pero cumpliĆ³.

   Sus bolas desnudas colgaban entre sus muslos y su polla flĆ”cida colgaba frente a ellas.

   Eladio sonriĆ³.

   —¿PodrĆ­as... —seƱalĆ³ la polla de Ari.

   Ari levantĆ³ las cejas y agarrĆ³ su miembro, levantĆ”ndolo y apartĆ”ndolo del camino para la patada de Eladio.

   Eladio asintiĆ³ y se preparĆ³ para dar la primera penalizaciĆ³n. Estaba parado frente a Ari, concentrĆ”ndose en los objetivos. GolpeĆ³ su pie derecho en el suelo.

   Ari comenzĆ³ a sudar. Sus ojos se crisparon con anticipaciĆ³n.

   La audiencia comenzĆ³ a hacer ruido para el futbolista, y Eladio sonriĆ³ y asintiĆ³.

   Luego dio un paso atrĆ”s y se lanzĆ³ hacia Ari, plantando su pie justo entre los muslos del pobre semental, anotando maravillosamente un gol y aplastando las delicadas bolas en su cuerpo.

   Ari gritĆ³ y se doblĆ³, mientras la audiencia vitoreaba y silbaba.

   Eladio se dio la vuelta y sonriĆ³.

   Luego volviĆ³ a mirar a Ari, que jadeaba fuertemente, sus manos acariciaban sus palpitantes testĆ­culos, intentando deshacerse del dolor..

   Cuando se dio cuenta que Eladio estaba parado frente a Ć©l, esperando que abriera las piernas para la segunda patada, Ari gimiĆ³ miserablemente.

   —Vamos —dijo Eladio.

   Ari suspirĆ³ y de mala gana soltĆ³ sus yemas. Sus testĆ­culos colgantes se habĆ­an enrojecido. AgarrĆ³ obedientemente su pene para asegurar el mĆ”ximo daƱo a sus bolas.

   Eladio sonriĆ³ y le guiĆ±Ć³ un ojo. Luego pateĆ³ sus bolas una vez mĆ”s, su pie se hundiĆ³ en sus cocos, su empeine aplastĆ³ las dos preciosas pelotas contra su cuerpo.

   Ari gritĆ³ de dolor y se desplomĆ³ en el suelo, acurrucado masajeando sus pobres gĆ³nadas mientras murmuraba obscenidades y maldecĆ­a a Eladio.

   El pĆŗblico aplaudiĆ³.

   —Ahora el turno es de Ignacio —anunciĆ³ SimĆ³n—. Y tendrĆ” 3 patadas seguidas.

   Algunos chicos del pĆŗblico se encogieron cuando el rubio abriĆ³ las piernas.

   Eladio lo rodeĆ³ y le dijo a Ignacio que se inclinara, lo cual hizo aunque de mala gana. El futbolista mirĆ³ las dos huevas carnosas que colgaban entre las piernas de Ignacio y sonriĆ³.

   Ignacio mirĆ³ a la audiencia que estaba en silencio, esperando el impacto.

   Eladio se tomĆ³ su tiempo e Ignacio comenzĆ³ a ponerse nervioso.

   Entonces, justo cuando comenzĆ³ a darse la vuelta, los tacos de Eladio dieron en el blanco. El pie del jugador de fĆŗtbol chocĆ³ perfectamente con el saco de huevos de Ignacio, removiendo sus bolas en su cuerpo y provocando un grito agudo de los labios del guapo rubio.

   Las manos del rubio se envolvieron alrededor de sus testĆ­culos suaves y heridos, acunĆ”ndolos, mientras gimiĆ³ en agonĆ­a.

   Eladio no perdiĆ³ tiempo y siguiĆ³ con una devastadora patada a la virilidad. Su pie se estrellĆ³ por tercera vez entre sus piernas, metiendo sus manos en las bolas y haciendo se detuviera a medio grito.

   Le lloraron los ojos y tosiĆ³. Sus labios temblaron y bajĆ³ la mirada a su entrepierna.

   La audiencia se volviĆ³ loca, y Eladio hizo una reverencia, justo cuando Ignacio se derrumbĆ³ junto a Ari. Ambos muchachos rodaban por el suelo, agarrando sus respectivas entrepiernas y gimiendo ruidosamente.

   —Horacio, tu turno —sonriĆ³ SimĆ³n

   ParecĆ­a bastante confiado y menos tĆ­mido que sus predecesores, probablemente porque sabĆ­a que solo recibirĆ­a una patada.

   El joven musculoso le sonriĆ³ a Eladio y le estrechĆ³ su mano.

   Eladio sonriĆ³.

   Horacio agarrĆ³ sus genitales y los sacudiĆ³ para la audiencia, que volviĆ³ a enloquecer con vĆ­tores y aplausos.

   Entonces abriĆ³ las piernas y asintiĆ³ con la cabeza a Eladio.

   Un segundo despuĆ©s, su expresiĆ³n facial cambiĆ³ de confianza a arrepentimiento, ya que sus preciosas bolas fueron aplastadas por la poderosa patada de Eladio.

   Los dos cojones jugosos fueron aplastados con fuerza, el empeine de Eladio aterrizĆ³ justo en el objetivo y clavĆ³ los testĆ­culos de Horacio en su cuerpo.

   Las mejillas de Horacio se hincharon y vomitĆ³.

   AcompaƱado de los aplausos y de la audiencia, Horacio besĆ³ el piso. Primero aterrizĆ³ boca abajo en el suelo, con las manos incrustadas en su entrepierna, uniĆ©ndose a Ari e Ignacio.

   —¡Lenin! —seƱalĆ³ SimĆ³n  al musculoso que no estaba feliz de ser el siguiente en la fila.

   El velludo macho estaba temblando cuando se parĆ³ frente a Eladio.

   Eladio le sonriĆ³ para tranquilizarlo y dio un paso atrĆ”s. Con un pequeƱo arranque, pateĆ³ la entrepierna de Lenin. La punta de su zapato se conectĆ³ con los testĆ­culos del hombre, y el pobre macho dejĆ³ escapar un grito espeluznante y agarrĆ³ sus bolas pulverizadas.

   Sus rodillas se tocaron y su rostro se puso pĆ”lido. Lentamente, muy lentamente, se desplomĆ³ y se acurrucĆ³ junto a sus tres compaƱeros en desgracia.

   Tres tipos quedaban de pie.

   Milton, su amigo Walter y Evan, de grandes testĆ­culos.

   —Veamos como se retuerce del dolor, Milton —anunciĆ³ SimĆ³n y la multitud vitoreĆ³.

   Milton sonriĆ³ con cansancio y asumiĆ³ la posiciĆ³n requerida, abriendo las piernas y dejando que sus genitales se balancearan libremente entre sus piernas.

   Eladio cambiĆ³ de posiciĆ³n nuevamente, caminando detrĆ”s de Ć©l.

   Milton hizo una mueca mientras Eladio golpeaba sus pobres testĆ­culos por detrĆ”s. La punta de su pie impactĆ³ con la parte trasera de sus bolas impulsĆ”ndolas hacia adelante y arriba.

   Milton gimiĆ³ y se derrumbĆ³, casi aterrizando sobre Lenin. Sus manos acunaron su virilidad herida y rodĆ³ por el suelo con las otras cuatro vĆ­ctimas.

   Walter y Evan se miraron el uno al otro. Ambos estaban equipados con testĆ­culos extraordinariamente grandes y pollas a juego, pero Evan tenĆ­a la ventaja en este concurso de tamaƱo. Su pene era un poco mĆ”s largo y mĆ”s grueso, y sus jugosas toronjas eran claramente mĆ”s grandes que las de Walter.

   —Buena suerte —dijo Evan.

   Walter se encogiĆ³ de hombros. Y le guiĆ±Ć³ un ojo a Evan.

   TomĆ³ posiciĆ³n, abriĆ³ las piernas, bajĆ³ la parte superior del cuerpo y puso las manos sobre sus rodillas, como un luchador de sumo al comienzo de la pelea.

   Sus grandes y jugosas pelotas se balancearon entre sus piernas. Eladio se parĆ³ frente a Ć©l.

   El futbolista se riĆ³ y sacudiĆ³ la cabeza mientras el pĆŗblico apreciaba claramente la cooperaciĆ³n obediente de Walter al levantar su miembro para que no interfiriera con la patada.

   Eladio levantĆ³ el pie, moviendo las jugosas esferas dentro del escroto de Walter.

   El semental hizo una mueca cĆ³mica, cruzando los ojos y abriendo la boca.

   La multitud se riĆ³ y aplaudiĆ³.

   Eladio se riĆ³ y golpeĆ³ las carnosas bolas.

   Aparentemente, el cerebro de Walter tardĆ³ unos segundos en procesar la informaciĆ³n que sus bolas enviaron a todo su cuerpo.

   Algunos chicos del pĆŗblico se rieron, otros se encogieron de hombros, y unos agarraron sus propias entrepierna, mientras el dolor se apoderaba de Walter.

   Un silbido apenas audible escapĆ³ de sus labios y sus ojos se cruzaron.

   TenĆ­a las manos pegadas a las rodillas y no parecĆ­a capaz de moverlas para apenas sostener sus maltratadas bolas.

   Eladio se riĆ³ entre dientes.

   Las cejas de Walter se levantaron y sus labios temblaron. La expresiĆ³n de su rostro se volviĆ³ triste, antes de que finalmente se derrumbase, con las manos enterradas en sus palpitantes testĆ­culos.

   —EstĆ” bien, damas y caballeros, por Ćŗltimo, pero no menos importante, Evan.—anunciĆ³ SimĆ³n, y el hombre saludĆ³ con una amplia sonrisa mientras el pĆŗblico aplaudĆ­a.

   El musculoso se rascĆ³ la entrepierna y mirĆ³ a los seis tipos que yacĆ­an en el suelo, gimiendo y sollozando.

   LanzĆ³ una mirada a la puerta de salida, pero aparentemente lo pensĆ³ dos veces. No habrĆ­a sido demasiado prudente intentar escapar, con todos los muchachos de la audiencia que esperaban ver sus huevos grandes y jugosos ser revueltos.

   Eladio le dio unas palmaditas en la espalda para tranquilizarlo.

   Evan suspirĆ³ y abriĆ³ las piernas.

   Los dos cocos de gran tamaƱo colgaban entre sus piernas y la expresiĆ³n en su rostro decĆ­a que probablemente estaba pensando en algĆŗn lugar agradable y feliz en el que preferirĆ­a estar. Tal vez estaba imaginando una playa y palmeras, el mar azul profundo y un par de chicas calientes para satisfacer todas sus necesidades ...

   Eladio hizo todo lo posible para despertar a Evan de su fantasĆ­a.

   Su pie se estrellĆ³ contra las grandes y delicadas papas y las aplastĆ³ muy bien.

   La mandĆ­bula de Evan se cayĆ³ y sus ojos se abrieron con terror y dolor cuando sus huevos se estrellaron contra su cuerpo. Se atragantĆ³, pero el sonido de sus arcadas fue superado por los vĆ­tores y aplausos de la audiencia. El musculoso macho parecĆ­a enfermo. Su rostro estaba pĆ”lido y sus ojos se crisparon.

   Algunos muchachos de la audiencia se retorcĆ­an con dolores de simpatĆ­a, pero el resto se reĆ­a y aplaudĆ­a el estado del pobre hombre.

   Eladio se riĆ³ entre dientes y caminĆ³ detrĆ”s de Evan.

   Le susurrĆ³ algo al oĆ­do y Ć©l chico asintiĆ³ dĆ©bilmente.

   Le tomĆ³ unos segundos, pero luego estuvo tan listo como pudo para la segunda patada.

   A regaƱadientes, soltĆ³ sus preciosos testĆ­culos, presionando sus manos contra su vientre. TenĆ­a los ojos bien abiertos y parecĆ­a miserable.

   —¡Dios, miren su polla! —se riĆ³ SimĆ³n.

   La orgullosa vara de Evan parecĆ­a tener vida propia. Estaba completamente dura y de pie sobre sus grandes y jugosas bolas.

   Evan bajĆ³ la mirada hacia su polla e hizo una mueca. Se aclarĆ³ la garganta y frunciĆ³ el ceƱo. Se estaba preparando para comenzar a insultar a la audiencia por deleitarse con su situaciĆ³n al aplaudir hasta que Eladio cambiĆ³ sus prioridades por el momento...

   Su pie se hundiĆ³ en la masculinidad de Evan, revolviendo sus yemas con un golpe rotundo, causando que Evan gimiera de dolor y cayera de rodillas, agarrando las enormes y dolorosas esferas que le dolĆ­an. Su polla se retorcĆ­a violentamente y una pequeƱa gota de presemen saliĆ³ de la punta, atrayendo mĆ”s vĆ­tores y risas de la audiencia.

   Eladio sonriĆ³ y se parĆ³ frente a Evan que estaba de rodillas, sus manos agarraban sus pelotas debajo de una impresionante erecciĆ³n. TenĆ­a la cabeza baja y, cuando levantĆ³ la vista, su rostro habĆ­a cambiado. Su dolor y agonĆ­a se habĆ­an transformado en ira y rabia, y cuando Eladio hizo una reverencia para el pĆŗblico, Evan se abalanzĆ³ sobre Ć©l por detrĆ”s y agarrĆ³ su entrepierna haciendo que Eladio gritara e intentara liberar sus huevos del apretĆ³n mortal que sufrĆ­a.

   Evan apretĆ³ las bolas de Eladio a travĆ©s de la delgada tela de su short, provocando fuertes gritos de dolor en boca del guapo futbolista.

   SimĆ³n se apresurĆ³ a ayudar a Eladio y plantĆ³ una patada dura y bien dirigida a los palpitantes testĆ­culos de Evan.

   Evan gritĆ³ desde lo mĆ”s alto de sus pulmones y soltĆ³ los testĆ­culos de Eladio.

   La estrella del fĆŗtbol se doblĆ³ y se frotĆ³ la ingle, pero al parecer no le dolĆ­a demasiado, ya que su atenciĆ³n se dirigiĆ³ rĆ”pidamente a Evan, que rodaba por el suelo, con las manos agarrando sus bolas reciĆ©n lastimadas mientras su pene apuntaba con fuerza al techo.

   Sin mĆ”s preĆ”mbulos, Eladio se arrodillĆ³ junto a Ć©l y lo abofeteĆ³ en la cara, haciĆ©ndole soltar la entrepierna y alcanzar su rostro con expresiĆ³n de sorpresa. Fue solo una fracciĆ³n de segundo, pero lo suficiente para que Eladio agarrara los preciosos cojones de Evan con ambas manos.

   El terror brillĆ³ en los ojos de Evan cuando Eladio, con expresiĆ³n despiadada, aplastĆ³ sus albĆ³ndigas entre sus manos, apretando su gĆ³nada izquierda, luego la derecha, y despuĆ©s las dos al mismo tiempo.

   Eladio sonriĆ³ ferozmente cuando vio otra gota de presemen salir de la dura erecciĆ³n de Evan.

   —Va a hacer que se corra —gritĆ³ SimĆ³n.

   Evan gritĆ³ con voz ronca, su cara estaba roja como tomate y sus ojos cerrados, mientras su erecciĆ³n comenzaba a temblar violentamente.

   Con otra sonrisa, Eladio soltĆ³ las bolas de Evan y comenzĆ³ a golpearlas con el puƱo.

   DespuĆ©s de tres golpes sĆ³lidos en sus testĆ­culos, la polla de Evan estaba lista... El primer chorro de semen blanco y caliente saliĆ³ de la punta, volando y aterrizando en la cara de Eladio, cubriendo su ojo izquierdo y su nariz.

   Eladio gruĆ±Ć³ y se limpiĆ³ la cara con la mano. MirĆ³ lo pegajosa que estaba y apretĆ³ el puƱo golpeando despuĆ©s las joyas de Evan una vez mĆ”s, justo cuando el segundo y tercer chorro de esperma salieron de su polla.

   Evan estaba gritando como loco y a veces como nena.

   Su polla continuĆ³ disparando chorros espesos de semen blanco, mientras Eladio le golpeaba las bolas por Ćŗltima vez.

   Evan gritĆ³ y se detuvo.

   TosiĆ³ y gimiĆ³, mientras sus ojos rodaban hacia atrĆ”s en su cabeza.

   Leche seguĆ­a saliendo de su polla temblorosa cuando Eladio lo soltĆ³ de los huevos.

   El pĆŗblico aplaudiĆ³ mientras Evan se acurrucaba en posiciĆ³n fetal.

   SimĆ³n agarrĆ³ el micrĆ³fono y gritĆ³ los nombres de los desventurados que rodaban por el suelo llenos de dolor. La audiencia enloqueciĆ³ con aplausos y algunos de los pobres muchachos sonrieron dĆ©bilmente y saludaron a la audiencia cuando se les llamĆ³ por su nombre.

   —Y finalmente —dijo SimĆ³n con entusiasmo—. Agradecenos a nuestro Ć”rbitro, jugador de fĆŗtbol estrella y pateador de pelotas de primera clase... ¡Eladio PiƱango!

   El atractivo jugador dio un paso adelante, sonriĆ³ y saludĆ³ a la multitud. Se agarrĆ³ la entrepierna con la mano izquierda y dio un gesto de pulgar hacia arriba con la mano derecha.

   Algunos jĆ³venes de la audiencia se rieron mientras los aplausos se alzaban en un crescendo atronador.

   Cuando Eladio soltĆ³ su abultada entrepierna dentro de su pantalĆ³n corto. SimĆ³n aprovechĆ³ la oportunidad y comenzĆ³ a correr... pateĆ³ sus bolas desde atrĆ”s. Su pie se estrellĆ³ contra la desprevenida virilidad de Eladio, traumatizando sus pobres pelotas y estrellĆ”ndolas contra su pelvis.

   Eladio tropezĆ³ hacia adelante, su expresiĆ³n facial cambiĆ³ lentamente, desde la sorpresa inicial y la incredulidad, hasta la materializaciĆ³n del dolor insoportable.

   CayĆ³ de rodillas. Su mano agarrĆ³ sus pelotas doloridas en su entrepierna y las sostuvo. Luego se desplomĆ³, aterrizando de bruces en el suelo.

   Ocho tipos yacĆ­an en el piso. Ocho tipos gimiendo, sollozando y frotĆ”ndose las bolas.

   El resto de los muchachos: MoisĆ©s, Camilo, ElĆ­as, Mateo y David estaban viendo sufrir a sus compaƱeros con miradas de diversiĆ³n mezclada con compasiĆ³n.

   SimĆ³n sonriĆ³.

   —¡Eso es todo damas y caballeros! —gritĆ³—. ¡Gracias por ser parte de la Competencia Ballbusting Salvaje!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Pages