Mateo estaba de pie en medio de su consultorio. A su alrededor habĆan paredes blancas estaba aconpaƱado por Bastian y Farid hasta que los hermanos Palacios llegaron y entraron parĆ”ndose frente al urĆ³logo.
—Hola —los saludĆ³ el especialista—. Bienvenidos a este chequeo genital de rutina. Mi amigo Bastian me ha pedido que los revise uno a uno por el bien de sus gĆ³nadas. Y mĆ”s despuĆ©s de la Competencia Ballbusting Salvaje.
—Oye, me chequeaste la semana pasada despuĆ©s de la CBS —le recordĆ³ Walter—. Lo que fue programado para hoy es el chequeo de mi hermanito. Y serĆa mejor si comenzĆ”ramos de inmediato, antes de que tenga dudas. Me costĆ³ mucho hacer que viniera, ya sabes. Pero prevenir es mejor que lamentar, nuestras bolas nos dan nuestro trabajo y lo mejor es tenerlas completas...
Mateo sonriĆ³. —Tienes toda la razĆ³n —se volviĆ³ hacia MoisĆ©s—. ¿Por quĆ© no te quitas la ropa?
MoisĆ©s puso los ojos en blanco y se desnudĆ³, quitĆ”ndose la camisa sin mangas, sus zapatos, calcetines y pantalones cortos. Se parĆ³ en el medio de la habitaciĆ³n, usando solo sus calzoncillos boxer anaranjados. El contenido de su ropa interior estaba claramente delineado. Conteniendo dos huevos ovalados y una salchicha exquisita negra.
Mateo lo mirĆ³ y sonriĆ³ con indulgencia. —Ropa interior tambiĆ©n. Es un chequeo genital, despuĆ©s de todo.
MoisĆ©s frunciĆ³ el ceƱo y se quitĆ³ los calzoncillos.
—Bien —sonriĆ³ Mateo, asintiĆ³ y se volviĆ³ hacia Walter—. ¿Por quĆ© no te desnudas tambiĆ©n para que tu hermano se sienta mĆ”s cĆ³modo? EstĆ” tenso.
Walter sonriĆ³ y sacudiĆ³ la cabeza lentamente. —Si usted lo dice, doctor.
Mateo le guiĆ±Ć³ un ojo a MoisĆ©s, quien sonriĆ³ con incĆ³modidad.
Walter se riĆ³ y se encogiĆ³ de hombros. Se desnudĆ³ rĆ”pidamente, poniendo su ropa en una pila con sus zapatillas converse encima. Se parĆ³ junto a su hermano, con las manos en las caderas, muy orgulloso de su equipo genital de gran tamaƱo.
Mateo sonriĆ³. Luego se aclarĆ³ la garganta y puso expresiĆ³n seria. Se agachĆ³ para ver mĆ”s de cerca los testĆculos de MoisĆ©s. Suavemente, sostuvo la hueva izquierda entre sus dedos pulgar e Ćndice. ApretĆ³ ligeramente y mirĆ³ a MoisĆ©s.
MoisĆ©s se encogiĆ³ de hombros.
Mateo apretĆ³ mĆ”s fuerte y la bola se deslizĆ³ entre sus dedos.
—¡Ay!
Mateo asintiĆ³ y repitiĆ³ el procedimiento con la bola derecha, con la misma reacciĆ³n. DespuĆ©s se enderezĆ³.
—Parecen estar bien.
—Eso es lo que te dije —MoisĆ©s frunciĆ³ el ceƱo a Walter.
—Veamos si hay alguna diferencia entre ustedes dos —dijo Mateo y se arrodillĆ³ entre los dos hermanos donde sus bolas colgaban entre sus muslos.
Mateo agarrĆ³ las bolas de MoisĆ©s con su mano izquierda y la de Walter con la derecha.
TenĆa expresiĆ³n contemplativa cuando agregĆ³ presiĆ³n, apretando los pares de testĆculos en sus manos.
MoisĆ©s y Walter contuvieron la respiraciĆ³n mientras Mateo les torturaba los huevos, los amasaba en su palma y los retorcĆa suavemente con sus dedos.
DespuĆ©s de aplastar las cuatro fuertes ciruelas por segundos, las soltĆ³ y se levantĆ³ de nuevo.
MoisĆ©s jadeĆ³ pesadamente doblĆ”ndose, agarrando sus bolas y luciendo enfermo.
Walter se doblĆ³ tambiĆ©n, con las manos sobre las rodillas y la cara roja.
—No creo que las gĆ³nadas de MoisĆ©s sean mĆ”s sensibles que las tuyas —diagnosticĆ³ Mateo.
Walter tosiĆ³. —¿QuizĆ”s tenga que hacer algunas pruebas mĆ”s, doctor?
MoisĆ©s gimiĆ³.
Mateo se encogiĆ³ de hombros y se colocĆ³ detrĆ”s de Walter. Gentilmente acercĆ³ su pie contra las toronjas de Walter, levantĆ”ndolas con la punta del pie y descubriendo la mejor manera de lastimarlas. Luego echĆ³ su pierna hacia atrĆ”s y pateĆ³ los colgantes testĆculos de Walter desde atrĆ”s con toda la fuerza que pudo reunir.
Walter gimiĆ³ ruidosamente juntando las rodillas, y agarrando sus palpitantes testĆculos con las manos. Se desplomĆ³ en el suelo.
Mateo se puso serio y se parĆ³ detrĆ”s de MoisĆ©s, quien hizo una mueca.
—Abre las piernas un poco mĆ”s —le dijo Mateo a MoisĆ©s.
—SĆ, doctor —MoisĆ©s murmurĆ³ e hizo lo que le dijeron. Sus huevos se balanceaban entre sus muslos, permitiendo que Mateo levantara una patada entre las piernas de MoisĆ©s, haciendo crujir sus testĆculos haciendo que MoisĆ©s sufriera dolor. El pie de Mateo habĆa dado en el blanco. Los dos orbes jugosos de esperma se aplanaron entre el zapato de Mateo y el cuerpo de MoisĆ©s.
MoisĆ©s agarrĆ³ sus agonizadas gĆ³nadas y se doblĆ³, gimiendo de dolor.
Mateo mirĆ³ a Walter, que todavĆa estaba tirado en el suelo, y luego a MoisĆ©s, que estaba parado, doblado.
—Bueno —dijo, riĆ©ndose—. Creo que ambos tienen testĆculos bastante sensibles.
—No —gruĆ±Ć³ Walter. —Mis bolas son mĆ”s duras.
—Bueno —Mateo sonriĆ³—. Veamos.
AyudĆ³ a Walter a levantarse y se parĆ³ frente a Ć©l.
—Manos lejos —ordenĆ³.
—SĆ, doctor —Walter gimiĆ³ y soltĆ³ sus bolas.
Mateo dio un paso hacia Walter y puso la rodilla en sus bolas, crujiendo sus testĆculos entre su rĆ³tula y la pelvis de Walter.
Walter soltĆ³ un aullido.
Mateo volviĆ³ a dar un rodillazo a Walter, atrapando las bolas contra su cuerpo.
Walter tosiĆ³. TenĆa la cara roja y sudaba. AgarrĆ³ sus bolas y gimiĆ³ ruidosamente.
—Puedo ayudarte —sugiriĆ³ MoisĆ©s.
Mateo levantĆ³ las cejas.
MoisĆ©s sonriĆ³ y se puso detrĆ”s de su hermano. AgarrĆ³ los brazos de Walter y los sostuvo tras su espalda.
—¡Hermanito, no!
Walter fue interrumpido por otro duro rodillazo en sus testĆculos.
Mateo sonriĆ³ y dio un paso atrĆ”s. Luego, con un arranque rĆ”pido, pateĆ³ las bolas de Walter con fuerza.
Walter gritĆ³ y luchĆ³.
MoisĆ©s se rio entre dientes. —Uno mĆ”s y ya estĆ”.
Mateo sonriĆ³ y asintiĆ³.
VolviĆ³ a retroceder unos pasos. CorriĆ³ hacia Walter y apoyĆ³ el pie entre las piernas del guapo moreno, aplastando sus bolas que le hizo cruzar los ojos.
El atractivo moreno tosiĆ³ secamente, parpadeĆ³ un par de veces y se desplomĆ³ en el suelo.
MoisƩs estaba parado desnudo detrƔs de Ʃl.
Mateo se parĆ³ junto a MoisĆ©s y ambos miraron a Walter, que estaba acurrucado, gimiendo.
MoisƩs se rio.
Sin embargo, su risa se interrumpiĆ³ cuando Mateo apretĆ³ el puƱo y lo estrellĆ³ contra su entrepierna, golpeando sus dos preciosas bolas con los nudillos, rebotĆ”ndolas entre sus nalgas.
MoisĆ©s chillĆ³ y se derrumbĆ³ junto a su hermano.
—De todos modos —concluyĆ³ Mateo, mirando a los dos hermanos retorcerse—. MoisĆ©s, como mĆ©dico tengo que decirte que tus cocos probablemente sean mĆ”s sensibles que los de tu hermano.
El mĆ©dico sonriendo sacudiĆ³ la cabeza, agarrĆ³ su libreta de prescripciones y, despuĆ©s de copiar dejĆ³ caer una hoja sobre los sementales.
—¿Todo bien, muchachos? —les preguntĆ³ Bastian con una graciosa sonrisa.
Walter gimiĆ³ algo ininteligible y MoisĆ©s no parecĆa haberlo escuchado.
Bastian repitiĆ³ la pregunta.
—Bien —susurrĆ³ Walter—. No fue una cita mĆ©dica como pensĆ© que serĆa...
Bastian se riĆ³. —Probablemente no. Pero fue genial, de todos modos.
Walter y MoisĆ©s gimieron al unĆsono.
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