Revision de bolas con el urologo (3/5): Los Palacios - Las Bolas de Pablo

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13 nov 2019

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Revision de bolas con el urologo (3/5): Los Palacios


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 Mateo estaba de pie en medio de su consultorio. A su alrededor habĆ­an paredes blancas estaba aconpaƱado por Bastian y Farid hasta que los hermanos Palacios llegaron y entraron parĆ”ndose frente al urólogo.

   ā€”Hola —los saludó el especialista—. Bienvenidos a este chequeo genital de rutina. Mi amigo Bastian me ha pedido que los revise uno a uno por el bien de sus gónadas. Y mĆ”s despuĆ©s de la Competencia Ballbusting Salvaje.

   ā€”Oye, me chequeaste la semana pasada despuĆ©s de la CBS —le recordó Walter—. Lo que fue programado para hoy es el chequeo de mi hermanito. Y serĆ­a mejor si comenzĆ”ramos de inmediato, antes de que tenga dudas. Me costó mucho hacer que viniera, ya sabes. Pero prevenir es mejor que lamentar, nuestras bolas nos dan nuestro trabajo y lo mejor es tenerlas completas...

   Mateo sonrió. —Tienes toda la razón —se volvió hacia MoisĆ©s—. ĀæPor quĆ© no te quitas la ropa?
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   MoisĆ©s puso los ojos en blanco y se desnudó, quitĆ”ndose la camisa sin mangas, sus zapatos, calcetines y pantalones cortos. Se paró en el medio de la habitación, usando solo sus calzoncillos boxer anaranjados. El contenido de su ropa interior estaba claramente delineado. Conteniendo dos huevos ovalados y una salchicha exquisita negra.

   Mateo lo miró y sonrió con indulgencia. —Ropa interior tambiĆ©n. Es un chequeo genital, despuĆ©s de todo.

   MoisĆ©s frunció el ceƱo y se quitó los calzoncillos.

   ā€”Bien —sonrió Mateo, asintió y se volvió hacia Walter—. ĀæPor quĆ© no te desnudas tambiĆ©n para que tu hermano se sienta mĆ”s cómodo? EstĆ” tenso.

   Walter sonrió y sacudió la cabeza lentamente. —Si usted lo dice, doctor.

   Mateo le guiñó un ojo a MoisĆ©s, quien sonrió con incómodidad.
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   Walter se rió y se encogió de hombros. Se desnudó rĆ”pidamente, poniendo su ropa en una pila con sus zapatillas converse encima. Se paró junto a su hermano, con las manos en las caderas, muy orgulloso de su equipo genital de gran tamaƱo.

   Mateo sonrió. Luego se aclaró la garganta y puso expresión seria. Se agachó para ver mĆ”s de cerca los testĆ­culos de MoisĆ©s. Suavemente, sostuvo la hueva izquierda entre sus dedos pulgar e Ć­ndice. Apretó ligeramente y miró a MoisĆ©s.

   MoisĆ©s se encogió de hombros.

   Mateo apretó mĆ”s fuerte y la bola se deslizó entre sus dedos.

   ā€”Ā”Ay!

   Mateo asintió y repitió el procedimiento con la bola derecha, con la misma reacción. DespuĆ©s se enderezó.

   ā€”Parecen estar bien.

   ā€”Eso es lo que te dije —MoisĆ©s frunció el ceƱo a Walter.

   ā€”Veamos si hay alguna diferencia entre ustedes dos —dijo Mateo y se arrodilló entre los dos hermanos donde sus bolas colgaban entre sus muslos.


   Mateo agarró las bolas de MoisĆ©s con su mano izquierda y la de Walter con la derecha.

   TenĆ­a expresión contemplativa cuando agregó presión, apretando los pares de testĆ­culos en sus manos.

   MoisĆ©s y Walter contuvieron la respiración mientras Mateo les torturaba los huevos, los amasaba en su palma y los retorcĆ­a suavemente con sus dedos.

   DespuĆ©s de aplastar las cuatro fuertes ciruelas por segundos, las soltó y se levantó de nuevo.

   MoisĆ©s jadeó pesadamente doblĆ”ndose, agarrando sus bolas y luciendo enfermo.

   Walter se dobló tambiĆ©n, con las manos sobre las rodillas y la cara roja.

   ā€”No creo que las gónadas de MoisĆ©s sean mĆ”s sensibles que las tuyas —diagnosticó Mateo.

   Walter tosió. —¿QuizĆ”s tenga que hacer algunas pruebas mĆ”s, doctor?

   MoisĆ©s gimió.

   Mateo se encogió de hombros y se colocó detrĆ”s de Walter. Gentilmente acercó su pie contra las toronjas de Walter, levantĆ”ndolas con la punta del pie y descubriendo la mejor manera de lastimarlas. Luego echó su pierna hacia atrĆ”s y pateó los colgantes testĆ­culos de Walter desde atrĆ”s con toda la fuerza que pudo reunir.

   Walter gimió ruidosamente juntando las rodillas, y agarrando sus palpitantes testĆ­culos con las manos. Se desplomó en el suelo.

   Mateo se puso serio y se paró detrĆ”s de MoisĆ©s, quien hizo una mueca.

   ā€”Abre las piernas un poco mĆ”s —le dijo Mateo a MoisĆ©s.

   ā€”SĆ­, doctor —MoisĆ©s murmuró e hizo lo que le dijeron. Sus huevos se balanceaban entre sus muslos, permitiendo que Mateo levantara una patada entre las piernas de MoisĆ©s, haciendo crujir sus testĆ­culos haciendo que MoisĆ©s sufriera dolor. El pie de Mateo habĆ­a dado en el blanco. Los dos orbes jugosos de esperma se aplanaron entre el zapato de Mateo y el cuerpo de MoisĆ©s.

   MoisĆ©s agarró sus agonizadas gónadas y se dobló, gimiendo de dolor.

   Mateo miró a Walter, que todavĆ­a estaba tirado en el suelo, y luego a MoisĆ©s, que estaba parado, doblado.

   ā€”Bueno —dijo, riĆ©ndose—. Creo que ambos tienen testĆ­culos bastante sensibles.

   ā€”No —gruñó Walter. —Mis bolas son mĆ”s duras.

   ā€”Bueno —Mateo sonrió—. Veamos.

   Ayudó a Walter a levantarse y se paró frente a Ć©l.

   ā€”Manos lejos —ordenó.

   ā€”SĆ­, doctor —Walter gimió y soltó sus bolas.

   Mateo dio un paso hacia Walter y puso la rodilla en sus bolas, crujiendo sus testĆ­culos entre su rótula y la pelvis de Walter.

   Walter soltó un aullido.

   Mateo volvió a dar un rodillazo a Walter, atrapando las bolas contra su cuerpo.

   Walter tosió. TenĆ­a la cara roja y sudaba. Agarró sus bolas y gimió ruidosamente.

   ā€”Puedo ayudarte —sugirió MoisĆ©s.

   Mateo levantó las cejas.

   MoisĆ©s sonrió y se puso detrĆ”s de su hermano. Agarró los brazos de Walter y los sostuvo tras su espalda.

   ā€”Ā”Hermanito, no!
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   Walter fue interrumpido por otro duro rodillazo en sus testĆ­culos.

   Mateo sonrió y dio un paso atrĆ”s. Luego, con un arranque rĆ”pido, pateó las bolas de Walter con fuerza.

   Walter gritó y luchó.

   MoisĆ©s se rio entre dientes. —Uno mĆ”s y ya estĆ”.

   Mateo sonrió y asintió.

   Volvió a retroceder unos pasos. Corrió hacia Walter y apoyó el pie entre las piernas del guapo moreno, aplastando sus bolas que le hizo cruzar los ojos.

   El atractivo moreno tosió secamente, parpadeó un par de veces y se desplomó en el suelo.

   MoisĆ©s estaba parado desnudo detrĆ”s de Ć©l.

   Mateo se paró junto a MoisĆ©s y ambos miraron a Walter, que estaba acurrucado, gimiendo.

   MoisĆ©s se rio.

   Sin embargo, su risa se interrumpió cuando Mateo apretó el puƱo y lo estrelló contra su entrepierna, golpeando sus dos preciosas bolas con los nudillos, rebotĆ”ndolas entre sus nalgas.

   MoisĆ©s chilló y se derrumbó junto a su hermano.

   ā€”De todos modos —concluyó Mateo, mirando a los dos hermanos retorcerse—. MoisĆ©s, como mĆ©dico tengo que decirte que tus cocos probablemente sean mĆ”s sensibles que los de tu hermano.
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   El mĆ©dico sonriendo sacudió la cabeza, agarró su libreta de prescripciones y, despuĆ©s de copiar dejó caer una hoja sobre los sementales.

   ā€”ĀæTodo bien, muchachos? —les preguntó Bastian con una graciosa sonrisa.

   Walter gimió algo ininteligible y MoisĆ©s no parecĆ­a haberlo escuchado.

   Bastian repitió la pregunta.

   ā€”Bien —susurró Walter—. No fue una cita mĆ©dica como pensĆ© que serĆ­a...

   Bastian se rió. —Probablemente no. Pero fue genial, de todos modos.

   Walter y MoisĆ©s gimieron al unĆ­sono.

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