Bastian vs Farid (2/8): This is the rhythm of the night - Las Bolas de Pablo

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24 nov 2019

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Bastian vs Farid (2/8): This is the rhythm of the night

   Pocos dĆ­as atrĆ”s, Farid y Bastian comenzaron una competencia poco saludable. El hijo de Ć”rabes le habĆ­a tendido una emboscada a su amigo, aplastĆ”ndole las huevas. Dos dĆ­as despuĆ©s Bastian se habĆ­a vengado fauleando sus bolas. Para despuĆ©s pautar que serĆ­a una competencia con 2 puntos para el ganador en el estudio de Bastian. Uno de ellos debĆ­a rendirse.
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   Pero hasta la presente fecha ninguno de los dos hombres se habĆ­a maltratado la virilidad. Todo era normal, se comportaban de manera profesional y amigable, aunque con sospechoso recelo a la protección de sus testĆ­culos.

   Esa maƱana nada era diferente. Trabajaban juntos, comieron juntos, y se rieron juntos.

   Cuando Bastian salĆ­a de la cocina con dos tazas de humeante cafĆ©, Farid sonrió y le miró la entrepierna. VestĆ­a blue jeans y el bulto se exhibĆ­a prominentemente.

   ā€”Farid —dijo Bastian lentamente—. No estarĆ”s pensando en...
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   Farid sonrió y se encogió de hombros. Luego le pateó los huevos muy duro. Su pie calzado alcanzó sus testĆ­culos con admirable precisión, metiĆ©ndolos en su pelvis y haciendo jadear a Bastian hasta derramar un poco de cafĆ© sobre el piso de madera.

   ā€”Farid —le gruñó tratando de mantener el equilibrio y de sostener las dos tazas en sus manos, mientras la primera onda de insoportable dolor se extendĆ­a desde sus grandes bolas al abdomen y cadera.

   Farid sonrió, viĆ©ndolo luchar para mantenerme de pie.

   Lentamente, Bastian se inclinó hacia adelante y trato de poner las tazas en el suelo.

   Farid se echó a reĆ­r.

   ā€”Te ves ridĆ­culo, Āæsabes?

   ā€”Lo sĆ© —gruñó Bastian, le temblaban las manos y derramaba cafĆ© caliente en el suelo.

   Farid se levantó.

   ā€”No —gimió Bastian sabiendo que su posición lo mantenĆ­a bastante vulnerable con sus toronjas —. Farid, no te atre...

   ā€”SĆ­ —lo interrumpió Farid lanzando una poderosa patada a sus grandes gónadas desde atrĆ”s.
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   Una vez mĆ”s, Bastian recibió un golpe directo a sus delicadas ciruelas. La vehemencia del impacto lo hizo tropezar y caer de rodillas. Las tazas de cafĆ© se fueron al suelo, y el lĆ­quido corrió mientras las tazas se hacĆ­an aƱicos.

   ā€”Farid —gimió Bastian agarrando sus palpitantes  bolas. El dolor era insoportable. Bastian no lo soportó y empezó a llorar.

   Farid se echó a reĆ­r.

   Bastian se hizo a un lado y se acurrucó.

   Farid se arrodilló junto a Ć©l y le palmeó la espalda. —¿Quieres una taza de cafĆ©?
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   Bastian gimió.

   Farid sonrió y caminó hacia la cocina, dejĆ”ndolo en el suelo en un charco de cafĆ©, sobando sus bolas y gimiendo de dolor.

...

   Unos dĆ­as despuĆ©s de que Farid volviera a patearle las bolas, Bastian quiso imponerse y cobrar venganza, tenĆ­a que demostrarle que Ć©l era el jefe.

   Eran las nueve de la noche y tenĆ­an trabajando todo el dĆ­a. La noche estaba fresca y el viento batĆ­a con fuerza. Farid fue a darse una ducha antes de irse a dormir.

   Bastian abrió la puerta del baƱo; afortunadamente, Farid no la habĆ­a cerrado con llave, y lo vio lavarse el cabello detrĆ”s de la puerta de vidrio, cantando Ritmo de Black Eyes Peas con J Balvin.

   Bastian sonrió y agarró una de las toallas blancas.

   El suelo de baldosas estaba mojado con agua, y se agachó y humedeciendo la toalla hasta que quedó empapada y pesada.

   Farid empezó a cantar en voz alta.

Al otro dĆ­a volvemo'
Tú sabes cómo lo hacemo', baby
This is the rhythm of the night

   Bastian torció la toalla mojada lo mĆ”s perfecta posible. Hizo la puerta rĆ”pidamente a un lado.


Farid se dio la vuelta, con sorpresa en los ojos, la boca entreabierta para completar el verso de la canción. El agua corría por su cuerpo. Bastian dio un vistazo a sus genitales, grandes y mojados.

   Farid siguió su mirada.

   Entonces vio la toalla.

   Antes de que tuviera oportunidad de cubrir su virilidad, le echaron la toalla en sus bolas, haciĆ©ndolas rebotar con el impacto. Insertando un golpe perfecto.

   Farid dejó escapar un grito corto y agudo y se agarró las huevas. Se metió en la ducha y cayó gritando.

   Bastian lo atacó con otro duro golpe  en su trasero.

   El cuerpo de Farid se sobresaltó y se agarró el culo poniĆ©ndose de espalda a la pared, dejando su frente abierto para otro ataque.

   Bastian se echó a reĆ­r y volvió a golpear la toalla contra las bolas de Farid, haciendo contacto perfecto y lastimando sus dos testĆ­culos desnudos.

   ā€”Ā”Carajo! —gritó Farid.

   Bastian sonrió.
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   Farid gimió frotando su culo rojo y sus bolas palpitantes.

   Bastian dirigió la toalla hacia la mano que sostenĆ­a aquellos cocos, haciendo que Farid gritara de dolor y soltara sus testĆ­culos.

   Bastian chasqueó la lengua y sonrió.

   Luego golpeó las bolas de Farid por tercera vez con la toalla. Lastimando Ćŗnicamente la gónada izquierda. La pobre hueva se levantó de un salto y Farid sintió arcadas. Se fue al piso dónde se acurrucó.

   Bastian se dio la vuelta, muy satisfecho.

   Escuchó a Farid gemir de dolor y se rió entre dientes.

   ā€”Desgraciado —gimió Farid.

   Bastian nada respondió y cerró la puerta.

   Tres dĆ­as despuĆ©s se ejecutarĆ­a una nueva batalla de bolas a pesar que Farid y Bastian actuaban de manera natural cada uno estaba atento en el cuidado de sus testĆ­culos.

   Farid no demoró en ir por la venganza y para ello solicitó la ayuda de un aliado de los hombres comunes: Lenin.
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   Ć‰ste velludo estaba conversando sobre un tribal tema con Farid y Bastian cuando de pronto lanzó una patada en las bolas del ultimo nombrado.

   Bastian Chacón abrió la boca para protestar, pero el pie del muchacho lo atacó por segunda vez directo en los cojones.

   Bastian tosió.

   El hombre sonrió y pateó los testĆ­culos una vez mĆ”s.

   Calzaba zapatos de deporte y tenĆ­a el objetivo perfecto. Su empeine chocaba con el bulto en el jeans, crujiendo las dos gónadas en la pelvis y enviando oleadas de dolor a todo de el hermoso cuerpo de Bastian.

   El hombre gruñó de dolor y se dobló. Agarrando sus bolas y mirando a LenĆ­n.

   Gruñó de nuevo.

   Lenin se encogió de hombros y lanzó otra patada contra los testĆ­culos agonizantes de Bastian. La punta del zapato golpeó las manos que sostenĆ­a la ingle, metiendo sus bolas en su cuerpo y agregando un nuevo dolor agudo a sus dedos.

   Bastian gritó y soltó sus bolas por un breve momento.

   Sin embargo, ese tiempo fue suficiente para que el velludo lo pateara una vez mĆ”s.

   Chacón gritó de dolor cuando el zapato se estrelló en sus huevos, aplastĆ”ndolos y enviando nuevas ondas de agonĆ­a a todo su cuerpo.

   Bastian se agarró los cocos nuevamente y gimió miserablemente.
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   Farid se echó a reĆ­r y le agarró el brazo izquierdo.

   LenĆ­n sonrió y agarró el brazo derecho, alejando la mano de Bastian de su ingle.

   Con un ruido sordo, el zapato de LenĆ­n subió con una patada a la entrepierna desprotegida de Bastian.

   El hombre gritó.

   En rĆ”pida sucesión, LenĆ­n pateó las bolas tres veces mĆ”s.

   Bastian gritó de dolor y luchó contra los apretones de sus supuestos amigos.

   ā€”ĀæPor quĆ© no abrimos su mosca? —sugirió LenĆ­n que secretamente siempre se excitaba ante Bastian.

   Farid se rió y agarró la cintura del jeans.
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   Bastian gimió de dolor. —”Detenganse!

   LenĆ­n desabrochó el jeans y buscó dentro de sus calzoncillos, sacando los huevos y el flĆ”cido pene dejĆ”ndolos colgando. Miró aquellos genitales vulnerables y sonrió con satisfacción.

   ā€”No... Por favor...
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   LenĆ­n apretó el puƱo y lanzó un malvado gancho a las toronjas desnudas y desprotegidas.

   Bastian tosió.

   Farid y LenĆ­n se rieron, y el muchacho repitió el movimiento, aplastando las gónadas con su puƱo.

   La visión de Bastian se volvió borrosa y comenzó a ver estrellas.

   LenĆ­n lanzó una Ćŗltima patada fuerte a las preciosas bolas.

   Bastian sintió arcadas.

   Farid y LenĆ­n lo soltaron.
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   Bastian se desplomó en el suelo. Sus testĆ­culos lo estaban matando. Pensaba que estaba a punto de morir. El dolor era insoportable.

   Farid y LenĆ­n salieron riendo.

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