Pocos dĆas atrĆ”s, Farid y Bastian comenzaron una competencia poco saludable. El hijo de Ć”rabes le habĆa tendido una emboscada a su amigo, aplastĆ”ndole las huevas. Dos dĆas despuĆ©s Bastian se habĆa vengado fauleando sus bolas. Para despuĆ©s pautar que serĆa una competencia con 2 puntos para el ganador en el estudio de Bastian. Uno de ellos debĆa rendirse.
Pero hasta la presente fecha ninguno de los dos hombres se habĆa maltratado la virilidad. Todo era normal, se comportaban de manera profesional y amigable, aunque con sospechoso recelo a la protecciĆ³n de sus testĆculos.
Esa maƱana nada era diferente. Trabajaban juntos, comieron juntos, y se rieron juntos.
Cuando Bastian salĆa de la cocina con dos tazas de humeante cafĆ©, Farid sonriĆ³ y le mirĆ³ la entrepierna. VestĆa blue jeans y el bulto se exhibĆa prominentemente.
—Farid —dijo Bastian lentamente—. No estarĆ”s pensando en...
Farid sonriĆ³ y se encogiĆ³ de hombros. Luego le pateĆ³ los huevos muy duro. Su pie calzado alcanzĆ³ sus testĆculos con admirable precisiĆ³n, metiĆ©ndolos en su pelvis y haciendo jadear a Bastian hasta derramar un poco de cafĆ© sobre el piso de madera.
—Farid —le gruĆ±Ć³ tratando de mantener el equilibrio y de sostener las dos tazas en sus manos, mientras la primera onda de insoportable dolor se extendĆa desde sus grandes bolas al abdomen y cadera.
Farid sonriĆ³, viĆ©ndolo luchar para mantenerme de pie.
Lentamente, Bastian se inclinĆ³ hacia adelante y trato de poner las tazas en el suelo.
Farid se echĆ³ a reĆr.
—Te ves ridĆculo, ¿sabes?
—Lo sĆ© —gruĆ±Ć³ Bastian, le temblaban las manos y derramaba cafĆ© caliente en el suelo.
Farid se levantĆ³.
—No —gimiĆ³ Bastian sabiendo que su posiciĆ³n lo mantenĆa bastante vulnerable con sus toronjas —. Farid, no te atre...
—SĆ —lo interrumpiĆ³ Farid lanzando una poderosa patada a sus grandes gĆ³nadas desde atrĆ”s.
Una vez mĆ”s, Bastian recibiĆ³ un golpe directo a sus delicadas ciruelas. La vehemencia del impacto lo hizo tropezar y caer de rodillas. Las tazas de cafĆ© se fueron al suelo, y el lĆquido corriĆ³ mientras las tazas se hacĆan aƱicos.
—Farid —gimiĆ³ Bastian agarrando sus palpitantes bolas. El dolor era insoportable. Bastian no lo soportĆ³ y empezĆ³ a llorar.
Farid se echĆ³ a reĆr.
Bastian se hizo a un lado y se acurrucĆ³.
Farid se arrodillĆ³ junto a Ć©l y le palmeĆ³ la espalda. —¿Quieres una taza de cafĆ©?
Bastian gimiĆ³.
Farid sonriĆ³ y caminĆ³ hacia la cocina, dejĆ”ndolo en el suelo en un charco de cafĆ©, sobando sus bolas y gimiendo de dolor.
...
Unos dĆas despuĆ©s de que Farid volviera a patearle las bolas, Bastian quiso imponerse y cobrar venganza, tenĆa que demostrarle que Ć©l era el jefe.
Eran las nueve de la noche y tenĆan trabajando todo el dĆa. La noche estaba fresca y el viento batĆa con fuerza. Farid fue a darse una ducha antes de irse a dormir.
Bastian abriĆ³ la puerta del baƱo; afortunadamente, Farid no la habĆa cerrado con llave, y lo vio lavarse el cabello detrĆ”s de la puerta de vidrio, cantando Ritmo de Black Eyes Peas con J Balvin.
Bastian sonriĆ³ y agarrĆ³ una de las toallas blancas.
El suelo de baldosas estaba mojado con agua, y se agachĆ³ y humedeciendo la toalla hasta que quedĆ³ empapada y pesada.
Farid empezĆ³ a cantar en voz alta.
Al otro dĆa volvemo'
TĆŗ sabes cĆ³mo lo hacemo', baby
This is the rhythm of the night
Bastian torciĆ³ la toalla mojada lo mĆ”s perfecta posible. Hizo la puerta rĆ”pidamente a un lado.
Farid se dio la vuelta, con sorpresa en los ojos, la boca entreabierta para completar el verso de la canciĆ³n. El agua corrĆa por su cuerpo. Bastian dio un vistazo a sus genitales, grandes y mojados.
Farid siguiĆ³ su mirada.
Entonces vio la toalla.
Antes de que tuviera oportunidad de cubrir su virilidad, le echaron la toalla en sus bolas, haciƩndolas rebotar con el impacto. Insertando un golpe perfecto.
Farid dejĆ³ escapar un grito corto y agudo y se agarrĆ³ las huevas. Se metiĆ³ en la ducha y cayĆ³ gritando.
Bastian lo atacĆ³ con otro duro golpe en su trasero.
El cuerpo de Farid se sobresaltĆ³ y se agarrĆ³ el culo poniĆ©ndose de espalda a la pared, dejando su frente abierto para otro ataque.
Bastian se echĆ³ a reĆr y volviĆ³ a golpear la toalla contra las bolas de Farid, haciendo contacto perfecto y lastimando sus dos testĆculos desnudos.
—¡Carajo! —gritĆ³ Farid.
Bastian sonriĆ³.
Farid gimiĆ³ frotando su culo rojo y sus bolas palpitantes.
Bastian dirigiĆ³ la toalla hacia la mano que sostenĆa aquellos cocos, haciendo que Farid gritara de dolor y soltara sus testĆculos.
Bastian chasqueĆ³ la lengua y sonriĆ³.
Luego golpeĆ³ las bolas de Farid por tercera vez con la toalla. Lastimando Ćŗnicamente la gĆ³nada izquierda. La pobre hueva se levantĆ³ de un salto y Farid sintiĆ³ arcadas. Se fue al piso dĆ³nde se acurrucĆ³.
Bastian se dio la vuelta, muy satisfecho.
EscuchĆ³ a Farid gemir de dolor y se riĆ³ entre dientes.
—Desgraciado —gimiĆ³ Farid.
Bastian nada respondiĆ³ y cerrĆ³ la puerta.
Tres dĆas despuĆ©s se ejecutarĆa una nueva batalla de bolas a pesar que Farid y Bastian actuaban de manera natural cada uno estaba atento en el cuidado de sus testĆculos.
Farid no demorĆ³ en ir por la venganza y para ello solicitĆ³ la ayuda de un aliado de los hombres comunes: Lenin.
Ćste velludo estaba conversando sobre un tribal tema con Farid y Bastian cuando de pronto lanzĆ³ una patada en las bolas del ultimo nombrado.
Bastian ChacĆ³n abriĆ³ la boca para protestar, pero el pie del muchacho lo atacĆ³ por segunda vez directo en los cojones.
Bastian tosiĆ³.
El hombre sonriĆ³ y pateĆ³ los testĆculos una vez mĆ”s.
Calzaba zapatos de deporte y tenĆa el objetivo perfecto. Su empeine chocaba con el bulto en el jeans, crujiendo las dos gĆ³nadas en la pelvis y enviando oleadas de dolor a todo de el hermoso cuerpo de Bastian.
El hombre gruĆ±Ć³ de dolor y se doblĆ³. Agarrando sus bolas y mirando a LenĆn.
GruĆ±Ć³ de nuevo.
Lenin se encogiĆ³ de hombros y lanzĆ³ otra patada contra los testĆculos agonizantes de Bastian. La punta del zapato golpeĆ³ las manos que sostenĆa la ingle, metiendo sus bolas en su cuerpo y agregando un nuevo dolor agudo a sus dedos.
Bastian gritĆ³ y soltĆ³ sus bolas por un breve momento.
Sin embargo, ese tiempo fue suficiente para que el velludo lo pateara una vez mƔs.
ChacĆ³n gritĆ³ de dolor cuando el zapato se estrellĆ³ en sus huevos, aplastĆ”ndolos y enviando nuevas ondas de agonĆa a todo su cuerpo.
Bastian se agarrĆ³ los cocos nuevamente y gimiĆ³ miserablemente.
Farid se echĆ³ a reĆr y le agarrĆ³ el brazo izquierdo.
LenĆn sonriĆ³ y agarrĆ³ el brazo derecho, alejando la mano de Bastian de su ingle.
Con un ruido sordo, el zapato de LenĆn subiĆ³ con una patada a la entrepierna desprotegida de Bastian.
El hombre gritĆ³.
En rĆ”pida sucesiĆ³n, LenĆn pateĆ³ las bolas tres veces mĆ”s.
Bastian gritĆ³ de dolor y luchĆ³ contra los apretones de sus supuestos amigos.
—¿Por quĆ© no abrimos su mosca? —sugiriĆ³ LenĆn que secretamente siempre se excitaba ante Bastian.
Farid se riĆ³ y agarrĆ³ la cintura del jeans.
Bastian gimiĆ³ de dolor. —¡Detenganse!
LenĆn desabrochĆ³ el jeans y buscĆ³ dentro de sus calzoncillos, sacando los huevos y el flĆ”cido pene dejĆ”ndolos colgando. MirĆ³ aquellos genitales vulnerables y sonriĆ³ con satisfacciĆ³n.
—No... Por favor...
LenĆn apretĆ³ el puƱo y lanzĆ³ un malvado gancho a las toronjas desnudas y desprotegidas.
Bastian tosiĆ³.
Farid y LenĆn se rieron, y el muchacho repitiĆ³ el movimiento, aplastando las gĆ³nadas con su puƱo.
La visiĆ³n de Bastian se volviĆ³ borrosa y comenzĆ³ a ver estrellas.
LenĆn lanzĆ³ una Ćŗltima patada fuerte a las preciosas bolas.
Bastian sintiĆ³ arcadas.
Farid y LenĆn lo soltaron.
Bastian se desplomĆ³ en el suelo. Sus testĆculos lo estaban matando. Pensaba que estaba a punto de morir. El dolor era insoportable.
Farid y LenĆn salieron riendo.
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