LA MARAVILLOSA KEI HONG. - Las Bolas de Pablo

Lo mƔs nuevo

8 feb 2022

LA MARAVILLOSA KEI HONG.

 

LA MARAVILLOSA KEI HONG.

 

 

CONTIENE BALLBUSTING F/M Y SEXO ORAL HETEROSEXUAL.

 

 

Nota Aclaratoria: Las personas de origen chino que hablan el espaƱol,  comĆŗnmente tienen problemas para expresar el fonema R, expresĆ”ndolo como L, a nosotros tambiĆ©n nos serĆ­a difĆ­cil expresar sonidos propios del idioma chino; AsĆ­ que cuando plasmo en el personaje de este relato esa dificultad en la expresiĆ³n, de ninguna forma es una burla hacia la comunidad china.

De todas maneras disculpen cualquier molestia que pueda causar con Ć©ste relato.


 

 

Aquel martes por la maƱana, Camilo terminĆ³ su turno como supervisor de carga en el aeropuerto, estaba exhausto luego de 18 horas de trabajo seguidas, aquellos turnos dobles le tenĆ­an hastiado.


—No aguanto mĆ”s, voy a renunciar!—Le comunicĆ³ Camilo a su amigo y compaƱero de trabajo Pascual DĆ­az.

 

—PatraƱas! No renuncies! lo que sucede es que estĆ”s agotado.

 

—IrĆ© a descansar a mi casa, nos vemos…

 

—Descansar?, allĆ” sĆ³lo y con esos vecinos que tienes…No me hagas reĆ­r.

 

DĆ­az conocĆ­a a Camilo desde hace tiempo, sabĆ­a que a sus 26 aƱos aĆŗn era soltero y vivĆ­a en un pequeƱo departamento donde a diario habĆ­a escĆ”ndalos de sus vecinos. Para DĆ­az a Camilo le urgĆ­a conocer una buena mujer para casarse, pero por lo pronto le tenĆ­a una soluciĆ³n a su mal humor y agotamiento laboral.  

 

—Visita a la maravillosa Kei Hong.

 

 

Camilo llegaba aquella tarde a un departamento en las cercanĆ­as del aeropuerto, no estaba seguro de lo aconsejado por su amigo, pero se sentĆ­a saturado por su empleo y el cĆ³mo le planteĆ³ el asunto le generĆ³ una verdadera intriga:

 

—Kei Hong es increĆ­ble, por algo el dicen la maravillosa y no existe otra palabra para describirla.

 

—No me interesa una puta, por muy buena que sea.

 

—Ella de seguro es puta, sĆ© que vino hace un aƱo de china, aunque creo que ya atendĆ­a en otra ciudad y ahora vino aquĆ­.

 

—Pero es una puta…—InterrumpiĆ³ Camilo.

 

—Pero eso no es lo importante mi amigo, Ćŗltimamente ha adquirido fama no por sus servicios sexuales sino por su trabajo de masajes erĆ³ticos, y eso lo hace en horas diurnas.

 

—Masaje?

 

—Un masaje erĆ³tico, te empelota y ella se empelota, y te comienza a masajear el cuerpo…

 

—Una puta al fin y al cabo.

 

—No Camilo, no hay sexo entre ustedes, ella te masajea de una forma increĆ­ble…CrĆ©eme que uno de esos masajes te dejarĆ” como nuevo, es increĆ­ble esa mujer con las manos…Y con otras partes, jajaja.

 

Con el interĆ©s creciente de Camilo, DĆ­az le programĆ³ una cita, tuvo suerte en que la solicitada fĆ©mina estaba libre a una hora de aquella misma tarde.

 

 

Camilo tocaba el timbre de la puerta.

 

—Buenas taldes quelido—AbrĆ­a la puerta una linda mujer oriental en un traje parecido a la seda.


Camilo se impresionĆ³ por el arquetipo de la mujer de origen chino, delgada, bajita y linda, no debĆ­a tener mĆ”s de 25 aƱos. Por su mente pasĆ³ la idea de hacer el amor con ella, pero no era para eso la cita, sino para el susodicho y recomendado masaje.

 

—Que glande (grande) eles…Adelante quelido.—Camilo superaba el metro ochenta y la oriental no pasaba de uno con cincuenta y cinco.

 

Kei lo invitĆ³ a sentarse y charlaron unos minutos, Camilo le confesĆ³ que era la primera vez que asistĆ­a a un sitio para un masaje, asĆ­ fuera erĆ³tico.

 

La dama estaba sonriente, no tardĆ³ el asunto en concretarse, se levantĆ³ un instante y trajo un datafono dĆ³nde Camilo pasĆ³ su tarjeta de crĆ©dito, la transacciĆ³n econĆ³mica se hizo y Kei le dio un beso. 

 

La mujer de origen chino le condujo al baƱo, era amplio y de bonita decoraciĆ³n. AllĆ­ de inmediato se desnudĆ³. Camilo tragĆ³ saliva al ver los lindos y pequeƱos senos de quien le iba a masajear. Luego su miraba bajĆ³ al coƱo de la joven dama.

 

Kei observĆ³ al boquiabierto cliente y le hizo seƱas de ayudarle a desnudar. Camilo levantĆ³ los brazos y la mujer le retirĆ³ el suĆ©ter, las finas manos de la dama le tocaron el pecho y las costillas, y de inmediato el falo de Camilo dio algunos brincos…ParecĆ­a querer tocar el bajo vientre de la delgada mujer frente a Ć©l


Kei detuvo a Camilo en su intento de quitarse el pantalĆ³n, serĆ­a ella la encargada de hacerlo. La dama Hong desabotonĆ³ el pantalĆ³n y lo deslizĆ³ con lentitud, llevĆ”ndose consigo los calzoncillos del cliente, la mujer se agachaba a medida que las prendas masculinas descendĆ­an.

 

Cuando le sacaba las ropas por los tobillos, Kei elevĆ³ la mirada encontrĆ”ndose el pene de Camilo a la altura de sus ojos, el hombre cĆ³mo pudo evitĆ³ una erecciĆ³n muy mal vista en su opiniĆ³n.


Kei sonriĆ³:

 

—Tienes la velga glande.—Dos dedos de la mujer tocaron de forma picaresca el prepucio de Camilo.

 

Un nuevo latido en el falo se dio, Kei se incorporĆ³ pasando la palma por el escroto del cliente, acariciĆ”ndoselo con dedicaciĆ³n, y sopesĆ”ndole los testĆ­culos.

 

Camilo casi estaba soƱando, la mujer olƭa delicioso y su piel era suave y delicada, estaba tentado a sobar su cuerpo, si fuera por Ʃl la tocarƭa sin fin.

 

La mujer le condujo a la ducha y abriĆ³ el agua, enseguida comenzĆ³ a enjabonarle el pecho, las pequeƱas manos de la masajista consentĆ­an el amplio torso de Camilo. La cercanĆ­a del rostro de Kei instĆ³ a Camilo a besarla, pero ella con un sutil movimiento le colocĆ³ la mejilla. Mientras tanto comenzaba a bajar sus manos con jabĆ³n al abdomen y pelvis del hombre.


Pronto Kei puso jabĆ³n al pene de Camilo, el cual se comenzĆ³ a parar y calentar, mĆ”s cuando su escroto tambiĆ©n recibiĆ³ una pasada de las manos de la oriental.

 

DespuĆ©s la masajista se ubicĆ³ tras Camilo y atendiĆ³ su espalda, el jabĆ³n apenas alcanzaba ante la amplia espalda del hombre, las nalgas estuvieron enjabonadas  y fue cuando la mujer sorprendiĆ³ al sonriente Camilo…Una de sus manos pasĆ³ por un lado y le sostenĆ­a la verga, mientras la otra incursionĆ³ entre sus muslos llegĆ”ndole por debajo y masajeĆ”ndole los testĆ­culos.


La mano de Kei acunaba perfectamente el saco escrotal de Camilo, el movimiento de sus dedos movĆ­a suavemente los testĆ­culos el hombre dentro de su escroto.


Camilo jadeaba, su pene latĆ­a y seguĆ­a creciendo. Pero fue cuando la mano de Kei se cerrĆ³ alrededor de sus bolas. Al principio la fuerza se incrementĆ³ pero cuando Camilo iba a reclamar, cesĆ³ el apretĆ³n.

 

Pam! Pam! Sonaron unas suaves palmadas en el escroto de Camilo, quien arrugĆ³ el rostro y se quiso hacer el fuerte al no quejarse.

 

Pum! Fue un veloz puƱo ascendente a su escroto, aunque no con fuerza plena.

 

—Aauu!!! Calma, calma…—Casi suplicĆ³ Camilo, al que sus largas piernas se flexionaron, el hombre sacĆ³ fuerza y volviĆ³ a erguirse.

 

La mujer volviĆ³ a masajearle el escroto y Camilo pronto olvidĆ³ el golpe.

 

Tras casi un minuto de caricias gonadales en medio del jabĆ³n, otro puƱo de mediana fuerza sorprendiĆ³ a Camilo.

 

—Ay!, cariƱo, no hagas eso—ReclamĆ³ Camilo, tratando de retirarle la mano, Kei atesĆ³ con fuerza su escroto y apretĆ³, obligĆ”ndole a retirar las manos.

 

—Bastaaaa por favor!—Camilo no sabĆ­a que estaba pasado, sus piernas volvieron a aflojarse, la mujer le ayudĆ³ a mantenerse firme.

 

—AsĆ­ te lelajalĆ”s (relajarĆ”s) mejol —ConsiderĆ³ Kei necesario justificar sus acciones.

 

Camilo se sentĆ­a incĆ³modo, pero la oriental actuĆ³... LiberĆ³ sus bolas y se pasĆ³ frente a Ć©l, empinĆ”ndose para alcanzar sus labios, Camilo pareciĆ³ dominar sus quejas y dolores respondiendo al beso de la mujer…Un instante despuĆ©s las manos enjabonadas de la masajista le masturbaban, el pene de Camilo volviĆ³ a dar brincos en las manos de la hembra.

 

El beso infinito terminĆ³ y la seƱorita Hong se arrodillĆ³ ante Camilo, le tomĆ³ del pene y comenzĆ³ a chupĆ”rselo.

 

—Oh Dios!—Camilo jadeĆ³ al techo ante el “detalle” de la mujer—Oh chinita, eso es!—El dolor habĆ­a quedado atrĆ”s.

 

Camilo se preguntaba si esto era parte del masaje, pues para Ć©l era bienvenida aquella fina atenciĆ³n.

 

La lengua de la femenina le daba golpecitos en el frenillo del prepucio, para a continuaciĆ³n metĆ©rselo en la boca y estimularlo con lengua paladar y el interior de sus mejillas. El pene de Camilo no dejaba de gotear presemen, mezclado con el fino jabĆ³n el cual la mujer estaba acostumbrada a probar.


Camilo se sentĆ­a relajado, pero querĆ­a tomar la cabeza de la mujer y follarle la boca a voluntad, pero de repente Kei Hong cesĆ³ su mamada.

 

—Sentilte mejol?—Kei se incorporĆ³ y llevĆ³ de la mano a Camilo rumbo a un asiento de plĆ”stico en un rincĆ³n del baƱo.

 

Camilo se ubicĆ³ en el asiento y la mujer retomĆ³ el proceso de enjabonarle, arrodillada a su lado, Kei le manipulaba el miembro viril.

 

Camilo buscĆ³ la boca de la oriental y ella respondiĆ³, los besos y las caricias le levantaban mĆ”s el pene.

 

Un nuevo frente de acciĆ³n surgiĆ³, la masajista pasĆ³ la mano izquierda por debajo del sentado hombre, —La silla tenĆ­a un espacio que permitĆ­a incursionar por allĆ­—. Los dedos pronto entraron en contacto con el enjabonado escroto de Camilo y la dama le comenzĆ³ a acariciar las bolas con dedicaciĆ³n. Una vez mĆ”s disfrutaba el hombre por el rico masaje a sus gĆ³nadas.


—Eres muy buena consintiendo, chinita—ExpresĆ³ en un instante al parar los besos.

 

La mujer masturbaba el falo de Camilo y tanteaba la cara inferior del oscuro escroto del hombre, allƔ abajo los dedos daban cortos movimientos reflejƔndose en sutiles golpecitos a las bolas del cliente.


—Oh china, no sabes cĆ³mo quisiera estar contigo, podemos hablar de eso?—Ese rĆ”pido y repetitivo movimiento de los dedos le hacĆ­a ver el cielo.

Kei le sonriĆ³ y fue cuando sus dedos comenzaron a cerrarse, atesando las bolas de Camilo.

 

El hombre sintiĆ³ la incomodidad y ante el rĆ”pido incremento de fuerza, arrugĆ³ el rostro.

 

—Que…que haces?, suĆ©ltame…—La fuerza de la voz se desvaneciĆ³ y sĆ³lo pudo apretar los dientes queriendo soportar el apretĆ³n que la mujer le daba.

 

La oriental no cesaba en apretar su hombrĆ­a; Desesperado, Camilo intentĆ³ levantar un brazo para golpearla…Kei anticipĆ³ eso y moviĆ³ su mano (y lo que atrapaba) con violencia hacĆ­a el piso.

 

—AAAahhh!!!—EmergiĆ³ de la boca de Camilo ante el fuerte tirĆ³n a su escroto.

 

Kei Hong parecĆ­a sonreĆ­r, pero al mismo tiempo estaba concentrada en lo que hacĆ­a, movĆ­a los dedos queriendo sostener a comodidad el contenido escrotal pero sin soltarlo.

 

—UUghhh!!!!!— ExpresĆ³ ahora Camilo cuando sintiĆ³ al mĆ”ximo el estirĆ³n de la mujer y su vista se nublĆ³.

 

La oriental observaba sus reacciones, mantuvo el estirĆ³n y levemente desviĆ³ el tirĆ³n escrotal hacia la izquierda, notĆ³ de inmediato que el hombre elevaba la cabeza y parecĆ­a Ć­rsele hacia atrĆ”s.

 

Camilo no vio nada mĆ”s, perdiĆ³ el conocimiento.

 

La experta mujer parecĆ­a saber muy bien cĆ³mo desmayar  a un hombre, tirando calculadamente de su escroto. Al parecer podĆ­a dejarle sin sentido sin causarle un daƱo a sus Ć³rganos viriles. Cuando el cuerpo de Camilo se iba hacĆ­a atrĆ”s, ella liberĆ³ sus bolas y le detuvo de caer de espaldas y golpearse la cabeza.

 

Al despertar Camilo estaba tendido en el suelo, la masajista yacĆ­a acostada boca abajo sobre el torso y abdomen del macho, la mujer les estaba chupando la verga.


Camilo retomĆ³ conciencia de lo ocurrido, la masajista le habĆ­a apretado los huevos hasta que el perdiĆ³ el sentido. Que harĆ­a ahora?, le llegĆ³ la sensaciĆ³n de su falo…Pero que rico se sentĆ­a su pene!, con el placer no parecĆ­a poder enojarse con la mujer.

 

Camilo jadeaba, la delgada mujer le parecƭa pesada, no sentƭa en su cuerpo fuerzas para poder quitarla de encima, las bolas le dolƭan y se sentƭa agotado, pero su pene le transmitƭa mƔs y mƔs placer.

 

Los movimientos de Camilo alertaron a Kei:

 

—Ah, veo que ya despeltaste…

 

La mujer se acomodĆ³ mejor, ubicando su coƱo al alcance de la boca de Camilo, el cliente no dudĆ³ y extendiĆ³ su lengua, lamiendo la vulva de la dama.

 

ComenzarĆ­a una secciĆ³n de sexo oral entre ambos, la lengua de Kei recogĆ­a todo el presemen del macho, y por momentos se metĆ­a el tronco peneano casi hasta la garganta. Por su parte Camilo introducĆ­a lo mĆ”s que podĆ­a la lengua en el coƱo de la oriental, y Ć©ste se lubricaba poco a poco.

 

—Oh rayos!—El aguante de Camilo estaba cerca del lĆ­mite. Kei tambiĆ©n  mordĆ­a con suavidad el glande del hombre con sus molares.

 

El pene daba brincos dentro de la boca de la masajista. La eyaculaciĆ³n era inminente!

 

De repente Kei parĆ³ la estimulaciĆ³n y se moviĆ³, ubicĆ”ndose entre las piernas de Camilo y mirĆ”ndolo hacĆ­a el rostro, el hombre tenĆ­a la lengua afuera, ansioso por seguir comiĆ©ndole el coƱo a la movida seƱorita Hong.

 

La mujer le tomĆ³ del falo con una mano y con la otra le enterrĆ³ un violento puƱo en las bolas.


—AAAAHHH!!!!!!!—Camilo gritĆ³ al techo del baƱo al contacto de aquel pequeƱo pero huesudo puƱo.

 

Un segundo puƱo volviĆ³ a hacer mella en el centro de su escroto estrellĆ”ndolo contra la base del falo. El pene del hombre soltĆ³ su carga de leche.

 

Un poderoso chorro de semen volaba por el aire rumbo a su abdomen y pectorales.


Camilo no podĆ­a hacer mĆ”s que gritar, pues Kei continuĆ³ golpeĆ”ndole los testĆ­culos, sacando mĆ”s y mĆ”s chorros de leche, la potencia de estos no tenĆ­an precedentes para el hombre. La dama era muy certera y golpeaba en los lugares justos en las bolas, para asĆ­ sacar toda la leche acumulada del macho.

 

Por fin llegĆ³ el puƱo final y la experta Kei lo conectĆ³ con tal fuerza que casi le metiĆ³ los testĆ­culos dentro del cuerpo del cliente.

 

—Por favoooooorrrr—SĆ³lo podĆ­a decir eso, sus ojos lloraban y su cuerpo estaba sin fuerza alguna, no solo por el dolor sino por el placer extremo de la poderosa eyaculaciĆ³n.

 

Camilo sĆ³lo veĆ­a al techo, todo era borroso, pensĆ³ que perderĆ­a el sentido en cualquier momento, pero no sucediĆ³…

 

…Pasaron los segundos y minutos y fue recuperando sensaciones en su cuerpo casi inerte…Lo primero que sintiĆ³ fueron sus bolas, dolĆ­an y se movĆ­an, aunque levemente…

 

…Su pene estaba flĆ”cido acostado de medio lado a la izquierda, yacĆ­a rendido y pegajoso, despuĆ©s de cumplir su funciĆ³n eyaculatoria se fue a dormir.

 

Con el paso de mƔs minutos Camilo tuvo al fin sensaciones exactas, sus bolas se movƭan porque la mujer se las estaba masajeando, Kei se las sobaba y el dolor se marchaba, poco a poco su cuerpo recobraba fuerzas.

 

Kei se le acercĆ³ al rostro y le dijo:

 

—Ven caliƱo, vamos a la ducha.

 

Le ayudĆ³ a levantarse y avanzaron, pronto se vio bajo el chorro de agua tibia. Ya podĆ­a mantenerse en pie sĆ³lo, la mujer estaba tras Ć©l y le masajeaba en la espalda, sentĆ­a una presiĆ³n que hacĆ­a con sus dedos, con cada impulso cerca de su columna sentĆ­a un vigor…Era como si la masajista oprimiera un botĆ³n y liberase energĆ­a en su debilitado cuerpo.

 

Kei Hong descendĆ­a por su columna oprimiendo puntos especiales y liberando energĆ­a. Camilo se sentĆ­a ya fuerte de nuevo.


DespuĆ©s de llegar a sus nalgas la mujer metiĆ³ las manos entre los muslos de Camilo, Ć©ste se sorprendiĆ³ y pensĆ³ en que le apretarĆ­a los testĆ­culos otra vez, pero no hubo tiempo para dudas pues sintiĆ³ su dedo enterrado en el perineo, no le doliĆ³, pero si se percatĆ³ que su pene dio un brinco fuerte…el “muchacho” estaba de vuelta otra vez…con toda su fuerza y listo para la acciĆ³n.

 

—Pero que me has hecho, china?—Expresaba Camilo sin respuesta de la ocupada dama.

 

Los dedos de la mujer llegaron a un punto justo detrĆ”s de la bolsa escrotal, y aplicĆ³ presiĆ³n, Camilo sintiĆ³ sus testĆ­culos elevarse, para descender con suavidad dentro de la bolsa de piel, casi de inmediato el hombre sintiĆ³ una electricidad y calor que desde sus huevos subieron a su abdomen, tĆ³rax, cuello y finalmente cabeza…

 

…Otra oleada de lo mismo bajaba por sus muslos, piernas hasta los pies… Todo era energĆ­a, Camilo sentĆ­a un vigor extraordinario.

 

Kei le tocĆ³ el hombro de forma normal.

 

—Ya telminamos quelido, puedes vestilte.

 

Camilo quedĆ³ sin palabras justo debajo de la ducha, el agua daba en su rostro y resbalaba, el hombre estaba obnubilado por lo sucedido.

 

Un tiempo despuĆ©s, Camilo iba de camino a casa y seguĆ­a en shock ante todo lo sucedido aquella tarde, sĆ³lo una cosa en su mente era clara:

 

VolverƩ a buscar los servicios de la maravillosa Kei Hong.

 

 

FIN.

 

 

***

 


ANEXO.

 

Tras la ducha y masaje, Camilo se vistiĆ³ y saliĆ³ del baƱo. Ahora veĆ­a todo mĆ”s claro, el aire que entraba a sus pulmones tenĆ­a otro olor, mĆ”s puro, casi como si estuviese en un verde bosque primaveral, flexionaba los bĆ­ceps y estos respondĆ­an con fuerza inusitada. Que le habĆ­a hecho esa mujer? Sus bolas dolĆ­an, pero no le incapacitaban ahora, incluso su pene flĆ”cido parecĆ­a a punto de elevarse en cualquier momento. De alguna forma esa mujer oriental le sacĆ³ la fuerza y vitalidad que no sentĆ­a en su cuerpo desde su Ć©poca universitaria.

 

ObservĆ³ a Kei quien revisaba el datafono, la mujer expresĆ³:

 

—Gustale el masaje?

 

—SĆ­—Se apresurĆ³ a decir. No daba para preguntar que habĆ­a pasado en realidad.

 

En su cabeza tratĆ³ de entender las cosas:

 

De alguna forma dejarlo inicialmente debilitado y acabado, para despuƩs revitalizarlo con la ducha y el masaje a la espalda, le habƭa renovado las energƭas. Los apretones y golpes en las bolas eran necesarios para dejarlo sin fuerzas

 

La oriental observĆ³ su rostro pensativo.

 

—Me quieles decil algo?

 

Camilo se atreviĆ³ a hablar sĆ³lo de un tema:

 

—Todo fue delicioso, pero lo Ćŗnico que no me terminĆ³ de gustar fue que me pegaras en las bolas, chinita…Eso duele mucho—Camilo se tocĆ³ la entrepierna queriendo que la oriental entendiera bien a que se referĆ­a.

 

Kei sonriĆ³ y respondiĆ³.

 

—Tambien hago selvicio de Balbustin…

 

—Y eso que es?

 

—Pegal en las huevas al homble.

 

Camilo se sorprendiĆ³ y cruzĆ³ los dedos en forma de cruz.

 

—Eso si no va conmigo, chinita—Ahora entendĆ­a el porque tenĆ­a experiencia atacando en las bolas.

 

—A muchos hombles les gustan patadas entle las pielnas.

 

Camilo volviĆ³ a rechazar el asunto y se despidiĆ³ de la mujer.

 

 

El Ballbusting no le agradaba a Camilo, al menos no por ahora. Pero a muchos otros sĆ­ les gustaban, y eso los incluye a ustedes lectores.

 

A futuro un nuevo relato de Kei Hong, atendiendo a un cliente en una secciĆ³n de Ballbusting y algo mĆ”s. 

 

 

***

 

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Pages