CAZADOR DE GIGANTES 3/7: Scott Yang - Las Bolas de Pablo

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11 feb 2022

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CAZADOR DE GIGANTES 3/7: Scott Yang

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   Contiene: Ballbusting Hombre/Hombre. Big vs Small

     La estrella de acción Scott Yang, no permanecerĆ­a muchos dĆ­as mĆ”s en el paĆ­s, segĆŗn supe, a raĆ­z de lo sucedido, la producción eligió una nueva locación en los Estados Unidos para sustituir las escenas que se grabarĆ­an en MĆ©xico, y han reescrito parte del guión para adaptar la historia a este cambio. El hombre se encuentra convaleciente en un departamento de lujo, custodiado por guardias de seguridad privada, se recupera de los daƱos fĆ­sicos sufridos, pero el mayor agravio recibido, sin duda debe ser el psicológico.


    Luego de charlar con su representante y guardias de seguridad, ellos lo consultan con el actor, Ć©l accede a tener una pequeƱa entrevista conmigo. Hace un par de horas interroguĆ© a Alfonso ā€œEl Toroā€, no deseo perder el tiempo. He explicado que todo es extra oficial, que puede tratarse de un violador serial y que aunque este caso en particular ha sido descartado, cualquier cosa que Ć©l me pueda decir, podrĆ­a ayudarme a dar con el responsable. 


    Nuestra conversación serĆ” en inglĆ©s, Ć©l no habla espaƱol. Por fortuna, mi amada ā€œJoā€, Jocelyn, la madre de Pepe, era britĆ”nica, la conocĆ­ cuando yo tomaba clases de ese idioma, ella fue mi maestra, era una mujer blanca como la leche y rubia, con ojos azules, delgada, hermosa, con una diminuta cintura y grandes pechos. Nos enamoramos, ella decidió dejarlo todo y vivir conmigo y con nuestro hijo aquĆ­, en Tlaxcala. Durante un viaje que realizó para visitar a su familia en Gales, tuvo un accidente automovilĆ­stico, jamĆ”s pudo regresar con nosotros, sus restos yacen en un cementerio de aquel paĆ­s. Pepe tenĆ­a solo seis aƱos, desde entonces hemos sido solo Ć©l y yo, por eso le pusimos JosĆ© en primer lugar, por la semejanza en escritura con el nombre de su madre. Cada que lo miro: rubio y apuesto, hasta su sonrisa; todo en Ć©l es muy parecido a ella.


    Scott me recibe en su departamento, al abrir la puerta, noto que camina extraƱo, con las piernas ligeramente abiertas. Viste con un pantalón de gabardina blanco, reducido en las pantorrillas para estilizar su figura y una moderna playera gris de manga larga. Su cabello es corto, pero deja una especie de fleco mĆ”s largo al frente. Se sienta con cuidado en un cómodo sillón reclinable, con las piernas muy abiertas, alcanza de una mesa cercana una compresa frĆ­a. Desabotona su pantalón y baja el cierre para meter el objeto en su entrepierna, exclamando con alivio al sentir el frĆ­o.


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(Inicio de la conversación en inglés)


     ā€”ĀæCómo te encuentras? —pregunto seƱalando su entrepierna con la vista.


     ā€”Los doctores no saben si esto afectarĆ” mi fertilidad, pero lograron rescatar mis bolas —comenta—. Llegando a ā€œThe Statesā€, me harĆ”n unos estudios. Por suerte ya tuve un par de hijos, pequeƱos los dos, una tiene un aƱo, el mayor tiene tres.


     ā€”Espero que te recuperes sin secuelas —expreso mis mĆ”s sinceros deseos. 


     ā€”Dejemos la charla barata, vienes a preguntarme sobre aquella pelea, Āæcierto? —afirma el apuesto e imponente hombre atlĆ©tico de 28 aƱos, con rasgos asiĆ”ticos.


     ā€”AsĆ­ es, ĀæpodrĆ­as contarme con detalle lo que ocurrió aquel dĆ­a?


     ā€”Me encontraba entrenando en un gimnasio privado que la producción alquiló, eran alrededor de las nueve de la noche, dejĆ© la puerta sin llave, se suponĆ­a que nadie me molestarĆ­a o siquiera sabrĆ­a que yo me encontraba ahĆ­ —comienza a narrar Scott—. Me encontraba golpeando y pateando un saco largo de boxeo. Con sus silenciosos tenis, Ć©l se acercó sin que yo me diera cuenta. Cuando di una patada giratoria alta,  sencilla, antes de que mi pie volviera a tocar el suelo, sentĆ­ un dolor terrible en mis bolas. Ɖl me habĆ­a golpeado por detrĆ”s mientras yo abrĆ­a confiado las piernas. ProtegĆ­ mis nueces y me agachĆ© girando mi cuerpo hacia Ć©l, terminĆ© cayendo de rodillas. Me tomó por sorpresa. Ɖl se dirigió hacia mi maleta, donde guardaba mi telĆ©fono móvil, una toalla, una botella con agua, mi cartera y las llaves de lugar.  Los echó afuera y cerró, guardando las llaves dentro de sus botas.


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 ā€”ĀæCómo iba vestido? —pregunto—. Y fĆ­sicamente, Āælo puedes describir?


    ā€”Claro, mide 5 pies con seis o siete pulgadas y debe pesar 135, quizĆ” 140 libras. VestĆ­a con un pantalón de licra negro, rodilleras, se quitó los tenis y se puso unas botas, su atuendo era como el de un luchador profesional, incluso llevaba una mĆ”scara negra de luchador, solo que era negra, plana, sin ninguna decoración —escuchar que la descripción dada por Scott, coincidĆ­a con la del atacante de Alfonso, me hace sonreĆ­r por dentro. Este caso va tomando forma.



     ā€”Apuntado, continĆŗa —digo— ĀæQuĆ© mĆ”s pasó?


     ā€”Ɖl trepó a un ring, haciendo ademanes con sus brazos, me invitó a subir y pelear con Ć©l. Yo pensĆ© que era la broma de alguien del equipo de producción, sin saber exactamente las intenciones de este hombre, le seguĆ­ el juego. Yo de por sĆ­ entreno descalzo y vestĆ­a un pantalón deportivo ceƱido de licra, asĆ­ que Ćŗnicamente me quitĆ© la playera para mostrar mi torso. Peso 210 libras, mido 6 pies 4 pulgadas, soy incluso mĆ”s alto que tĆŗ, aunque no tan fornido —Scott me dice—. Me sentĆ­ confiado, esa escoria era un enano y ademĆ”s muy delgado. Yo he entrenado Muay Tai desde pequeƱo y fui peleador profesional de artes marciales mixtas. DespuĆ©s de frotar mis aun doloridas bolas, flexionĆ© mis brazos y expandĆ­ mi pecho para demostrar mi superioridad fĆ­sica. Me encarrerĆ©, Ć”gilmente saltĆ© al ring, me apoyĆ© en la cuerda superior y brinque por encima para ingresar al campo de batalla. No puedo decirte lo que me dijo, porque Ć©l hablaba espaƱol y yo no entiendo, pero era algo para provocarme, eso lo pude percibir. 


     ā€”ĀæEn ningĆŗn momento habló inglĆ©s? —pregunto para confirmar. 


     ā€”Creo que uso algunas expresiones, dĆ©jame recuerdo mĆ”s adelante, pero su pronunciación era mala —responde—. Ā«Tuve 19 victorias seguidas, perra y todos mis rivales fueron hombres mucho mĆ”s grandes y mejores que tĆŗĀ» le dije, refiriĆ©ndome a mi paso profesional en las artes marciales mixtas. CaminĆ© hacia Ć©l en modo de pelea y lancĆ© algunos golpes apuntando a su cara. Di un paso atrĆ”s para dar una patada giratoria, apuntando a su rostro. No utilicĆ© toda mi fuerza, solo lo estaba midiendo, no peleaba en serio, ese fue un grave error, debĆ­ dejarme ir con todo, no debĆ­ permitirle muchas cosas. NotĆ© que Ć©l fĆ”cilmente esquivó mis golpes arqueando su cuerpo hacia atrĆ”s y dando un paso. Mi larga pierna permitió que mi empeine impactara su cara, eligió esquivar en vez de bloquear y no pudo hacerlo, el impacto hizo girar su cabeza hacia la derecha. Ɖl retrocedió un poco haciendo cierta distancia para evitar futuros ataques.


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     ā€”ĀæCrees que tĆŗ eras mejor peleador que Ć©l? Que bajo otras condiciones, ĀæpodĆ­as haberlo vencido? —pregunto.


     ā€”Considero que sĆ­. Yo soy hĆ”bil, y Ć©l no es infalible, sin embargo, es bueno. La verdad no lo sĆ©. En fin, "es lo que es". Yo ataquĆ© con un jab izquierdo a su cara, me desplacĆ© a la derecha para lanzar una patada baja a su muslo y dormir su pierna. Ɖl cubrió su rostro con los brazos y levantó su pierna, flexionĆ”ndola para que mi espinilla se estrellara contra la suya. No es un improvisado, Ć©l sabĆ­a cómo defender, el chico es un kick boxer. Inmediatamente despuĆ©s de bloquear mis ataques, me lanzó un sorpresivo jab que esquivĆ© hacia atrĆ”s, pero me alcanzó de lleno, de inmediato, con un uppercut a la cara. Su potencia me sorprendió, su tĆ©cnica era perfecta, utilizó todo su cuerpo desde el talón hasta el hombro y toda la extensión de su brazo para golpearme con la mĆ”xima fuerza posible. Yo me tambaleĆ© un poco y retrocedĆ­ para poner distancia con Ć©l. Continuamos dando vueltas en cĆ­rculos, decidiendo cuĆ”ndo atacar. 


    ā€”ĀæQuĆ© edad dirĆ­as que tiene? —preguntĆ©.


    ā€”Es joven, se escucha joven y su cuerpo luce joven, no me sorprenderĆ­a que fuera un adolescente (teen: alguien menor de veinte), o un adulto joven, yo digo que no tiene mĆ”s de 25 aƱos, pero no lo sĆ©. Yo lancĆ© otros golpes a su cara para distraerlo y colocarme a su costado para patear con fuerza su rodilla por detrĆ”s Ā«abajo chico, abajo vasĀ» dije. Ɖl quedó con una rodilla en el suelo y apoyado con su puƱo. AprovechĆ© para lanzar varias patadas giratorias que lo sacudieron, pero las bloqueaba con los antebrazos y permanecĆ­a en aquella posición, sin levantarse. Me pareció sospechoso, pero decidĆ­ continuar atacando. Ā«Y pensĆ© que serĆ­as fuerteĀ», dije sonriendo, mientras me acercaba a Ć©l. Lo agarrĆ© por el pelo y lentamente lo arrastrĆ© para ponerlo de pie. Ɖl aprovechó para restregar su cara en mi bulto, se afianzó a mi trasero y aspiró mi olor. Su nariz se frotó con fuerza contra mi pene y su mentón con mis bolas


     ā€”ĀæLlegaste a sentir excitación sexual por Ć©l? —preguntĆ©. 


      ā€”JamĆ”s, yo soy heterosexual. Apenas sus dos pies se apoyaron sobre el piso, Ć©l saltó, colocó sus manos por detrĆ”s de mi cuello haciĆ©ndome un clinch. Flexionó sus brazos para hacerme agachar y con su rodilla impactó en cinco ocasiones mi desprotegida entrepierna. Brincando en cada una de ellas para tomar impulso, su tĆ©cnica fue buena. Yo debĆ­ colocar mis brazos para bloquear, pero lo que Ć©l habĆ­a hecho con mis genitales me desconcentró, seguramente lo hizo para distraerme. Su rodilla se estrelló en mi hombrĆ­a, haciĆ©ndome gritar, no pude bloquear de forma efectiva sus otros rodillazos, yo estaba conmocionado. CaĆ­ arrodillado y aullĆ© como un animal herido, y lo mirĆ© con furia y dolor. Ɖl me puso en paz con una poderosa patada de tornado a la cara, yo sujetaba mis bolas, asĆ­ que tenĆ­a la guardia baja, el impacto me hizo caer de costado al suelo y hasta escupir.


    La narración de esta pelea es muy diferente a la de Alfonso, mientras aquello parecĆ­a un juego sexual. Este fue un combate real, donde ambos buscaban hacerse daƱo.


     ā€”Estando yo tirado, Ć©l hundió su empeine en mis abdominales mientras me decĆ­a algo en espaƱol. TodavĆ­a sosteniendo mi paquete y gruƱendo de dolor, balbuceĆ© Ā«pequeƱo sucio, te voy a matarĀ». No quiero que creas que yo lo matarĆ­a en serio, fue solo una expresión —aclaró el hombre.


     ā€”Lo entiendo, no te preocupes —le dije.


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     ā€”Ɖl tomó mis tobillos, levantó mis piernas abiertas, y comenzó a patear con toda su fuerza mis manos, sin parar, pues estas protegĆ­an mis nueces, yo pateĆ© para forcejear y liberar mis extremidades, no me quedĆ© dócil recibiendo el castigo, pero no me soltó. El dolor en mis manos era tal que yo levantĆ© mi torso en un intento por detenerlo, Ć©l aprovechó para patear mi mentón, enviando mi cabeza al suelo, aturdiĆ©ndome. Mis manos dejaron de proteger mi hombrĆ­a durante unos segundos. Ɖl frotó con su pie descalzo mi entrepierna, una vez que sintió mis bolas, las guĆ­o hacia el piso, pisĆ”ndolas con todo su peso, rebotando sobre ellas, la bola de su pie presionaba a ā€œmis chicosā€ contra la lona, mi cuerpo se contrajo y empecĆ© a retorcerme. No podĆ­a creer lo que este tipo estaba haciendo conmigo. De repente, Ć©l saltó y aterrizó con su rodilla en mis ya destrozadas pelotas. Fue tan doloroso, de solo recordarlo… —el hombre entrecierra las piernas, se lleva las manos a la compresa y frunce el ceƱo, para luego tocar sus brazos como si los vellos se le hubieran erizado. Noto que sus manos estĆ”n vendadas y tienen algunas gasas—. Eso fue tortura, yo jamĆ”s lo esperĆ©. 


      ā€”ĀæDigamos que aquel fue el momento en el que te sometió? Desde ahĆ­ la pelea fue a su favor —preguntĆ©.


     ā€”No, para nada, yo no me iba a rendir, no todavĆ­a —él afirmó y prosiguió con su narración—. Por el abuso de un solo pie y una rodilla en mis bolas, comencĆ© a sentir ganas de vomitar. Mis grandes mĆŗsculos, mi mayor estatura y fuerza superior eran inĆŗtiles. Ese chico habĆ­a masacrado sin piedad mi parte mĆ”s vulnerable y me tenĆ­a enrollado en posición fetal. Me puso bocabajo en la lona, retiró mi pantalón del licra y mi ropa interior, Ć©l tambiĆ©n se desvistió. Ambos estĆ”bamos desnudos. Se sentó en mis piernas y apretó con fuerza mi culo redondo y musculoso Ā«quita tus manos de mĆ­, escoriaĀ» le gritĆ©. Insertó su mano entre mis piernas y…


     ā€”Sujetó tu escroto y apretó con fuerza, manteniĆ©ndote dominado en aquella posición —lo interrumpĆ­ para completar el relato. Ɖl se sorprendió—. Ese parece ser un movimiento caracterĆ­stico de esta persona, asĆ­ es como debilita a sus oponentes.


    ā€”AquĆ­ es cuando usó algunas palabras en inglĆ©s, creo que sabe hablarlo, solamente no lo pronuncia del todo bien, Ā«I feel this testosterone rush in my body. Holding and squeezing your manhood in my hand, makes my cock grow. It will reach its maximum 12 inches. Can you imagine? 12 inches of solid meatĀ» Yo me quedĆ© sorprendido, pensĆ© que tal vez habĆ­a escuchado mal o Ć©l se habĆ­a equivocado. Dijo que su verga medĆ­a en erección 12 pulgadas, Ā”eso es de locos! Pero, no estaba mintiendo —comentó estupefacto, incluso mantuvo sus ojos y boca abiertos unos segundos, para hacer Ć©nfasis en su declaración—. EmpecĆ© a entrar en pĆ”nico cuando sentĆ­ su firme agarre alrededor de mis saco, no daba crĆ©dito a lo que sucedĆ­a. Este tipo flaco tomaba el control de mis bolas y por ende, de todo mi cuerpo, yo comencĆ© a gemir y poco a poco perdĆ­ las ganas de luchar, me sentĆ­ humillado y derrotado. De repente siento una enorme polla frotĆ”ndose contra mi cuerpo y pensĆ©: Ā«esto no puede ser verdadĀ». Por primera vez, yo supliquĆ© Ā«por favor chico, no, no, no. Quien sea, si esto es una broma, Ā”basta! Ā”Paren ya! Por favorĀ»


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     El hĆ©roe de acción, Scott Yang, no se entregó por voluntad propia, este hombre fue quebrado por este pequeƱo criminal.


     ā€”Ɖl me volteó bocarriba, manteniendo su dominante agarre en mis bolas Ā«bewitnessĀ» me dijo y seƱaló su erecto pene de 12 pulgadas. Comenzó a estimular con su mano libre mi verga, para provocar mi erección y poderlas comparar. Yo yacĆ­a tirado en el suelo, Ć©l con una mano deformaba mis pelotas, con la otra me masturbaba. Mi cuerpo no resistió y se me levantó, mi miembro de 8.5 pulgadas se puso tieso. Ā«Don’t you feel small right now?Ā» preguntó, aludiendo a la diferencia de tamaƱo de nuestros genitales. NeguĆ© con la cabeza, sabĆ­a que mi verga no era pequeƱa, la suya mĆ”s bien es monstruosa. En un Ćŗltimo intento por no perder mi dignidad, incorporĆ© mi torso, sujetĆ© su nuca con una mano y estrellĆ© mi cabeza contra la suya, mientras le gritaba Ā«FUCKERĀ». 


     ā€”ĀæTu contraataque funcionó? —preguntĆ© con interĆ©s.


     ā€”SĆ­ —responde sonriendo—, pero el gusto me duró poco. Ɖl estaba tan concentrado en castigar y estimular mi masculinidad que no esperaba ningĆŗn movimiento de mi parte. Por un par de segundos cuando mi cabeza lo golpeó, Ć©l se confundió y olvidó lo que estaba haciendo, aflojando su agarre —contó la estrella de acción—. SonreĆ­ y sentĆ­ una chispa de esperanza, me deslicĆ© rĆ”pidamente para alejarme de Ć©l. No lo resistĆ­, vi su gigantesco pene, levantado como un obelisco, y debajo un par de grandes bolas rosadas. Apoyando mi peso en mis codos, todavĆ­a bocarriba, elevĆ© mi pie con toda mi fuerza para patear sus testĆ­culos. 


     ā€”ĀæTuviste exito? ĀæGolpeaste en las bolas al hijo de perra? —preguntĆ© emocionado.


      ā€”SĆ­. «”Ay!Ā» gritó. Su propia erección se estrelló con fuerza contra sus abdominales y sus bolas se elevaron por el impacto, sacudiĆ©ndose despuĆ©s. Llevó sus manos a la ingle y comenzó a frotarse. Yo me iba a poner en pie, cuando Ć©l me miró de forma maliciosa y me dijo Ā«Do it again, FuckerĀ». Ɖl estaba arrodillado, colocó ambas manos por detrĆ”s de su cabeza de manera sumisa y me invitó a volverlo a golpear, mientras me decĆ­a otras cosas en espaƱol. Yo debĆ­ ponerme en pie y retomar el control de la pelea, pero… no pude resistirme a castigar las bolas del hombre que tanto daƱo me habĆ­a hecho. AsĆ­ que lo pateĆ© nuevamente.


      ā€”ĀæY quĆ© pasó? —yo pregunto exaltado. Mi propio pene se ha comenzado a levantar, asĆ­ que cierro mis piernas.


      ā€”Mi patada conectó, fue fuerte, juro que utilicĆ© toda mi fuerza, sin embargo, Ć©l no se encorvó gimiendo, gritando, ni llorando. Al contrario, continuó sonriendo maliciosamente y me ordenó que lo pateara de nuevo. En ese momento mi actitud arrogante se volvió a esfumar. ĀæCómo es posible, detective?, que un hombre resista una patada mĆ­a en las bolas. En mĆ”s de cien peleas que he tenido en toda mi vida, nunca experimentĆ© algo asĆ­. Si golpeas a un hombre o si eres golpeado, manifiestas alguna clase de dolor. Me sentĆ­ incómodo e inseguro, intimidado es la palabra correcta —el hombre detalló—. A pesar de todo, volvĆ­ a elevar mi pie para golpear sus nueces unas cinco veces mĆ”s, todas seguidas, con la esperanza de quitarle esa perniciosa sonrisa del rostro. Ā«Harder! you kick like a girlĀ» me gritó. ĀæPuedes creerlo? ĀæYo? ĀæCómo una niƱa?


     ā€”ĀæOpinas que Ć©l tiene alguna insensibilidad en el escroto o que sea inmune a este tipo de golpes? —pregunto a Scott.


     ā€”No, nada de eso, su primera reacción en la primera fracción de segundo es de dolor, Ć©l siente el sufrimiento, pero se controla, estĆ” acostumbrado y sabe manejarlo, parece ser que lo han golpeado mucho ahĆ­ —afirma el experimentado artista marcial—. Este chico avanzó a horcajadas sobre mĆ­ Ā«Hold them, squeeze themĀ» me dijo al tiempo que sujetó sus bolas y me las ofreció.


     ā€”No puede ser —comento con incredulidad. Ɖl asiente con la cabeza para reafirmar lo que acaba de decir.


     ā€”Con una mezcla de ira, miedo y desesperación. IncorporĆ© mi torso hasta quedar sentado en el suelo y alcancĆ© sus bolas. Las agarrĆ© con la mano izquierda y tirĆ© de ellas hacia abajo para hacer un cepo. Hice un puƱo con mi derecha y golpeĆ© con fuerza, Ā«esto es por todos tus golpes bajos, perraĀ», gritĆ© mientras lo golpeaba —cuenta este hombre y mi verga comienza a moverse por su cuenta dentro de mis pantalones—. Ɖl gimió de dolor con cada uno de los impactos que le di, se inclinó tembloroso hacia mĆ­, y jadeante me dijo: "Crush them, hardĀ».  En aquel instante, mi mirada se convirtió en pura lujuria, yo agarrĆ© su saco, y por un segundo, admirĆ© su gigantesca polla. Sosteniendo sus dos testĆ­culos con mis manos, los aplastĆ© con mucha fuerza. Hacerlo hizo que yo comenzara a lubricar, sĆ­, de excitación sexual, pero no por deseo. Yo me sentĆ­a poderoso al tomar el control de la pelea. La deliciosa presión de mis pulgares haciendo que sus jóvenes testĆ­culos perdieran su forma ovalada, me encendió. Ɖl ademĆ”s, comenzó a gemir como una perra, agudo y alto, como un animal herido. 


     ā€”ĀæCómo fue que terminó ganĆ”ndote? TĆŗ tenĆ­as el control. No lo entiendo, literal, lo tenĆ­as agarrado de las bolas —comento.


     ā€”Yo nunca tuve el control, detective. Ɖl me manipuló para creer que sĆ­. Si te fijas, Ć©l dirigĆ­a mis acciones, me ordenaba quĆ© hacerle y quĆ© daƱo recibir, yo solo lo obedecĆ­a. En aquel momento no me di cuenta, pero entre mĆ”s lo reflexiono, me doy cuenta de que Ć©l jugó con mi mente. Es un sujeto muy peligroso —asegura la estrella de acción. 


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     ā€”ĀæCómo fue que puso las cosas a su favor? 


     ā€”Tomó mi cabeza entre sus manos, agarrĆ”ndome con firmeza y hundió sus pulgares en mis globos oculares. —Scott actĆŗa con sus manos la situación, sujetando una cabeza imaginaria y hundiendo sus pulgares en ella—. No se contuvo, Ć©l pudo haberme dejado ciego, asĆ­ que yo soltĆ© sus testĆ­culos y llevĆ© mis manos a sus muƱecas para retirarlas. Si recuerda, yo estaba sentado, desnudo, con las nalgas en la lona y las piernas abiertas. En cuanto cesó el castigo a mis ojos, yo los frotĆ© quedando totalmente expuesto. Ɖl agarró mis bolas, ya hinchadas y magulladas, y arrastró mi musculoso cuerpo bocarriba, por todo el cuadrilĆ”tero, como si yo fuera de su propiedad. 

      

      ā€”Fue cuando perdiste. 


      ā€”Exactamente. TodavĆ­a no podĆ­a ver bien, veĆ­a borroso. Confundido, no sabĆ­a si frotar mis ojos o intentar liberar mis cojones. Yo solamente gritaba. Ɖl me condujo a una esquina y me obligó a ponerme de pie. Me colocó de frente al poste, de espaldas a Ć©l, en todo momento me mantuvo agarrado de las nueces. Golpeó mi cabeza con fuerza contra el acolchado poste hasta conseguir aturdirme. Yo me sentĆ­ mareado, y me sostuve de las cuerdas superiores, solo por eso, yo seguĆ­a de pie.


     El actor retira la compresa de su entrepierna, cierra solo el botón de su pantalón y camina hacia la cocina para tomar del congelador una nueva y mete la que anteriormente tenĆ­a en las manos para que se vuelva a enfriar


    —En todo momento me mantuvo de espaldas a Ć©l, bien sujeto de las bolas —antes de tomar asiento nuevamente, se toma la molestia de actuar la escena, se coloca contra una pared dĆ”ndome la espalda, abre el compĆ”s y lleva su mano por detrĆ”s entre sus piernas sujetando la nada. 


     TomĆ© notas en mi cuaderno: si alguna vez me topaba con este criminal, o me tocaba enfrentarlo, no dejarĆ­a que me sujetara de las bolas por detrĆ”s. Al contrario, serĆ­a yo quien lo llevarĆ­a a esa posición, con mi ventaja de talla y peso, Ć©l no podrĆ­a liberarse jamĆ”s.


     ā€”Me sentĆ­ impotente y casi me desmayaba —platica el hombre mientras se acomoda despatarrado en el sillón reclinable—. Mis axilas quedaron atrapadas en las cuerdas superiores. Yo apenas podĆ­a estar de pie. Ɖl levantó cada una de mis piernas para enredarlas en las cuerdas inferiores, torció todas las cuerdas para enredar mis cuatro extremidades. QuedĆ© aprisionado en la esquina, de espaldas a Ć©l, mi saco de nueces colgaba expuesto. EntrĆ© en pĆ”nico y comencĆ© a rogar, Ā«por favor, dĆ©jame ir, chico, no te harĆ© daƱo, ni te denunciarĆ©, solo, no lo hagas, por favorĀ» supliquĆ© casi llorando. Ɖl ignoró mis ruegos, se arrodilló y comenzó a golpear mis testĆ­culos como si fueran una pera de boxeo, con movimientos circulares, por delante y por detrĆ”s, mi escroto rebotaba al compĆ”s de sus nudillos. Yo gemĆ­a y gritaba como perra en celo.


    FruncĆ­ el ceƱo y cerrĆ© las piernas, el imaginar la escena, me provocaba ganas de vomitar. Pero al mismo tiempo, dentro de mis pantalones, mi verga estaba mĆ”s gorda que nunca, no lo entiendo.


    ā€”Yo estaba colgado, atrapado. Ɖl abusó brutalmente de mis bolas, el frote de sus manos en mi hombrĆ­a, hizo que mi erecto pene comenzara a disparar perlado semen. Mi virilidad, era su saco de boxeo personal. Ā«Detente chico, para, por favorĀ» volvĆ­ a suplicar entre gritos. Ɖl no se detuvo hasta que la piel de mis nueces se puso roja y estas se hincharon, parecĆ­an autĆ©nticos globos rojos. Mi cuerpo temblaba y se convulsionaba de dolor, en ese momento me sentĆ­ como una perra (puta) —Scott guarda silencio un momento y sus ojos se humedecen.


     ā€”ĀæFue entonces cuando abusó sexualmente de ti? —le pregunto, Ć©l asiente con la cabeza. Cubriendo su boca y secando unas lĆ”grimas que comenzaban a brotar de sus ojos—. No tienes que contĆ”rmelo, no es necesario, con la información que me has dado es suficiente. Finalmente, tu caso no va a ser investigado, todo es extra oficial.


    ā€”No, quiero hacerlo, debo hacerlo. Asumirlo es el primer paso para superarlo, eso me dijo mi terapeuta por Zoom —explicó suspirando para recobrar el aliento. 


     ā€”Este hombre golpeó su enorme polla contra mi trasero varias veces, empapĆ”ndome con su lubricación —mirando al suelo, con un poco de vergüenza, Scott continua su relato—. Luego la hundió dentro de mi culo. Con su brazo envolvió mi cuello, no era necesario, no tenĆ­a que hacerlo, mi cuerpo carecĆ­a de fuerza o vigor alguno, yo ya estaba destrozado. Pero lo hizo para reafirmar su dominio sobre mi cuerpo. Nuevamente, volvió a sujetar mis bolas por detrĆ”s. Ā«Por favor, ten piedadĀ» supliquĆ© con voz casi inaudible, pero el hijo de perra, maldito, bastardo, me ignoró. Ɖl susurraba unas frases en espaƱol en mi oĆ­do, estoy seguro de que todas eran de burla, algunas de victoria.


     La voz de Scott se quiebra al narrar lo sucedido, apoya sus codos en las rodillas y cubre su rostro con las manos. Luego de unos segundos, Ć©l recobra la compostura y prosigue con su narración.


     ā€”Yo sentĆ­ su gigantesco y gordo miembro retorcerse en mi interior, lo sentĆ­, no puedo negarlo. Cuando me llenó con su semen, Ć©l se inclinó sobre mĆ­ durante algunos minutos sobando mi abdomen y pecho, antes de desensartarme. Mi cuerpo temblaba y se estremecĆ­a, era algo involuntario. Ā«PodrĆ­as por favor, tener la amabilidad de sacarme de las cuerdasĀ» le pedĆ­. Ɖl ya habĆ­a ganado, ya me habĆ­a usado, habĆ­a gozado con mi cuerpo, Āæera mucho pedir, detective, que me liberara? —me pregunta al borde del llanto—. Ā«Con mucho gustoĀ» respondió el chico. Yo me sentĆ­ aliviado, por fin esta tortura terminarĆ­a, pero no fue asĆ­. Ɖl tomó impulso y golpeó mi vulnerable ingle con su pie una y otra vez sin descanso. Mis bolas ya estaban doloridas y destrozadas, yo ya no tenĆ­a fuerzas. AullĆ©, gritĆ©, gemĆ­, supliquĆ©, incluso llorĆ©. Sus fuertes patadas sacudieron mi cuerpo hasta que este se liberó por sĆ­ solo de las cuerdas. Como si yo hubiese sido un montón de basura, mi cuerpo azotó contra la lona. Ɖl me propinó una Ćŗltima patada en el mentón, que me puso a dormir. Eso fue todo.


    ā€”Me queda una duda —digo. No quisiera preguntar, pero tengo que hacerlo—. Tu cuerpo fue encontrado bocabajo, con el rostro en el suelo y el trasero levantado, ĀæCómo llegaste a esa posición? —Al terminar mi cuestionamiento, el hombre comienza a llorar cubriendo su rostro con ambas manos. Cuando logra tranquilizarse, me dice:


    ā€”ĀæNo es obvio? Ɖl volvió a abusar de mĆ­ mientras yo estaba inconsciente, no sĆ© cuĆ”ntas veces me penetró, ni quĆ© mĆ”s hizo con mi cuerpo, y francamente no deseo saberlo. 


(Fin de la conversación en inglés)


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       Abandono el edificio con un nudo en la garganta y un hueco en el estómago. Un hombre atlĆ©tico, fuerte y excelente peleador como Scott Yang fue derrotado. No solo eso, fue manipulado y su espĆ­ritu quebrantado por un maldito escuĆ”lido, enclenque. No cabe duda, el criminal que busco es una persona malvada, sin alma, alguien que merece pudrirse en prisión, ojalĆ” los presos lo violen todos los dĆ­as cuando logre ponerlo tras las rejas, porque eso va a pasar, yo voy a armar este caso y lo voy a hacer pagar. En ese momento suena mi celular, en la pantalla aparece la foto de mi apuesto hijo, Pepe.

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    —¿Bueno? ĀæPĆ”?


    —SĆ­, dime


    —¿Vas a venir a casa temprano o no? Para saber si preparo algo rico de cenar o si simplemente me hago un sandwich —me pregunta con su dulce y juvenil voz.


    —LlegarĆ© temprano —le digo—. Prepara algo delicioso.


    —AsĆ­ lo harĆ©, PĆ”. Bueno… ā€œAhĆ­ luegoā€ —se despide. Cuando me dispongo a colgar, escucho un grito—  Ā”PƁ!


    —¿QuĆ©? —respondo poniendo el telĆ©fono nuevamente en mi oĆ­do.


    —CuĆ­date mucho, te quiero. Bye —dice y cuelga. Es un buen chico, de eso no hay duda. Su llamada ha puesto una sonrisa en mi rostro.


     Honestamente, luego de entrevistar a este actor, no me siento bien. Solo quiero llegar a casa, darme un baƱo, abrazar a mi hijo, cenar con Ć©l, y tal vez, ver alguna serie o pelĆ­cula que Ć©l elija. Espero no sea una protagonizada por Scott, no creo poder volver a ver alguna de sus pelĆ­culas sin recordar lo que me acaba de contar.




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