Catador de semen (4/7): espesa y abundante - Las Bolas de Pablo

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6 feb 2022

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Catador de semen (4/7): espesa y abundante

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LenĆ­n estaba con la boca hecha agua cuando cogió la manta negra y la descorrió de golpe. Ante Ć©l apareció un atractivo hombre de tez blanca, cabellos canos y mentón afeitado. Su cuerpo ejercitado adornado de fuertes mĆŗsculos, su fuerza le restaba aƱos a su edad. Las piernas musculosas no tenĆ­a vello alguno y su cintura se volvĆ­a estrecha dónde la ropa interior guardaba una polla de buen tamaƱo y el par de testĆ­culos mĆ”s grandes y colgantes de los hombres de su generación en su apetecible familia.

 

—Don Marcos Chacón —saludó LenĆ­n con una amistosa sonrisa bebiĆ©ndose con los ojos el espectacular semental de 61 aƱos sujeto por correas frente a Ć©l—. El respetado padre de Jenny, Pablo, Simón e Israel. Me sorprende que tremendos sementales, grandes, pesados y fuertes, refiriĆ©ndome a los hombres, hayan salido de aquĆ­ —estiró la mano adueƱƔndose de los testĆ­culos mĆ”s grandes en todo el rebaƱo.

 

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—”No me toques las bolas! —gritó Marcos con un mal humor.

 

—¿QuĆ©? —LenĆ­n hizo una sonrisa que parecĆ­a burlona—. ĀæNo puedo ordenarteAquĆ­ mando yo y hoy te necesito a ti —con la yema de los dedos acarició sin hacer ningĆŗn tipo de daƱo aquĆ©l par gemelo de jugosas esferas. Las bolas de Marcos se sentĆ­an excesivamente pesadas, grandes, duras, de buena manera ovaladas, parecĆ­a la pepa interior de algĆŗn delicioso fruto tropical—. MĆ­rame, Marcos. Me han invitado a trotar, por eso necesito de ti. Hoy tĆŗ me vas a proporcionar el jugo de la resistencia.

 

Marcos se quedó contemplando el atuendo de LenĆ­n, ciertamente estaba vestido con ropa para salir y hacer deportes.

 

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—Marcos Chacón eres el productor del semen de la resistencia ā€”dijo Lenin—. A tus 61 aƱos pareces de 40. TodavĆ­a estĆ”s de buen ver, viejo sĆ”dico. EstĆ”s de un rico que te comerĆ­a entero. ĀæA quĆ© sabe tu leche? Debe ser deliciosa ā€”Lenin se pasó la lengua por los labios—. Te voy a dejar seco, Marcos Chacón.

 

—”Me tendrĆ”s que matar para sacarme la leche, pendejo!

 

Lenín sonrió bajando la palma de su mano.

 

—SĆ­ que te voy a matar. Ā”Pero del placer, Marcos Chacón! 

 

Lenín retrocedió sobre sus pasos hasta quedar en una corta distancia, los ojos de Marcos rebelaron terror al descubrir la intención de Lenín.

 

—”No se te ocurra, miserable loco! Ni por un segundo se ocurra…

 

Fue interrumpido por una patada en su abultada entrepierna, que chocó sus bolas contra la pelvis.

 

—”MIERDA, hijo de puta!

 

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Marcos Chacón comenzó a retorcerse en sus ataduras, apretando los dientes y con los ojos llenos de lĆ”grimas.

 

—”Ay, ay, ay! —se lamentaba con un dolor fuerte que salĆ­a de sus gónadas como ondas hacia todo su cuerpo.

 

—¿Te duele, patriarca? —se rió LenĆ­n acercĆ”ndose y metiendo la mano dentro de la ropa interior del seƱor Chacón para acariciarle sus bolas—. Te entiendo, estĆ”s pelotas tan grande deben doler un infierno, aĆŗn asĆ­ eres un viejo muy fuerte y resistente. Ā”Que pelotas mĆ”s grandes! Apuesto a que todas tus mujeres estaban enamoradas de ellas. Viejo sĆ”dico, ĀæcuĆ”ntos hijos tienes? Con lo mujeriego que eres no te creo que solo seas padre de cuatro. Tienes que tener mĆ”s hijos escondidos. Eres un mujeriego como Israel, tienes el cuerpo de Simón y el fĆ­sico atractivo de Pablo. Todos estos tipos salieron de esas grandes huevas —aplastó sus dos bolas fuertemente.

 

Marcos chilló, cerrando los ojos, gritando y retorciéndose.

 

Lenín aflojó los grandes testículos y se lamió los labios. Se quedó mirando los grandes pectorales de Marcos Chacón tan duros y fuertes como los de Superman.

 

—¿Te han dicho que tienes un par de hermosas tetas, viejo sĆ”dico?

 

Lenín colocó ambas manos en la cadera de Marcos e inclinó su cabeza a los pectorales del hombre, comenzando a saborealos.

 

Chacón gimió y susurró.

 

—Puto.

 

El contacto de la lengua de LenĆ­n con su areola, chupando y mordisqueando hizo que el miembro viril de Marcos empezara a reaccionar.

 

Aunque el señor de mÔs de 60 años no lo quería, su erección se hizo notoria en su ajustado calzoncillo. Lenín se percató y fue dejando un rastro de saliva desde el pecho de Marcos hasta su ombligo.

 

Lentamente retiró la ropa interior del arquitecto. Fue asĆ­ como emergió su tiesa polla, erecta fĆ”cilmente rebotó contra su abdomen, era gruesa, pero no tanto como la de su hijo Simón. Las jugosas bolas del seƱor le colgaban de forma extranatural como toda su vida. LenĆ­n se quedó aƱorando el miembro mordiĆ©ndose el labio y acariciĆ”ndolo con una mano.

 

—A simple vista veo que estos huevos estĆ”n a rebosar de leche, seƱor Marcos. La leche de la resistencia, seƱor Marcos. ĀæA cuĆ”ntas mujeres has hecho feliz con esta cosa tan hermosa?

 

Conteniendo la respiración, Marcos vio que LenĆ­n se agachaba para besar su pene. Con la punta de la lengua lamió el fierro bien parado.

 

Marcos gimió de sentir la cÔlida boca lamer la punta de su pene, luego se tragó por completo el falo aplicÔndole una extraordinaria garganta profunda que arrancó suaves gemidos de Marcos.

 

Lenín se sacó el miembro de la boca y lo miró con lujuria al apretarlo del tronco.

 

—Huele a macho —catalogó LenĆ­n. Miraba aquella tiesa verga con los ojos fijos. Abrió la boca y fue engullendo. 

 

—”Aaaaaaah! —susurró Marcos cuando su pene entraba y salĆ­a de la boca. LenĆ­n jugó con su lengua en la cabeza y en ocasiones acarició y apretó con sus manos los grandes testĆ­culos.

 

Marcos Chacón sintiendo lo estrecho y hĆŗmedo de la garganta, se excitó por montones. No pasó mucho tiempo cuando sintió que explotaba.

 

Lenín se movió con mÔs fuerza sin sacar la verga de su boca y con la punta de la lengua, acarició la parte inferior de la rosada cabeza.

 

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Segundos mÔs tarde, Marcos Chacón expulsó su jugo de la resistencia. El primer chorro lo tragó gustoso, el segundo le innundó la boca, el tercero salió por sus labios y se empegostó en su barba. Lenín se embarró las manos de leche cuando agarró el pene y empezó a masturbar a Marcos, exprimiendo todo lo que tenía de semen, la espesa crema le caía en la otra mano donde recolectaba para comer.

 

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Al ver que no salía mÔs leche, olió su mano un rato y luego probo el semen, recogiendo con toda su boca hasta no dejar nada en su palma.

 





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—Me encanta el sabor de tu semen, viejo —sonrió LenĆ­n. Tomó silencio y paladeó con su lengua—. Tiene un fuerte sabor a aguacate, es una leche fascinante: espesa y abundante. La comerĆ­a todos los dĆ­as y no me sentirĆ­a aburrido. Es 100% recomendable y lo mejor es que me aporta la resistencia que necesito para salir a practicar deportes.

 

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Abrió su mano y entregó una fuerte palmada a la desnuda entrepierna de Marcos Chacón.

 

—”AAAAAAaaaaah!

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