La huraña: Estúpidas amenazas - Las Bolas de Pablo

Lo más nuevo

18 ago 2019

La huraña: Estúpidas amenazas

Era una propuesta de serie que ya no sé si desarrollar. ¿Ustedes qué opinan después de leerla?
CONTIENE: BALLBUSTING MUJER/HOMBRE

   —Así que señora Victoria, no lo hagamos difícil, vuelva a colocar los límites de la hacienda en sus predios y no me siga robando el ganado y de esa manera nos ahorraremos una visita a tribunales —decía Román Chacón con actitud calmada pero firme.

   Victoria permaneció en silencio mientras lo escrutaba. Era alto y fuerte. Con cabello castaño y con ligeros bucles, a pesar del sombrero vaquero que le cubría. La mujer disfrutaba jugando en sus pequeños castigos mentales, era su nueva vecina en el hato y sí, la verdad era que se había excedido de sus límites violando su propiedad. Mientras él reclamaba ella seguía en silencio ante tal hombre tan vernáculo.  Era la primera vez que hacían contacto de palabras y quizás visual aunque ella con anterioridad lo había visto manejando un jeep y desde que lo observó le sorprendió su masculinidad. La regalaba a montones.

   Tan pronto la señora de servicio le anunció que Román Chacón quería entrevistarse con ella, Victoria prefirió recibirlo en la privacidad de su alcoba que en la formal sala de estar. Pero la causa de la visita la había decepcionado y más si amenazaba con demanda.

   —Así, señora Victoria, entiendo que usted sea nueva en este lugar pero los antiguos dueños tuvieron que haber dejado en los papeles de la hacienda bien claro los límites. Nunca antes había tenido problemas por la invasión de mi propiedad. Así que por favor tome sus precauciones. 

   Victoria sonrió ampliamente, que tipo tan engreído, estaba furiosa con el propósito de su visita.

   —Voy a establecer una semana de gracia, señora Victoria, si en ese tiempo usted no vuelve a sus límites me veré en la necesidad de demandarla. ¿Está bien?

   —Señor Román, ¿de verdad su solución es la demanda? Una decisión tan ruda cuando apenas nos estamos conociendo.

   —Ya le he enviado cartas formales y usted no atiende.

   —Shhhhh, ¿en su última decisión? Podemos llegar a un acuerdo...

   Victoria levantó la parte delantera de la camisa de Román y trazó las líneas externas de sus musculosos abdominales con los dedos y siguió su línea en V desde su cadera hasta donde desaparece dentro de su boxers. Victoria se apoderó del bulto en su ceñido jeans comenzando a masajear su contenido.

   Antes de que Román entendiera, ya Victoria tenía sus manos alrededor de su entrepierna y había tomado el control. Él se quedó incómodo mirándola, sin saber como reaccionar, ella era una mujer verdaderamente caliente y estaba tocando su virilidad. Con eso, su polla comenzó a responder.

   —Qué simples son los hombres —reflexionó Victoria al sentir que la polla de Román comenzaba a endurecerse. No tenía planeado causarle una erección, deslizó su mano más allá y envolvió sus dedos alrededor de las pelotas carnosas. Sus dedos se sentían como pinzas asesinas, pero Román lo disfrutó. Su salchicha engordó como un salami.

   Observó en silencio mientras Victoria miraba su pantalón examinando su virilidad con ambas manos.

   Palpó el escroto con la  palma de la mano. La piel era cálida y gomosa, y las dos huevas grandes y suaves que contenía se sentían llenos.

   Román parecía haber superado la incomodidad de la situación y comenzaba a disfrutar el tratamiento que Victoria le estaba dando.

   Una enorme sonrisa se extendió por el rostro de Victoria, tenía el control total sobre el hombre. Pero quería ver su rostro desfigurado de dolor, así que procedió a jalar las preciosas gónadas de Román con varios giros bruscos. Él hizo una mueca y tosió con cada tirón.

   —¿Qué estás haciendo? —gimió.

   —Enseñándote que a mi se me respeta y no se me viene con estúpidas amenazas —Victoria sujetó el escroto y apretó las bolas en su palma. Román comenzó a respirar pesadamente a través de los dientes apretados, mientras Victoria molía los órganos entre sus dedos.

   Román intentó protestar, para que se detuviera, pero Victoria lo hizo callar de nuevo y agarró sus pelotas con ambas manos.

   Sintió que sus huevos habían sido atrapados en una máquina demoledora. Las olas de dolor se apoderaron de su cuerpo y le resultó difícil respirar. Por más que lo intentara, no podía sacar su virilidad del apretón asfixiante de Victoria y se estaba debilitando por segundo. Sus ojos bajaron del rostro de Victoria a sus manos que estaban cerradas alrededor de sus huevos extirpando la vida de ellos. Su estómago se revolvió y sus músculos abdominales comenzaron a acalambrarse. Empezaba a entrar en pánico. Seguramente sus bolas no serían capaces de resistir su cambio de forma por mucho más tiempo. Cuando el dolor alcanzó su punto máximo, Román comenzó a temer que fuera el final de sus testículos, junto con cualquier posibilidad de ser padre algún día. Su respiración se hizo corta mientras su corazón latía a mil por segundo.

   Al final, fueron sus rodillas las que cedieron, no sus bolas, y cayó sobre la cama de Victoria. Libre de aquellas garras mortales, se inclinó en posición fetal y acunó sus bolas maltratadas. Victoria observó con satisfacción mientras Román gemía con las manos enterradas entre las piernas.

   Ella ayudó a Román a recostarse en su lecho y se sentó a su lado. A pesar del daño que acababa de infligir a su virilidad, Román se mantuvo muy tranquilo.

   —No vuelvas a venir con una estúpida amenaza. A una dama como yo no se le trata como una zorra delincuente. ¿Está bien?

   Román nada respondió estaba enfocado en acariciar sus genitales.

   —¿Entendió, señor Chacón?

   No hubo respuesta.

   Victoria suspiró enojada, esperando una respuesta, y un poco frustrada. Se subió sobre Román, y le quitó las manos de la entrepierna para estrellar la rodilla contra sus jodidas huevas.

   —Oooof —Román se quedó sin aliento.

   Victoria colocó su rodilla en la entrepierna de Román y la aplastó. Atrapando entre su musculoso cuerpo y su huesuda rodilla, las suaves bolas contra su pelvis.

   —No quiero otra amenaza en mi contra. No soy una ladrona, ¿está bien? —esperó a que Román asintiera, luego continuó.—. A una mujer privilegiada como yo se me respeta y no se le va acusando por la vida de robar predios sin pruebas. Si lo vuelve a hacer, señor Chacón, usted se arrepentirá —presionó las bolas para enfatizar su punto de vista.

   Román jadeó. Victoria dio un último rodillazo a Román en la ingle y se bajó de él. El macho se dobló en posición fetal y luchó contra las ganas de vomitar.

   En ese momento, alguien tocaba la puerta y Victoria se aclaró la garganta y preguntó quien era.

   —Es Sofía.

   Victoria se impacientó con la llegada de su hija, no la esperaba tan pronto. Le dijo a Román que se marchara lo antes posible y se dirigió a la puerta a recibir a su muchacha que fácilmente podía ser confundida por una hermana pocos años menor que ella. Por encima del hombro de su madre, Sofía vio a un lindo hombre salir de la cama.

   Victoria le dijo a Sofía que entrara y se dirigió a Román. Tenía una expresión de extraña en el bello rostro y con problemas para mantenerse de pie, así lo percibió Sofía.

   —Hemos terminado por hoy, señor Román, pero recuerde lo que dije.

   El hombre nada comentó pero salió a paso lento de la habitación.

   —¿Qué fue eso, madre? —preguntó Sofía.

   —Oh nada. Me está acusando de robar sus tierras.

   —¡Vaya! ¿Y lo hiciste, mamá?

   —Bueno, sólo un poco.

   —¿Tuviste sexo con él?

   —¿¡Qué clase de pregunta es esa!? Oh, no. ¡Le pegué en donde más le duele!

   —¿Por qué? —preguntó Sofía.

   —Bueno, es complicado. Román necesitaba que le enseñaran que a unas damas como a nosotras no se nos acusa así tan irresponsablemente y también fue divertido hacerlo.

   —¿Divertido?

   —Claro, espera, no me digas, ¿nunca has golpeado a un macho entre las piernas?

   —No claro que no.

   —Mi Sofía, linda, debes estar bromeando. Toda mujer debe hacerlo en algún momento de su vida. En especial si es un macho tan dotado como este que se fue.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Pages