El proyecto de Bastian (2): Prueba de leche - Las Bolas de Pablo

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1 ago 2019

El proyecto de Bastian (2): Prueba de leche

CONTIENE:
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   Horacio ingresĆ³ en la sala ya algunos miembros del proyecto estaban ahĆ­, Farid y Bastian habĆ­an colocado una silla de odontologĆ­a al centro de la habitaciĆ³n.

   Horacio la mirĆ³ y se echĆ³ a reĆ­r.

   —¡Esto va a ser divertido! —se sentĆ³ en el sofĆ” y preguntĆ³: —Umm, ¿por cierto? ¿QuĆ© vamos a hacer hoy? ¿Por que ustedes me seleccionaron para hacer que los demĆ”s se corran?

   —Fue una selecciĆ³n al azar y saliste tĆŗ —respondiĆ³ Bastian—, el estudio de hoy se relaciona con la eyaculaciĆ³n.

   Horacio levantĆ³ las cejas. —No se las voy a chupar ni nada por el estilo. Soy 100% heterose...

   —No tienes que hacerlo —negĆ³ Bastian rĆ”pidamente—. SĆ³lo vas a romper sus bolas hasta que se corran.

   Horacio sonriĆ³. —Bien —hizo una pausa—. ¿Ellos saben eso?

   —Eso va a ser una pequeƱa sorpresa. La prueba se disputarĆ” entre dos. Mi sobrino RomĆ”n ChacĆ³n y LenĆ­n.

   Horacio se echĆ³ a reĆ­r.

   Pocos minutos despuĆ©s llegaron RomĆ”n y LenĆ­n. Estaban sonrientes esperando el juego. Saludaron a Horacio y lo demĆ”s para sentarse en el sofĆ” a ambos lados de Ć©l.

   —Empecemos —anunciĆ³ Bastian—.  Esta serĆ” nuestra competencia de corridas. Horacio serĆ” el encargado de que se vengan.

   Horacio sonriĆ³ y agarrĆ³ las entrepiernas de LenĆ­n y RomĆ”n, apretĆ”ndolas ligeramente. —¿QuiĆ©n quiere ir primero?

   LenĆ­n levantĆ³ la mano.

   —EstĆ” bien —dijo Horacio—, ¡vamos a desvestirnos! —apretĆ³ los bultos de los dos y los soltĆ³.

   LenĆ­n y RomĆ”n soltaron un pequeƱo grito y agarraron sus huevos. Horacio sonriĆ³.

   Los tres se levantaron y se desnudaron, revelando sus deliciosos cuerpos. La gran polla de RomĆ”n ya estaba medio dura y comenzĆ³ a acariciarla. LenĆ­n tambiĆ©n lucĆ­a una erecciĆ³n, y sus grandes y llenos huevos colgaban muy por debajo.

   Horacio tambiĆ©n estaba completamente desnudo, su polla de buen tamaƱo colgaba entre sus piernas frente a sus bolas grandes y jugosas.

   —EstĆ” bien, LenĆ­n, siĆ©ntate en la silla —dijo Horacio. LenĆ­n obedeciĆ³. Se subiĆ³ a la silla con una posiciĆ³n entre sentado y acostado, y puso sus piernas en los marcos para que se mostraran sus regordetas bolas con un resplandor brillante y vulnerable ante las manipulaciones de Horacio.

   Horacio ChacĆ³n sujetĆ³ las correas y atĆ³ los brazos y piernas de LenĆ­n a la silla para que no tuviera oportunidad de moverse. LenĆ­n mirĆ³ a RomĆ”n y tragĆ³ saliva.

   RomĆ”n se lamiĆ³ los labios, sonriĆ³ continuando acariciando su larga polla.

   Cuando Horacio habĆ­a apretado las correas y estaba seguro de que LenĆ­n no podĆ­a levantarse de la silla, dio un paso atrĆ”s y admirĆ³ el cuerpo velludo de LenĆ­n. SonriĆ³ y se frotĆ³ las manos.

   RomĆ”n se aclarĆ³ la garganta. —Tengo una idea —dijo y se lamiĆ³ los labios—, el perdedor va a beber el semen del ganador.

   Horacio se riĆ³ y afirmĆ³.

   LenĆ­n tragĆ³ de nuevo y confirmĆ³.

   ParecĆ­a estar bastante seguro de que podĆ­a disparar una cantidad muy grande.

   Bastian mirĆ³ el escroto de RomĆ”n y estuvo bastante seguro que habĆ­a almacenado mucha leche ahĆ­ dentro.

   —EstĆ” bien, vamos a trabajar —dijo Horacio arrodillĆ”ndose entre las piernas de LenĆ­n que estaban muy separadas debido a los marcos que sostenĆ­an sus muslos.

   Su polla estaba dura como roca y una pequeƱa gota de pre-semen rezumaba en la punta. DespuĆ©s de todo, habĆ­a soportado dos semanas de abstinencia. Sus bolas estaban hirviendo con esperma acumulado.

   Horacio agarrĆ³ la verga y la acariciĆ³. LenĆ­n gimiĆ³ de placer. Luego bajĆ³ las manos y acariciĆ³ las bolas de LenĆ­n.

   LenĆ­n gimiĆ³ mĆ”s fuerte.

   Horacio las agarrĆ³ y las levantĆ³ para que tuviera una visiĆ³n clara del pequeƱo agujero de LenĆ­n entre sus lindas nalgas. SonriĆ³ y pasĆ³ el dedo Ć­ndice por el orificio cerrado de LenĆ­n. Le dio una palmadita, sacĆ”ndole otro profundo gemido. Pero en lugar de introducir su dedo en el cuerpo de LenĆ­n, Horacio soltĆ³ su escroto.

   Entonces se concentrĆ³ en los huevos. Los agarrĆ³ con la mano izquierda, cerrando el puƱo alrededor de ellos y apretĆ”ndolos ligeramente.

   —Oooohhh —gimiĆ³ LenĆ­n. Su miembro se contrajo con cada movimiento que Horacio hizo. TenĆ­a los ojos cerrados y disfrutaba por segundos.

   Horacio le sonriĆ³ y moviĆ³ el dedo Ć­ndice de su mano derecha contra la entrepiera de LenĆ­n, haciendo que abriera los ojos de repente. MirĆ³ a Horacio con terror.

   Horacio le guiĆ±Ć³ un ojo y golpeĆ³ sus huevos con fuerza.

   LenĆ­n gritĆ³.

   RomĆ”n se riĆ³ y continuĆ³ acariciando su largo falo.

   Horacio apretĆ³ su puƱo derecho y lanzĆ³ un puƱetazo a las abultadas bolas de LenĆ­n.

   LenĆ­n gritĆ³—, ¡Espera! Se supone que debes hacerme correr!

   —SĆ­ —sonriĆ³ Horacio y golpeĆ³ las huevos gordos de LenĆ­n una vez mĆ”s—, eso es lo que estoy haciendo...

   LenĆ­n gimiĆ³ de dolor. —No puedes...

   Hubo otro golpe en las pelotas llenas de esperma de LenĆ­n.

   LenĆ­n gritĆ³ y tratĆ³ de liberarse de las correas. —No...

   Horacio golpeĆ³ los jugosos limones de LenĆ­n de nuevo.

   LenĆ­n gritĆ³—. ¡Para!

   Con una brillante sonrisa, Horacio lanzĆ³ otro fuerte golpe en la indefensa entrepierna de LenĆ­n y aplastĆ³ sus dos huevos en la palma de su mano. Los gritos de LenĆ­n se convirtieron en una tos seca. Sus ojos se humedecieron un poco y perdieron el foco. Pero rĆ”pidamente recuperĆ³ el control y le gritĆ³ a Horacio: —¿QuĆ© crees que estĆ”s haciendo?

   Horacio dijo con una voz muy inocente: —Estoy sacando el semen de tus bolas.


   LenĆ­n se quedĆ³ sin aliento.

   Bastian mirĆ³ de reojo a RomĆ”n, que no parecĆ­a muy sorprendido. SeguĆ­a acariciando su polla y se encogiĆ³ de hombros ante LenĆ­n.

   —Pero... no puedes... yo ...— LenĆ­n tartamudeĆ³.

   Horacio acariciĆ³ las regordetas huevas de LenĆ­n y tratĆ³ de calmarlo: PasĆ³ su dedo Ć­ndice suavemente sobre la punta hĆŗmeda de la dura verga. —Tu pene ya estĆ” goteando presemen —moviĆ³ su dedo hĆŗmedo hacia la boca de LenĆ­n. Ɖste luchĆ³ contra sus correas, cerrĆ³ la boca y apartĆ³ la cabeza del dedo que se acercaba.

   —Hazlo —susurrĆ³ Horacio y untĆ³ el lĆ­quido en los labios de LenĆ­n.

   —¡Carajo! —gritĆ³ LenĆ­n tratando de escupir su propio jugo sexual.

   Horacio sonriĆ³ y se levantĆ³. —Unas cuantas patadas mĆ”s y ya estĆ”.

   Con eso, dio un paso atrĆ”s y mirĆ³ el escroto expuesto y su brillante polla dura como una piedra.

   —¡No! —gritĆ³ de terror LenĆ­n, pero Horacio solo le guiĆ±Ć³ un ojo y le lanzĆ³ una patada a la entrepierna.

   LenĆ­n chillĆ³.

   Horacio le dio otra patada a sus cojones, de nuevo acertĆ³ a los dos huevos y los aplastĆ³ en su entrepierna. LenĆ­n tosiĆ³, pero su polla no se durmiĆ³. ContinuĆ³ produciendo pequeƱas gotas de lĆ­quido que corrĆ­an lentamente por su tronco venoso.

   DespuĆ©s de dar otra fuerte patada a las sensibles bolas de LenĆ­n, Bastian se percatĆ³ que el miembro de Horacio tambiĆ©n comenzaba a subir Estaba claramente disfrutando de la terrible experiencia que causaba.

   La linda cara de LenĆ­n estaba toda roja. Respiraba pesadamente mientras su verga temblaba.

   —MaldiciĆ³n —LenĆ­n jadeĆ³—. ¡Puto! Estoy cerca…

   Horacio sonriĆ³ y acariciĆ³ su pene —¿Quieres que te saque la leche? ¿O deberĆ­a dejarte esperar un par de minutos?

   —¡Marica! ¡Hazlo! No me dejes asĆ­.

   Horacio se arrodillĆ³ entre las piernas abiertas de LenĆ­n y agarrĆ³ su polla, Ć©sta respondiĆ³ con una violenta contracciĆ³n. Con la otra mano, le agarrĆ³ las bolas.

   —¡Para! —gritĆ³ RomĆ”n—. Necesitamos algo para atrapar el semen!

   CorriĆ³ fuera de la oficina, con su larga y dura polla moviĆ©ndose arriba y abajo. RegresĆ³ con dos copas de vino blanco. Le entregĆ³ una a RomĆ”n, quien la colocĆ³ en el suelo.

   Horacio ChacĆ³n amasĆ³ los testĆ­culos entre sus dedos, concentrĆ”ndose primero en el izquierda, luego en el derecho, mientras miraba directamente a los ojos de LenĆ­n, que jadeaba y se mordĆ­a el labio inferior, atrapado en las olas de Ć©xtasis pre-orgĆ”smico.

   Horacio sacudiĆ³ la polla con la otra mano, hacia arriba y abajo.

   LenĆ­n jadeĆ³.

   Horacio golpeĆ³ la bola izquierda de LenĆ­n, enviando oleadas de dolor a todo su cuerpo. LenĆ­n gritĆ³. Horacio soltĆ³ la polla y agarrĆ³ el vaso. Luego golpeĆ³ la bola derecha, apretando sus nudillos contra la sensible gĆ³nada.

   LenĆ­n gritĆ³ de nuevo, esta vez mĆ”s fuerte, y su polla disparĆ³ el primer chorro de esperma blanca y espesa en la copa.

   —SĆ­, escĆŗpelo —sonriĆ³ Horacio y comenzĆ³ a apretar las bolas pulsantes de LenĆ­n. Su propia polla estaba dura como una roca tambiĆ©n.

   Otro chorro de semen aterrizĆ³ en el vaso, luego otro y otro. LenĆ­n jadeĆ³ pesadamente con los ojos cerrados. Su pene continuĆ³ entregando gruesas capas de su crema.

   —Oooohh —gimiĆ³ LenĆ­n retorciĆ©ndose en la silla.

   Horacio entregĆ³ dos golpes mĆ”s en el doloroso y agonizante escroto de LenĆ­n.

   Ć‰l gritĆ³ y un poco mĆ”s de jugo goteĆ³ de su polla al vaso.

   Horacio se riĆ³ y golpeĆ³ las bolas otra vez, drenando mĆ”s crema blanca.

   —Basta —tosiĆ³ LenĆ­n—, por favor...

   Su cuerpo desnudo brillaba con sudor, su cara estaba en tono rojo brillante y su polla se dormĆ­a lentamente.

   Horacio sacudiĆ³ la polla para obtener las Ćŗltimas gotas de semen. Luego levantĆ³ la copa y la sostuvo contra la luz.

   —Wow —dijo impresionado—, no estĆ” mal.

   El vaso estaba casi por la mitad.

   Bastian observĆ³ a RomĆ”n, que estaba acariciando su polla febrilmente.

   —Por favor, dĆ©jame salir de esta silla —suplicĆ³ LenĆ­n.

   Horacio sonriĆ³ y puso el vaso sobre la mesa. CaminĆ³ hacia el escritorio, su dura polla se balanceaba apuntando al techo. Se colocĆ³ entre las piernas de LenĆ­n, que lo miraba expectante. Le guiĆ±Ć³ un ojo y el terror comenzĆ³ a aparecer en LenĆ­n.

   Horacio levantĆ³ su pie y lo colocĆ³ suavemente sobre los huevos de LenĆ­n.

   —¡No!

   —SĆ­ —dijo Horacio con una sonrisa pĆ­cara pisoteando las bolas de LenĆ­n en su entrepierna.

   LenĆ­n gimiĆ³ ruidosamente. Sus bolas fueron aplanadas entre la suela del zapato.

   RomĆ”n estaba mirando desde un lado sacudiendo su polla.

   Horacio se apoyĆ³ en las bolas de LenĆ­n y las aplastĆ³ sin piedad. Su propia y dura polla brillaba con presemen en la punta cuando enterrĆ³ el pie en las bolas vacĆ­as de LenĆ­n. Se riĆ³, levantĆ³ el pie de la ingle de LenĆ­n y luego lo bajĆ³ con fuerza aplastante, atrapando ambas bolas con un ruido fuerte enviando a LenĆ­n a nuevos espasmos de agonĆ­a.

   LenĆ­n gritĆ³ mientras sus bolas se convertĆ­an en papilla.

   —¡Ohhhhhh! —gritĆ³ RomĆ”n desde el otro lado—. ¡El vaso!

   —¿¡QuĆ©!? —Horacio se volviĆ³ hacia RomĆ”n.

   —¡Me corro! —jadeĆ³ RomĆ”n, sacudiendo su polla y apretando sus bolas. Sostuvo la copa, doblando las rodillas para bajar su cuerpo. SoltĆ³ sus huevos apuntando la punta de su enorme polla al recipiente.

   —¡No! —gritĆ³ Horacio—. No puedes, se supone que debo sacarte la leche. No puedes simplemente...

   Lo mirĆ³ acusadoramente, sintiĆ©ndose traicionado por no poder poner sus manos en el jugoso par de bolas de RomĆ”n. Luego mirĆ³ a LenĆ­n en busca de ayuda, pero LenĆ­n sentĆ­a demasiado dolor para darse cuenta que RomĆ”n hizo trampa.

   El vaquero estaba mirando al techo, con las piernas abiertas, la mano derecha, sacudĆ­a  febrilmente su larga verga, la mano izquierda, pellizcaba sus pezones. Con un gemido bajo y gutural, anunciĆ³ su clĆ­max y su polla explotĆ³ con una espesa carga de semen.

   —¡No! —Horacio gritĆ³ de nuevo. CorriĆ³ hacia RomĆ”n y, con todas sus fuerzas le dio una patada desde atrĆ”s en las pelotas.

   RomĆ”n estaba en medio de su orgasmo con galones de semen saliendo de su polla cuando el pie de Horacio se puso en contacto con sus testĆ­culos. El impacto inesperado provocĆ³ un chillido agudo de su boca, tropezĆ³ y soltĆ³ su polla que aĆŗn brotaba su chorro cremoso, y se cayĆ³ de cabeza contra la mesa, sus bolas se llevaron la peor parte del golpe porque aterrizaron contra el borde con todo su peso corporal. GritĆ³ de dolor. Su polla todavĆ­a seguĆ­a haciendo erupciĆ³n de lava blanca mientras trataba de calmarse y poner sus manos sobre la mesa. Horacio lanzĆ³ otra poderosa patada en la masculinidad golpeada de RomĆ”n, provocĆ”ndole un fuerte grito pero sin terminar con la increĆ­ble corriente de semen de aquellas bolas aparentemente sin fondo.

   —¡Tramposo! —gritĆ³ Horacio mientras lanzaba una Ćŗltima patada furiosa a las bolas de RomĆ”n.

   —¡AAAAAAAYYYYYYYY —gimiĆ³ RomĆ”n, estaba llorando, mientras su cerebro experimentaba el placer del orgasmo y el increĆ­ble dolor de los golpes en sus testĆ­culos al mismo tiempo. Su polla liberĆ³ un Ćŗltimo chorro de semen antes de que cayera al suelo y se acurrucara.

   Horacio estaba de pie encima de Ć©l, amenazadoramente, y parecĆ­a que estaba a punto de matarlo.

   —Horacio —llamĆ³ Bastian—, ¡Horacio!

   Se volviĆ³ y lo mirĆ³ con furia. —¡No puedo creerlo! —mirĆ³ a RomĆ”n en el suelo—. ¡Ese bastardo se masturbĆ³! —luego vio las copas de vino sobre la mesa—. ¡Mierda! ¡E incluso disparĆ³ una lechada mĆ”s grande que el tonto de LenĆ­n!

   Bastian prestĆ³ atenciĆ³n, habĆ­a bastante semen sobre la mesa pero, de alguna manera, RomĆ”n habĆ­a logrado disparar la mayor parte de su eyaculaciĆ³n en la copa de vino. Y su recipiente, estaba mĆ”s lleno de leche pegajosa que el vaso de LenĆ­n.

   Horacio se acercĆ³ a Bastian, desnudo, excepto por su calzado, su musculoso cuerpo estaba empapado de sudor. Sin saberlo, estaba sacudiendo su gruesa y dura polla y echĆ³ la cabeza atrĆ”s—. No puedo creerlo —dijo—. ¡Estaba tan ansioso por romperle las bolas!

   Bastian seƱalĆ³ a RomĆ”n, que yacĆ­a llorando en el suelo. —Bueno, creo que le rompiste las bolas, en realidad.

   —SĆ­, pero —murmurĆ³ Horacio y continuĆ³ acariciando su polla.

   —¿Eh?

   Los dos miraron a LenĆ­n. TodavĆ­a estaba atado en la silla.

   —¿PodrĆ­a alguien, ya sabes, quitarme las correas o algo asĆ­? —preguntĆ³, todavĆ­a gimiendo de dolor.

   Horacio se acercĆ³ a Ć©l. Pero a mitad de camino se detuvo y dijo lentamente: —En realidad... perdiste. Asi que…

   Le sonriĆ³ a LenĆ­n.

   —¡Espera! —LenĆ­n lo mirĆ³ con incredulidad—. RomĆ”n hizo trampa. No puedes esperar que yo... ¡¿Esperas que yo beba su semen?

   —En realidad ...—Horacio pareciĆ³ pensarlo—. ¡SĆ­!

   LenĆ­n protestĆ³ en voz alta y tratĆ³ de liberarse de la silla, en vano.

   Horacio se acercĆ³ a la mesa, pasĆ³ por encima de RomĆ”n y tomĆ³ la copa de la mesa. Luego reconsiderĆ³ y tomĆ³ tambiĆ©n el otro vaso. SonriĆ³ y se acercĆ³ a LenĆ­n.

   RomĆ”n se levantĆ³ lentamente y se acercĆ³ a LenĆ­n, que se retorcĆ­a en la silla. Se estaba frotando las huevas y estaba claramente dolorido. Sin embargo, la perspectiva de tragar un poco de semen no parecĆ­a asustarlo.

   —Te ayudarĆ© —indicĆ³ Pablo abandonando su asiento como espectador junto a los demĆ”s hombres.

   Horacio y Pablo estaban de pie junto a LenĆ­n, quien parecĆ­a haberse olvidado de su dolor de bolas cuando intentaba desesperadamente salir de su miserable posiciĆ³n.

   —Entonces, LenĆ­n —sonriĆ³ Pablo—, tenemos dos bonitas y frescas leches aquĆ­... Una directa del campo natural y la otra con aroma del libertinaje de la ciudad.

   —¿QuĆ©? ¡No! Eso no fue... —protestĆ³ LenĆ­n

   —¡Shhh! Cambio de reglas. Y no parece que estĆ©s en posiciĆ³n de discutir... —argumentĆ³ Horacio.

   LenĆ­n parecĆ­a mortificado. Mantuvo su boca bien cerrada y no parecĆ­a que estuviera a punto de abrirla para recibir los dos vasos de leche.

   —EstĆ” bien —suspirĆ³ Horacio—, abre su boca.

   LenĆ­n parecĆ­a aterrorizado.

   Pablo comenzĆ³ a forcejar contra LenĆ­n ganando ventaja, al separar sus labios Horacio vaciĆ³ el contenido con el semen de RomĆ”n en su boca. GoteĆ³ de ella, dejando marcas en sus labios. LenĆ­n tratĆ³ de escupirlo, pero luego tosiĆ³ y gorgoteĆ³ cuando el lĆ­quido pegajoso encontrĆ³ su camino por la garganta.

   La polla de Horacio se contrajo cuando vio a LenĆ­n tragar el lechazo de RomĆ”n. Cuando la mayor parte de la esperma espesa desapareciĆ³ en la garganta de LenĆ­n, Horacio levantĆ³ el segundo vaso y lentamente dejĆ³ caer la salsa en la boca de LenĆ­n. LenĆ­n se habĆ­a rendido y se habĆ­a tragado su propia carga sin protestas, tragĆ”ndola y lamiĆ©ndose los labios despuĆ©s.

   —Buen chico —sonriĆ³ Horacio. Le dio unas palmaditas a las gĆ³nadas adoloridas de LenĆ­n y le sacĆ³ un pequeƱo gemido.

   —Bueno —dijo Bastian—, claramente hoy ha ganado RomĆ”n de los ChacĆ³n.

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