ESCRITO POR: ZATN
CONTIENE BALLBUSTING F/M.
Federico RincĆ³n es un joven universitario de 18 aƱos, fĆsicamente es de tez morena, mide 1.75 cm, y su cuerpo es atlĆ©tico; A pesar que su familia ha vivido siempre en la pobreza, Ć©l se muestra alegre con la vida. Admira a su hermano mayor FĆ©lix (protagonista del relato PAPA GRANDE), mĆ”s a diferencia de Ć©ste el joven Federico ha tenido algo de inteligencia y con estudio logrĆ³ una beca universitaria, el muchacho tendrĆ” un mejor futuro estudiando ingenierĆa… espera ayudar a su familia econĆ³micamente una vez se gradĆŗe.
Pero el otrora alegre joven RincĆ³n tiene un problema… Luego de varios dĆas de depresiĆ³n decide visitar a la consejera de la universidad… le serĆ” difĆcil exponer su problema.
La consejera es Mercedes Acosta, una mujer de 29 aƱos, muy querida en el ambiente universitario, fĆsicamente es bastante agraciada, pero sobre todo su actitud conciliadora, amable y preocupada por los estudiantes, la han hecho casi una celebridad en la instituciĆ³n educativa.
Ćsta era la primera vez que Federico contaba a alguien el tener un problema, se mostraba inseguro y dudo en hablar, Mercedes le calmĆ³ y cambio la conversaciĆ³n un par de veces, buscando romper el hielo… Ante un nuevo intento fallido del joven por contar que le sucedĆa, la consejera expresĆ³:
“Mira yo no soy PsicĆ³loga, soy Trabajadora social, pero tengo experiencia y capacitaciĆ³n en servir de consejera al cuerpo estudiantil, si es tu deseo puedo contactarte con alguna PsicĆ³loga o un Psiquiatra del campus, el departamento de consejerĆa de la universidad, tiene muchos profesionales y siempre disponibles para quien lo requiera”.
“NO quiero a otro, usted debe ser, he escuchado que es buena solucionando problemas”.
“Gracias por el halago, la mayorĆa de las personas, mĆ”s que un consejo, necesitan a alguien que les escuche”.
Finalmente se anima a contar su caso.
Hace 2 semanas, Federico estaba teniendo sexo con una chica que le gustaba, no eran pareja aun, pero estaba seguro que terminarĆan siĆ©ndolo, le gustaba demasiado…
…Se encontraba sobre la chica, penetrĆ”ndola sin pausa, ya se habĆa corrido dos veces en su vagina y en esta tercera vez, mostraba mĆ”s pasiĆ³n…
El joven es bien dotado de pene y testĆculos, Ć©stos colgaban en un escroto demasiado caĆdo…sin duda un rasgo familiar.
En su posiciĆ³n actual, sus bolas casi descansaban en la cama, justo entre los separados muslos de la chica… Repentinamente Federico lanzĆ³ un alarido al techo.
“AAAAHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!!!”
Con la llegada de un orgasmo, la chica cerrĆ³ los muslos y apretĆ³ la vagina, atrapando el fĆ©rreo falo del moreno, sin consecuencias mĆ”s allĆ” del placer, pero aprisionando con brutalidad el desprotegido y largo escroto, Federico sintiĆ³ sus gĆ³nadas aplanadas, y el dolor le invadiĆ³ de inmediato.
La joven no sabĆa que sucedĆa, cuando notĆ³ los ojos de Federico totalmente en blanco, paradĆ³jicamente la vista del muchacho solo le hacĆa ver negro, y finalmente el joven se desplomĆ³ a un lado de su pareja, ella se incorporĆ³ alarmada, para evidenciar que Federico se habĆa desmayado. Se habĆa desmayado del insoportable dolor testicular.
DespertarĆa unos 20 minutos despuĆ©s, con una chica muy nerviosa, y aliviada de verle abrir los ojos… acto seguido ofreciĆ³ mil disculpas, pero un tranquilizador y adolorido moreno le decĆa que todo habĆa sido un accidente.
Era la primera vez que algo asĆ le ocurrĆa en la intimidad; La noche de pasiĆ³n terminĆ³ ahĆ, y los dĆas siguientes el muchacho no se atreviĆ³ a ver a la cara a su pareja, ella mĆ”s de una vez le buscĆ³ para dar otra innecesaria disculpa y hasta llegar a proponerle verse de nuevo para intimar… Pero Federico sacaba disculpas, tenĆa una mezcla entre temor y vergĆ¼enza, no querĆa sentir nunca mĆ”s un dolor como aquel, y Ć©l mismo se denigraba al haberse desmayado ante la chica… le parecĆa inaceptable para un hombre.
“Y eso es lo que sucediĆ³”. ConcluyĆ³ el joven, enrojecido a mĆ”s no poder… trataba sus temas Ćntimos con una mujer, pero siendo consejera querĆa que le ayudara.
Durante la narraciĆ³n la consejera incluso se llegĆ³ a sonrojar… vaya problema Ćntimo del muchacho, y un desafortunado accidente que le habĆa traumado el autoestima. Ante la mirada de Federico, Mercedes se mostrĆ³ pensativa, repentinamente dijo:
“Antes que nada, necesito ver bien las cosas… bĆ”jate los pantalones”.
“Disculpe?”.
“Ya lo oĆste, bĆ”jatelos y tambiĆ©n los interiores, necesito ver tus testĆculos”. Federico no sabĆa quĆ© hacer, pero una nueva orden de Mercedes con tono severo, le hizo desabrocharse el pantalĆ³n.
“NO seas penoso, recuerda que soy una profesional en la consejerĆa, todo lo que se diga o pase aquĆ es reservado…vamos, mĆ”s rĆ”pido!”. Finalmente Federico desnudĆ³ su Ć”rea intima…
…los calzoncillos bajaron a los tobillos, y Mercedes contemplĆ³ los dotados genitales del moreno. Lo primero que detallĆ³ fue el largo pene del joven, a ojo de pĆ”jaro, unos 15 centĆmetros de largo, y en reposo!.. este joven era una maravilla!
Luego analizĆ³ el escroto… de extensa longitud… las bolas del moreno de un tamaƱo promedio, se bamboleaban al menor movimiento… tremenda anatomĆa genital estaba observando.
Al instante imaginĆ³ lo que habrĆa sufrido en su mala experiencia, esas colgantes cosas siendo casi destripadas por los muslos de una mujer excitada… pobrecito!
“Vaya… nunca habĆa visto unos que colgaran tanto, podrĆas moverlos un poco, aun no me lo creo, perdona si te es incĆ³modo”.
“De acuerdo, y le informo que lo que ve es algo de familia”. Era cierto, su hermano mayor FĆ©lix, tambiĆ©n era muy dotado de pene y de extenso escroto. Mercedes pensĆ³ un instante:
Vaya familia…
Ya resignado a ser visto desnudo, Federico llevĆ³ una mano a su escroto y prĆ”cticamente cerro el puƱo alrededor de la piel colgante… los testĆculos yacĆan aĆŗn mĆ”s abajo… el escroto era realmente muy largo.
Mercedes quedĆ³ satisfecha por lo observado y trato de verse seria, con un movimiento de mano ordenĆ³ al joven vestirse, cumpliendo la orden, Federico guardo sus herramientas y ajustĆ³ su cinturĆ³n.
“Vaya, la parte mĆ”s delicada en el cuerpo de un varĆ³n, colgando asĆ nada mĆ”s entre las piernas de una mujer… nuestras piernas son lo mĆ”s fuerte que tenemos… pobre de ti.”.
“Lo mĆ”s fuerte que tienen, y lo sentĆ en carne propia”.
“Es la paradoja del sexo, es el riesgo que corre el hombre si yace sobre la mujer en la penetraciĆ³n… Pero la naturaleza es sabia… el escoto debe recogerse en esa situaciĆ³n, asĆ no puede quedar atrapado entre nuestros muslos, en tu caso no pasa eso”.
“SeƱorita Mercedes, no sĆ© quĆ© hacer, NO quiero sentir ese dolor de nuevo, pero tambiĆ©n quiero tener sexo con esa chica”.
“Federico, entiendo tu padecer, ese dolor es terrible, Alguna vez vi a mi propio hermano llorar de un golpe en los testĆculos”.
“Pero no sĆ³lo es el dolor… no me siento bien con lo que me pasĆ³ en la cama”.
“Hablas de desmayarte verdad?, te sientes mal por eso, pero a veces puede pasar”.
“Me siento mal, que me aconseja…”. La mujer ya tenĆa la respuesta:
“El consejo es simple… debe hacerle de nuevo el amor a esa chica que te gusta, tĆŗ le gustas?”.
“SĆ le gusto, de hecho ella fue la que me buscĆ³ al principio”.
“Bien, debes arriesgarte, debes tener sexo con ella de nuevo, y tener mĆ”s cuidado… sĆ© que te da temor el dolor, pero debes superarlo… SĆ³lo lĆ”nzate al riesgo y al placer, Jaja”.
Federico posĆ³ la mirada en el suelo, no dio para decir nada. Ante la falta de determinaciĆ³n en el joven, Mercedes propuso:
“Muy bien, es hora de llevar las cosas un poco mĆ”s allĆ”, Mira Federico, te ayudarĆ©, ven esta noche a mi oficina y solucionaremos tu problema”.
“Lo solucionaremos?, CĆ³mo?”.
“En realidad es simple, tendremos sexo esta noche y te mostrarĆ© posiciones en las que tus pelotas no estarĆ”n en riesgo de ser golpeadas”.
Federico quedo con la boca nivel del suelo… lo que decĆa la consejera era cierto?, no le tomaba el pelo?.
“Veo que quedaste sin palabras, pero a problemas difĆciles, soluciones radicales… piĆ©nsalo chico, estarĆ© aquĆ a las 10 de la noche, es tu decisiĆ³n venir o no, esperare hasta las 10:30, si te arrepientes me llamas al mĆ³vil y me ahorro la venida, OK?... ahora vete, tengo otra consulta que atender”.
La mujer pareciĆ³ correrle, no le darĆa tiempo de responder nada ahĆ mismo, y Federico en verdad no tenĆa una respuesta.
El pensativo Federico pasĆ³ el resto del dĆa analizando lo que habĆa ocurrido en la consejerĆa, la seƱorita Mercedes querĆa intimar con Ć©l, aĆŗn no se lo creĆa, pero porque intimar?, porque no sĆ³lo enseƱar las posiciones y ya… acaso le gustaba como pareja… serĆa muy afortunado si fuera asĆ…
…La consejera es bella y siempre le pareciĆ³ atractiva, pero es lo correcto?, a pesar de decirle seƱorita, sabe que la consejera es casada… no sabe si seguirle el juego, pobre de su esposo, quien pensarĆa que la correcta consejera fuese tan libertina.
Decide ir, porque quiere la ayuda que le ofreciĆ³ y ademĆ”s la desea.
Esa noche, Federico ingresĆ³ a la universidad, la consejerĆa estaba abierta y los vigilantes al parecer ya advertidos por la dama le permitieron ingresar. La encontrĆ³ divina, con brazos cruzados y una amplia sonrisa. Seguido le fue expuesto lo que sucederĆa.
“Bueno dejarĆ© claras las cosas, tendremos sexo, y te mostrare posiciones sexuales donde tus testĆculos no se verĆ”n amenazados… eso es lo principal, que estĆ©n a salvo”.
Federico no podĆa dejar de verla, e imaginar que delicioso seria yacer con la consejera, su pene se levantĆ³, formando una grosera y notoria carpa en su pantalĆ³n… Fue muy obvio para la vista de Mercedes.
“Controla ese muchacho, aĆŗn es muy pronto”.
“Lo siento”.
Mercedes comenzĆ³ a desvestirse, Federico trago saliva, ansioso por verla desnuda, la mujer detuvo su acciĆ³n al quedar en ropa interior… el joven agradeciĆ³ la pausa de la dama, podĆa verla en aquellas diminutas prendas de color negro, la consejera era delgada y de facciones finas, su cuerpo era delicado, y el moreno querĆa tocarla sin fin.
“Y que tanto ves?, desvĆstete tambiĆ©n”.
“Como Ć³rdenes”. Tal fue la prisa de Federico que superĆ³ la ventaja que llevaba la dama y estaba desnudo en un par, mĆ”s ella se quedĆ³ en ropa interior.
Aun en interiores, caminĆ³ hacĆa el joven, su contorneo de caderas era muy llamativo. Mercedes mirĆ³ el pene del moreno, que se elevaba nuevamente; Sabiendo que le observaba el miembro, Federico se disculpĆ³:
“Lo siento, es difĆcil controlarme”.
“No te preocupes eres un hombre joven, es normal tener erecciones por todo”.
Enseguida le acariciĆ³ el escroto con sus largas uƱas, Federico gozaba y respondiĆ³ besando el fino cuello de la mujer. La consejera cesĆ³ el estĆmulo a las pelotas, se preocupĆ³ por ladear la cabeza dando mĆ”s espacio para los besos del moreno…
…Fue entonces cuando la rodilla de Mercedes se elevĆ³ con fuerza entre los muslos del moreno, la rĆ³tula ascendiĆ³, arrastrĆ³ los colgantes huevos de Federico hasta aplastarlos contra su hueso pĆŗbico.
“AAAAAHHHHHHHHHHH!!!!!!!”. ExhalĆ³ Federico, quien se alejĆ³ de la mujer, con los ojos casi hacia atrĆ”s, el joven tropezĆ³ y terminĆ³ acostado en el piso, unos movimientos irregulares y perdiĆ³ el sentido.
“Nunca habĆa visto a un hombre desmayarse de dolor”. Mercedes se quedĆ³ viĆ©ndole, parecĆa mĆ”s bien dormido.
La consejera buscĆ³ en su bolso y sacĆ³ un pequeƱo frasco de vidrio, lo acercĆ³ a la nariz, el fuerte olor de sales de reanimaciĆ³n hicieron reaccionar al muchacho…lentamente se fue adaptando a estar consciente.
“Que, que sucediĆ³?”. El atontado moreno buscaba respuestas.
“Lo lamento mucho”. Mercedes mostraba un rostro de total arrepentimiento.
“OOhh, mis bolas!”. Federico se agarrĆ³ la entrepierna y comenzĆ³ a retorcerse, Mercedes le acariciĆ³ el cabello tratando de consolarle.
“Lo lamento mi vida, es que me hiciste cosquillas, y reaccionĆ© levantando la rodilla, no fue mi intenciĆ³n golpeĆ”rtelos… Estoy muy apenada, te hice daƱo, lo siento tanto”.
Pasaron un par de minutos y aun en el suelo, Federico dio seƱales de mejorĆa.
“PerdĆ³n una vez mĆ”s, que tonta fui, se suponĆa que debĆamos evitar los golpes allĆ, y terminĆ© dĆ”ndote de lleno, y sin haber iniciado siquiera… pero retomemos lo que Ćbamos a hacer”. La expresiĆ³n de Federico era totalmente alejada de ello, ahora lo que querĆa era ponerse todo el polo norte en los huevos, para aliviar el ardor que sentĆa en el escroto.
“No… mira… mejor dejemos las cosas asĆ…”. Ahora su trauma psicolĆ³gico serĆa peor.
“Eso no, bebĆ©, te lastimĆ© y te compensarĆ©, puedes levantarte?, ven te ayudo”.
Mercedes ofreciĆ³ la mano y Federico pudo incorporarse… tambaleĆ³ pero gracias a la mujer, se recostĆ³ contra un muro, por fin parecĆa tener equilibrio; La consejera se arrodillĆ³ y tomĆ³ el largo pero flĆ”cido pene del estudiante, mientras este recogĆa entre sus dedos ese largo escroto… las delicadas caricias femeninas pronto levantaron el falo, hasta su tamaƱo mĆ”ximo.
“DĆ©jame sobĆ”rtelos, te sentirĆ”s mejor”. Los dedos de la dama hicieron espacio en las protectoras manos de Federico y comenzaron a acariciarle las bolas, el muchacho comenzĆ³ a jadear, y mĆ”s al sentir como los labios de la consejera besaban una, dos y tres veces su humedecido glande.
“Te gusta?”.
“Muuuchooo”.
“Te pondrĆ© el preservativo cariƱo”. La consejera alcanzĆ³ un condĆ³n y tras olerlo, comenzĆ³ a acomodarlo al glande.
“Jajaja, me pregunto si te quedarĆ” pequeƱo, Jajaja.
El contacto del lĆ”tex contra su glande excitĆ³ mucho al moreno, que inicialmente dudaba que pudiera darse la intimidad con la consejera… ahora hincada ante Ć©l y poniĆ©ndole “El gorro”, es inevitable que sĆ sucederĆ”.
Con todo listo la Consejera anunciĆ³ que se la chuparĆa.
“Pones algĆŗn reparo?”.
“Claro que no”.
“Perfecto, a ver quĆ© opinas de esto…”.
Como un rayo, la mano femenina se cerrĆ³, retrocediĆ³ y con impulso ascendiĆ³ hasta estrellarse contra el colgante escroto de Federico. Un contundente gancho a los huevos.
“OOOOOAAAAAAHHHH!!!!”. Fue el nuevo alarido de Federico, que expulsĆ³ un eructo, por poco y trasboca, Mercedes se incorporĆ³, cruzĆ³ los brazos en el pecho y presenciĆ³, cĆ³mo en cĆ”mara lenta, el joven caĆa sentado al suelo, luego se acostaba, y finalmente se desmayaba una vez mĆ”s.
Al minuto, la consejera volviĆ³ a usar las sales y casi de un brinco el estudiante despertaba, el dolor no se habĆa dio asĆ que tras agarrarse la masculinidad se comenzĆ³ a retorcer.
En un momento de claridad, Federico dio por hecho que no habĆa sido un accidente la primera vez, la consejera le golpeaba a propĆ³sito los huevos.
“Por.., porquĆ© me golpea?, que le pasa?”. No hubo respuesta por parte de la dama, quien se inclinĆ³ ante el atormentado moreno.
“Eres un bebĆ© llorĆ³n!”. ExpresĆ³ con algo de enojo, al tiempo que le agarraba un dedo y torciĆ©ndoselo le causaba dolor y le hacĆa separar la mano de su ingle.
Una vez descubierta la hombrĆa, un fugaz y duro puƱo en los testĆculos, hacia gritar de nuevo al moreno.
“OOOOHHHHHHHH!!!!!!”. El aire abandonĆ³ sus pulmones y no regresĆ³, Federico se sentĆa ahogado, sus fuerzas hacĆa rato no estaban, Mercedes con seriedad en el rostro, se incorporĆ³, ante el joven que no cesaba de retorcerse…
“Quita las manos…”. ExigiĆ³ con un puntapiĆ© en los dedos que de nuevo cubrĆan la hombrĆa de Federico, el joven solo pudo gruƱir.
El castigo continuĆ³ cuando Mercedes levantĆ³ el pie y descargĆ³ un fuerte pisotĆ³n en el abdomen del muchacho.
“Uuufffffff!!”. De nuevo el aire salĆa de su cuerpo. Y nuevamente dejĆ³ sin guardia sus cojones, la consejera vio lo que esperaba, tomĆ³ impulso con la pierna derecha y descargĆ³ un tremendo puntapiĆ© en todo el colgante escroto, el pie dio en ambas huevas y las empujĆ³ hacia el cuerpo del moreno casi metiĆ©ndoselas al cuerpo.
“AAAAAAAHHHHHHHHHHHHH!!!!!”. Casi se le desencaja la mandĆbula de abrir tanto la boca. Federico no dejaba de retorcerse en el suelo, sudaba tanto que su escaso cabello crespo se habĆa humedecido.
“Bueno, eso es todo por esta noche”. Mercedes comenzĆ³ a vestirse.
“Por que me hizo esto?...por quĆ©?..”. Federico apenas si podĆa hablar, pero las palabras cargaban una frustraciĆ³n y desilusiĆ³n.
“Con gusto te darĆ© una respuesta… Querido Federico, tu gran problema no estĆ” en el temor a sentir dolor en los testĆculos, estĆ” en que tienes vergĆ¼enza de ti mismo por haber perdido el sentido, es normal en un individuo joven y fuerte como tĆŗ, ningĆŗn hombre quiere verse dĆ©bil, y menos ante una mujer…”. Desde el suelo, y sin dejar de sobar sus bolas, Federico escuchaba atentamente a la consejera… sus palabras eran totalmente ciertas.
“… La soluciĆ³n ideal es un cambio radical de conducta, eres un hombre y te comportas como tal, incluso tienes una actitud machista, y como te sientes muy varĆ³n, muy macho, tĆŗ mismo repruebas ser dĆ©bil, y te autocastigas… HabrĆa que hacer toda una terapia contigo, en otras palabras, habrĆa que ir atrĆ”s y reeducarte, para que no seas tan macho y el desmayarte no te afecte tanto el orgullo…”.
“Pero me gusta ser como soy…”. Replico agĆ³nicamente Federico.
“Y te entiendo, a nadie le agrada que le cambien su forma de ser… Pero la reeducaciĆ³n es la soluciĆ³n definitiva y profesional… Pero por fortuna para ti, tambiĆ©n existe otro mĆ©todo de arreglar tu problema”.
“CuĆ”l es?”.
“Es un mĆ©todo mĆ”s rĆ”pido, y no involucra alterar tu comportamiento… Es lo que hemos hecho esta noche!… Simplemente es hacer tus pelotas mĆ”s fuertes, para que asĆ no te desmayes; Si bien es mĆ”s inmediato, tambiĆ©n es muy, muy doloroso, cĆ³mo tĆŗ mismo lo has evidenciado”.
“Te refieres a… Por eso me has…”.
“AsĆ es, golpeĆ”rtelos repetidamente hasta que seas mĆ”s resistente… y funcionĆ³”.
El joven entendiĆ³ el porquĆ© del ensaƱamiento contra sus testĆculos.
“Te desmayaste dos veces, pero luego y con las pelotas, imagino que muy adoloridas, recibiste un puƱo y una patada, y no desfalleciste… Soportaste el sufrimiento, tus bolas estĆ”n lejos de ser de acero, pero soportaron mĆ”s... Es un avance, en adelante soportarĆ”s mejor los golpes bajos”.
Federico pensĆ³ el asunto con detenimiento y se dio cuenta que era cierto, al final el mayor dolor lo resistiĆ³ sin desmayarse… todo ese dolor habĆa resultado en algo positivo para su orgullo masculino.
“Gracias entonces”.
“Ok, de nada, solo mantĆ©n al mĆnimo ese orgullo extremo, y el ser demasiado machista”.
“No se preocupe, yo no soy un machista loco y arcaico, no me gusta ser asĆ”.
“TambiĆ©n discĆŗlpame por otra cosa, pero te mentĆ, no me voy a acostar contigo, nunca le serĆ© infiel a mi marido”.
Ya algo mĆ”s aliviado, Federico se sentĆ³, masajeaba sus pelotas desesperadamente.
“Le confieso que pensĆ© mal de usted al proponerme lo de esta noche”.
“No soy una mala esposa, mi marido es todo un hombrazo y primero muerta a serle infiel”.
“Tan buen marido es?”.
“Muchacho, mi esposo tiene ese par entre las piernas muy bien puestos”.
“Es huevĆ³n?”. La consejera se sonrojo, y sonriĆ³:
“…Algo, pero no es eso lo que me gusta de Ć©l, lo que me gusta es lo macho, valiente, emprendedor y decidido que es… Es un varĆ³n que no se amilana ante nada, es seguro de sĆ mismo, eso es tener las bolas bien puestas, eso es un macho de verdad, no es machismo, sino ser masculino, ser viril!”.
“La felicito por encontrar a un hombre que le guste tanto”.
“Pero no tengas celos, has demostrado tener algo de admirar, el superar la vergĆ¼enza, y contar tus problema Ćntimos a una mujer, asĆ sea la consejera… Y mĆ”s aĆŗn, soportar todos esos dolores que te causeĆ© en los huevos… CrĆ©eme que esas cosas te hacen un chico diferente al resto… SĆ te aconsejo ser un poco mĆ”s seguro de ti mismo, con eso cualquier mujer te adorarĆ””.
“Gracias por todo lo que me ha ayudado hoy… invitarĆ© a salir de nuevo a esa chica y lo hare de todas las posiciones que conozca… y tambiĆ©n la normalita, encima de ella… Eso sĆ, tratare de tener cuidado, pero y si me llega a lastimar de nuevo las bolas, estoy seguro que esta vez lo soportarĆ©… le agradezco todo lo que hizo por mĆ.
“Ok, solo cuida mucho a ese colgante par”.
A continuaciĆ³n se despidieron, Federico comenzĆ³ a colocarse la ropa. La miro caminar a la puerta, y cuando volteĆ³ justo antes de salir, detallĆ³ su bella sonrisa una vez mĆ”s.
AgradeciĆ³ sus consejos y no tardĆ³ en repetir la experiencia con la chica que le gustaba, en adelante no hubo mĆ”s problemas en su intimidad.
Por su parte, y a pesar de ocultarlo bien, Mercedes tuvo una real excitaciĆ³n en su reuniĆ³n con Federico, Gracias a Dios tenĆa en casa un buen marido para desfogar la calentura de aquella noche.
FIN.
Gracias.
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