La consejera universitaria - Las Bolas de Pablo

Lo mƔs nuevo

29 jul 2019

La consejera universitaria

ESCRITO POR: ZATN
CONTIENE  BALLBUSTING F/M.


   Federico Rincón es un joven universitario de 18 aƱos, fĆ­sicamente es de tez morena, mide 1.75 cm, y su cuerpo es atlĆ©tico; A pesar que su familia ha vivido siempre en la pobreza, Ć©l se muestra alegre con la vida. Admira a su hermano mayor FĆ©lix (protagonista del relato PAPA GRANDE), mĆ”s  a diferencia de Ć©ste el joven Federico ha tenido algo de inteligencia y con estudio logró una beca universitaria, el muchacho tendrĆ” un mejor futuro estudiando ingenierĆ­a… espera ayudar a su familia económicamente una vez se gradĆŗe.

   Pero el otrora alegre joven Rincón tiene un problema… Luego de varios dĆ­as de depresión decide visitar a la consejera de la universidad… le serĆ” difĆ­cil exponer su problema.
   La consejera es Mercedes Acosta, una mujer de 29 aƱos, muy querida en el ambiente universitario, fĆ­sicamente es bastante agraciada, pero sobre todo su actitud conciliadora, amable y preocupada por los estudiantes, la han hecho casi una celebridad en la institución educativa.

   Ć‰sta era la primera vez que Federico contaba a alguien el tener un problema, se mostraba inseguro y dudo en hablar, Mercedes le calmó y cambio la conversación un par de veces, buscando romper el hielo… Ante un nuevo intento fallido del joven por contar que le sucedĆ­a, la consejera expresó:

   “Mira yo no soy Psicóloga, soy Trabajadora social, pero tengo experiencia y capacitación en servir de consejera al cuerpo estudiantil, si es tu deseo puedo contactarte con alguna Psicóloga o un Psiquiatra del campus, el departamento de consejerĆ­a de la universidad, tiene muchos profesionales y siempre disponibles para quien lo requiera”.

   “NO quiero a otro, usted debe ser, he escuchado que es buena solucionando problemas”.

   “Gracias por el halago, la mayorĆ­a de las personas, mĆ”s que un consejo, necesitan a alguien que les escuche”.

   Finalmente se anima a contar su caso.

   Hace 2 semanas, Federico estaba teniendo sexo con una chica que le gustaba, no eran pareja aun, pero estaba seguro que terminarĆ­an siĆ©ndolo, le gustaba demasiado…
…Se encontraba sobre la chica, penetrĆ”ndola sin pausa, ya se habĆ­a corrido dos veces en su vagina y en esta tercera vez, mostraba mĆ”s pasión…

   El joven es bien dotado de pene y testĆ­culos, Ć©stos colgaban en un escroto demasiado caĆ­do…sin duda un rasgo familiar. 

   En su posición actual, sus bolas casi descansaban en la cama, justo entre los separados muslos de la chica… Repentinamente Federico lanzó un alarido al techo.

   “AAAAHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!!!”

   Con la llegada de un orgasmo, la chica cerró los muslos y apretó la vagina, atrapando el fĆ©rreo falo del moreno, sin consecuencias mĆ”s allĆ” del placer, pero aprisionando con brutalidad el desprotegido y largo escroto, Federico sintió sus gónadas aplanadas, y el dolor le invadió de inmediato.

   La joven no sabĆ­a que sucedĆ­a, cuando notó los ojos de Federico totalmente en blanco, paradójicamente la vista del muchacho solo le hacĆ­a ver negro, y finalmente el joven se desplomó a un lado de su pareja, ella se incorporó alarmada, para evidenciar que  Federico se habĆ­a desmayado. Se habĆ­a desmayado del insoportable dolor testicular.

   DespertarĆ­a unos 20 minutos despuĆ©s, con una chica muy nerviosa, y aliviada de verle abrir los ojos… acto seguido ofreció mil disculpas, pero un tranquilizador y adolorido moreno le decĆ­a que todo habĆ­a sido un accidente.

   Era la primera vez que algo asĆ­ le ocurrĆ­a en la intimidad; La noche de pasión terminó ahĆ­, y los dĆ­as siguientes el muchacho no se atrevió a ver a la cara a su pareja, ella mĆ”s de una vez le buscó para dar otra innecesaria disculpa y hasta llegar a proponerle verse de nuevo para intimar… Pero Federico sacaba disculpas, tenĆ­a una mezcla entre temor y vergüenza, no querĆ­a sentir nunca mĆ”s un dolor como aquel, y Ć©l mismo se denigraba al haberse desmayado ante la chica… le parecĆ­a inaceptable para un hombre.

   “Y eso es lo que sucedió”. Concluyó el joven, enrojecido a mĆ”s no poder… trataba sus temas Ć­ntimos con una mujer, pero siendo consejera querĆ­a que le ayudara.

   Durante la narración la consejera incluso se llegó a sonrojar… vaya problema Ć­ntimo del muchacho, y un desafortunado accidente que le habĆ­a traumado el autoestima. Ante la mirada de Federico, Mercedes se mostró pensativa, repentinamente dijo:

   “Antes que nada, necesito ver bien las cosas… bĆ”jate los pantalones”.

   “Disculpe?”.

   “Ya lo oĆ­ste, bĆ”jatelos y tambiĆ©n los interiores, necesito ver tus testĆ­culos”. Federico no sabĆ­a quĆ© hacer, pero una nueva orden de Mercedes con tono severo, le hizo desabrocharse el pantalón.

   “NO seas penoso, recuerda que soy una profesional en la consejerĆ­a, todo lo que se diga o pase aquĆ­ es reservado…vamos, mĆ”s rĆ”pido!”. Finalmente Federico desnudó su Ć”rea intima…
…los calzoncillos bajaron a los tobillos, y Mercedes contempló los dotados genitales del moreno. Lo primero que detalló fue el largo pene del joven,  a ojo de pĆ”jaro, unos 15 centĆ­metros de largo, y en reposo!.. este joven era una maravilla!
   Luego analizó el escroto… de extensa longitud… las bolas del moreno de un tamaƱo promedio, se bamboleaban al menor movimiento… tremenda anatomĆ­a genital estaba observando.
   Al instante imaginó lo que habrĆ­a sufrido en su mala experiencia, esas colgantes cosas siendo casi destripadas por los muslos de una mujer excitada… pobrecito!

   “Vaya… nunca habĆ­a visto unos que colgaran tanto, podrĆ­as moverlos un poco, aun no me lo creo, perdona si te es incómodo”.

   “De acuerdo, y le informo que lo que ve es algo de familia”. Era cierto, su hermano mayor FĆ©lix, tambiĆ©n era muy dotado de pene y de extenso escroto. Mercedes pensó un  instante:

   Vaya familia…

   Ya resignado a ser visto desnudo, Federico llevó una mano a su escroto y prĆ”cticamente cerro el puƱo alrededor de la piel colgante… los testĆ­culos yacĆ­an aĆŗn mĆ”s abajo… el escroto era realmente muy largo. 

   Mercedes quedó satisfecha por lo observado y trato de verse seria, con un movimiento de mano ordenó al joven vestirse, cumpliendo la orden,  Federico guardo sus herramientas y ajustó su cinturón.

   “Vaya, la parte mĆ”s delicada en el cuerpo de un varón, colgando asĆ­ nada mĆ”s entre las piernas de una mujer… nuestras piernas son lo mĆ”s fuerte que tenemos… pobre de ti.”.

   “Lo mĆ”s fuerte que tienen, y lo sentĆ­ en carne propia”.

   “Es la paradoja del sexo, es el riesgo que corre el hombre si yace sobre la mujer en la penetración… Pero la naturaleza es sabia… el escoto debe recogerse en esa situación, asĆ­ no puede quedar atrapado entre nuestros muslos, en tu caso no pasa eso”.

   “SeƱorita Mercedes, no sĆ© quĆ© hacer, NO quiero sentir ese dolor de nuevo, pero tambiĆ©n quiero tener sexo con esa chica”. 

   “Federico, entiendo tu padecer, ese dolor es terrible, Alguna vez vi a mi propio hermano llorar de un golpe en los testĆ­culos”.

   “Pero no sólo es el dolor… no me siento bien con lo que me pasó en la cama”.

   “Hablas de desmayarte verdad?, te sientes mal por eso, pero a veces puede pasar”.

   “Me siento mal, que me aconseja…”. La mujer ya tenĆ­a la respuesta:

   “El consejo es simple… debe hacerle de nuevo el amor a esa chica que te gusta, tĆŗ le gustas?”.

   “SĆ­ le gusto, de hecho ella fue la que me buscó al principio”.

   “Bien, debes arriesgarte, debes tener sexo con ella de nuevo, y tener mĆ”s cuidado… sĆ© que te da temor el dolor, pero debes superarlo… Sólo lĆ”nzate al riesgo y al placer, Jaja”.

   Federico posó la mirada en el suelo, no dio para decir nada. Ante la falta de determinación en el joven, Mercedes propuso:

   “Muy bien, es hora de llevar las cosas un poco mĆ”s allĆ”, Mira Federico, te ayudarĆ©, ven esta noche a mi oficina y solucionaremos tu problema”.

   “Lo solucionaremos?, Cómo?”.

   “En realidad es simple, tendremos sexo esta noche y te mostrarĆ© posiciones en las que tus pelotas no estarĆ”n en riesgo de ser golpeadas”.

   Federico quedo con la boca nivel del suelo… lo que decĆ­a la consejera era cierto?, no le tomaba el pelo?.

   “Veo que quedaste sin palabras, pero a problemas difĆ­ciles, soluciones radicales… piĆ©nsalo chico, estarĆ© aquĆ­ a las 10 de la noche, es tu decisión venir  o no, esperare hasta las 10:30, si te arrepientes me llamas al móvil y me ahorro la venida, OK?... ahora vete, tengo otra consulta que atender”.

   La mujer pareció correrle, no le darĆ­a tiempo de responder nada ahĆ­ mismo, y Federico en verdad no tenĆ­a una respuesta.

   El pensativo Federico pasó el resto del dĆ­a analizando lo que habĆ­a ocurrido en la consejerĆ­a, la seƱorita Mercedes querĆ­a intimar con Ć©l, aĆŗn no se lo creĆ­a, pero porque intimar?, porque no sólo enseƱar las posiciones y ya… acaso le gustaba como pareja… serĆ­a muy afortunado si fuera asĆ­…
…La consejera es bella y siempre le pareció atractiva, pero es lo correcto?, a pesar de decirle seƱorita, sabe que la consejera es casada… no sabe si seguirle el juego, pobre de su esposo, quien pensarĆ­a que la correcta consejera fuese tan libertina.

   Decide ir, porque quiere la ayuda que le ofreció y ademĆ”s la desea.

   Esa noche, Federico ingresó a la universidad, la consejerĆ­a estaba abierta y los vigilantes al parecer ya advertidos por la dama le permitieron ingresar. La encontró divina, con brazos cruzados y una amplia sonrisa. Seguido le fue expuesto lo que sucederĆ­a.

   “Bueno dejarĆ© claras las cosas, tendremos sexo, y te mostrare posiciones sexuales donde tus testĆ­culos no se verĆ”n amenazados… eso es lo principal, que estĆ©n a salvo”.

   Federico no podĆ­a dejar de verla, e imaginar que delicioso seria yacer con la consejera, su pene se levantó, formando una grosera y notoria carpa en su pantalón… Fue muy obvio para la vista de Mercedes.

   “Controla ese muchacho, aĆŗn es muy pronto”.

   “Lo siento”.

   Mercedes comenzó a desvestirse, Federico trago saliva, ansioso por verla desnuda, la mujer detuvo su acción al quedar en ropa interior… el joven agradeció la pausa de la dama, podĆ­a verla en aquellas diminutas prendas de color negro, la consejera era delgada y de facciones finas, su cuerpo era delicado, y el moreno querĆ­a tocarla sin fin.

   “Y que tanto ves?, desvĆ­stete tambiĆ©n”.

   “Como órdenes”. Tal fue la prisa de Federico que superó la ventaja que llevaba la dama y estaba desnudo en un par, mĆ”s ella se quedó en ropa interior.

   Aun en interiores, caminó hacĆ­a el joven, su contorneo de caderas era muy llamativo. Mercedes miró el pene del moreno, que se elevaba nuevamente; Sabiendo que le observaba el miembro, Federico se disculpó:

   “Lo siento, es difĆ­cil controlarme”.

   “No te preocupes eres un hombre joven, es normal tener erecciones por todo”.

   Enseguida le acarició el escroto con sus largas uƱas, Federico gozaba y respondió besando el fino cuello de la mujer.  La consejera cesó el estĆ­mulo a las pelotas, se preocupó por ladear la cabeza dando mĆ”s espacio para los besos del moreno…
…Fue entonces cuando la rodilla de Mercedes se elevó con fuerza entre los muslos del moreno, la rótula ascendió, arrastró los colgantes huevos de Federico hasta aplastarlos contra su hueso pĆŗbico.

   “AAAAAHHHHHHHHHHH!!!!!!!”. Exhaló Federico, quien se alejó de la mujer, con los ojos casi hacia atrĆ”s, el joven tropezó y terminó acostado en el piso, unos movimientos irregulares y perdió el sentido.

   “Nunca habĆ­a visto a un hombre desmayarse de dolor”. Mercedes se quedó viĆ©ndole, parecĆ­a mĆ”s bien dormido.

   La consejera buscó en su bolso y sacó un pequeƱo frasco de vidrio, lo acercó a la nariz, el fuerte olor de sales de reanimación hicieron reaccionar al muchacho…lentamente se fue adaptando a estar consciente. 

   “Que, que sucedió?”. El atontado moreno buscaba respuestas.

   “Lo lamento mucho”. Mercedes mostraba un rostro de total arrepentimiento.

   “OOhh, mis bolas!”. Federico se agarró la entrepierna y comenzó a retorcerse, Mercedes le acarició el cabello tratando de consolarle.

   “Lo lamento mi vida, es que me hiciste cosquillas, y reaccionĆ© levantando la rodilla, no fue mi intención golpeĆ”rtelos… Estoy muy apenada, te hice daƱo, lo siento tanto”.

   Pasaron un par de minutos y aun en el suelo, Federico dio seƱales de mejorĆ­a.

   “Perdón una vez mĆ”s, que tonta fui, se suponĆ­a que debĆ­amos evitar los golpes allĆ­, y terminĆ© dĆ”ndote de lleno, y sin haber iniciado siquiera… pero retomemos lo que Ć­bamos a hacer”. La expresión de Federico era totalmente alejada de ello, ahora lo que querĆ­a era ponerse todo el polo norte en los huevos, para aliviar el ardor que sentĆ­a en el escroto.

   “No… mira… mejor dejemos las cosas asĆ­…”. Ahora su trauma psicológico serĆ­a peor.

   “Eso no, bebĆ©, te lastimĆ© y te compensarĆ©, puedes levantarte?, ven te ayudo”.

   Mercedes ofreció la mano y Federico pudo incorporarse… tambaleó pero gracias a la mujer, se recostó contra un muro, por fin parecĆ­a tener equilibrio; La consejera se arrodilló y tomó el largo pero flĆ”cido pene del estudiante, mientras este recogĆ­a entre sus dedos ese largo escroto… las delicadas caricias femeninas pronto levantaron el falo, hasta su tamaƱo mĆ”ximo.
   “DĆ©jame sobĆ”rtelos, te sentirĆ”s mejor”. Los dedos de la dama hicieron espacio en las protectoras manos de Federico y comenzaron a acariciarle las bolas, el muchacho comenzó a jadear, y mĆ”s al sentir como los labios de la consejera besaban una, dos y tres veces su humedecido glande.

   “Te gusta?”.

   “Muuuchooo”.
   “Te pondrĆ© el preservativo cariƱo”. La consejera alcanzó un condón y tras olerlo, comenzó a acomodarlo al glande.

   “Jajaja, me pregunto si te quedarĆ” pequeƱo, Jajaja.

   El contacto del lĆ”tex contra su glande excitó mucho al moreno, que inicialmente dudaba que pudiera darse la intimidad con la consejera… ahora hincada ante Ć©l y poniĆ©ndole “El gorro”, es inevitable que sĆ­ sucederĆ”.

   Con todo listo la Consejera anunció que se la chuparĆ­a.

   “Pones algĆŗn reparo?”.

   “Claro que no”.

   “Perfecto, a ver quĆ© opinas de esto…”.

   Como un rayo, la mano femenina se cerró, retrocedió y con impulso ascendió hasta estrellarse contra el colgante escroto de Federico. Un contundente gancho a los huevos.

   “OOOOOAAAAAAHHHH!!!!”. Fue el nuevo alarido de Federico, que expulsó un eructo, por poco y trasboca, Mercedes se incorporó, cruzó los brazos en el pecho y presenció, cómo en cĆ”mara lenta, el joven caĆ­a sentado al suelo, luego se acostaba, y finalmente se desmayaba una vez mĆ”s.

   Al minuto, la consejera volvió a usar las sales y casi de un brinco el estudiante despertaba, el dolor no se habĆ­a dio asĆ­ que tras agarrarse la masculinidad se comenzó a retorcer.

   En un momento de claridad, Federico dio por hecho que no habĆ­a sido un accidente la primera vez, la consejera le golpeaba a propósito los huevos.

   “Por.., porquĆ© me golpea?, que le pasa?”. No hubo respuesta por parte de la dama, quien se inclinó ante el atormentado moreno.

   “Eres un bebĆ© llorón!”. Expresó con algo de enojo, al tiempo que le agarraba un dedo y torciĆ©ndoselo le causaba dolor y le hacĆ­a separar la mano de su ingle.

   Una vez descubierta la hombrĆ­a, un fugaz y duro puƱo en los testĆ­culos, hacia gritar de nuevo al moreno.

   “OOOOHHHHHHHH!!!!!!”. El aire abandonó sus pulmones y no regresó, Federico se sentĆ­a ahogado, sus fuerzas hacĆ­a rato no estaban, Mercedes con seriedad en el rostro, se incorporó, ante el joven que no cesaba de retorcerse…

   “Quita las manos…”. Exigió con un puntapiĆ© en los dedos que de nuevo cubrĆ­an la hombrĆ­a de Federico, el joven solo pudo gruƱir.

   El castigo continuó cuando Mercedes levantó el pie y descargó un fuerte pisotón en el abdomen del muchacho.

   “Uuufffffff!!”. De nuevo el aire salĆ­a de su cuerpo. Y nuevamente dejó sin guardia sus cojones, la consejera vio lo que esperaba, tomó impulso con la pierna derecha y descargó un tremendo puntapiĆ© en todo el colgante escroto, el pie dio en ambas huevas y las empujó hacia el cuerpo del moreno casi metiĆ©ndoselas al cuerpo.

   “AAAAAAAHHHHHHHHHHHHH!!!!!”. Casi se le desencaja la mandĆ­bula de abrir tanto la boca. Federico no dejaba de retorcerse en el suelo, sudaba tanto que su escaso cabello crespo se habĆ­a humedecido.

   “Bueno, eso es todo por esta noche”. Mercedes comenzó a vestirse.

   “Por que me hizo esto?...por quĆ©?..”. Federico apenas si podĆ­a hablar, pero las palabras cargaban una frustración y desilusión.

   “Con gusto te darĆ© una respuesta… Querido Federico, tu gran problema no estĆ” en el temor a sentir dolor en los testĆ­culos, estĆ” en que tienes vergüenza de ti mismo por haber perdido el sentido, es normal en un individuo joven y fuerte como tĆŗ, ningĆŗn hombre quiere verse dĆ©bil, y menos ante una mujer…”. Desde el suelo, y sin dejar de sobar sus bolas, Federico escuchaba atentamente a la consejera… sus palabras eran totalmente ciertas.

   “… La solución ideal es un cambio radical de conducta, eres un hombre y te comportas como tal, incluso tienes una actitud machista, y como te sientes muy varón, muy macho, tĆŗ mismo repruebas ser dĆ©bil, y te autocastigas… HabrĆ­a que hacer toda una terapia contigo, en otras palabras, habrĆ­a que ir atrĆ”s y reeducarte, para que no seas tan macho y el desmayarte no te afecte tanto el orgullo…”.

   “Pero me gusta ser como soy…”. Replico agónicamente Federico.

   “Y te entiendo, a nadie le agrada que le cambien su forma de ser… Pero la reeducación es la solución definitiva y profesional… Pero por fortuna para ti, tambiĆ©n existe otro mĆ©todo de arreglar tu problema”.

   “CuĆ”l es?”.

   “Es un mĆ©todo mĆ”s rĆ”pido, y no involucra alterar tu comportamiento… Es lo que hemos hecho esta noche!… Simplemente es hacer tus pelotas mĆ”s fuertes, para que asĆ­ no te desmayes; Si bien es mĆ”s inmediato, tambiĆ©n es muy, muy doloroso, cómo tĆŗ mismo lo has evidenciado”.

   “Te refieres a… Por eso me has…”.

   “AsĆ­ es, golpeĆ”rtelos repetidamente hasta que seas mĆ”s resistente… y funcionó”.

   El joven entendió el porquĆ© del ensaƱamiento contra sus testĆ­culos. 

   “Te desmayaste dos veces, pero luego y con las pelotas, imagino que muy adoloridas, recibiste un puƱo y una patada, y no desfalleciste… Soportaste el sufrimiento, tus bolas estĆ”n lejos de ser de acero, pero soportaron mĆ”s... Es un avance, en adelante soportarĆ”s mejor los golpes bajos”.

   Federico pensó el asunto con detenimiento y se dio cuenta que era cierto, al final el mayor dolor lo resistió sin desmayarse… todo ese dolor habĆ­a resultado en algo positivo para su orgullo masculino.

   “Gracias entonces”.

   “Ok, de nada, solo mantĆ©n al mĆ­nimo ese orgullo extremo, y el ser demasiado machista”.

   “No se preocupe, yo no soy un machista loco y arcaico, no me gusta ser asĆ­”.

   “TambiĆ©n discĆŗlpame por otra cosa, pero te mentĆ­, no me voy a acostar contigo, nunca le serĆ© infiel a mi marido”.

   Ya algo mĆ”s aliviado, Federico se sentó, masajeaba sus pelotas desesperadamente.

   “Le confieso que pensĆ© mal de usted al proponerme lo de esta noche”.

   “No soy una mala esposa, mi marido es todo un hombrazo y primero muerta a serle infiel”.

   “Tan buen marido es?”.

   “Muchacho, mi esposo tiene ese par entre las piernas muy bien puestos”.

   “Es huevón?”. La consejera se sonrojo, y sonrió:

   “…Algo, pero no es eso lo que me gusta de Ć©l, lo que me gusta es lo macho, valiente, emprendedor y decidido que es… Es un varón que no se amilana ante nada, es seguro de sĆ­ mismo, eso es tener las bolas bien puestas, eso es un macho de verdad, no es machismo, sino ser masculino, ser viril!”.

   “La felicito por encontrar a un hombre que le guste tanto”.

   “Pero no tengas celos, has demostrado tener algo de admirar, el superar la vergüenza, y  contar tus problema Ć­ntimos a una mujer, asĆ­ sea la consejera… Y mĆ”s aĆŗn, soportar todos esos dolores que te causeĆ© en los huevos… CrĆ©eme que esas cosas te hacen un chico diferente al resto… SĆ­ te aconsejo ser un poco mĆ”s seguro de ti mismo, con eso cualquier mujer te adorarĆ””.

   “Gracias por todo lo que me ha ayudado hoy… invitarĆ© a salir de nuevo a esa chica y lo hare de todas las posiciones que conozca… y tambiĆ©n la normalita, encima de ella… Eso sĆ­, tratare de tener cuidado, pero y si me llega a lastimar de nuevo las bolas, estoy seguro que esta vez lo soportarĆ©… le agradezco todo lo que hizo por mĆ­.

   “Ok, solo cuida mucho a ese colgante par”.

   A continuación se despidieron, Federico comenzó a colocarse la ropa. La miro caminar a la puerta, y cuando volteó justo antes de salir, detalló su bella sonrisa una vez mĆ”s.

   Agradeció sus consejos y no tardó en repetir la experiencia con la chica que le gustaba, en adelante no hubo mĆ”s problemas en su intimidad.

   Por su parte, y a pesar de ocultarlo bien, Mercedes tuvo una real excitación en su reunión con Federico, Gracias a Dios tenĆ­a en casa un buen marido para desfogar la calentura de aquella noche.



FIN.

Gracias.





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