La consejera universitaria - Las Bolas de Pablo

Lo mƔs nuevo

29 jul 2019

La consejera universitaria

ESCRITO POR: ZATN
CONTIENE  BALLBUSTING F/M.


   Federico RincĆ³n es un joven universitario de 18 aƱos, fĆ­sicamente es de tez morena, mide 1.75 cm, y su cuerpo es atlĆ©tico; A pesar que su familia ha vivido siempre en la pobreza, Ć©l se muestra alegre con la vida. Admira a su hermano mayor FĆ©lix (protagonista del relato PAPA GRANDE), mĆ”s  a diferencia de Ć©ste el joven Federico ha tenido algo de inteligencia y con estudio logrĆ³ una beca universitaria, el muchacho tendrĆ” un mejor futuro estudiando ingenierĆ­a… espera ayudar a su familia econĆ³micamente una vez se gradĆŗe.

   Pero el otrora alegre joven RincĆ³n tiene un problema… Luego de varios dĆ­as de depresiĆ³n decide visitar a la consejera de la universidad… le serĆ” difĆ­cil exponer su problema.
   La consejera es Mercedes Acosta, una mujer de 29 aƱos, muy querida en el ambiente universitario, fĆ­sicamente es bastante agraciada, pero sobre todo su actitud conciliadora, amable y preocupada por los estudiantes, la han hecho casi una celebridad en la instituciĆ³n educativa.

   Ć‰sta era la primera vez que Federico contaba a alguien el tener un problema, se mostraba inseguro y dudo en hablar, Mercedes le calmĆ³ y cambio la conversaciĆ³n un par de veces, buscando romper el hielo… Ante un nuevo intento fallido del joven por contar que le sucedĆ­a, la consejera expresĆ³:

   “Mira yo no soy PsicĆ³loga, soy Trabajadora social, pero tengo experiencia y capacitaciĆ³n en servir de consejera al cuerpo estudiantil, si es tu deseo puedo contactarte con alguna PsicĆ³loga o un Psiquiatra del campus, el departamento de consejerĆ­a de la universidad, tiene muchos profesionales y siempre disponibles para quien lo requiera”.

   “NO quiero a otro, usted debe ser, he escuchado que es buena solucionando problemas”.

   “Gracias por el halago, la mayorĆ­a de las personas, mĆ”s que un consejo, necesitan a alguien que les escuche”.

   Finalmente se anima a contar su caso.

   Hace 2 semanas, Federico estaba teniendo sexo con una chica que le gustaba, no eran pareja aun, pero estaba seguro que terminarĆ­an siĆ©ndolo, le gustaba demasiado…
…Se encontraba sobre la chica, penetrĆ”ndola sin pausa, ya se habĆ­a corrido dos veces en su vagina y en esta tercera vez, mostraba mĆ”s pasiĆ³n…

   El joven es bien dotado de pene y testĆ­culos, Ć©stos colgaban en un escroto demasiado caĆ­do…sin duda un rasgo familiar. 

   En su posiciĆ³n actual, sus bolas casi descansaban en la cama, justo entre los separados muslos de la chica… Repentinamente Federico lanzĆ³ un alarido al techo.

   “AAAAHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!!!”

   Con la llegada de un orgasmo, la chica cerrĆ³ los muslos y apretĆ³ la vagina, atrapando el fĆ©rreo falo del moreno, sin consecuencias mĆ”s allĆ” del placer, pero aprisionando con brutalidad el desprotegido y largo escroto, Federico sintiĆ³ sus gĆ³nadas aplanadas, y el dolor le invadiĆ³ de inmediato.

   La joven no sabĆ­a que sucedĆ­a, cuando notĆ³ los ojos de Federico totalmente en blanco, paradĆ³jicamente la vista del muchacho solo le hacĆ­a ver negro, y finalmente el joven se desplomĆ³ a un lado de su pareja, ella se incorporĆ³ alarmada, para evidenciar que  Federico se habĆ­a desmayado. Se habĆ­a desmayado del insoportable dolor testicular.

   DespertarĆ­a unos 20 minutos despuĆ©s, con una chica muy nerviosa, y aliviada de verle abrir los ojos… acto seguido ofreciĆ³ mil disculpas, pero un tranquilizador y adolorido moreno le decĆ­a que todo habĆ­a sido un accidente.

   Era la primera vez que algo asĆ­ le ocurrĆ­a en la intimidad; La noche de pasiĆ³n terminĆ³ ahĆ­, y los dĆ­as siguientes el muchacho no se atreviĆ³ a ver a la cara a su pareja, ella mĆ”s de una vez le buscĆ³ para dar otra innecesaria disculpa y hasta llegar a proponerle verse de nuevo para intimar… Pero Federico sacaba disculpas, tenĆ­a una mezcla entre temor y vergĆ¼enza, no querĆ­a sentir nunca mĆ”s un dolor como aquel, y Ć©l mismo se denigraba al haberse desmayado ante la chica… le parecĆ­a inaceptable para un hombre.

   “Y eso es lo que sucediĆ³”. ConcluyĆ³ el joven, enrojecido a mĆ”s no poder… trataba sus temas Ć­ntimos con una mujer, pero siendo consejera querĆ­a que le ayudara.

   Durante la narraciĆ³n la consejera incluso se llegĆ³ a sonrojar… vaya problema Ć­ntimo del muchacho, y un desafortunado accidente que le habĆ­a traumado el autoestima. Ante la mirada de Federico, Mercedes se mostrĆ³ pensativa, repentinamente dijo:

   “Antes que nada, necesito ver bien las cosas… bĆ”jate los pantalones”.

   “Disculpe?”.

   “Ya lo oĆ­ste, bĆ”jatelos y tambiĆ©n los interiores, necesito ver tus testĆ­culos”. Federico no sabĆ­a quĆ© hacer, pero una nueva orden de Mercedes con tono severo, le hizo desabrocharse el pantalĆ³n.

   “NO seas penoso, recuerda que soy una profesional en la consejerĆ­a, todo lo que se diga o pase aquĆ­ es reservado…vamos, mĆ”s rĆ”pido!”. Finalmente Federico desnudĆ³ su Ć”rea intima…
…los calzoncillos bajaron a los tobillos, y Mercedes contemplĆ³ los dotados genitales del moreno. Lo primero que detallĆ³ fue el largo pene del joven,  a ojo de pĆ”jaro, unos 15 centĆ­metros de largo, y en reposo!.. este joven era una maravilla!
   Luego analizĆ³ el escroto… de extensa longitud… las bolas del moreno de un tamaƱo promedio, se bamboleaban al menor movimiento… tremenda anatomĆ­a genital estaba observando.
   Al instante imaginĆ³ lo que habrĆ­a sufrido en su mala experiencia, esas colgantes cosas siendo casi destripadas por los muslos de una mujer excitada… pobrecito!

   “Vaya… nunca habĆ­a visto unos que colgaran tanto, podrĆ­as moverlos un poco, aun no me lo creo, perdona si te es incĆ³modo”.

   “De acuerdo, y le informo que lo que ve es algo de familia”. Era cierto, su hermano mayor FĆ©lix, tambiĆ©n era muy dotado de pene y de extenso escroto. Mercedes pensĆ³ un  instante:

   Vaya familia…

   Ya resignado a ser visto desnudo, Federico llevĆ³ una mano a su escroto y prĆ”cticamente cerro el puƱo alrededor de la piel colgante… los testĆ­culos yacĆ­an aĆŗn mĆ”s abajo… el escroto era realmente muy largo. 

   Mercedes quedĆ³ satisfecha por lo observado y trato de verse seria, con un movimiento de mano ordenĆ³ al joven vestirse, cumpliendo la orden,  Federico guardo sus herramientas y ajustĆ³ su cinturĆ³n.

   “Vaya, la parte mĆ”s delicada en el cuerpo de un varĆ³n, colgando asĆ­ nada mĆ”s entre las piernas de una mujer… nuestras piernas son lo mĆ”s fuerte que tenemos… pobre de ti.”.

   “Lo mĆ”s fuerte que tienen, y lo sentĆ­ en carne propia”.

   “Es la paradoja del sexo, es el riesgo que corre el hombre si yace sobre la mujer en la penetraciĆ³n… Pero la naturaleza es sabia… el escoto debe recogerse en esa situaciĆ³n, asĆ­ no puede quedar atrapado entre nuestros muslos, en tu caso no pasa eso”.

   “SeƱorita Mercedes, no sĆ© quĆ© hacer, NO quiero sentir ese dolor de nuevo, pero tambiĆ©n quiero tener sexo con esa chica”. 

   “Federico, entiendo tu padecer, ese dolor es terrible, Alguna vez vi a mi propio hermano llorar de un golpe en los testĆ­culos”.

   “Pero no sĆ³lo es el dolor… no me siento bien con lo que me pasĆ³ en la cama”.

   “Hablas de desmayarte verdad?, te sientes mal por eso, pero a veces puede pasar”.

   “Me siento mal, que me aconseja…”. La mujer ya tenĆ­a la respuesta:

   “El consejo es simple… debe hacerle de nuevo el amor a esa chica que te gusta, tĆŗ le gustas?”.

   “SĆ­ le gusto, de hecho ella fue la que me buscĆ³ al principio”.

   “Bien, debes arriesgarte, debes tener sexo con ella de nuevo, y tener mĆ”s cuidado… sĆ© que te da temor el dolor, pero debes superarlo… SĆ³lo lĆ”nzate al riesgo y al placer, Jaja”.

   Federico posĆ³ la mirada en el suelo, no dio para decir nada. Ante la falta de determinaciĆ³n en el joven, Mercedes propuso:

   “Muy bien, es hora de llevar las cosas un poco mĆ”s allĆ”, Mira Federico, te ayudarĆ©, ven esta noche a mi oficina y solucionaremos tu problema”.

   “Lo solucionaremos?, CĆ³mo?”.

   “En realidad es simple, tendremos sexo esta noche y te mostrarĆ© posiciones en las que tus pelotas no estarĆ”n en riesgo de ser golpeadas”.

   Federico quedo con la boca nivel del suelo… lo que decĆ­a la consejera era cierto?, no le tomaba el pelo?.

   “Veo que quedaste sin palabras, pero a problemas difĆ­ciles, soluciones radicales… piĆ©nsalo chico, estarĆ© aquĆ­ a las 10 de la noche, es tu decisiĆ³n venir  o no, esperare hasta las 10:30, si te arrepientes me llamas al mĆ³vil y me ahorro la venida, OK?... ahora vete, tengo otra consulta que atender”.

   La mujer pareciĆ³ correrle, no le darĆ­a tiempo de responder nada ahĆ­ mismo, y Federico en verdad no tenĆ­a una respuesta.

   El pensativo Federico pasĆ³ el resto del dĆ­a analizando lo que habĆ­a ocurrido en la consejerĆ­a, la seƱorita Mercedes querĆ­a intimar con Ć©l, aĆŗn no se lo creĆ­a, pero porque intimar?, porque no sĆ³lo enseƱar las posiciones y ya… acaso le gustaba como pareja… serĆ­a muy afortunado si fuera asĆ­…
…La consejera es bella y siempre le pareciĆ³ atractiva, pero es lo correcto?, a pesar de decirle seƱorita, sabe que la consejera es casada… no sabe si seguirle el juego, pobre de su esposo, quien pensarĆ­a que la correcta consejera fuese tan libertina.

   Decide ir, porque quiere la ayuda que le ofreciĆ³ y ademĆ”s la desea.

   Esa noche, Federico ingresĆ³ a la universidad, la consejerĆ­a estaba abierta y los vigilantes al parecer ya advertidos por la dama le permitieron ingresar. La encontrĆ³ divina, con brazos cruzados y una amplia sonrisa. Seguido le fue expuesto lo que sucederĆ­a.

   “Bueno dejarĆ© claras las cosas, tendremos sexo, y te mostrare posiciones sexuales donde tus testĆ­culos no se verĆ”n amenazados… eso es lo principal, que estĆ©n a salvo”.

   Federico no podĆ­a dejar de verla, e imaginar que delicioso seria yacer con la consejera, su pene se levantĆ³, formando una grosera y notoria carpa en su pantalĆ³n… Fue muy obvio para la vista de Mercedes.

   “Controla ese muchacho, aĆŗn es muy pronto”.

   “Lo siento”.

   Mercedes comenzĆ³ a desvestirse, Federico trago saliva, ansioso por verla desnuda, la mujer detuvo su acciĆ³n al quedar en ropa interior… el joven agradeciĆ³ la pausa de la dama, podĆ­a verla en aquellas diminutas prendas de color negro, la consejera era delgada y de facciones finas, su cuerpo era delicado, y el moreno querĆ­a tocarla sin fin.

   “Y que tanto ves?, desvĆ­stete tambiĆ©n”.

   “Como Ć³rdenes”. Tal fue la prisa de Federico que superĆ³ la ventaja que llevaba la dama y estaba desnudo en un par, mĆ”s ella se quedĆ³ en ropa interior.

   Aun en interiores, caminĆ³ hacĆ­a el joven, su contorneo de caderas era muy llamativo. Mercedes mirĆ³ el pene del moreno, que se elevaba nuevamente; Sabiendo que le observaba el miembro, Federico se disculpĆ³:

   “Lo siento, es difĆ­cil controlarme”.

   “No te preocupes eres un hombre joven, es normal tener erecciones por todo”.

   Enseguida le acariciĆ³ el escroto con sus largas uƱas, Federico gozaba y respondiĆ³ besando el fino cuello de la mujer.  La consejera cesĆ³ el estĆ­mulo a las pelotas, se preocupĆ³ por ladear la cabeza dando mĆ”s espacio para los besos del moreno…
…Fue entonces cuando la rodilla de Mercedes se elevĆ³ con fuerza entre los muslos del moreno, la rĆ³tula ascendiĆ³, arrastrĆ³ los colgantes huevos de Federico hasta aplastarlos contra su hueso pĆŗbico.

   “AAAAAHHHHHHHHHHH!!!!!!!”. ExhalĆ³ Federico, quien se alejĆ³ de la mujer, con los ojos casi hacia atrĆ”s, el joven tropezĆ³ y terminĆ³ acostado en el piso, unos movimientos irregulares y perdiĆ³ el sentido.

   “Nunca habĆ­a visto a un hombre desmayarse de dolor”. Mercedes se quedĆ³ viĆ©ndole, parecĆ­a mĆ”s bien dormido.

   La consejera buscĆ³ en su bolso y sacĆ³ un pequeƱo frasco de vidrio, lo acercĆ³ a la nariz, el fuerte olor de sales de reanimaciĆ³n hicieron reaccionar al muchacho…lentamente se fue adaptando a estar consciente. 

   “Que, que sucediĆ³?”. El atontado moreno buscaba respuestas.

   “Lo lamento mucho”. Mercedes mostraba un rostro de total arrepentimiento.

   “OOhh, mis bolas!”. Federico se agarrĆ³ la entrepierna y comenzĆ³ a retorcerse, Mercedes le acariciĆ³ el cabello tratando de consolarle.

   “Lo lamento mi vida, es que me hiciste cosquillas, y reaccionĆ© levantando la rodilla, no fue mi intenciĆ³n golpeĆ”rtelos… Estoy muy apenada, te hice daƱo, lo siento tanto”.

   Pasaron un par de minutos y aun en el suelo, Federico dio seƱales de mejorĆ­a.

   “PerdĆ³n una vez mĆ”s, que tonta fui, se suponĆ­a que debĆ­amos evitar los golpes allĆ­, y terminĆ© dĆ”ndote de lleno, y sin haber iniciado siquiera… pero retomemos lo que Ć­bamos a hacer”. La expresiĆ³n de Federico era totalmente alejada de ello, ahora lo que querĆ­a era ponerse todo el polo norte en los huevos, para aliviar el ardor que sentĆ­a en el escroto.

   “No… mira… mejor dejemos las cosas asĆ­…”. Ahora su trauma psicolĆ³gico serĆ­a peor.

   “Eso no, bebĆ©, te lastimĆ© y te compensarĆ©, puedes levantarte?, ven te ayudo”.

   Mercedes ofreciĆ³ la mano y Federico pudo incorporarse… tambaleĆ³ pero gracias a la mujer, se recostĆ³ contra un muro, por fin parecĆ­a tener equilibrio; La consejera se arrodillĆ³ y tomĆ³ el largo pero flĆ”cido pene del estudiante, mientras este recogĆ­a entre sus dedos ese largo escroto… las delicadas caricias femeninas pronto levantaron el falo, hasta su tamaƱo mĆ”ximo.
   “DĆ©jame sobĆ”rtelos, te sentirĆ”s mejor”. Los dedos de la dama hicieron espacio en las protectoras manos de Federico y comenzaron a acariciarle las bolas, el muchacho comenzĆ³ a jadear, y mĆ”s al sentir como los labios de la consejera besaban una, dos y tres veces su humedecido glande.

   “Te gusta?”.

   “Muuuchooo”.
   “Te pondrĆ© el preservativo cariƱo”. La consejera alcanzĆ³ un condĆ³n y tras olerlo, comenzĆ³ a acomodarlo al glande.

   “Jajaja, me pregunto si te quedarĆ” pequeƱo, Jajaja.

   El contacto del lĆ”tex contra su glande excitĆ³ mucho al moreno, que inicialmente dudaba que pudiera darse la intimidad con la consejera… ahora hincada ante Ć©l y poniĆ©ndole “El gorro”, es inevitable que sĆ­ sucederĆ”.

   Con todo listo la Consejera anunciĆ³ que se la chuparĆ­a.

   “Pones algĆŗn reparo?”.

   “Claro que no”.

   “Perfecto, a ver quĆ© opinas de esto…”.

   Como un rayo, la mano femenina se cerrĆ³, retrocediĆ³ y con impulso ascendiĆ³ hasta estrellarse contra el colgante escroto de Federico. Un contundente gancho a los huevos.

   “OOOOOAAAAAAHHHH!!!!”. Fue el nuevo alarido de Federico, que expulsĆ³ un eructo, por poco y trasboca, Mercedes se incorporĆ³, cruzĆ³ los brazos en el pecho y presenciĆ³, cĆ³mo en cĆ”mara lenta, el joven caĆ­a sentado al suelo, luego se acostaba, y finalmente se desmayaba una vez mĆ”s.

   Al minuto, la consejera volviĆ³ a usar las sales y casi de un brinco el estudiante despertaba, el dolor no se habĆ­a dio asĆ­ que tras agarrarse la masculinidad se comenzĆ³ a retorcer.

   En un momento de claridad, Federico dio por hecho que no habĆ­a sido un accidente la primera vez, la consejera le golpeaba a propĆ³sito los huevos.

   “Por.., porquĆ© me golpea?, que le pasa?”. No hubo respuesta por parte de la dama, quien se inclinĆ³ ante el atormentado moreno.

   “Eres un bebĆ© llorĆ³n!”. ExpresĆ³ con algo de enojo, al tiempo que le agarraba un dedo y torciĆ©ndoselo le causaba dolor y le hacĆ­a separar la mano de su ingle.

   Una vez descubierta la hombrĆ­a, un fugaz y duro puƱo en los testĆ­culos, hacia gritar de nuevo al moreno.

   “OOOOHHHHHHHH!!!!!!”. El aire abandonĆ³ sus pulmones y no regresĆ³, Federico se sentĆ­a ahogado, sus fuerzas hacĆ­a rato no estaban, Mercedes con seriedad en el rostro, se incorporĆ³, ante el joven que no cesaba de retorcerse…

   “Quita las manos…”. ExigiĆ³ con un puntapiĆ© en los dedos que de nuevo cubrĆ­an la hombrĆ­a de Federico, el joven solo pudo gruƱir.

   El castigo continuĆ³ cuando Mercedes levantĆ³ el pie y descargĆ³ un fuerte pisotĆ³n en el abdomen del muchacho.

   “Uuufffffff!!”. De nuevo el aire salĆ­a de su cuerpo. Y nuevamente dejĆ³ sin guardia sus cojones, la consejera vio lo que esperaba, tomĆ³ impulso con la pierna derecha y descargĆ³ un tremendo puntapiĆ© en todo el colgante escroto, el pie dio en ambas huevas y las empujĆ³ hacia el cuerpo del moreno casi metiĆ©ndoselas al cuerpo.

   “AAAAAAAHHHHHHHHHHHHH!!!!!”. Casi se le desencaja la mandĆ­bula de abrir tanto la boca. Federico no dejaba de retorcerse en el suelo, sudaba tanto que su escaso cabello crespo se habĆ­a humedecido.

   “Bueno, eso es todo por esta noche”. Mercedes comenzĆ³ a vestirse.

   “Por que me hizo esto?...por quĆ©?..”. Federico apenas si podĆ­a hablar, pero las palabras cargaban una frustraciĆ³n y desilusiĆ³n.

   “Con gusto te darĆ© una respuesta… Querido Federico, tu gran problema no estĆ” en el temor a sentir dolor en los testĆ­culos, estĆ” en que tienes vergĆ¼enza de ti mismo por haber perdido el sentido, es normal en un individuo joven y fuerte como tĆŗ, ningĆŗn hombre quiere verse dĆ©bil, y menos ante una mujer…”. Desde el suelo, y sin dejar de sobar sus bolas, Federico escuchaba atentamente a la consejera… sus palabras eran totalmente ciertas.

   “… La soluciĆ³n ideal es un cambio radical de conducta, eres un hombre y te comportas como tal, incluso tienes una actitud machista, y como te sientes muy varĆ³n, muy macho, tĆŗ mismo repruebas ser dĆ©bil, y te autocastigas… HabrĆ­a que hacer toda una terapia contigo, en otras palabras, habrĆ­a que ir atrĆ”s y reeducarte, para que no seas tan macho y el desmayarte no te afecte tanto el orgullo…”.

   “Pero me gusta ser como soy…”. Replico agĆ³nicamente Federico.

   “Y te entiendo, a nadie le agrada que le cambien su forma de ser… Pero la reeducaciĆ³n es la soluciĆ³n definitiva y profesional… Pero por fortuna para ti, tambiĆ©n existe otro mĆ©todo de arreglar tu problema”.

   “CuĆ”l es?”.

   “Es un mĆ©todo mĆ”s rĆ”pido, y no involucra alterar tu comportamiento… Es lo que hemos hecho esta noche!… Simplemente es hacer tus pelotas mĆ”s fuertes, para que asĆ­ no te desmayes; Si bien es mĆ”s inmediato, tambiĆ©n es muy, muy doloroso, cĆ³mo tĆŗ mismo lo has evidenciado”.

   “Te refieres a… Por eso me has…”.

   “AsĆ­ es, golpeĆ”rtelos repetidamente hasta que seas mĆ”s resistente… y funcionĆ³”.

   El joven entendiĆ³ el porquĆ© del ensaƱamiento contra sus testĆ­culos. 

   “Te desmayaste dos veces, pero luego y con las pelotas, imagino que muy adoloridas, recibiste un puƱo y una patada, y no desfalleciste… Soportaste el sufrimiento, tus bolas estĆ”n lejos de ser de acero, pero soportaron mĆ”s... Es un avance, en adelante soportarĆ”s mejor los golpes bajos”.

   Federico pensĆ³ el asunto con detenimiento y se dio cuenta que era cierto, al final el mayor dolor lo resistiĆ³ sin desmayarse… todo ese dolor habĆ­a resultado en algo positivo para su orgullo masculino.

   “Gracias entonces”.

   “Ok, de nada, solo mantĆ©n al mĆ­nimo ese orgullo extremo, y el ser demasiado machista”.

   “No se preocupe, yo no soy un machista loco y arcaico, no me gusta ser asĆ­”.

   “TambiĆ©n discĆŗlpame por otra cosa, pero te mentĆ­, no me voy a acostar contigo, nunca le serĆ© infiel a mi marido”.

   Ya algo mĆ”s aliviado, Federico se sentĆ³, masajeaba sus pelotas desesperadamente.

   “Le confieso que pensĆ© mal de usted al proponerme lo de esta noche”.

   “No soy una mala esposa, mi marido es todo un hombrazo y primero muerta a serle infiel”.

   “Tan buen marido es?”.

   “Muchacho, mi esposo tiene ese par entre las piernas muy bien puestos”.

   “Es huevĆ³n?”. La consejera se sonrojo, y sonriĆ³:

   “…Algo, pero no es eso lo que me gusta de Ć©l, lo que me gusta es lo macho, valiente, emprendedor y decidido que es… Es un varĆ³n que no se amilana ante nada, es seguro de sĆ­ mismo, eso es tener las bolas bien puestas, eso es un macho de verdad, no es machismo, sino ser masculino, ser viril!”.

   “La felicito por encontrar a un hombre que le guste tanto”.

   “Pero no tengas celos, has demostrado tener algo de admirar, el superar la vergĆ¼enza, y  contar tus problema Ć­ntimos a una mujer, asĆ­ sea la consejera… Y mĆ”s aĆŗn, soportar todos esos dolores que te causeĆ© en los huevos… CrĆ©eme que esas cosas te hacen un chico diferente al resto… SĆ­ te aconsejo ser un poco mĆ”s seguro de ti mismo, con eso cualquier mujer te adorarĆ””.

   “Gracias por todo lo que me ha ayudado hoy… invitarĆ© a salir de nuevo a esa chica y lo hare de todas las posiciones que conozca… y tambiĆ©n la normalita, encima de ella… Eso sĆ­, tratare de tener cuidado, pero y si me llega a lastimar de nuevo las bolas, estoy seguro que esta vez lo soportarĆ©… le agradezco todo lo que hizo por mĆ­.

   “Ok, solo cuida mucho a ese colgante par”.

   A continuaciĆ³n se despidieron, Federico comenzĆ³ a colocarse la ropa. La miro caminar a la puerta, y cuando volteĆ³ justo antes de salir, detallĆ³ su bella sonrisa una vez mĆ”s.

   AgradeciĆ³ sus consejos y no tardĆ³ en repetir la experiencia con la chica que le gustaba, en adelante no hubo mĆ”s problemas en su intimidad.

   Por su parte, y a pesar de ocultarlo bien, Mercedes tuvo una real excitaciĆ³n en su reuniĆ³n con Federico, Gracias a Dios tenĆ­a en casa un buen marido para desfogar la calentura de aquella noche.



FIN.

Gracias.





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