CONTIENE
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
El siguiente al turno de la entrevista fue Jaime, entrĆ³ a la sala mostrĆ”ndose muy seguro de sĆ mismo y con una sonrisa fresca. EstrechĆ³ la mano de los dos hombres, y se sentĆ³ en el sofĆ”.
VestĆa jeans ajustados y camisa... La estrecha entrepierna de su pantalĆ³n estaba llena de un bulto de buen tamaƱo, a Farid le brillaron los ojos al darse cuenta cuando se sentĆ³.
—Estamos trabajando en un proyecto de resistencia testicular y sus reacciones. ¿Tienes alguna experiencia con ballbusting?
Jaime sonriĆ³ con orgullo y dijo:
—¡Soy el campeĆ³n de los revienta huevos! En algunas ocasiones tuve una que otra pelea callejera y derrotĆ© a otros tontos llevĆ”ndole los huevos a la garganta —agarrĆ³ su entrepierna y la apretĆ³.
—Genial, parece que cumples todos los requisitos para nuestro proyecto —respondiĆ³ Bastian sonriendo—. ¿Entonces supongo que no tienes problemas para quitarte la ropa?
Jaime se levantĆ³ y se desnudĆ³, mostrando sus mĆŗsculos muy bien definidos. Se quitĆ³ la camisa y el pantalĆ³n para volver a ponerse los calcetines y los zapatos. AgarrĆ³ el interior de u prenda Ćntima, reajustando su polla para que apuntara hacia arriba y sacĆ³ dos testĆculos grandes del tamaƱo de los huevos de gallina por los lados de los muslos, de modo que se balanceaban entre sus piernas. SacudiĆ³ la cadera para que sus pelotas rebotaran, alternativamente golpeando las piernas.
—Hermoso, ¿no? —comentĆ³ Farid viendo cuando los agarrĆ³ y los pesĆ³ cuidadosamente en sus manos. Luego, los abofeteĆ³ ligeramente haciendo que Jaime se doblara con una mueca.
Bastian y Farid emitieron una graciosa risa.
Jaime los mirĆ³ irritado.
—Son hermosos —repitiĆ³ Farid.
—Mi testĆculo izquierdo cuelga un poco mĆ”s abajo —dijo Jaime—, es un poco mĆ”s grande que el derecho, ¿lo viste? Cuando los golpean es el primero en hincharse y se pone rojo, pero despuĆ©s de unos minutos, estĆ” bien otra vez —mirĆ³ de nuevo a su entrepierna, sonriendo, y le dio una palmadita a la gĆ³nada izquierda. Luego su rostro se iluminĆ³—. Mis pelotas son grandes y resistentes, pueden estirarlas si quieren.
—Genial —dijo Jaime, extendiĆ³ las piernas y colocĆ³ las manos en su cadera.
Esas grandes bolas del tamaƱo de un huevo se lucĆan en su entrepierna. Farid se acercĆ³ a Ć©l. Y subiĆ³ la rodilla a su ingle sintiendo que su carnosa pelota izquierda se aplastaba bajo la presiĆ³n.
—¡Oooooooh! —gimiĆ³ Jaime doblĆ”ndose—. Aplastaste mi huevo izquierdo. ¡Ooooooh —se enderezĆ³ de nuevo, haciendo una mueca de dolor—. Vamos, hazlo de nuevo, ahora ve por el dereho...
Farid alzĆ³ la rodilla otra vez. Jaime continuĆ³ gimiendo y tosiendo un par de veces—. No, fue el derecho otra vez. Vamos, intĆ©ntalo de nuevo.
Farid alzĆ³ la rodilla por tercera ocasiĆ³n, golpeĆ”ndola contra la entrepierna de Jaime y apretĆ”ndola.
—Oooooh, no. ¡Izquierdo de nuevo!
Farid puso sus ojos en blanco y condujo un Ćŗltimo rodillazo a la ingle, y mantuvo la rĆ³tula firme y la moviĆ³ apretando sus dos huevos.
Jaime gritĆ³ de sentir que le molĆan las huevas pero no se fue colapsado de dolor al suelo. SĆ³lo se doblĆ³, agarrando sus testĆculos, tosiĆ³ y los mirĆ³, sudando, haciendo muecas de dolor y sonriendo con orgullo al mismo tiempo.
—Mis pelotas son duras —dijo sin aliento, apretando ambas bolas con sus manos.
IncrĆ©dulo y queriĆ©ndolo deshuevar Farid se puso de rodillas delante de Ć©l. ApretĆ³ los puƱos y comenzĆ³ a golpear sus bolas de una a otra. Usando toda su fuerza y clavando los nudillos en cada hermoso orbe de la genĆ©tica ChacĆ³n.
Jaime mirĆ³ al techo y contĆ³ los golpes.
Aplastando las huevas contra sus muslos.
FulminƔndolas a puƱos.
En el decimonoveno golpe, Jaime se derrumbĆ³ en el suelo, respirando pesadamente.
Farid se levantĆ³ acercĆ”ndose a Bastian ChacĆ³n, que estaba sacudiendo la cabeza y riĆ©ndose.
—Es resistente —opinĆ³—. SerĆa una pieza importante para nuestra investigaciĆ³n.
Jaime todavĆa estaba acurrucado en el suelo, retorciĆ©ndose, tosiendo con voz ronca.
Esperaron varios minutos hasta que se sentĆ³ lentamente, todavĆa respirando con fatiga. AgarrĆ³ sus bolas y las metiĆ³ en su ropa interior.
—Es mi turno de tocar esas mĆ”quinas fabrica bebĆ©s —anunciĆ³ Bastian.
Se acercĆ³ a Ć©l y puso sus manos a ambos lados de su cuerpo. Sus enrojecidas gĆ³nadas se balancearon de un lado a otro. Jaime lanzĆ³ una mirada cĆ³mplice mientras le sacabas los cocos desde su resguardo.
Bastian agarrĆ³ sus bolas con la mano derecha y estirĆ³ hacia abajo en un movimiento brusco. TomĆ”ndolo por sorpresa.
Jaime gritĆ³ y respondiĆ³ moviendo su cuerpo hacia arriba, los talones de sus pies se levantaron del suelo y Bastian estirĆ³ cada vez mĆ”s fuerte, apretando sus bolas.
Cuando lo mirĆ³, detallĆ³ que su polla reaccionaba a los constantes apretones. Estaba tiesa como roca, apuntando hacia arriba e intentando escapar de su bĆ³xer. Con cada apretĆ³n y tirĆ³n, el hermoso pene se moviĆ³ y se sacudiĆ³ hasta que saliĆ³ a la luz.
Jaime se quedĆ³ gruƱendo y mirando al techo, sudando, tratando de no rendirse al agarre aplastante y aniquilador como tenaza.
Bastian apretĆ³ mĆ”s fuerte con la mano.
—Oahh —gimiĆ³ Jaime. Su polla se moviĆ³ y un pequeƱo flujo de lĆquido saliĆ³ de la punta.
Bastian sintiĆ³ las gĆ³nadas de Jaime tratando de apretarse, pero no lo permitiĆ³, y comenzĆ³ a dar palmadas a sus gordos y jugosos testĆculos.
Jaime gimiĆ³ mĆ”s fuerte.
Bastian golpeĆ³ sus bolas una y otra vez, apretando con la otra mano. Finalmente, con un gruƱido gutural Jaime eyaculĆ³ lanzando un caƱonazo de esperma que volĆ³ por el aire, aterrizando en sus abdominales y pecho.
Bastian se aferrĆ³ a sus grandes bolas con ambas manos, apretando con fuerza y sacando hasta la Ćŗltima gota de leche. Cuando se quedĆ³ seco lo liberĆ³ de su tortuoso agarre.
Jaime dejĆ³ escapar un grito espeluznante y se desplomĆ³ en el suelo, con gotas de sudor en todo su cuerpo. GimiĆ³ suavemente y agarrĆ³ su atormentada virilidad.
Bastian se sintiĆ³ bastante cansado y ocupĆ³ su puesto.
Sin embargo, a Jaime le tomĆ³ unos minutos recuperarse. ExtendiĆ³ el semen sobre su cuerpo y se limpiĆ³ la frente, dejando un rastro de esperma justo por encima de la ceja.
—Ha sido el mejor orgasmo que he tenido en mucho tiempo —declarĆ³.
Bastian se aclarĆ³ la garganta esperando atenciĆ³n sobre Ć©l.
—Ahora es el momento de nosotros probar como fauleas a alguien. Farid, haz el favor.
El hombre barbudo con un suspiro de pesar se levantĆ³ de la silla y Jaime lo imitĆ³.
—QuĆtate la ropa.
Farid negĆ³ con la cabeza.
—Oh, vamos, me dijeron que tenĆa que quitarme el pantalĆ³n y asĆ lo hice. Obedece tĆŗ tambiĆ©n.
Bastian se riĆ³ y, a regaƱadientes, Farid se bajĆ³ el pantalĆ³n.
—¡Y la camisa!
Farid obedeciĆ³ tĆmidamente y se quitĆ³ la ropa hasta que estuvo completamente desnudo, sus bolas colgaban en su escroto y su larga y delgada polla apuntaba al techo.
—¡Abre las piernas! —ordenĆ³ Jaime.
Farid obedeciĆ³ nerviosamente. Mirando a Bastian con miedo.
Jaime se colocĆ³ tras la espalda de Farid y agarrĆ³ un cilindro de madera que cumplĆa como decoraciĆ³n sobre la mesa. EsbozĆ³ una sonrisa pĆcara a Bastian y subiĆ³ lentamente el cilindro entre las piernas de Farid hasta que la madera tocĆ³ sus bolas, justo debajo de la polla aĆŗn dura del Ć”rabe.
Farid cerrĆ³ los ojos con anticipaciĆ³n.
Y Jaime subiĆ³ entre las piernas con un movimiento fuerte y decidido.
Los ojos de Farid se abrieron de par en par, su boca se separĆ³ ligeramente y sus rodillas comenzaron a temblar. DespuĆ©s se quedĆ³ paralizado. Ni un solo sonido saliĆ³ de su boca, sus ojos seguĆan muy abiertos pero se quedĆ³ babeando.
Jaime casi se ahogĆ³ de risa. AgitĆ³ el cilindro que parecĆa estar pegado a los testĆculos de Farid.
El descendiente de Ć”rabes todavĆa no podĆa moverse, sus rodillas temblaban y una lĆ”grima corriĆ³ por su mejilla.
Jaime dejĆ³ de reĆrse, se levantĆ³ y retirĆ³ el objeto de las bolas de Farid. Ćstas volvieron a su forma habitual, ahora colgando bajo el saco escrotal.
Jaime parecĆa considerar algo sin decidirse.
—Hagamos que valga la pena... —y pateĆ³ las pelotas de Farid por detrĆ”s, chocĆ³ la punta de su zapato contra la traumĆ”tica virilidad de Farid aplastando sus huevillos con precisiĆ³n dolorosa.
Farid tosiĆ³, gruĆ±Ć³ y cayĆ³ al suelo, con el hermoso rostro desfigurado por culpa del dolor y los ojos llenos de lĆ”grimas.
Jaime volviĆ³ a ponerse la ropa y estrechĆ³ la mano de Bastian.
Luego le dio una palmada a Farid en la espalda. CogiĆ³ su ropa y se fue riendo.
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