Rivales (4/4): La venganza de Israel - Las Bolas de Pablo

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11 jul 2019

Rivales (4/4): La venganza de Israel


CONTIENE
BALLBUTING HOMBRE/HOMBRE

   El entrenador Vladimir se tomĆ³ la molestia en citar aquella maƱana a Israel y Adam a su oficina para la clase de noticia que tenĆ­a que entregarles.

   —He sido muy paciente con ustedes —decĆ­a—, incluso en ocasiones hasta cĆ³mplice pero ya considero que cada uno cruzĆ³ la linea de lo permitido. Y he tomado la decisiĆ³n por el bien del deporte y del club de expulsarlos.

   —Entrenador, usted no puede hacer eso —negĆ³ Adam. Vestia una ajustada camisa negra y un pantalĆ³n marrĆ³n—. La nataciĆ³n es todo lo que tengo, es mi pasiĆ³n.

   —Debiste pensarlo antes de dejar que las cĆ”maras te filmaran haciendo que Israel te la chupara.

   —No, entrenador, no me suspenda. Despide a Ć©ste.

   —Adam, los dos estĆ”n por igual fuera del club.

   Israel permaneciĆ³ callado iba elegantemente vestido con camisa blanca y ajustado pantalĆ³n negro. Aceptaba en silencio la culpa. Tanto Ć©l como Adam se habĆ­an pasado de los lĆ­mites y lo mejor resultaba que estuviesen fuera de la nataciĆ³n.

   —Ustedes son muy adultos pero se comportan como niƱos. Cada uno no puede convivir con el otro sin que estĆ© la competencia malsana. Tengo los vĆ­deos de ambos y los voy a eliminar, no quiero nada con ellos, ¿entendido, Israel?

   El atractivo rubio moviĆ³ la cabeza de manera afirmativa sin emitir palabra. Se despidiĆ³ del entrenador dando un apretĆ³n de manos y sintiendo mucha nostalgia. SaliĆ³ del Ć”rea, aquel, era su deporte favorito y ya no volverĆ­a mĆ”s por culpa de la estupidez de Adam.

   HabĆ­an dos vĆ­deos: el primero el sexo oral que Adam forzĆ³ sobre ChacĆ³n y el segundo una repentina venganza que tomĆ³ Israel contra su rival, el entrenador Vladimir creĆ­a tener el original pero no era cierto, Israel le mintiĆ³ cuando se lo entregĆ³, conservaba una copia y la estaba repartiendo en ese momento a internet hasta que la voz de Adam retumbĆ³ en sus oĆ­dos.

   —Todo esto es por tu culpa, cabrĆ³n, si te hubieras ido en mi primera victoria esto no habrĆ­a sucedido.

   —Pero nos expulsaron por tu culpa, mal nacido.

   Adam pese a su bronca esbozĆ³ una sĆ”dica sonrisa.

   —Al final te gustĆ³ tener mi trozo de verga en la boca y tragarte mi leche, mariquita.

   A lo que Israel se abalanzĆ³ contra Ć©l como respuesta, Adam tambiĆ©n levantĆ³ los puƱos pero Israel fue mĆ”s rĆ”pido y clavĆ³ un puƱetazo en su rostro hinchando su mejilla. Adam retrocediĆ³ por el impacto e Israel contraatacĆ³ con una fortĆ­sima patada en sus huevos con su zapatos negros y puntiagudos.

   Adam abriĆ³ mucho los ojos y echĆ³ un grito potente mientras sus pies se despegaron del suelo y echaba su culo hacia atrĆ”s cuando sus testĆ­culos eran aplastados en su pelvis perdiendo la forma.

   Cuando tocĆ³ el piso sus rodillas se unieron y sus manos se fueron directo a su entrepierna. Su mirada vidriosa se enfocĆ³ en Israel sin poder emitir una sola palabra.

   —Ya vete al piso, cabrĆ³n —dijo Israel y con un leve toque a su frente hizo que ese monumento fuerte de hombre se cayera acurrucando sus bolas fauleadas.

   Israel sonriĆ³ con malicia y usĆ³ su celular tĆ”ctil.

   —En este momento el video de tu secuestro se estĆ” publicando.

   ¿QuĆ©? Adam no lo podĆ­a creer, ¿su secuestro? Quiso reaccionar pero un choque de sus bolas golpeadas lo hizo paralizar cuando el nauseabundo dolor subĆ­a a su estĆ³mago.

   —PĆŗdrete, Adam.

   Fue la Ćŗltima palabra que le dijo Israel dio media vuelta para subir a su coche, nunca mĆ”s se verĆ­an cara a cara, aunque se desconoce si en un futuro se cruzarĆ”n. Por ahora la grabaciĆ³n del secuestro de Adam comenzaba a circular en la web.

   DĆ­as atrĆ”s, Adam fue abordado fuera de su casa por un dĆŗo de hombres encapuchados que lo golpearon y lo hicieron subir a un vehĆ­culo. AhĆ­ dentro fue reducido a golpes hasta despertar en un irreconocible sitio donde estaba atado y con los ojos vendados.

   Junto a Ć©l, mirĆ”ndolo estaba un tipo al que no podĆ­a observar pero era Israel que ya lo habĆ­a grabado dormitando en sus restricciones, durante la grabaciĆ³n y sin dejar ver su rostro marcĆ³ el bulto que se formaba en su ropa interior, que estaban llenos de unas bolas carnosas y su enorme polla.

   Se quedĆ³ callado sabiendo que ya Adam estaba en sus sentidos y comenzaba a preguntar en dĆ³nde estaba. Por lo que el rubio ChacĆ³n metiĆ³ la mano en una caja y agarrĆ³ un gran palo de madera.

   Cegado por la ira de sus constantes humillaciones se cubriĆ³ el rostro con una mĆ”scara y enfocando la cĆ”mara a la entrepierna de su amigo, levantĆ³ la paleta con fuerza entre las pierna de Adam. Provocando un aullido agudo que enviĆ³ escalofrĆ­os por su espina dorsal.

   Israel sintiĆ³ una adrenalina desconocida y volviĆ³ a azotar las papas de Adam otra vez, haciĆ©ndolo gritar y arrugar su rostro palpando el dolor.

   —¡Mis huevos, mis preciosos huevos! —chillĆ³ Adam.

   Israel volviĆ³ a subir la paleta entre los muslos con fuerza, pulverizando los testĆ­culos de Adam con toda la fuerza que pudo.

   Adam gimiĆ³ en agonĆ­a.

   Sus bolas parecĆ­an dos grandes tomates rojos, e Israel estaba empeƱado en convertirlas en salsa de tomate.

   Una y otra vez, golpeĆ³ las gĆ³nadas de Adam con el palo, provocando todo tipo de ruidos en Ć©l: gruƱƭa, gemĆ­a, gritaba, chillaba, tosĆ­a y vomitaba.

   Israel colocĆ³ la paleta nuevamente en la caja y se acercĆ³ a su cautivo dĆ”ndole palmaditas con las palmas.

   Adam lanzĆ³ un gemido miserable.

   —¿Que quieres de mĆ­? Por favor, sueltame y dejame ir. Por favor. ¿Quien eres? ¿QuĆ© que...?

   Israel lo interrumpiĆ³ con un rodillazo rĆ”pido y duro en las bolas.

   Los ojos de Adam perdieron el foco y tosiĆ³ mientras sentĆ­a el dolor.

   Israel metiĆ³ la mano en la caja extrayendo un par de zapatos que pertenecĆ­an a su primo Lucas.

   Se los colocĆ³ y levantĆ³ el pie entre los muslos de Adam, golpeando sus grandes pelotas.

   Adam reaccionĆ³ con un fuerte quejido.

   Israel retrocediĆ³ un par de pasos sabiendo que esa tonta patada no era un digno gol de Lucas. Empezando a correr, le dio una patada a las gĆ³nadas de Adam tan fuerte como pudo, levantando sus pies del suelo logrĆ³ que el pobre hombre gritara a todo pulmĆ³n.

   No se detuvo y comenzĆ³ a patear los testĆ­culos una y otra vez, fauleando las hinchadas bolas.

   Adam estaba gruƱendo y gimiendo, sus piernas temblaban.Su pene se mostraba tieso como el fierro y se contraĆ­a cuando sus jugosas huevas eran brutalmente asaltadas por el pie de Adam.

   De repente, despuĆ©s de una patada muy desagradable, el pene entrĆ³ en erupciĆ³n con un chorro espeso y cremoso de leche que salpicĆ³ al suelo mientras las huevas perdĆ­an su forma estampadas contra la pelvis.

   Israel se detuvo y Adam se quedĆ³ jadeando y gimiendo de dolor, su pene siguiĆ³ escupiendo chorros de esperma salado. Su cuerpo temblaba envuelto en sudor. Sus bolas hinchadas y magulladas se contraĆ­an dentro de su saco, bombeando hasta la Ćŗltima gota de semen que acumulaban.

   Cuando terminĆ³ su orgasmo, Adam se puso a llorar.

   No recibiĆ³ mĆ”s maltrato en su lugar dos horas despuĆ©s de procesar su terrible dolor inguinal le colocaron un paƱo en la nariz que lo drogĆ³ induciĆ©ndolo al sueƱo, cuando despertĆ³ estaba en la puerta de su casa todavĆ­a con un fuerte dolor de bolas.

   En la actualidad donde Adam estaba sentado en el suelo acariciando su pateada hombrĆ­a. Su celular comenzaba a recibir los mensajes de burla al asalto deportivo que sufriĆ³ su hombrĆ­a. A su vez tenĆ­a un mensaje de Israel que decĆ­a:

En esta ocasiĆ³n el jaque mate lo he cantado yo, ¡huevĆ³n! ¡Te jodĆ­!

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