BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
Lucas ChacĆ³n se desempeƱaba como capitĆ”n de la selecciĆ³n nacional y tambiĆ©n de un club de fĆŗtbol, desde niƱo su gloria por el deporte resaltaba llenando su historial de vida con diferentes tĆtulos en el mundo del deporte rey. Todo hombre ChacĆ³n tenĆa marcado en su ADN un talento deportivo.
Junto a su mejor amigo Eladio, otro adorado jugador de la selecciĆ³n habĆan hecho una apuesta para conocer quien de los dos era el mejor anotador de goles. Desde siempre habĆan tenido una rivalidad sana compartiendo el amor de su hinchada. Quien perdiera la apuesta posteriormente iba a ser castigado. AsĆ que consiguieron a varios jugadores del equipo que les quisiera ayudar en tal competencia a la que denominaron "Patea balones".
Eladio es muy atractivo, de piel bronceada por tratamientos en el spa, cara rasurada con depilaciĆ³n lĆ”ser y dientes blancos. Ya varios medios de comunicaciĆ³n lo reseƱaban como un icono metrosexual del fĆŗtbol. Sus piernas todas fuertes como buen jugador y con un pantalĆ³n que marcaba su anaconda de manera prometedora.
Los amigos ya estaban en el enorme estadio de fĆŗtbol, pisando la grama artificial del suelo y los asientos de las gradas estaban vacĆos por lo que todo estaba a su disposiciĆ³n.
Seis muchachos, todos calzando ropa deportiva. Estaban parados en fila como si esperaran el comienzo del partido. Algunos parecĆan sentirse incĆ³modos y nerviosos, mientras que otros sonreĆan y bromeaban agarrando su entrepierna y riendo.
Lucas se dirigiĆ³ a los compaƱeros de equipo:
—Muy bien, chicos. He hecho mi parte del trato. Es una competencia y necesito practicar mi punterĆa con los balones. AsĆ que abran sus piernas y dejenme intentarlo —todos los jugadores estaban en silencio—. ¿QuiĆ©n quiere ir primero?
Nadie se ofreciĆ³ como voluntario.
—Vamos, el primero en ofrecerse es el que se irĆ” pronto a casa.
—Yo —dijo un guapo hombre de cabellos rubios—. Siempre soy el primero —sonriĆ³ a sus compaƱeros de equipo y dio un paso adelante, extendiendo sus piernas y colocando sus manos en la cadera.
Lucas se acercĆ³ a Ć©l mirando su objetivo.
—Bueno.
LlevĆ³ su pierna derecha hacia atrĆ”s y pateĆ³ con fuerza las pelotas del joven rubio.
—¡AAAAAAAYYYYYYYY! —gritĆ³ y cayĆ³ al suelo—. ¡MIS BOLAS!
Sus amigos lo miraron con expresiĆ³n nerviosa.
Lucas se arrodillĆ³ junto al huevitos reventados. Y preguntĆ³:
—¿Como estuvo?
El tipo tosiĆ³ un par de veces y aƱadiĆ³ con una sonrisa maliciosa mirando a sus amigos:
—PodrĆas haberlo hecho un poco mĆ”s fuerte.
Las miradas nerviosas de sus compaƱeros de equipo se intensificaron, mientras el rubio frotaba sus bolas y gemĆa. MirĆ³ a los muchachos y se dirigiĆ³ a uno alto y de cabello negro con expresiĆ³n arrogante.
—Vamos, Luis, tu turno.
Luis dio un paso adelante y abriĆ³ las piernas. Su short se agrandĆ³ con la gran erecciĆ³n que tenĆa.
Lucas se puso de pie y apuntĆ³. ExtendiĆ³ la pierna y la hizo chocar entre los muslos del guapo futbolista, aplastando sus pelotas y logrando que despegara los pies de la grama con un perturbador sonido crujiente.
Luis chillĆ³ y agarrĆ³ su virilidad, doblĆ”ndose de rodillas y hundiĆ©ndose en el suelo.
Eladio se echĆ³ a reĆr y aplaudiĆ³:
—Eso fue perfecto. ¡Justo en el blanco!
Algunos de los muchachos que estaban de pie tambiƩn sonrieron.
—Una patada bastante fuerte, ¿hmm? —dijo Lucas.
Luis gimiĆ³ y asintiĆ³, agarrando sus bolas maltratadas.
—Bien —dijo Lucas con una sonrisa de triunfo—. ¡El prĆ³ximo!
Con una mirada mortificada en su rostro, un muchacho de piel oscura se adelantĆ³ y abriĆ³ las piernas.
Lucas lanzĆ³ una fuerte patada al escroto de Danny. Los otros jugadores lo miraron con pesar. Pero Danny solo frotĆ³ su paquete, se encogiĆ³ de hombros y se acercĆ³ a los otros dos que estaban sentados en la hierba. Luis seguĆa haciendo muecas de dolor con ambas manos agarrando su ingle.
Lucas estaba aturdido. MirĆ³ a Danny:
—Erm, ¿quĆ© pasa, Danny? ¿No te doliĆ³?
—No —fue la simple respuesta del guardameta.
Eso hizo mortificar a Lucas, si perdĆa aquella apuesta contra Eladio iba ser Ć©l quien recibiera patadas en las bolas para la prĆ³xima.
—El siguiente —pidiĆ³ cuya voz no sonĆ³ segura.
El siguiente tipo que abriĆ³ las piernas fue un chico bastante alto cuya apariencia era muy tosca y brutal. AsumiĆ³ la posiciĆ³n (con los pies separados a la altura del hombro y las manos en la cadera) mirando a Lucas expectante.
El chico enmarcĆ³ sus grandes bolas levantando su corto short y las tendiĆ³ para que Lucas las pateara. Lucas no dudĆ³ ni un segundo. Dio una patada al paquete, hundiĆ³ su empeine en la zona vulnerable y moliĆ³ los cojones, despuĆ©s de la patada, empujĆ³ al hombre que estaba inmovilizado para que cayera sobre su culo y agarrara sus palpitantes huevos.
HabĆan caĆdo cuatro tipos: el miembro mĆ”s nuevo del club, gemĆa de dolor respirando con fuerza.
Dos chicos seguĆan esperando.
Lucas los mirĆ³ y seƱalĆ³ la posiciĆ³n sobre el pasto que el Ćŗltimo futbolista habĆa dejado vacante.
Los dos restantes parecĆan inquietos. Ninguno querĆa ser voluntario entre mucho dudar y discutir.
El capitĆ”n del equipo levantĆ³ las cejas.
—MarchĆ”n, presenta tu paquete.
El voluntario comenzĆ³ a protestar pero hizo lo que le ordenaron exponiendo dos pequeƱas canicas entre sus piernas.
Lucas retrocediĆ³ dos pasos para comenzar a correr e introdujo con fuerza la punta de su zapato en los genitales apretados de MarchĆ”n. El sonido del impacto provocĆ³ un horrible grito de tortura en el jugador.
CayĆ³ de rodillas y dejĆ³ escapar un lamentable quejido.
—EstĆ” bien, ahora es tu turno, Bayron —dijo a otro jugador.
Bayron tragĆ³ saliva y tratĆ³ de disuadirse de la situaciĆ³n:
—Lo siento, fue una broma, no voy a dejar que me pegues en las...
—¡Bayron, ven aquĆ!
El jugador parecĆa a punto de llorar.
—¡Oh, vamos, tĆ³malo como un hombre! —gritĆ³ Eladio—. ¡No seas gallina!
Bayron tocĆ³ sus pelotas y buscĆ³ con sus ojos la salida del campo.
—¡Ni siquiera lo pienses! —reclamĆ³ Lucas.
En colaboraciĆ³n todos los muchachos se levantaron y sostuvieron a Bayron colocando sus brazos detrĆ”s de su espalda mientras Luis y Danny separaban sus piernas. Bayron gritĆ³ con la cara llena de angustia y miedo.
Lucas sonriĆ³ y se preparĆ³ para un buen comienzo.
—¡Nooo! —gritĆ³ Bayron cuando Lucas estampĆ³ su zapato de fĆŗtbol en sus gĆ³nadas pateando con fuerza y casi sacĆ”ndolas de su bolsa escrotal.
Todos los muchachos lo soltaron y Bayron cayĆ³ al suelo llorando.
—¡Hombre, ese fue el mejor de todos! —definiĆ³ Eladio dando unas palmaditas en la espalda de Lucas y le estrechando su mano.
Miraron a Bayron que estaba llorando.
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