Candidatos (4/7): Un buen día - Las Bolas de Pablo

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3 jul 2019

Candidatos (4/7): Un buen día

CONTIENE:
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   Ignacio era un hombre muy atractivo, de 28 años, con cabello castaño y ojos verdes. Vestía blue jeans y camisa ajustada de manga corta.

   Bastian no pudo evitar notar la gran protuberancia en su pantalón que bordeaba lo obsceno. No era miembro de su familia por lo que le causaba curiosidad. Se acomodó en el asiento y revisó los papeles mientras Ignacio se quitaba la ropa hasta quedar en prenda interior. Su cuerpo era musculoso, lampiño y delgado.

   Farid tragó saliva mirando la entrepierna del cantidato. Los ajustados calzoncillos blancos no hacían nada para ocultar la gran huevera que lucía acompañado de aquel grueso plátano.

   Ignacio lo vio fijamente y sonrió. Se puso de pie y sin ceremonias se quitó los calzoncillos. Su polla estaba medio dura y sus huevos grandes colgaban en el escroto.

   Bastian se aclaró la garganta.

   —¿Sabes de qué va el proyecto?............ Ok, perfecto. ¿Te han golpeado en las albóndigas?

   —Sí. Ha sido un dolor que me ha seguido toda mi vida. Digamos que en el bachillerato recibía dos o tres golpes semanalmente.

   Farid centró la atención en el brillante escroto abultado.

   El testículo derecho colgaba ligeramente más bajo que el otro.

   —Podemos empezar si quieres —sugirió Bastian.

   —Estoy listo.

   Bastian se arrodilló frente a él y le dijo que levantara la polla para que tuviera a disposición los cojones.

   Las carnosas huevas colgaban en su suave y afeitado saco.

   Apretó el puño y miró a Ignacio.

   —¿Listo?

   —Ready.


   Bastian se rió y echó un fuerte puñetazo al saco abultado que colgaba frente a sus ojos. Sus nudillos se hundieron en la suave carne, haciendo contacto con los testículos. Los sintió tratando de escapar en vano del golpe, y así los preciosos huevos fueron aplastados dolorosamente entre el puño y su cuerpo.

   —¡Maldita sea! —exhaló Ignacio con voz ronca. Se dobló y agarró su escroto.

   Bastian sonrió y caminó alrededor de él.

   —Aleja las manos de tu entrepierna —dijo firmemente—Sigue la patada.

   Ignacio gruñó, pero obedeció.

   —Abre las piernas —ordenó Bastian.

   Estaba de pie detrás de Ignacio observando sus cojones colgando entre sus muslos.

   Ignacio respiraba pesadamente.

   Bastian se preparó para la colosal patada. Tentativamente, tocó la colgante huevera con la punta del pie.

   Ignacio se estremeció.

—Avisame cuando me vayas a pa...

   Fue interrumpido por la patada. Estampando con suma fuerza ambos testículos en su pelvis.

   Ignacio chilló y se desplomó en el suelo. Gimiendo y sobando su entrepierna y mirando con expresión acusadora a pesar de doblar la cara de dolor.

   —Lo siento —dijo Bastian encogiéndose de hombros—. Resulta mejor cuando no lo esperas ...

   Farid se echó a reír. Mientras Ignacio gemía de nuevo masajeándose la entrepierna.

   Bastian se arrodilló junto a él. Apartó sus manos de la entrepierna.

   Ignacio lo miró y gimió.

   Con cuidado, le agarró los preciosos testículos en la mano. Le guiñó un ojo y cerró la mano alrededor de sus toronjas.

   Ignacio contuvo el aliento cuando presionaron sus bolas, las uñas de Bastian se clavaron en uno de sus suaves cocos, gritó y comenzó a respirar de nuevo, jadeando pesadamente.

   Su pecho estaba mojado de sudor, al igual que sus bolas, Bastian tuvo problemas para sostenerlas en las manos, ya que uno de sus huevos intentó deslizarse fuera de sus dedos.

   Con un último apretón fuerte, dejó libres las bolas de Ignacio dejándolo acurrucarse en posición fetal.

   —Me duele —gimió.

   —Pensé que te gustaba el dolor de huevos —comentó Farid tomando un sorbo de café.

   —Sí, pero duele.

   —Y debes saber que el proyecto abarcará muchas áreas del ballbusting y BDSM.

   Ignacio se puso de pie y se dobló, abrumado por el dolor desde sus testículos. Agarró su entrepierna todo el tiempo.

   Bastian se rió y aclarándose la garganta comentó:

   —Ahora tengo que probar tu capacidad para infligir dolor también.

   —¿Quieres decir que puedo patearte? —preguntó Ignacio parado frente a Bastian que afirmó con la cabeza—. No hay problema —se enderezó. La perspectiva de vengarse pareció ahogar el dolor en sus bolas—. Lo haré. Quitate la ropa.

   —No. No tengo que..

   —Al menos saca las bolas de tu pantalón.

   Bastian lo fulminó con la mirada. Suspiró y abrió la bragueta del jeans.

   Ignacio sonrió.

   Bastian Chacón sonrió nerviosamente, metió la mano en su interior y agarró su paquete para llevarlo a la luz. Su polla morena y las pelotas le colgaban libremente. Suspirando separó las piernas.

   Ignacio acarició sus genitales y sonrió. Luego retrocedió un paso y, con un sobresalto, lanzó su pie estrellándolo contra la entrepierna de Bastian. Su empeine impulsó las bolas contra su vientre.

   El fauleado se atragantó. Luego empezó a toser.

   Ignacio se rió.

   —Wow, eso se sintió muy bien.

   Bastian afirmó débilmente y se desplomó en el suelo acompañado de la risa de Farid. Cerró los ojos sintiendo que el dolor se esparcía a su cuerpo y se agarró las pelotas.

   Ignacio se rió agarrando su ropa y vistiéndose rellenando su gran paquete.

   —¡Que tengan un buen día!

   —¡Gracias! —Farid se rió de sólo ver a su amigo todavía debilitado en el piso.

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