RomĆ”n ChacĆ³n se presentĆ³ impecable para la entrevista. Usaba su ropa vaquero que acentuaba sus varoniles y viriles rasgos. EscondĆa una linda carita con su sombrero. ParecĆa molesto aunque una sonrisa demostrĆ³ todo lo contrario.
Farid acomodĆ³ el bulto en sus jeans. Y le explicĆ³ las ideas claves del proyecto.
—¿Te habrĆ”n golpeado ahĆ abajo alguna vez?
RomĆ”n mirĆ³ a Farid, luego a BastiĆ”n y le devolviĆ³ la sonrisa.
—Muchas veces —declarĆ³—. Digo, ningĆŗn hombre en este mundo estĆ” excento de un golpe en los bajos.
—Y nosotros te faulearemos a gusto. ¿Puedes desnudarte?
—En absoluto —respondiĆ³ RomĆ”n y se quitĆ³ las botas, el pantalĆ³n y la camisa.
TenĆa dos testĆculos grandes y una buena polla gorda y dura.
A Farid se le hizo agua la boca.
—Estoy listo —anunciĆ³ RomĆ”n colocĆ”ndose nada mĆ”s que su sombrero. Se acariciĆ³ la polla y puso esa sonrisa inocente que encantaba.
BastiĆ”n sonriĆ³.
Farid estaba deseoso de causar dolor en aquellas bolas especialmente si era alguien que resultaba tan lindo como este vaquero.
—EstĆ” bien, RomĆ”n. ¿QuĆ© tal si te quedas en el piso, en cuatro patas, y te pateo desde atrĆ”s?
RomĆ”n afirmĆ³. Sus jugosas bolas grandes se balanceaban entre sus piernas.
Farid se colocĆ³ detrĆ”s de Ć©l y pateĆ³ muy fuerte entre sus piernas, aplastando sus pelotas entre su zapato y sus nalgas con un choque que se oyĆ³ en toda la sala.
RomĆ”n gritĆ³ y se desplomĆ³ en el suelo. "Mis bolotas... ¡oohhh! Hombre... ¡Oohhh! —el punzante dolor se acumulaba e irradiaba a su muscular cuerpo desde sus bolas fauleadas. YacĆa en el suelo, retorciĆ©ndose, apretando sus dolorosas pelotas y repitiendo "Mis bolotas... Mis bolotas" una y otra vez. Farid detallĆ³ como el miembro del vaquero se alzaba con orgullo sobre las manos que intentaban consolar sus testes.
Cuando se recuperĆ³ un poco, Farid le preguntĆ³:
—¿Llamas a tus testĆculos, bolotas? Nunca habĆa escuchado a nadie referirse a ellos de esa manera.
—Bueno, son inmensas. Y se ven bien, son como las de un toro —respondiĆ³ RomĆ”n, tratando de sonreĆr, todavĆa acariciando su maltrecha virilidad.
—¿QuĆ© piensas de tu primera patada?
—Duele. Realmente me duele. Pero ahora estoy bien, creo. Oh, sĆ, todavĆa duele un poco, ¡Oh! —se frotĆ³ el pene, dejando que sus bolotas colgaran libremente. Entonces se dio cuenta de algo—. ¡Oh! —repitiĆ³, mirando su entrepierna. Un poco de lĆquido se estaba derramando de su dura polla. LevantĆ³ la vista y mirando con picardĆa.
BastiĆ”n se riĆ³ y acomodĆ”ndose en la silla sugiriĆ³ hacer el apretĆ³n. RomĆ”n estuvo de acuerdo.
Sus testĆculos colgaban de forma bonita y Farid los envolviĆ³ con su mano derecha pero no pudo adueƱarse de sus dos bolas, asĆ que con ambas manos las apretĆ³ ligeramente.
—Oohh —gimiĆ³ RomĆ”n. Le apretaron mĆ”s fuerte y gimiĆ³ mucho mĆ”s. Farid comprimiĆ³ sus dos bolas con un agarre firme y las apretĆ³ una contra otra, entrelazando sus dedos y aumentando la presiĆ³n. Los gemidos del llanero se convirtieron en chillidos.
—¡Ohhhh... Ohhhhh... Mis... Bo... Bolotas —se quedaba sin aliento.
Farid apretĆ³ los dientes sintiendo como si estuviera exprimiendo duros limones.
—Mi amigo quiere exprimirte el jugo —bromeĆ³ BastiĆ”n riendo con su pene tieso.
Cuando RomĆ”n cayĆ³ al suelo, acariciĆ³ sus bolas con ambas manos. Cuando el dolor fue pasando, preguntĆ³—: ¿QuerĆas mi jugo? AquĆ sacaste un poco —llevĆ³ su dedo Ćndice a la punta de su verga, mostrando una gota de presemen—. Si lo pruebas, vas a conocer el sabor del campesino —invitĆ³ a Farid con mirada pĆcara—. El de un campesino guarro.
Farid y BastiƔn se miraron tragando saliva.
—Muy cĆ³mico de tu parte —dijo Farid—. OjalĆ” te unas al equipo.
RomĆ”n sonriĆ³ acomodĆ”ndose el sombrero como un galĆ”n de cine en pelĆculas del oeste. Su verga seguĆa erecta y sus manos sostenian sus bolas. Se levantĆ³ de nuevo. Sus gĆ³nadas colgaban muy bajas en su escroto y BastiĆ”n le dijo que se agarrara el pene (que seguĆa duro), para pudiera golpearle las pelotas mĆ”s fĆ”cilmente.
RomĆ”n hizo lo que le dijeron, se abriĆ³ de piernas y sonriĆ³ invitadoramente.
Farid flexionĆ³ el codo, apretando un puƱo y estrellĆ”ndolo contra las bolotas del vaquero.
RomĆ”n gritĆ³. Farid se riĆ³ retrocediendo para ver su reacciĆ³n: continuĆ³ gritando hundiĆ©ndose en el suelo. Llorando y respirando pesadamente, comenzando a sacudir incontrolablemente su duro miembro.
Farid y BastiƔn volvieron a intercambiar miradas.
RomĆ”n se masturbaba sin control. Con una mano agarraba sus gĆ³nadas y con la otra manipulaba su pene. Cuando eyaculĆ³, gritĆ³ con fuerza, disparando una gran cantidad de semen sobre su vientre y pecho, incluso volĆ³ hacia su sombrero.
AbriĆ³ los ojos y sonriĆ³. Se quitĆ³ el sombrero dejando ver su cabello hĆŗmedo de sudor, extendiĆ³ el semen sobre su cuerpo y se llevĆ³ algo de Ć©l a la boca, lamiĆ©ndose los dedos. Luego volviĆ³ a agarrar sus bolotas—. ¡Me duelen! ¡Ay! —se riĆ³ y se puso de pie agarrando su ropa acumulada en el suelo. EmpezĆ³ a vestirse hablando del clima en el campo.
Cuando se fue, Farid dijo:
—Nos estretuvimos con el ranchero y olvidamos ver sus habilidades para patear.
—No importa, sea lo que sea fue bueno verlo ser golpeado.
Farid sonriĆ³ y lanzĆ³ a su amigo un puƱetazo en la ingle.
BastiĆ”n sintiĆ³ el dolor de inmediato y se doblĆ³.
Farid se riĆ³ mostrando los dientes.
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