Candidatos (3/7): El vaquero - Las Bolas de Pablo

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2 jul 2019

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Candidatos (3/7): El vaquero


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 RomĆ”n Chacón se presentó impecable para la entrevista. Usaba su ropa vaquero que acentuaba sus varoniles y viriles rasgos. EscondĆ­a una linda carita con su sombrero. ParecĆ­a molesto aunque una sonrisa demostró todo lo contrario.

   Farid acomodó el bulto en sus jeans. Y le explicó las ideas claves del proyecto.

   ā€”ĀæTe habrĆ”n golpeado ahĆ­ abajo alguna vez?

   RomĆ”n miró a Farid, luego a BastiĆ”n y le devolvió la sonrisa.

   ā€”Muchas veces —declaró—. Digo, ningĆŗn hombre en este mundo estĆ” excento de un golpe en los bajos.
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   ā€”Y nosotros te faulearemos a gusto. ĀæPuedes desnudarte?

   ā€”En absoluto —respondió RomĆ”n y se quitó las botas, el pantalón y la camisa.

   TenĆ­a dos testĆ­culos grandes y una buena polla gorda y dura.

   A Farid se le hizo agua la boca.

   ā€”Estoy listo —anunció RomĆ”n colocĆ”ndose nada mĆ”s que su sombrero. Se acarició la polla y puso esa sonrisa inocente que encantaba.
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   BastiĆ”n sonrió.

   Farid estaba deseoso de causar dolor en aquellas bolas especialmente si era alguien que resultaba tan lindo como este vaquero.

   ā€”EstĆ” bien, RomĆ”n. ĀæQuĆ© tal si te quedas en el piso, en cuatro patas, y te pateo desde atrĆ”s?

   RomĆ”n afirmó. Sus jugosas bolas grandes se balanceaban entre sus piernas.

   Farid se colocó detrĆ”s de Ć©l y pateó muy fuerte entre sus piernas, aplastando sus pelotas entre su zapato y sus nalgas con un choque que se oyó en toda la sala.

   RomĆ”n gritó y se desplomó en el suelo. "Mis bolotas... Ā”oohhh! Hombre... Ā”Oohhh! —el punzante dolor se acumulaba e irradiaba a su muscular cuerpo desde sus bolas fauleadas. YacĆ­a en el suelo, retorciĆ©ndose, apretando sus dolorosas pelotas y repitiendo "Mis bolotas... Mis bolotas" una y otra vez. Farid detalló como el miembro del vaquero se alzaba con orgullo sobre las manos que intentaban consolar sus testes.

   Cuando se recuperó un poco, Farid le preguntó:

   ā€”ĀæLlamas a tus testĆ­culos, bolotas? Nunca habĆ­a escuchado a nadie referirse a ellos de esa manera.

   ā€”Bueno, son inmensas. Y se ven bien, son como las de un toro —respondió RomĆ”n, tratando de sonreĆ­r, todavĆ­a acariciando su maltrecha virilidad.

   ā€”ĀæQuĆ© piensas de tu primera patada?

   ā€”Duele. Realmente me duele. Pero ahora estoy bien, creo. Oh, sĆ­, todavĆ­a duele un poco, Ā”Oh! —se frotó el pene, dejando que sus bolotas colgaran libremente. Entonces se dio cuenta de algo—. Ā”Oh! —repitió, mirando su entrepierna. Un poco de lĆ­quido se estaba derramando de su dura polla. Levantó la vista y mirando con picardĆ­a.
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   BastiĆ”n se rió y acomodĆ”ndose en la silla sugirió hacer el apretón. RomĆ”n estuvo de acuerdo.

   Sus testĆ­culos colgaban de forma bonita y Farid los envolvió con su mano derecha pero no pudo adueƱarse de sus dos bolas, asĆ­ que con ambas manos las apretó ligeramente.

   ā€”Oohh —gimió RomĆ”n. Le apretaron mĆ”s fuerte y gimió mucho mĆ”s. Farid comprimió sus dos bolas con un agarre firme y las apretó una contra otra, entrelazando sus dedos y aumentando la presión. Los gemidos del llanero se convirtieron en chillidos.

   ā€”Ā”Ohhhh... Ohhhhh... Mis... Bo... Bolotas —se quedaba sin aliento.

   Farid apretó los dientes sintiendo como si estuviera exprimiendo duros limones.

   ā€”Mi amigo quiere exprimirte el jugo —bromeó BastiĆ”n riendo con su pene tieso.

      Cuando RomĆ”n cayó al suelo, acarició sus bolas con ambas manos. Cuando el dolor fue pasando, preguntó—: ĀæQuerĆ­as mi jugo? AquĆ­ sacaste un poco —llevó su dedo Ć­ndice a la punta de su verga, mostrando una gota de presemen—. Si lo pruebas, vas a conocer el sabor del campesino —invitó a Farid con mirada pĆ­cara—. El de un campesino guarro.

   Farid y BastiĆ”n se miraron tragando saliva.

   ā€”Muy cómico de tu parte —dijo Farid—. OjalĆ” te unas al equipo.
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   RomĆ”n sonrió acomodĆ”ndose el sombrero como un galĆ”n de cine en pelĆ­culas del oeste. Su verga seguĆ­a erecta y sus manos sostenian sus bolas. Se levantó de nuevo. Sus gónadas colgaban muy bajas en su escroto y BastiĆ”n le dijo que se agarrara el pene (que seguĆ­a duro), para pudiera golpearle las pelotas mĆ”s fĆ”cilmente.

   RomĆ”n hizo lo que le dijeron, se abrió de piernas y sonrió invitadoramente.

   Farid flexionó el codo, apretando un puƱo y estrellĆ”ndolo contra las bolotas del vaquero.

   RomĆ”n gritó. Farid se rió retrocediendo para ver su reacción: continuó gritando hundiĆ©ndose en el suelo. Llorando y respirando pesadamente, comenzando a sacudir incontrolablemente su duro miembro.

   Farid y BastiĆ”n volvieron a intercambiar miradas.

   RomĆ”n se masturbaba sin control. Con una mano agarraba sus gónadas y con la otra manipulaba su pene. Cuando eyaculó, gritó con fuerza, disparando una gran cantidad de semen sobre su vientre y pecho, incluso voló hacia su sombrero.
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   Abrió los ojos y sonrió. Se quitó el sombrero dejando ver su cabello hĆŗmedo de sudor, extendió el semen sobre su cuerpo y se llevó algo de Ć©l a la boca, lamiĆ©ndose los dedos. Luego volvió a agarrar sus bolotas—. Ā”Me  duelen! Ā”Ay! —se rió y se puso de pie agarrando su ropa acumulada en el suelo. Empezó a vestirse hablando del clima en el campo.

   Cuando se fue, Farid dijo: 

   ā€”Nos estretuvimos con el ranchero y olvidamos ver sus habilidades para patear.

   ā€”No importa, sea lo que sea fue bueno verlo ser golpeado.

   Farid sonrió y lanzó a su amigo un puƱetazo en la ingle.
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   BastiĆ”n sintió el dolor de inmediato y se dobló.

   Farid se rió mostrando los dientes.


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