De compras - Las Bolas de Pablo

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10 sept 2019

De compras

 ESCRITO POR ZATN
CONTIENE BALLBUSTING VERBAL F/M.


   Me llamo Esther, tengo 38 aƱos, y hoy estoy de compras, como todos los sĆ”bados.

   En este almacĆ©n de ropa me detengo a probarme un sinfĆ­n de prendas, pero algo me ha dejado pensativa… es ese maniquĆ­…puedo verle el bulto Ć­ntimo que le pusieron y de inmediato recuerdo a mi marido RubĆ©n…

   NO, no crean que ha muerto, mi esposo de 39 aƱos, esta vivito y coleando… Aunque  anoche se podrĆ­a decir que casi muere… bueno es una exageraciĆ³n, pero la noche anterior le di un mal golpe… ya saben en donde… ahĆ­ donde el maniquĆ­ es protuberante… y para los varones el ser golpeado ahĆ­, es como morir en vida.

   Ahora que lo pienso, voy a comprarle ropa interior a mi marido, RubĆ©n es talla 36 de pantaloncillo, pero siempre debo comprarle un nĆŗmero mĆ”s grande, que tenga mĆ”s espacio para recoger sus genitales… Porque teniendo RubĆ©n un pene de 15 cm en estado flĆ”cido y testĆ­culos parecidos a pequeƱas naranjas, la parte frontal de la prenda se verĆ­a realmente estirada ante aquellos bultos…
…Y claramente no quiero que mi marido sienta incomodidad en tan delicadas e Ć­ntimas partes… pero para ser sincera, siempre me parece que todo le queda apretado… esos grandes huevos, le llenan por completo la ropa interior.

   Soy una esposa afortunada, RubĆ©n es realmente sensible en tales zonas, su pene con solo lamĆ©rselo un poco ya le provoco gemidos, y sin mencionar los testĆ­culos, tan delicados en mi marido que apenas los besos ya lo hacen gozar…
…Por fin escogĆ­ una prenda de tela fina, cĆ³moda y bastante costosa… asĆ­ lo quiero, un calzoncillo digno de ese hombrazo que es mi marido.

   Espero que hoy le guste el regalo, siempre le ha gustado que le regale calzoncillos, y sobre todo que se los ponga yo misma, y  mejor aĆŗn…que se los baje...
   A RubĆ©n siempre le encanta cuando juego con su calzoncillo, acariciando la tela por detrĆ”s, sobre sus duras nalgas, y por delante mis dedos pasan rĆ”pidamente sobre sus protuberancias viriles.

   Mientras nos besamos, le acaricio la punta del pene, levantĆ”ndoselo de inmediato, luego masajeo su enorme masa de huevos, sobre la tela… y para ese entonces tiene la verga tan parada que parece que va a reventar el calzoncillo, me le arrodillo, como alguien subyugada a un amo todo poderoso, eso siempre le vuelve loco.

   Desde esa posiciĆ³n le bajo un poco el interior, absolutamente manchado de su presemen, y observo su venoso garrote, le beso la cabeza parĆ”ndosela aĆŗn mĆ”s, luego le bajo el resto del calzoncillo, dejando sus grandes bolas expuestas y colgantes… A modo de juego le acaricio con las uƱas la cara interna de sus muslos, y asciendo hasta sus cojones, me gusta verlos brincar de las cosquillas. Luego se las beso, y eso lo pone desesperado, no puede aguantar mĆ”s y me lleva a la cama.

   Rememorar todo eso me pone hĆŗmeda, sin importar que estĆ© en el almacĆ©n. Trato de sacar de mi cabeza las proporciones genitales de mi esposo… 
…Ahora me viene a la mente lo de anoche, sin culpa le terminĆ© golpeando las huevas;

   Lamentablemente las bolas de RubĆ©n son igual de delicados a las caricias que ante el dolor, y es que anoche, casi vi llorar a mi atlĆ©tico esposo. 

   En la cama, se hallaba encima de mĆ­, intentando penetrarme… AhĆ­ cometiĆ³ el error de tocarme inesperadamente las costillas, no esperĆ© eso y siendo muy susceptible a las cosquillas, reaccionĆ© sin pensarlo, mi cuerpo se moviĆ³ casi por reflejo, y desafortunadamente para Ć©l, levante una de mis rodillas… y lo hice con fuerza!

   Mi rodilla ascendiĆ³ entre sus piernas y entrĆ³ justo ahĆ­, en donde cuelgan sus naranjas.

   La verdad se las aplastĆ© por completo… Pero el habĆ­a tenido la culpa, RubĆ©n sabe que yo soy muy cosquillosa… no debiĆ³ sorprenderme.

   Bueno, ya fauleada la huevera de mi esposo, vino un verdadero alarido de RubĆ©n… eso me reconfirmĆ³ que le habĆ­a hecho mucho daƱo.

   “AAAAHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!”.

   Nunca habĆ­a escuchado a un hombre gritar tan fuerte, y la verdad no pensĆ© que un varĆ³n con una voz tan gruesa, pudieran cambiar a un grito de tonalidad exclusivo de nosotras las mujeres… bueno los huevos son lo que hacen varones a los hombres, y sin ellos se vuelven femeninos… es como cuando capan a un hombre, lo vuelven afeminado… no habĆ­a capado a RubĆ©n, pero un golpe en las pelotas, es como si los caparan por unos minutos.

   Mi amado no estaba bien para nada… su cara se descompuso, se notaba como intentaba contener el agudo dolor, apretaba ojos y dientes, y en voz bajĆ­sima y casi de llanto dijo:

   “Ay… ay mis huevas…”. Casi no le escuchĆ©.

   Mientras tanto, estaba paralizada, no sabĆ­a quĆ© hacer, lo lĆ³gico era auxiliarle de alguna manera, pero no daba para moverme… AdemĆ”s Ć©l seguĆ­a sobre mĆ­ e inmerso en su agonĆ­a…
…Fue inevitable que RubĆ©n se me quitara de encima, y de pronto no le vi mĆ”s… se fue de espaldas al piso. Al incorporarme le vi tirado, boca arriba con las manos igual que garras, cubriendo su dotada y adolorida hombrĆ­a.

   Me pareciĆ³ muy raro ver, cĆ³mo siendo yo una mujer tan dĆ©bil, le hubiera causado tanto sufrir a mi marido, que sin duda es dos o tres veces mĆ”s fuerte que yo... Anoche quede convencida que sin importar todos los mĆŗsculos de RubĆ©n,  podrĆ­a llegar a vencerle con sĆ³lo un golpe ahĆ­.

   Pero regresando a lo sucedido…
…Le atendĆ­ lo mejor que pude, abundante hielo en una bolsa de plĆ”stico, y rodeada de su calzoncillo a modo de compresa frĆ­a…RubĆ©n se recostĆ³ en la cama, colocando todo ese frio sobre su escroto.

   Mis excusas sirvieron de poco, RubĆ©n estaba molesto, y con el tiempo pudo mostrarse mĆ”s expresivo. Al principio casi no le salĆ­a la voz… y es que con aquel grito de seguro fisiolĆ³gicamente le era imposible hablar correctamente.

   Luego me hizo un leve reclamo:

   “Que acaso me quieres dejar sin carnet de padre, Esther?”. Aunque tenemos 3 hijos. 

   Le respondĆ­ cabizbaja: 

   “Eso jamĆ”s mi amor”.

   “Otro golpe de esos y me dejas estĆ©ril, mujer!”.

   A continuaciĆ³n le pedĆ­ mil disculpas. Hasta que decidimos irnos a dormir.

   Obviamente anoche no me hizo el amor; Hasta muy tarde permaneciĆ³ despierto, yo estaba acostada, pero dejaba claro que no habĆ­a cogido sueƱo… esperando en silencio a ver si sus amiguitos mejoraban y retomaba las intenciones de hacerme el amor… pero era demasiado pedir… Realmente estaba muy lastimado, hasta durmiĆ³ con la bolsa de hielo y calzoncillos sobre las bolas.

   Como a las 2 de la madrugada despertĆ©, RubĆ©n venia del baƱo, al menos el mal golpe no le afecto el poder orinar; Preocupada preguntĆ©:

   “Estas bien?”.

   “SĆ­, solo tenĆ­a muchas ganas de mear”. De seguro fue el efecto secundario de todo ese hielo sobre sus huevas.

   “TodavĆ­a te duelen?”.

   “No quiero hablar de eso, duĆ©rmete”.

   Hoy amaneciĆ³ bien segĆŗn Ć©l. Pero lo dudo, tales golpes no se curan tan rĆ”pido, estoy segura que le alcance a ver sobarse todavĆ­a; Por otro lado, si bien me juraba que no estaba enojado conmigo, apuesto a que sĆ­ lo estaba… o por lo menos un poquito.

   La encargada del almacĆ©n por fin me entrega lo comprado y cancelo con tarjeta de crĆ©dito… es hora de volver a casa…
…Oh RubĆ©n!, espero que no sigas molesto cuando nos veamos mĆ”s tarde… Espero el regalo te alegre, Y ruego al cielo para que me hagas el amor esta noche.

FIN.

Gracias.

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