CONTIENE
SEXO HOMOSEXUAL
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
Era la mañana de aquel soleado día donde se festejaba el enlace nupcial entre Lucas y Jenny, y la principal concentración entre personas provenientes de una misma rama familiar. David sostenía una copa de champagne y se acercaba a Pablo quien animadamente conversaba con uno más de sus tantos primos.
El sujeto que lo entretenía era de estatura alta, cabellos negros y rostro ovalado y varonil. Una pequeña barba surcaba su cara. Su tez era morena y brazos muy fuertes y grandes que no se ocultaban en su traje de etiqueta.
—Sí, y no sabes la aventura que se me armó —decía el muchacho muy animadamente con Pablo, su nombre era Miguel y cuando fue presentado ante David dijo que era ecologista—, la campaña contra ese empresario fue tan tenaz que se fue del país. Le ganamos.
—Divertido —sonrió Pablo, usaba un esmoquin negro y también bebía un cóctel colorido de un vaso—. Siempre he confiado en tu buena disposición con los animales y el ambiente, cuando pueda iré a visitar tu reserva de fauna.
—Te esperaré. ¿Recuerdas la vez que liberamos a las crías de cocodrilos? Te espero en esta temporada.
—¡Ni lo dudes! ¿Han vuelto a entrar cazadores de noche por allá?
—Es una pelea constante.
—¡Desgraciados!
Miguel afirmó con la cabeza en ése instante a su celular ingresó una llamada.
—Ay, primo. Debo dejarte me están marcando para un asunto que es muy importante y me va a demorar. Seguiré por aquí, hablamos luego.
Se distanció de la pareja y contestó la llamada. Las aventuras ecológicas de Miguel Ángel Chacón es una de las historias que muy pronto se desea desarrollar en el blog.
—Uf, al fin —se quejó David con aires de suficiencia—, creí que nunca te iba a soltar tu primo.
—¡No manches, David! Miguel Ángel es uno de mis primos favoritos, es contemporáneo en edad conmigo y siempre jugábamos junto.
—¿Juntos, eh? —David levantó cómicamente una ceja.
Pablo echó una carcajada.
—Juegos de niño, ¡idiota! Era divertido jugar con él, y sí, no lo dudo es todo un Chacón.
—¿Ah sí? ¿Todo un macho Chacón.
Pablo volvió a reírse.
—¡No seas cabrón, David! Ja, ja, ja. Miguel es todo un heterosexual y siempre lo respete no seas ridículo. En fin, poco importa. ¿Y qué contigo?
—¿Qué de qué?
—¿Estás celoso? ¿O andas caliente de estar envuelto en medio de tantos hombres con huevos grandes?
David se echó a reír.
—Es divertido —respondió—. Muchos o la gran mayoría son guapos, es divertido llevar a pasear mi mirada hasta su entrepierna y ver su dibujo característico de sus huevas mientras están sentados aunque debe ser fastidioso. Ja, ja, ja. No quisiera ser un Chacón de tu familia.
—¿Ah sí? ¿No te gustan esas huevas? ¿Eh?
David se echó a reír sonrojándose.
—¡Por supuesto que me encantan! Es más, me ha dado ganas de comértela aquí mismo frente a todos.
—Ja, ja, ja. ¡Caliente! —a Pablo le brillaron los ojos y la serpiente de carne que tenía entre sus piernas comenzó a reaccionar. Bajó la voz y se acercó a su esposo—. Se me acaba de ocurrir una idea. ¿Por qué no aprovechamos que todos están ocupados en la fiesta y tú y yo nos escapamos a la gran casa y nos divertimos un rato?
A David le brillaron los ojos y sonrió.
—¡Que así sea!
—Está bien. Ve tú primero que yo te sigo sin levantar sospechas.
—¿Y mi hijo? ¿Si pregunta por mi?
—Yo le encargo a alguien que lo cuide un momento.
Pablo sonrió y esperó que pasaran cinco minutos, seguidamente se dirigió a una mesa ocupada por algunos adolescentes entre los 12 y 15 años, les saludó y les asignó la labor de cuidar a los más pequeños mientras él se ausentaba cortos minutos para cumplir una labor extremadamente importante.
Así, se dirigió al interior de la casa y se encontró en la habitación con David.
Se abrazaron e intercambiaron deliciosos besos.
La mano del moreno fue directamente a la polla de Pablo, sintiéndola como toda una roca en su contacto. Pablo no pudo evitar un pequeño gemido y se acomodó. David le mordió el labio y le abrió la bragueta del pantalón comenzando a pajear su enorme pene suavemente.
Durante un par de minutos lo masturbó, y cuando las ganas no podían ir a más, acercó sus labios a ése trozo de carne, pero antes lo pasó por su cara y besó su punta. Pablo seguía gimiendo y la verga de David también le apretaba el pantalón. De un segundo a otro, su lengua y la verga se pusieron de acuerdo y el miembro entero penetró la boca. Siempre era imposible meter el pene por completo. David abrió más la boca, pero el pollón de Pablo nunca ingresaba por completo... poco a poco consiguió abrirse y meter la cabeza entera, y a pesar del dolor de mandíbula, trató de apretarse más hacia Pablo. Lo estaba bañando en saliva de manera involuntaria pero le encantaba. Pablo comenzó a meterla cada vez más. Sentía su suavidad y calor por fuera.
Pablo jadeó extasiado cogiéndole la cabeza con las manos, ayudándolo a meter mucho más. Pero el pollón ya no entraba más porque pegaba en la garganta, y David tenía la boca totalmente llena. Pablo no dejaba de gemir y agarraba a su esposo cada vez más fuerte del cabello, que disfrutaba más que nunca. Su pene palpitaba de vez en cuando, signo inequívoco de que eyacularía pronto.
Pablo echó la cabeza hacia atrás y se quedó paralizado, después recuperó la compostura y se quedó mirando a David con lujuria en los ojos.
David Aceituno masajeó su polla sin dejar de mirar la de Pablo que se puso repentinamente de rodilla y lo agarró con fuerza. Después de intercambiar besos lo colocó boca abajo, posicionándose detrás de él. Sus manos separaron las nalgas de su esposo y le aplicó un lubricante, a veces subía y le mordía los hombros y el cuello, hasta que se acomodó y le lamió la espalda entera. David casi gritaba de placer, y si lo hacía no importaba, la música de la fiesta no los delataría. Pablo se echó una dosis del lubricante en la mano, y volvió a besar el cuello de David.
Fue introduciendo su miembro dentro del cuerpo de David, cuando el ano se acopló a su enorme pene comenzó a bombear para que las paredes del trasero se acostumbrasen, después fue aumentando el ritmo de sus embestidas.
Pablo trasladó su mano a la gruesa polla morena de David y lo masturbó a tiempo le mordía el cuello. Aquello fue demasiado, el cielo para su esposo que en corto tiempo eyaculó como no lo había hecho en varios días. Pablo continuó besándolo, mordiendo y acariciándolo hasta derramar su semen dentro de él. David gimió y se pegó ante Pablo sintiendo su pecho en la espalda y sus enormes bolas pegando en las suyas.
Se quedaron echados en la cama por varios minutos, en silencio, abrazados e intercambiando besos.
Pablo casi se quedaba dormido cuando…
¡CRUUUUNCH!
Gritó y se acurrucó agarrándose las bolas después del manotazo que recibió de parte de David.
-¡Ay, David!
El guapo moreno se echó a reír.
—Tenemos muchas semanas sin hacer ballbusting, ya me pregunto si lo olvidaste —volvió a reírse entre dientes.
Pablo sintió que su pene se hinchaba por la amenaza a su virilidad. Respiró para volver a su posición y jadeó mientras se estabilizaba permitiendo que sus testículos reposaran sobre sus muslos una vez más.
CRUUUUUUNCH.
Ahora habla sido David el afectado de una palmada en las pelotas.
—¡Aaaaaah!
David sintió un nudo nauseabundo en el estómago. Sus gónadas rebotaron suavemente y Pablo se rió al sentir que las destruía con el dorso de la mano.
—¡Con que te atreves a reírte, bellaco! —se divirtió David—. ¡Y me devuelves el golpe!
Se echó sobre Pablo y ambos comenzaron una lucha juguetona en la cama que también se tornó erótica. Iban risas, contacto, se frotaban los cuerpos y uno intentaba dominar al otro, a veces iban cosquillas o llaves entre risas pero fue David quién se apoderó de las gónadas de Pablo y las apretó tan fuerte como pudo.
El guapo rostro de Pablo se convirtió en una máscara de dolor cuando su esposo hundió los pulgares en sus bolas. Trató de no gritar, en cambio, suplicó con la mirada, pero David solo respondió con frialdad.
—¡Para, para, aaaah, ooooh!
David obedeció y lo soltó de las huevas.
Pasaron unos agonizantes cuarenta segundos antes de que Pablo se recuperase y le respondiera que estaba bien.
Pablo suspiró aceptando la propuesta de David para volver a la fiesta. Le dio un beso y salió de la cama. Enseguida comenzó a vestirse, se colocó los calcetines y procedió con el pantalón cuando inesperadamente recibió un puñetazo en las bolas por Pablo desde atrás.
Se derrumbó en el suelo y palpó sus testículos con ambas manos. Pablo se echó a reír y se agachó para plantarle un beso.
—¡Aaaaah!
Embargado de cariño, Pablo lo arrastró hasta el borde de la cama y se sentó junto a él. Pasando un brazo sobre su hombro.
David tenía el ceño fruncido y las piernas abiertas, sus manos agarraban sus bolas magulladas, jadeaba y sudaba profusamente.
—¿Cuando sea un viejito también me vas a reventar los cojones? —interrogó.
Pablo se echó a reír.
—Pero, ¿qué dices, amor? Tú has empezado golpeándome.
David gimió cerrando los ojos, Pablo repitió su risa entre dientes y le dio un beso en la frente y después en los labios.
—¿Te encuentras bien, mi David?
El guapo moreno gimió.
—Sí —contestó tras varios segundos.
Pablo lo abrazó y lo hizo ir de espalda contra la cama.
—Entonces vamos a quedarnos un rato más aquí y regresamos a la fiesta. Todo está bien.
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