El jornalero (7/10): Incrédulo - Las Bolas de Pablo

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27 oct 2020

El jornalero (7/10): Incrédulo

CONTIENE

BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

SEXO HOMOSEXUAL


Rodrigo
Rodrigo Chacón estaba descansando en su habitación, había tenido un día agotador trabajando en el campo, supervisando a los obreros, pronto habría una feria en el pueblo y su familia participaría en ella en las cosechas de manzanas. Pero en ese momento no pensaba ni en la feria ni en las manzanas, pensaba en Fabián y en algunos acontecimientos extraños que habían pasado días antes y en la mañana de ese mismo día.

 

Semanas atrás había descubierto a Fabián mirándolo, y no a la cara precisamente sino al trasero, a su paquete en el jeans y el torso. Y el trato entre ambos no era rudo ni serio, ahora el muchacho le sonreía y le guiñaba el ojo cuando le pasaba por un lado o le daba una orden.

 

Y esa mañana Rodrigo le pidió que buscara algunas cosas en las caballerizas y Rodrigo sonriendo le susurró:

 

Fabián
—Te buscaría eso y cualquier otra cosa por allá.

 

Rodrigo tragó saliva y echó un vistazo al rededor por si algún empleado los oía.

 

—Quiero estar contigo... esta noche. ¿Podrías?— invitó Fabián.

 

Rodrigo abrió los ojos, jamás se esperó esas palabras, menos de él, sintió miedo y negó alegando tener asuntos familiares que atender.

 

Fabián sonrió como niño consentido y fue a las nuevas caballerizas.

 

Ahora, Rodrigo acostado en su cama pensaba en esa nueva actitud de Fabián tan inesperada.

 

“¿será una trampa?” se preguntaba “¿O ese hombre heterosexual se enamoró de mí? No lo creo... tal vez quiera jugar conmigo por dinero o acusarme".

 

Días después superó todo miedo de ver a Fabián y se citó con él, como siempre en las viejas y abandonadas caballerizas. Fabián vestía un ajustado pantalón.

—¿Para qué deseabas verme? —quiso saber Rodrigo.


—Quiero hablar contigo —dijo Fabián—. ¿Podemos sentarnos?

 

Rodrigo aceptó y se sentó en el suelo, frente a él lo hizo Fabián

 

—Quiero decirte que desde aquel día, he pensado y sentido muchas cosas —habló Fabián

 

Rodrigo recordó que la última vez que estuvo allí con Fabián habían tenido relaciones sexuales, Fabián lo penetró y habían tenido un beso, pero Fabián no era gay, era muy heterosexual, y si habían estado allí tantas veces teniendo sesiones de ballbusting que terminaron en sexo fue porque Rodrigo le pagaba, ya que la situación económica de Fabián era deplorable.

 

—No te entiendo —negó Rodrigo con actitud seria.

 

Desde aquel entonces Rodrigo había hecho todo por evitarlo, y Fabián hacia todo lo posible por verlo y sonreírle o guiñarle el ojo


—Que... desde ese día que tuvimos relaciones sexuales —explicaba nervioso Fabián—, empecé a sentir unas cosas, extrañas, que nunca antes había sentido con una mujer al tener relaciones... me gusto ese... ese contacto contigo, fue muy sensual... rico, verdadero. Activaste unos puntos sexuales que ni yo sabía que tenía, o... y... que otra mujer no pudo igualar, no había experimentado antes.

 

—No te puedo creer.

 

—créeme, me gustó. Tal vez siempre fui gay y nunca lo acepté. No seré el primero ni el último que quizás le pasa esto.



—Escúchame, no te puedo creer —se negaba Rodrigo—. Y te explicare el por qué no te puedo creer. Porque esto nunca fue verdad, si te tuve conmigo fue por chantaje, chantaje porque yo me aproveché, eres heterosexual, porque cada vez que te veía con Lola me causaba molestia, quería tenerte, quería explotar todas tus fuerzas de macho. Quería tenerte y lo logré. Podía verte desnudo y cumplir mis fantasías contigo, y lo hice, pero eso tenía su precio. El yo saber que estabas en una muy mala posición económica hizo que te usara. Tenía un rato contigo, placentero pero tenía que pagarte, y muy bien. Y tú ahora no vendrás a decirme que te gusto. No lo creeré. Siempre vi tu actitud ante Lola, eres el macho que se coje a Lola. Simplemente no te creo.

 

—Entiéndeme, Rodrigo —decía muy calmado Fabián—, nunca antes había tenido relaciones sexuales con un hombre, al hacerlo contigo, quizás se me activaron sensaciones que dormían dentro de mí. No lo sé. Y sí, soy un hombre estudiado, que conoce de mundo, lamentablemente mi familia quedo sin dinero y tuve que verme en esta posición, por mi madre, mis hermanos.

 

—No sé a qué quieres llegar.

 

—Y tuve que ceder contigo por ellos, si, quizás al principio no me gusto el tener que poner......... mis testículos a tu servicio. Y lo odio, lo sigo odiando, pero... pero... ese día contigo me fascinó, me fascinó todo contigo, desde el sexo oral, hasta el... el anal, me gusto, e intente hacerlo con Lola, sí, claro está. Pero ella no te igualó, y desde entonces he pensado mucho en ti. Creo que nació un cariño muy especial de mí hacia ti.

 

—No te puedo creer. Me cuesta mucho.

 

—Créeme, ¿cómo quieres que te lo demuestre?



—Manifestalo —dijo iracundo Rodrigo, sintiéndose más extraño ante aquel guapo hombre


—Déjame demostrártelo —alegó Fabián dejando de estar sentado y de rodillas se acercó a Rodrigo. Su cara se aproximó a la de él, cerró los ojos y acerco los labios a los del hijo de su jefe

 

Los labios se besaron e hicieron un ruido por el contacto del beso, ambos parecían dos lindos enamorados, pero Rodrigo todavía no sabía si Fabián hablaba en serio, era tan heterosexual. Su mano fue trasladada hasta el protuberante bulto del jornalero, apoderándose de sus pelotas. En el acto Fabián dejo de besarlo y se dobló del dolor, transformando su cara de ilusionado a adolorido. Al sentir las manos de Rodrigo exprimiéndole las bolas.

 

—Simplemente demuéstramelo —repitió Rodrigo sin soltar las bolas de Fabián.

 

—A... así... así ¿quieres que lo demuestre?— preguntó Fabián soportando el dolor y la humillación

 

Rodrigo nada contesto, era tan viril aquel peón, atractivo, con cara de niño bueno y a veces de malo, apretándole las bolas y el resistiendo, tal vez por amor, por verdad a lo que decía, o soportando para llevar algún malvado plan que tuviera en mente, dentro del ajustado pantalón de Rodrigo su pene creía, excitado y resbalando liquido preseminal, mientras Fabián resistía cual esclavo a su apretón de bolas.

 

A Fabián comenzaron a brotarle lágrimas de los ojos, tenía en sus testículos mucho semen acumulado que únicamente quería acabar en Rodrigo, pero ahora el hombre lo torturaba y se los mataba con aquel fuerte apretón que le encogía hasta las tripas en su estómago. Coloco las manos sobre las de Rodrigo, pero no hizo ningún esfuerzo por apartar los huevos de quien lo torturaba, luchaba para resistir y no perder el equilibrio.

 

—No hay que dudar que eres atractivo —explicaba Rodrigo— Pero... quiero que me demuestres que lo que dices es verdad, no es con esto. Esto es solo un preámbulo. Y me gusta el ballbusting, si me quieres, debes soportarlo. Si lo que me dices es mentira, vete desde ya mismo con Lola...

 

Fabián tragaba saliva, humillado, podía resistir más. Aun sentado la polla de Rodrigo se le marco en el pantalón, fuerte y dominante, ante el hombre fuerte que día a día trabajaba en el campo para mantener a su empobrecida familia y a sus hermanos, un buen hombre verdaderamente, y en todos los aspectos. Era lo que a Rodrigo le gustaba, pero tenía un miedo, el miedo a que estuviera jugando con él, y de perderlo por siempre. Fabián dejo escapar una bocanada fuerte de aire, pero todavía sus bolas eran aplastadas por la mano de Rodrigo, no hacía nada por defenderse. Rodrigo dejó de apretar con la mano izquierda las gónadas, pero inmediatamente al soltarlas, las azoto subiendo la rodilla.

 

Fabián chilló ante el sorpresivo ataque a sus pelotas, y rodó por el piso cubriéndose los genitales. Rodrigo se levantó del suelo y lo contemplo lamentarse del dolor, el fuerte hombre era una vez más reducido a cero por sus huevos.


—Me gustas, desde siempre —habló Rodrigo—, pero quiero que tu demuestres tu amor hacia mí.

 

Rodrigo bajo la cremallera de su pantalón y saco su polla erecta y blanca. Comenzó a masturbarse ante la escena del hombre acurrucado en el piso sobando sus testículos. Fabián lo miro, sintió curiosidad, semanas atrás Rodrigo le había hecho sexo oral, muy bueno. Pero que se sentiría probarle el pene a otro hombre, arrastrándose por el suelo llegó hasta Rodrigo se puso de rodillas ante él y con delicadeza se metió el pene a la boca, era salado, podía sentir el sabor de su piel. Rodrigo se sintió emocionado, pero Fabián todavía era inexperto y con sus dientes maltrataba al pene. Miro la nuca de Fabián, que dulce sensación ver su cabeza meterse y sacarse el pene de la boca.

 

El vaquero seguía desprevenido, entonces Rodrigo echo el pie hacia atrás y lo empujo directo a las piernas abiertas de Fabián, con un grito lastimero, Fabián se desplomó sobre el heno de las viejas caballerizas, lloraba sin cesar por el hinchamiento de sus testículos.

 

Rodrigo siguió auto complaciéndose hasta que llegó a su primer orgasmo que hizo saltar su leche caliente y pegajosa de su polla cayendo al suelo muy cerca de la espalda en posición fetal de Fabián. Rodrigo se sintió exhausto y limpio el semen de su glande con su mano, frotó sus dedos en el pantalón de Fabián y guardo su polla y sus grandes bolas de nuevo en el ajustado pantalón. Acercó su cara a la de Fabián y de nuevo los labios se unieron en un apasionado beso.

 

—¿De verdad me quieres? —preguntó Rodrigo.

 

Fabián asintió con la cabeza, avergonzado, humillado y adolorido

 

—Sí.


—Sorpréndeme... hazme saber que no juegas conmigo. Y que Lola ya no significa nada para ti. Ven te ayudare a parar.


Rodrigo tomo del brazo a Fabián, el muchacho con lentitud se pudo levantar del suelo, pero vilmente fue enviado de nuevo allí con un traicionero rodillazo en sus gónadas. Fabián aulló de dolor antes de acurrucarse en posición fetal.

 

Rodrigo le dio una triste sonrisa, ese hombre le gustaba mucho, era un semental y tenía un poder de resistencia, aunque débil muy admirable, dio la media vuelta y salió silbando de la caballeriza, se sentía feliz.

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