Paupérrimo desempeño - Las Bolas de Pablo

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19 oct 2020

Paupérrimo desempeño

Ramón
Ramón no pudo evitar reír. El jugador de cricket de 32 años estuvo sentado en la banca mientras su equipo era derrotado en el partido amistoso. Los muchachos poco a poco abandonaron el campo y caminaron hacia los vestidores. Ramón riendo los siguió: 

Matías

—¡Muchachos! Pero que desempeño de juego tan paupérrimo. 

De repente Matías, el lanzador abalanzó contra él y lo agarró por los hombros, con el rostro lleno de rabia levantó la rodilla entre los muslos de Ramón.

La rodilla de Matías chocó perfectamente con las jugosas bolas del jóven, aplanando su bulto dentro del ajustado pantalón haciéndolo dejar de reír y escapar una tos ahogada.

—Vuelves a criticarnos y te irá peor —comentó Matías—. Tú eres un jugador de banco y no tienes derecho a criticar. 

Ramón se doblaba, agarrando su entrepierna. Sus ojos se cruzaron mientras dejaba escapar un gemido agudo.

—Seré jugador de banca —dijo Ramón como pudo—, pero ustedes son malos con ganas. 

Matías se sintió ofendido y empujó a Ramón contra una pared, allí le abrió la bragueta, metiendo la mano dentro de su ropa interior y sacando sus peludas bolas. 

—¿Qué dijiste? —ladró Matías, apretando su agarre sobre la virilidad de Ramón—. ¡Vuelve a repetirlo! —apretó las huevas de Ramón con fuerza, haciendo que el guapo jugador chillara de agonía.

Agarró las gónadas de Ramón con ambas manos, tomando cada huevo en la palma y cerrando sus dedos alrededor de ellos.

Ramón bajó la mirada a su entrepierna, sus ojos estaban llenos de terror. 

—¡No, por favor! 

Sus súplicas se convirtieron en chillidos cuando Matías aplastó sus testículos con las manos como si estuviera exprimiendo dos limones.

Ramón gritó y chilló, retorciéndose de dolor.

Después de un par de segundos de apretar intensamente, los ojos de Ramón rodaron hacia su cabeza y se deslizó hasta el suelo, dolorido.

Matías soltó sus testículos y se volvió hacia sus compañeros de equipo. 

—No voy a tolerar que un jugador frustrado nos critique.

—Sea como sea —replicó Ramón—, este es el peor equipo de la liga. 

Aquello colapso el estado de ánimo de Matías, quien se devolvió y depositó un patada fulminante en sus bolas. La polla de Ramón estalló en chorros de esperma, y ​​sus ojos se volvieron hacia su cabeza.

Afortunadamente se desmayó mientras sus bolas bombeaban un potente chorro de semen producto de sus bolas maltrechas, enviando hilos de leche cremosa al suelo.

Matías se dedicó a pisotear de Ramón una y otra vez, aplastándolas hasta la última gota de semen.

Los demás miembros del equipo de cricket lo apartaron de Ramón, que yacía sobre su propio charco de leche.

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