CONTIENE
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
—Rafael solamente tiene tamaño y buen cuerpo —decía Israel tomando una taza de café sentado en la sala con sus familiares—, con la fiesta de anoche dio a demostrar que es un inmaduro todavía.
Era 01 de noviembre un día después del cumpleaños de su hijo mayor, que celebró una fiesta con motivo a sus 18 años. El joven alegó invitar a sus pocos amigos de la universidad.
—Quizás vengan unos 14 nadie más —había dicho.
Sin embargo el patio de la casa de Marcos Chacón estuvo lleno hasta la última pared, parecía que estaba reunida toda la población de alumnos en la universidad. Inclusive gente desconocida para Rafael.
—Gracias al cielo no terminó mal —indicó Raquel, la madre del joven. La mujer estaba en sus 5 meses de embarazo y lucía bonita—, bueno a excepción de los últimos borrachos que Pablo se encargó de sacar.
—Una vez Simón hizo una fiesta así —contaba Marcos–, quería invitar a todo el mundo y que su fiesta diera que hablar, se lo permití, pero bajo su propio esfuerzo. Que recaudara el dinero, ahorrara y se encargara del costo de la fiesta. El zángano la hizo, vino mucha gente, desconocidos también, ¿ciertamente?
—Ni me lo recuerdes —pidió Simón con una sonrisa, cargaba en sus brazos a su hija que dormía.
—En ese mismo patio hubo tanta gente como anoche, se consumieron todas las bebidas del mundo, dañaron algunas cosas y finalmente Simón gastó todo su dinero en la fiesta, no le quedó nada para el día siguiente, ni pastel. Verdaderamente estuvo en la quiebra.
—Desde entonces preferí celebrar mi cumpleaños en familia y con amigos cercanos. Y no oír más nunca a papá furioso por las cosas que dañaron.
Israel sonrió era 01 de noviembre y el reloj marcaba las 10:22 de la mañana. En la planta superior de la casa dormían los más jóvenes, Rafael, Bernardo, los hijos de Bastian e incluso Pablo y David.
¡Holgazanes! Hubiera dicho el más estricto de los padres mientras les arrojaba agua fría en la cara. Sin embargo los muchachos continuaban durmiendo la desvelada de anoche. No obstante hay acontecimientos interesantes de relatar que ocurrieron cuando la fiesta del cumpleaños de Rafael terminó:
Los invitados ya se habían ido, y el cielo nocturno en pocos minutos anunciaría el amanecer de un nuevo día.
—Todos ustedes son unos idiotas —decía Bernardo, el hijo de Benjamín Chacón, estaba bastante borracho y se paraba de cabeza caminando sobre sus manos.
—¡No hagas eso, estúpido! —dijo Pablo—. ¡Te vas a vomitar! ¡Y no voy a limpiar nada por ti! ¡Que cabronazo!
David comía en la cocina junto a Germán y otros jóvenes de la familia.
—Lo dices porque estás envidioso —respondió Bernardo—. Acéptalo, Pablo Chacón. Tu turno ya pasó, pronto dejarás de estar de moda. Vas camino a la vejez, ¿te viste anoche? Todos eran jovencillos entre 18 y 25 años, tu resaltabas en el grupo pero no en juventud.
Al fondo se escuchó a David reír.
—¿Qué carajo? —murmuró Pablo—. Sigo siendo tan joven como ustedes. Hablas mucho, Bernardo, ¿qué quieres? ¿Busco un bastón? ¡Idiota! —se destapó otra lata de cerveza.
—Pablo, es una pasada —dijo Rafael que recién se estrenaba sus 18 años—. Es el mejor de mis tíos, por encima de Simón y los hermanos maternos de mi padre.
—¡Bahhh! ¿Que diablos? —se burló Bernardo, ya sobre sus pies y flexionando un brazo—. Pablo ya no está en edad de fiestitas, al menos que fuera el vigilante de la rumba de anoche. Ya es todo un dueño de empresa. Estás casada y tienes que alimentar a tu esposito, dándole de comer en la boquita. ¡Mariquitas! ¿Quién es el macho y quien la hembra? Aunque yo creo que las dos son niñas.
David se rió.
—¡Vete a la mierda, Bernardo! —murmuró Pablo no tomándolo con buen humor.
—Son tan hermosas, ambas. Linda pareja, la rubia y la morena. Que guapo sería un hijo de ambos. ¡Par de maricas!
Pablo se fastidió tanto que no le importó echar la pierna hacia atrás y patear las bolas de Bernardo tan fuerte como pudo. De hecho, el alcohol lo impulsó a tomar aquella acción.
La punta de su zapato se estrelló contra el escroto de Bernardo, golpeando sus dos grandes testículos contra su cuerpo, aplanándolos como tortillas.
Bernardo fue tomado por sorpresa total.
Dejó escapar un gruñido de angustia mientras se derrumbaba en el suelo.
Varios de los primos contuvieron el aliento y otros se protegieron la entrepierna.
David abandonó la mesa y se acercó a Pablo.
David |
—Porque me hartó.
—Aaaay –croó Bernardo, su rostro se desfiguró de dolor—. Aaaay, mis bolas, aaaaay.
—Sí, al menos ya pude comprobar que eres hombre y tienes sendas bolas en medio de las piernas —se mofó Pablo con una sonrisa maliciosa.
Los ojos de Bernardo se abrieron y su boca siguió quejándose.
—¡Ya! Es tarde y está amaneciendo —dijo David—. Vayamos a dormir.
Pablo afirmó con la cabeza.
Rafael |
—Sí, tío —afirmó Rafael con las manos por delante de su entrepierna.
Pablo fue el primero en salir del área de la cocina mientras David recogía algunos de los alimentos. Antes de salir vio sentado en el suelo a Bernardo con las piernas abiertas.
—Por cierto, mi querido Berny —le dijo—. Pablo y yo somos hombres, no hay macho o hembra, ignorante.
Un segundo después, el pie de David se estrelló contra la hombría de Bernardo, aplastando sus grandes y sensibles bolas y provocando un agudo gemido de agonía.
Bernardo gritó y se retorció en el suelo.
—¡Cállate, huevón, vas a despertar a todos! —dijo Rafael.
—¡AAAAAAAY!
Germán Chacón se acercó a ambos y metió un paño de cocina que cogió de la mesa y lo metió en la boca de Bernardo. Después se enderezó limpiándose las manos.
—¡Boca cerrada, caso resuelto!
Y muchos se echaron a reír.
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