Catador de semen(1/4): Marcos - Las Bolas de Pablo

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29 oct 2020

Catador de semen(1/4): Marcos

 Contiene:

Ballbusting hombre/hombre

Sexo homosexual


La familia ChacĆ³n decidiĆ³ pasar varios dĆ­as en la hacienda de la familia, todavĆ­a en el campo el patriarca de la familia, Marcos no abandonaba sus hĆ”bitos de la ciudad:
salir a trotar por las maƱanas. 

Le gustaba respirar el aire fresco mientras daba la vuelta al campo. TenĆ­a varios dĆ­as haciĆ©ndolo acompaƱado del mayor de sus nietos: Rafael. Esa maƱana el dedicado y viril abuelo golpeĆ³ la puerta de la habitaciĆ³n. 


No hubo ninguna respuesta. 


TenĆ­a conocimiento que la noche anterior Rafael estuvo compartiendo algunos tragos con los hijos de Bastian. Era seguro que la reuniĆ³n se postergĆ³ varias horas despuĆ©s de la madrugada. 


Ligeramente el abuelo hizo girar el pomo de la puerta. Tendido en la cama durmiendo profundamente en calzoncillos blancos y con una pierna alzada Rafael descansaba el cuerpo. 


Marcos ChacĆ³n ladeĆ³ la cabeza y supo entender el desplante de su joven descendiente. CerrĆ³ la puerta y se preparĆ³ para salir. BajĆ³ las escaleras y comenzĆ³ a practicar ejercicios de calentamiento. 


Una vez su delgado cuerpo estuvo preparado para los ejercicios matinales, cerrĆ³ puƱos y moviĆ³ sus brazos y piernas para trotar cuando una voz a su espalda surgiĆ³. 


—¡Marcos! ¡EspĆ©rame! 


Era Lenin, uno de los muchachos que participĆ³ en el proyecto Bastian. Era de piel aceitunada, mucho cabello negro, velludo y de actitud alegre. 


–Quiero trotar hoy contigo —lo saludĆ³. Lenin estaba al tanto que posiblemente Rafael ChacĆ³n no estarĆ­a de Ć”nimos para trotar asĆ­ que aprovecharĆ­a esa ocasiĆ³n para salir junto a Marcos y hacerle propuestas sucias. 


Lenin ademĆ”s de su aficiĆ³n por el ballbusting compartĆ­a una exquisita adicciĆ³n por el semen. Le gustaba muchĆ­simo probarlo. Y para su crĆ­tica el de los ChacĆ³n tenĆ­a un poderoso efecto, ya habĆ­a probado el de Jean pero su favorito hasta la fecha era el de GermĆ”n, el mĆ”s dulce de todos. 


Probar la leche de Marcos ChacĆ³n representaba para Lenin un gran desafĆ­o. HabĆ­a registros de que el padre de Pablo era el hombre de su generaciĆ³n con los testĆ­culos mĆ”s grandes entre hermanos y primos. Marcos era un hombre alto, sumamente apuesto con extraordinaria voz varonil y buena actitud. De mente abierta pero nunca caĆ­a a las tentaciones de Lenin. 


TenĆ­an recorriendo ya bastante metros y el viejo de 60 aƱos parecĆ­a no cansarse a comparaciĆ³n con el joven de 32 aƱos que iba con la lengua afuera. Marcos trotaba, corrĆ­a, disminuĆ­a la velocidad, subĆ­a con rĆ­tmico movimientos las filas de piedras que se le atravesaban, a comparaciĆ³n de Lenin que estaba con el corazĆ³n agitado a punto de romperle el pecho. 


Demostrando un acto de piedad, Marcos decidiĆ³ paralizar la actividad bajo un Ć”rbol de naranjas. Finalmente faltaba poco para redoblar y podĆ­a regresar caminando a la casa. Lenin agotado y sudoroso se dejĆ³ caer al suelo respirando a profundidad. 


—Amigo, eso no estĆ” bien —indicĆ³ Marcos todavĆ­a dando pequeƱos saltos—, no puedes paralizar asĆ­ tu cuerpo, te harĆ” mal. 


Lenin simplemente bufĆ³ y se quedĆ³ tendido en el suelo. Marcos continuĆ³ haciendo ejercicios, colocĆ³ una pierna sobre el tronco del Ć”rbol y se estirĆ³, estaba en una posiciĆ³n muy vulnerable, si Lenin contase con la fuerza suficiente, se levantarĆ­a y le clavara una patada en sus poderosas bolas grandes, al dejarlo tendido en el suelo, se echarĆ­a sobre Ć©l para hacerle la mejor felaciĆ³n de su vida hasta dejar sus huevos completamente secos. 

Marcos dejĆ³ de estirarse y consultĆ³ su celular leyendo los kilĆ³metros recorridos. Lenin se fue levantando, todavĆ­a admirando la belleza de aquel seƱor, Marcos ejercĆ­a un fuerte dominio masculino sobre Ć©l, era todo lo que pudiese desear. Mientras miraba su celular, Lenin le recorriĆ³ el cuerpo con sus ojos, todavĆ­a se gozaba joven, con un cuerpo no fuerte, todavĆ­a estaba conservado para su edad, llenaba muy bien sus pantalones de vestir. 

—Marcos —dijo Lenin—, el dĆ­a estĆ” muy caluroso, ¿quĆ© te provocarĆ­a hacer? ¿O que te hicieran? 


Marcos sonriĆ³. 


—SerĆ­a muy interesante hacer una barbacoa, reunirse en familia y compartir varias bebidas frĆ­as. 


—No, Marcos —Lenin tenĆ­a un brillo muy vivo en la mirada—, no me esperaba una respuesta tan simple. Me refiero a una respuesta que te de placer, sexo. ¿Tuviste sexo anoche? 


—¿Anoche? No, la verdad no. 


—Hmmmm —Lenin se pasĆ³ la lengua por los labios de solo pensar como estarĆ­an de repletas con semen las grandes bolas de su amigo en aquel momento—. Si lo deseas puedo hacerte sexo oral aquĆ­, nadie se tiene que enterar. Estamos lejos tĆŗ y yo. SerĆ­a mi regalo de la maƱana y tĆŗ te relajarĆ­as. 


Marcos sonriĆ³ y se pasĆ³ rĆ”pidamente la mano por la entrepierna. 


—No, no, Lenin, te lo agradezco pero no estoy interesado en eso. 


—¿Por quĆ©? ¿No has dejado antes que otro hombre te haga un oral? Yo soy experto y te encantarĆ”. 


Marcos rio y moviĆ³ los ojos como si recordase algo del pasado. 


—En este momento no quiero amigo. 


—Marcos, te va a gustar y no hay nadie cerca. Te darĆ© placer. 


Marcos suspirĆ³ y sonriĆ³ galante. 


—Debo volver, amigo. No quiero que el cuerpo se desacostumbre al trote. TĆŗ tambiĆ©n vuelve, nos vemos despuĆ©s. 


—¿Te has molestado, Marcos? 


—¡No, soy mente abierta! 


Palmeo el hombro de Lenin y enseguida se dio media vuelta para irse trotando. Lenin dio un golpe al piso, siempre Marcos rechazaba sus propuestas sexuales. Era un viejo tan apuesto que lo excitaba. 


Lenin volviĆ³ a la hacienda de los ChacĆ³n sintiĆ©ndose abatido y un poco furioso se echĆ³ en una tumbona alrededor de la piscina. Farid saliĆ³ del agua vistiendo nada mĆ”s que un traje de baƱo ajustado y negro. 


—¿Por quĆ© esa cara muchacho? 


Lenin suspirĆ³. 


—Me fui a trotar con Marcos. 


—¿Y? —Farid hizo una risa pĆ­cara—. ¡Ya! No te gustĆ³ el sabor de la leche agria. ¿O no se le parĆ³ el amiguito de abajo?


—Je, je, je. No es eso. Es que ni siquiera me dejo probarle la punta del pene. 


—Te entiendo. Y eres muy obvio sĆ© lo mucho que te gusta el buen Marcos. Eres muy obvio cuando te quedas mirando su bulto en el pantalĆ³n, cuando se le marcan las bolas. 


A Lenin se le hizo agua la boca. 


—Me gustarĆ­a probar su jugo viril. 


—SĆ­, lo aƱoras —se quedaron un rato en silencio contemplando las ondas de la piscina. De momento a otro a Farid le brillaron los ojos—. ¡Tengo una gran idea! 


—¿De quĆ© se trata? —Lenin se interesĆ³. 


—Vas a lograr tu propĆ³sito con la leche de Marquitos. 


—Soy todo oĆ­dos. 


… 


El dĆ­a transcurriĆ³ sin grandes acontecimientos Marcos se reuniĆ³ con su esposa, hijos y nietos para comer una barbacoa cerca del almuerzo. Antes de caer la noche Farid se acercĆ³ al patriarca e intercambiaron algunos tragos hasta un momento donde los dos amigos de la juventud se marcharon del rancho para ir a otro establecimiento en el pueblo. 


—¿Un prostĆ­bulo? —Marcos doblĆ³ la cara cuando ocho mujeres de la vida alegre se plantaron ante ellos. 


—SĆ­ —respondiĆ³ Farid—, de vez en cuando hay que echar una cana al aire. QuerĆ­a hacerte este regalo. 


—¡Hombre, no te hubieses molestado! Pero venir a un prostĆ­bulo, ya no tenemos 30 aƱos. 


—No seas ridĆ­culo, Marcos. ¿Perdiste la fuerza? ¡Ja, ja, ja! ¡SĆ© muy bien que en tu matrimonio no has sido un santo! ¿A quien de ellas escoges? 

Marcos mostrĆ³ los dientes con una sonrisa a su vez que la polla le empezaba a reaccionar. Se decidiĆ³ por una bonita mujer pelirroja muy joven. 


No necesito viagra —fue lo Ćŗltimo que le dijo a Farid antes de partir con ella a una habitaciĆ³n. 


Marcos se encerrĆ³ en una pieza con la mujer, abrazĆ”ndola, intercambiando besos y pegĆ”ndole su erecciĆ³n. Ella se dejĆ³ amasar las tetas y se relajĆ³ con el olor a perfume del varonil macho que la tocaba. 


Lo fue desnudado poco a poco, aquel seƱor todavĆ­a tenĆ­a un cuerpo firme y fuerte, sĆ­, la mujer sabĆ­a que gozarĆ­a con ese cliente y no era necesario fingir un orgasmo, pertenecĆ­a a la familia ChacĆ³n y todos en el pueblo conocĆ­an sus dotes. ¡Hasta la polla se le habĆ­a parado firme! Sin ayuda de pĆ­ldoras milagrosas. Su pene era largo y delgado, las bolas eran grandes y le colgaban como campanas. 


La guapa pelirroja lo empujĆ³ y Marcos cayĆ³ contra la cama, se veĆ­a exquisito y apetecible. 


La mujer se echĆ³ encima de Ć©l y con el dedo indice le recorriĆ³ el amplio pecho, haciendo Ć©nfasis en sus sonrosadas tetillas. Intercambiaron besos y la prostituta se inclinĆ³ sobre una mesita de noche extrayendo unas sogas. 


—¿QuĆ© haces, preciosa? 


—PreparĆ”ndote para llevarte a la gloria. 


—SĆ­, ¿y cĆ³mo? 


—Solo espera… 


La mujer se sentĆ³ en su pecho y comenzĆ³ a sujetar las muƱecas de Marcos a los bordes de la cama, mientras lo hacĆ­a el caballero empujaba su verga erecta cerca de sus piernas, deseando follarla pronto. 


—Calma, tigre —pidiĆ³ la prostituta serenando sus ansias con apasionados besos en sus labios—. Ahora, hagamos otro juego. 


—¡Me encantan los juegos! 


Ella vendĆ³ los ojos del macho mientras el rugĆ­a como tigre, cortejando a la barata fĆ©mina. 


—¿QuĆ© jugaremos, preciosa? —quiso saber Marcos con los ojos vendados. 


—Un momento —la prostituta se apartĆ³ no sin antes darle un sutil beso a la polla y grandes testĆ­culos del ChacĆ³n. SaliĆ³ de la cama y se colocĆ³ una bata de un rosa chillĆ³n. Lentamente sin hacer el menor ruido abriĆ³ la puerta y apareciĆ³ Lenin. 


—¿Todo estĆ” bien? —interrogĆ³. 


—EstĆ” a pedir de boca —dijo la chica. EchĆ³ una mirada al guapo seƱor de 60 aƱos que continuaba con la polla tiesa—. EstĆ” exquisito, los dejarĆ© solos —apuntĆ³ un dedo acusador—, solo te encargarĆ”s de chuparselo yo quiero cabalgar ese potro. 


—No te preocupes, serĆ” todo tuyo —la tranquilizĆ³ Lenin. 


—Hmmmm. 


Por fin a solas con el guapo seƱor Lenin admirĆ³ al hombre en la cama, cuando se acercĆ³ a Ć©l tenĆ­a su propia verga tiesa. Con agilidad tocĆ³ con la punta de sus dedos la polla de Marcos. 


—Oh, lindura. AgĆ”rrala, es toda tuya. 


Lenin sonriĆ³ y tambiĆ©n palpĆ³ los grandes huevos de Marcos ChacĆ³n. 


—Oh, metelos en tu boca, chiquilla. 


—Eso harĆ© —confirmĆ³ Lenin. 


—¡¿QuĆ©?! ¿QuĆ© diablos es esto? ¿QuiĆ©n es esa voz? 


—La vamos a pasar rico, Marcos ChacĆ³n. 


—Lenin, hijo de puta, sĆ”came de aquĆ­ —Marcos enseguida comenzĆ³ a batirse sobre la cama—. Lenin, Lenin, cabrĆ³n. SuĆ©ltame. 


De repente, la mano del joven se interpuso contra los testƭculos de Marcos. Fue un golpe perfecto, que hizo mucho daƱo a las gordas bolas llenas de esperma de Marcos completamente desprotegidas.


¡Ay! 


Marcos se quedĆ³ congelado por el dolor. Sus cejas se arquearon hacia arriba y sus ojos se abrieron como platos. Dijo algo ininteligible. 


Lenin se inclinĆ³ ante Ć©l y dijo cerca de su oĆ­do. 


Tu leche por fin serĆ” mĆ­a. 


Marcos dejĆ³ escapar un gemido lastimero.


—Creo que estĆ”s de acuerdo —dijo Lenin con una sonrisa y la boca echa agua. 


GolpeĆ³ la mano contra los testĆ­culos de Marcos con toda la fuerza que pudo reunir. Machacando las gĆ³nadas del patriarca ChacĆ³n.


La palmada fue seguida de un lamento angustiado.


Marcos arqueĆ³ la espalda, sus brazos atados se movĆ­an queriendo agarrar sus bolas. 


Lenin besĆ³ los pezones de Marcos y despuĆ©s recorriĆ³ su lengua por el torso. Marcos gimiĆ³ sintiendo mĆŗltiples sensaciones por culpa de la barba de Lenin. 


No pudo aguantarse mĆ”s y el muchacho introdujo la larga vara en su boca, ensalivando el erecto falo responsable de procrear 4 hijos en el mundo. 


Marcos gimiĆ³ sintiendo como su polla se enterraba hasta lo profundo de la caliente boca de Lenin. 


Aaaaaaaaaah, ooooooooh. 


Lenin estaba disfrutando aquella polla larga del apuesto semental, saboreĆ”ndola por completo de arriba a abajo. La habitaciĆ³n estaba envuelta por los sonidos de la boca succionadora y los jadeos de Marcos que tambiĆ©n disfrutaba. DespuĆ©s el catador se dedicĆ³ a comer las dos inmensas gĆ³nadas.


Era delocioso. 


Lenin volviĆ³ a enfocar sus labios y lengua en la verga de Marcos. 


—¿QuĆ© decĆ­as, Marcos? ¿Que no te gustaba, eh? Te escucho gemir y jadear. 


—¡Eres un puto! 


Una y otra vez, Lenin golpeĆ³ las bolas de Marcos, provocĆ”ndole gritos ahogados, gruƱidos y gemidos.


Lenin se trago la polla hasta lo mĆ”s profundo de la garganta. DespuĆ©s pasĆ³ la punta de su lengua por la cabeza de la verga, seguidamente le dio un puƱetazo a los testĆ­culos.


ChacĆ³n gritĆ³ de dolor. 


Quiero batir esa leche. 


Se moviĆ³ como loco sobre la tiesa polla. DĆ”ndole sensaciones de placer en medio del dolor al guapo seƱor. 


Finalmente, tras un aplastante golpe con los nudillos que aplanĆ³ ambos cojones la polla dura y palpitante estallĆ³ con un gran chorro de esperma que empapĆ³ la lengua de Lenin.


Lenin se emocionĆ³ tanto que aplastĆ³ los testĆ­culos, provocando un largo y apagado gemido de los finos labios de Marcos. 



Chorro tras chorro de cremosa leche saliĆ³ de la polla, dando de comer a un hambriento Lenin, que tragaba con los ojos cerrados. 


Quiero todo el contenido de tus bolas —ordenĆ³ Lenin chupĆ”ndose los labios mientras apretaba los huevos de Marcos con toda la fuerza que pudo reunir. HundiĆ³ su boca probando el espeso nĆ©ctar que eyaculaba la verga. 


—¡AAAAAAAAH —Marcos estaba babeando y llorando, en contraste su pene seguĆ­a erecto y furioso como un soldado. 


Las amĆ­gdalas de Lenin continuaban empapadas del semen de Marcos. 


El varonil rostro del semental de 60 aƱos estaba cubierto de sudor, todavƭa babeaba y sollozaba de agonƭa. Sus testƭculos se estaban poniendo rojos y obscenamente hinchados.


Lenin se apartĆ³ tomando entre sus dedos los hilos de semen que salĆ­an de sus labios. No dejaba escapar nada, todo lo probaba.


Es delicioso —dijo despuĆ©s de un rato, sintiendo la sensaciĆ³n extraƱa pero conocida en su garganta—, caliente, salado, con penetrante olor y marcado sabor a aguacate. 100% recomendable.


Se levantĆ³ de la cama antes de salir de la habitaciĆ³n y dijo:


Y lo mejor de todo, Marcos, es compartir este secreto entre los dos. No estĆ”s en condiciĆ³n de hacer una venganza. No creo que tu esposa e hijos les agrade la idea de venir a un prostĆ­bulo con el amigo Farid.


Hizo una risa sarcĆ”stica y saliĆ³. La prostituta entrĆ³, le demorĆ³ un gran esfuerzo lograr que el pobre Marcos la penetrara. 

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