PENÉLOPE Y RODRIGO.
CONTIENE BALLBUSTING VERBAL Y M/M.
Los grandes testículos de Rodrigo ascendieron hasta la base del pene, aquel falo erecto y lleno de venas de 23 centímetros que al tacto denotaba una temperatura superior a los 42 grados centígrados.
Sintiendo la inminente eyaculación, el fornido hombre aceleró los embates contra la vagina de Penélope.
—OH!, no aguanto más, ME VENGO!!—Gritó de placer el macho.
Y comenzaron las contracciones en los testículos que se continuaron con potentes latidos del enorme falo. El contenido gonadal recorrió con rapidez los extensos conductos genitourinarios, las diversas glándulas, y una fracción de segundo después atravesaba el falo erecto para finalmente emerger por el orificio del glande.
Ante la eyaculación, Rodrigo apretó los dientes y dio un último empuje de pelvis manteniendo el miembro dentro de la mujer, se siguieron una cadena de chorros de leche en números incontables.
El abundante esperma invadía nuevamente la vagina de Penélope. Por tercera vez se corría dentro de su amante aquella tarde.
Acabado el esfuerzo eyaculatorio, Rodrigo retiró la verga y enseguida se derramó la leche de aquella vagina. Se quitó de encima de Penélope y pasaría a acostarse sobre las cómodas sábanas, estaba agotado y satisfecho por el amor, la igual de complacida mujer se ubicó junto al fuerte macho.
Penélope quería jugar y comenzó a recorrer la musculatura torácica de su amante con aquellos dedos inquietos.
—Me fascinas Rodrigo…
—Eso lo sé muy bien, querida, Ja…—El hombre contuvo la risa cuando la amante le palpó los músculos bajo su peluda axila, las pétreas estructuras conocidas como serrato anterior eran sólidas pero muy sensibles, generándole cosquillas al macho.
Serrato anterior
¿Pero quienes protagonizaron este acto de amor?
Penélope de 23 años trabajaba como secretaria en un despacho judicial, la joven mujer de 1.68 metros es muy bella de rostro con un cuerpo delgado y ejercitado en el gimnasio, siempre es la delicia de los ojos masculinos a su alrededor. Por otro lado Rodrigo de 25 años es escolta de profesión, su cuerpo de 1.80 metros es muy musculado, esto y su mentón cuadrado denotan una impactante masculinidad que siempre atrae a las mujeres.
Los amantes se conocieron al ser Rodrigo el escolta de un juez, actual jefe de Penélope. Por los diferentes horarios laborales los encuentros de placer no son tan frecuentes como ellos quisieran.
El varón visitó esa tarde de sábado el apartamento de la secretaría con un fin claro y deseado por ambos: Tener sexo!
Después de unos minutos de reposo, Rodrigo se incorporó y se colocó el calzoncillo, Penélope vistió sus pantaletas y tomó rumbo a la cocina para traerle una bebida.
La mujer en topless se veía preciosa a los ojos del escolta, que esperaba beber y comer algo para entonces retomar la pasión.
Pero los planes cambiaban, cuando Penélope regresó vio a Rodrigo con el rostro serio mientras escribía un mensaje en su teléfono.
—Que ocurre Rodrigo?
—Lo siento mi amor, debo ir a la oficina, el jefe de personal me colocó para un turno esta noche, debo estar allá antes de las 6 pm.
La tarde de pasión era interrumpida, al parecer inevitablemente según el propio Rodrigo quién había pedido turnos extras para recibir mejor paga aquel mes, aunque nunca pensó que le dañarían la tarde de sábado.
Penélope se lamentó, no podría seguir disfrutando de aquel semental. La mujer detalló su bulto genital, era demasiado grande!, los órganos viriles de Rodrigo llenaban por completo su calzoncillo blanco, quisiera tocarlos a toda hora…No pudo evitar morderse los labios.
Rodrigo cargó el pantalón en su mano, ahí fue cuando Penélope se le acercó y tirándole la prenda al suelo, le tomó de las manos.
—Ten mucho cuidado Rodrigo, esos turnos nocturnos no me gustan, cuídate mucho.
—Siempre lo hago, querida.
—Que tus compañeros te cuiden bastante, cuídense entre todos, y toma todas las medidas para estar bien, cámaras, chalecos, carros blindados, qué sé yo...todas esas cosas que usan ustedes los escoltas. Mi amor, tu trabajo es muy peligroso!
—Los trabajos peligrosos son los que dan dinero.
—Toma todas las precauciones, mi vida, es la única forma de que estés a salvo.
Rodrigo pensó un instante y agregó.
—Mujer, siempre te preocupas por mí, pero entérate que no importan las precauciones que tome, al final del día todo dependerá de 3 cosas…—hizo una pausa ante la interesada mujer—…La primera, es que siempre tenga balas en mi arma.
Penélope giró la cabeza hacia el perchero donde colgaba la funda y el arma de Rodrigo.
Esos eran asuntos de personas entrenadas en armas de fuego, ella jamás había tenido un arma en sus manos.
—La segunda…—Expresó Rodrigo mientras Penélope aún observa el arma.
—Iiaaaa!!!—Se sorprendió la mujer cuando se vio metro y medio del suelo, Rodrigo sostenía de la pequeña cintura a aquella criatura que parecía pesar como una pluma.
—…La segunda cosa es la fuerza de mis músculos!
—Aiii por favor Rodrigo, bájame!—Casi suplicó la mujer—Rodrigo cuidado!—Se asustó cuando el varón le elevó un poco más, acercándola peligrosamente al abanico encendido del techo.
—Rodrigoooo!!—Expresó la mujer, pero en ese instante el hombre la bajaba rápidamente.
Penélope quedó justo frente al hombre agitada por el susto, Rodrigo la mantenía pegada a él teniéndola de la cintura.
—Que malo eres!—Expreso mientras le daba un par de puños contra los fornidos pectorales del escolta.
—Calma querida, jajaja, no te pasó nada malo.
—Oh, debería darte un…toma!—La mujer bajó una mano y le dio un suave golpe de palma en el bulto testicular de su amante.
—Uy!—Exclamó levemente Rodrigo, quien retiró la pelvis un poco, y liberó la cintura de la mujer, enseguida rió—Jejeje. Que traicionera es usted señorita, eso fue golpe bajo…
—Te lo mereces por hacer esas cosas peligrosas.
La pelvis de Rodrigo regresó a su posición de prepotente vanguardia, rozando el bajo vientre de la mujer. Nuevamente sujetaba del talle a Penélope.
La mujer de nuevo estaba contra los pectorales masculinos y detalló aquellos amplios músculos torácicos, a propósito les dio nuevos golpes de puño.
La mano de la fémina simplemente rebotaba, golpear esos pectorales era como impactar un muro de concreto.
—Eres un bruto, Rodrigo!
El macho sonreía, apoyó sus calzoncillos contra el vientre femenino y Penélope sonrió al fin. La mujer retomó lo expuesto por el escolta.
—Entonces… Te refieres a la fuerza de estos músculos…—Penélope acariciaba los hombros y bíceps del macho.
Rodrigo solo disfrutaba, en breve tendría que vestirse y partir.
—Y la tercera?—Le preguntó la mujer, una duda que quería resolver.
Rodrigo por un instante no entendió, luego se percató a qué se refería y contestó:
—La tercera cosa?, pues que otra sino mis grandes pelotas!, las que me hacen más hombre y las que me dan más fuerza y bríos para pelear…para pelear y ganar!—Rodrigo se mostraba muy orgulloso de tener testículos, y de un tamaño envidiable.
LOS QUE LE CUELGAN A RODRIGO.
De pronto Penélope se mostró distraída.
La mención a los testículos y la palabra “Pelear” trajo a su memoria una película clásica que vio anoche. En un combate de artes marciales, el acuerpado protagonista, (un tal Jean-Claude Van Damme) se agachaba y conectaba un fortísimo puño ascendente entre las piernas de su rival, -igual de fuerte que él-…el único golpe dejó al enemigo tambaleante y vencido.
Penélope se arrodilla y le pone la cara en el bulto de los calzoncillos, hunde su nariz oliendo sus gónadas. El varón suelta un jadeo, la mujer continua con un beso en el bulto testicular.
—Rodrigo, cuídalos mucho por favor!. Sí!, mucha fuerza te dan al tenerlos grandes, pero si te golpean allí, te debilitarán mi amor, ten cuidado! —Con el recuerdo de la película Penélope se mostraba realmente preocupada. No era lo mismo un manotazo cómo el que ella le dio hace unos instantes, a un golpe con fuerza dado por un oponente varón y decidido a lastimar a su amado.
—Oh mujer hablas de cosas horribles, me han pegado en las bolas peleando, y es horrible, cómo duele!, eso te deja sin energías, se te va toda la fuerza!
Fugazmente en su mente, Rodrigo recordó una ocasión en la que se peleó a puño limpio con otro varón, muy similar en fuerza a él.
RODRIGO, EL VARÓN DE LA IZQUIERDA.
La pelea estaba equilibrada hasta que por un segundo Rodrigo se descuidó, su rival aprovechó la ventaja y le enterró un rodillazo en los testículos, la inmensa fuerza del sujeto empujó violentamente las grandes pelotas de Rodrigo contra su cuerpo. Sus bolas se deformaron un instante para de inmediato rebotar bruscamente cuando el cobarde retiró su rótula.
El fauleado soltó un quejido de dolor y apretó los dientes. De inmediato retrocedió unos pasos, cruzando los muslos para proteger su herida hombría.
—Y que sientes, Rodrigo? —La pregunta de Penélope sacó al macho de su recuerdo.
—Qué se siente?, dolor puro e intenso, un dolor como ningún otro, eso es lo primero, te pueden dar ganas de vomitar, ardor en toda la zona del bajo vientre y sin duda te tiemblan los muslos, te quedan como de gelatina.
Penélope estaba boquiabierta ante lo terrible que parecía aquello, fue cuando detalló los gruesos muslos de Rodrigo.
—Estos muslos? temblando?, parece algo imposible…—La mujer denotaba su incredulidad, puesto que se trataba de enormes masas de músculos. A continuación se los besó seductoramente.
—No miento querida, te tiemblan por un buen rato…
—Y en las bolas? Como las sientes después de que te dan…
—Que curiosa la niña!, Penélope, es como si te quemaran con un encendedor, así de traumático es! además sientes un vacío adentro de las bolas, un vacío que no sabes cómo llenar.
Penélope estaba muy interesada en las respuestas de su pareja.
—Y como haces para soportar algo así?, cómo pelean ustedes si les pegan en sus “delicados”.
—Soy hombre y sigo peleando… Mermado en fuerza, pero ataco!, es algo difícil pero debes hacerlo, tienes que resistir el dolor, resistirlo!…—
La mente de Rodrigo volvió a aquella pelea!
Atacar!, eso fue lo que hizo, a pesar de recibir ataques de puño de su oponente, Rodrigo soportó el castigo y atacó con las fuerzas que le quedaban, sacaba energías de donde encontrase en su cuerpo. Mientras tanto trataba de resistir lo más posible el dolor en las bolas.
—…Tomar aire te ayuda, —Volvió a hablar el varón a su mujer —Con aire en tus pulmones sientes que comienzas a llenar ese vacío en las pelotas…
La intrigada Penélope mantenía su cuello arriba, mirando a su macho hablar de aquellas malas experiencias.
—…Y sientes que tus bolas comienzan a bombear energía, sientes que la fuerza a tus músculos les vuelve. Así es querida, a uno le vuelve la potencia!
En esa pelea del pasado…El creciente flujo de energía desde sus bolas, aumentó rápidamente la potencia de sus puños!, lentamente su rival sintió sus potentes golpes y terminó en el suelo vencido. Fue una pelea difícil para Rodrigo, pero demostró su superioridad como macho.
POTENCIA, Esa última palabra despertó un poco de morbo en Penélope, en su cerebro hubo un cambio de chip, volviendo a la actitud jocosa.
—Te vuelve la potencia? Entonces puedes volver a hacerle el amor a una mujer? Ja,ja.
—Penélope, no me refería a eso.
—Pero si podrías?—La mujer comenzó a acariciar los muslos del varón, pícaramente se acercaba al bulto genital pero a último momento volvía a descender…El falo de Rodrigo dio un leve brinco.
—Claro que sí podría.
Penélope ríe sin parar.
—De que te ríes?
—Se me ocurrió algo…
—Qué cosa? — Rodrigo se mostró muy curioso.
—Rodrigo, un día de estos te voy a dar un puño en los huevos.
—Oh! pero que cosas dices!
—Sí, quiero verte haciéndome el amor sin potencia!, y cómo poco a poco vas recuperándola, sería divertido verte así Rodrigo.
—Oh no seas mala, desiste de eso.
—No!, lo haré! te daré un puño, nada de manotazos, será un puño, te voy a dar un puño Rodrigo!
Penélope hizo el amague de lanzar un gancho ascendente.
Rodrigo se mostró algo incómodo, no quería un golpe bajo, prevenido ubicó una mano protectora a centímetros de su bulto.
—Y te advierto…puedo tener un puño pequeño, que no se compara con el puño de este enorme machote…Jaja, pero estoy segura que te hago daño en los huevones, Rodrigo.
Rodrigo se tomó el asunto más seriamente y reforzó la protección a sus testículos, ahora su mano acunaba bien sus enormes cojones.
—Entonces tendré que cuidarme.
—Pero no hoy querido, tienes que trabajar esta noche y debes estar sano, no te deseo ningún mal, mi amor.
—Pues gracias, Penélope—El varón retiró la protección— Pero ésta loca mujer! Ahora me causas un problema, me tengo que cuidar de ti en adelante.
—Inténtalo lo mejor que puedas, pero un día te cojo distraído, todos bajan la guardia alguna vez…Y te vas a sentir mal.
—Claro que me sentiré mal.
—No, no me refiero a que te duela, me refiero a que una mujer te va a lastimar, y siendo tú un macho tan fuerte no te gustaría que una débil mujer te deje en malas condiciones, verdad?
—Eres terrible Penélope!, pero sabes algo? —Rodrigo pensó mejor el asunto y sonrió—Adelante! sigue tu plan.
La mujer se mostró extrañada.
—Te voy a confesar que todo esto me está dando cierto morbo, me dolerá sin duda, pero parece excitante!
—Así?, pues me sorprendes Rodrigo, no te conocía esos gustos…Jaja, pero que lindo mi Rodrigo—Penélope volvió a olerle las bolas sobre el calzoncillo.
—Bueno, otro día experimentamos eso…ahora me tengo que ir.
Penélope se incorporó, besó en los labios a Rodrigo y devolvió el pantalón a sus manos.
El varón se vistió y dejaría el lugar rumbo a su riesgoso trabajo. Tras de sí quedaba una mujer ya no preocupada, sino sonriente y enamorada.
FIN.
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