CASTIGO MATERNO. - Las Bolas de Pablo

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8 abr 2021

CASTIGO MATERNO.

 

CASTIGO MATERNO.

 

CONTIENE BALLBUSTING F/M.

 

Continuación del relato DECEPCIƓN MATERNA.

https://lasbolasdepablo.blogspot.com/2021/02/normal-0-21-false-false-false-es-co-x.html

 

 

En el relato anterior, DƩbora regresa a casa mƔs temprano de lo esperado y ve salir a AngƩlica, la novia de su hijo Roberto, mƔs que enfadada. Al ingresar estƔ presta a regaƱar a su retoƱo por verse con ella sin el permiso materno. Es cuando se topa con su hijo tirado en el piso adolorido de los testƭculos.

Para la madre su hijo intentó forzar sexualmente a su novia, y la joven, decidida a evitar la violación le golpeó en los testículos y se marchó.

La decepcionada madre reclama a su hijo por las horribles acciones y a pesar de Ʃste negar todo, ella no le cree.

Finalmente le da a tomar una pastilla para el dolor, pero en lugar de aliviarle le deja dormido. DƩbora le observa y promete castigarle severamente.

 

Tras dormir a su hijo, la mujer le ata las manos con una cuerda y arrastrÔndole le conduce a un muro de la sala. Allí y en el muro opuesto, el propio Roberto colocó unas argollas de hierro como punto de apoyo para en ocasiones ubicar una cómoda hamaca.

Ante la altura y peso de su retoño, la mujer hace un gran esfuerzo y le recuesta contra la pared, es cuando pasa la cuerda con la que sujetó las manos de Roberto por la argolla y a modo de polea tira y tira hasta lograr levantar a su hijo, quien queda finalmente en pie y con los brazos en alto y bien sujetos al hierro.

DƩbora le retira los calzoncillos observando los genitales de su hijo, el pene del joven es largo. Le revisa los testƭculos, se ve un enrojecimiento en el escroto, sin duda el efecto del golpe de AngƩlica.



La madre va a la cocina y regresa con un vaso de agua helada y un utensilio de cocina, es una espƔtula metƔlica.


El agua helada es arrojada sobre el rostro de Roberto, quien finalmente reacciona.

—QuĆ© pasa?...mamĆ”?—El joven estĆ” confundido, se halla atado, desnudo y con las manos en alto, se asusta al ver el rostro de enfado de su progenitora, nunca la vio asĆ­.

La madre estƔ blandiendo la espƔtula en la mano.

—VerĆ”s hijo, me decepcionaste con tu actitud y te voy a enseƱar educación!

—Pero mamĆ”, que vas a hacer?

—Antes que nada te contarĆ© la verdadera razón por la que tu padre se fue de la casa… Te adelanto que es verdad que Ć©l me intentó forzar una vez, pero eso de que se detuvo con una bofetada que le di, no es del todo cierto. Ahora lo sabrĆ”s con detalles!

 

HACE 9 AƑOS.

Débora llegó muy tarde de trabajar y se retiró las ropas, la mujer en ropa interior se desplomó en la cama ansiando descansar, había sido una jornada agotadora.

En ese instante, Felipe salió del baño, el marido en pantaloneta de dormir se empalmó apenas vio a su mujer.

El marido de inmediato se abalanza sobre ella llenƔndola de besos, DƩbora le rechaza, le deja claro que estƔ cansada y solo quiere dormir.

La mujer se incorpora de la cama buscando el baƱo para asearse y poder irse a dormir, pero Felipe la toma del brazo y la obliga a acostarse, el hombre se le sube.

Se da un forcejeo, Débora le dice que no quiere, a él no le interesa su opinión, con besos la trata de convencer; Ante el insistente rechazo, Felipe aplica mÔs fuerza, Débora teme lo peor.

Decidida a no dejarse penetrar, la mujer le muerde con fuerza una mano. Felipe grita y la suelta, DƩbora corre y se encierra en el baƱo. La mujer asustada y agitada le grita insultos.

Felipe le pide perdón, pero Débora le exige salga del cuarto, el marido accede y se va a dormir a la sala. La esposa lentamente sale del baño y al no encontrar al hombre se calma. Con el paso de las horas el enojo de la mujer aumenta, sale del cuarto y le ve dormir en el sofÔ. Piensa un plan para castigarlo.

El plan es dormirle con las gotas que ella usa, la mujer las mezcla con un poco de miel y se las hace tragar al dormido esposo, quien por el agradable sabor no se inmuta en su sueƱo.

Una vez Felipe queda profundo, la mujer lo lleva arrastrando al cuarto, a la cama y finalmente le ata las manos y pies en forma de X.

A las 7 am el pequeƱo Roberto de 8 aƱos es buscado por el transporte escolar. Una vez a solas en casa, la mujer despierta al esposo.

DƩbora se presenta ante el asustado marido con una espƔtula de metal.

—Por favor DĆ©bora, dĆ©jame ir…

—Nada de eso, ahora te castigarĆ©!

La mujer le retira las ropas, dejƔndole desnudo.


—Que vas a hacer, mujer?

—PagarĆ”s por querer violarme!

Débora subió a la cama colocÔndose junto a su desnudo e inmovilizado marido, con la espÔtula jugaba con el pene y testículos de Felipe.

—Que vas a hacer con eso?

—TĆŗ que crees?, por cierto, como te gustan los huevos en el desayuno Felipe?...

De nada sirvieron los ruegos, disculpas y promesas del hombre para soltarle, la mujer estaba decidida a causarle dolor.

—…Ah sĆ­, ya recuerdo, los huevos siempre te han gustado estrellados!

La espÔtula se movió con el brazo de la esposa, tomando impulso para impactar en el escroto de Felipe quien gritó fuertemente, nadie le escucharía aquella mañana.

—Ayayay—Se quejaba el hombre ante el sufrimiento.

Débora le miró enojada.

—Aguanta el dolor como hombre, cuando me haces el sexo si te comportas como un prepotente macho.

Otro alarido del esposo le aguó los ojos.

—QuĆ©? Vas a llorar?, que decepcionada estoy contigo Felipe, sĆ© varón!

Nuevo impacto de la espÔtula esta vez centrado en el testículo izquierdo de Felipe, quién rompió en llanto.

—Para, Ay, ay, para, ay, ay…—Los sollozos del marido daban repulsión a DĆ©bora.

—No me detendrĆ© hasta que aprendas la lección!

Un cuarto azote con el utensilio de cocina y enseguida un quinto, el grito de Felipe se hizo agónico y no respondió mÔs.

Débora se detuvo y analizó a su esposo.

—Vaya!, este hijo de puta se desmayó. Vaya marido el que me tocó.

Tras un sin número de bofetadas, Felipe despertó, su mirada denotaba susto real, pero el enojo de su esposa ya se había esfumado y le soltó, mÔs le advirtió que de repetir su conducta le iría peor.

Esa conducta casi psicópata hubiera sido suficiente para ahuyentar a Felipe del hogar, pero el hombre, que nunca vio a su esposa comportarse asĆ­, creyó que la vida matrimonial podrĆ­a recomponerse…Y asĆ­ fue por un tiempo.

Unos meses después, una mujer trató de seducir a Felipe, y el débil de carne cayó fÔcilmente.

Débora le amenazó tras descubrirle, si bien la escena fue en plena calle, la mujer decidió que no le haría un escÔndalo público.

—Vamos a casa, porque allĆ” te voy a dar tu merecido!

Pero el prevenido Felipe no volvió con ella aquel día y desde entonces no se dejó ver.

Por esa época Débora vociferó:

—Es un cobarde! enviar a su madre por sus cosas!, no se atrevió a darme la cara!

Felipe nunca le dijo al hijo lo ocurrido, pues la madre era buena con éste y eran asuntos íntimos, él no tenía edad para saber la verdad, luego el padre se fue a otra ciudad y la relación con Roberto se hizo escasa y lejana.

 

Cuando Roberto creció pensó que su padre se fue por la infidelidad y enojo de su madre, pero hoy se enteraría que fue por temor al castigo marital.

 

La narración terminó y Roberto estaba muy asustado, ya sabía de qué trataba lo planeado por su madre. Un castigo ya no marital, sino materno.

Débora se acercó a Roberto.

—Que vas a hacer mamĆ”?

—Te voy a castigar severamente, asĆ­ aprenderĆ”s a comportarte con las mujeres.

La madre le tomó los testículos, el joven se quejó pues aún le dolían un poco.


—Roberto, cuando fue la Ćŗltima vez que te vi los huevos?, debió ser cómo a los 11 aƱos no?, ah!, espera, fue como a los 12 que te dieron aquel golpe con un balón, te dolĆ­a y no querĆ­as que te revisara, finalmente me dejaste verlos… Pero mĆ­ralos ahora, no se comparan, mi Roberto ya es un hombre, y vaya bolas de hombre que tiene.

Ahora la mujer comenzó a agitar la espÔtula de acero.

—Mami te lo ruego, suĆ©ltame…

La madre pareció ignorar su suplica.

—No es la misma que use con tu padre, pero es casi igual. El padre soportó 5 golpes antes de desmayarse, veamos cuantos soporta el hijo.

—MamĆ” por favor, deja de bromear…—Roberto estaba sudando copiosamente.

DƩbora no alteraba su rostro serio.

La fría espÔtula tocó el escroto de Roberto, la madre la usó para elevar ligeramente la bolsa testicular de su hijo.

—MĆ”s de una vez me imaginĆ© manipular los huevos de tu padre cuando preparaba los huevos para tu desayuno, hijo mĆ­o.


—MamĆ”, libĆ©rame por favor, AAAHHH!!!—Gritó Roberto cuando DĆ©bora retrocedió el brazo y liberó la fuerza, propinĆ”ndole el primer golpe de espĆ”tula en los testĆ­culos.

El objeto metĆ”lico se estrelló en pleno escroto del joven de 17 aƱos, generando un ¡PLAFF! cómo sonido.

—Mmmmmm—Roberto se mordió los labios conteniendo mĆ”s quejidos de dolor.

La mujer retrocedió el instrumento, entonces sonrió ante la agonía de su hijo.

—Te confieso algo Roberto, tienes las pelotas mĆ”s grandes que tu padre. Y no precisamente por el golpe que te dio tu noviecita, eres un joven huevón….Me siento orgullosa como madre de tener a un hijo tan bien dotado.

—MamaaaĆ”….Perdón, no, no volverĆ© a hacer nada malo.

—Lo siento Roberto, pero estoy decidida a saber quiĆ©n aguanta mĆ”s entre Felipe y tĆŗ.

Zaz! La mano materna se balanceó y conectó un perfecto golpe ascendente en los huevos del Roberto con la espÔtula, parecía una maniobra con una raqueta de tenis.

—AAAaaaHHH!!!!—Esta vez el muchacho no pudo evitar el grito.

Roberto se retorcía en su restrictiva posición, comenzó a sollozar y suplicar:

—Ay no maĆ”s, mamaaaĆ”, aaaaaiiii!!!

—Nada de eso!

El joven juntó los muslos y ladeó la cadera cubriendo sus genitales.

Débora se enojó al ver obstruido el camino a las bolas de su hijo.

—Separa los muslo Roberto! o si no…—Era la orden tajante de la madre.

El chico no obedeció y la enojada mujer actuó.

—AAaiiiiiii!!!—Chilló Roberto cuando DĆ©bora le enterró sus largas uƱas en las costillas, especĆ­ficamente debajo de las axilas. La mujer buscaba bien el espacio entre costilla y costilla, hundiendo la uƱa del pulgar y arrancĆ”ndole alaridos a su hijo. Con cada retorcida de Roberto la mujer le remataba con golpes de espĆ”tula en el torso.

Roberto trataba de soportar el dolor, debĆ­a mantener sus pelotas fuera del alcance de la “espĆ”tula materna”.

Un descuido de Roberto y la mujer metió la mano entre sus muslos.

—Ayyy mamiii!, mamitaaaa!!

Débora le agarro el pene, la mujer le enterró las largas uñas estirÔndoselo, Roberto solo pudo dejarse llevar y acomodarse frontalmente ante la dominante mujer que le aruñaba el falo.


—Ja!, la verga larga como el papĆ”.

Débora estiró hacía arriba el largo pene flÔcido y con las bolas desprotegidas le descargó un nuevo golpe de espÔtula!

—AAauuu!!—aulló Roberto.

Las piernas de Roberto temblaban y sus brazos atados en alto eran lo que prƔcticamente le sostenƭan, el hijo querƭa dejarse caer volverse un ovillo y sobar sin fin sus cojones.

DƩbora demostraba que no se cohibƭa en atacar los testƭculos de los hombres, sin importar que fuesen los de su hijo, necesarios para que diera nietos, o los de esposo, muy necesarios para Ʃl y ella, pues en aquella Ʃpoca la mujer admitƭa necesitar de un pene cada noche en su cama. Pero castigar los abusos de su marido y las canalladas de su hijo, estaban primero que cualquier cosa.

 

Débora se ubicó una vez mÔs frente a su hijo y ahora le tomó de la barbilla, Roberto sollozaba.

 

—SĆ© fuerte hijo mĆ­o—Y soltó otro ataque con la espĆ”tula.

 

El metal impactó la blanda zona de Roberto, quién contrajo el cuello y abrió la boca para exhalar un terrible grito, el chico palideció al mÔximo:

 

—AAAAAAAhh!!!!

 

De repente cesó el sonido. La mujer le observó, sus ojos estaban cerrados.

 

—Ah!, con cuatro golpes te desmayaste, bueno no he contado el golpe que te dio tu novia, si bien fue hace un rato, ella te lo debió dar con toda su fuerza si era para defender su honor…Creo que serĆ” un empate a 5 golpes, el hijo igual que el padre.

 

DƩbora se quedarƭa esperando a que su retoƱo reaccionase, pasados unos 10 minutos, Roberto recobraba el sentido.

 

Al abrir los ojos lo primero que vio fue a su madre.

 

—MamaaaaĆ”, ya no mĆ”s— Jadeó y suplicó el muchacho.

 

—No te preocupes cariƱo, ya no habrĆ” espĆ”tula—La mujer arrojó el utensilio a lo lejos.

 

—MamĆ”, te prometo comportarme bien, no harĆ© cosas malas…

 

—Lo sĆ©, cariƱo.

 

A pesar del infernal dolor testicular, Roberto mostro una ligera sonrisa de alivio.

 

—AAAAAUUUUUUU!!!! —Se quejó Roberto cuando por sorpresa DĆ©bora le enterró un fuertĆ­simo rodillazo en los testĆ­culos. Fue el golpe mĆ”s fuerte que la mujer hubiera dado en su vida, y lo conectaba contra los huevos de su Ćŗnico hijo.

 


 

—Porrr queee? —Fue lo Ćŗnico que alcanzó a decir el atontado muchacho. Los ojos de Roberto miraban al techo y parecĆ­an blanquearse.

 

—Por quĆ©?, porque soy tu madre y te conozco bebĆ©, siempre te costó aprender las cosas a la primera vez, siempre a la segunda es que se te quedaba grabado todo, este rodillazo es eso, la segunda vez para que aprendas bien la lección y nunca se te olvide.

Roberto volvió a perder el conocimiento.

El joven despertó una hora después, estaba libre, pero yacía en el piso. Apenas tuvo conciencia adoptó la posición fetal y lloró a gusto.

Débora se fue a dormir, el joven recuperó fuerzas y se fue a su habitación y cama dónde se derrumbó del cansancio. Al día siguiente llamó a su padre y le contó lo ocurrido.

—Es una demente!, pero le voy a echar la policĆ­a!

Roberto le persuadió de no hacerlo, a pesar del terrible castigo, era su madre y la quería.

Felipe le propuso irse a vivir con Ć©l de inmediato y el hijo aceptó. Dos horas despuĆ©s el padre llegaba a la entrada en su automóvil. A pesar del enfado hacĆ­a DĆ©bora por lo que acababa de hacer, el miedo pudo mĆ”s y no se atrevió a darle la cara…A pesar de tantos aƱos, aun temĆ­a alguna fauleada por parte de su “peligrosa” ex mujer.

La madre esperaba la partida de su hijo de 17 años desde que decidió castigarle las pelotas, incluso esperaba que la odiase y se marchase a escondidas, pero el joven le contó su decisión.

—No te odio mamĆ”, pero necesitas ir a terapia—Expuso el joven, cargando sus maletas.

—Bueno Roberto, te extraƱarĆ© mucho, pero ya eres casi adulto y acepto lo que has decidido… Al menos quedo feliz sabiendo que el castigo te harĆ” un mejor hombre con las mujeres.

Roberto no dijo nada, solo le dio un beso y se marchó.

El joven viviría bien con su padre, pero su madre tuvo razón en que aprendió la lección sobre tratar bien a las mujeres. El rodillazo de Angélica y sobre todo el castigo materno, le dejaron claro lo terrible que podía ser una mujer enojada y decepcionada.

 

FIN.

 

***

 

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