UNA NOCHE DE MIERCOLES, Para una mañana de Domingo. Parte 5 - Las Bolas de Pablo

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24 abr 2021

UNA NOCHE DE MIERCOLES, Para una mañana de Domingo. Parte 5

 

UNA NOCHE DE MIERCOLES,

 Para una mañana de Domingo. Parte 5

 

CONTIENE BALLBUSTING F/M Y M/M.

 

En el capítulo anterior, Alexandra le cuenta a Nicolás que es una chica, aunque mantiene en secreto la razón por la que parece esconder su identidad. Al salir del estadio son atacados por Bornacelli y 5 cómplices, dándose un enfrentamiento. Nicolás vence al líder del grupo, mientras una hábil Alexandra derrota a la mayoría de agresores.

 

Nicolás y Alexandra se acercaban a la avenida. La joven le dio un momento el útil palo a su amigo, bajó su capucha y se colocó los auriculares, algo no estaba bien.

—Oh, Schei!—Una vez más aquella palabra.

—Qué pasa?, se dañaron?

—Parece que sí, debieron recibir otro golpe durante la pelea…Que mala suerte.

Nicolás notó que la voz de Alexandra ya era totalmente suave, esa era su voz natural, de seguro el estrés de la segunda pelea le quitó por completo el efecto del inhalador.

La joven desistió de hacer funcionar el dispositivo y lo volvió a ubicar en su cuello. Cubrió nuevamente su cabeza.

—Perdóname, Alexandra—Expresó Nicolás devolviéndole el palo.

—Y que debería perdonarte?

—Te metiste en todo este lío por mí, eso hace que al menos indirectamente sea responsable por lo de tus auriculares.

—Sólo olvídalo, aunque si quieres compensármelos no lo rechazaré, jajaja.

Nicolás se contagió de la risilla, claro que para él era una risa de alivio, ni en seis meses ahorraría dinero para comprar unos auriculares tan costosos. Cambió el tema:

—Disculpa, que quieres decir con eso que expresas?, siempre dices esa palabra extraña.

—Te refieres a Schei!—Alexandra entendió a qué se refería—Es un diminutivo de Scheiße!, es alemán, su significado equivaldría a algo así como… Carajo! o Joder!

—Que vulgares alemanes…—Bromeó Nicolás, la chica soltó una risilla.

Nicolás pensó:

Alexandra habla alemán?, También era alemán aquella frase que pronunció cuando trataba de cerrar su mano vendada?; Por cierto, aquello sí que fue extraño, que buscaba hacer?

Sus pensamientos quedaron cortados pues por fin llegaron a la avenida.

—Vámonos en taxi, pero ya!, tienes dinero?—Interrogó Nicolás, quien desde antes sospechaba que a pesar de sus ropas y artículos costosos tal vez no tendría efectivo—Yo te pago el taxi, o si quieres nos vamos juntos y una vez te deje en tu casa me llevará a la mía.

Tal vez así sabría donde vive.

—No te preocupes. Tengo dinero y tomaré un taxi aparte.

Nicolás no quiso replicar y le dio la razón. Pero algo en él le impulsó a hablar:

—Alexandra, seré directo! la verdad quiero volver a verte, pero pareciese que no va a suceder.

La chica se coloreó un poco y respondió.

—Pero que dices?, claro que nos veremos de nuevo.

—Discúlpame, pero soy poco optimista.

Alexandra pareció comprender su suspicacia. Se quedó un instante pensando, fue cuando sacó la pelota autografiada del bolsillo de su chaqueta y la extendió a Nicolás.

—Tómala…

—Me la das?, No puedo aceptarla.

El joven recordó aquella pelota estrellada que pensó regalarle, ahora no sólo no se la daba de regalo, sino que recibiría una pelota autografiada de su parte, no se sentiría bien aceptándola.

—No te la regalo, sólo te la daré a guardar, cuando nos volvamos a ver me la devuelves.

Nicolás entendió el mensaje, se mostró algo más esperanzado en un reencuentro. Desde ahora cuidaría aquella pelota celosamente, quería volver a verla.

Se detuvo un taxi.

—Tómalo tú, yo me voy en otro.

Alexandra replicó:

—No! debes irte tú—Ante la inminente queja del caballeroso Nicolás, continuó—Yo soy la casi-policía, recuerdas?, también soy la entrenada en Kendo y que aún tiene un arma en la mano—Levantó el palo y amenazó en broma con golpear la cabeza de Nicolás—Ya sube, no seas testarudo.

El chico obedeció, pero antes se dieron la mano.

—Gracias por todo Alexandra, esperaré el día en que pueda volver a verte.

Una vez más la joven se coloreó.

Ya desde el taxi, Nicolás expresó:

—ESPERA!...no se tu apellido.

La chica sonrió:

—Es mejor que no lo sepas, no es por ser un secreto, Nicolás… Simplemente mi apellido es extranjero y para la mayoría es impronunciable. Se te trabaría la lengua, créeme.

—Apellido alemán?

—Jeje…Muy listo…Sí, algo así.

El taxi arrancó y Nicolás desapareció.

Un instante después un segundo taxi se detuvo. Nicolás -quien miraba hacia atrás- se sintió aliviado al verlo parquearse junto a la chica, Alexandra estaría bien.

En el primer taxi.

Nicolás no dejaba de observar la pelota de béisbol, su dureza, sus costuras y la firma en ella; Se mostraba algo triste, su esperanza de volver a verla se limitaba a que regresase por la pelota.

En el segundo taxi.

Tras desechar el útil palo Alexandra subió al taxi, dio una dirección fingiendo una voz grave y el vehículo avanzó. Sacó el inhalador, parecía querer usarlo… pero se detuvo, volvió a guardarlo. De un bolsillo del pantalón sacó un billete y algunas monedas, las observó por unos segundos, apretó el dinero en su puño y le dijo al conductor:

—Espere, no vaya a esa dirección, lléveme a la calle 87 con avenida Sucre.

 

El taxi dejó a Nicolás a una cuadra de su vivienda, decidió caminar el corto tramo para estirar un poco las piernas.

—Hey!—Le gritó alguien a distancia.

Nicolás observó a su vecino Fercho, no podía creer su mala suerte.

—Hey Nicolás!

Fercho de unos 50 años, era la oveja negra del barrio y de su propia familia, hundido en el alcohol, se pasaba muchas noches a la semana en rumbas, casi siempre con mujeres de la mala vida. Aquel miércoles había decidido tomar en un cercano bar y regresaba a casa más temprano que de costumbre. Sencillamente porque le habían echado a patadas del sitio al quedarse sin dinero.

El borracho venía hacia él. Nicolás metió la mano en su bolsillo, si le encontrabas ebrio Fercho siempre te pedía dinero.

De pronto sintió que hurgaban entre sus piernas, una mano entró por detrás y le tomó de los testículos al tiempo que le elevaban un poco del suelo.

—UUuhh!!!—Exclamó Nicolás cuando Fercho le apretaba ligeramente las bolas, a pesar de ser una leve presión sus sensibles partes le transmitieron un considerable dolor.

Fercho le soltó y estalló en risas. Aquella era una de los inmaduros saludos entre los varones bromistas y sin oficio del barrio.

—Maldito idiota…—Alcanzó a decir Nicolás quien quedó agachado en el andén tomándose las huevas.

—Qué pasó?, ni te apreté duro, jajaja.

Nicolás se enfadó, tomó aire, se incorporó y lanzó una patada contra la entrepierna del borracho.

—UUUyyy!!!—Se quejó Fercho ante la fuerte patada que le aplanó los cojones.

—Maldición!—Él dar la patada lastimó de nuevo los testículos de Nicolás.

 —MIS HUEVAS!—Se quejó a alto volumen el ebrio, quién terminó de rodillas en el andén.

—Baja la voz que despertarás a toda la cuadra! y te lo tienes merecido, no sabes que me pelee esta noche y un cobarde me dio por las bolas…y varias veces!, me duelen mucho.

—Y yo como iba a saber, Cof, Cof—Empezó a toser Fercho con la cara al piso, parecía que vomitaría, finalmente nada salió de su boca.

Viendo el asqueroso gesto de Fercho, Nicolás sacó todo el dinero de sus bolsillos y se los pudo al lado.

—Toma, toma, es todo lo que tengo… y ya vete de aquí!

Nicolás se alejó dejando a un adolorido, pero contento ebrio, que se metía los billetes en los bolsillos.

El adolescente entró finalmente a su casa pasada las 12:30 am.

La vivienda era una estructura de tres pisos, habitando un núcleo familiar diferente en cada uno. Para llegar a su hogar, Nicolás debía subir por una escalera interna que daba acceso al segundo nivel, y otra escalera hasta el tercero.

Al entrar a la vivienda, su madre -llena de rulos- inicialmente le regañó, pero al ver de cerca los golpes en la cara de su hijo se alarmó, pidió una explicación de lo sucedido.

Nicolás trató de calmarla:

—Mamá, me pasaron tantas cosas esta noche de miércoles!—El joven parecía emocionado.

Cómo se notaba demasiado alegre, la progenitora se tranquilizó.

—Te pusiste a pelear, verdad?—La mujer le dio un golpe de palma en la cabeza, su hijo era un descarriado.

—Ay mamita, estoy aporreado y me recibes con un golpe?, que mamá tan desconsiderada!

—Muchacho irrespetuoso, tu eres el desconsiderado estaba muy preocupada…

Ante el nuevo intento de golpe materno, el joven corrió evitándola.

—Ok, mamá! Perdón, me portaré mejor, lo prometo.

El joven acordó contarle todo por la mañana, ahora quería ir a descansar. La madre cedió y colocó llave a la puerta principal.

Al entrar en su habitación, Nicolás ubicó la pelota autografiada en su mesa de estudio, junto a su PC. Mañana compraría un cubo de acrílico transparente para mantener a salvo aquella preciada pelota.

Se desvistió y colocó la pantaloneta con la que dormía, entonces se arrojó a la cama. Veía hacia el techo centrándose en el afiche de Queen que tenía allí pegado, eso le ayudaba pensar. Por un instante rememoró lo ocurrido con aquella misteriosa chica.

Tomó el teléfono y contempló su foto.


Sonrió al ver la imagen, Alexandra era muy hermosa.

—AYY, MIS PELOTAS!—Se escuchó desde afuera. Era la voz de Fercho, según parecía aún se dolía de las bolas.

Nicolás se incomodó, pero al tiempo la referencia a “pelotas” le hizo observar la pelota de beisbol sobre la mesa.

—MIS PELOTAS, MIS BOLAS, MIS HUEVAS, MIS COJONES!!!—Se escuchó unos instantes después.

Los gritos del ebrio eran incesantes y a la vez vergonzosos al referirse a sus partes nobles en un tono tan fuerte.

La paciencia de Nicolás se colmó y abrió la ventana con furia.

—YA CALLATE!—Expresó con enojo, pero el esfuerzo le hizo incomodar los dolidos testículos, también sintió unas fuertes ganas de orinar.

Pasó al baño donde descargó lentamente la repleta vejiga. Cuando las últimas gotas cayeron se revisó los testículos, no parecían inflamados. El contacto con el pene se lo levantó un poco, recordó el bonito rostro de Alexandra y pensó en masturbarse, desde el fin de la relación con Viviana no tenía sexo, subió y bajó la mano un par de veces, pero se detuvo.

No le pareció bien tocarse pensando en Alexandra, era una chica linda pero no le generaba una sucia pasión.

Una corriente fría pasó por debajo de la puerta, debió haber dejado la ventana abierta, miró al canasto de ropa sucia y se apresuró a colocar esa ridícula pijama de dragón ball.

Regresó al cuarto y su primera mirada fue a la mesa de estudios, se extrañó de no ver la pelota autografiada, se habría caído con el viento?

—Sí que demoraste en el baño…

Nicolás se sorprendió ante la voz que se escuchaba, la reconoció de inmediato, giró la cabeza y vio a Alexandra sobre la cama!

La joven estaba sentada en el centro de la cama con las piernas cruzadas y sin zapatos. Le regaló un saludo de mano.

Era real lo que escuchaba y veía?

—Pero…como es qué… estas aquí?...

—Aun te duelen mucho?— Se refería a los testículos de su amigo, evadiendo claramente la pregunta.

El impactado joven ignoró su pregunta.

—Alexandra, que haces aquí?—Nicolás quería saber que estaba sucediendo.

—Decidí venir de una vez por mi pelota autografiada—Alexandra sonrió y le mostró la pelota en su otra mano.

Nicolás se mostró serio un instante, aparte de la sorpresa y las bromas, quería una respuesta real:

—Y la verdadera razón?

Alexandra vio justo el contestar con sinceridad:

—La verdadera?...verás, jeje…esto es incómodo, pero…no tengo a donde ir!—La joven ladeo la cabeza, cerró los ojos y mostró una sonrisa con todos sus blancos dientes.

 

FIN.

 

***

 

ANEXO.

Hay una trama que no podía plasmar en el momento que ocurrió porque se hubiera dañado la sorpresa final:

 

El borracho Fercho recibió el dinero de Nicolás y tras unos minutos se pudo incorporar. Observó un taxi que llegaba al andén contrario y del que se bajaba una persona con chaqueta azul y capucha, sintió curiosidad, pero en ese momento dos mujeres caminaban por su lado del andén y en su dirección.

Con cuerpos delgados y dentro de ceñidas minifaldas, las reconoció de inmediato.

Eran Marimar y Lorena, dos mujeres de vida alegre con quien había compartido bebida y rumba en el bar, por supuesto cuando Fercho se quedó sin dinero las mujeres se alejaron de él como si tuviera LEPRA.

—Lorenita, Marimar, vengan conmigo, volvamos a la fiesta…

Las mujeres excesivamente maquilladas le reconocieron, pero no estaban interesadas, sabían que el infeliz no tenía un centavo.

—Ni te acerques, muerto de hambre—Expresó Lorena.

—Pero tengo dinero, mis amores…

En realidad lo que Nicolás le había dado apenas si le alcanzaría para una botella de ron o unas rondas de cerveza, cantidad de efectivo muy distante para mantener a su lado a aquellas dos interesadas “damas”.

Las mujeres pasaron a su lado sin detenerse, Fercho se movió y tomó a Lorena del brazo tratando de retenerla.

—Esperaaaaa.

—A mí no me toques, idiota!

La mujer lanzó un manotazo contra la entrepierna de Fercho, quien abrió los ojos, se mordió los labios y de inmediato la soltó.

Desde el andén opuesto la persona de la capucha…claramente Alexandra, observó la escena.

—No debiste hacer eso amiga!—Expresó Marimar, extrañando esta actitud a Lorena.

—Cariño yo sí te creo que tienes dinero—Marimar se acercó a Fercho y le tomó de la barbilla, el varón alcanzó a sonreír a pesar del dolor de bolas.

—AYY, MIS PELOTAS!— Gritó Fercho cuando Marimar le enterró un veloz golpe de rodilla en los testículos, no fue muy fuerte pero si se aseguró de meter toda su rótula en las debilidades anatómicas del borracho

La mujer se alejó riéndose sin parar, mientras Fercho se derrumbaba al piso.

—Te lo tienes merecido!—Expuso Lorena que ahora entendía las intenciones de Marimar.

—MIS PELOTAS, MIS BOLAS, MIS HUEVAS, MIS COJONES!!!—Gritaba a todo pulmón el ebrio.

—Eres un quejumbroso—Le reclamó Marimar.

Fue cuando el contenido estomacal de Fercho emergió.

—Oh dios mío!—Expresó Marimar  al ver salir a presión aquel líquido de color rosa/amarillo.

La mujer retrocedió junto a su amiga y se puso las manos en la boca, evitando su propio vomito. Enseguida se alejaron continuando su camino, ambas se veían perturbadas.

Alexandra se impresionó ante aquel vómito a presión y se preocupó por el hombre, se dispuso a cruzar la calle y fue cuando se escuchó:

—YA CALLATE!

La joven reconoció la distante voz.

Nicolás…—Ubicó de inmediato de que ventana venía el grito.

Alexandra llegó con el ebrio. A lo lejos alcanzó a ver a una de las mujeres correr hacia unos arbustos para al parecer expulsar algo de su boca. Él verla hizo que la amiga se contagiase de lo mismo y a toda prisa la acompañó junto al arbusto.

—Está bien, señor?—Alexandra ayudó a sentarse a Fercho, para luego moverle y colocarle contra un pequeño muro de jardín.

El borracho terminó de escupir los últimos frijoles que había cenado. La encapuchada sentía mucho asco, pero tenía que ayudarle.

—Respire con calma, señor…despacio.

Tomando aire por la boca para no percibir el aroma a vomito -Como si lo percibieron las dos mujeres agresoras, y de ahí su propio malestar estomacal- Alexandra pudo seguir auxiliándole.

Fercho recobró un poco del color de su rostro, se comenzó a sobar los testículos sobre el pantalón y ya respiraba más calmadamente.

—Gra… gracias niñita.

La joven se sorprendió de que notara su verdadero género, se dio cuenta que su voz natural la delataba.

—Ya está mejor?

—Sí, gracias por la ayuda, esas malditas zorras…—Alexandra miró en dirección a los lejanos arbustos, las mujeres ya se habían marchado— Por cierto…—Retomó palabras Fercho—…Muchachita, me darías algún dinero?

La petición tranquilizó a Alexandra, no estaba tan mal el sujeto.

—Lo siento señor, gasté lo que me quedaba pagando el taxi, sólo tengo esto—La chica entregó las monedas que aún le quedaban en el bolsillo.

Tras las gracias del borracho, la joven se despidió. Iría a casa de Nicolás.

 

FIN.

 

LA TRAMA DE NICOLÁS Y ALEXANDRA CONTINUARÁ, por supuesto con otro nombre, porque la noche de aquel miércoles ya finalizó.

***

 

 

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