IMPREVISTOS EN UNA NOCHE DE ROBO. (Relato corto).
CONTIENE BALLBUSTING F/M.
Rosario es una mujer rubia de 24 aƱos, su profesiĆ³n? Ladrona de casas! Tiene un fĆsico bastante delgado, algo muy Ćŗtil para realizar maniobras gimnasticas necesarias para irrumpir en las viviendas. Siempre usa un leotardo negro que se ciƱe como una segunda piel a su frĆ”gil y bello cuerpo.
La joven se ha vuelto experta en irrumpir en viviendas con una sutileza que les ha sido imposible a las autoridades el atraparla.
Y es que Rosario tiene mucho tacto y analiza hasta el mĆnimo detalle sus asaltos, la mayorĆa se entera del robo hasta cuando sus propiedades ya estĆ”n en disfrute de la ladrona…Eso sĆ, la mujer sĆ³lo hurta cosas pequeƱas como joyas o dinero en efectivo…Le fascinan los diamantes y las esmeraldas.
Aquella noche de viernes, estaba por ingresar a su casa objetivo, era una vivienda de 4 pisos, muy lujosa, como siempre habĆa hecho su tarea analizando todo detalle sobre el golpe…Desde horarios y como burlar las cerraduras, la noche anterior ya habĆa aflojado las bisagras y hoy el robo serĆa sigiloso y rĆ”pido, la eficiencia lo era todo.
AllĆ residĆa Rodolfo Nicanor, un hombre de 55 aƱos, quien era joyero y socio de una prestigiosa joyerĆa de la ciudad, (entre otras fuentes de ingresos), por eso mantenĆa joyas en una caja fuerte en su habitaciĆ³n…Un blanco mĆ”s que tentador para Rosario.
Aparte de Rodolfo, sĆ³lo habĆa una empleada del servicio que despuĆ©s de 7 pm se marchaba para volver al dĆa siguiente.
Todo iba bien, cuando surgiĆ³ un imprevisto!
Rodolfo estaba en casa, una mujer tocaba a la puerta…se suponĆa que el salĆa los viernes por la noche.
Rosario estĆ” enrojecida…Como la enojaba que no salieran las cosas segĆŗn el plan.
La mujer en la puerta es atractiva y bastante voluptuosa de cuerpo, usaba un ceƱido vestido azul que magnificaba sus atributos delanteros. Como mujer, Rosario de inmediato detecta por su maquillaje, forma de caminar y actuar, de quĆ© clase de “dama no muy respetable” se trataba.
Y se confirmĆ³ todo, pues apenas Rodolfo abriĆ³ la puerta se besan de una manera no muy cristiana…
…Rosario sabĆa que el joyero era divorciado y no tenĆa pareja estable, aquella mujer era una amante o una prostituta contratada para satisfacerlo la noche del viernes…lo segundo era lo mĆ”s probable.
—El maldito no pudo escoger otro viernes para revolcarse con una puta en casa… Maldita sea mi suerte!—Expresaba en voz baja Rosario.
Pero no todo parecĆa tan malo, la pareja no tardĆ³ casi nada en la recepciĆ³n y sala, de una vez fueron a la habitaciĆ³n.
Rodolfo con edad de veterano, no deberĆa aguantar tanto a esa voluptuosa mujer, se cansarĆ” rĆ”pido y todo terminarĆ”…
Pero Rosario se asombra al ver al dueƱo de casa en calzoncillos, es muy fornido, con razĆ³n se veĆa algo grueso en el torso y brazos al usar ropa ejecutiva.
Este es otro imprevisto, si es tan atlƩtico resistirƔ mƔs el sexo con la mujerzuela, tardarƔn mƔs las cosas.
Rosario rogaba que el dueƱo de casa fuera eyaculador precoz, era la Ćŗnica forma de que terminase pronto el asunto.
Resignada, la ladrona no tenĆa otra alternativa que esperar a que terminasen de fornicar, asĆ la mujerzuela se marcharĆa y el hombre se dispondrĆa a dormir…Porque una vez sus pelotas estuviesen vacĆas, el sueƱo no tardarĆa en ganarle.
Y la prostituta venĆa con todo, se presentaba ante el varĆ³n con una prenda Ćntima color cafĆ© claro, demasiada apretada a sus carnes.
La prenda produjo el efecto deseado y dejĆ³ boquiabierto y erecto al joyero.
Rodolfo abriĆ³ los ojos y se preparĆ³ a disfrutar del manjar que habĆa contratado.
Pronto el hombre le descubriĆ³ las tetas y comenzĆ³ a devorarlas como si ella fuese su madre hace 50 aƱos.
En una saliente adjunto a la ventana del tercer piso, la Ć”gil ladrona permanecĆa lista para ingresar por allĆ y saquear el esperado botĆn, el Ćŗnico obstĆ”culo eran aquellos amantes que se tocaba sin cesar.
La mujer estaba arrodillada ante un macho sentado en la cama y con las piernas separadas…La mandĆbula de la fĆ©mina se abrĆa y cerraba tragando el falo de Rodolfo, quiĆ©n jadeaba mirando el techo.
—Oh sĆ!, mĆ”s, mujer, mĆ”s!
La hembra solo sonreĆa sin sacarse el garrote de la boca. Por fin lo extrajo para jugar con el tronco y lamer el borde del glande, generando en el varĆ³n mĆ”s de un gesto de placer extremo.
Una vez mĆ”s el falo estaba en la boca de la puta, que lo mordisqueaba a voluntad, las ricas caricias a las pelotas del macho aceleraron la movilizaciĆ³n de sus fluidos viriles por toda la red interna de conductos genitales…
…Y por fin el pene del macho comenzĆ³ a temblar anticipando la ansiada eyaculaciĆ³n.
5 y 6 escupitajos de leche hirviendo y la mujer los esquivĆ³ para no mancharse la cara.
El torrente de esperma rodaba por el tronco y la puta no dudĆ³ en lamerlo.
A continuaciĆ³n succionĆ³ la uretra extrayendo todo el semen remanente, la mujer era experta en dejar limpios y aseados toda clase de penes.
—Eso!, sĆ”cale toda la leche, dĆ©jalo seco rĆ”pido y lĆ”rgate ya , maldita perra!—Pensaba la ladrona.
Pero el sexo continuaba…
Rodolfo estaba encima de la prostituta y le daba con todo lo que tenĆa. Rosario alcanzĆ³ a ver como la penetraba con furia, los testĆculos del hombre parecĆan querer entrar en la vagina de la mujer…
—Malditos, a ver si acaban de una vez!
Rosario buscaba distraerse observando el paisaje nocturno, sĆ³lo ocasionalmente daba un vistazo a la habitaciĆ³n.
Por un instante el hombre quedĆ³ dentro de la puta y sus testĆculos se contrajeron liberando otra carga de esperma. Era la tan esperada segunda eyaculaciĆ³n…el macho la anunciĆ³:
—AquĆ viene el lechero!!!
—DĆ”melo todo papi, voy a comprar la leche del desayuno—RespondiĆ³ con su jerga la mujer.
Rodolfo por fin quedĆ³ tendido sobre la cama boca arriba y ahora era el turno de la fĆ©mina de consentirle…
…Unos segundos despuĆ©s la lengua de la “dama” recorrĆa el sensible glande del macho, repartiendo lamidas…DespuĆ©s pasĆ³ a atender a las pelotas del cliente.
No tardĆ³ Rodolfo en volver a estar listo para la acciĆ³n y montĆ³ de nuevo a la puta.
Esta vez tras 10 minutos, el macho se vino en un mar de placer. El varĆ³n avisĆ³ una vez mĆ”s su corrida:
—AhĆ te va el Ćŗltimo poquito…
—MamĆ” lo recibe aquĆ!
Rodolfo estaba agotado y con un —Descansemos— Le indicĆ³ a la mujer que durmieran.
La ladrona sonriĆ³:
—No tardarĆ” en dormirse… El varĆ³n siempre se cansarĆ” mĆ”s que la mujer.
Pero otro imprevisto surgiĆ³, la puta no se iba, se quedarĆa a dormir.
Rosario maldice su suerte, otra vez!
—Que acaso es su amante?. No! Es una puta!, porque no te largas maldita, ya lo dejaste seco, malnacida…LĆ”rgate con tu dinero y dĆ©jame a mĆ obtener mi dinero!—Vaya que estaba enojada Rosario.
Era demasiado claro que Rodolfo pretendĆa retomar la jornada sexual mĆ”s entrada la madrugada, cuando ya repusiera algo de fuerzas y semen.
Pero la ladrona tenĆa un AS bajo la manga, un polvo somnĆfero, por eso no cancelĆ³ su robo con los imprevistos de esta noche, planeaba usarlo en Rodolfo y robarĆa las joyas mientras el dueƱo dormĆa a unos pasos de la caja fuerte…Ahora tambiĆ©n debĆa aplicarlo a la mujerzuela.
Con los amantes en la cama y las luces apagadas, Rosario abre sutilmente la ventana, el polvo somnĆfero ingresa a la habitaciĆ³n flotando imperceptible en el aire, la ladrona cierra y deja que la droga haga efecto.
El polvo contiene una sustancia que hace mĆ”s profundo el sueƱo, no sirve para dormir a las personas, por eso es inĆŗtil contra quiĆ©n estĆ” despierto.
La mujer entra y observas a los durmientes, parecen profundos, el polvo hizo efecto. Ahora a lo suyo!
Con habilidad maestra Rosario retira un cuadro de la pared, tras Ć©l estĆ” la caja fuerte, la astuta ladrona burla la combinaciĆ³n y las puertas del cielo se abren para ella.
No cabe de la dicha, es tal como lo esperaba. RƔpidamente introduce en un pequeƱo saco negro, collares, anillos, aretes, casi bendice a Rodolfo por ser tan desconfiado de los bancos y guardarse las mejores joyas en su casa.
Ya tiene el botĆn, ahora la rĆ”pida evasiĆ³n.
De pronto la toman del cuello con fuerza, a pesar de la relativa oscuridad sabe de inmediato que sucede…
…Es Rodolfo, quien cuĆ”n grande es, estĆ” frente a ella sosteniĆ©ndola con una manaza del cuello.
De la sorpresa, Rosario dejĆ³ caer el saco con joyas, para tomar la mano del hombre, buscando liberarse…que pasĆ³? No funcionĆ³ el polvo!, porque? estaba vencido acaso?
El varĆ³n despertĆ³ en el momento justo para sorprender al intruso, apenas se vio despierto, se colocĆ³ el calzoncillo que tenĆa casi a la mano y se fue contra el ladrĆ³n.
—Eres una mujer!—Se asombra el joyero al notar que el cuello que sostiene es el de una ladrona. Otro aspecto de la igualdad de gĆ©neros, por algo estamos en pleno siglo XXI.
—No me mates…—SuplicĆ³ Rosario al sentir como el fuerte varĆ³n apretaba cada vez mĆ”s su delicado cuello femenino.
—No te matarĆ©, pero no te soltarĆ© el pescuezo hasta que no vea a la policĆa aquĆ, maldita ratera…
No se sentĆa bien agrediendo a la delincuente ahora que sabĆa que se trataba de una mujer, pero tambiĆ©n tenĆa enojo por querer hurtarle sus preciadas joyas.
Y fueron precisamente sus “otras joyas” las protagonistas a continuaciĆ³n.
Rosario mirĆ³ hacia abajo detallando una posible forma de zafarse, ubicĆ³ un claro objetivo y atacĆ³!
La ladrona proyectĆ³ la rodilla hacia el frente con fuerza, hundiĆ©ndola contra los calzoncillos de Rodolfo.
—OOughh!!!—Rodolfo abriĆ³ los ojos como tortillas, al sentir la pequeƱa y huesuda rodilla de la mujer estrellarse contra sus testĆculos.
De inmediato el apretĆ³n al cuello aflojĆ³ y Rosario pensaba:
—Con uno lo hago gritar, pero con varios…—La mujer apretĆ³ los dientes y moviĆ³ de nuevo la rodilla—…Con varios LO DESMAYO!
La rodilla una vez mĆ”s se hundĆa en el escroto, aplastĆ”ndolo contra su propio cuerpo.
—AAaghh!!—El joyero trataba de resistir el dolor y permanecer en pie, pero no pudo mantener la fuerza en la mano y liberĆ³ el cuello.
Ahora en total libertad, Rosario tomĆ³ de los hombros a Rodolfo y con furia le enterrĆ³ la rodilla por tercera vez, manteniĆ©ndola unos segundos contra el bulto de pelotas del joyero.
—AAAAAHHHHHH!!!!!!!!—Por fin un grueso alarido saliĆ³ de su boca abierta al mĆ”ximo, no habĆa forma de soportar tanto dolor.
Tras el tercer rodillazo Rodolfo casi vomitĆ³, se agarrĆ³ los testĆculos buscando protegerse al fin. Fue entonces cuando su cerebro se desconectĆ³, los ojos se pusieron en blanco y se fue de espaldas al suelo.
—Te lo merecĆas!
Rosario se sobaba el cuello ante el derribado hombre, estĆ” a salvo, le revisa, Rodolfo estĆ” desmayado.
Piensa:
—No hay hombre que aguante varios golpes en las bolas.
SonriĆ³ por vencerlo, y siendo el mucho mĆ”s fornido. Casi pareciĆ³ dirigirse al inconsciente hombre, diciĆ©ndole al oĆdo:
—Me subestimaste por ser yo dĆ©bil de fĆsico….Pero mĆ”s dĆ©bil son tus huevas, cretino!
Se incorporĆ³ y es cuando recibe un fuerte golpe de detrĆ”s!
La joven ni siquiera puede expresar nada, el impacto fue tan fuerte que de inmediato cae al suelo inconsciente…
…Tras ella estĆ” la prostituta desnuda con un cenicero en la mano, el sĆ³lido objeto muestra una leve mancha de sangre en una esquina.
La mujerzuela despertĆ³ con el tremendo grito del hombre, tampoco con ella fue de mucha ayuda el polvo somnĆfero.
Tras los gritos, la mujer abriĆ³ los ojos y pudo ver a Rodolfo en el piso con alguien parado ante Ć©l, por la oscuridad y el traje negro no pudo detallarle, pero era claro que se trataba de algĆŗn ladrĆ³n, la mujer prevenida tomĆ³ el primer objeto contundente que tuvo a mano y se lanzĆ³ por detrĆ”s a golpear en la cabeza al pillo.
Ahora con el criminal desmayado, por fin la puta enciende la luz viendo mejor todo el cuarto.
Rodolfo estĆ” tirado en el piso y el ladrĆ³n junto a Ć©l, con unos salpicones de sangre junto al delincuente. La puta le observa bien, tenĆa la impresiĆ³n de que era muy bajito y ahora sabe por quĆ©!
—Es una mujer!
En su leotardo negro se nota lo delgada de la ladrona.
—Es apenas una chica…Ni debĆ pegarle con esto tan duro, no es mĆ”s que una pobre flaca, yo misma la hubiera sometido con una mano a la espalda, ni modo jovencita, en el oscuro no podĆa saberlo.
La mujer revisa a Rodolfo, estƔ totalmente sin sentido; Con las manos en las caderas, la puta le regaƱa.
—Tan fortachĆ³n y te dejaste privar de una flacucha?
Pero la opiniĆ³n de la mujerzuela cambia un poco al detallar las manos del hombre en su entrepierna.
—Ya veo, te pegĆ³ en las huevas—Se mostrĆ³ algo pensativa—…Pero te las pateĆ³ o te las apretĆ³?—Ella misma se respondiĆ³—Creo que te las pateĆ³, si te las hubiera apretado, sin duda despertabas a los vecinos con el alarido que soltarĆas.
La mujer moviĆ³ con su pie las manos del Rodolfo que aun protegĆan sus bolas, los movimientos de pie lograron que las manos del macho aflojaran y por fin quedĆ³ expuesto su bulto genital.
Tras detallar unos instantes aquellos calzoncillos la puta se inclinĆ³ a tocarlos.
—Eres un pendejo!, debiste protegerte mejor las huevas…—La mujer palpĆ³ su testĆculos sobre la tela del calzoncillo—…Seguro te confiaste por ser ella una mujer. Pero lo que no se te vino a la cabeza fue que despuĆ©s de vaciar las huevas conmigo, te quedaron delicadas, y con cualquier golpe te dejarĆan mal parado…FortachĆ³n pendejo!
La mujer se incorporĆ³ y analizĆ³ un poco mejor la situaciĆ³n…La ladrona vino a robar, y sabida de que Rodolfo es joyero sin duda es porque guarda piedras preciosas en casa.
La puta se tocĆ³ el cuello, observĆ”ndose en el espejo de la habitaciĆ³n…Que bien se verĆa ella misma con un collar de diamantes pendiendo del cuello.
Fue cuando se dio cuenta del saco negro a unos pasos de la ladrona, la abriĆ³ y encontrĆ³ el tesoro!
Un instante despuĆ©s un real collar de diamantes colgaba del cuello de la mujerzuela, la hembra modelĆ³ ante el espejo, su sonrisa era enorme, casi tanto como el diamante central de aquel collar.
Finalmente dio un suspiro y expresĆ³ mirando a Rodolfo:
—Agradece cariƱo que soy una mujer honrada, fĆ”cilmente podrĆa tomar el botĆn de esta ladrona e irme, pero mi madre me enseĆ±Ć³ buenas costumbres…AdemĆ”s no quiero lĆos con la ley.
La mujerzuela llamĆ³ a la policĆa.
La ladrona pasĆ³ al hospital donde despertarĆa con un insoportable dolor de cabeza, pero nada mĆ”s que eso.
Rodolfo despertĆ³ cuando apenas llegaba la policĆa, presentĆ³ una inflamaciĆ³n testicular considerable, —La cual por vergĆ¼enza omitiĆ³ de las autoridades—, una vez ida la policĆa, el joyero visitĆ³ el hospital…Tres golpes en las pelotas le afectaron la vida sexual a corto plazo, pues sus gĆ³nadas estuvieron inflamadas por varios dĆas.
A la prostituta le fue bien econĆ³micamente, el joyero le regalĆ³ unos aretes con gemas reales, le agradeciĆ³ por salvarle de la ladrona, por salvar sus bienes…y por omitir a la policĆa que una flaca ladrona le desmayĆ³ golpeĆ”ndole en partes privadas.
La mujer le respondiĆ³:
—No te preocupes querido, sĆ© que a muchos hombres no les sienta bien el verse dĆ©biles ante sus colegas machos.
Rosario terminĆ³ en prisiĆ³n, pero gracias a la ineficaz justicia del paĆs y a un abogado cĆ³mplice y maƱoso, la ladrona saliĆ³ libre a los pocos dĆas…El delito de robar siempre la tentaba y no pasarĆa mucho para que retomara su vida criminal, aunque siempre existirĆa el riesgo de los imprevistos.
FIN.
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