EN BUSCA DE VIVIANA. Parte 2 - Las Bolas de Pablo

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12 oct 2021

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EN BUSCA DE VIVIANA. Parte 2

 

EN BUSCA DE VIVIANA. Parte 2

 AYUDA INTERNA.

 

 CONTIENE BALLBUSTING M/M Y F/M.

 

 

En la Primera Parte, NicolÔs se entera de lo ocurrido con su exnovia Viviana y a su padre el coronel Ocampo. Desesperado por ayudarla, no sabe qué hacer. Alexandra se ofrece a obtener información sobre el caso policial gracias a su padre el general; Pero éste trata de atrapar a la joven, quien ya esperaba una jugarreta así por parte de su progenitor. En el Fuerte de Sevilla, Viviana logra evadir a su captor y llama a casa sin respuesta, es cuando se le ocurre contactar a NicolÔs.


 

 

NicolÔs y Alexandra observaban los expedientes policiales, la foto de la asesina número uno del mafioso CHO-FER aparecía ante sus ojos, la chica dedujo que es ella la culpable del rapto de Viviana, y sin duda lo intentó anteriormente con ella en aquel incidente dentro de la academia de policía.

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NicolĆ”s encendió la motocicleta, irĆ­an a casa y si era necesario pasar la noche leyendo aquellos documentos, asĆ­ serĆ­a…

 

…En ese momento sonaba su telĆ©fono, eran las 12 de la noche. Era su madre, quĆ© intensa estaba su progenitora si apenas era media noche.

 

—Aló mamĆ”.

 

—Muchacho descarriado, dónde estĆ”s?

 

—Ya voy camino a casa.

 

—AsĆ­? y quien es Alexandra Vols?...Vols…que apellido tan difĆ­cil de pronunciar!—La madre tenĆ­a en su mano los documentos de identidad que la adolescente dejó en su pantalón y chaqueta.

 

NicolÔs quedó sorprendido. Su trama de engaño se venía abajo.

 

—MamĆ”, entraste a mi cuarto?

 

—Y de que otra forma te iba a pillar en tu sinvergüencerĆ­a…Metiste a una chica en tu cuarto, me vas a tener que responder cuando llegues a casa, jovencito!

 

La madre comenzó una sección de regaños, mientras NicolÔs trataba de que le dejase hablar. Alexandra escuchaba todo.

 

Finalmente el joven se rindió y le dijo a su enojada madre que se quedarĆ­a esta noche en casa de un amigo, que durmiera bien y maƱana temprano llegarĆ­a a explicarle todo… La madre no aceptó esto pero el joven se disculpó y colgó.

 

—Vaya que estĆ” molesta tu madre.

 

—No la escuchaba asĆ­ desde hace tiempo, pero no se puede hacer nada por ahora.

 

—Tu mamĆ” tienen mis documentos…

 

—No te preocupes Alexandra, ya se le pasarĆ” el enojo, el sueƱo siempre la calma, ya maƱana te la presentarĆ© y verĆ”s que cuando sepa tu historia aceptarĆ” que te quedes.

 

—Pero ayer dijiste que ella no entenderĆ­a ni aceptarĆ­a.

 

—Lo harĆ” despuĆ©s de enojarse y regaƱarme por horas, lo querĆ­a evitar escondiĆ©ndote, pero ya ahora eso es inevitable.

 

—Perdona las molestias…

 

—Cuales molestias, si no has dejado de ayudarme.

 

—Y ahora quĆ© hacemos?

 

NicolÔs astutamente cabeceó unos instantes y se le ocurrió un plan. Claramente no irían a casa, y lo de quedarse con un amigo esta noche si era real.

 

El dúo tomó rumbo a su barrio, pero cerca de casa la ruta varió, NicolÔs dejó a Alexandra en una esquina.

 

—EspĆ©rame aquĆ­ unos minutos, voy a devolver la moto y a prestar algo de dinero, ademĆ”s tengo un mal presentimiento con algo.

 

Mientras el joven avanzaba con la moto apagada, Alexandra se preguntaba a que se referĆ­a su amigo.

 

Tras unos instantes regresó, ambos caminaron unas cuadras a su siguiente destino.

 

En el trayecto el joven contó sobre su presentimiento…Y es que su madre fue hace poco a casa de Mariela, y al no encontrarle se fue molesta. Ya esperaba eso de su progenitora, por eso debĆ­an quedarse donde alguien que ella no esperase.

 

Llegaron a una casa muy bonita del sector. NicolÔs tocó la puerta del garaje y alguien abrió.

 

Se trataba de Fercho el vecino ebrio que conocĆ­a NicolĆ”s (UNA NOCHE DE MIERCOLES PARA UNAMAƑANA DE DOMINGO PARTE 5 ) siendo un ebrio habĆ­a sido relegado por su familia al garaje, dónde vivĆ­a en un espacio amplio pero en medio de un montón de cajas y demĆ”s cosas viejas que guardaban allĆ­.

 

Este de inmediato reconoció a Alexandra… ahora tan diferentemente vestida con ese uniforme de gimnasia

 

—Eres tu niƱita, la que me ayudó anoche y veo que estĆ”s con NicolĆ”s.

 

Durante la llegada a casa de NicolÔs, Alexandra le había dicho como auxilió al ebrio después de la agresión de dos mujeres, y tras el grito de NicolÔs para callarle, pudo ubicar su casa y habitación.

 

Ante el efusivo Fercho, la chica le sonrió y se ocultó un poco tras NicolÔs, le daba mucha pena seguir vestida así, y ahora no podía acceder a su ropa.

 

—Una amiga? O novia?—Fue el comentario mordaz de Fercho.

 

 Colorados los dos no dieron para responder.

 

—Novia, entonces?

 

—Amigos, sólo amigos!—Reaccionó por fin Alexandra, mĆ”s roja que una fresa.

 

El dúo ingresó y NicolÔs planteó el enojo de su madre y que debía quedarse en alguna parte hasta la mañana.

 

—No hay problema NicolĆ”s, les harĆ© un espacio.

 

—No!, debemos estudiar y no queremos interrupciones—Fue la mentira que dijo en vez de que debĆ­an leer aquellos confidenciales expedientes—Toma esto y dĆ©janos aquĆ­.

 

NicolĆ”s le extendió un billete de alta denominación, el cual acababa de prestar  a los hermanos de Mariela, con eso no tardó Fercho en alistarse para ir a comprar alcohol y festejar.

 

Antes de salir el imprudente le habló al oído a NicolÔs.

 

—El viejo truco de ir a estudiar con la chica linda, no?, jajaja, yo tambiĆ©n fui a la escuela, hace mucho pero ya existĆ­an esos truquitos.

 

—Nada de eso, Fercho.

 

—La vas a usar eh?—Fercho  le dio una palmada en el paquete, golpeando parte del pene y las bolas, pero asegurĆ”ndose de que la chica estuviese de espaldas.

 

NicolÔs se dobló un instante, tomÔndose la entrepierna, apenado volteó hacia Alexandra quien estaba explorando el garaje, por fortuna no le vio.

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—Cuidado con las bolas, imbĆ©cil!—Se notaba enojado pero no pudo alzar la voz.

 

—Las vas a vaciar en esa chica, no?

 

Fastidiado NicolÔs le dio un duro puño en el hombro, pues Fercho se cubrió las pelotas previniendo una respuesta, después de todo ya la madrugada anterior le habían lastimado bastante las gónadas.

 

—Tienen a disposición mi cama, eh?, es de tamaƱo personal, pero tiene buenos resortes… Y tengo mi baƱo propio, pequeƱo pero sin fugas de agua.

 

—Somos amigos nada mĆ”s, Fercho!

 

—Como tĆŗ digas, jejejeje.

 

Afuera del garaje y a punto de irse, Fercho agregó:

 

—Ya fuera de bromas, te dirĆ© esto NicolĆ”s…No dejes ir a esa chica, es muy bonita y es buena samaritana, no se encuentra una chica asĆ­ todos los dĆ­as.

 

Fercho se fue dejando a NicolÔs pensativo, sacudió su cabeza y retornó al garaje, debían leer los expedientes, saber todo sobre el caso y a ver si aparecía alguna pista sobre el paradero de Viviana.

 

 

La madre de NicolÔs realizó llamadas desde otros teléfonos para que su hijo le contestara, pero tras la primera respondida, NicolÔs dejó de aceptar las siguientes.

 

A la mujer le rechinaban los dientes del enojo.

 

Decidida a encontrar y traer de las orejas a su descarriado retoƱo, la mujer toma rumbo a las casas cercanas de los amigos de NicolƔs. Casi todos en profundos sueƱos, dado que por la maƱana tenƭan escuela.

 

En una casa si encontró gente en la terraza, en una especie de reunión con algún vecino y uno que otro familiar, todos bebiendo y charlando. Simón era uno de los mejores amigos de NicolÔs y reconoce a la mujer llena de rulos.

 

Ante una especie de reclamo para que llame a su hijo, Simón le responde:

 

—Él no estĆ” aquĆ­, seƱora López.

 

La mujer no le cree y le estruja con energĆ­a, el tĆ­o del joven le reclama e interviene.

 

—TĆŗ no te metas, infeliz! —La seƱora de inmediato lleva su mano derecha contra la entrepierna del tĆ­o, agarrĆ”ndole de las bolas, le hace expresar un:

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—UUuugghhh!!!—El varón queda de puntillas al hacer la mujer un leve levantamiento de aquello que agarraba con fuerza.

 

Todos en la terraza quedan con la boca abierta.

 

—Contesta! Dónde estĆ” NicolĆ”s!

 

Simón sólo decía:

 

—Su…Suelte a mi tĆ­o, seƱora López.

 

—TĆŗ sabes algo, NicolĆ”s anda en algo raro, anoche llegó con golpes…Canta o podrĆ© a gritar al huevón de tu tĆ­o. La mujer apretó un poco mĆ”s y el macho casi exclamó un alarido.

 

—Ok, le dirĆ© lo que sĆ©, Ć©l me contó algo en la maƱana.

 

La madre abrió la mano y el tío del joven se derrumbó al suelo. El sujeto se encorvó y solo decía.

 

—Vieja loca…

 

—Eso es para que no te metas donde no te han llamado, gran huevón!

 

El chico le narra lo que NicolĆ”s le contó en la escuela, el ataque de Bornacelli, aquel estudiante expulsado por vender drogas y que se quiso vengar de NicolĆ”s…por eso los golpes. Un chico le ayudó y pudo salvarse de la segura paliza que le hubieran dado.

 

La madre interrogó:

 

—Y que hay de una chica llamada Alexandra, una chica con un apellido muy extraƱo.

 

—De eso no se nada seƱora. SerĆ” Alexander, Ć©l me contó que en la pelea le ayudó un chico llamado Alexander, y que le conoció en el autobĆŗs camino al partido de bĆ©isbol...Es todo lo que sĆ©, seƱora.

 

La madre quedó satisfecha y se retira.

 

Simón va enseguida con su tío, quién ya estaba en una silla y con un vaso plÔstico lleno de hielo ubicado en la entrepierna.

 

El varón no dejó de maldecir a aquella mujer de los rulos, casi le deja sin vida sexual esa semana.

 

—Maldita enrulada.

 

 

En la mansión Volsfgalsfz.

 

El General Volsfgalsfz recibía el reporte de Elsa y los 3 hombres que envió a capturar a su desobediente hija.

 

—Pero que fracasados son ustedes!

 

Los 3 hombres bajaron la cabeza, el mƔs veterano de apellido Caviedes era el que se mantenƭa con mƔs altivez.

 

—Caviedes, usted tambiĆ©n fracasó—El General le seƱalaba algo decepcionado.

 

—No tengo excusa, mi General—El veterano se mantenĆ­a firme.

 

—Yo respeto las canas, asĆ­ que hasta aquĆ­ llega la reprimenda con usted, pero no baje la guardia de nuevo.

 

—Fui descuidado mi General, desprotegĆ­ mi virilidad.

 

Al escucharlo Elsa se sonrojó, entonces era cierto lo que ellos le contaron, a mÔs de uno les vio regresar a la casa tomÔndose la entrepierna, la joven Alexandra les había atacado en los genitales.

 

—Caviedes, le tengo otra misión…Usted ya sabe!—El General se alejó un par de pasos de los otros dos hombres y le hizo seƱas a Elsa de alejarse tambiĆ©n. La extraƱada mujer obedeció.

 

Caviedes se acercó a uno de los hombres y le enterró un fuerte rodillazo en las pelotas.

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—AAAHH!!!—Se quejó el hombre quien sintió sus pelotas aplastadas por la rodilla del veterano, de inmediato se dobló. A Ć©l Alexandra tambiĆ©n le habĆ­a golpeado las bolas.

 

—Lo siento compaƱero, pero son órdenes del General, sĆ© bien lo que eso duele.

 

Elsa se cubrió la boca sorprendida y apenada.

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El otro hombre a quien aĆŗn le dolĆ­a la nariz, sudaba por montones…Y le llegó su propio rodillazo.

 

—IIiiaaa!!!!!—El sujeto era mĆ”s sensible que el primero, sus hasta ese momento ilesos testĆ­culos le transmitieron mĆ”s dolor que nunca…Este hombre se fue al piso enseguida, en posición fetal de retorcĆ­a.

 

—Es delicado en las pelotas, debe fortalecerse mĆ”s—Expresó el General.

 

Elsa lo escuchó y se coloreó ante el comentario y las agresiones testiculares.

 

El General dio una orden al veterano, ya estaba bien de castigos.

 

Una empleada trajo hielo para todos, quienes cojeando se fueron a sus aposentos.

 

Tras la ida de los 3, Elsa debió quedarse a contarle al General con mÔs detalles su conversación con Alexandra.

 

 

En el garaje de Fercho…

 

Alexandra y NicolƔs leyeron los expedientes, saben que secuestraron a Viviana de la clƭnica de adictos: Vital Medical Center.

NicolĆ”s le cuenta a Alexandra que Viviana  terminó con Ć©l despuĆ©s de acusarla con su padre, porque querĆ­a que saliera de las drogas…DespuĆ©s logró que expulsaran de la escuela a Bornacelli.

A las 5 Am, ambos ya bostezaban, el sueƱo pronto les vencerĆ­a, tomarĆ­an un leve descanso e irĆ­an a casa a recibir el regaƱo materno…Es cuando suena el telĆ©fono de NicolĆ”s, el joven no quiere contestar, seguro es su madre marcando desde otro nĆŗmero para que si le conteste.

 

Tal vez durmió y su humor cambió, decidió contestar.

 

—Aló, mamĆ”?

 

—AyĆŗdame NicolĆ”s, por favor!

 

El joven reconoció de inmediato la voz de su exnovia.

 

—Viviana, dónde estĆ”s?

 

—Me tienen secuestrada Nico, ayĆŗdame, y a mi padre le han…

 

—Se lo que te pasa y lo que le ocurre a tu padre, dime dónde estĆ”s?

 

—Me tienen en el Fuerte de Sevilla…Llama la policĆ­a por favor…NicolĆ”s me van a encontrar, ayĆŗdame!

 

—Viviana!, Iremos por ti Viviana, te salvarĆ©!

 

Se terminó la llamada.

 

 

Mientras tanto en el Fuerte de Sevilla…

 

Viviana se ocultaba tras un escritorio, escuchaba los pasos del hombre que la buscaba, se le ocurrió llamar a NicolÔs. Marcó los números y la llamada entró.

 

Apenas dijo en donde estaba, el custodio ingresó a la habitación descubriendo el escondite de la chica, Ć©sta alcanzó a colgar. El sujeto se le abalanzó y le dio un puƱo en la cara, Viviana soltó el telĆ©fono y se sobó del golpe, mientras el sujeto revisaba el aparato…

 

…La chica borró los nĆŗmeros, si es que alcanzó a llamar. El sujeto la miró con enfado real, pisó el telĆ©fono daƱƔndolo y comenzó a zarandear a la chica.

 

—A quien llamaste, puta?!

 

—A nadie, lo juro!

 

—Me lo vas a jurar cuando seas mĆ­a, perra… porque ahora me pagas el apretón que me diste.

 

—Nooo!, dĆ©jeme!

 

El criminal le dio una bofetada y la dejó tendida en el suelo, de inmediato comenzó a abrirle la blusa, Viviana intentaba resistir pero el hombre fÔcilmente la sometió inmovilizÔndole las manos, comenzó a besarle el cuello.

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Ahora el macho se sacaba la ropa, Viviana estaba desesperada, la iba a violar!

 

Al quitarse la ropa le liberó las manos un instante, Viviana quiso atacarlo…Al verlo en bóxer la chica Ocampo trató de cogerle los testĆ­culos para apretĆ”rselos una vez mĆ”s, pero el macho estaba prevenido esta vez…

 

…Le atrapó la mano y le apretó tan fuerte que los dedos tronaron y la chica se quejó.

 

—Te duele perra?, en unos segundos te va a doler mĆ”s porque te lo harĆ© a las malas!

 

Viviana no podĆ­a hacer nada.

 

—AAAAAAHHHHH!!!!!!!—Gritó el criminal y se le quitó de encima a la joven.

 

Por detrÔs alguien le había pateado los testículos (que se notaban bastante en el bóxer) con extrema fuerza!, fue una patada con impulso y dada para dejar al criminal mÔs que aturdido.

 

Viviana miró al canalla a medio lado suyo, su rostro mostraba mucho dolor y tenía las manos entre las piernas, cubriendo su hombría herida.

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La chica miró al frente y vio una mano que le era extendida, era otro secuestrador.

 

—No te asustes, te voy a sacar de aquĆ­.

 

Viviana aceptó la mano de este hombre y se incorporó. El hombre la puso a su espalda y sacó un arma de su bolsillo, se notaba el silenciador en la punta. Acercó el arma a la cabeza del muy dolido criminal.

 

—Esto te mereces por violador, despĆ­dete!

 

El hombre apretó el gatillo, se vio un salpicón de sangre, y el cuerpo del custodio dejó de moverse.

 

Viviana estaba anonadada, el ver como la sangre salĆ­a de la cabeza de su agresor y ahora manchaba el piso, la hizo desmayar.

 

Pero quien era y porque Ʃste hombre le brindaba una ayuda, una ayuda interna.

 

 

En el garaje de Fercho…

 

NicolƔs sabƭa que ir por Viviana era una locura pero estaba dispuesto al riesgo, otra cosa era arriesgar a Alexandra

—IrĆ© sólo!


—EstĆ”s loco, es un suicidio ir a ese sitio sin ayuda, habrĆ” mafiosos y armados!... IrĆ© contigo!


—Pero no es tu problema, no debes arriesgarte!


—Quiero ir y debo cuidarte…AdemĆ”s hemos sido buen equipo.


NicolĆ”s se mostró agradecido, pero se mantuvo en su postura…

—Pero no quiero que te pase nada…


Alexandra sonrió y le tomó de las manos con determinación, le miró a los ojos y expresó:

—NicolĆ”s, tĆŗ eres mi amigo, es cierto que te conozco desde hace apenas 2 dĆ­as, pero te considero mi amigo—La chica se coloreó—Yo tampoco quiero que te pase nada.


NicolÔs asintió y ahora fue él quien tomó aquellas pequeñas manos con firmeza:


—Y tĆŗ eres mi amiga, Alexandra —Ambos quedaron viĆ©ndose a los ojos, fue un momento bastante incómodo. Alexandra por fin liberó sus manos muy, pero muy apenada.


Tras una pausa NicolÔs retomó la conversación.

 

—Para rescatarla debemos entrar sin que nos vean…El asunto es cómo no nos van a ver.

 

—Yo conozco el Fuerte, mi padre me llevó una vez en un recorrido turĆ­stico y muy especial.

 

—Eso es perfecto, entonces una vez adentro la ubicamos y llamamos a la policĆ­a.

 

—No! No podemos involucrar a la policĆ­a, sin duda estĆ” infiltrada.


—Y tu padre? Si no es mucho abuso de confianza, Ć©l podrĆ­a ayudarnos...—NicolĆ”s no veĆ­a mĆ”s opciones.


—No, despuĆ©s de lo de anoche no se puede confiar en Ć©l, si se llegase a enterar lo que pretendemos, intentarĆ” atraparme antes de que cometa una locura asĆ­.


—Pues no lo culparĆ­a, es muy peligroso ir allĆ”, pero debo salvar a Viviana.


—Pero tienes razón, debe ser mi padre, pero sólo cuando ya estemos allĆ” y comprobemos que Viviana si estĆ” o la hallamos rescatado… Debe ser asĆ­, porque el General debe movilizar a la policĆ­a y si le avisamos mucho tiempo antes, los infiltrados les avisarĆ”n a los secuestradores y pueden mover a Viviana…


Alexandra planeaba bien en su cabeza que hacer.


—…Pero debes saber NicolĆ”s, que no serĆ” lo mismo entrar que salir, porque si notan que la raptada no estĆ”, cerrarĆ”n el lugar y nos cazarĆ”n como ratas.


NicolÔs sentía cierta confianza en su amiga, planeaba rÔpido y con detalle, sin duda venía de una familia de policías, y aunque aún no decidía su futuro, tendría sin duda éxito como agente del orden, o por lo menos detective privado.


El dĆŗo quedó conforme con el improvisado ā€œvestigio de planā€ y tomaron rumbo al Fuerte.

 

 

En el Fuerte…

 

Viviana finalmente despertó ante las suaves bofetadas del hombre.

 

—Despierta querida, no puedo salvarte si te debo cargar todo el tiempo.

 

—Quien eres tĆŗ?

 

—Me llamo Manuel Fierro, soy policĆ­a encubierto, lamento no haberte ayudado desde que llegaste pero me hubieran descubierto, y como estabas a salvo no habĆ­a necesidad, pero ahora cambian las cosas, ademĆ”s algo sucede en los niveles superiores, debemos salir de aquĆ­ ahora!

 

 

CONTINUARÁ…

 

 

 

***

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