EN BUSCA DE VIVIANA. Parte 2
AYUDA INTERNA.
CONTIENE BALLBUSTING M/M Y F/M.
En la Primera Parte, NicolĆ”s se entera de lo ocurrido con su exnovia Viviana y a su padre el coronel Ocampo. Desesperado por ayudarla, no sabe quĆ© hacer. Alexandra se ofrece a obtener informaciĆ³n sobre el caso policial gracias a su padre el general; Pero Ć©ste trata de atrapar a la joven, quien ya esperaba una jugarreta asĆ por parte de su progenitor. En el Fuerte de Sevilla, Viviana logra evadir a su captor y llama a casa sin respuesta, es cuando se le ocurre contactar a NicolĆ”s.
NicolĆ”s y Alexandra observaban los expedientes policiales, la foto de la asesina nĆŗmero uno del mafioso CHO-FER aparecĆa ante sus ojos, la chica dedujo que es ella la culpable del rapto de Viviana, y sin duda lo intentĆ³ anteriormente con ella en aquel incidente dentro de la academia de policĆa.
NicolĆ”s encendiĆ³ la motocicleta, irĆan a casa y si era necesario pasar la noche leyendo aquellos documentos, asĆ serĆa…
…En ese momento sonaba su telĆ©fono, eran las 12 de la noche. Era su madre, quĆ© intensa estaba su progenitora si apenas era media noche.
—AlĆ³ mamĆ”.
—Muchacho descarriado, dĆ³nde estĆ”s?
—Ya voy camino a casa.
—AsĆ? y quien es Alexandra Vols?...Vols…que apellido tan difĆcil de pronunciar!—La madre tenĆa en su mano los documentos de identidad que la adolescente dejĆ³ en su pantalĆ³n y chaqueta.
NicolĆ”s quedĆ³ sorprendido. Su trama de engaƱo se venĆa abajo.
—MamĆ”, entraste a mi cuarto?
—Y de que otra forma te iba a pillar en tu sinvergĆ¼encerĆa…Metiste a una chica en tu cuarto, me vas a tener que responder cuando llegues a casa, jovencito!
La madre comenzĆ³ una secciĆ³n de regaƱos, mientras NicolĆ”s trataba de que le dejase hablar. Alexandra escuchaba todo.
Finalmente el joven se rindiĆ³ y le dijo a su enojada madre que se quedarĆa esta noche en casa de un amigo, que durmiera bien y maƱana temprano llegarĆa a explicarle todo… La madre no aceptĆ³ esto pero el joven se disculpĆ³ y colgĆ³.
—Vaya que estĆ” molesta tu madre.
—No la escuchaba asĆ desde hace tiempo, pero no se puede hacer nada por ahora.
—Tu mamĆ” tienen mis documentos…
—No te preocupes Alexandra, ya se le pasarĆ” el enojo, el sueƱo siempre la calma, ya maƱana te la presentarĆ© y verĆ”s que cuando sepa tu historia aceptarĆ” que te quedes.
—Pero ayer dijiste que ella no entenderĆa ni aceptarĆa.
—Lo harĆ” despuĆ©s de enojarse y regaƱarme por horas, lo querĆa evitar escondiĆ©ndote, pero ya ahora eso es inevitable.
—Perdona las molestias…
—Cuales molestias, si no has dejado de ayudarme.
—Y ahora quĆ© hacemos?
NicolĆ”s astutamente cabeceĆ³ unos instantes y se le ocurriĆ³ un plan. Claramente no irĆan a casa, y lo de quedarse con un amigo esta noche si era real.
El dĆŗo tomĆ³ rumbo a su barrio, pero cerca de casa la ruta variĆ³, NicolĆ”s dejĆ³ a Alexandra en una esquina.
—EspĆ©rame aquĆ unos minutos, voy a devolver la moto y a prestar algo de dinero, ademĆ”s tengo un mal presentimiento con algo.
Mientras el joven avanzaba con la moto apagada, Alexandra se preguntaba a que se referĆa su amigo.
Tras unos instantes regresĆ³, ambos caminaron unas cuadras a su siguiente destino.
En el trayecto el joven contĆ³ sobre su presentimiento…Y es que su madre fue hace poco a casa de Mariela, y al no encontrarle se fue molesta. Ya esperaba eso de su progenitora, por eso debĆan quedarse donde alguien que ella no esperase.
Llegaron a una casa muy bonita del sector. NicolĆ”s tocĆ³ la puerta del garaje y alguien abriĆ³.
Se trataba de Fercho el vecino ebrio que conocĆa NicolĆ”s (UNA NOCHE DE MIERCOLES PARA UNAMAĆANA DE DOMINGO PARTE 5 ) siendo un ebrio habĆa sido relegado por su familia al garaje, dĆ³nde vivĆa en un espacio amplio pero en medio de un montĆ³n de cajas y demĆ”s cosas viejas que guardaban allĆ.
Este de inmediato reconociĆ³ a Alexandra… ahora tan diferentemente vestida con ese uniforme de gimnasia
—Eres tu niƱita, la que me ayudĆ³ anoche y veo que estĆ”s con NicolĆ”s.
Durante la llegada a casa de NicolĆ”s, Alexandra le habĆa dicho como auxiliĆ³ al ebrio despuĆ©s de la agresiĆ³n de dos mujeres, y tras el grito de NicolĆ”s para callarle, pudo ubicar su casa y habitaciĆ³n.
Ante el efusivo Fercho, la chica le sonriĆ³ y se ocultĆ³ un poco tras NicolĆ”s, le daba mucha pena seguir vestida asĆ, y ahora no podĆa acceder a su ropa.
—Una amiga? O novia?—Fue el comentario mordaz de Fercho.
Colorados los dos no dieron para responder.
—Novia, entonces?
—Amigos, sĆ³lo amigos!—ReaccionĆ³ por fin Alexandra, mĆ”s roja que una fresa.
El dĆŗo ingresĆ³ y NicolĆ”s planteĆ³ el enojo de su madre y que debĆa quedarse en alguna parte hasta la maƱana.
—No hay problema NicolĆ”s, les harĆ© un espacio.
—No!, debemos estudiar y no queremos interrupciones—Fue la mentira que dijo en vez de que debĆan leer aquellos confidenciales expedientes—Toma esto y dĆ©janos aquĆ.
NicolĆ”s le extendiĆ³ un billete de alta denominaciĆ³n, el cual acababa de prestar a los hermanos de Mariela, con eso no tardĆ³ Fercho en alistarse para ir a comprar alcohol y festejar.
Antes de salir el imprudente le hablĆ³ al oĆdo a NicolĆ”s.
—El viejo truco de ir a estudiar con la chica linda, no?, jajaja, yo tambiĆ©n fui a la escuela, hace mucho pero ya existĆan esos truquitos.
—Nada de eso, Fercho.
—La vas a usar eh?—Fercho le dio una palmada en el paquete, golpeando parte del pene y las bolas, pero asegurĆ”ndose de que la chica estuviese de espaldas.
NicolĆ”s se doblĆ³ un instante, tomĆ”ndose la entrepierna, apenado volteĆ³ hacia Alexandra quien estaba explorando el garaje, por fortuna no le vio.
—Cuidado con las bolas, imbĆ©cil!—Se notaba enojado pero no pudo alzar la voz.
—Las vas a vaciar en esa chica, no?
Fastidiado NicolĆ”s le dio un duro puƱo en el hombro, pues Fercho se cubriĆ³ las pelotas previniendo una respuesta, despuĆ©s de todo ya la madrugada anterior le habĆan lastimado bastante las gĆ³nadas.
—Tienen a disposiciĆ³n mi cama, eh?, es de tamaƱo personal, pero tiene buenos resortes… Y tengo mi baƱo propio, pequeƱo pero sin fugas de agua.
—Somos amigos nada mĆ”s, Fercho!
—Como tĆŗ digas, jejejeje.
Afuera del garaje y a punto de irse, Fercho agregĆ³:
—Ya fuera de bromas, te dirĆ© esto NicolĆ”s…No dejes ir a esa chica, es muy bonita y es buena samaritana, no se encuentra una chica asĆ todos los dĆas.
Fercho se fue dejando a NicolĆ”s pensativo, sacudiĆ³ su cabeza y retornĆ³ al garaje, debĆan leer los expedientes, saber todo sobre el caso y a ver si aparecĆa alguna pista sobre el paradero de Viviana.
La madre de NicolĆ”s realizĆ³ llamadas desde otros telĆ©fonos para que su hijo le contestara, pero tras la primera respondida, NicolĆ”s dejĆ³ de aceptar las siguientes.
A la mujer le rechinaban los dientes del enojo.
Decidida a encontrar y traer de las orejas a su descarriado retoƱo, la mujer toma rumbo a las casas cercanas de los amigos de NicolĆ”s. Casi todos en profundos sueƱos, dado que por la maƱana tenĆan escuela.
En una casa si encontrĆ³ gente en la terraza, en una especie de reuniĆ³n con algĆŗn vecino y uno que otro familiar, todos bebiendo y charlando. SimĆ³n era uno de los mejores amigos de NicolĆ”s y reconoce a la mujer llena de rulos.
Ante una especie de reclamo para que llame a su hijo, SimĆ³n le responde:
—Ćl no estĆ” aquĆ, seƱora LĆ³pez.
La mujer no le cree y le estruja con energĆa, el tĆo del joven le reclama e interviene.
—TĆŗ no te metas, infeliz! —La seƱora de inmediato lleva su mano derecha contra la entrepierna del tĆo, agarrĆ”ndole de las bolas, le hace expresar un:
—UUuugghhh!!!—El varĆ³n queda de puntillas al hacer la mujer un leve levantamiento de aquello que agarraba con fuerza.
Todos en la terraza quedan con la boca abierta.
—Contesta! DĆ³nde estĆ” NicolĆ”s!
SimĆ³n sĆ³lo decĆa:
—Su…Suelte a mi tĆo, seƱora LĆ³pez.
—TĆŗ sabes algo, NicolĆ”s anda en algo raro, anoche llegĆ³ con golpes…Canta o podrĆ© a gritar al huevĆ³n de tu tĆo. La mujer apretĆ³ un poco mĆ”s y el macho casi exclamĆ³ un alarido.
—Ok, le dirĆ© lo que sĆ©, Ć©l me contĆ³ algo en la maƱana.
La madre abriĆ³ la mano y el tĆo del joven se derrumbĆ³ al suelo. El sujeto se encorvĆ³ y solo decĆa.
—Vieja loca…
—Eso es para que no te metas donde no te han llamado, gran huevĆ³n!
El chico le narra lo que NicolĆ”s le contĆ³ en la escuela, el ataque de Bornacelli, aquel estudiante expulsado por vender drogas y que se quiso vengar de NicolĆ”s…por eso los golpes. Un chico le ayudĆ³ y pudo salvarse de la segura paliza que le hubieran dado.
La madre interrogĆ³:
—Y que hay de una chica llamada Alexandra, una chica con un apellido muy extraƱo.
—De eso no se nada seƱora. SerĆ” Alexander, Ć©l me contĆ³ que en la pelea le ayudĆ³ un chico llamado Alexander, y que le conociĆ³ en el autobĆŗs camino al partido de bĆ©isbol...Es todo lo que sĆ©, seƱora.
La madre quedĆ³ satisfecha y se retira.
SimĆ³n va enseguida con su tĆo, quiĆ©n ya estaba en una silla y con un vaso plĆ”stico lleno de hielo ubicado en la entrepierna.
El varĆ³n no dejĆ³ de maldecir a aquella mujer de los rulos, casi le deja sin vida sexual esa semana.
—Maldita enrulada.
En la mansiĆ³n Volsfgalsfz.
El General Volsfgalsfz recibĆa el reporte de Elsa y los 3 hombres que enviĆ³ a capturar a su desobediente hija.
—Pero que fracasados son ustedes!
Los 3 hombres bajaron la cabeza, el mĆ”s veterano de apellido Caviedes era el que se mantenĆa con mĆ”s altivez.
—Caviedes, usted tambiĆ©n fracasĆ³—El General le seƱalaba algo decepcionado.
—No tengo excusa, mi General—El veterano se mantenĆa firme.
—Yo respeto las canas, asĆ que hasta aquĆ llega la reprimenda con usted, pero no baje la guardia de nuevo.
—Fui descuidado mi General, desprotegĆ mi virilidad.
Al escucharlo Elsa se sonrojĆ³, entonces era cierto lo que ellos le contaron, a mĆ”s de uno les vio regresar a la casa tomĆ”ndose la entrepierna, la joven Alexandra les habĆa atacado en los genitales.
—Caviedes, le tengo otra misiĆ³n…Usted ya sabe!—El General se alejĆ³ un par de pasos de los otros dos hombres y le hizo seƱas a Elsa de alejarse tambiĆ©n. La extraƱada mujer obedeciĆ³.
Caviedes se acercĆ³ a uno de los hombres y le enterrĆ³ un fuerte rodillazo en las pelotas.
—AAAHH!!!—Se quejĆ³ el hombre quien sintiĆ³ sus pelotas aplastadas por la rodilla del veterano, de inmediato se doblĆ³. A Ć©l Alexandra tambiĆ©n le habĆa golpeado las bolas.
—Lo siento compaƱero, pero son Ć³rdenes del General, sĆ© bien lo que eso duele.
Elsa se cubriĆ³ la boca sorprendida y apenada.
El otro hombre a quien aĆŗn le dolĆa la nariz, sudaba por montones…Y le llegĆ³ su propio rodillazo.
—IIiiaaa!!!!!—El sujeto era mĆ”s sensible que el primero, sus hasta ese momento ilesos testĆculos le transmitieron mĆ”s dolor que nunca…Este hombre se fue al piso enseguida, en posiciĆ³n fetal de retorcĆa.
—Es delicado en las pelotas, debe fortalecerse mĆ”s—ExpresĆ³ el General.
Elsa lo escuchĆ³ y se coloreĆ³ ante el comentario y las agresiones testiculares.
El General dio una orden al veterano, ya estaba bien de castigos.
Una empleada trajo hielo para todos, quienes cojeando se fueron a sus aposentos.
Tras la ida de los 3, Elsa debiĆ³ quedarse a contarle al General con mĆ”s detalles su conversaciĆ³n con Alexandra.
En el garaje de Fercho…
Alexandra y NicolĆ”s leyeron los expedientes, saben que secuestraron a Viviana de la clĆnica de adictos: Vital Medical Center.
NicolĆ”s le cuenta a Alexandra que Viviana terminĆ³ con Ć©l despuĆ©s de acusarla con su padre, porque querĆa que saliera de las drogas…DespuĆ©s logrĆ³ que expulsaran de la escuela a Bornacelli.
A las 5 Am, ambos ya bostezaban, el sueƱo pronto les vencerĆa, tomarĆan un leve descanso e irĆan a casa a recibir el regaƱo materno…Es cuando suena el telĆ©fono de NicolĆ”s, el joven no quiere contestar, seguro es su madre marcando desde otro nĆŗmero para que si le conteste.
Tal vez durmiĆ³ y su humor cambiĆ³, decidiĆ³ contestar.
—AlĆ³, mamĆ”?
—AyĆŗdame NicolĆ”s, por favor!
El joven reconociĆ³ de inmediato la voz de su exnovia.
—Viviana, dĆ³nde estĆ”s?
—Me tienen secuestrada Nico, ayĆŗdame, y a mi padre le han…
—Se lo que te pasa y lo que le ocurre a tu padre, dime dĆ³nde estĆ”s?
—Me tienen en el Fuerte de Sevilla…Llama la policĆa por favor…NicolĆ”s me van a encontrar, ayĆŗdame!
—Viviana!, Iremos por ti Viviana, te salvarĆ©!
Se terminĆ³ la llamada.
Mientras tanto en el Fuerte de Sevilla…
Viviana se ocultaba tras un escritorio, escuchaba los pasos del hombre que la buscaba, se le ocurriĆ³ llamar a NicolĆ”s. MarcĆ³ los nĆŗmeros y la llamada entrĆ³.
Apenas dijo en donde estaba, el custodio ingresĆ³ a la habitaciĆ³n descubriendo el escondite de la chica, Ć©sta alcanzĆ³ a colgar. El sujeto se le abalanzĆ³ y le dio un puƱo en la cara, Viviana soltĆ³ el telĆ©fono y se sobĆ³ del golpe, mientras el sujeto revisaba el aparato…
…La chica borrĆ³ los nĆŗmeros, si es que alcanzĆ³ a llamar. El sujeto la mirĆ³ con enfado real, pisĆ³ el telĆ©fono daƱƔndolo y comenzĆ³ a zarandear a la chica.
—A quien llamaste, puta?!
—A nadie, lo juro!
—Me lo vas a jurar cuando seas mĆa, perra… porque ahora me pagas el apretĆ³n que me diste.
—Nooo!, dĆ©jeme!
El criminal le dio una bofetada y la dejĆ³ tendida en el suelo, de inmediato comenzĆ³ a abrirle la blusa, Viviana intentaba resistir pero el hombre fĆ”cilmente la sometiĆ³ inmovilizĆ”ndole las manos, comenzĆ³ a besarle el cuello.
Ahora el macho se sacaba la ropa, Viviana estaba desesperada, la iba a violar!
Al quitarse la ropa le liberĆ³ las manos un instante, Viviana quiso atacarlo…Al verlo en bĆ³xer la chica Ocampo tratĆ³ de cogerle los testĆculos para apretĆ”rselos una vez mĆ”s, pero el macho estaba prevenido esta vez…
…Le atrapĆ³ la mano y le apretĆ³ tan fuerte que los dedos tronaron y la chica se quejĆ³.
—Te duele perra?, en unos segundos te va a doler mĆ”s porque te lo harĆ© a las malas!
Viviana no podĆa hacer nada.
—AAAAAAHHHHH!!!!!!!—GritĆ³ el criminal y se le quitĆ³ de encima a la joven.
Por detrĆ”s alguien le habĆa pateado los testĆculos (que se notaban bastante en el bĆ³xer) con extrema fuerza!, fue una patada con impulso y dada para dejar al criminal mĆ”s que aturdido.
Viviana mirĆ³ al canalla a medio lado suyo, su rostro mostraba mucho dolor y tenĆa las manos entre las piernas, cubriendo su hombrĆa herida.
La chica mirĆ³ al frente y vio una mano que le era extendida, era otro secuestrador.
—No te asustes, te voy a sacar de aquĆ.
Viviana aceptĆ³ la mano de este hombre y se incorporĆ³. El hombre la puso a su espalda y sacĆ³ un arma de su bolsillo, se notaba el silenciador en la punta. AcercĆ³ el arma a la cabeza del muy dolido criminal.
—Esto te mereces por violador, despĆdete!
El hombre apretĆ³ el gatillo, se vio un salpicĆ³n de sangre, y el cuerpo del custodio dejĆ³ de moverse.
Viviana estaba anonadada, el ver como la sangre salĆa de la cabeza de su agresor y ahora manchaba el piso, la hizo desmayar.
Pero quien era y porque Ć©ste hombre le brindaba una ayuda, una ayuda interna.
En el garaje de Fercho…
NicolĆ”s sabĆa que ir por Viviana era una locura pero estaba dispuesto al riesgo, otra cosa era arriesgar a Alexandra
—IrĆ© sĆ³lo!
—EstĆ”s loco, es un suicidio ir a ese sitio sin ayuda, habrĆ” mafiosos y armados!... IrĆ© contigo!
—Pero no es tu problema, no debes arriesgarte!
—Quiero ir y debo cuidarte…AdemĆ”s hemos sido buen equipo.
NicolĆ”s se mostrĆ³ agradecido, pero se mantuvo en su postura…
—Pero no quiero que te pase nada…
Alexandra sonriĆ³ y le tomĆ³ de las manos con determinaciĆ³n, le mirĆ³ a los ojos y expresĆ³:
—NicolĆ”s, tĆŗ eres mi amigo, es cierto que te conozco desde hace apenas 2 dĆas, pero te considero mi amigo—La chica se coloreĆ³—Yo tampoco quiero que te pase nada.
NicolĆ”s asintiĆ³ y ahora fue Ć©l quien tomĆ³ aquellas pequeƱas manos con firmeza:
—Y tĆŗ eres mi amiga, Alexandra —Ambos quedaron viĆ©ndose a los ojos, fue un momento bastante incĆ³modo. Alexandra por fin liberĆ³ sus manos muy, pero muy apenada.
Tras una pausa NicolĆ”s retomĆ³ la conversaciĆ³n.
—Para rescatarla debemos entrar sin que nos vean…El asunto es cĆ³mo no nos van a ver.
—Yo conozco el Fuerte, mi padre me llevĆ³ una vez en un recorrido turĆstico y muy especial.
—Eso es perfecto, entonces una vez adentro la ubicamos y llamamos a la policĆa.
—No! No podemos involucrar a la policĆa, sin duda estĆ” infiltrada.
—Y tu padre? Si no es mucho abuso de confianza, Ć©l podrĆa ayudarnos...—NicolĆ”s no veĆa mĆ”s opciones.
—No, despuĆ©s de lo de anoche no se puede confiar en Ć©l, si se llegase a enterar lo que pretendemos, intentarĆ” atraparme antes de que cometa una locura asĆ.
—Pues no lo culparĆa, es muy peligroso ir allĆ”, pero debo salvar a Viviana.
—Pero tienes razĆ³n, debe ser mi padre, pero sĆ³lo cuando ya estemos allĆ” y comprobemos que Viviana si estĆ” o la hallamos rescatado… Debe ser asĆ, porque el General debe movilizar a la policĆa y si le avisamos mucho tiempo antes, los infiltrados les avisarĆ”n a los secuestradores y pueden mover a Viviana…
Alexandra planeaba bien en su cabeza que hacer.
—…Pero debes saber NicolĆ”s, que no serĆ” lo mismo entrar que salir, porque si notan que la raptada no estĆ”, cerrarĆ”n el lugar y nos cazarĆ”n como ratas.
NicolĆ”s sentĆa cierta confianza en su amiga, planeaba rĆ”pido y con detalle, sin duda venĆa de una familia de policĆas, y aunque aĆŗn no decidĆa su futuro, tendrĆa sin duda Ć©xito como agente del orden, o por lo menos detective privado.
El dĆŗo quedĆ³ conforme con el improvisado “vestigio de plan” y tomaron rumbo al Fuerte.
En el Fuerte…
Viviana finalmente despertĆ³ ante las suaves bofetadas del hombre.
—Despierta querida, no puedo salvarte si te debo cargar todo el tiempo.
—Quien eres tĆŗ?
—Me llamo Manuel Fierro, soy policĆa encubierto, lamento no haberte ayudado desde que llegaste pero me hubieran descubierto, y como estabas a salvo no habĆa necesidad, pero ahora cambian las cosas, ademĆ”s algo sucede en los niveles superiores, debemos salir de aquĆ ahora!
CONTINUARĆ…
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