Azul Caribe (9/9): No estoy dispuesto a abandonar estos huevos al menos que tú lo quieras - Las Bolas de Pablo

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17 oct 2021

Azul Caribe (9/9): No estoy dispuesto a abandonar estos huevos al menos que tú lo quieras


—¡Otto, hermano! —fue el grato saludo de Marcos Chacón extendiendo los brazos cuando se encontró con su mejor amigo en el vestíbulo de su hotel—. ¿Cómo estás, desde hace cuanto tiempo
estás aquí? Siempre eres bienvenido, pero no sabía que venías.

 

Pablo que venía de acompañar a su padre de comprar algunas cosas se sorprendió de encontrarse ahí con su secreto amante, desconocía que iba a estar de regreso en la isla. A sus 40 años Otto seguía luciendo espectacular. Un guapo hombre de estatura mediada, fornido, con el cabello muy corto y pequeña barba. Ojos color turquesa y un pomposo culo guardado en sus pantalones ceñidos de tipo ejecutivo.

 

—No tengo más de 10 minutos de llegar al hotel —respondió Otto.

 

—¿Reservaste una habitación?

 

—No, brother. De hecho renté una casa. Pienso quedarme durante bastante tiempo.

 

—Otto, me siento ofendido —sonrió Marcos—. Sabes que te puedes quedar en el hotel como tu segunda casa sin ningún tipo de recargo.

 

¡Ya! No te ofendas —Otto le dio unas palmaditas en el hombro a su gran amigo. Echo un vistazo a su hijo menor—. ¿Y tú, Pablo? ¡Gran bribón! ¿No me quieres saludar?

 

—Obvio que sí —afirmó Pablo acercándose al grueso cuerpo de Otto y rodeándolo con sus brazos.

 

Por supuesto que vine por ti —se atrevió a susurrar Otto en su oído.

 

Como Pablo tenía al frente a su padre, no tuvo más opción que sonreír.

 

—Regresé a la isla para atender e inspeccionar mis negocios comerciales —indicó Otto a su mejor amigo— y también para felicitar a Israel por ganar la gobernación.

 

—Estamos muy contentos con eso —afirmó Marcos—. La loca del dildo no deja de hacer declaraciones en prensa, es una mala perdedora esa mujer, pero eso es otra historia.

 

—No lo dudo —alegó Otto.

 

—Bueno, hombre. Puedo dedicarte una hora, vamos al restaurante a tomar algo, a las once tengo reunión con un grupo de clientes que desean una asociación con el hotel. Tenemos tiempo para tomar algo y conversar.

 

—¡Vayamos! —indicó con emoción Otto. Echó un vistazo a Pablo—. ¿Vienes con nosotros, Pablo?

 

—Eh, no. Haré… otras cosas.

 

Otto se encogió de hombros y se fue acompañado de su mejor amigo. Pablo se quedó viéndolos ir, mirando el apretado trasero de Otto y sintiendo una grosera erección crecer en el pantalón. Tras eso se dirigió a su habitación del hotel y se echó en la cama a pensar, recordó claramente la noche en la que Otto lo abordó y coqueteó con él, ambos acordaron crear una relación donde la pasaran muy bien, sin ataduras y conflictos. El tiempo juntos donde se daban placer al cuerpo fue increíble y cada uno se fue interesando más allá del sexo con el otro. Pero Otto se tuvo que regresar a su ciudad y Pablo se quedó solo. Siempre mantenían contacto telefónico. E intempestivamente apareció David Aceituno, su ex. Nada más remover el pasado provocaba en Pablo emociones intensas, aún así no quería regresar en un relación con David porque el nadador como su novio se comportó como un idiota.

 

Poco tiempo después Pablo recibió un mensaje de texto de Otto lo estaba esperando afuera en el pasillo. Pablo salió a abrirle la puerta y el apuesto señor de 40 años ingresó al departamento de Pablo.

 

—No sabía que venias —le dijo el joven al cerrar la puerta.

 

—¿No te gusta la sorpresa? —sonrió Otto llevándolo contra la pared y pegando su cuerpo al de él, puso sus brazos tras el cuello de Pablo.

 

—Sí, me gusta mucho que hayas llegado.

 

Otto lo miró con ternura, estaba muy excitado a juzgar por la dureza de su miembro rozando a Pablo, el muchacho también empezaba a tener una erección. Pero Otto tenía el pene mas tieso y lo restregaba con calentura por el muslo de Pablo, gracias al pantalón que usaba era más fácil sentir aquel delicioso y duro pedazo de carne entre las piernas del varón de mayor edad.

 

—Vine a rescatarte de ese tonto de David.

 

Pablo sonrió.

 

—No hay nada qué rescatar.

 

—El otro día con la videollamada él apareció en imagen.

 

—Sí, pero qué importa. Es nada. —Pablo recordó que el argumento de David fue de risa al ver a Otto, «esperaba a alguien más joven».

 

—Tendré más tiempo para estar aquí y hacer cosas ricas —susurró Otto comenzando a besar el cuello de Pablo, el muchacho gimió, después fue el contacto de los labios en un apasionado beso. Otto le palpó el fuerte pecho y después bajó su mano al abdomen, aflojó el cinturón y la metió dentro del pantalón, ingresó al calzoncillo y acarició por breves instantes la dura polla.

 

—¡Aaaah! —jadeó Pablo abriendo mucho la boca, sin embargo su gesto cambió a dolor en lo que Otto apretó su dedo pulgar sobre una de sus grandes bolas, presionando con fuerza.

 

Otto se quedó mirando a Pablo y sonrió con ternura. Pablo tenía la boca doblada en una graciosa mueca de dolor, sus brillantes ojos pedían piedad, pero de sus labios no salía ninguna frase más que quejas.

 

—Tenía muchas ganas de agarrar estas bolas —declaró Otto soltando las bolas de Pablo y acariciándolas. Le dio un apasionado beso en el cuello que le dejó un rastro de saliva. No dejaba de bajar y subir su cuerpo restregando su erección contra Pablo.

 


—¡Aaaaaah! —gritó Pablo cuando Otto comenzó a apretarle los huevos como pelotas antiestrés. El joven se elevó al sentir una fuerte presión en sus órganos reproductivos. Era un dolor que le oprimía las grandes bolas y le subía al abdomen.

 

Otto seguía con la mirada fija en él.

 

—No estoy dispuesto a abandonar estos huevos al menos que tú lo quieras —juró.

 

Pablo jadeó:

 

—Apieta, aprieta mis huevas.

 

Otto sonrió, obedeciendo agarró firme los grandes testículos de Pablo. El muchacho lanzó un grito arqueando la espalda y sintiendo como de sus traumatizadas bolas enviaban señales dolorosas al resto de su cuerpo. Por instinto comenzó a hacer presión en la muñeca de Otto, quien aferró más la fuerza. A Pablo se le doblaron las rodillas.

 

Sacó las manos de la entrepierna de Pablo y lo tomó del hombro.

 

—Tengo muchos deseos de estar contigo, Pablo. Te extraño, siempre te lo dije.

 

Arqueó la rodilla y la subió con fuerza en las gordas papas de Pablo.

 

—¡AAAAAAAAH! —gritó el muchacho cuando sintió sus bolas colisionar en su pelvis.

 

Se dobló frotándose los huevos. Quedó a la altura de la cintura de Otto. El guapo cuarentón se mordió los labios y agarró la cara de Pablo, pasando sus mejillas contra su fuerte erección.

 

Posterior a eso, ayudó a caminar a Pablo hacia un sofá donde se acostó, todavía acariciando sus doloridos testículos. Otto se colocó de piernas sentándose sobre sus muslos. Abrió la cremallera del pantalón de Pablo y extrajo su grueso pene.

 

—No todo es dolor, Pablo. Amado mío —afirmó antes de meterse la polla del joven en su boca y pasar sus labios y lengua en ella.

 

Pablo cerró los ojos y abrió la boca relajándose. 

 

Con esta entrega cierra la segunda etapa de Azul Caribe, la tercara etapa es David vs Otto estará disponible pronto.

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