Azul Caribe (6/9): Your tears - Las Bolas de Pablo

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12 sept 2021

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Azul Caribe (6/9): Your tears

Azul+Caribe

Estamos en una discoteca celebrando el cumpleaños de Pascual, de todos los hermanos Chacón él es el mÔs fiestero, a sus 35 años todavía sigue yendo a festejos y viviendo la vida como el último día y es algo que ni su esposa o hijos le han logrado eliminar. Todos estamos concentrados en una mesa, Simón, Enzo (que estÔ bailando con su novia Amy), Israel junto a Patricia, Matías y Pascual que no deja de tomarse selfies. AcompañÔndonos hay un montón de chicas y otros amigos del cumpleañero, la estamos pasando muy bien este viernes por la noche la mesa estÔ a rebozar de bebidas espirituosas y bocadillos.

El DJ cambia de reggaeton a un estilo eléctrico a una canción del año 2019 que todavía me sigue gustando.

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—BĆ”rbara, Āæsalimos a bailar? —le pido a una de mis mejores amigas.

BÔrbara Cohen es hermosa, muy alta, con actitud de modelo, flaca y esbelta. Cabellos castaños, de carÔcter siempre alegre. Tiene 19 años y es el amor platónico de mi sobrino Rafael. Mi amiga se toma su cóctel y acepta mi ofrecimiento.
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—”Anda, Pablo, el cazador de mujeres! —se burla Simón. Le doy un puƱetazo en el hombro y Ć©l se echa a reĆ­r.

BÔrbara y yo acudimos a la pista de baile y comenzamos a mover rítmicamente nuestro cuerpo ante la letra y sonidos de Lovefool, su nueva versión de Twoocolors.

Love me love me
Say that you love me
Fool me fool me
Go on and fool me love

El baile nos hace bien comenzamos a sudar y no nos importa, BƔrbara y yo estamos felices, en la mesa estƔ su novio esperƔndola y estƔ relajado y confiando en ella. Obviamente saben que yo no le voy a coquetear.

BƔrbara agita las manos, yo la rodeo moviendo la cintura.

Que la música no pare, lamentablemente el tema ya estÔ llegando al final. No sé como hace Enzo, junto a su novia estÔs empapados de sudor, tienen creo que 5 canciones consecutivas sin moverse de la pista de baile. Esta va culminando y BÔrbara y yo hemos decidido regresar a la mesa.

Loveme loveme

—Gracias, bebĆ© —le digo a BĆ”rbara. Ella me guiƱa un ojo—, sobrina —le sonrió.

BƔrbara se echa a reƭr y niega con la cabeza. Vamos de camino regreso a la mesa, ella me va abriendo el paso entre la gente.

—Pablo Pietro, Āæcómo estĆ”s?

Escucho entre la multitud apretada en el local de poca iluminación y me encuentro con él.

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Es David Aceituno.

Mi ex.

Oficialmente mi ex y no alguien con quien solo desee pasar un rato bien.

David tiene una sonrisa fresca en el rostro.

No tiene caso ocultarlo. David siempre ha sido muy guapo.
Es de estatura alta, su rostro es rectangular, con cabello negro muy bien peinado y esponjado. Una pequeƱa barba cubre alrededor de sus labios. Sus ojos son negros y la nariz perfilada. Su cuerpo es bastante majestuoso, tiene hombros anchos, un trapecio bastante llamativo y grandes pectorales, cuando estĆ”bamos juntos me gustaba poner la cabeza en Ć©l. Sus biceps revelan escalones de mĆŗsculos. Su cintura es estrecha, de piernas delgadas y un paquete bastante prominente. En nuestra relación amorosa a pesar de que me trataba muy bien en la intimidad, fue un verdadero patĆ”n. 

David tenía una novia a la cual embarazó. Las cosas se salieron de control, ella descubrió lo nuestro y lo dejó. No sé si sea el karma, finalmente David se quedó solo, sin ella y sin mí. Todo eso ocurrió a principios de este 2021. Tenía meses sin verlo, confieso que sigue siendo muy atractivo y un sentimiento de ese viejo amor se revolvió dentro de mí.

—Hola, David —lo saludo. Le di una sonrisa y seguĆ­ de largo. NotĆ© en su postura que deseaba conversar conmigo, lo ignorĆ© por completo. Cuando regresĆ© a la mesa y lo busquĆ© con la mirada ya no estaba en el sitio donde lo dejĆ©. Lo que quiere decir que seguramente se movió hasta ahĆ­ para saludarme.

Pascual nos obligó a todos servirnos nuestra bebida y a brindar por él, estaba feliz y borracho. Brindamos a su salud y lo obedecemos:

—”Beber hasta el fondo!

Bebimos nuestros contenidos sin respirar y de golpe. El mƔs rƔpido fue uno de sus amigos.

Enzo y Amy regresaron con la ropa bañada de sudor cuando el DJ cambió de estilo musical, contra las paredes retumbaba Your tears de The Weeknd.

La pantalla de mi celular sobre la mesa se iluminó con un mensaje. Cuando leo las notificaciones sin desbloquear alcanzo a leer, es un mensaje de David.

«¿Conoces la traducción a español de esa canción? Se parece mucho a este momento. Te la dedico».

Obvio que conozco la letra en nuestro idioma y sí, bÔsicamente es un live action de este momento. Apago la pantalla del celular y busco a David con la mirada. No lo consigo, los clientes en la discoteca y la poca iluminación no son de ayuda. Otro encendido de mi celular me indica que David volvió a escribir. Leo en la barra de notificaciones.

«Aunque no abriste el mensaje ya sé que lo leíste. Me gustó verte. EstÔs guapo».

Apreto mis labios, doy un suspiro y le doy la vuelta a mi smartphone para no ver la pantalla. Doy un pequeño puñetazo en la mesa que pasaría desapercibido sino fuera por Simón que se dio cuenta, estÔ sentado a mi lado. Tenemos nacimiento en diferentes años, pero parecemos gemelos.

—¿Ocurre algo? —me pregunta con preocupación.

Simón odia a David por su trato hacia mi en nuestro aparente noviazgo. Hasta en cierto momento llegó a golpearlo por patÔn.

—No todo estĆ” bien —le confirmo.

—¿Seguro?

—SĆ­, cabrón.

—Ah de ser un efecto por convertirte en heterosexual —sonrĆ­e mi tonto y querido hermano.

Le palmeo el hombro. El sigue charlando con el grupo en la mesa, yo continuó buscando a David entre la gente. BÔrbara sentada a mi izquierda me echa al agua:

—¿EstĆ”s buscando a David Aceituno? EstĆ” arriba, en el segundo piso, cerca de la baranda del fondo.

—¿David Aceituno? —Simón reacciona doblando la cara.
Le doy un golpe en la espalda riéndome. Le insulto diciendo que sus orejas parecen parabólicas.

—David Aceituno es un idiota —indicó—. Mucho cuidado con Ć©l, Pablo.

Lo miro entrecerrando los ojos, Simón se encoge de hombros. Subo la mirada y consigo a David conversando en lo alto, estÔ con dos de sus amigos. Nuestras miradas se encuentran, hago como si me rasco la cabeza, pero en realidad le estoy mostrando sutilmente el dedo medio.

Una de las chicas quiso ir a bailar, yo la invité y fuimos a la pista de baile a compartir dos canciones. Posterior a eso nos separamos. Ella regresó con mis hermanos y yo cogi dirección al baño. En la entrada me conseguí con un tipo que se lavaba las manos. Entre a un cubículo, nunca en mi vida acostumbro a usar el mingitorio. Vacío mi vejiga que me agradece los litros de orina del que la libero. Escurro mi hermoso pene y lo guardo ladeado a la derecha dentro de mi ropa. Salgo del cubículo y casi doy un salto; parado a inicio de la línea me esperaba David. Aparentemente estamos solo él y yo en el baño, la puerta estaba bajo seguro.

Ahora que me doy cuenta ambos vestimos de camisa negra.

—¿QuĆ© quieres, David? —pregunto sin mirarlo y lavando mis manos.

—Te vi y recordĆ© los viejos tiempos. Me dio algo en lo muy profundo.

—¿SerĆ” un pre infarto?

David sonrĆ­e y se acerca a mĆ­.

—Detente, David. No quiero volver a repetir lo que pasó entre nosotros. Fue muy malo.
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—Pablo, sĆ© que me comportĆ© como un idiota —David consiguió llevarme contra la pared, acorralĆ”ndome—. Mi intención nunca fue hacerte daƱo, Pablo. Es solo que tenĆ­a miedo de que nos descubrieran.

—Al final todo se descubrió por un descuido tuyo.

—SĆ­. Y ahora, tĆŗ y yo podemos intentarlo, Pablo —sostuvo mi barbilla con su mano. IntentĆ© decir algo y los nervios me traicionaron. Ɖl me miraba y sus ojos brillaban—. Si nos encontramos aquĆ­ es mĆ”s que suerte, Pablo.

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Inclinó su cabeza con la boca abierta, dispuesto a besarme en los labios. Lo agarré de los hombros y estampé un rodillazo entre sus piernas. Sentí en la rótula su protuberancia chocar en su pelvis.

David gruñó de manera gutural. Se dobló un poco cerrando los ojos y dejando la boca en forma de "O". Todavía me mantuve firme en sus hombros y volví a levantar mi rodilla contra sus sensibles bolas.

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—”Oooaagh, Pablo! —David se llevó una mano a las bolas y con cuidado se apoyó en el suelo quedando sentado con la respiración agitada y meciendose para aliviar el dolor—. Ay, Pablo. Ay.

—No lo vuelvas a hacer, David —le dije. En mi rodilla siento la sensación del par de sus huevos—, dedicate a tu vida tal y como lo has hecho estos meses. Dentro de poco te convertirĆ”s en papĆ”, debes estar enfocado.

—Pero, Pablo.

—No, me busques. Tampoco me escribas.

Pase de largo a un lado de Ʃl.

—Pablo —el quiso detenerme. Comenzó a levantarse apretandose los dientes de molestia y dolor.

Abro la puerta y me encuentro con la cereza del pastel, Simón estĆ” ahĆ­ esperĆ”ndome. Ɖl estudia mi rostro se da cuenta de que estoy furioso.

—¿Este tipo te estĆ” molestando, hermano? —ingresa al baƱo.

—Simón, salgamos de aquĆ­, esto no es tu problema.

—Pablo no necesita niƱera —objeta David, al parecer recuperado y agitando un brazo, el otro descansa en su cadera.

—Pablo es mi hermano y todo lo que tenga que ver con Ć©l, va conmigo. La Ćŗltima vez que nos encontramos fui muy especĆ­fico contigo. Eres una mierda para Ć©l y no te merece.

David se rie.

—Eres un enfermo, Simón. ĀæA caso quieres a tu hermano para ti? Hijo de puta enfermo.

—Simón, vĆ”monos.

Mi hermano ni siquiera me oye, estĆ” unos pasos delante de mĆ­ y seguramente tiene el rostro contraĆ­do de furia.

—Enfermo —vuelve a objetar David.

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En rÔpida sucesión de segundos. Simón arqueó pierna y le lanzó una bestial patada en las bolas a David.

Lo vi saltar del dolor con los ojos abiertos y la mandíbula caída. Sus piernas después tampoco pudieron soportarlo y cayó a suelo con las manos en los cojones.
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—Sigue hablando, idiota. Solo quiero lo mejor para mi hermano.

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—David —me agachó a su lado. Fue una patada muy dura, me preocupĆ© por Ć©l, es hipócrita, si la hubiera dado yo, estarĆ­a excitado y no preocupado. David decĆ­a palabras incoherentes y dolorosas.

—Pablo —dijo Simón.

—”LĆ”rgate, gran cabrón! —ladrĆ© furioso—. Esto no es tu problema.

—Pero, hermanito.

—”QUE TE LARGUES!

—De mal agradecidos estĆ” lleno el mundo —dijo Simón antes de salir.

—¿EstĆ”s bien, David?

Mi ex solo dice incoherencias mientras se agarra sus testículos. Aparto sus manos y palpo aquel par de órganos. Me siento mÔs calmado, al menos sus bolas estÔn intactas.

—Salgamos de aquĆ­, David.

Lo ayudo a levantar pasando su brazo por encima de mi hombro. Lo ayudo a salir caminando juntos, un grupo de borrachos se burlan de Ʃl al verlo camimar con cara de dolor agarrando sus cojones con una mano.

Lo hago sentar en una mesa desocupada. David comienza a recuperarse, tiene los ojos cerrados, abre la boca para quejarse en susurros y acuna de manera muy sexy sus bolas. Tenerlo así es muy fÔcil para causarme una erección.

—¿Te sientes mejor?

—SĆ­ —afirma Ć©l.

Le solicité un vaso de agua, pagué mi consumo en la discoteca y me fui sin despedirme de alguien, me siento muy furioso para volver con el metiche de Simón o quedarme con David para ceder a los recuerdos

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