ROBIN & SUPERBOY (6/14): ¿SIGUES SIENDO VIRGEN? - Las Bolas de Pablo

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2 sept 2021

ROBIN & SUPERBOY (6/14): ¿SIGUES SIENDO VIRGEN?


Escrito por: FerchoMX

Contiene: Ballbusting hombre/hombre y mujer/hombre

Puedes leer el capítulo previo aquí


  Durante diez días no supimos nada de Damian. Por tratar de calmar a Bart, lo dejé tirado en la azotea de aquella mansión. Cuando por fin regresé, él ya no estaba. Me siento terriblemente culpable por no haberlo defendido o ayudado, aún siento que lo abandoné, por más que estuviéramos distanciados, él era mi mejor amigo, debí haber hecho más, traicioné nuestra relación.


 
  Mi error ha costado diez años de su vida, de la vida que pudimos tener juntos, el tiempo continúa escapándose entre nosotros. Él regresó hace un par de meses, ahora tiene veinticinco años y es el nuevo Batman. Según comenta, estuvo en el futuro, en una realidad donde RED, luego de evolucionar en una inteligencia de duodécimo nivel durante el incidente con Brainiac, poseyó el cuerpo de Tim y se volvió en contra de la humanidad, exterminando a casi todos los héroes, convirtiéndose en una amenaza galáctica. Desde los dieciocho, Damian adoptó el manto del murciélago, luego de la muerte de Bruce y de sus hermanos. Fue líder de la resistencia en ese futuro post apocalíptico. Debió ser muy duro para él crecer en un ambiente así.

 

Me siento
terriblemente culpable
   Para prevenir que ese futuro sucediera, viajó de vuelta al pasado. Diez años tardó en regresar con nosotros, conmigo. La revelación del potencial peligro que RED representa, puso en alerta a la Liga de la Justicia. Tim, Jason y Bárbara, defienden a capa y espada a esa inteligencia artificial, lo consideran parte de su familia. Aún hoy se debate si eliminar a RED o si existe alguna manera de contenerlo. Yo creo que justamente, tratar de eliminarlo puede ser el detonante para que se vuelva contra la humanidad, si nos comportamos de forma hostil, él podría reaccionar de mala manera, ese software se ha enfrentado a Darkseid y a Brainiac, y ha salido victorioso.

 

   Damian dijo tener siete años de experiencia siendo Batman. Sus tres hermanos aseguraron que ellos nunca estuvieron interesados en cargar con el manto, Bruce tiene actualmente cincuenta y ocho, lleva años queriendo ceder el manto a Nightwing, pero este se ha negado. Bruce y la Liga de la Justicia pusieron a prueba a mi… amigo. No solamente venció a su padre, Dick, Jason y Tim en un combate, también empató con Cassandra e incluso la Mujer Maravilla reconoció y aprobó sus talentos. Fue así como pasó de ser Robin, a portar la capa del murciélago, convirtiéndose en un miembro de la Liga de la Justicia.

 

En los últimos meses, solamente me he topado con él en dos ocasiones. En ninguna de ellas pudimos conversar. Literalmente está en otra liga, varios años adelante de mí, fuera de mi alcance, yo soy un muchacho, él ya es un hombre. Seguramente he dejado de ser alguien importante para él, por lo menos espero que me recuerde con cariño.  

 

   Me encuentro recostado en mi cama, en el departamento de mis papás en Metrópolis, estoy solo, no hay nadie en casa. Traigo puesto un pantalón deportivo de chándal y tengo el torso desnudo. Súbitamente percibo una presencia en mi ventana, de inmediato me pongo en guardia y enciendo mis ojos, listo para defenderme de lo que sea que esté ahí. 


Damian Wayne, el nuevo Batman.


   Es entonces que lo veo, es Damian, se ha vuelto mucho más guapo, me saluda levantando las cejas y con acrobacia ingresa a mi habitación, así es como solía buscarme cuando éramos niños. Luego de entrar, se acuesta sobre mi colchón con las manos bajo su cabeza, cruzando los pies, lleva un pantalón negro y un abrigo de igual color. Aquella posición hace que sus genitales resalten al frente.

 

   —¿Qué cuentas? —me pregunta con una sonrisa.

 

  —Nada, lo de siempre, mi vida no ha cambiado mucho —digo dejándome caer con las piernas abiertas sobre un puff de mi habitación.

 

   —Te he extrañado mucho, Jon, no tienes idea cuánto. Soy gay, por cierto, y también me gustabas. Cuando te me declaraste, yo sentía lo mismo por ti —él sonríe pensativo sin mirarme—. Creo que todavía te amo— al decir esto último, gira su cabeza para mirarme a los ojos—. Tus sentimientos hacia mí, ¿permanecen?


   —Yo… no lo sé —respondo con confusión—. Digo, sí, sigo enamorado de mi amigo Damian de quince años. No voy a negar que físicamente eres todavía más guapo de lo que ya eras, pero después de todo este tiempo, no sé si sigas siendo el mismo. Yo realmente no te conozco, no a este Damian.

 

Damain, 25 años.
  —Soy el mismo, Jon. En esencia soy yo —dice sentándose en la cama—. ¿Sigues siendo virgen? —me pregunta de improviso, mientras se deja caer de rodillas, justo entre mis piernas abiertas y posa sus manos sobre mis muslos para frotarlos, antes de que pueda responder algo, él continúa—. Yo todavía lo soy.

 

   Acerca su rostro al mío, cierra los ojos y dispone sus labios para besarme, yo… hago lo mismo. Nuestros labios se encuentran, nuestras lenguas se acarician y se entrelazan. Él lleva su mano hacia mi entrepierna, la introduce hasta alcanzar mis desnudos testículos y los sujeta. Soy invulnerable, no siento dolor alguno, pero sí percibo su tacto en la piel de mi escroto, solamente eso, me prende. Sin buscarlo, mi pene despierta. Él se retira el abrigo, de una bolsa saca una pequeña caja de plomo que contiene una pulsera verde, él me la coloca, yo lo permito, lentamente me resbalo del puff hasta quedar recostado en el suelo.


   —La mandé buscar dentro del lago —vuelve a besarme. Nuevamente baja su mano hasta mi hombría para estrujarla suavemente—. Podría asesinarte en este momento —dice mientras frota mis pectorales con su palma.

 

  —Podrías hacerlo —digo yo.

 

  —No podrías hacer nada para impedirlo.

 

  —No podría— respondo excitado.

 

  —Tengo tu hombría en mis manos.

 

  —La tienes, Damian.

 

  —Te tengo, Jon. Tú me perteneces —dice mientras aprieta con mucha fuerza mis testículos, el dolor me hace estremecer, quiero gritar, pero sus apasionados labios callan a los míos.

 

Su cuerpo es perfecto.
   Él se pone en pie, empieza a desvestirse. Su cuerpo es perfecto y me excita, continúa sin poseer demasiada masa muscular. Admiro sus marcados abdominales y su ancho pecho de hombre. Él abre la hebilla de su cinturón, baja el cierre de su pantalón, y termina por despojarse de toda prenda. Su miembro es tan largo como el mío, pero no tan grueso, está ligeramente curvado hacia arriba. Siento unas inmensas ganas de ponerlo en mi boca, es un deseo similar al hambre o la sed, jamás me había sentido así, yo… quiero devorar ese pedazo de carne.

 

   Arrodillado, empiezo a chupar su pene, no sé mucho al respecto, solamente intento evitar que mis dientes lo toquen. Lo lamo y con mi boca comienzo a succionar. Él se estremece y retrocede hasta recargarse en una pared. Ocasionalmente utilizo mis manos para estimularlo. Él grita de placer, no se contiene, sus viriles gemidos llenan el lugar y eso me excita más. Su falo no es suficiente para saciar mi deseo, yo necesito la totalidad de su hombría, el par de grandes bolas que cuelgan en su largo escroto me invitan a comerlas. Las introduzco en mi boca una por una, y también las succiono como si fueran frutas de las que quisiera extraer su dulzor.

 

   Me pongo de pie, lo volteo contra la pared, introduzco mi mano por detrás, entre sus piernas, alcanzo sus testículos y los aprieto con fuerza. Damian grita de dolor, más no hace algún intento por defenderse, yo froto mi erecto miembro contra su velludo trasero. Ardo en ganas de penetrarlo, quiero hacerlo mío. No sé si haya alguna preparación previa para hacerlo, si la hay, ni modo, yo en este momento, voy a introducir mi trozo de carne en el hermoso macho que tengo frente a mí, y cuando lo haga, lo voy a envolver con mis fuertes brazos y frotaré su torso con afecto y pasión, incluso, con mi mano excitaré su pene. Deleitar al hombre que amo, me inunda de placer a mí también.

 

Mi papá. Clark Kent

   —¡Jon! ¿Qué estás haciendo? —pregunta una voz varonil muy imponente. Es papá, acaba de llegar a la casa.

 

   —Eh, yo —de inmediato me volteo y cubro mi entrepierna con vergüenza, sentándome en mi cama.

 

  —Estamos cogiendo —responde Damian, volteándose sin pudor alguno, exhibiendo su desnuda hombría frente a Superman. Mi amigo coloca confiado las manos en la cintura. No tiene nada de que avergonzarse, sus proporciones son extraordinarias—. Si nos puedes dar un poco de privacidad, por fa…

 

   El joven hombre no termina la frase, con su súper velocidad, mi padre sujeta al nuevo Batman contra la pared, presionando con su antebrazo su cuello para asfixiarlo.

 

   —¿Cómo te atreves? Mi hijo es casi un niño, tú ya eres un hombre adulto—dice agresivamente Clark.

 

   —Calma, papá, yo ya tengo dieciocho, él no me obligó a nada, yo… quise hacerlo.

 

   —¡Cállate, Jon! Luego hablo contigo —grita papá—. Tú, maldito infeliz, abusador, ¿por qué no buscas a alguien de tu edad?

 

   —Lo amo, tú ya lo sabías —comento yo, mientras me pongo de vuelta mi ropa interior y pantalón.

 

   —No es lo mismo que te guste tu mejor amigo de quince años, a que tengas sexo con un hombre de veinticinco, Jon, entiende. Eso no está bien.

 

   Yo noto el rostro colorado de Damian, él está desnudo e indefenso ante la superioridad de mi padre, me acerco a ellos y coloco mi mano en su hombro para tranquilizarlo. En el instante en que mis yemas hacen contacto con su camisa. Escucho un grito ahogado y varonil. Es papá, él cae de rodillas con las manos en su entrepierna. Mi amigo le dio un potente rodillazo. ¡La pulsera! La  cantidad de kryptonita que tiene es mínima, merma mi fuerza y habilidades sin causarme malestar, pero en mi padre, sus efectos son mucho más potentes. De inmediato salgo de la habitación y me retiro la pulsera para dejarla en la sala.


El lugar se baña con luz roja
   Apenas pongo un pie de vuelta, Damian cierra la puerta y activa un dispositivo que hace que el lugar se bañe con una luz roja. Yo caigo al suelo, debilitado, a mi lado, mi padre se retuerce del dolor, sujetando sus bolas
.

 

   —Es una luz similar a un sol rojo —comenta Damian—. Lo llevo conmigo a todas partes, estaba en mi abrigo.

 

   La radiación de ese dispositivo incrementa en mi padre el dolor que ya sentía en sus genitales, haciendo más dolorosa su agonía, en mi caso solo me agota al punto en que no puedo moverme.

 

   —Por más Superman que seas, tú no vas a decirme lo que puedo o no hacer. Yo soy Batman —dice mi amigo.

 

   Damian continúa desnudo. Lentamente comienza a despojar de su ropa a mi padre, le retira los lentes, la camisa, el pantalón, e incluso su bóxer holgado y lo coloca bocabajo. Se sienta sobre sus piernas, mete su mano para asir sus testículos.

 

   —Podría fornicar contigo, Superman. Podría, en este instante, convertirte en mi perra —comenta Batman—. No podrías hacer nada para evitarlo. Te tengo bien agarrado de los huevos.

 

   Observo la angustia en el rostro crispado de papá, él gime debido al dolor.

 

   —Basta, Damian —digo reuniendo mis fuerzas—. Por favor.

 

   —Eso es lo que yo le iba a decir: “por favor”, pero no quiso escucharme, ni siquiera me permitió terminar de decirlo.


   Mientras lo mantiene sujeto de las bolas, Damián introduce agresivamente su miembro viril en Superman y sacude con ímpetu su pelvis, hacia enfrente, hacia atrás y en círculos. Alcanzo a ver algunas lágrimas correr por los ojos de mi padre, es la rabia e indignación que debe sentir al verse sometido de una forma tan cruel y humillante.  El nuevo Batman se da gusto penetrando a mi padre, el estómago se me revuelve, es una sensación que yo no conocía. Siento mucha incomodidad en el pecho y mis entrañas.

Papá, siendo penetrado. 


   —¡Déjalo! —grito con desesperación. Pero él no me escucha, continúa embistiendo el trasero de mi padre mientras comprime con mucha más fuerza sus testículos.

 

   ¿Por qué lo hace? ¿Cómo puede atreverse? ¿Por qué frente a mí? ¿Acaso no sabe lo mucho que me lastima? ¿Por qué es tan cruel? No solamente traiciona nuestra relación al copular con otro hombre, ese hombre es mi padre, y lo está denigrando, todo, frente a mis ojos. Me doy cuenta de que Damian creció para ser un hombre perverso, sin límites de moralidad o valores, es un verdadero monstruo.

 

   Él exclama potentemente como señal de que ya eyaculó, se deja caer sobre el cuerpo de papá. Yo me encuentro emocionalmente destruido, acabo de presenciar la violación de mi padre.




   —Eso estuvo muy rico, tienes un cuerpo exquisito Clark —dice dándole nalgadas—. Tengo veinticinco, tú casi cincuenta, aunque luces como de treinta y cinco, supongo que esto sí que es correcto ¿no? ¡Wooo! Me siento genial, poderoso e invencible, supongo que Batman sí es mejor que Superman. ¿Disfrutaste sentir mi “bativerga” dentro de ti? ¿Sentiste la calidez de mi “batileche”?


   —¡Ya cállate!, por favor… —digo yo entre lágrimas.


   Se pone en pie y hace una llamada. Un par de minutos después, un portal se abre en mi habitación, de él emerge una mujer muy alta y hermosa, acompañada de unos hombres vestidos como ninjas, traen grilletes de kryptonita, es Talia, la madre de Damian.

 

   —Eres un idiota, ¿cómo se te ocurre hacer algo así? Esto no es parte del plan —ella lo regaña con severidad.

 

   —¿Qué querías? Soy tu hijo, ¿recuerdas? Me gustan los hombres, no me pude contener. Frente a mí tenía sometido al hombre más poderoso y sabroso de todo el universo, ¿qué hubieras hecho tú, madre? Oh sí... ¡claro! robar su ADN para fabricarte un hijo —responde con cinismo—. Si nos deshacemos de la evidencia, nadie tiene porque saberlo y nuestros planes pueden continuar.

   Enojada, eleva su pie para acertar una poderosa patada en los desnudos y expuestos testículos de su hijo. Damián gruñe y se agacha llevando sus manos hacia su entrepierna, pero no cae al suelo. 


La madre de Damian
  —¿Cómo puedes dejarte llevar por tus instintos primitivos? ¿Acaso no piensas? Se supone que te hice inteligente—pregunta con molestia—. Eres un insolente y muy bocón error, un maldito fracaso.

 

   —Sí, sí, madre. Como sea, encárgate de esto —dice sobándose las bolas, mientras saca un cigarro de su abrigo y lo enciende para fumar, dejándose caer confiadamente sobre mi puff con las piernas abiertas. Incluso tiene el descaro de señalar sus gónadas con una sonrisa, retando a Talia para que lo vuelva a patear, pero ella no lo hace, solo lo mira con disgusto. 

 

  —¡Por lo menos vístete, Damian! —su madre lo reprende. A regañadientes la obedece.


  Mi padre y yo somos llevados como prisioneros a ‘Eth...alala, o cómo sea que se llame esa maldita ciudad. No sé qué será de nosotros o lo que ocurrirá después, tampoco conozco cuáles son los planes de Batman y su madre. Lo único que sé es, que el hombre del que yo estaba enamorado, el que creí que era mi amigo, es un monstruo, y eso, me parte el corazón.


NOTA: Por supuesto este Damian adulto, no es nuestro Damian. Él está preso en ‘Eth Alth’eban. Si recuerdan, al final del capítulo pasado, Robin despierta y frente a él no solamente están su madre y su abuelo, también un hombre joven idéntico a él: Damian adulto. 


Los que saben de cómics, ya se habrán dado cuenta de que este personaje es el equivalente de “El Hereje”, en este universo erótico de superhéroes.



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