A LA CAZA DE LA VAMPIRA, Parte 3 - Las Bolas de Pablo

Lo mƔs nuevo

14 sept 2021

A LA CAZA DE LA VAMPIRA, Parte 3

 

A LA CAZA DE LA VAMPIRA, Parte 3 (Relato Corto).

 

 CONTIENE BALLBUSTING F/M.

 

Tiene relaciĆ³n con el relato EL ATAQUE DE LA VAMPIRA, La clĆ­nica para Adictos, parte 1 

 

En la SEGUNDA PARTE, la capitana Gertrudis Ferrer y las detectives Soler y Taylor,  llegaron a la guarida principal de La Vampira. La oriental de nombre Linh, estaba realmente enfadada, pero no podĆ­a desquitarse de momento. Al final obliga al informante conocido como Juvenal a dar la ubicaciĆ³n del supuesto escondite de CHO-FER —En dĆ³nde la asesina tambiĆ©n se refugiaba— AllĆ­ les tienen preparada una trampa.


 

 Eran las 5 Am cuando la capitana y sus dos detectives llegaron en ropas civiles al sitio dado por Juvenal, se trataba de El Fuerte de Sevilla, una fortaleza de la Ć©poca colonial espaƱola. La edificaciĆ³n era un patrimonio histĆ³rico y databa del siglo XVIII, estaba junto a la bahĆ­a de la ciudad y era visitada por turistas a diario.



Desde el perĆ­metro las mujeres observaban el sitio.

 

—Esos canallas!—ExpresĆ³ Gertrudis—Ese lugar es perfecto, un sitio histĆ³rico donde reemplazan a los guardias con personal propio, asĆ­ todos sus secuaces ingresan a gusto aparentando ser turistas, se creen muy listos los malditos.

 

AngĆ©lica aƱadiĆ³:

 

—Jefa, he visitado el Fuerte, aparte del nivel superficial y del faro, hay dos subniveles…Pero el tercero no estĆ” abierto al pĆŗblico.

 

Yolanda aportĆ³:

 

—Entonces ahĆ­ debe ser dĆ³nde tienen su guarida, justo a pocos metros de los turistas incautos, nadie sospecharĆ­a que allĆ­ se ocultan ese par de monstruos.

 

El sol ya asomaba en el horizonte y el operativo parecĆ­a iniciar. De pronto una mujer emerge del Fuerte, es la Vampira!



—AhĆ­ estĆ” esa canalla, es ella jefa!...A capturarla!—AngĆ©lica identificĆ³ de inmediato a la asesina, quien usaba una blusa de tirantes y blue jeans.

 

—Que acaso saliĆ³ a tomar aire fresco?, esto no me huele bien—Gertrudis era precavida.

 

Yolanda  apoyĆ³ a su compaƱera detective:

 

—Jefa ya estamos aquĆ­, debemos aventurarnos e ir tras ella…es nuestra oportunidad…AdemĆ”s capturaremos a CHO-FER!

 

Gertrudis como superiora pensaba las cosas mĆ”s calculadamente, sin dudas sus mĆ”s jĆ³venes detectives eran impetuosas y querĆ­an acciĆ³n.

 

—No quiero parecer una burĆ³crata, jefa—Interpuso AngĆ©lica, pensando mejor el asunto al escuchar el apodo CHO-FER—Pero estĆ” bien atraparlo sin decirle al equipo especial?, es misiĆ³n de ellos el capturar a ese jefe mafioso. Se pueden enfadar en los altos mandos con usted…Al menos deberĆ­amos avisarles.

 

La capitana se detuvo a pensar, todo lo expuesto por AngĆ©lica era cierto pero tambiĆ©n consideraba otros parĆ”metros, sobretodo la clara fuga de informaciĆ³n en la estaciĆ³n de policĆ­a…ademĆ”s el equipo especial no habĆ­a logrado nada contra CHO-FER, eran unos incompetentes…

…Tras exponerle este anĆ”lisis a sus subalternas, la capitana toma la decisiĆ³n de continuar el operativo, capturarĆ”n o darĆ”n de baja a ambos, a La Vampira y a CHO-FER.

 

La Vampira reingresĆ³ al Fuerte y las policĆ­as iniciaron su movilizaciĆ³n. A las 9 Am era la hora de apertura del Fuerte para los turistas, asĆ­ que tenĆ­a tiempo de sobra para el operativo.

 

El primer obstĆ”culo fueron los guardias de la entrada, por ser muy temprano se daba el intercambio de guardias y todos se reunĆ­an en la entrada…era el momento perfecto, asĆ­ sabrĆ­an su nĆŗmero.

 

Las oficiales contaron 7 hombres, 3 con uniformes de seguridad y 4 de civil. Ɖstos se dividieron, quedando tres en el Fuerte y los otros cuatro se repartieron por el amplio perƭmetro.

 

—DĆ©jeme encargarme de los de la entrada, Capitana—SuplicĆ³ AngĆ©lica, la entusiasta detective querĆ­a demostrar su valĆ­a, en el operativo contra la guarida de la Vampira quedĆ³ decepcionad al vencer fĆ”cilmente a un guardia.

 

Gertrudis le dio la misiĆ³n, AngĆ©lica era la Ćŗnica de las 3 que habĆ­a ingresado al Fuerte y al menos sabĆ­a la ubicaciĆ³n de la estaciĆ³n de seguridad del primer nivel.

 

Y comenzarƭa la labor de las policƭas por despejar de guardias toda la zona perifƩrica y de entrada al Fuerte.

 

Gertrudis divisĆ³ a sus dos objetivos, cuando Ć©stos se dividieron fue por uno, la competente mujer le tomĆ³ por detrĆ”s tapĆ”ndole la boca y dĆ”ndole uno y dos karatazos en el cuello. El sujeto volteĆ³ los ojos y comenzĆ³ a caer lentamente, Gertrudis tuvo la amabilidad de ayudarle en la caĆ­da, depositĆ”ndolo suavemente en el piso.

 

La capitana le propinĆ³ un Ćŗltimo golpe de karate en el cuello dejĆ”ndole sin sentido por un buen rato.

 

—Ok, quĆ©date a dormir un rato aquĆ­ mientras me encargo de tu amigo.

 

Pero ese amigo aparecĆ­a tras ella y la tomaba por sorpresa del cuello, el grueso brazo del guardia amenazaba con asfixiarla y puso a Gertrudis a forcejear…Pero la mujer reaccionĆ³ rĆ”pido, lanzĆ³ la pierna derecha hacĆ­a atrĆ”s dĆ”ndole con sus zapatos deportivos un talonazo en los testĆ­culos al hombre.  



—AAHH!!—ExpresĆ³ el sujeto en un grito corto, cuando sus pelotas —casi fijas debido a lo ajustado del pantalĆ³n que usaba— no pudieron moverse y escapar al golpe, su destino fue ser aplastadas por el talĆ³n de la capitana.

 

Ya libre, Gertrudis se volteĆ³ contemplando al varĆ³n…No parecĆ­a una amenaza.

 

—Oughh!—El guardia se volviĆ³ a quejar, torciĆ³ lo ojos y quedĆ³ tambaleante.

 

—Come zapato, maldito!

 

La capitana le propino una patada al rostro, el zapato de la mujer pasĆ³ fugazmente de lado por la boca del individuo, ingresando parcialmente a la cavidad…Literalmente lo puso a comerle el zapato.

 

Yolanda por su parte fue ansiosa al atacar a dos guardias que aun caminaban juntos…

…Les llegĆ³ por detrĆ”s, uno de civil alcanzĆ³ a verla pero no pudo reaccionar a tiempo pues la mujer le conectĆ³ dos veloces golpes a la quijada, el varĆ³n retrocediĆ³ atontado y la detective se girĆ³ como un rayo ante el otro rival que sacaba su bastĆ³n.

 

Ante el ataque del palo, Yolanda se hizo a un lado esquivando muy bien el impacto… La mujer dio dos saltos atrĆ”s haciendo distancia de su atacante y cuando Ć©ste, bastĆ³n en mano se venĆ­a contra ella, la detective le recibiĆ³ con un puntapiĆ© en la entrepierna, elevando al sujeto unos centĆ­metros.


 

—AAahhh!!!!!!!—Los cojones del macho crujieron ante el contacto con el zapato de Yolanda.

 

El bastĆ³n cayĆ³ al suelo y las manos del hombre acunaron sus pelotas. El sujeto apretaba los dientes tratando de sobrellevar el dolor gonadal.

 

La detective Taylor le rematĆ³ con una patada de artes marciales a la cara, haciĆ©ndole comer tierra.

 

De repente el primer atacante pareciĆ³ reaccionar y tomĆ³ a Yolanda del cuello, no era mucha la fuerza que tenĆ­a ahora, la mujer se mostrĆ³ calmada, moviĆ³ la pelvis y lanzĆ³ su enorme trasero hacĆ­a atrĆ”s aplastando con sus glĆŗteos el bajo vientre y entrepierna del guardia.



El violento culazo fue demasiado para el hombre, quien quedĆ³ boquiabierto sin emitir sonido alguno.

 

Los testĆ­culos del imprudente quedaron aplastados por un instante como tortillas, y cuando las nalgas se retiraban el sujeto no pudo mantener la verticalidad, quedando en el suelo. Yolanda rematĆ³ a ambos sujetos dejĆ”ndoles sin sentido.

 

Era el turno de AngĆ©lica quien con sigilo se acercĆ³ a la entrada, apareciĆ³ por sorpresa ante un Ćŗnico vigilante, evitando las cĆ”maras exteriores. Un golpe de karate el cuello y el sujeto rodĆ³ por el piso, Ć©ste tratĆ³ de sacar su arma pero la detective la pateĆ³, un puƱo en la boca del estĆ³mago dejĆ³ al hombre sin aire y habla, le noqueĆ³ con una patada al rostro…

 

La mujer con rapidez le arrastrĆ³ adentro, intentando no ser captada en cĆ”mara. Una vez en el interior ubicĆ³ la habitaciĆ³n de seguridad…Al entrar hallĆ³ a un vigilante sentado frente a un escritorio y para nada pendiente de las cĆ”maras… Ante la intrusa el sujeto no tuvo tiempo de sacar su arma…

 

…AngĆ©lica saltĆ³ sobre el escritorio, propinĆ”ndole una acrobĆ”tica patada voladora en la cabeza. El hombre se fue de espaldas al suelo con todo y silla, y tras el brutal impacto quedĆ³ con expresiĆ³n de muerto en vida.

 

ApareciĆ³ entonces el tercer vigilante —Este de civil—SalĆ­a de un pequeƱo baƱo aledaƱo e ingresaba a la habitaciĆ³n. ..Enseguida tomĆ³ a AngĆ©lica desde atrĆ”s cerrando los brazos alrededor de ella. 

 

—Quien demonios eres?

 

La respuesta de la detective fue inmediata!, condujo una mano atrĆ”s y con la palma abierta le golpeĆ³ en los testĆ­culos. A Ćŗltimo minuto, la mujer con pantalĆ³n oscuro decidiĆ³ no apretarle las bolas para que el pleito durase mĆ”s.



—AAaiii!!!—Se quejaba el sujeto y repetĆ­a la expresiĆ³n cuando por una segunda y tercera vez, AngĆ©lica palmoteaba sus pelotas.

 

Plap! Plap! Sonaban los impactos gonadales, arrugando mƔs y mƔs la cara del guardia.

 

Un cuarto palmetazo y las bolas del varĆ³n parecĆ­an casi planas. El debilitado sujeto liberĆ³ a la mujer, quien ahora le dio el frente y le conecto dos puƱos al rostro. SĆ³lo debiĆ³ tocarle la frente para que cayese desmayado al piso.

 

La mujer asegurĆ³ al Ć”rea y desactivĆ³ el sistema de cĆ”maras, internas y externas.

 

Durante la pelea en la entrada, se escuchĆ³ un fuerte sonido proveniente de un barco; cerca del Fuerte anclaba un buque de mediano calado, al parecer un remolcador quien cada cierto tiempo hacĆ­a sonar la sirena.

 

Luego de vencer a sus respectivos guardias, Yolanda y Gertrudis les ataron y ocultaron en las cercanƭas para que nadie les encontrase tan rƔpido.

 

Acto seguido ingresaron al Fuerte, siendo recibidas por Soler. Poco a poco y prevenidas fueron entrando en la red de tĆŗneles del Fuerte. De pronto la detective Taylor advirtiĆ³:

 

—Capitana, hay cĆ”maras alternas en los pasillos, nos pueden ver.

 

A pesar de estar camufladas una tenue luz roja en las esquinas oscuras las delataba, era un sistema independiente de las cƔmaras de seguridad ya apagadas.

 

—Esto parece sin duda una trampa—La capitana seguĆ­a su instinto— SerĆ” mejor retirarnos y llamar a los refuerzos, estamos expuestas aquĆ­ adentro.

 

Comenzaban a tomar rumbo a la salida cuando se escuchĆ³ la sirena del barco, el ruido era ensordecedor…de repente se dio una detonaciĆ³n. Era una explosiĆ³n de baja potencia y bien calculada para no llamar demasiado la atenciĆ³n de los alrededores…La entrada principal al Fuerte colapsĆ³, una multitud de rocas bloquearon la zona 



Las 3 policĆ­as estaban atrapadas como roedores!

 

Intentaron comunicarse pero la seƱal de sus radios y telĆ©fonos no encontraban respuesta, al final se rindieron, llegaron a la conclusiĆ³n que no solo las rocas evitaban la seƱal…De seguro habĆ­a algĆŗn bloqueador de seƱales, vaya que estaban en un lĆ­o.

 

—Que coincidencia, la sirena del barco se dio casi simultĆ”nea a la detonaciĆ³n—Expuso Yolanda.

 

La capitana Ferrer dedujo:

 

—Es obvio que era para ocultar la explosiĆ³n y que no llamase la atenciĆ³n circundante.

 

La capitana decidiĆ³ continuar por el nivel 1, por fortuna las luces de los tĆŗneles y habitaciones seguĆ­an funcionando. DebĆ­a haber mĆ”s salidas, pero de seguro podrĆ­a haber custodios en ellas, si no es que otras cargas explosivas.

 

Aunque no recordaba mucho de su recorrido turĆ­stico al Fuerte, AngĆ©lica se convirtiĆ³ en la improvisada guĆ­a.

 

—El informante nos traicionĆ³, jefa—Expuso Yolanda.

 

Gertrudis no podĆ­a creerlo, realmente confiaba en Juvenal, pero no habĆ­a otra explicaciĆ³n, Ć©l las guiĆ³ a una trampa.

 

 

MƔs profundo adentro del Fuerte, La Vampira hablaba por radio con CHO-FER. Al parecer en el interior del fuerte las comunicaciones si funcionaban.

 

—Ya estĆ”n atrapadas, seƱor CHO-FER.

 

GuĆ­alas al segundo subnivel.

 

—SĆ­ seƱor.

 

Recuerda el plan, mi Vampira, las quiero vivas para sacarle la mayor informaciĆ³n, y sĆ³lo despuĆ©s te dejarĆ© matarlas.

 

—SeƱor, se lo agradezco…Pero cambiando de tema, estĆ” seguro de esto? porque no sacĆ³ a la chica Ocampo del Fuerte?

 

No te preocupes, hoy necesito que estƩ justo allƭ.

 

CHO-FER terminĆ³ la llamada, sin dar tiempo de rĆ©plica.

 

La Vampira no entendĆ­a, porque CHO-FER no le habĆ­a dicho su plan real para la chica Viviana Ocampo?, desde que la sacaron de la clĆ­nica para adictos, la tenĆ­an prisionera en el tercer subnivel del Fuerte…La habĆ­an usado para chantajear a su padre…Pero con el coronel bajo arresto, de que le servĆ­a ya?

 

La asesina siguiĆ³ el plan y dio instrucciones a 5 hombres de confianza para que disparaban a las policĆ­as pero manteniĆ©ndose bien resguardados. Se dieron entonces tiroteos cortos, donde la intenciĆ³n no era matar a las mujeres, sino conducirlas al segundo subnivel.

 

Aunque sabĆ­an que las estaban guiando a algĆŗn lado, las agentes no tenĆ­an opciĆ³n… SĆ³lo restaba plantear batalla a los criminales y vencerles, dejando algĆŗn sobreviviente para sacarle la informaciĆ³n de cĆ³mo salir.

 

 

Mientras esto sucedĆ­a, La Vampira atendĆ­a otro asunto.

 

El detective Camargo habĆ­a entrado al Fuerte por un acceso diferente (Minutos antes que las policĆ­as), habĆ­a sido llamado por CHO-FER —quien le usaba como espĆ­a en la policĆ­a—para que recibiera su soborno mensual y a la vez presenciara la emboscada a las 3 mujeres… DespuĆ©s del apretĆ³n testicular por parte de AngĆ©lica, Camargo querĆ­a desquite.



Ahora estaba en el segundo subnivel, en una habitaciĆ³n algo amoblada (escritorio, sillĆ³n etc…) donde la Vampira monitoreaba en unas pantallas el recorrido de las policĆ­as por el Fuerte.

 

—…Que tal el dato del informante Juvenal, eh?...esas putas pagarĆ”n por lo que me hicieron.

 

Fue Camargo en persona quien obtuvo de los expedientes de Gertrudis la informaciĆ³n sobre Juvenal, asĆ­ pudieron ponerle una reuniĆ³n, atraparle y obligarle a poner la trampa.

 

—Esos Ɓngeles de Charlie estĆ”n acabados—Se jactaba el oficial.

 

La Vampira le ofrecĆ­a un vaso de whisky y otro de soda al corrupto detective, que se regodeaba en un sillĆ³n.

 

—Por cierto, excelente plan lo de la sirena del barco —EructĆ³ el hombre—, nadie se enterarĆ” de las explosiones, ni de los asesinatos que se den aquĆ­ adentro.

 

—Pero no las mataremos…Al menos no por ahora.

 

—Y que harĆ”n con ellas?

 

—Esos son asunto de mi jefe…Tenga aquĆ­ lo acordado—La Vampira le extendiĆ³ un pequeƱo bolso, el cual abriĆ³ Camargo sonriendo de inmediato…unos fajos de billetes llenaban el objeto de cuero.

 

—Bueno, me marcho—Se incorporĆ³ el detective—Si no las van a matar no tengo motivos para quedarme.

 

—Sabes Camargo, tienes razĆ³n en cuanto a la idea del barco, nadie se darĆ­a cuenta de cualquier asesinato aquĆ­ adentro.

 

AhĆ­ es cuando la asesina le aprieta bolas por sorpresa.

 

—AAAAhhh!!!!!!!—GritĆ³ con fuerza el detective, el apretĆ³n de la oriental a sus testĆ­culos fue brutal.

 

Camargo estaba sorprendido, trata de tomar el arma que traĆ­a en el saco. Pero la Vampira le da un araƱazo en el antebrazo, haciĆ©ndole renunciar al arma…La mujer mete su mano al saco y le quita la pistola, arrojĆ”ndola lejos.

 

—Nada de eso, cariƱo—AumentĆ³ la presiĆ³n a aquellas pelotas, ante lo cual Camargo casi gritĆ³ de nuevo.

 

—SuĆ©ltame, por favor…—La mirada del detective era de sĆŗplica, el apretĆ³n de la Vampira no se comparaba al de AngĆ©lica.

 

—Como quieras…

 

La asesina atrajo su propia mano, estirando el escroto del policƭa y seguidamente sus uƱas rasguƱaron la zona ƭntima del suplicante.

 

—YYaaauuu!!—Se quejĆ³ Camargo, quien sintiĆ³ el ardor de aquella agresiĆ³n a sus genitales.

 

Ya libre del apretĆ³n, el calzoncillo y pantalĆ³n del detective empezĆ³ a mancharse de sangre. La Vampira le habĆ­a desgarrado el escroto con su terribles uƱas. Camargo vio la mancha de sangre y gritĆ³ horrorizado.

El detective tambaleĆ³ mientras se tomaba la ingle.

 

—MIS PELOTAS!!…DONDE ESTƁN MIS PELOTAS?!

 

—Ya no eres Ćŗtil Camargo, eres demasiado corrupto y descuidado, tus propios colegas desconfĆ­an de ti…y asĆ­ no nos sirves.

 

La Vampira se abalanzĆ³ sobre Ć©l, inmovilizĆ”ndole, el claro objetivo era su cuello…

 

…Los colmillos de la mujer penetraron la blanda carne, hundiĆ©ndose al mĆ”ximo e iniciando una hemorragia



 —AAAAAAAAHHHHH!!!!!!!!!!!!!!!—En su retirada, los dientes de la mujer trajeron consigo partes de mĆŗsculos y unos centĆ­metros de venas del detective, quien gritaba desesperadamente. 

 

Casi convulsionando el policĆ­a se fue al suelo.

 

Mientras Camargo se desangraba, la Vampira le observaba agitada, escupĆ­a la sangre de su vĆ­ctima mientras se desabrochaba el pantalĆ³n.

 

A pesar de no ser una pelea, el matar a Camargo si le despertĆ³ el deseo de masturbarse…La tensiĆ³n previa a un potencial enfrentamiento con las 3 policĆ­as, ayudĆ³ bastante.

 

La oriental comenzĆ³ a rozar los dedos sobre su clĆ­toris, por encima de las pantaletas, su Ć”rea vulvar se hinchĆ³ y humedeciĆ³, empapando la prenda Ć­ntima que se hacĆ­a semitransparente de tantos fluidos…

 

…ExcitadĆ­sima, alcanzĆ³ a introducir uno y dos dedos de la mano contraria, aun sin bajar las pantaletas

 

…MetiĆ³ los dedos mĆ”s y mĆ”s hondo hasta llegar al placer.

 

La mujer gritĆ³ pletĆ³rica, el orgasmo coincidiĆ³ con la muerte de Camargo.

 

 

Por su parte continuaba la marcha de las policĆ­as, en cierto momento encontraron una lejana luz, la siguieron recorriendo un estrecho pasillo que terminaba en una escalera,  se dieron cuenta que era una salida, pero…



…Pero habĆ­a una reja con candado que impedĆ­a el escape, asĆ­ como explosivos con detonadores de clave, colocados adjunto.

 

Era la ruta alterna de salida de los criminales, solo capturando a alguno con vida se le podĆ­a sacar el cĆ³digo para desactivar los explosivos y salir indemnes por allĆ­…Y de seguro sĆ³lo CHO-FER y la Vampira tendrĆ­an ese cĆ³digo.

 

Todo era una gran trampa, aun viendo la luz del sol no tenĆ­an seƱal de comunicaciĆ³n, eso confirmaba que era un bloqueo electrĆ³nico, ademĆ”s la salida estaba por el lado del Fuerte que miraba hacia la bahĆ­a, adiĆ³s a pedir ayuda…

…Lo que si alcanzaban a ver era un buque mediano, de seguro aquel mismo que por mĆ³rbida coincidencia sonaba su sirena escondiendo todo ruido del Fuerte.

 

Gertrudis tomĆ³ su decisiĆ³n:

 

—Iremos al segundo subnivel, nos quieren allĆ”?, pues no los decepcionaremos!…Somos policĆ­as y vinimos aquĆ­ por esa asesina, La caza de la Vampira aĆŗn sigue en pie!

 

Las detectives estuvieron de acuerdo.

 

A lo lejos se escuchaban los jadeos de La Vampira, quien alcanzaba el orgasmo.

 

 

CONTINUARƁ…

 

 

***

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Pages