Israel ChacĆ³n saliĆ³ a la superficie del agua en la piscina de la casa de Enzo, nadĆ³ hasta la orilla, muy cerca de donde su hermano adoptivo estaba echado sobre una tumbona. El candidato a la gobernaciĆ³n de la isla saliĆ³ del agua sentĆ”ndose en el borde de la alberca y se acostĆ³ en el suelo dejando sus piernas sumergidas en el agua.
—¡Me hacĆa falta esto, carajo! —declarĆ³ el polĆtico mirando al cielo—. TambiĆ©n quiero surfear y bucear. La campaƱa ha sido muy larga y dura, ¿cierto, chĆ³?
ChĆ³ era un diminutivo de nombre que los familiares usaban con Enzo desde niƱo. Pero Enzo usando Ćŗnicamente un short pequeƱo y negro tenĆa la mirada clavada en el agua y los labios apretados en un rictus duro.
—¿No te ha parecido ruda la campaƱa, chĆ³? —insistiĆ³ Israel. Su hermano no se inmutĆ³. El candidato a la gobernaciĆ³n se sentĆ³, agarrĆ³ un puƱado de agua y se la arrojĆ³ en la cara, haciendo que el hombre saltara en su asiento; Israel emitiĆ³ una carcajada—. Planeta Tierra llamando a Enzo Daniel ChacĆ³n Girolamo.
—¡SerĆ”s huevĆ³n!
—¿HuevĆ³n yo? ¡HuevĆ³n tĆŗ, pendejo! Tienes dĆas que te noto perdido en la luna de Valencia. ¿QuĆ© te ocurre?
—Nada —afirmĆ³ Enzo arrugando mucho el ceƱo.
—¿Seguro? EstĆ”s mĆ”s preocupado que yo con la campaƱa? ¿CuĆ©ntame quĆ© sucede? ¿Se trata de Mark?
—No, mi hijo estĆ” bien.
—¿De Amy, entonces? ¿Te estĆ” poniendo el cuerno con otro hombre? No mĆ”s dime y mi equipo de barrio le darĆ” una lecciĆ³n a ese fulano.
—No, pendejo. No es nada.
—¡Enzo! ¿A caso no nos tenemos confianza? Tienes dĆas muy raro; no te hagas el tonto conmigo.
Israel comenzĆ³ a lanzarle del agua de la piscina, la hermandad entre ellos dos era tan sĆ³lida como la de Pablo y SimĆ³n.
—¡Basta!
—Entonces me contarĆ”s quĆ© sucede.
Enzo afirmĆ³ y saliĆ³ de su cĆ³modo asiento. Se sentĆ³ junto a su hermano.
—ConocĆ a alguien.
—¡Uju! ¡Otra mujer! ¡Se trata de tĆŗ poniĆ©ndole los cuernos a Amy! ¡Bueno no es de extraƱar porque si le fuiste infiel a la madre de Mark con Amy, el karma le estĆ” regresando a ella!
—¡CĆ”llate, huevĆ³n! —Enzo dio una palmada a la abultada entrepierna expuesta de Israel.
El polĆtico apretĆ³ los dientes y contuvo la respiraciĆ³n. Se encorvĆ³ un poco y se echĆ³ a reĆr.
—Por lo menos dime si la conozco. ¿ApareciĆ³ durante la campaƱa?
—No te dirĆ© quiĆ©n es y es mi Ćŗltima palabra.
—¡ChĆ³!
—Lo cierto es que ella —hablĆ³ Enzo refiriĆ©ndose en realidad a Felipe—, me hizo conocer un mundo nuevo, sensaciones y cosas que yo nunca antes habĆa experimentado. Aunque la relaciĆ³n no parece tener un buen futuro no dejo de pensar en ella, me gusta. Pero, tampoco quiero dejar a Amy por esta otra persona.
Israel se echĆ³ a reĆr.
—¿Nuevas sensaciones? Ja, ja, ja. ¿Te dio droga? Ja, ja, ja. Suenas como quinceaƱera, rey.
—¡Eres un pendejo! ¡OjalĆ” pierdas la gobernaciĆ³n!
Israel emitiĆ³ una carcajada y jalĆ³ a su hermano del brazo antes de que se levantara y se fuera.
—EscĆŗchame, pendejo. Te darĆ© mi consejo de hermano mayor y mĆ”s experiencia. Si esta otra mujer te gusta, pero tampoco quieres dejar a Amy. Tener una relaciĆ³n con ambas no te servirĆ”. ¿La otra sabe de tu relaciĆ³n con Amy?
—SĆ.
—Ah, caray. Pues, estoy seguro que en los primeros meses te va a ir muy bien con esta mujer, pero al cabo de un tiempo Amy se va a enterar y tendrĆ”s que escoger entre una de las dos. Al mismo tiempo, me comentas que tu relaciĆ³n con esa mujer no tiene futuro. ¿Entonces quĆ©? ¿Solo sexo?
—Ni eso es.
Israel doblĆ³ las cejas y parpadeĆ³ mirando a su hermano.
—Omite lo Ćŗltimo que dije, Israel.
—El sexo se consigue en cualquier lado, hermano. En todo caso, si estĆ”s seguro que esa mujer no te conviene sigue con tu vida al lado de Amy. Yo pienso que es lo mejor.
Enzo afirmĆ³ con la cabeza clavando la mirada en el suave baile del agua.
¿Por quĆ© pensaba tanto en Felipe si estaba seguro que esa relaciĆ³n no tenĆa futuro? ¿Por quĆ©? ¿Por quĆ© tenĆa que sentir atracciĆ³n por otro hombre como Ć©l si era un interĆ©s que nunca antes experimentĆ³ en su vida? No ocultaba que extraƱaba mucho las horas de compartir con Ć©l tumbados en el mueble acariciĆ”ndose en silencio. EmitiĆ³ un suspiro.
Israel le puso la mano en el hombro en seƱal de apoyo. Enzo le sonriĆ³ con sentimiento de pesar.
Horas despuĆ©s los dos hermanos partieron al hotel familiar, el candidato polĆtico se fue rumbo al spa estaba decidido a terminar su domingo en medio de lociones y masajes que no le hicieran recordar en campaƱas. Enzo hizo una investigaciĆ³n en la recepciĆ³n sobre la disponibilidad de la sala de proyecciones en lo que quedaba de horas para ese dĆa, al saber que estaba disponible hizo una llamada telefĆ³nica y partiĆ³ rumbo a la oficina de su padre donde se puso a hablar con Ć©l durante varias horas.
Por otro lado el Ć”nimo de Felipe habĆa decaĆdo mucho desde que explicĆ³ la verdad a Enzo ChacĆ³n, sus bajas intenciones de chantaje a Ć©l provocaron que Enzo lo eliminara de su vida para siempre, lo bloqueĆ³ del WhatsApp y ya nunca mĆ”s tuvieron contacto. Por eso se quedĆ³ perplejo cuando en la pantalla de su celular se mostrĆ³ su nombre con una llamada telefĆ³nica que dudĆ³ en atender. De hecho contestĆ³ en el segundo intento. Enzo no le dio tiempo de hablar, solo le dijo que lo esperaba a las 6:00 pm en la sala II de proyecciones del Neptuno Palace.
Felipe sintiĆ³ un vuelco en el corazĆ³n. A la hora planteada llegĆ³ al bonito hotel oliendo a perfume y vestido de traje y corbata. Al presentarse en la recepciĆ³n le indicaron la ubicaciĆ³n del lugar y fue acompaƱado de un botones.
—¿Felipe Gargano? —susurrĆ³ la recepcionista a su compaƱero cuando el hombre se alejĆ³.
—Efectivamente —afirmĆ³ su compaƱero—, es el hermano de la candidata rival de Israel. Seguramente viene a pactar asuntos de polĆtica, asĆ se maneja ese sucio mundo.
—No lo dudo —indicĆ³ la muchacha—, el seƱor Enzo me pidiĆ³ discreciĆ³n.
—Vaya, vaya.
DespuĆ©s de usar el ascensor y caminar un iluminado pasillo Enzo fue acompaƱado al lugar indicado. Le dio las gracias al botones y entrĆ³ a la sala. Estaba oscuro.
—¿Hola? —preguntĆ³ con duda.
Las luces se encendieron a control remoto y Felipe Gargano abriĆ³ la boca sorprendido, no por la majestuosidad y aires de oficina del espacio sino porque ocupando el asiento en la cabecera de la mesa Enzo ChacĆ³n lo esperaba totalmente desnudo. Su cuerpo brillaba bajo las luces y su polla flĆ”cida estaba a un lado de su muslo mientras que sus grandes testĆculos le colgaban entre sus piernas abiertas.
Felipe contuvo el aliento sin dejar de comĆ©rselo con la mirada. SintiĆ³ que su pene se hacĆa grande dentro de su pantalĆ³n.
—Cierra la puerta no quiero que me entre frĆo —dijo Enzo como una broma, ya la sala contaba con aire acondicionado.
Enzo cerrĆ³ la puerta con seguro tras de sĆ y se quedĆ³ ahĆ sin mover con una graciosa y grande erecciĆ³n en su pantalĆ³n.
—¿CĆ³mo estĆ”s? —quiso saber Enzo.
—Confundido.
Enzo le regalĆ³ una tierna sonrisa, esa que tanto le gustaba a Felipe porque contrastaba tanto con sus rasgos salvajes.
—Ven —lo invitĆ³.
Felipe caminĆ³ lentamente hasta detenerse frente a Ć©l y admirar a pocos centĆmetros lo excelso de su cuerpo de dios.
—He tomado una decisiĆ³n que no puedo hechar para atrĆ”s —dijo Enzo—, aunque debo odiarte por lo que hiciste, voy a ceder a este horrible sentimiento que siento. Esta especie de SĆndrome de Estocolmo. SerĆ© tuyo, todo esto que ves aquĆ —dijo pasando la palma de su mano desde el pecho a la cadera— es para ti.
Felipe se inclinĆ³ sobre Enzo y colocĆ³ su mano en el pecho. DespuĆ©s la bajĆ³ hacia sus testĆculos hasta que le dio una palmada.
—¿De quĆ© se trata todo esto, ChacĆ³n?
Enzo gruĆ±Ć³ y despuĆ©s se rio. Su polla empezaba a reaccionar.
—Lo estuve meditando y siento que me acostumbre mucho a ti, pipe. Aunque deba seguir con mi vida y alejarme de ti una parte de mi cerebro me hace pensar en tu nombre a cada instante. ¿CĆ³mo estarĆ”? ¿QuĆ© hace? ¿QuĆ© pudo hacer?
Felipe tomĆ³ los grandes testĆculos de Enzo y los apretĆ³ con su mano. ChacĆ³n abriĆ³ los ojos y apretĆ³ los dientes.
—Ahora soy yo el que tiene miedo —afirmĆ³ Felipe—, mucho y no sĆ©. No lo sĆ©.
RetorciĆ³ las bolas de Enzo, haciĆ©ndole soltar un gemido ahogado.
Felipe se apretĆ³ los labios, mirĆ³ a Enzo y lo soltĆ³ de las bolas.
Enzo gimiĆ³ y se doblĆ³ ligeramente.
—¿QuĆ© pretendes hacer con la mujer botox?
—Con Amy no quiero terminar. La amo. Eso lo debes saber.
—Carajo, no puedo competir contra ella. Siempre ha sido tu mujer. ¡Vete a la punta del cerro, Enzo!
Felipe se dio la media vuelta caminando con toda su abultada erecciĆ³n con destino hacia la puerta.
—Pipe, no te vayas —fueron las palabras de Enzo, sonaron como una sĆŗplica. Se habĆa quedado frotando sus bolas.
Felipe volviĆ³ a observarlo, encontrĆ”ndose con una hermosa mirada.
—No te vayas, pipe.
—¿Entonces, quĆ©? —Felipe se acercĆ³ a Ć©l abriendo los brazos en seƱal de una desesperada respuesta.
Enzo corriĆ³ hacia Ć©l y simplemente lo tomĆ³ de la barbilla y lo besĆ³ en los labios. Felipe correspondiĆ³. Estuvieron dĆ”ndose besos sin interrumpir por casi 20 segundos hasta que Felipe Gargano volviĆ³ a apoderarse de los grandes testĆculos de Enzo apretando con fuerza.
Enzo contuvo el aliento y se parĆ³ firme, alejando su rostro del de Felipe.
—¿Quieres que sea tu estĆŗpido amante?
AplicĆ³ mĆ”s presiĆ³n, los ojos de Enzo se agrandaron. Para que pudiera hablar, Felipe tuvo que dejar de apretarle los huevos, sin embargo no apartĆ³ su mano.
—AsĆ comenzamos en un principio —alegĆ³ Enzo—, tĆŗ y yo encerrados en la complicidad de tu departamento. Al principio te odie, pero hiciste que te fuera conociendo, enamorĆ”ndome de la persona que en realidad eres. De compartir el silencio y el ruido contigo.
—Yo te quiero tener solo para mi. No creo que esto vaya a funcionar asĆ, tengo miedo de que falle y que nos descu…
Enzo lo interrumpiĆ³ con un beso en los labios que nuevamente capturĆ³ la atenciĆ³n de Felipe.
Cuando se separaron sostenieron la mirada.
—SerĆ” un secreto entre los dos. Nada tiene que cambiar. No hay nada que perder.
—A ti te puedo perder.
—Shhh —Enzo, liberado de los testĆculos, suavemente llevĆ³ a Felipe contra la robusta mesa donde lo hizo recostar. Se sentĆ³ encima de Ć©l sacĆ”ndole el saco y despuĆ©s abriĆ©ndole la camisa.
La polla de Felipe estaba dura como roca, creando un contorno muy duro bajo las firmes nalgas de Enzo ChacĆ³n.
Los dos hombres tenĆan expresiĆ³n de amor en su rostro. Enzo regalĆ³ varios besos al cuello de Felipe y Gargano a su vez le besĆ³ los pezones hasta dejĆ”rselos duros.
Cuando Felipe estuvo completamente desnudo recibiĆ³ un inexperto sexo oral de Enzo, sin embargo, estuvo un poco bueno y ya lo enseƱarĆa a mejorar. DespuĆ©s, Felipe le correspondiĆ³ a Enzo llevĆ”ndolo a la cima del placer, se frotaron en la mesa sin dejar de compartir besos y caricias. Estuvieron uno al lado del otro masturbĆ”ndose hasta causar un destrozo pegajoso con sus rastros de semen sobre la mesa utilizada por ejecutivos.
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