A LA CAZA DE LA VAMPIRA, Parte 4. - Las Bolas de Pablo

Lo mƔs nuevo

21 sept 2021

A LA CAZA DE LA VAMPIRA, Parte 4.

 

A LA CAZA DE LA VAMPIRA, Parte 4.

 

 CONTIENE BALLBUSTING F/M Y CUNTBUSTING F/F.

 

 

Tiene relaciĆ³n con el relato EL ATAQUE DE LA VAMPIRA parte 4, La ClĆ­nica para Adictos, parte 2  

 

En la TERCERA PARTE, la capitana Gertrudis Ferrer y las detectives Soler y Taylor, arriban a la guarida de CHO-FER.  Es un antiguo fuerte espaƱol, allĆ­ quedan atrapadas por un derrumbe y deben recorrer el lugar en busca de una salida. Por su parte La Vampira asesina al detective Camargo, quien trabajaba como espĆ­a para la mafia.


 

 

La capitana Ferrer y sus detectives avanzaban por los estrechos tĆŗneles del Fuerte rumbo al segundo sub nivel, sabĆ­an que los ocasionales tiroteos las guiaban allĆ­, necesitaban capturar a algĆŗn criminal para que les orientara en busca de una salida viable.


—DĆ©jenme 1 minutos con uno de esos criminales y le sacarĆ© la informaciĆ³n que necesitamos…se lo garantizo jefa. —AngĆ©lica amenazaba abriendo y cerrando la mano, con su apretĆ³n testicular todos los hombres cantaban.

 

Los tiroteos con los enviados por la Vampira continuaron y finalmente las policĆ­as se quedaron sin balas, era lo que esperaba la Vampira. Las ordenes eran capturarlas vivas y para eso utilizarĆ­a a los 5 secuaces.

 

Les ordenĆ³ dejar sus armas de fuego, asĆ­ las mujeres —que sabĆ­an combate— no podrĆ­an apoderarse del arma de alguno de ellos. Los hombres no protestaron ante la orden de su jefa, despuĆ©s de todo ellos eran varones y en su mente de machos se consideraban superiores a las policĆ­as, sin mencionar que las superaban en nĆŗmero.

 

Antes de partir, la asesina les entregarĆ­a algunas herramientas…AbriĆ³ el candado de un enorme baĆŗl ubicado junto a la pared, de allĆ­ extrajo 5 elementos…

 

…Eran unos bastones elĆ©ctricos!, perfectas para neutralizar a un oponente con el menor esfuerzo, sĆ³lo bastaba un toque para dejar al rival descoordinado y vulnerable a algĆŗn remate.



—Creen que con esto podrĆ”n hacer el trabajo sin problemas?

 

—No necesitamos de los bastones, podemos con ellas a puƱo limpio, jefa—Quien lideraba el grupo vio conveniente mostrar algo de orgullo masculino.

 

—No se preocupe, serĆ” fĆ”cil—OpinĆ³ otro secuaz.

 

La Vampira no confiaba mucho en su grupo, pero eran la primera oleada para capturar a las policĆ­as.

 

—SĆ­, si, como digan, solo pĆ³nganlas a dormir rĆ”pido y trĆ”iganmelas.

 

 

Y mientras las 3 policĆ­as caminaban por un estrecho pasillo, aparecieron de la nada los 5 hombres armados con bastones. Las mujeres se pusieron en guardia de combate.

 

Yolanda fue la primera en notar las armas.

 

—Tienen bastones elĆ©ctricos, alerta todas!

 

Prudentemente se mantuvieron alejadas. A continuaciĆ³n las policĆ­as analizaron a sus oponentes, con simples miradas establecĆ­an entre ellas a que rival enfrentarĆ­an.

 

Gertrudis se centrĆ³ en el mĆ”s grande, un hombre de color cuya piel relucĆ­a al activarse la luz intermitente del bastĆ³n elĆ©ctrico.

 

—Este es mĆ­o, tengo experiencia enfrentando a enormes hombres negros.

 

Las mujeres atacaron!

 

Gertrudis corriĆ³ contra el hombre de color, quien al verla venir levantĆ³ el bastĆ³n, listo a dar un impacto fĆ­sico y elĆ©ctrico.

 

—Ven mujer descarriada, que te mostrarĆ© lo que hace un varĆ³n!. ConocerĆ”s lo que tenemos entre las piernas!—El negro se referĆ­a a ella por ser la lĆ­der de ese trio de mujeres que habĆ­an neutralizado a sus compaƱeros afuera y en la entrada del Fuerte, para Ć©l ya era hora de ponerlas en su sitio.

 

El prepotente machista no hizo gracia a la policĆ­a. Aunque en el fondo Gertrudis si sintiĆ³ algo cercano al disfrute, siempre le gustaron los retos y un oponente enorme y fuerte le daba lo que buscaba.

 

Ante el ataque del criminal, Gertrudis se agachĆ³ esquivando el bastĆ³n, con el negro sin guardia en sus partes bajas, la capitana moviĆ³ la pierna con fuerza, su pie ascendiĆ³ entre las piernas del macho.

 

—AArggghh!!—RugiĆ³ el negro cuando sus colgantes bolas se estrellaron contra su hueso pĆŗbico.

 

El varĆ³n dejĆ³ caer el bastĆ³n y se agarrĆ³ sus voluminosos genitales mientras arrugaba la cara.



La capitana sintiĆ³ que pateĆ³ cosas grandes, el negro era digno de su raza al tener una polla y bolas de buen tamaƱo, pero no le darĆ­a el gusto de mencionar aquello.

 

—Ahora no te vanaglorias de lo que tienes entre las piernas, verdad?, asĆ­ que esto es lo que puede hacer un varĆ³n, JA!—Se desquitĆ³ con creces Gertrudis, ante el enorme macho que estaba inmĆ³vil sosteniendo sus dolidas Ć”reas.

 

La capitana se excitĆ³ levemente ante el ataque bajo a su rival y la expresiĆ³n de dolor de Ć©ste, pero hasta ahĆ­ llegĆ³ el asunto, Estaban en peligro de muerte asĆ­ que no era el momento de esos sentimiento…A diferencia de la sĆ”dica Vampira, la capitana sabĆ­a controlar sus impulsos.

 

—Que idiota…—Expresaba la Vampira, quiĆ©n por los monitores observaba la pelea—Para que bajas la guardia, imbĆ©cil!—

 

Gertrudis le rematĆ³ con un rodillazo en la cabeza, y cuando el moreno cayĆ³ de espaldas al piso, le pisĆ³ el abdomen con fuerza, casi subiĆ©ndose en Ć©l.

 

El negro quedĆ³ encorvado como un gusano y la capitana le aplicĆ³ un choque elĆ©ctrico con su propio bastĆ³n, dejĆ”ndose sin sentido…Ahora Gertrudis estaba armada.

 

La capitana volteĆ³ para ver cĆ³mo iba el combate para sus subalternas…Lo primero que llamĆ³ su atenciĆ³n fue un grito masculino, aunque con un tono agudo.



—AAAHHH!!!!!—Gritaba con fuerza un barbudo hombre despuĆ©s de que AngĆ©lica le pateara con fuerza los testĆ­culos, la boca del varĆ³n quedĆ³ abierta a su mĆ”xima expresiĆ³n, mientras el cuerpo quedaba casi petrificado…sus ojos quedaron en blanco y cayĆ³ al piso

 

Con las manos en las caderas, AngĆ©lica se mostrĆ³ orgullosa de su hazaƱa.

 

Por detrĆ”s de la detective un hombre venĆ­a a atacarla, Gertrudis le vio venir iba a ayudar a su subalterna por tamaƱo descuido, pero notĆ³ que el sujeto no traĆ­a bastĆ³n, por eso no la previno.

 

Y es que AngƩlica ya momentos antes habƭa desarmado a Ʃste atacante y ahora el sujeto venƭa por la revancha. ..

…El hombre la sujetĆ³ por detrĆ”s, cerrando sus brazos contra el delgado abdomen de la mujer, con una fuerza colosal parecĆ­a querer partirla por la mitad.

 

La detective contuvo el aliento y aplicando algo de fuerza, pudo ladear un poco su cuerpo…el brazo izquierdo de AngĆ©lica pudo maniobra hacia atrĆ”s y llegĆ³ a la entrepierna enemiga…

…La mano se cerrĆ³ y todo el volumen escrotal del hombre sufriĆ³.



 

—AAiiii!!!! —ChillĆ³ el macho.

 

—Le apretĆ³ las bolas, que idiota! Jajaja—Se burlaba la Vampira centrĆ”ndose en la cara de dolor de su subalterno.

 

El adolorido varĆ³n trataba de soportar el castigo, estaba debilitado, pero su orgullo de macho le instĆ³ a no rendirse; La detective sintiĆ³ como las fuerzas del macho se reforzaban en su agarre…El tipo se resistĆ­a y eso alegraba a la mujer.

 

AngĆ©lica centrĆ³ su apretĆ³n testicular en la hueva izquierda del macho, la mĆ”s grande, con los dedos la exprimiĆ³ como si se tratase de un jugoso limĆ³n.



—YYYAAAAA!!!!!!!—Fue el alarido del sujeto que sentĆ­a como si con la exprimida tirasen de su preciado huevo y de un nervio de la pelvis.

 

Las manos del sujeto ya no hacĆ­an presiĆ³n, asĆ­ que AngĆ©lica finalmente le soltĆ³ la hueva y se zafĆ³ del atacante.

 

El hombre estaba doblado y a merced de la detective, cuando apareciĆ³ Gertrudis por detrĆ”s y activaba el bastĆ³n elĆ©ctrico contra la nuca del sujeto, este desviĆ³ los ojos hacia arriba y pronto los ojos se pudieron en blanco…

…CayĆ³ de rodillas y acto seguido estaba en el piso sin sentido.

 

—Jefa!—ReclamĆ³ AngĆ©lica—Ese era mĆ­o.

 

—Deja de reclamar, esto no es un juego...AdemĆ”s estaba acabado desde hace rato.

 

Las mujeres voltearon y encontraron a Yolanda retrocediendo ante dos hombres que buscaban darle choques elƩctricos con sus bastones.

 

La astuta detective esquivĆ³ un par de ataques con el bastĆ³n, se acercĆ³ a uno de los sujetos y le enterrĆ³ un fuerte rodillazo en la entrepierna.



El hombre ni siquiera se quejĆ³, sĆ³lo permaneciĆ³ boquiabierto; Sus testĆ­culos quedaron un instante pegados contra su cuerpo…lentamente fueron despegĆ”ndose para ser recibidos por su calzoncillo.

 

Taylor sonriĆ³ al ver los ojos cruzados del hombre, estaba mĆ”s que acabado.

Le rematĆ³ con un golpe de karate en su cuello y el sujeto se fue al piso.

 

Yolanda se agachĆ³ esquivando un ataque desde atrĆ”s por parte del otro agresor…lanzĆ³ la pierna dĆ”ndole un talonazo en la rodilla al sujeto…Este se quejĆ³, soltĆ³ el bastĆ³n, —RĆ”pidamente atrapado por la detective—, Yolanda maniobrĆ³ el arma e impactĆ³ la cara y manzana de adĆ”n del villano.

 

El hombre escupiĆ³ algo de sangre y cayĆ³ al piso tras un Ćŗltimo impacto con el bastĆ³n en la zona de la oreja. Ɖste sujeto estaba sin sentido.

 

Yolanda vio como el dolido de las bolas se arrastraba queriendo alejarse de su vencedora…La detective Taylor activĆ³ el bastĆ³n y con naturalidad le dio una descarga en un glĆŗteo. El sujeto apretĆ³ los dientes y quedĆ³ desmayado.

 

Y la victoria era de las mujeres!, los 5 hombres yacĆ­an en el suelo sin sentido.

 

—Perdieron, que sorpresa —ExpresĆ³ la asesina, que se incorporĆ³ de su asiento y tomĆ³ un fusil de asalto...Al parecer su turno habĆ­a llegado.

 

En las pantallas veĆ­a como las mujeres se armaban con los bastones y se aprestaban a despertar a alguno de los 5 hombres…Esperaban que les dieran la informaciĆ³n para salir o el cĆ³digo de los explosivos.

 

—Que montĆ³n de inĆŗtiles, con armas elĆ©ctricas y superĆ”ndolas en nĆŗmero, y prĆ”cticamente barrieron el piso con ellos…

 

Pero la asesina se saboreaba los labios… PasĆ³ lo que ella querĆ­a desde el principio, un enfrentamiento fĆ­sico contra las 3 policĆ­as.

 

—Al fin nos veremos frente a frente puercas (policĆ­as), me pagarĆ”n por lo que hicieron a mis escondites, y lo mejor es que lo gozarĆ©…

 

—A alguna le gustan los huevos fritos?—ExpresĆ³ AngĆ©lica, quien activaba un bastĆ³n y apuntaba a distancia a la entrepierna de un desmayado hombre—Les aseguro que con el voltaje adecuado en las pelotas, nos dirĆ”n lo que queramos.

 

Como no estaban tan lejos de su ubicaciĆ³n, la oriental saliĆ³ al pasillo y les gritĆ³:

 

—ELLOS NO SABEN EL CƓDIGO DE LOS EXPLOSIVOS, YO Sƍ…—Gracias a las cĆ”maras habĆ­a visto cuando las policĆ­as se toparon con la salida bloqueada por explosivos—…Y QUE NO VINIERON A CAPTURARME?, VENGAN POR MI, PUERCAS!

 

Las mujeres aceptaron lo dicho por la asesina y fueron en su direcciĆ³n.

 

Pronto se hallaron en una habitaciĆ³n sin puerta, era amplia y en el fondo, delante de un escritorio estaba la Vampira, la mujer cargaba un fusil de asalto.



Las mujeres observaron el lugar, ademĆ”s del escritorio, estaba un sillĆ³n y pantallas colocadas en una pared, donde se veĆ­a las imagenes de las secretas cĆ”maras de vigilancia.

 

—Vaya, a quien tenemos aquĆ­?…al trio de puercas que allanĆ³ mis guaridas.

 

—Guaridas?, mejor diles ratoneras, porque allĆ­ se escondĆ­a una rata como tĆŗ!—ReplicĆ³ AngĆ©lica.

 

—Ratonera mi casa del centro?, era muy lujosa, esa sĆ­ me doliĆ³, lo admito.

 

—De acuerdo, caĆ­mos en tu trampa, malnacida—ExpresĆ³ Yolanda.

 

—Completamente, Taylor…Ya deben saber que no habrĆ” rescate, hay un bloqueador activado que evita cualquier comunicaciĆ³n al exterior; Con el escĆ”ndalo del coronel Ocampo estĆ”bamos seguros que no vendrĆ­an con refuerzos, como les dicen? Los Ɓngeles de Charlie? Parece que los Ɓngeles estĆ”n en problemas.

 

—CĆ”llate puta!—ReaccionĆ³ AngĆ©lica.

 

—Pues es su culpa por ser tan engreĆ­das, apenas llevan una semana en esto y se creyeron que podrĆ­an acabar con la mafia ustedes solas.

 

Mientras discutĆ­an, Gertrudis observĆ³ todo el lugar, no habĆ­a nadie mĆ”s. InterrogĆ³ la capitana:

 

—Y CHO-FER?

 

La Vampira sonriĆ³:

 

—Ɖl no estĆ” aquĆ­, querida…El seƱor CHO-FER no se expondrĆ­a asĆ­ nada mĆ”s—La oriental seƱalĆ³ hacia lo alto de una esquina, donde se veĆ­a un tenue punto rojo, era una cĆ”mara oculta—Ɖl nos observa a salvo desde su cuartel secreto.

 

—Es un cobarde!—ReplicĆ³ Yolanda.

 

—Decir eso de Ć©l te puede costar la vida querida, yo que tĆŗ mejor me mantenĆ­a callada.

 

Las miradas entre las 3 policĆ­as y la asesina casi parecĆ­an hablarse, todo era tensiĆ³n.

 

La Vampira disfrutaba el momento.

 

—Gertrudis, Yolanda y AngĆ©lica, las 3 policĆ­as que quieren atraparme o matarme, esa es la orden, no?...SĆ© mucho de ustedes, su desempeƱo como oficiales y esas cosas…Pero tambiĆ©n donde viven, sus parejas, sus amigos…SĆ© mucho.

 

—Yo tambiĆ©n se de ti, Linh Mei Nam—Gertrudis estaba muy seria.

 

—Eh?—Por un momento la asesina se mostrĆ³ sorprendida, pero luego comenzĆ³ a reĆ­r—Jajajajajaja, vaya sorpresa…HacĆ­a tanto tiempo que no me llamaban asĆ­.

 

Con sarcasmo la capitana expresĆ³:

 

—Que acaso Linh no significa EspĆ­ritu amable? Pues sin duda le haces mucho honor a tu nombre.

 

De pronto la Vampira arrojĆ³ algo a los pies de la capitana, la oficial recogiĆ³ lo que parecĆ­a una identificaciĆ³n, al verla quedĆ³ impactada…lo que alegrĆ³ a la asesina.

 

—Maldita!—Gertrudis expuso una mirada de odio...

 

…En sus manos tenĆ­a el documento de identidad de Ricardo Castro, conocĆ­a ese nombre, detallĆ³ la foto, se trataba del informante Juvenal.

 

De inmediato dedujo que el joven era inocente, le obligaron a mentir para ponerles la trampa. De seguro el pobre chico estarĆ­a muerto, Gertrudis se sintiĆ³ responsable, ella alentĆ³ su labor como informante y las cosas terminaban trĆ”gicamente para Ć©l.

 

Enojada, la policĆ­a quiso avanzar contra la asesina, pero Ć©sta la previno.

 

—Calma capitana…No se enoje asĆ­—La Vampira apuntĆ³ con el fusil a Gertrudis y la policĆ­a debiĆ³ retroceder—Fusil le gana bastones, asĆ­ que para atrĆ”s!

 

—Y ahora quĆ©?—ExpresĆ³ la capitana, que pareciĆ³ dominarse.

 

—Primero lo primero, dejen los bastones…TĆŗ, la culona!—Se refiriĆ³ a Yolanda—Toma todos y colĆ³calos en ese baĆŗl, y cierra el candado por favor.

 

Yolanda sĆ³lo pudo obedecer. Al abrir el baĆŗl vio una pistola, la tomĆ³, pero de inmediato la soltĆ³…estaba descargada. CerrĆ³ el candado y regresĆ³ con sus compaƱeras.

 

La Vampira estuvo atenta a sus expresiones y supo que habĆ­a sostenido el arma.

 

—Que tentaciĆ³n, no? Apuesto que querĆ­as usarla conmigo; Pero no tiene balas, su dueƱo ya no la necesita mĆ”s…Por cierto ustedes parece que lo conocen…EstĆ” aquĆ­ tras el escritorio.

 

Las policƭas miraron el escritorio y se notaban manchas de sangre que emergƭa por debajo, detrƔs debƭa encontrarse un cadƔver.

 

—Es su colega el detective Camargo, me temo que no fue un honesto agente del orden, dejĆ”ndose corromper por dinero sucio…No, no, no, no, que se puede esperar de los policĆ­as en estos tiempos.

 

—Y entonces?, nos matarĆ”s?—ReplicĆ³ la capitana.

 

La Vampira se quedĆ³ mirĆ”ndolas a los ojos, y disparĆ³ al techo de roca, quedĆ³ sin balas y enseguida desarmĆ³ con habilidad el arma, para lanzĆ³ lejos las partes.

 

Las policƭas entendieron que querƭa una pelea cuerpo a cuerpo, no era extraƱo, La Vampira tenƭa fama de liquidar a sus vƭctimas a mano limpia, pocas veces usaba disparos.

 

Ahora cada una de las policĆ­as era consciente que esta era su Ćŗnica oportunidad de salir con vida de allĆ­.

 

La capitana Ferrer sacĆ³ de su bolsillo unos puƱos de acero, artĆ­culo tambiĆ©n conocido como manopla.



—Vienen preparadas, eso me gusta!—La mujer oriental se emocionĆ³ y comenzĆ³ a excitarse, el disfrute de la pelea no era exclusivo en enfrentamientos contra hombres.

 

—Yo pelearĆ© primero!—Fue la orden de la capitana a sus detectives.

 

Y no hubo mĆ”s charla…

 

Gertrudis se fue contra la Vampira, lanzando puƱos de acero contra Ć©sta, la cual los enfrentaba a sus uƱas de extrema dureza, el intercambio de golpes generĆ³ algunas ocasionales chispas.

 

El dĆŗo intercambiaba golpes con rapidez y estrategia, casi analizando la forma de combate de su rival…Por unos momentos ninguna acertaba un ataque pleno en su oponente.

 

Hasta que por fin las carnes sintieron los impactos!

 

La Vampira retrocediĆ³ evitando los golpes y contraatacĆ³ con una patada al rostro, enseguida un ataque de garra al abdomen de Gertrudis quien alcanzĆ³ a poner la manopla salvado sus entraƱas.

 

La capitana contraatacĆ³ y acertĆ³ un veloz puƱo en la mandĆ­bula de la asesina, el duro impacto le volteĆ³ la cara. Las detectives celebraron el impacto de su capitana, podrĆ­a ser la ventaja para la victoria.

 

La oriental se quejĆ³ del golpazo, retrocediĆ³ hasta quedar contra un muro, Gertrudis se dispuso a rematarla propinando veloces impactos que la oriental esquivĆ³, el grueso muro soltĆ³ pedazos de piedra ante los golpes del hierro que fallaron su blanco.

 

Nuevamente pudo acertarle uno y dos puƱos de acero en los costados.

 

—Gaahh!!—La Vampira protegĆ­a sus dolidas zonas, al tiempo que tambaleante retrocedĆ­a mĆ”s.

 

ParecĆ­a el fin de la asesina, pero Ć©sta pateĆ³ la rodilla de Gertrudis, quiĆ©n habĆ­a descuidado sus piernas, la capitana cerrĆ³ los ojos un instante por el dolor y al abrirlos ya no vio a su enemiga.

 

La Vampira estaba a un lado suyo, las detectives alertaron a Gertrudis quiƩn hizo espacio con respecto a la peligrosa mujer.

 

La oriental retrocediĆ³ un poco mĆ”s, pero finalmente tomĆ³ energĆ­as y atacĆ³ con una patada a la cara de Gertrudis sacĆ”ndole mĆ”s que saliva. La propia asesina escupiĆ³ sangre a la vez que sonreĆ­a, decidiĆ³ rematar a la capitana con una patada al rostro y cuando quedĆ³ de espaldas le dio un ataque de garra.

 

—AAHHH!!—Se quejĆ³ Gertrudis cuando su blusa era hecha jirones y 4 marcas de uƱas le lesionaban la espalda. Para su fortuna no fueron heridas profundas.

 

Yolanda y AngƩlica decidieron intervenir!

 

LanzĆ”ndose sobre la oriental, las detectives tomaron a la criminal por sorpresa. Las 3 rodaron por el suelo, AngĆ©lica quedĆ³ encima y comenzĆ³ a darle puƱos a la asesina como si se tratase de un saco de boxeo. Yolanda derribada junto a la oriental, la alcanzaba a inmovilizar, evitando que se incorporara.

 

—AAiii!!—Se quejĆ³ Yolanda cuando las garras de la Vampira le hirieron en antebrazo…Enseguida un puƱo cerrado al esternĆ³n la hizo retorcerse.

 

Con mĆ”s libertad, la Vampira moviĆ³ un brazo y propinĆ³ un golpe de codo en el rostro de AngĆ©lica, asĆ­ detuvo su ataque…

 

—AAhh!!!—Seguidamente un golpe de garra al hombro, hiriĆ³ a AngĆ©lica… QuiĆ©n rodĆ³ por el suelo alejĆ”ndose de su agresora.

 

Ya en pie las 3, hicieron una pausa observando sus expresiones…mientras las detectives mostraban respiraciĆ³n agitada y dolor, la oriental jadeaba del placer.

 

Entonces la asesina se moviĆ³ con real velocidad y rasguĆ±Ć³ la cadera de AngĆ©lica sin poder Ć©sta defenderse a tiempo, esa mujer era veloz…

 

…Lo mismo sucediĆ³ a Taylor, la Vampira pateĆ³ a Yolanda en el estĆ³mago, las dos detectives retrocedĆ­an y la asesina avanzaba sonriente y caliente…

 

…Pero de repente tras las mujeres se elevaba Gertrudis en un salto de casi dos metros, las detectives sirvieron para ocultar a su capitana y Ć©sta parecĆ­a dar un salto de trampolĆ­n por encima de sus detectives…

 

…La Vampira la mirĆ³ con sorpresa y admiraciĆ³n…Gertrudis se venĆ­a con todo contra ella!; La asesina sĆ³lo tuvo tiempo de cruzar los brazos protegiĆ©ndose como pudo de un doble ataque de manoplas por parte de la capitana.

 

Las uƱas de la Vampira la protegieron del metal, aunque alguna uƱa se rompiĆ³ y el impulso del doble puƱo la estrellĆ³ contra un muro, dĆ”ndose un fuerte golpe en la cabeza.

 

La asesina quedĆ³ cabizbaja, mientras Gertrudis se disponĆ­a a atacar!

 

La Vampira lanzĆ³ una patada a la mano quitĆ”ndole una manopla a la capitana, un ataque de garra no encontrĆ³ su objetivo, pues la policĆ­a se alejĆ³. Pero en un movimiento fugaz, la asesina llegĆ³ hasta donde ella y con el puƱo cerrado le daba en la nariz…La capitana se fue hacia atrĆ”s, siendo recibida por sus detectives, asĆ­ las 3 aunaban fuerzas para seguir en pie.

 

Los costados impactados previamente dolĆ­an mucho a la Vampira, quien ahora comenzaba a sentir los dolores en su cuerpo, debiĆ³ retroceder aunque no dejaba de sonreĆ­r, la excitaciĆ³n de la pelea enmascaraba los traumas sufridos.

 

—Vaya, vaya, son 3 contra una y aun asĆ­ no pueden conmigo—La sangre goteaba de la boca de la asesina…

 

…Ya no se veĆ­a tan apta para el combate, pero no era diferente con las policĆ­as, sangraban y lucĆ­an sudadas y cansadas, las heridas en sus cuerpos las mermaban bastante.

 

—Pero que mal se ven las 3, jejeje...

 

AngƩlica responderƭa a sus burlas:

 

—Y porque no te miras en un espejo, maldita demente!—Era demasiado obvio la calentura de la enemiga, ya sabĆ­an por su perfil psiquiĆ”trico que ella podĆ­a ser sĆ”dica y/o ninfĆ³mana .

 

—Estoy bien, no soy una mediocre policĆ­a con un limitado entrenamiento…

 

—Tan limitado que escupes sangre, te acabarĆ© pronto, maldita!

 

—No he peleado con todo, querida Soler… Me he contenido usando las uƱas, sĆ³lo porque CHO-FER las quiere vivas, de lo contrario alguna de ustedes ya estarĆ­a vuelta picadillo.

 

—Te harĆ© pedazos maldita asesina!

 

—JamĆ”s podrĆ”s, de las 3 tĆŗ eres la mĆ”s mediocre, donde te entrenaron? En un circo? —La asesina comenzĆ³ a carcajear.

 

AngĆ©lica se enfureciĆ³ y corriĆ³ contra la asesina.

 

—Esperaaaa!!—Fue el llamado de Yolanda a que fuese precavida, pero su compaƱera se dejĆ³ llevar por el enojo y la adrenalina.

 

La Vampira le esquivĆ³ su ataque de puƱo y contraatacĆ³ con un golpe de dos dedos en la frente, las duras uƱas la pararon en seco. Enseguida la oriental se fijĆ³ en los pantalones de AngĆ©lica.

 

Entonces lanzĆ³ una fuerte patada de derecha contra la entrepierna femenina.



La vulva de AngĆ©lica recibiĆ³ pleno la punta del zapato de la Vampira.



—AAAahhh!!!—La detective arrugĆ³ el rostro y se cubriĆ³ la vagina…

 

… Por un instante AngĆ©lica recordĆ³ la agresiĆ³n genital que sufriĆ³ hace unos aƱos y que la enviĆ³ al hospital. (Relato SALVEMOS A VERƓNICA).

 

La Vampira retrocediĆ³ por prudencia ante el avance de las compaƱeras, quienes sostuvieron a una doblada y dolida AngĆ©lica. Ahora las 4 se hallaban en el centro de la habitaciĆ³n y al parecer listas para el Ćŗltimo round del combate.

 

De repente algo sucediĆ³ que dejĆ³ impactada a la Vampira…

 

Un hombre en chaqueta y sin pantalones entrĆ³ a la habitaciĆ³n, paso junto a las 3 policĆ­as que quedaron atĆ³nitas, pues el sujeto que usaba calzoncillos blancos, parecĆ­a drogado, su mirada era perdida y avanzaba lentamente hacĆ­a la asesina.



La Vampira se mostrĆ³ asustada comenzĆ³ a temblar y retroceder mĆ”s y mĆ”s, hasta quedar de espaldas contra el muro mĆ”s lejano. La oriental mirĆ³ hacĆ­a la cĆ”mara de la esquina con una expresiĆ³n de asombro…ParecĆ­a querer decir algo a quiĆ©n la estuviese mirando.

 

Desde otro lugar, observando una pantalla, una sombra contemplaba la acciĆ³n, en su rostro aparecĆ­a una sonrisa.

 

Nada personal mi Vampira, pero creĆ­ste que no me enterarĆ­a de tu acuerdo con Federico Monroe?

 

SimultƔneamente la Vampira tuvo un fugaz recuerdo:

 

Miraba de cerca a Federico Monroe, quiĆ©n con la cara ensangrentada expresaba miedo en la mirada. La asesina se acercĆ³ mĆ”s y expresĆ³:

 

— Acepto tu oferta Monroe…Acepto ser tu aliada, pequeƱo mafioso —

 

Volviendo a la actualidad, La Vampira daba por hecho que CHO-FER de alguna manera se enterĆ³ del trato que hizo con Monroe.

 

El sujeto en calzoncillos estaba a menos de dos metros de la mujer, quiĆ©n estaba inmĆ³vil.

 

Gertrudis notĆ³ la mirada de resignaciĆ³n en la Vampira, sus ojos expresaban tristeza.

 

—Entonces…Ya no le soy Ćŗtil, verdad?…—AlcanzĆ³ a decir en voz baja la asesina, dirigiĆ©ndose a la cĆ”mara.

 

El sujeto se detuvo justo en frente de la oriental. Las policĆ­as no sabĆ­an cĆ³mo reaccionar.

 

De pronto la Vampira mirĆ³ con un profundo odio al sujeto, y le propinĆ³ un puntapiĆ© en la abultada entrepierna.

 

—AArrrgg!!—El sujeto abriĆ³ los ojos como platos, se agarrĆ³ las bolas y encorvĆ³ su cuerpo.

 

—CORRAN!!—ExpresĆ³ la Vampira, que comenzĆ³ a correr en direcciĆ³n hacia las policĆ­as…

 

…Gertrudis dedujo de inmediato que sucedĆ­a. La capitana tomĆ³ de las muƱecas a sus detectives y tirĆ³ de ellas para salir de la habitaciĆ³n…

 

…Cuando alcanzaban el umbral del pasillo hubo una detonaciĆ³n.

KA-BOOM! 


El sujeto era una Bomba humana y La Vampira le reconociĆ³ como uno de aquellos que aceptaron bien el compuesto A y pronto serĆ­an usados en un atentado.

 

CHO-FER veĆ­a la pantalla hasta que la imagen desapareciĆ³, reemplazĆ”ndola la estĆ”tica.

 

AdiĆ³s, Vampira.

 

Este es el merecido Ć³ inmerecido final para quien trabajĆ³ duro, buscando lo mejor para su jefe criminal, pero que por motivos desconocidos aceptĆ³ la oferta de Federico Monroe. (En un futuro relato se expondrĆ” mĆ”s de aquella desconocida escena dĆ³nde la Vampira perdona la vida de Monroe).

 

El jefe mafioso da unas instrucciones por radio, en pocos minutos y desde una zona del tercer subnivel suben 5 mercenarios, los sujetos bien armados revisan la habitaciĆ³n parcialmente colapsada.

 

A la vista de los sujetos estĆ”n las 3 policĆ­as casi en la entrada de la habitaciĆ³n. Yacen en el suelo, llenas de polvo e inconscientes. Las revisan, parecen estar bien, solo presentan heridas superficiales.

 

El lĆ­der del grupo se comunicaba por radio con su jefe CHO-FER.

 

—SeƱor CHO-FER las encontramos, estĆ”n vivas las 3.

 

La explosiĆ³n no fue potente, era un ataque para matar a una persona cercana, pero siendo una habitaciĆ³n cerrada el colapso del techo era probable y en parte ocurriĆ³.

 

Bien, trƔiganmelas!...Y La Vampira?

 

—SeƱor, lamento decirle que quedĆ³ bajo las rocas, alcanzo a ver una mano, su cuerpo estĆ” sepultado, no hay nada que hacer, seƱor…Lo lamento.

 

Entiendo…

 

—Que hacemos, la sacamos?

 

No!, dƩjenla ahƭ, serƔ su tumba.

 

—SĆ­ seƱor—El mercenario no se sentĆ­a bien al dejar el cadĆ”ver de una compaƱera en la vida delictiva, aunque en vida La Vampira siempre le pareciĆ³ una demente y engreĆ­da, despuĆ©s de todo tenĆ­a la preferencia del patrĆ³n y por lo mismo no se veĆ­a bien que la dejasen ahĆ­…Pero ordenes eran Ć³rdenes y debĆ­a cumplirlas.

 

Gertrudis alcanzĆ³ a despertar, viendo a un mercenario a la cara. El hombre le sonriĆ³.

 

—Dulces sueƱos, policĆ­a!—Enseguida le dio un puƱo a la cara, noqueĆ”ndola.

 

Los mercenarios ataron de pies y manos a las policĆ­as y se las subieron al hombro. Otros dos fueron y hallaron a los 5 secuaces noqueados…

 

...Con sales de reanimaciĆ³n les despertaron; Aun con dolor testicular los derrotados emprendieron la retirada, no sin maldecir a las inconscientes mujeres.

 

El lĆ­der del grupo hablĆ³ de nuevo con su jefe:

 

—Todo listo seƱor, las llevamos a la mazmorra del tercer subnivel?

 

No!, hay problemas allĆ­, ustedes salgan por la salida norte, estĆ” sin interferencia y tĆŗ tienes el cĆ³digo de los explosivos…Quiero que me traigan a esas 3 al refugio Alfa, enseguida.

 

HabĆ­a problemas en el tercer subnivel?, el mercenario no entendĆ­a que podĆ­a suceder, no habĆ­a escuchado disparos desde que subieron y el perĆ­metro del Fuerte no denotaba presencia policiaca, que sucedĆ­a entonces allĆ­?

 

—Como usted diga…Pero patrĆ³n, todo bien?, puedo enviar a dos de mis hombres a reforzar el tercer subnivel.

 

No, sigan mis Ć³rdenes...Tengo planes para esas tres.

 

Y asĆ­ las 3 policĆ­as fueron capturadas y ahora estarĆ­an a merced de CHO-FER.

 

 

FIN.

 

***

 

NOTA 1: Este es el final de la historia A LA CAZA DE LA VAMPIRA. Lo que sucederƔ con las mal llamadas Ɓngeles de Charlie se conocerƔ en un futuro relato.

 

NOTA 2: Lo que sucede en el tercer subnivel de El Fuerte de Sevilla, se conocerĆ” en el relato del mes de Noviembre llamado: EN BUSCA DE VIVIANA, Parte 3.

 

 

***

A continuaciĆ³n una ENCUESTA para conocer el futuro del personaje de La Vampira. Como las historias de este personaje se han llevado bastante de mi tiempo, sĆ³lo la continuarĆ© si veo que el pĆŗblico lector muestra un significativo interĆ©s en que asĆ­ sea, por lo que considerĆ© colocar un margen de votos mĆ­nimo para que el resultado de la encuesta sea vĆ”lida…Y el nĆŗmero de votos es de 50, (Y obviamente que gane el SI). AsĆ­ que de ustedes depende el futuro de esta historia.

 

 

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Pages