A LA CAZA DE LA VAMPIRA, Parte 4. - Las Bolas de Pablo

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21 sept 2021

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A LA CAZA DE LA VAMPIRA, Parte 4.

 

A LA CAZA DE LA VAMPIRA, Parte 4.

 

 CONTIENE BALLBUSTING F/M Y CUNTBUSTING F/F.

 

 

Tiene relación con el relato EL ATAQUE DE LA VAMPIRA parte 4, La ClĆ­nica para Adictos, parte 2  

 

En la TERCERA PARTE, la capitana Gertrudis Ferrer y las detectives Soler y Taylor, arriban a la guarida de CHO-FER.  Es un antiguo fuerte espaƱol, allĆ­ quedan atrapadas por un derrumbe y deben recorrer el lugar en busca de una salida. Por su parte La Vampira asesina al detective Camargo, quien trabajaba como espĆ­a para la mafia.


 

 

La capitana Ferrer y sus detectives avanzaban por los estrechos tĆŗneles del Fuerte rumbo al segundo sub nivel, sabĆ­an que los ocasionales tiroteos las guiaban allĆ­, necesitaban capturar a algĆŗn criminal para que les orientara en busca de una salida viable.
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—DĆ©jenme 1 minutos con uno de esos criminales y le sacarĆ© la información que necesitamos…se lo garantizo jefa. —AngĆ©lica amenazaba abriendo y cerrando la mano, con su apretón testicular todos los hombres cantaban.

 

Los tiroteos con los enviados por la Vampira continuaron y finalmente las policĆ­as se quedaron sin balas, era lo que esperaba la Vampira. Las ordenes eran capturarlas vivas y para eso utilizarĆ­a a los 5 secuaces.

 

Les ordenó dejar sus armas de fuego, asĆ­ las mujeres —que sabĆ­an combate— no podrĆ­an apoderarse del arma de alguno de ellos. Los hombres no protestaron ante la orden de su jefa, despuĆ©s de todo ellos eran varones y en su mente de machos se consideraban superiores a las policĆ­as, sin mencionar que las superaban en nĆŗmero.

 

Antes de partir, la asesina les entregarĆ­a algunas herramientas…Abrió el candado de un enorme baĆŗl ubicado junto a la pared, de allĆ­ extrajo 5 elementos…

 

…Eran unos bastones elĆ©ctricos!, perfectas para neutralizar a un oponente con el menor esfuerzo, sólo bastaba un toque para dejar al rival descoordinado y vulnerable a algĆŗn remate.

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—Creen que con esto podrĆ”n hacer el trabajo sin problemas?

 

—No necesitamos de los bastones, podemos con ellas a puƱo limpio, jefa—Quien lideraba el grupo vio conveniente mostrar algo de orgullo masculino.

 

—No se preocupe, serĆ” fĆ”cil—Opinó otro secuaz.

 

La Vampira no confiaba mucho en su grupo, pero eran la primera oleada para capturar a las policĆ­as.

 

—SĆ­, si, como digan, solo pónganlas a dormir rĆ”pido y trĆ”iganmelas.

 

 

Y mientras las 3 policĆ­as caminaban por un estrecho pasillo, aparecieron de la nada los 5 hombres armados con bastones. Las mujeres se pusieron en guardia de combate.

 

Yolanda fue la primera en notar las armas.

 

—Tienen bastones elĆ©ctricos, alerta todas!

 

Prudentemente se mantuvieron alejadas. A continuación las policías analizaron a sus oponentes, con simples miradas establecían entre ellas a que rival enfrentarían.

 

Gertrudis se centró en el mÔs grande, un hombre de color cuya piel relucía al activarse la luz intermitente del bastón eléctrico.

 

—Este es mĆ­o, tengo experiencia enfrentando a enormes hombres negros.

 

Las mujeres atacaron!

 

Gertrudis corrió contra el hombre de color, quien al verla venir levantó el bastón, listo a dar un impacto físico y eléctrico.

 

—Ven mujer descarriada, que te mostrarĆ© lo que hace un varón!. ConocerĆ”s lo que tenemos entre las piernas!—El negro se referĆ­a a ella por ser la lĆ­der de ese trio de mujeres que habĆ­an neutralizado a sus compaƱeros afuera y en la entrada del Fuerte, para Ć©l ya era hora de ponerlas en su sitio.

 

El prepotente machista no hizo gracia a la policía. Aunque en el fondo Gertrudis si sintió algo cercano al disfrute, siempre le gustaron los retos y un oponente enorme y fuerte le daba lo que buscaba.

 

Ante el ataque del criminal, Gertrudis se agachó esquivando el bastón, con el negro sin guardia en sus partes bajas, la capitana movió la pierna con fuerza, su pie ascendió entre las piernas del macho.

 

—AArggghh!!—Rugió el negro cuando sus colgantes bolas se estrellaron contra su hueso pĆŗbico.

 

El varón dejó caer el bastón y se agarró sus voluminosos genitales mientras arrugaba la cara.

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La capitana sintió que pateó cosas grandes, el negro era digno de su raza al tener una polla y bolas de buen tamaño, pero no le daría el gusto de mencionar aquello.

 

—Ahora no te vanaglorias de lo que tienes entre las piernas, verdad?, asĆ­ que esto es lo que puede hacer un varón, JA!—Se desquitó con creces Gertrudis, ante el enorme macho que estaba inmóvil sosteniendo sus dolidas Ć”reas.

 

La capitana se excitó levemente ante el ataque bajo a su rival y la expresión de dolor de Ć©ste, pero hasta ahĆ­ llegó el asunto, Estaban en peligro de muerte asĆ­ que no era el momento de esos sentimiento…A diferencia de la sĆ”dica Vampira, la capitana sabĆ­a controlar sus impulsos.

 

—Que idiota…—Expresaba la Vampira, quiĆ©n por los monitores observaba la pelea—Para que bajas la guardia, imbĆ©cil!—

 

Gertrudis le remató con un rodillazo en la cabeza, y cuando el moreno cayó de espaldas al piso, le pisó el abdomen con fuerza, casi subiéndose en él.

 

El negro quedó encorvado como un gusano y la capitana le aplicó un choque elĆ©ctrico con su propio bastón, dejĆ”ndose sin sentido…Ahora Gertrudis estaba armada.

 

La capitana volteó para ver cómo iba el combate para sus subalternas…Lo primero que llamó su atención fue un grito masculino, aunque con un tono agudo.

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—AAAHHH!!!!!—Gritaba con fuerza un barbudo hombre despuĆ©s de que AngĆ©lica le pateara con fuerza los testĆ­culos, la boca del varón quedó abierta a su mĆ”xima expresión, mientras el cuerpo quedaba casi petrificado…sus ojos quedaron en blanco y cayó al piso

 

Con las manos en las caderas, Angélica se mostró orgullosa de su hazaña.

 

Por detrÔs de la detective un hombre venía a atacarla, Gertrudis le vio venir iba a ayudar a su subalterna por tamaño descuido, pero notó que el sujeto no traía bastón, por eso no la previno.

 

Y es que AngƩlica ya momentos antes habƭa desarmado a Ʃste atacante y ahora el sujeto venƭa por la revancha. ..

…El hombre la sujetó por detrĆ”s, cerrando sus brazos contra el delgado abdomen de la mujer, con una fuerza colosal parecĆ­a querer partirla por la mitad.

 

La detective contuvo el aliento y aplicando algo de fuerza, pudo ladear un poco su cuerpo…el brazo izquierdo de AngĆ©lica pudo maniobra hacia atrĆ”s y llegó a la entrepierna enemiga…

…La mano se cerró y todo el volumen escrotal del hombre sufrió.

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—AAiiii!!!! —Chilló el macho.

 

—Le apretó las bolas, que idiota! Jajaja—Se burlaba la Vampira centrĆ”ndose en la cara de dolor de su subalterno.

 

El adolorido varón trataba de soportar el castigo, estaba debilitado, pero su orgullo de macho le instó a no rendirse; La detective sintió como las fuerzas del macho se reforzaban en su agarre…El tipo se resistĆ­a y eso alegraba a la mujer.

 

Angélica centró su apretón testicular en la hueva izquierda del macho, la mÔs grande, con los dedos la exprimió como si se tratase de un jugoso limón.

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—YYYAAAAA!!!!!!!—Fue el alarido del sujeto que sentĆ­a como si con la exprimida tirasen de su preciado huevo y de un nervio de la pelvis.

 

Las manos del sujeto ya no hacían presión, así que Angélica finalmente le soltó la hueva y se zafó del atacante.

 

El hombre estaba doblado y a merced de la detective, cuando apareció Gertrudis por detrĆ”s y activaba el bastón elĆ©ctrico contra la nuca del sujeto, este desvió los ojos hacia arriba y pronto los ojos se pudieron en blanco…

…Cayó de rodillas y acto seguido estaba en el piso sin sentido.

 

—Jefa!—Reclamó AngĆ©lica—Ese era mĆ­o.

 

—Deja de reclamar, esto no es un juego...AdemĆ”s estaba acabado desde hace rato.

 

Las mujeres voltearon y encontraron a Yolanda retrocediendo ante dos hombres que buscaban darle choques elƩctricos con sus bastones.

 

La astuta detective esquivó un par de ataques con el bastón, se acercó a uno de los sujetos y le enterró un fuerte rodillazo en la entrepierna.

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El hombre ni siquiera se quejó, sólo permaneció boquiabierto; Sus testĆ­culos quedaron un instante pegados contra su cuerpo…lentamente fueron despegĆ”ndose para ser recibidos por su calzoncillo.

 

Taylor sonrió al ver los ojos cruzados del hombre, estaba mÔs que acabado.

Le remató con un golpe de karate en su cuello y el sujeto se fue al piso.

 

Yolanda se agachó esquivando un ataque desde atrĆ”s por parte del otro agresor…lanzó la pierna dĆ”ndole un talonazo en la rodilla al sujeto…Este se quejó, soltó el bastón, —RĆ”pidamente atrapado por la detective—, Yolanda maniobró el arma e impactó la cara y manzana de adĆ”n del villano.

 

El hombre escupió algo de sangre y cayó al piso tras un Ćŗltimo impacto con el bastón en la zona de la oreja. Ɖste sujeto estaba sin sentido.

 

Yolanda vio como el dolido de las bolas se arrastraba queriendo alejarse de su vencedora…La detective Taylor activó el bastón y con naturalidad le dio una descarga en un glĆŗteo. El sujeto apretó los dientes y quedó desmayado.

 

Y la victoria era de las mujeres!, los 5 hombres yacĆ­an en el suelo sin sentido.

 

—Perdieron, que sorpresa —Expresó la asesina, que se incorporó de su asiento y tomó un fusil de asalto...Al parecer su turno habĆ­a llegado.

 

En las pantallas veĆ­a como las mujeres se armaban con los bastones y se aprestaban a despertar a alguno de los 5 hombres…Esperaban que les dieran la información para salir o el código de los explosivos.

 

—Que montón de inĆŗtiles, con armas elĆ©ctricas y superĆ”ndolas en nĆŗmero, y prĆ”cticamente barrieron el piso con ellos…

 

Pero la asesina se saboreaba los labios… Pasó lo que ella querĆ­a desde el principio, un enfrentamiento fĆ­sico contra las 3 policĆ­as.

 

—Al fin nos veremos frente a frente puercas (policĆ­as), me pagarĆ”n por lo que hicieron a mis escondites, y lo mejor es que lo gozaré…

 

—A alguna le gustan los huevos fritos?—Expresó AngĆ©lica, quien activaba un bastón y apuntaba a distancia a la entrepierna de un desmayado hombre—Les aseguro que con el voltaje adecuado en las pelotas, nos dirĆ”n lo que queramos.

 

Como no estaban tan lejos de su ubicación, la oriental salió al pasillo y les gritó:

 

—ELLOS NO SABEN EL CƓDIGO DE LOS EXPLOSIVOS, YO SĆā€¦ā€”Gracias a las cĆ”maras habĆ­a visto cuando las policĆ­as se toparon con la salida bloqueada por explosivos—…Y QUE NO VINIERON A CAPTURARME?, VENGAN POR MI, PUERCAS!

 

Las mujeres aceptaron lo dicho por la asesina y fueron en su dirección.

 

Pronto se hallaron en una habitación sin puerta, era amplia y en el fondo, delante de un escritorio estaba la Vampira, la mujer cargaba un fusil de asalto.

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Las mujeres observaron el lugar, ademÔs del escritorio, estaba un sillón y pantallas colocadas en una pared, donde se veía las imagenes de las secretas cÔmaras de vigilancia.

 

—Vaya, a quien tenemos aquĆ­?…al trio de puercas que allanó mis guaridas.

 

—Guaridas?, mejor diles ratoneras, porque allĆ­ se escondĆ­a una rata como tĆŗ!—Replicó AngĆ©lica.

 

—Ratonera mi casa del centro?, era muy lujosa, esa sĆ­ me dolió, lo admito.

 

—De acuerdo, caĆ­mos en tu trampa, malnacida—Expresó Yolanda.

 

—Completamente, Taylor…Ya deben saber que no habrĆ” rescate, hay un bloqueador activado que evita cualquier comunicación al exterior; Con el escĆ”ndalo del coronel Ocampo estĆ”bamos seguros que no vendrĆ­an con refuerzos, como les dicen? Los Ɓngeles de Charlie? Parece que los Ɓngeles estĆ”n en problemas.

 

—CĆ”llate puta!—Reaccionó AngĆ©lica.

 

—Pues es su culpa por ser tan engreĆ­das, apenas llevan una semana en esto y se creyeron que podrĆ­an acabar con la mafia ustedes solas.

 

Mientras discutían, Gertrudis observó todo el lugar, no había nadie mÔs. Interrogó la capitana:

 

—Y CHO-FER?

 

La Vampira sonrió:

 

—Él no estĆ” aquĆ­, querida…El seƱor CHO-FER no se expondrĆ­a asĆ­ nada mĆ”s—La oriental seƱaló hacia lo alto de una esquina, donde se veĆ­a un tenue punto rojo, era una cĆ”mara oculta—Él nos observa a salvo desde su cuartel secreto.

 

—Es un cobarde!—Replicó Yolanda.

 

—Decir eso de Ć©l te puede costar la vida querida, yo que tĆŗ mejor me mantenĆ­a callada.

 

Las miradas entre las 3 policías y la asesina casi parecían hablarse, todo era tensión.

 

La Vampira disfrutaba el momento.

 

—Gertrudis, Yolanda y AngĆ©lica, las 3 policĆ­as que quieren atraparme o matarme, esa es la orden, no?...SĆ© mucho de ustedes, su desempeƱo como oficiales y esas cosas…Pero tambiĆ©n donde viven, sus parejas, sus amigos…SĆ© mucho.

 

—Yo tambiĆ©n se de ti, Linh Mei Nam—Gertrudis estaba muy seria.

 

—Eh?—Por un momento la asesina se mostró sorprendida, pero luego comenzó a reĆ­r—Jajajajajaja, vaya sorpresa…HacĆ­a tanto tiempo que no me llamaban asĆ­.

 

Con sarcasmo la capitana expresó:

 

—Que acaso Linh no significa EspĆ­ritu amable? Pues sin duda le haces mucho honor a tu nombre.

 

De pronto la Vampira arrojó algo a los pies de la capitana, la oficial recogió lo que parecĆ­a una identificación, al verla quedó impactada…lo que alegró a la asesina.

 

—Maldita!—Gertrudis expuso una mirada de odio...

 

…En sus manos tenĆ­a el documento de identidad de Ricardo Castro, conocĆ­a ese nombre, detalló la foto, se trataba del informante Juvenal.

 

De inmediato dedujo que el joven era inocente, le obligaron a mentir para ponerles la trampa. De seguro el pobre chico estaría muerto, Gertrudis se sintió responsable, ella alentó su labor como informante y las cosas terminaban trÔgicamente para él.

 

Enojada, la policƭa quiso avanzar contra la asesina, pero Ʃsta la previno.

 

—Calma capitana…No se enoje así—La Vampira apuntó con el fusil a Gertrudis y la policĆ­a debió retroceder—Fusil le gana bastones, asĆ­ que para atrĆ”s!

 

—Y ahora quĆ©?—Expresó la capitana, que pareció dominarse.

 

—Primero lo primero, dejen los bastones…TĆŗ, la culona!—Se refirió a Yolanda—Toma todos y colócalos en ese baĆŗl, y cierra el candado por favor.

 

Yolanda sólo pudo obedecer. Al abrir el baĆŗl vio una pistola, la tomó, pero de inmediato la soltó…estaba descargada. Cerró el candado y regresó con sus compaƱeras.

 

La Vampira estuvo atenta a sus expresiones y supo que habĆ­a sostenido el arma.

 

—Que tentación, no? Apuesto que querĆ­as usarla conmigo; Pero no tiene balas, su dueƱo ya no la necesita mĆ”s…Por cierto ustedes parece que lo conocen…EstĆ” aquĆ­ tras el escritorio.

 

Las policƭas miraron el escritorio y se notaban manchas de sangre que emergƭa por debajo, detrƔs debƭa encontrarse un cadƔver.

 

—Es su colega el detective Camargo, me temo que no fue un honesto agente del orden, dejĆ”ndose corromper por dinero sucio…No, no, no, no, que se puede esperar de los policĆ­as en estos tiempos.

 

—Y entonces?, nos matarĆ”s?—Replicó la capitana.

 

La Vampira se quedó mirÔndolas a los ojos, y disparó al techo de roca, quedó sin balas y enseguida desarmó con habilidad el arma, para lanzó lejos las partes.

 

Las policƭas entendieron que querƭa una pelea cuerpo a cuerpo, no era extraƱo, La Vampira tenƭa fama de liquidar a sus vƭctimas a mano limpia, pocas veces usaba disparos.

 

Ahora cada una de las policĆ­as era consciente que esta era su Ćŗnica oportunidad de salir con vida de allĆ­.

 

La capitana Ferrer sacó de su bolsillo unos puños de acero, artículo también conocido como manopla.

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—Vienen preparadas, eso me gusta!—La mujer oriental se emocionó y comenzó a excitarse, el disfrute de la pelea no era exclusivo en enfrentamientos contra hombres.

 

—Yo pelearĆ© primero!—Fue la orden de la capitana a sus detectives.

 

Y no hubo mĆ”s charla…

 

Gertrudis se fue contra la Vampira, lanzando puños de acero contra ésta, la cual los enfrentaba a sus uñas de extrema dureza, el intercambio de golpes generó algunas ocasionales chispas.

 

El dĆŗo intercambiaba golpes con rapidez y estrategia, casi analizando la forma de combate de su rival…Por unos momentos ninguna acertaba un ataque pleno en su oponente.

 

Hasta que por fin las carnes sintieron los impactos!

 

La Vampira retrocedió evitando los golpes y contraatacó con una patada al rostro, enseguida un ataque de garra al abdomen de Gertrudis quien alcanzó a poner la manopla salvado sus entrañas.

 

La capitana contraatacó y acertó un veloz puño en la mandíbula de la asesina, el duro impacto le volteó la cara. Las detectives celebraron el impacto de su capitana, podría ser la ventaja para la victoria.

 

La oriental se quejó del golpazo, retrocedió hasta quedar contra un muro, Gertrudis se dispuso a rematarla propinando veloces impactos que la oriental esquivó, el grueso muro soltó pedazos de piedra ante los golpes del hierro que fallaron su blanco.

 

Nuevamente pudo acertarle uno y dos puƱos de acero en los costados.

 

—Gaahh!!—La Vampira protegĆ­a sus dolidas zonas, al tiempo que tambaleante retrocedĆ­a mĆ”s.

 

Parecía el fin de la asesina, pero ésta pateó la rodilla de Gertrudis, quién había descuidado sus piernas, la capitana cerró los ojos un instante por el dolor y al abrirlos ya no vio a su enemiga.

 

La Vampira estaba a un lado suyo, las detectives alertaron a Gertrudis quiƩn hizo espacio con respecto a la peligrosa mujer.

 

La oriental retrocedió un poco mÔs, pero finalmente tomó energías y atacó con una patada a la cara de Gertrudis sacÔndole mÔs que saliva. La propia asesina escupió sangre a la vez que sonreía, decidió rematar a la capitana con una patada al rostro y cuando quedó de espaldas le dio un ataque de garra.

 

—AAHHH!!—Se quejó Gertrudis cuando su blusa era hecha jirones y 4 marcas de uƱas le lesionaban la espalda. Para su fortuna no fueron heridas profundas.

 

Yolanda y AngƩlica decidieron intervenir!

 

LanzÔndose sobre la oriental, las detectives tomaron a la criminal por sorpresa. Las 3 rodaron por el suelo, Angélica quedó encima y comenzó a darle puños a la asesina como si se tratase de un saco de boxeo. Yolanda derribada junto a la oriental, la alcanzaba a inmovilizar, evitando que se incorporara.

 

—AAiii!!—Se quejó Yolanda cuando las garras de la Vampira le hirieron en antebrazo…Enseguida un puƱo cerrado al esternón la hizo retorcerse.

 

Con mĆ”s libertad, la Vampira movió un brazo y propinó un golpe de codo en el rostro de AngĆ©lica, asĆ­ detuvo su ataque…

 

—AAhh!!!—Seguidamente un golpe de garra al hombro, hirió a AngĆ©lica… QuiĆ©n rodó por el suelo alejĆ”ndose de su agresora.

 

Ya en pie las 3, hicieron una pausa observando sus expresiones…mientras las detectives mostraban respiración agitada y dolor, la oriental jadeaba del placer.

 

Entonces la asesina se movió con real velocidad y rasguñó la cadera de AngĆ©lica sin poder Ć©sta defenderse a tiempo, esa mujer era veloz…

 

…Lo mismo sucedió a Taylor, la Vampira pateó a Yolanda en el estómago, las dos detectives retrocedĆ­an y la asesina avanzaba sonriente y caliente…

 

…Pero de repente tras las mujeres se elevaba Gertrudis en un salto de casi dos metros, las detectives sirvieron para ocultar a su capitana y Ć©sta parecĆ­a dar un salto de trampolĆ­n por encima de sus detectives…

 

…La Vampira la miró con sorpresa y admiración…Gertrudis se venĆ­a con todo contra ella!; La asesina sólo tuvo tiempo de cruzar los brazos protegiĆ©ndose como pudo de un doble ataque de manoplas por parte de la capitana.

 

Las uñas de la Vampira la protegieron del metal, aunque alguna uña se rompió y el impulso del doble puño la estrelló contra un muro, dÔndose un fuerte golpe en la cabeza.

 

La asesina quedó cabizbaja, mientras Gertrudis se disponía a atacar!

 

La Vampira lanzó una patada a la mano quitĆ”ndole una manopla a la capitana, un ataque de garra no encontró su objetivo, pues la policĆ­a se alejó. Pero en un movimiento fugaz, la asesina llegó hasta donde ella y con el puƱo cerrado le daba en la nariz…La capitana se fue hacia atrĆ”s, siendo recibida por sus detectives, asĆ­ las 3 aunaban fuerzas para seguir en pie.

 

Los costados impactados previamente dolían mucho a la Vampira, quien ahora comenzaba a sentir los dolores en su cuerpo, debió retroceder aunque no dejaba de sonreír, la excitación de la pelea enmascaraba los traumas sufridos.

 

—Vaya, vaya, son 3 contra una y aun asĆ­ no pueden conmigo—La sangre goteaba de la boca de la asesina…

 

…Ya no se veĆ­a tan apta para el combate, pero no era diferente con las policĆ­as, sangraban y lucĆ­an sudadas y cansadas, las heridas en sus cuerpos las mermaban bastante.

 

—Pero que mal se ven las 3, jejeje...

 

AngƩlica responderƭa a sus burlas:

 

—Y porque no te miras en un espejo, maldita demente!—Era demasiado obvio la calentura de la enemiga, ya sabĆ­an por su perfil psiquiĆ”trico que ella podĆ­a ser sĆ”dica y/o ninfómana .

 

—Estoy bien, no soy una mediocre policĆ­a con un limitado entrenamiento…

 

—Tan limitado que escupes sangre, te acabarĆ© pronto, maldita!

 

—No he peleado con todo, querida Soler… Me he contenido usando las uƱas, sólo porque CHO-FER las quiere vivas, de lo contrario alguna de ustedes ya estarĆ­a vuelta picadillo.

 

—Te harĆ© pedazos maldita asesina!

 

—JamĆ”s podrĆ”s, de las 3 tĆŗ eres la mĆ”s mediocre, donde te entrenaron? En un circo? —La asesina comenzó a carcajear.

 

Angélica se enfureció y corrió contra la asesina.

 

—Esperaaaa!!—Fue el llamado de Yolanda a que fuese precavida, pero su compaƱera se dejó llevar por el enojo y la adrenalina.

 

La Vampira le esquivó su ataque de puño y contraatacó con un golpe de dos dedos en la frente, las duras uñas la pararon en seco. Enseguida la oriental se fijó en los pantalones de Angélica.

 

Entonces lanzó una fuerte patada de derecha contra la entrepierna femenina.

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La vulva de Angélica recibió pleno la punta del zapato de la Vampira.

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—AAAahhh!!!—La detective arrugó el rostro y se cubrió la vagina…

 

… Por un instante AngĆ©lica recordó la agresión genital que sufrió hace unos aƱos y que la envió al hospital. (Relato SALVEMOS A VERƓNICA).

 

La Vampira retrocedió por prudencia ante el avance de las compañeras, quienes sostuvieron a una doblada y dolida Angélica. Ahora las 4 se hallaban en el centro de la habitación y al parecer listas para el último round del combate.

 

De repente algo sucedió que dejó impactada a la Vampira…

 

Un hombre en chaqueta y sin pantalones entró a la habitación, paso junto a las 3 policías que quedaron atónitas, pues el sujeto que usaba calzoncillos blancos, parecía drogado, su mirada era perdida y avanzaba lentamente hacía la asesina.

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La Vampira se mostró asustada comenzó a temblar y retroceder mĆ”s y mĆ”s, hasta quedar de espaldas contra el muro mĆ”s lejano. La oriental miró hacĆ­a la cĆ”mara de la esquina con una expresión de asombro…ParecĆ­a querer decir algo a quiĆ©n la estuviese mirando.

 

Desde otro lugar, observando una pantalla, una sombra contemplaba la acción, en su rostro aparecía una sonrisa.

 

—Nada personal mi Vampira, pero creĆ­ste que no me enterarĆ­a de tu acuerdo con Federico Monroe?

 

SimultƔneamente la Vampira tuvo un fugaz recuerdo:

 

Miraba de cerca a Federico Monroe, quién con la cara ensangrentada expresaba miedo en la mirada. La asesina se acercó mÔs y expresó:

 

— Acepto tu oferta Monroe…Acepto ser tu aliada, pequeƱo mafioso —

 

Volviendo a la actualidad, La Vampira daba por hecho que CHO-FER de alguna manera se enteró del trato que hizo con Monroe.

 

El sujeto en calzoncillos estaba a menos de dos metros de la mujer, quién estaba inmóvil.

 

Gertrudis notó la mirada de resignación en la Vampira, sus ojos expresaban tristeza.

 

—Entonces…Ya no le soy Ćŗtil, verdad?…—Alcanzó a decir en voz baja la asesina, dirigiĆ©ndose a la cĆ”mara.

 

El sujeto se detuvo justo en frente de la oriental. Las policías no sabían cómo reaccionar.

 

De pronto la Vampira miró con un profundo odio al sujeto, y le propinó un puntapié en la abultada entrepierna.

 

—AArrrgg!!—El sujeto abrió los ojos como platos, se agarró las bolas y encorvó su cuerpo.

 

—CORRAN!!—Expresó la Vampira, que comenzó a correr en dirección hacia las policĆ­as…

 

…Gertrudis dedujo de inmediato que sucedĆ­a. La capitana tomó de las muƱecas a sus detectives y tiró de ellas para salir de la habitación…

 

…Cuando alcanzaban el umbral del pasillo hubo una detonación.

KA-BOOM! 


El sujeto era una Bomba humana y La Vampira le reconoció como uno de aquellos que aceptaron bien el compuesto A y pronto serían usados en un atentado.

 

CHO-FER veía la pantalla hasta que la imagen desapareció, reemplazÔndola la estÔtica.

 

—Adiós, Vampira.

 

Este es el merecido ó inmerecido final para quien trabajó duro, buscando lo mejor para su jefe criminal, pero que por motivos desconocidos aceptó la oferta de Federico Monroe. (En un futuro relato se expondrÔ mÔs de aquella desconocida escena dónde la Vampira perdona la vida de Monroe).

 

El jefe mafioso da unas instrucciones por radio, en pocos minutos y desde una zona del tercer subnivel suben 5 mercenarios, los sujetos bien armados revisan la habitación parcialmente colapsada.

 

A la vista de los sujetos estÔn las 3 policías casi en la entrada de la habitación. Yacen en el suelo, llenas de polvo e inconscientes. Las revisan, parecen estar bien, solo presentan heridas superficiales.

 

El lĆ­der del grupo se comunicaba por radio con su jefe CHO-FER.

 

—SeƱor CHO-FER las encontramos, estĆ”n vivas las 3.

 

La explosión no fue potente, era un ataque para matar a una persona cercana, pero siendo una habitación cerrada el colapso del techo era probable y en parte ocurrió.

 

—Bien, trĆ”iganmelas!...Y La Vampira?

 

—SeƱor, lamento decirle que quedó bajo las rocas, alcanzo a ver una mano, su cuerpo estĆ” sepultado, no hay nada que hacer, seƱor…Lo lamento.

 

—Entiendo…

 

—Que hacemos, la sacamos?

 

—No!, dĆ©jenla ahĆ­, serĆ” su tumba.

 

—SĆ­ seƱor—El mercenario no se sentĆ­a bien al dejar el cadĆ”ver de una compaƱera en la vida delictiva, aunque en vida La Vampira siempre le pareció una demente y engreĆ­da, despuĆ©s de todo tenĆ­a la preferencia del patrón y por lo mismo no se veĆ­a bien que la dejasen ahí…Pero ordenes eran órdenes y debĆ­a cumplirlas.

 

Gertrudis alcanzó a despertar, viendo a un mercenario a la cara. El hombre le sonrió.

 

—Dulces sueƱos, policĆ­a!—Enseguida le dio un puƱo a la cara, noqueĆ”ndola.

 

Los mercenarios ataron de pies y manos a las policĆ­as y se las subieron al hombro. Otros dos fueron y hallaron a los 5 secuaces noqueados…

 

...Con sales de reanimación les despertaron; Aun con dolor testicular los derrotados emprendieron la retirada, no sin maldecir a las inconscientes mujeres.

 

El líder del grupo habló de nuevo con su jefe:

 

—Todo listo seƱor, las llevamos a la mazmorra del tercer subnivel?

 

—No!, hay problemas allĆ­, ustedes salgan por la salida norte, estĆ” sin interferencia y tĆŗ tienes el código de los explosivos…Quiero que me traigan a esas 3 al refugio Alfa, enseguida.

 

HabĆ­a problemas en el tercer subnivel?, el mercenario no entendĆ­a que podĆ­a suceder, no habĆ­a escuchado disparos desde que subieron y el perĆ­metro del Fuerte no denotaba presencia policiaca, que sucedĆ­a entonces allĆ­?

 

—Como usted diga…Pero patrón, todo bien?, puedo enviar a dos de mis hombres a reforzar el tercer subnivel.

 

— No, sigan mis órdenes...Tengo planes para esas tres.

 

Y asĆ­ las 3 policĆ­as fueron capturadas y ahora estarĆ­an a merced de CHO-FER.

 

 

FIN.

 

***

 

NOTA 1: Este es el final de la historia A LA CAZA DE LA VAMPIRA. Lo que sucederƔ con las mal llamadas Ɓngeles de Charlie se conocerƔ en un futuro relato.

 

NOTA 2: Lo que sucede en el tercer subnivel de El Fuerte de Sevilla, se conocerĆ” en el relato del mes de Noviembre llamado: EN BUSCA DE VIVIANA, Parte 3.

 

 

***

A continuación una ENCUESTA para conocer el futuro del personaje de La Vampira. Como las historias de este personaje se han llevado bastante de mi tiempo, sólo la continuarĆ© si veo que el pĆŗblico lector muestra un significativo interĆ©s en que asĆ­ sea, por lo que considerĆ© colocar un margen de votos mĆ­nimo para que el resultado de la encuesta sea vĆ”lida…Y el nĆŗmero de votos es de 50, (Y obviamente que gane el SI). AsĆ­ que de ustedes depende el futuro de esta historia.

 

 

 

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