Vota por él (4/5): Inspección a la cueva - Las Bolas de Pablo

Lo más nuevo

15 sept 2021

Vota por él (4/5): Inspección a la cueva

 —¿Por qué me dices a esta hora que te vas a quedar a dormir aquí? —era sereno el reclamo que Israel Chacón le hacía al hombre de las estadísticas y los números de su campaña política. El reloj marcaba las 10:30 de la noche y estaban a pocas horas de las elecciones a la gobernación.

Jesús Morales se encogió de hombros y sonrió.
—Hermano, aquí estoy bien. Este es mi sagrado bunker. A las 5 de la mañana despierto y comienzo mi ardua faena.

Era un viejo amigo del político desde la infancia, cuando el padre de Jesús fue chófer de Marcos Chacón. Ahora el único hijo de ese hombre era un arquitecto experto en el manejo de números y mano derecha de Israel en su campaña por la gobernación. Su principal desventaja era su infinito número de consumo de cigarrillos en menos de 24 horas. Esa noche iba a usar su oficina en la sede del partido para dormir, en el suelo reposaba una pequeña colchoneta.

—¡No me gusta! —negó Israel—. Parece cruel e inhumano.

—¡Israel lo estoy haciendo a voluntad propia! Si voy a mi casa no voy a poder dormir.

—Yo tampoco.

—Y yo menos con tu nivel de estrés —alegó Enzo ocupando un asiento del escritorio.

—Jesús, no me siento bien de que duermas aquí. Enzo, hay que ubicarle una cena de lujo a Jesús.

—Sí —Enzo fingió que le importaba, pero clavó la vista al techo.

—Ya cené, Israel Rocco. Ve a descansar y déjame en paz. Quiero poner música y fumar.

—Entonces que te preparen el mejor desayuno.

Jesús puso los ojos en blanco igual que Enzo. Con el dorso de la mano apuntó una palmada rápida a la entrepierna del candidato.

—¡Ay! —saltó Israel con el golpe suave.

—Te dije que estoy bien. Tu equipo de logística tiene todo preparado para atendernos como reyes mañana con la elección.

Israel suspiro y observó con pesar la colchoneta en el suelo. Introdujo una mano en su saco y extrajo su billetera de donde extrajo una tarjeta de bonito estampado.

—Es un pase de cortesía para el Neptuno Palace por 48 horas y de consumo ilimitado.

—¡Caramba, Israel! De haber sabido eso me quedo durmiendo aquí durante toda tu campaña.

—¡Serás pendejo!

—Iré con una hermosa dama para allá.

Le dio un fraterno abrazo a su amigo. Seguidamente el candidato a gobernador salió de la oficina acompañado de su hermano, bajaron a la entrada de edificio y subieron a una camioneta manejada por un chófer.
Israel miraba por la ventanilla y movía la pierna con nerviosismo. 

En cada esquina de las calles se veían pancartas incentivando al voto. Varios afiches expresaban «Vota por él» y otros tanto «una mujer con valor», después reinventada a una mujer con huevos. Israel tenía los nervios de punta ni siquiera la conversación con su padre lo calmó.

—Sea cual sea la decisión mañana yo estoy orgulloso de ti. Sea cual sea el resultado tienes un largo camino por delante. Eres joven. Si ganas serás el mejor gobernador que esta isla haya tenido y si pierdes, te vas a proyectar como el máximo líder de la oposición contra esa tirana. Eres el mejor, Israel.

Pero aquel hombre de 30 años estaba completamente nervioso, esa noche no podría dormir bien. Pablo y Simón estaban juntos en el hotel, en la mañana siguiente tendrían la labor de recorrer los centros de votación y reportar cualquier detalle. Su hermano Enzo y Matías iban a dormir en casa, ambos iban a estar en el partido esperando cualquier novedad. Pascual no se había reportado con él, pero sabía que contaba a ciegas con su apoyo. Fue una campaña dura y extenuante. Ambos candidatos en el cierre de su propaganda política llenaron las calles en medio de su apoteósico mitin.

Cuando llegaron a casa, allí los esperaban Matias y Patricia, la novia de Israel, envidiada por tantas mujeres por convertirse en la futura posible primera dama del estado.
Israel rechazó la cena, fue directamente a tomar una ducha, Enzo y Matías prefirieron concentrarse y jugar cartas, tampoco podrían dormir bien.

En el momento que Israel salió del baño con la toalla sujeta a su cintura y entró a su habitación abrió boca y ojos sorprendido.


Patricia estaba totalmente desnuda y acostada en la cama, de lado, con la mano apoyada en su cabeza.

—¿Por qué usted no viene y me atiende, señor gobernador? —le dijo con una sonrisa—. Tengo muchos asuntos que quisiera tratar con usted. ¿Por qué no inspecciona mi cueva?

Israel se echó a reír. Inmediatamente algo grande comenzó a abultarse debajo de la toalla entre sus piernas.

Patricia se rió y se sentó en la cama abriéndose de piernas.

—Esta cueva está un poco abandonada y quiere mantenimiento, señor gobernador.

Israel se echó a reír, su gesto se parecía mucho a la risa nerviosa de su hijo Rafael.

—Venga, señor gobernador, ¿qué espera? Hágame una inspección.

—Mi amor, no tengo ganas. Mañana será un… 

Patricia salió de la cama y caminó hacia su novio rebotando sus hermosas tetas. 

—Mi amor, no seas agua fiesta —lo interrumpió—, tu dices que no, pero este —puso su mano sobre su gran miembro viril— alega todo lo contrario. 

—Tiene vida propia —argumentó Israel. 

—Y parece que es militar, está firme. 

Israel se rio y comenzó a ser besado apasionadamente por la mujer, ella lo sujetó de la cintura y le bajó la toalla mojada. Lo besaba con deseo e Israel correspondía con la misma intensidad.

El candidato a gobernador bajó sus manos al trasero de la mujer y comenzó a tocarlo. Patricia se giró dándole la espalda, el hombre comenzó a besarle el cuello y el lobulo de la oreja, le arrimó la erecta verga entre nalgas y Patricia gimió. 

Chacón subió sus manos hasta los senos y comenzó a apretarlos suavemente. Después bajó su mano a la vagina, palpándola, pasando su dedo por la entrada.

Ah —Patricia sentía que se calentaba por dentro—. Hágame una inspección, gobernador —rogó—, quiero tenerlo dentro de la cueva.

—¿En verdad lo quiere, señorita?

—Sí. 

Israel hizo caminar a Patricia hacia la cama y la colocó en cuatro. Se acomodó detras de ella para poder penetrarla, abrió sus labios vaginales con el pene y comenzó a pasearlo.

—Hágalo despacio, señor gobernador.

—Sí, señorita, la inspección se hará con cuidado.

La fue metiendo de a poco, ella se quejó un poco para que su hombre pensara que le dolía y se excitará más.

—Despacio… métela despacio. ¡Ay!, así… ve metiéndola despacio.

—Sí, señorita, que rica está… 

Cuando la tenía toda dentro comenzó a sacarla y meterla, con cada una de sus estocadas fue aumentando la velocidad de sus penetradas. Patricia estaba muy excitada, su vagina bien mojada de sus líquidos y los de Israel, su verga entraba y salía sin el menor esfuerzo. Él la sostenía de la cadera, comenzó a jalarla con fuerzas para poder metérsela toda.

—¡Que rico! —dijo la mujer—, que rico se siente.

—Shhhh —sonrió Israel pensando en sus hermanos en la planta baja. 

—¡Ay siií!... Métela, me gusta. Así, gobernador, así.

Pero el candidato ya estaba muy entusiasmado, metiendo su verga una y otra vez, cada movimiento producía un ruido que era música para los oídos, su pubis chocaba con las nalgas de la mujer tan excitada, solo quería que la siguiera penetrando, que le siguiera metiendo su rica verga.

—Que delicia de inspección le estoy dando, señorita. 

¿Le gusta, gobernador?... ¿Le gusta la inspección?... ¡Ay! ¡Que rica la tienes!... No se detenga, gobernador. 

—Hasta el fondo.

—¡Sí, gobernador! No se detenga, ¡Ay!... me gusta mucho, siga así. Más duro, más duro… ¡Sí!

La siguió penetrando y se agachó sobre Patricia para poder alcanzar sus senos que se movían al compás de cada metida de verga. Los acariciaba y apretaba suavemente,  luego con más fuerza, con sus dedos apretó los pezones y aumentando el placer en Patricia. 

Israel de nuevo se levantó y siguió metiéndole la verga con más fuerza, solo podía gemir de placer.

—Hágalo duro, gobernador. ¡Ay, sí! No se detenga.

—Me voy a venir… ¡Aah!... Ya no aguanto.

Israel hizo movimientos rápidos cogiendo a su novia, ella aumentó el tono de sus gemidos que llegaron hasta la planta baja y reventaron de la risa a los huéspedes. Israel movió su cadera rápidamente hasta expulsar todo el contenido de sus bolas dentro de Patricia. Quedando al fin exhausto y logrando conciliar el sueño para esa noche.

No obstante en el otro lado de la ciudad, su candidata rival estaba de muy mal humor tocando la puerta del departamento de su hermano, Felipe Gargano. Mientras era atendida le ordenó a uno de sus acompañantes que se inclinara y le besara el pie. 
Uno de los dos guardaespaldas que la escoltaban flexionó las rodillas y estampó sus labios en la sandalia de la dama. Tenía muy bonito pie, era suave con uñas pintadas de color rosa suave. Su hermano abrió la puerta del departamento consigiéndose con la bochornosa escena. 


Valeria Gargano ingresó al departamento con la cabeza en alto y mirada altiva. 
—¿Qué se supone que ocurre? —preguntó Felipe cerrando la puerta al dar acceso a todos. Estaba vestido con una camiseta y pantalón corto. 

—Quiero que me respondas a una pregunta inmediatamente. 

Felipe extendió los brazos en señal de duda. 

—Esta mañana estuve conversando con el viejo Elio Peña, el amigo de nuestro padre. 

—Sí, recuerdo a ese viejo idiota, es un buitre de persona. Jefe de gobierno en aquella época. 

—Elio me indicó que papá en algún momento se resguardó ciertas pruebas que culpaban al viejo Marcos Chacón en asuntos de corrupción. ¿Qué hay de cierto en eso? 

Felipe abrió los ojos, ¿cómo aquel anciano conocía esa documentación? En todo caso él ya se la entregó a uno de sus hijos y Enzo le confesó que las había quemado

—No lo sé, hermana. 

—¡Quiero la verdad, pipe! 

—No me digas pipe. 

—Estuve revisando las cosas de papá y no lo conseguí. Tú las debes tener. 

—No sé de qué me hablas. Creo que estás muy nerviosa para el día de mañana. 

—¿A caso eres idiota? ¡Quiero que esas pruebas aparezcan esta noche! Pienso mostrarlas mañana y hundir la carrera de su estúpido hijo! —hizo una mueca de sonrisa simple imitando la de Israel—.¿Dónde están tales pruebas? 

—No lo sé. No tengo idea de qué me hablas. 

—Me estás mintiendo, cabrón. Teodoro y Benjamin revisen de pie a cabeza este departamento. 

—¿Qué? —protestó Felipe viendo como los hombres empezaban su faena desastroza—. No puedes hacer eso, loca. ¡Deténganse ya! —ninguno lo obedeció, estaban revolviendo sus cosas por todos lados donde pasaban. Valeria estaba cruzada de brazos. Felipe sintió furia—. Está bien, sí, sé de que me hablas, pero para con el destrozo. 

—Descansen, muchachos —ordenó la candidata—. Dame las malditas pruebas. 

—No las tengo. 

—¡Qué dices! 

—No las tengo. Papá antes de morir me entregó un folder cargado de documentos, eran contra su mejor amigo de la infancia y juventud y no iba a cargar contra él pese a tener diferentes ideologías políticas, me pidió a mi que se las entregara y eso hice. 

—¿Qué hiciste qué, maldito traidor? ¿A caso no sabes que eso podía ser mi pase directo a la gobernación? ¡Eres una vergüenza de hermano, cabrón! 

—Valeria, fue un deseo de papá. 

—¡Deseo las pelotas! ¿Se las entregaste al viejo, Marcos? 

—A uno de sus hijos. En todo caso, ¿qué importa? Marcos estuvo al tanto, gracias a papá se pudo defender. 

—Papá es un hijo de puta, cómo pudo hacerme esa traición. 

—¡Valeria! 

—¿A quién se la entregaste, perro traidor? Seguramente a Israel. ¡Eres una mierda! 

—No fue al candidato. 

—¿Entonces a quién? Seguramente te bailaron sus bolas uno de esos idiotas y tú soltando la baba le entregaste todo. ¡Hasta tu cuerpo, maricón! 

—¡Valeria! 

—Muchachos, encarguense de él, quiten su camiseta y short. 

—¿Qué, Valeria…? 


En el acto los dos hombres se fueron contra Felipe, él pudo montar un alto momentáneo, pero ambos gorilas eran más voluminosos y consiguieron doblegarlo. Uno lo paralizó de brazos mientras el otro le quitaba el short y lo dejaba con una ajustada trusa de color rojo pálido entre sus piernas. Posteriormente le rompieron la tela de su franela para dormir. 

—¡Valeria, detente! 

Felipe quedaba semidesnudo sostenido por aquellos hombres que lo obligaron a detenerse frente a su hermana. 

—¡Eres un maldito traidor! Dime quién de los Chacón te bailó las bolas para que salieras como un pendejo a entregar mis documentos! 

—Papá prefirió confiarmelos a mí que a ti. 

—¡Par de traidores! 

Valeria levantó su pierna derecha y golpeó los testículos de Felipe de una patada. Los dos globos de su hermano se atraparon en el empeine, aplastándose ambos y enviándolo a un mundo de dolor siendo sostenido por el par de inmensos guardaespaldas.

Felipe chilló moviéndose desesperadamente en vano, sus bolas palpitaban con un dolor insoportable mientras se hinchaban.

No lo hagas, por favor —se quejó Felipe.

—¡No permitan que se suelte! —ordenó Valeria—. ¡Este desgraciado tiene que aprender la lección por traicionar a su sangre! —levantó su pierna y la subió entre los muslos de Felipe, golpeando sus dos bolas doloridas de nuevo, estampándolas contra su pelvis y crujiéndolas de nuevo.

Felipe se retorció queriéndose ir al suelo. Los hombres a su lado lo sostuvieron con fuerza. 

—Hice lo que papá me pidió, Valeria. 

—Papá no está aquí. No pensaste en mi futuro. Ese material era de valor, ¡grandísimo idiota! 

Dicho eso la candidata pateó las bolas de su hermano reiteradas veces. 

Los ojos de Felipe desaparecieron en la parte posterior de su cabeza. Su boca se abrió, sus labios temblaron y pequeñas gotas de baba salieron de su boca mientras tosía secamente. Sus bolas cayeron en su ropa interior después de aplastarse en su pelvis. 

Valeria dio un paso atrás y admiró su trabajo, una sonrisa maligna iluminó su rostro. Caminó detrás de Felipe y dijo: 

—Al menos espero que salgas muy temprano a votar por mí mañana —ordenó. Con eso apuntó una poderosa patada entre las piernas de Felipe desde atrás, atrapando sus dos bolas con la punta del pie, propulsándolas hacia adelante y hacia atrás de nuevo. Rebotando dentro de su escroto. 

El trance de Felipe se quebró. Sus pupilas volvieron a aparecer, sus ojos se llenaron de lágrimas y soltó un grito espeluznante. A una rotunda palmada de Valeria en la espalda de sus hombres, ellos soltaron a Felipe, él se agarró las bolas con un gemido largo y ronco, después se hundió en el suelo, con el cuerpo cubierto de sudor. 

Valeria miró su reloj y dijo: 

—Está bien, me tengo que ir. Mañana mandaré a alguien para que te venga a buscar. Además te acompañarán al momento de votar. Eres tan traidor que seguramente le vas a dar tu voto a Cacawel Chacón. 

—Con orgullo lo haría —susurró Felipe, frotando sus doloridos testículos.

—¿Qué dices, maricón? ¡Atrévete a no votar por mi! Las huevas te van a quedar como corbata. Vámonos, perros. Tengo que visitar a mi personal de confianza, basta de estar con la chusma.

La candidata abandonó el departamento de su hermano dejándolo postrado en el suelo. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Pages