Azul Caribe (7/9): ¡Que viva el remember! - Las Bolas de Pablo

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19 sept 2021

Azul Caribe (7/9): ¡Que viva el remember!

—Porque actuaste como un gran entrometido —dijo Pablo cuando conversaba vía telefónica con su hermano Simón—. Por eso me fui de la discoteca anoche.

El joven 20 años caminaba a orillas de la playa vistiendo un short de color blanco y zapatos deportivos. Su magnífico torso estaba desnudo.


—¿Entrometido? —le respondió al otro lado Simón—. Me hierve la sangre saber que ese tipo te ronda. Recuerda como te trató cuando fuiste su novio. David Aceituno solo quiere que seas su perra.

—Yo no olvido, Simón.

—Entonces no tenías nada que hacer con él en el baño. ¿O se la estabas chupando, goloso?

—Obvio que no, idiota. Él me emboscó.

—¿Emboscó? Querrás decir te la enterró. ¡JA, JA, JA!

—No, idiota. Grandísimo cara de gripe.

—Ja, ja, ja. ¿Y mi padrino qué, Pablo?

—¿Otto? Simón, te he dicho que Otto y yo congeniamos que entre ambos no había nada serio. Además, él no vive en la isla, hace muchos meses que se fue.

—Pero siempre te llama. No le vayas a romper el corazón.

Pablo hizo un sonido con la garganta como señal de rechazo.

—En todo caso prefiero a Otto que al patán de David. Si lo veo le vuelvo a subir las bolas a la garganta.

—Y yo te voy a convertir en Simoneta.

—¡Ja, ja, ja! Tienes la desfachatez en defenderlo. ¡Qué bárbaro! ¿Qué harás hoy, hermano?

—En este momento iré a trotar, ya después, no sé, me sacaré los mocos.

—Ja, ja, ja. ¿Qué te parece si vienes a casa y nos los sacamos juntos? —ambos se echaron a reír— Ven y almuerzas con nosotros.

—Vale, acepto. Llevaré un postre para todos.

—Así, quedamos. Cuidate y te esperamos, hermanito.

Pablo terminó la comunicación, configuró su dispositivo para que le transfiriese música vía bluetooh a los auriculares y se colocó el celular en la funda brazalete. El menor de los hijos de Marcos Chacón comenzó a trotar a orillas del mar.

El aire de la mañana era completamente renovador, todo el oxigeno del mar ingresaba a sus pulmones a medida que hacía ejercicio. A esa hora eran pocas las personas que se bañaban, entre ellos algunos turistas, pocos niños que jugaban con la arena y algunos jóvenes que recién amanecían después de una inagotable fiesta de sábado.

Pablo recorrió varios kilómetros, así como él, todos sus hermanos practicaban deportes desde muy temprana edad, lo que les ayudó a tener excelente condición física y salud.

Tras cuarenta minutos de trotar, Pablo decidió retornar al hotel de su padre, dio media vuelta y regresó a toda prisa. A sus 20 años tenía un cuerpo muy desarrollado y de fuerte musculatura, en especial en el área del pecho. Algunos creían que contaba con más de 20 años y no era así. El joven a pocos metros del gran complejo hotelero prefirió llegar redujendo la marcha hasta simplemente caminar.

Su cuerpo brillaba de sudor y exhalaba con la boca en forma de "o". Se detuvo quitándose los zapatos para dejar que la frescura del mar bañara sus grandes pies.

Plantado a orilla de la playa se quedó distraído viendo como el agua bajaba y subía muriendo en las tranquilas olas de la mañana.

Pablo.

Otra vez no, Pablo entornó los ojos reconociendo la voz. Ahí estaba David.

—¿Cómo estás, Pablo? Buen día.


Su ex pareja vestía de pantalón corto y franela sin manga de color blanco que le permitía mostrar el gran trapecio que había desarrollado por muchos años de práctica en la natación.

—David, buen día —se sintió nervioso—. ¿Qué haces aquí? ¿Me estás siguiendo?

David se echó a reír con mucha alegría.

—Siguiéndote, no —confesó—, pero si vine con la esperanza de encontrarte —se quedó mirando los pectorales de Pablo—, y te ves muy bien —afirmó.

—¿Cómo estás de… tus huevos?

David se llevó la mano a su entrepierna acuñando momentáneamente su apretado bulto—. Te dije anoche que estaba bien, no fue nada. ¿Por qué te fuiste?

—Me molestó mucho la actitud de todos.

—Que mal. Yo también me fui, si ya no estabas ahí no tenia caso de que me quedara.

Pablo levantó los ojos como con fastidio. David se echó a reír.

—Vienes de allá —dijo David señalando a su derecha—. Podemos caminar por ahí —indicó al lado contrario.

—No tengo ganas de caminar, David. En realidad estoy intentando entablar una relación con alguien más.

—¿Ah? ¿Quién? No recuerdo verte con alguien más anoche.

Pablo negó con la cabeza.

—Solo lo intentamos, no tenemos algo formal.

—Caramba. ¿Quién es el afortunado o afortunada? ¿Lo conozco?

Pablo negó con la cabeza, David dio dos pasos al frente.

—No te siento muy convencido, Pablo —dijo—. ¿Por qué tú y yo no probamos mejor? Si tanto lo quieres intentar con el otro afortunado, yo deseo intentarlo contigo. Vamos. Hagamos un remember por los buenos tiempos.

Pablo suspiró sin darse cuenta, en su lugar también retrocedió un poco hacia el mar. La polla se le puso dura de inmediato. David observó su erección y se rio. Con su mano se palpó su propia verga que lucía una erección que la ropa le sabía ocultar.

—¿Me invitas a tu hotel, Pablo?

Pablo paseó la mirada del sólido trapecio de David hasta sus fuertes bíceps. De inmediato lo recordó en la cama de su propia habitación. Juntos intercambiando besos y sudor.


—Espera —le dijo Pablo—. Vuelvo en un momento —salió corriendo en dirección al Neptuno Palace.

«Que viva el remember» pensó David lleno de emoción respirando la brisa matutina del mar.

Pablo no demoró en regresar, en esta ocasión traía un manojo de llaves con las que jugaba e invitó al moreno muchacho a caminar con dirección al embarcadero donde reposaban varios yates, entre ellos el propio de Pablo Chacón.

—¿A dónde me llevas?

—Iremos a nuestra isla —afirmó Pablo

Se trataba de un espacio de tierra virgen conformado por un pequeño bosque tropical y un río que servía de diversión para turistas en un paquete de descanso del hotel Chacón. Pablo sabía que a primera hora de la mañana estaba desocupado y disponible para ambos. El joven con estudios universitarios en marina comenzó a manejar la embarcación con total profesionalismo.

David no pudo aguantarse las ganas, se colocó detrás de él mientras manejaba y lo rodeó con sus brazos besándolo. Le arregostaba su dura erección al trasero y le besaba el cuello. Pablo de momento logró distraerse y se dio la vuelta para besar y palpar mejor a David.

Estoy seguro de que el otro afortunado no te merece como yo —le dijo, metiendo el dedo pulgar en la pequeña boca de Pablo.

Pablo le chupó el dedo, después procedió a besarlo con deseo.

—Falta poco para llegar. La isla no está lejos.

Pablo volvió a poner en marcha al yate, pero David no se apartó de su espalda siguió pegado a él, besando su cuello, hombro y frotando su erección a las nalgas.

Cuando zarparon tocaron tierra muy excitados, buscaron refugio bajo un árbol de cocos y se comenzaron a besar, tenían sus ojos cerrados y sus manos palpaban con pasión el cuerpo del otro. Pablo tocó la tiesa polla de David y David puso mano en las carnosas nalgas de Pablo.

—Chúpame el pene —le dijo Pablo.

—¿Ah? —reaccionó David. Pablo repitió las palabras.

—Siempre soy yo quien te la chupa. Quiero que esta vez seas tú.

—¿Y si no te gusta?

—No seas tonto, David.

El nadador puso una mano sobre la erección de Pablo dentro de su short, donde su miembro gordo se elevaba creando una tienda de campaña y las grandes bolas le reposaban a rebosar de leche.

David le dio un beso en los labios a Pablo y comenzó a bajarle el pantalón suavemente. Cuando cayeron a la arena, Pablo simplemente movió las piernas para dejarlos a un lado. David bajó a su cuello, después le beso los pectorales, lamiendo su tetilla, luego la otra. Pasó la lengua por su abdomen y se arrodilló para quedar a la altura del erecto y muy bonito pene.


Miró una ultima vez al rostro de Pablo, antes de meterse el miembro en la boca y comenzar a chupar.

Pablo jadeó cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás.

Empezó a recorrerle el miembro con su lengua, jugueteando, luego lo cogió con una de sus manos. Moviendo con destreza.

David se quedó mirando el monumento de polla, abrió sus labios y se metió el pene de golpe. Apenas le cabía.

Pablo estaba muy excitado. Sentía un cosquilleo tremendo. Estaba muy duro. Su ex la metía y sacaba sin dejar de acariciar con su lengua.

Por momentos David lo miraba a los ojos.

Pablo sintió un hormigueo familiar por su pene, tomó a David de los cabello de manera fuerte. Acercándolo a su cuerpo. Metiéndole el pene hasta la garganta.

David Aceituno tuvo arcadas y tal vez le costase respirar. Sus contracciones aumentaban la excitación de Chacón. A pesar de todo, no paraba de mamar.

Pablo tenía la vista fija en sus labios tragándose el pene.

Pablo hundió lo más profundo su verga y estalló de placer. Mientras David ponía los ojos en blanco y temblaba.

Cuando hubo terminado y con el rostro de David (y su torso), mojado de las pastas de semen de Pablo, juntos se tomaron de la mano y se bañaron en la playa desnudos; dentro del mar se abrazaron e intercambiaron apasionados besos.


—Ahora, quiero que seas mío —le declaró David susurrando a su oído.

Pablo se echó a reír; sin esperar que David lo iba a tomar de las bolas—. ¡Ay! —su amante se apoderó de los grandes huevos que le colgaban entre las piernas y apretó con fuerte tensión, no era muy dura, pero sí para asegurar que él tenía el control.

—Salgamos del agua —dijo David.

Comenzó a caminar llevándose de las pelotas a Pablo, que con cara de dolor le seguía. Era una molestia que le subía al abdomen después de haberle vaciado los testículos con la chupada. Llegaron a la orilla y se colocaron bajo las palmeras donde finalmente Pablo fue soltado de las pelotas.

El joven exhaló profundamente apretando los dientes y agarrando sus cojones con ambas manos. Se puso de cuclillas.


David se quitó la ropa interior, tenía una firme erección adornada por un pene moreno lleno de gruesas venas, un par de testículos bajos y colgantes. Su vello en la pelvis apenas comenzaba a crecer. Caminó tras de Pablo y colocó una mano en su espalda.

—Quiero que seas mío, Pablo —lo empujó para ponerlo en cuatro.

Pablo cayó de rodillas y con una mano en la arena, la otra sosteniendo sus cojones.

—Espera, David, espera —Pablo consiguió ponerse de pie.

—¿Qué ocurre? —David se levantó con mirada de seducción.

Pablo retrocedió.

—Tengo una sospecha —le confesó.

David arrugó el ceño y abrió los brazos deseando una explicación.

Pablo le sostuvo la mirada y se acercó a él colocando una mano en su pecho a la altura del corazón, con la otra rodeó su nuca.

Ambos lucían hermosas erecciones, sus penes parecían dos espadas que amenazaban con luchar.

Pablo habló:

—Tengo la gran sospecha de que sigues siendo el mismo patán de siempre.

—Es absurdo, Pablo. Permíteme demostrar que he cambiado. No soy el mismo de antes, ya no tengo nada que ocultarle a nadie —lo besó en los labios y después se le quedó mirando. Susurró a su oído—. Muero por volverte a follar.

Pablo hizo un rápido giro a los acontecimientos, agarró a David de los grandes hombros y le aplanó los testículos de un rotundo rodillazo.

Las huevas de David quedaron como acordeón una vez que se impactaron con fuerza en su pelvis y cayeron por gravedad en su saco.


—¡AAAAAAAaaaaaaaaaaaay! —fue el lastímero quejido de David. Sus ojos se cristalizaron y su boca quedó abierta. Se llevó ambas manos a las gónadas y retrocedió uniendo sus rodillas. Cayó sobre ellas en la arena y tanteó rápidamente con una mano para saber como quedarse de costado. Finalmente se ubicó en posición fetal sosteniéndose los aguacates.

—Ay, ay, ay, Pablo. ¿Por qué? ¿Por qué así?

Pablo simplemente peinó su mojado cabello, recogió sus pertenencias y miró al convaleciente David en la arena, acongojado del dolor proveniente de sus testículos.

—Demuéstrame que cambiaste, más allá de un buen polvo –le dijo Pablo, se dio la vuelta de camino al yate.

—Pablo, Pablo, ay —David no reunía las fuerzas para levantarse y caminar. Era un dolor profundo y paralizante que salía de sus doloridos cojones.

Pablo comenzó a maniobrar su yate.

David miró al vehículo acuático moverse y dijo algo ininteligible mientras se sentaba en la arena acariciando sus vulnerables testículos.




Pablo volvió al Neptuno Palace, se dio un baño de agua, vistió ropa a la moda con jeans y franela ajustada. Se dirigió a la fuente de soda juvenil del hotel donde pidió un bocadillo bajo en grasas y además solicitó que le prepararán un postre para compartir luego del almuerzo en casa de su hermano Simón.

Dos horas después regresó por David en el yate buscándolo, el muchacho lo esperaba vestido con la ropa interior empapada en su mano.

—He vuelto por ti —declaró un sonriente Pablo—, pensé que regresarías nadando a la isla.

El joven lo miró con cara de matar ni siquiera le habló en todo el trayecto de regreso a la isla, cuando encallaron en el mueble. Pablo quiso abordarlo con una sonrisa y ánimos de conversar, sin embargo en su lugar recibió una patada en las bolas.

Sus ojos se abrieron como platos y se dobló agarrándose los testículos, buscó un lugar para sentarse; se apoyó en una baranda de la embarcación donde se sentó apoyándose de espalda y acariciando sus testículos.

Movió las piernas como si así quisiera relajar la tensión y el dolor.

—Ay —declaró en gesto doloroso.

David seguía furioso, así se dio la vuelta y bajó de un salto del yate.

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