āBuen juego, Leonardo ādijo Pablo sonriendo. Estaba sudoroso y las mejillas se le volvieron de un fuerte tono rosaā. Para la próxima te ganarĆ©, no lo dudes.
Su amigo se echó a reĆr y le dio unas palmadas amigables en el hombro. Se despidieron y Pablo cogió su bolso despuĆ©s de guardar la raqueta, vestĆa una camisa polo azul y pantalón corto de color blanco. Revisó su WhatsApp y negó apretando los labios. Al parecer Otto lo habĆa bloqueado cuando por llamada telefónica le mencionó sobre las Ćŗltimas apariciones de su ex pareja David.
Otto Salinas aseguró con el ceƱo fruncido que todo estaba bien y, que al fin y al cabo, ellos no tenĆan una relación formal. Pero al parecer era mentira. No veĆa su foto de perfil y tampoco la Ćŗltima conexión.
Pablo dio un suspiro, abandonó la pequeƱa pista de tenis y atravesó el estacionamiento del club, se dirigió al Ć”rea de la piscina al extremo derecho de la infraestructura, subió las escaleras y llegó a la zona donde diferentes atletas entrenaban en la alberca. Entre ellos David Aceituno movĆa brazos y piernas atravesando como un torpedo el agua.
Pablo se instaló en las gradas observando el entrenamiento de aquel varón de hombros anchos. Cuando la sesión de entrenamiento culminó se acercó al nadador que todavĆa estaba dentro del agua tomando aire al borde de la alberca.
āDavid ālo saludó con una gran sonrisaā. ĀæTodavĆa estĆ”s furioso por lo que sucedió cuatro dĆas atrĆ”s?
āĀæTe refieres a dejarme abandonado en una isla desierta por mĆ”s de hora y media?
Pablo afirmó con la cabeza, David en cambio pareció disgustado.
āSigo furioso, la verdad.
āFurioso debo estar yo. Me batiste los huevos de una patada.
āLo volverĆa a hacer, Chacón.
āUf. No hagas que se me para la verga en medio de todos aquĆ.
David se echó a reĆr, le pidió a Pablo que se inclinara un poco y le confesó que dentro del agua tenĆa una erección de solo verlo. Pablo con una sonrisa se confesó incrĆ©dulo, entonces David retrocedió de un movimiento y se colocó flotando mirando al cielo. Pablo tuvo una risita de ver como algo tan abultado en ocasiones salĆa a la superficie o se movĆa con el agua.
āNo puedo salir asĆ y es tu culpa āconfesó David regresando al borde de la albercaā. AllĆ estĆ” mi toalla bĆŗscala, por favor.
Con una toalla de color anaranjado David se atrevió a salir de la piscina sujetÔndola de su cadera. Cogió su morral y comenzó a caminar junto a Pablo por las instalaciones al aire libre del club deportivo.
āMe di cuenta āafirmó Pabloā. Ya no volviste a hablarme, no sĆ© si muy al fondo querĆa eso.
āĀæEntonces para quĆ© me buscaste?
āHombre, querĆa saber cómo te sentĆas. Si estabas bien, me invitaron a jugar al club y quise pasar a saludarte.
āMuy considerado ācomentó David, su tono de voz fue de sarcasmo.
Siguieron caminando diciĆ©ndose algunas palabras cómicas, charlando sobre lo que habĆan hecho en esos dĆas hasta que David invitó a Pablo a ingresar a la zona de duchas.
āĀæQuĆ©, David? Ā”No!
āĀ”No seas pendejo, Chacón Statuto! āDavid dibujó una sincera sonrisa de diversiónā. Entra y vamos a pasarla bien como tĆŗ y yo sabemos.
āNo seas, cabrón.
āJa, ja, ja. Pablo desde que construyeron las nuevas duchas cerca de la piscina ya nadie viene aquĆ. Estas quedaron de recuerdo.
āSerĆ”s, cabrón. No mĆ”s piensa en todos los hongos y bacterias que debe haber.
David comenzó a inhalar cerrando los ojos. Suspiró con satisfacción.
āHuele a lavanda floral.
Pablo se carcajeó de la risa y David lo imitó, solo olĆa a hĆŗmedad y encierro.
āSerĆ”s, cabrón. No pienso poner un pie ahĆ dentro.
David se quitó la toalla y se la colocó en el hombro ostentando la inmensa erección que por poco rompĆa su traje de baƱo hĆŗmedo.
āNo sĆ© quĆ© harĆ”s. Pero tĆŗ eres culpable de que esa anaconda se despierte.
Pablo se echó a reĆr. Apretó el puƱo mirando el increĆble bulto, David se cubrió la entrepierna.
āNi lo intentes.
Se quedaron mirando con un brillo en los ojos.
āEntremos.
āNo, y es mi Ćŗltima palabra ājuró Pablo.
Y asĆ ocurrió, no atravesaron la oscura construcción, en su lugar David se tuvo que vestir y subir al vehĆculo de Pablo, el joven condujo hasta un lugar mejor, un paraĆso limpio, iluminado e higiĆ©nico (mĆ”s allĆ” del desorden personal), David fue llevado hasta la habitación de Pablo en el hotel familiar.
David sonrió cuando se quedó sujetando contra su cuerpo a Pablo, se abrazaron. Sus labios se juntaron.
Los labios de Pablo eran mƔs carnosos y su boca mƔs grande, su lengua tocaba a la de David en un apasionado beso.
Tras un rato, cortaron el beso para empezar a desnudar sus cuerpos. Pablo se quitó la camisa para revelar su cuerpo fuerte y cuadrado, con potencia muscular. David se retiró su camiseta, mostrando un cuerpo igualmente musculoso y mejor formado. Era un contraste muy sensual, Pablo era de piel bronceada, ligeramente morena, y pezones sonrosados, mientras que la de David era mÔs trigueño y sus pezones mÔs oscuros. Pablo le palpó el cuerpo, tantos meses sin hacerlo.
āĀæTe gusta lo que tocas?āpreguntó David, divertido.
āMuchoā¦
Recorrió todo la parte superior de su cuerpo con la palma abierta, dejando que jugase y se adaptase a los distintos desniveles mientras se besaban con pasión. A veces cerraba un poco los dedos, y acariciaba ciertas partes con las yemas, como un gato que se rasca las uñas. Aferraba esos pectorales, tan tentadores; esos hombros acostumbrados a nadar; y esa espalda, tan recta y firme⦠Era tan bello como una estatua griega. Y, de manera inconsciente, Pablo iba bajando poco a poco. No pasó desapercibido para David cuando rozó la goma de su pantalón e introdujo un poco las puntas de los dedos.
Jadeando comenzaron a quitarse sus pantalones, ambas prendas se deslizaron por las piernas de sus portadores. Debajo, Pablo llevaba unos calzoncillos tipo slip, mientras que David tenĆa su traje de baƱo, ninguno de los cuales podĆa ocultar sendas erecciones.
La última pieza de ropa cayó junto al resto y los dos se admiraron como no lo hicieron por meses. Ambas vergas eran hermosas, la de Pablo grande y gruesa, sonrosada en la punta. David era dueño de una barra bien larga y venosa.
Cada uno cogió la hombrĆa del otro y empezaron a abarcarla, de arriba abajo.
Cada uno cogió la hombrĆa del otro y empezaron a abarcarla, de arriba abajo.
āĀæTe gusta? āinquirió David, con erótica melosidad.
āSĆ, tenĆa tiempo sin saludar a rey Davidā¦
āEl rey David quiere explorar su territorio.
Pablo se echó a reĆr. Obedeció al beso de David y aceptó que lo llevara a la cama. Se recostó de lado, dĆ”ndole la espalda. David se situó de la misma Ćndole y dirigió su miembro hacia su retaguardia. Infiltró el glande por la rendija, en busca del ansiado agujero.
David tocó con la punta el orificio en forma de estrella y empezó a empujar y forzar, encontrando resistencia. Pablo sintió el empuje y la primera oleada de dolor.
āĀ”MĆ”s lento!
El principio fue doloroso. Las punzadas de dolor fueron frecuentes, poco a poco sus músculos se fueron relajando y contrayendo, aceptando esa nueva sensación que David le regalaba. El dolor fue remitiendo y, pronto, gimió de placer.
Finalmente, la cadera de David chocó contra las nalgas de Pablo.
Finalmente, la cadera de David chocó contra las nalgas de Pablo.
Ambos gimieron de placer. Sus pieles se tocaron, se rozaron, mientras consumaban su amor con furia y entusiasmo. La tensión iba acumulĆ”ndose en el pene de David, al igual que Pablo lo hacĆa en el suyo con su propia mano.
Y con el orgasmo en el punto mĆ”ximo sus fuentes de leche hicieron lo propio. El semen se derramó sobre la cama, pero estaban pletóricos. Como la calma que sigue a la tormenta, se limpiaron con toallas y quedaron recostados, sus pechos luchaban por recuperar el aire, sus corazones latĆan a toda fuerza.
āHa sido magnĆfico⦠āmusitó Pablo sentĆ”ndose en la cama apoyando su espalda a una almohada.
David le acarició el muslo y lentamente fue subiendo la palma hasta sus genitales. Comenzó a acariciar el falo.
āAl fin juntos. ĀæSerĆ” nuestro triunfal regreso?
āNi en sueƱos āse divirtió Pablo.
āĀæTe he dicho que tu pene es hermoso?
El miembro de Pablo se fue poniendo nuevame duro, gordo y lleno de venas. Poco a poco los dedos se trasladaron a los grandes testĆculos. Los sostuvo e incrementó presión.
Pablo contuvo el aliento.
Pablo contuvo el aliento.
āĀæTambiĆ©n te he dicho que me gustan estos huevos de avestruz? āDavid se incorporó, sentĆ”ndose para sostener mejor el par de huevos.
Pablo gruñó.
David esbozó una sonrisa.
āYo quiero que estos huevos, esta pija tengan el sello de que me pertenecen., son propiedad del rey David.
Aferró los dedos al par de órganos con mÔs fuerza. Pablo se quejó de dolor. Se encorvó, resistiendo.
Sus mejillas se tornaron mƔs rosas.
David se inclinó y metió la punta de la gorda polla de Pablo en su boca y se dedicó a lamer mientras no paraba de apretar sus joyas viriles.
Pablo apretó los dientes y echó la cabeza hacia atrÔs.
David lamió la cabeza de su pene como si fuera un caramelo esponjoso. Movió los dedos con la palma de la mano e hincó las yemas.
La lengua de David jugaba con la cabeza del pene de Pablo, lo bordeaba en cĆrculos y chupaba.
Los grandes testĆculos de Pablo estaban presos y comprimidos en la garra de David.
El celular de Pablo sobre la mesa de noche puso interrupción al excitante clima.
āPuede ser algo importante ādijo Pablo. Fue librado de su sexual agarre y revisó la pantalla del móvil. Dirigió una mirada a Davidā. Vuelvo en un momento.
Salió de la cama, se colocó una bata que le quedaba como una tienda de campaña levantada por su miembro y salió al balcón para contestar la video llamada de Otto.
āMe enrabiĆ© contigo y ya se me pasó āle dijo el hombre de cuarenta aƱos. Estaba hechado en su camaā. Te bloqueĆ© de mis contactos, pero medite que eso era una actitud muy infantil. ĀæCómo estĆ”s, Pablo?
āMuy bien, yoā¦
āEs probable que en poco tiempo regrese a la isla. Quiero formalizar mi relación contigo.
āĀæDe quĆ© hablas, Otto? āse rio Pabloā. Solo queremos pasarla bienā¦
āPero entre tĆŗ y yo hay una buena quĆmica, mĆ”s allĆ” de un estupendo revolcón en una cama.
Pablo suspiró.
āAdemĆ”s. No piensas volver con el imbĆ©cil de tu ex, Āæo sĆ es cierto? Prefiero que me lo digas. Para ir a romperle la cara a ese cara de culo.
āĀæDe quĆ© hablas, Otto? Ćl estĆ” por aquĆ cerca āPablo se echó a reĆr. Susurróā. De mi ex hablaremos en su momento.
āĀ”Tu ex es un hijo de puta que no te merece!
āBaja la voz, Otto.
Para desfortuna de Pablo, David apareció por detrĆ”s tomĆ”ndolo del hombro y sonriendo. TenĆa el pecho desnudo y su traje de baƱo puesto.
Hubo mezclas de emoción entre los reciĆ©n conocidos. David esperaba conseguĆr alguien mĆ”s joven y Otto levantó las cejas de ver alguien bien parecido y fuerte.
āĀ”Pues este hijo de puta estĆ” en la habitación de Pablo!
Otto se quedó mirando a ambos con el semblante nuevamente serio, prefirió terminar la video llamada. David se echó a reĆr.
āOye, esperaba conseguir a alguien de nuestra edad, no a tu padre, ja, ja, ja.
Pablo se le quedó mirando con mal genio.
David riendo apretó el puño y lo chocó en la entrepierna de Chacón.
āĀ”Aaaay! āPablo se encorvó agarrĆ”ndose las bolas.
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